Epílogo

Anna se despertó lentamente de lo que parecía el sueño más profundo que había tenido en toda su vida y abrió los ojos. Lo primero que vio le impidió moverse durante mucho tiempo. Se limitó a gozar con la dulzura de aquella imagen. Saxon estaba sentado al lado de la cama de hospital a su lado, al igual que lo había estado a lo largo de todo el parto. Anna había visto su hermoso rostro lleno de dolor y preocupación por ella y luego reflejando la más infinita alegría cuando ella dio por fin a luz.

En aquellos momentos, tenía a su hijo dormido en brazos. Toda su atención se centraba en la pequeña criatura. Con infinito cuidado, examinaba las pequeñas manos y las minúsculas uñitas. Al ver que el niño le agarraba el dedo con los deditos con sorprendente fuerza, contuvo el aliento. Dibujó con un dedo las cejas casi invisibles y acarició la suave mejilla y la boquita. Su hijo cabía perfectamente en sus enormes manos, aunque había pesado al nacer más de tres kilos y medio.

Anna se puso de costado y sonrió a Saxon cuando él centró su atención en ella.

– ¿No te parece guapísimo? -susurró la feliz madre.

– Es lo más perfecto que he visto en toda mi vida -respondió, lleno de asombro y admiración-. Emmeline ha ido a la cafetería para comer algo. Prácticamente tuve que pelearme con ella para quitarle al bebé de los brazos.

– Bueno, es su único nieto. Por el momento.

Saxon la miró con incredulidad al recordar lo dificultoso que había sido el parto, pero luego centró su atención en el bebé que tenía entre sus brazos y comprendió que Anna considerara que sus sufrimientos habían merecido la pena. Entonces, sonrió a su esposa.

– Mientras el siguiente sea una niña…

– Haremos todo lo que podamos.

– Aún no hemos decidido un nombre para éste -dijo Saxon.

– Tú puedes decir el primer nombre. Yo ya he decidido el segundo.

– ¿Y cuál es?

– Saxon, por supuesto -afirmó Anna-. El segundo Saxon Malone. Estamos empezando una tradición familiar, ¿recuerdas?

Saxon tomó la mano de Anna y se sentó a su lado sobre la cama para que, juntos, pudieran admirar a su hijo recién nacido.

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