Capítulo 9

Roger y su grupo se marcharon al día siguiente, para alivio y alegría de Kelly. Mientras iba a la oficina por el bonito sendero bordeado de flores, pensó en la noche anterior. Brandon había tenido razón; Roger era un estúpido y se preguntaba qué había visto en él. Pero ya no importaba.

Lo único importante era que, antes de empezar a insultarla, Roger había dejado claro que la quería de vuelta en su vida. Y Kelly lo había rechazado. Había cumplido su plan, por fin había cerrado esa etapa de su vida y se alegraba de ello.

Tenía que enfrentarse a un problema mucho mayor: Brandon. Sabía que tenía que ser fuerte y romper con él para siempre. No podían seguir durmiendo juntos porque, aunque la noche anterior había sonado a broma, ella había dicho la verdad: ¡solo la quería por el sexo!

Por supuesto, también quería conservarla como ayudante. Le había dicho una y otra vez que era indispensable en la empresa. Era agradable oír eso, y no quería perder esa parte de su vida, pero ya no se sentía capaz de hacer el papel de novia.

Había que remitirse a los hechos. Brandon nunca pasaba mucho más de un mes con una mujer, y ya llevaba casi dos semanas con Kelly. Dos semanas maravillosas. Prefería quedarse con los recuerdos felices de esos días a sufrir una dolorosa ruptura y quedarse solo con recuerdos tristes. Y sin trabajo.

Pero, sobre todo, había un espinoso asunto al que Kelly no había querido enfrentarse hasta ese momento. Estaba enamorada de Brandon Duke.

– Ay, Dios -musitó. La asombraba ser tan tonta. Se había dado cuenta la noche anterior, cuando Brandon entró en la suite de Roger para defenderla. Había sido su caballero andante, y se había derretido al verlo.


Kelly tomó la autopista en dirección sur. Había ido a la oficina, echado un vistazo a su guapo jefe y, en vez de aclarar las cosas, había alegado agotamiento y pedido libres el resto del viernes y el lunes. Brandon había accedido, suponiendo que la había afectado el desagradable asunto de Roger.

Odiaba mentirle a Brandon, pero aún no podía afrontar lo que tenía que hacer. Aprovecharía el fin de semana largo para reflexionar y encontrar la mejor forma de manejar su nueva realidad.

Había preparado una bolsa de viaje y puesto rumbo a Dunsmuir Bay, su hogar. Cuatro horas después, aparcó ante su apartamento dúplex, bajó del coche y se estiró. Llenó sus pulmones con el aroma fresco y salado del océano. Se alegraba de estar en casa.

Dedicó el resto de la tarde a quitar el polvo en la sala y el dormitorio. Después se sirvió una copa de vino, se sentó en la terraza y contempló el mar azul oscuro y el pulular de los barcos en el puerto.

Al día siguiente, se despertó temprano y fue a caminar por el paseo marítimo. En el camino de vuelta, se desvió para visitar la parte vieja de Dunsmuir, llena de tiendas y restaurantes. El delicioso olor a productos recién horneados la llevó a entrar en Cupcake, la tienda de Julia Duke.

Le gustó la decoración azul brillante y blanco, y las mesas y sillas situadas junto a los ventanales que había a ambos lados de la entrada. Se acercó al mostrador y salivó al ver los bollos, pastas y tartas.

– ¿Kelly? -llamó alguien.

Miró hacia el otro extremo y vio a Julia, Trish y Sally Duke sentadas en una mesa, tomando café con leche y bollos.

– Siéntate con nosotras -invitó Sally.

– No quiero interrumpir vuestro desayuno.

– ¿Bromeas? -Julia acercó una silla de la mesa de al lado-. Ven y siéntate. ¿Qué haces aquí?

– Decidí tomarme unos días libres y venir a airear mi apartamento. Volveremos dentro de unos días, y quería estar preparada.

– Me alegraré mucho de teneros de vuelta en la ciudad -dijo Sally.

– Te traeré un café con leche -Julia se levantó.

– Por favor, no te molestes.

– No es molestia, es mi trabajo -sonrió ella. En ese momento llegó Lynnie, la camarera, para tomar nota, así que Julia se sentó.

– Me encantó veros en Napa -dijo Kelly.

– Lo pasamos de maravilla -dijo Trish-. Aún sueño con los masajes de Ingrid y me despierto gimiendo. Seguro que Adam sospecha algo raro.

Todas se rieron.

– Vuestros maridos son fantásticos. No debería decirlo, ya que son mis jefes, pero me encanta ver lo enamorados que están de vosotras.

