Capítulo 2

BELLA deseaba tener tanta confianza como Phoebe. Y empezaba a preguntarse si estaba mal de la cabeza. No era particularmente engreída aunque se sabía guapa y nunca había tenido problemas para encontrar novio. Pero nunca llegaba a ninguna parte. Se enamoraba tan fácilmente como dejaba de estarlo.

Quizá nunca encontraría al hombre de su vida, pensó tomando un canapé. Y quizá entonces ya no tendría a Josh para apoyarla. Aunque habían acordado que si llegaban a los cuarenta sin haber encontrado pareja, se casarían.

La verdad, nunca se le ocurrió pensar que Josh se casaría antes que ella. Era tan discreto, tan tímido, que le resultaba difícil imaginarlo viviendo con alguien. Nunca había vivido con ninguna de sus novias.

Pero allí estaba Aisling, agarrada de su brazo. Y aunque quería pensar que Josh parecía irritado, no era verdad.

Josh, que estaba hablando con Gib, llevaba una camisa blanca que destacaba su bronceado; un bronceado natural de pasar tanto tiempo al aire libre.

Estaba muy guapo. Incluso con chaqué, como todos los demás, tenía el aire de un hombre que debería estar abriéndose paso en la jungla o caminando por una carretera polvorienta en medio del desierto, no bebiendo champán y tomando canapés en la campiña inglesa.

La verdad, era asombroso que hubiera tardado tantos años en darse cuenta de que Josh tenía un cuerpazo. Si no lo conociese de nada, se habría fijado en él inmediatamente.

No era guapo como Will, por supuesto, pero tenía unos ojos muy bonitos que parecían siempre un poco burlones. Su boca también era bonita. No llamaba la atención de inmediato, pero si la mirabas atentamente tenía algo que te hacía estremecer. En aquel momento Bella sintió un escalofrío y tuvo que apartar la mirada.

No era normal pensar en Josh de esa manera. Era su amigo, la única persona con la que podía hablar de cualquier cosa. Excepto de aquello.

Bella se imaginó a sí misma acercándose para decirle: «Oye, Josh, estaba pensando que tienes un cuerpazo. ¿Te importa si te doy un beso?». No, no podía hacerle eso. Y, desde luego, no podía hacérselo a sí misma. Una cosa era ser sincera y otra humillarse ante él.

En ese momento, Josh se inclinó para darle un beso a Aisling. El dolor que le produjo ese gesto la pilló tan de sorpresa que casi tiró el champán.

Bella se volvió abruptamente. Ella era el alma de las fiestas, no alguien que se queda fuera. Había llegado el momento de circular… y de mostrar sus encantos.

Lo hizo tan bien que uno de los hermanos de Kate, que tenía veinte años, le pidió que se casara con él. Emocionada y divertida, Bella lo rechazó con toda amabilidad, pero no pudo evitar sentirse victoriosa. Tenía treinta y tres años y no era la reina de la montaña, pero aún había hombres interesados en ella… aunque fueran unos crios y llevasen varias horas bebiendo champán.

De repente, parecía haber desarrollado un gran atractivo para los jóvenes. Sus atenciones eran muy halagadoras, pero no estaba segura de que fuese una buena señal. ¿De verdad parecía tan mayor como para atraer a los crios?

Aun así, era agradable sentirse deseada.

Decidida a mostrarle a Josh que lo estaba pasando de maravilla, salió a bailar con uno de sus admiradores. Y bailó y bailó, moviendo la melena.

Josh la observaba desde el otro lado de la carpa. El chico que bailaba con ella no debía, tener más de dieciséis años y, aparentemente, no parecía creer la suerte que había tenido. Llevaba toda la noche observando cómo hechizaba a los hombres. Ni siquiera el famoso tío gruñón de Kate era inmune a los encantos de Bella Stevenson.

Siempre era igual con ella. Josh recordaba el día que se conocieron. Bella entró en clase, rubia, preciosa e imposiblemente sofisticada entre las demás estudiantes, y cuando se sentó a su lado Josh tragó saliva como el chico con el que estaba bailando en aquel momento.

