Epílogo

Mi querido sobrino:

Aunque Helen insiste en que a ella no la sorprendió en absoluto el anuncio de tu matrimonio con Francesca, reconozco que yo tengo menos imaginación y soy menos lista, y confieso que para mí fue una total sorpresa.

Te ruego, sin embargo, que no confundas sorpresa con no aceptación. No me llevó mucho tiempo ni reflexión comprender que tú y Francesca formáis una pareja ideal. No sé cómo no lo vi antes. No pretendo comprender la metafísica y, la verdad, rara vez tengo paciencia con aquellos que aseguran comprenderla, pero hay un entendimiento entre vosotros dos, un encuentro de mentes y almas que existe en un plano superior. Estáis hechos el uno para el otro, eso está claro. No es fácil para mí escribir estas palabras. John sigue vivo en mi corazón y siento su presencia cada día. Lloro la muerte de mi hijo y siempre la lamentaré. No sé decirte qué consuelo es para mí saber que tú y Francesca sentís lo mismo. Espero que no me consideres engreída por ofreceros mi bendición. Y espero que no me consideres tonta por también darte las gracias. Gracias, Michael, por permitir que mi hijo la amara primero.

Carta de Janet Stirling, condesa de Kilmartin viuda,

a Michael Stirling, conde de Kilmartin, junio de 1824.

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