Epílogo

– ¿Es que no has aprendido la lección? ¿No te ha bastado con estar tan cerca de la muerte para entender que tienes que tener cuidado? -Sterling estaba muy agitado. Sus labios se habían convertido en una dura línea y se pasaba nervioso la mano por el cuello.

Ella, por su parte, se regañaba a sí misma por haber pasado tantas horas en Wyoming, espiando a Kyle, a Samantha y a Kyle, pero había sido estrictamente necesario.

Sentado tras su enorme escritorio, Sterling la fulminó con la mirada, como si se estuviera enfrentando a una niña desobediente.

– Todo la familia cree que estás muerta, Kate -le recordó-.Y por mucho dolor que eso les suponga, esa es la única manera de mantenerte a salvo.

– Si tú lo dices.

– Si no recuerdo mal, todo esto fue idea tuya.

– Y todo el mundo continúa pensando que estoy muerta.

– Ir a la boda de Kyle fue una insensatez. Demasiado arriesgado. ¿En qué demonios estabas pensando?

– Me senté en uno de los bancos traseros disfrazada de hombre. Nadie me reconoció.

– Pero a mí me vas a matar a disgustos. Me he pasado seis meses volando a Clear Springs, pasándote informes para que nadie pudiera sospechar que estás viva y de pronto te presentas tú allí, delante de toda tu familia. Dios mío, Kate, estoy empezando a pensar que ese accidente te ha afectado el cerebro.

– No te preocupes tanto, Sterling. Estoy perfectamente. Y sabes tan bien como yo que no hay nada en este mundo que pueda impedirme ir a la boda de uno de mis nietos.

– Pero…

– ¿Y no te dije yo que dejándole el rancho a Kyle se arreglarían las cosas entre Samantha y él?

Agarró el bastón que tenía que utilizar desde que había sufrido aquel accidente de avión en el que todo el mundo creía que había perdido la vida. Afortunadamente, el secuestrador que estaba escondido en el avión y había aparecido apuntándola con una pistola había sido el único que había fallecido en el accidente. Cuando el avión había explotado, él era el único que estaba en su interior y su cadáver había quedado irreconocible.

A Kate la habían encontrado unos nativos, la habían llevado a su aldea y allí la habían cuidado hasta que estuvo completamente recuperada. Durante aquellos meses, todo el mundo, Sterling incluido, pensaba que los restos que habían encontrado en el avión eran los suyos. Kate había estado a punto de mandar al pobre Sterling a la tumba cuando había aparecido completamente viva y con la idea de permanecer muerta para poder averiguar ella misma quién pretendía asesinarla.

Sterling giró la cabeza, intentando aliviar el dolor de su cuello.

– ¿Y cómo sabías que Caitlyn era hija de Kyle?

– Esa niña era idéntica a Kyle desde que nació. Además, vino al mundo nueve meses después de que Kyle estuviera de vacaciones en el rancho. Y ese verano había estado locamente enamorado de Samantha y ella de él -Kate jugó distraídamente con la gargantilla de perlas que llevaba al cuello-. Kyle no podía enfrentarse al hecho de que una mujer estuviera controlando sus sentimientos. Regresó a Minneapolis y se casó con una mujer que pensaba que podría hacerlo feliz, la clásica mujer de los círculos sociales que él frecuentaba. Pero su matrimonio fue un fracaso. Yo no me atreví a decirle que pensaba que la hija de Sam era suya. E, incluso después de que anularan su matrimonio, él se negaba a venir a Wyoming.

– Hasta que lo obligaste a volver dejándole el rancho en herencia con la condición de que se quedara seis meses viviendo en él -Sterling sacudió la cabeza, como si lo sorprendiera que pudiera ser tan manipuladora.

– Y funcionó, ¿verdad?

– Como un encantamiento. De hecho, se rumorea que no va a vender el rancho y que piensa quedarse a vivir allí con Sam y todos los hijos que tengan.

Kate rió, encantada consigo misma.

– Estupendo. Entonces no tenemos motivos para ser pesimistas, ¿verdad?

Sterling no parecía muy convencido.

– ¿Y qué me dices de Rebecca y de ese detective privado al que ha contratado?

– De momento, no es eso lo que más preocupa.

– ¿Ah no? ¿Entonces qué es lo que te preocupa?

– Allison.

– ¿Allie?

– Humm. El día de la boda no parecía muy feliz.

– No empieces a inventarte problemas. Allie es perfectamente feliz. Además, ¿por qué no iba a serlo? Por el amor de Dios, Allie Fortune es la envidia de toda mujer americana.

– No sé -Kate frunció el ceño-. Había algo en sus ojos… Creo que nunca se recuperó tras la ruptura de su compromiso con…

– Ni lo menciones. Ya te has inmiscuido demasiado. Allie es una mujer adulta y puede cuidar perfectamente de sí misma.

– ¿Igual que Kyle?

Sterling se levantó, rodeó el escritorio y se detuvo justo en frente de Kate.

– No me gusta ese brillo de tus ojos, Kate. Recuerda que se supone que estás muerta, y también que esa es la mejor manera de impedir que te maten. Probablemente, el tipo que apareció en tu avión era un asesino a sueldo, y hasta que no averigüemos quién lo pagaba, estás en peligro. Así que no te preocupes por Allison.

Kate chasqueó la lengua y sintió que se le tensaba la espalda, como le ocurría cada vez que se enfrentaba a un desafío.

– Mira, Sterling, sabes perfectamente que estoy dispuesta a hacer cualquier cosa para que mi familia sea feliz.

– Ni lo sugieras… -le advirtió Sterling.

– Oh, de momento no voy a hacer nada. Me limitaré a no perder de vista a Allison, bueno, serás tú el que no tendrá que perderla de vista. Eso es todo.

– Kate…

– Tú limítate a mantenerme informada de cómo le van las cosas a Allison. Y en cuanto a los que estaban intentando matarme. Bueno, no saben a quién se están enfrentando.

– ¿Eso es todo? -le preguntó Sterling burlón.

– Solo recuerda lo que siempre te digo: en esta vida nada es imposible.

– Eres sorprendente -Sterling rió y la agarró del brazo-.Incluso de muerta.

– Siempre y cuando no lo olvides, Sterling -contestó Kate-, tú y yo continuaremos llevándonos estupendamente.


Lisa Jackson


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