Siempre había sido una estrella y durante las primeras semanas se conformó con mirarla a distancia. Bella no estaba a su alcance y ni se le pasó por la cabeza que podrían ser amigos, pero cuando empezó a conocerla mejor se sorprendió al descubrir lo encantadora que era. Y lo divertida. Parecía una princesa, pero tenía una risa contagiosa.

Aunque nunca intentó aprovecharse de esa amistad. Él era sólo su amigo, un hombro sobre el que llorar sus vaivenes románticos.

Y no le importaba, se decía a sí mismo. Al menos así la veía a menudo, y lo hacía como los hombres que salían con ella no podían verla. Además, ninguno de ellos duraba mucho. Bella Stevenson parecía sofisticada, pero en realidad era una romántica incurable, dispuesta a encontrar a su príncipe azul.

Quizá lo había encontrado en Will. A él no le parecía precisamente un príncipe azul, pero nunca había entendido los gustos de su amiga. Josh sonrió al verla dando vueltas en la pista de baile, riendo y moviendo la falda con aquellas piernas espectaculares.

– ¡Josh! -lo llamó Aisling, tomando su mano para llevarlo a la pista.

No pudo hablar con Bella hasta mucho después, ya casi al final del banquete.

– ¿Bailamos?

– Estoy cansada.

– ¿Cansada? Pero si tú nunca estás cansada.

– De verdad. Llevo toda la noche dando vueltas -Bella se abanicó con la mano, decidida a no bailar con él-. Pídeselo a Aisling.

– Está bailando con Gib.

– En serio, estoy agotada.

– Para esto no hace falta energía -sonrió Josh, cuando la orquesta empezó a tocar una canción lenta-. Además, es lo único que sé bailar. Venga, anímate.

No podía seguir rechazándolo o empezaría a sospechar que pasaba algo. Y sólo era Josh, se dijo. Sólo Josh.

Sólo los brazos de Josh alrededor de su cintura, sólo el ancho torso de Josh, sólo la mejilla de Josh apoyada en su pelo. Habían bailado montones de veces. Entonces, ¿por qué le parecía diferente? ¿Por qué sentía el deseo de enredar los brazos alrededor de su cuello?

Bella tragó saliva.

– Una boda estupenda.

– Desde luego, tú lo estás pasando estupendamente. ¿Y ese repentino interés por los chicos jóvenes? Supongo que sabrás que acabas de destrozarles la vida. Se pasarán años soñando con encontrar una mujer como tú y la mayoría acabará decepcionado. ¡Deberías llevar un aviso pegado al vestido!

– Nunca antes te había molestado -dijo ella. Josh se apartó un poco para mirarla.

– Conmigo era diferente.

– Lo sé.

¿Por qué?, se preguntó. ¿Por qué Josh no la deseaba como otros hombres? Él nunca le había dado a entender que quisiera ser algo más que un amigo. Y, sinceramente, Bella se habría quedado atónita si lo hubiera hecho.

Entonces, ¿por qué de repente le resultaba tan difícil bailar con él? Era como si estuviera creciendo algo en su interior y no sabía lo que era ni cómo pararlo.

Tenía la boca seca y se sentía más tímida que nunca. Pero como el silencio se alargaba, se vio obligada a preguntar por el trabajo.

– Muy bien -dijo Josh, como si también él se sintiera aliviado- Desde que Aisling empezó a trabajar con nosotros, las cosas van de maravilla. Como había trabajado con C.B.C., nuestro mejor cliente, sabe muy bien cómo funcionan ambas organizaciones.

– ¿Ah, sí? -murmuró Bella, intentando parecer interesada.

– Existe la posibilidad de conseguir un contrato estupendo. Podría ser el que lo cambie todo.

– ¿Por qué es tan importante?

– Porque significaría una expansión internacional -dijo Josh-. El cuartel general de la C.B.C está en París, pero tienen oficinas por todo el mundo.

– Eso suena muy bien.

– Las grandes empresas se resisten a recibir formadores de fuera. En algunos países es vital establecer relaciones personales con sus ejecutivos antes de empezar a hacer negocios.