– Es bonito, ¿verdad? -Sally sonrió a sus nueras con aprecio-. ¿Y tú, Kelly? ¿No era esta la semana que ibas a ver a alguien especial de tu pasado?

– Al final la visita se quedó en nada -rio Kelly.

– Pero por eso querías hacerte el cambio de imagen, ¿no?

– Sí -Kelly se sonrojó. Lynnie llegó con el café y bebió un poco para ocultar su vergüenza.

– Venga, cuéntanos qué ocurrió -dijo Trish.

– Te prometemos guardar el secreto -dijo Julia-. Brandon no se enterará.

– Eso no me preocupa -dijo Kelly-. Él estuvo involucrado en el asunto.

– La cosa se pone interesante -dijo Julia.

Kelly contó la historia de su ruptura y cómo había puesto en marcha su plan de venganza.

– Me alegro de que al menos disfrutaras de una buena cena -dijo Trish, frotándose la tripa.

– Sí, yo también me alegré -Kelly se rio. Le caían muy bien las tres mujeres y se sentía muy vinculada a ellas.

– El dolor de espalda está empeorando -dijo Trish, arqueándose y cambiando de posición.

– ¿Desde cuándo te molesta? -preguntó Sally.

– Llevo así toda la mañana.

– ¿Alguna contracción?

– Sí, pero no significan nada. No salgo de cuentas hasta dentro de tres días.

Sally y Julia intercambiaron una mirada.

– ¿Llamamos a Adam? -preguntó Kelly.

– No, no -dijo Trish con voz débil. Estiró los hombros-. Hoy está en la oficina.

– Te llevaré a casa -ofreció Sally.

– O al hospital -añadió Kelly.

– Estoy bien. Prefiero oír más cosas sobre ese imbécil de Roger. Eso me distraerá.

– Sí, Kelly, cuéntanos cómo se mezcló Brandon -la animó Sally.

Kelly les contó la llegada de Brandon a la suite de Roger y todas alabaron su heroísmo.

– Oh, oh -Trish intentó ponerse en pie-. Odio interrumpir la historia, pero he roto aguas.

– No te muevas -Kelly la ayudó a acomodarse de nuevo. Llamó a Adam a la oficina y se ofreció a alertar a sus hermanos. No fue necesario, porque estaban en plena conferencia telefónica.

– Cielo, siento que te duela, pero estoy emocionada -Sally le frotó la espalda a Trish-. ¡Vamos a tener un bebé!


Kelly las acompañó al hospital y después intentó irse varias veces, pero Sally no la dejó.

– No soy parte de la familia -protestaba ella.

– Sí que lo eres. Además, mantienes la calma mucho mejor que nosotras en situaciones de tensión. Te agradecería que te quedaras.

– Bueno, me quedaré un rato más.

– ¿Dónde está? -preguntó Adam, que llegó corriendo por el pasillo.

– En esa habitación -Sally le agarró el brazo-. Antes de entrar, respira y relájate. Y péinate un poco, o le darás un susto de muerte.

– Vale -Adam inspiró profundamente y se alisó el pelo con los dedos. Después besó a Sally en la mejilla-. Te quiero, mamá.

Kelly sonrió al ver las lágrimas de felicidad que afloraban a los ojos de Sally.

Cameron llegó un momento después. Besó a Julia y saludó a Sally y a Kelly.

– Brandon viene en el jet de la empresa. Llegará dentro de una hora o así.

– Bien -dijo Sally, dándole un abrazo a Cameron-. Sé que Adam querrá que estéis aquí.

– Tengo que irme -dijo Kelly, tras oír que Brandon llegaría pronto.

– No, por favor -Sally hizo una pausa y escrutó su rostro-. ¿Quieres irte porque viene Brandon?

– No -replicó Kelly con demasiada rapidez.

– Vamos a sentarnos allí -le sugirió Sally-. Quiero preguntarte una cosa.

Kelly no se atrevió a negarse porque sabía que eso acrecentaría las sospechas de Sally. La siguió.

– Kelly, no quiero entrometerme, pero ¿sientes algo por Brandon? -preguntó Sally.

– Claro que sí -le contestó-. Llevamos años trabajando juntos y es un gran tipo. Me gusta.

– Sabes a qué me refiero -Sally cruzó los brazos sobre el pecho.

– Sí, lo sé. Y sí, me gusta Brandon. Mucho -admitió Kelly, que no quería mentirle-. Pero le conozco muy bien y sé que una relación entre nosotros no funcionaría. Las mujeres hacen cola para salir con él, señora Duke.