– Pero no puedes ir por todo el mundo…

– Claro que no, pero C.B.C. organiza un encuentro anual. Una especie de vacaciones pagadas. Es una ocasión para las relaciones sociales y una recompensa para sus mejores ejecutivos. Además, sirve para comprobar que todos mantienen la misma ética de trabajo.

– Yo compartiría ética con cualquier empresa que me regalase unas vacaciones -dijo Bella, alegrándose de que la conversación la hubiera distraído de otros asuntos más preocupantes, como por ejemplo, que le gustaría apoyar la cara en el cuello de Josh.

– ¡Esa es mi Bella, la moralista!

– ¿Y dónde tienen lugar esas vacaciones?

– Este año, en las Seychelles. Me han invitado porque les parece una buena oportunidad para que conozca a los ejecutivos más importantes.

¡Sólo Josh podía decir con total tranquilidad que lo habían invitado a pasar unas vacaciones en las Seychelles!

– ¿Y piensas ir?

Él se encogió de hombros.

– Ese tipo de reuniones corporativas no es lo mío, pero Aisling piensa que debo ir.

Sorpresa, sorpresa.

– Supongo que ella irá también.

– Sí, es ella quien tiene los contactos y, en su opinión, es importante que me relacione con esa gente.

– ¿De verdad? -murmuró Bella, sin poder disimular la ironía.

Ella llevaba años diciéndole eso, pero Josh jamás le había hecho caso. Tenía que llegar Aisling…

Al menos se le habían pasado las ganas de apoyar la cara en su cuello.

– Aisling tiene razón, pero no te veo tumbado en la playa durante una semana.

– Me volvería loco si no tuviera nada que hacer más que tomar el sol, pero Aisling dice que en estos eventos hay muchas actividades.

– Ah, vaya.

«Aisling dice, Aisling hace, qué hartura».

– Actividades como escalar o navegar son excelentes para conocer a la gente. Cuando tienes un reto delante de ti debes comunicarte con los demás.

– Eso dicen -murmuró Bella, que nunca había tenido problemas para comunicarse desde su propio sofá, con un teléfono en la mano.

Josh sonrió.

– Ya sé que tu idea del aire libre consiste en salir al balcón, pero a mucha gente le gusta hacer cosas que no han hecho antes.

– ¿Qué más tenéis que hacer?

– No estoy seguro. Aisling dice que organizarán deportes náuticos, así que no creo que me aburra.

Bella dejó escapar un suspiro.

– ¿Y qué tiene de malo tumbarse en la arena? También se pueden hacer relaciones sociales mientras te pones crema bronceadora.

– No todos tenemos tu habilidad para relacionarnos.

– Pues yo creo que sería más eficaz. ¿Cómo vas a relacionarte si estás bajo el agua? Sólo habrá burbujas y más burbujas.

– ¡Ah, ahora eres una experta en deportes acuáticos!

– Lo he visto en la tele.

Josh soltó una carcajada.

– Lo que pasa es que no te gusta la idea de mojarte el pelo. Afortunadamente, Aisling no es una princesa como tú.

Claro que no. Aisling se haría una coleta, se pondría ropa sencilla y dejaría los tacones en Londres. Pues mucha suerte. Si quería pasarse unas vacaciones bajo el agua, con un traje de baño de neopreno y un tubo en la boca era su problema.

– Por cierto, ¿has hablado con Phoebe? -preguntó Josh, apretando suavemente su cintura.

El corazón de Bella dio un salto y se puso a latir como loco.

– ¿Hablar con Phoebe?

– Sobre lo de que Aisling se mude a la casa.

– Ah, sí. He hablado con ella. Ojala parase la música y Josh la soltara. Así sería más fácil hablar con él.

– ¿Y qué ha dicho?

Por un momento, Bella se preguntó si debía echarle la culpa a Phoebe, pero no sería justo.

– Ha dicho que lo decida yo. Pero la verdad, me gustaría vivir sola durante un tiempo.

Eso había sonado bastante razonable, ¿no? Mejor que: «Antes que vivir con Aisling prefiero clavarme agujas en los ojos», por ejemplo.

– Pues se llevará un disgusto. Ella pensaba que os llevaríais de maravilla.

– ¿Ah, sí?

– Sí, le caes muy bien.

Bella no creía eso para nada. Aisling sonreía dulcemente, pero en sus ojos verdes siempre había un brillo de frialdad.

– ¿De verdad?

– Me lo ha dicho varias veces.

Bueno, si iba a creer todo lo que Aisling le dijera…

¿Cómo podía ser tan ingenuo? Josh debería ser más perceptivo. Debía estar loco por Aisling si creía todo lo que ella decía. La idea le pareció absolutamente deprimente.

Por fortuna, la música terminó en ese momento y Josh la soltó.

– Espero que encuentre apartamento -sonrió Bella, intentando ser amable.

– Hasta entonces, puede venirse a vivir conmigo. Eso sería conveniente porque la oficina está muy cerca.

– ¿Qué? -exclamó Bella.

– Tiene que vivir en alguna parte. Debe irse de su apartamento a finales de la semana que viene.

– ¡Pero tú nunca has querido vivir con nadie!

– Aisling es diferente. Es una chica especial. Nos llevamos muy bien y tenemos muchas cosas en común.

Bella se sintió enferma.

– ¿No crees que trabajar juntos y vivir juntos será demasiado?

– Habrá que probar, ¿no? Por ahora, no ha sido un problema trabajar y salir juntos.

Bella no podía creer lo desastrosa que había resultado su negativa a compartir casa. Nunca se le habría ocurrido pensar que se irían a vivir juntos. Josh siempre había sido tan solitario… sus otras novias solían pasar algún fin de semana en su casa, pero nunca les había pedido que dejaran el cepillo de dientes.

¡Y ahora iba a pedirle a Aisling que se fuera a vivir con él!

A Bella no le gustó nada. Pero nada de nada.


Unas semanas después de la boda de Kate volvió a verlo y buscó alguna señal de que estaba harto de Aisling. Pero no la encontró. Y la culpa era suya. Ella los había empujado a vivir juntos. Echaba de menos a Josh. Horriblemente. Sólo su amistad, claro, pero aun así, era muy triste.

Durante un tiempo pensó que la tristeza pasaría cuando Will volviera de Hong Kong. En cuanto volviese a verlo se daría cuenta de lo importante que era para ella.

Pero no fue así. Le alegró verlo, pero algo había cambiado definitivamente. Y Will también se dio cuenta.

– Lo siento, no eres tú -le dijo Bella, con tristeza- No sé lo que me pasa.

– No te preocupes -sonrió Will-. Podemos seguir siendo amigos.

En realidad, acabó adoptando el papel de Josh, aunque Will nunca la conocería tan bien como él. Bella sabía que encontraría otra mujer, era demasiado guapo como para estar solo mucho tiempo, pero por el momento se llevaban mejor que nunca.

Su vida era más tranquila que antes… ¿antes de qué? La verdad era que no le apetecía ir de fiesta y prefería encontrarse con sus amigos para tomar una copa tranquila o ir al cine.

El teatro nunca le había interesado mucho, pero cuando Will le dijo que tenía dos entradas para el estreno de un musical, le hizo ilusión. En otro momento, seguramente habría levantado los ojos al cielo, protestando porque ella quería ir a bailar. Llegaron al teatro cuando faltaban quince minutos para el comienzo de la función y subieron al bar a tomar algo.

Y allí se encontraron precisamente con Josh y Aisling.

El corazón de Bella dio un vuelco terrible al ver a Josh, pero él no parecía muy afectado.

– ¡Bella! ¿Dónde has estado escondida todo este tiempo?

Claramente, su corazón no había dado un vuelco porque la besó con toda naturalidad.

– Hola, Josh.

– ¡Hace siglos que no te veo…! Ah, hola, Will. Veo que has vuelto.

– ¿Cómo? -preguntó él, sorprendido.

– Según Bella, estabas salvando la economía mundial en Hong Kong y por eso no pudiste ir a la boda de Kate.

– Yo no diría tanto -sonrió Will, modesto-. Pero conseguimos sobrevivir a esa crisis.

– ¿Cuándo has vuelto? -el tono de Josh no era precisamente amistoso.