– Sí, lo sé.

– Mujeres espectaculares y sofisticadas. No puedo enfrentarme a esa clase de competencia.

– Yo creo que sí -dijo Sally.

– Gracias, pero no -Kelly intentó sonreír-. Y aunque pudiera, Brandon no es hombre de una sola mujer. Pasa de una a otra como si… -calló y arrugó la frente. No sería correcto darle a Sally detalles sobre la vida amorosa de su hijo.

– No te molestes en suavizarlo, querida -Sally movió la cabeza-. Sé que mis hijos siempre han sido populares con las mujeres -agarró la mano de Kelly-. También sé que Brandon es un hombre bueno y digno de ser amado.

– Yo también lo pienso -susurró Kelly-. Ojalá…, desearía ser la mujer que él amara.

– Me encantaría que lo fueras -Sally la abrazó.

– Eres muy dulce -Kelly contuvo las lágrimas que afloraron a sus ojos-. Gracias.

Sally, con expresión resuelta, murmuró algo que Kelly no oyó bien. Le sonó parecido a: «Veremos lo dulce que puedo llegar a ser».


Brandon entró en la sala de espera y vio a su madre sentada con Julia y Cameron. Su hermano tenía al pequeño Jake apoyado en el hombro.

– ¿Qué tal va todo? -preguntó.

– Cielo, me alegro de que estés aquí -Sally se levantó, le dio un abrazo y salió al pasillo con él.

Brandon echó otro vistazo a la sala, pero no vio a Kelly que, según Adam, había sido quien le había avisado de que Trish estaba de parto. Así que Brandon llevaba dos horas preguntándose qué hacía Kelly de vuelta en Dunsmuir Bay. La había llamado al móvil, pero no contestaba, y eso era muy raro en ella.

Escudriñó el pasillo, pensando que tal vez hubiera ido al aseo, o a por un café.

– ¿Buscas a alguien? -preguntó su madre.

– Sí, pensé que Kelly estaría aquí. Adam me dijo que había venido con vosotras.

– Estuvo aquí un rato, pero se marchó.

– Oh. ¿Va a volver?

– No lo sé -Sally arrugó la frente-. Me pareció que no quería estar aquí cuando llegaras.

– ¿Por qué no iba a querer estar aquí cuando yo llegara? -Brandon la miró desconcertado.

– Dijo que no era parte de la familia y que sería mejor irse.

– ¿Qué? -la miró, incrédulo-. Menuda bobada.

– ¿Seguro?

– Mamá, ¿adónde quieres ir a parar?

– Ya hemos hablado de esto, Brandon. Creía que estábamos de acuerdo, pero ahora tengo que preguntártelo, ¿tienes una relación con Kelly?

– ¿Por qué? ¿Qué te ha dicho?

– No ha dicho una palabra pero parecía incómoda aquí. Y no has contestado a la pregunta.

– Venga, mamá, déjalo -al ver la mirada de su madre, capituló-. Bueno, vale, pero no es una relación seria. Solo estamos pasando un buen rato.

– Ay, cielo -Sally movió la cabeza-. No creo que Kelly sea esa clase de chica.

– Eso ya lo dijiste antes -se rascó la mandíbula-. No estoy seguro de saber qué quieres decir.

– Sí lo sabes. Kelly no es sofisticada como las mujeres con las que sales, ni conoce las reglas del juego. Es sensible y dulce. Quiere conocer a un hombre agradable, enamorarse y formar una familia. Los dos sabemos que ese no eres tú.

– Eh, yo soy un hombre agradable.

– Sí, lo eres, y sé que no le harías daño a propósito -le dio una palmadita en el brazo-. Pero si no dejas de verla, le romperás el corazón.


Trish dio a luz a un niño de tres kilos y medio de peso a las dos de la madrugada. Le pusieron de nombre Tyler Jackson Duke. A pesar de la hora, Adam dio cigarros puros a sus hermanos y la familia lo celebró con champán, a excepción de Trish, que tomó zumo de manzana. Brandon sacó una foto con el móvil y ella había puesto: ¡Felicidades, tío!

Al menos volvía a comunicarse con él. Decidió no presionarla más, sabiendo que la vería el martes. Para entonces habría olvidado lo de Roger, volvería a ser ella misma y podrían hablar. Entretanto, aprovechando que estaba en Dunsmuir Bay, decidió pasar el día buscando ideas creativas con las que mimar a su sobrino.

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