– Hace un par de semanas…

– Siento no haber llamado -intervino Bella, tomando a Will por la cintura-. Pero ya sabes cómo son las cosas. No hemos visto a nadie, ¿verdad, cariño?

Will le pasó un brazo por los hombros, un poco sorprendido.

– Sí, la verdad es que no hemos salido mucho.

– Me alegro de que todo os vaya bien -dijo Josh, que no parecía alegrarse en absoluto.

– Sí, todo es perfecto. ¿Verdad, Will?

– Perfecto -repitió él.

– Bueno, ¿y vosotros qué tal?

Josh le pasó a Aisling un brazo por la cintura, como si quisiera imitarlos.

– Estupendamente.

¿Lo había imaginado o estaba a la defensiva?

– Qué raro verte en el teatro, Bella -dijo Aisling entonces-. Josh siempre dice que como tú eres la reina del drama no te gusta ver a otra en el escenario.

Seguramente Josh había dicho eso, pero no en el tono que Aisling pretendía.

– Sí, bueno, la verdad es que a mí también me sorprende encontraros aquí. Pensé que preferiríais estar en medio de una montaña, compitiendo para ver quién tiene más barro en las botas.

– Nos gusta estar activos -dijo Aisling, con una sonrisa tan falsa como la de Bella-. Pero también disfrutamos de la cultura.

Sin embargo, Josh no parecía estar disfrutando en absoluto.

– Si quieres tomar una copa antes de que se levante el telón, será mejor que nos demos prisa -dijo Will entonces.

– Claro. Nos vemos luego -sonrió Bella, dirigiéndose a la barra-. ¡Cultura! -explotó en cuanto se alejaron-. Pero si es un musical… ¡Y Josh los detesta!

– ¿Te importaría decirme qué está pasando? -preguntó Will.

– No quería decirles que hemos roto.

– Ya me lo he imaginado -sonrió él.

– Gracias por hacer tu papel.

– Pensé que, siendo Josh tu mejor amigo, se lo habrías contado.

– En otras circunstancias… pero en la boda de Kate fue muy desagradable conmigo. Además…

– ¿Además qué?

– Nada -suspiró Bella. No podía contárselo-. Es que no he tenido oportunidad.

– Pero acabas de encontrártelo y, en lugar de decírselo, le has hecho creer que seguimos juntos-insistió Will.

– Es que no quiero que Aisling se compadezca de mí -dijo Bella entonces-. Empezaría a decir «Ay, qué pena, con lo bien que estamos Josh y yo». Es una bruja. ¿Sabes que ahora viven juntos?

– Ah -dijo Will.

– ¿Qué significa eso?

– Eso explica que estés tan enfadada.

– No estoy enfadada. Es que Aisling no me cae bien. Josh y yo nos llevábamos divinamente hasta que ella apareció.

– Pero Aisling no es el problema, ¿verdad? El problema eres tú.

– ¿Yo?

– Estás enamorada de Josh -dijo Will.

Bella abrió la boca para negarlo con vehemencia. Iba a decirle que no sabía lo que estaba diciendo, que era imposible que ella estuviera enamorada de Josh, que era su mejor amigo…, pero no le salieron las palabras. En lugar de eso, experimentó una sensación peculiar, como si estuviera al borde de un precipicio.

– Tengo razón, ¿verdad? -preguntó Will. En ese momento sonó el timbre que avisaba del comienzo de la obra-. Pobrecita… ¡parece como si te hubiera atropellado un camión!

Así era exactamente como se sentía. Sin decir nada, Bella dejó que Will la llevase hasta el patio de butacas. La verdad estaba mirándola a la cara. No podía evitarla y se sentía asustada, terriblemente asustada.

¿Cómo podía pasarle eso? Nunca había estado enamorada de Josh, no podía ser.

No quería estar enamorada de él. Quería que siguieran siendo amigos, que todo fuera como antes, pero la certeza de que eso ya no podría ser era como un puño apretando su corazón.

Las palabras de Will habían hecho que el genio saliera de la lámpara y no había forma de esconderlo otra vez.

Era la verdad, implacable, indiscutible.

Después de tantos años, estaba enamorada de Josh.

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