Sábado, 5 de mayo.
Se teme que los dos desaparecidos estén muertos.
Un chico, que quedó atrapado cuando se derrumbó el techo de una cueva y la doctora en estado que había ido a rescatarlo siguen todavía desaparecidos después del temblor de tierra de ayer en Gundowring. El temblor, de 4,1 de intensidad en la escala Richter, se pudo sentir hasta en el norte de la bahía Bateman, a pesar de que los daños sólo se produjeron en un área pequeña…
¡OH, DIOS! Tienen que estar vivos… Tienen que estarlo…
– Jock, afróntalo, la probabilidad es mínima -el rostro de Struan parecía casi tan tenso como el de su amigo-. Debieron de derrumbarse más de doscientas toneladas de tierra en ese cueva.
– Tienen que estar allí abajo… De un modo u otro… ¿Por qué diablos no cavan más rápido?
– Cavan lo más rápido que pueden. La tierra es inestable. Si fueran más rápido, habría peligro de nuevos derrumbamientos. Pero no te preocupes, llevan un equipo electrónico de búsqueda. Si están vivos… los encontrarán.
– ¿Cuándo? ¿Cuándo será eso?
Domingo, 6 de mayo.
Apenas quedan esperanzas acerca de los dos desaparecidos.
El equipo de rescate ha reconocido que la probabilidad de encontrar a alguien con vida en el derrumbamiento del norte de Gundowring es mínima. Los perros y los sofisticados equipos electrónicos de búsqueda no han encontrado todavía ninguna pista…
Lunes, 7 de mayo.
Desesperación en el equipo de rescate.
No hay ninguna señal de que estén vivos los desaparecidos en el derrumbamiento del norte de Gundowring. Los miembros del equipo de rescate han admitido en privado que lo más probable es que la doctora de veintinueve años, Tina Rafter, su hijo y el chico de doce años, Brendan Cordy, estén muertos. Hay más de doscientos hombres trabajando en la zona…
– Jock, ve a casa y descansa un poco.
– No.
Christie puso su mano sobre el hombro de Jock y se lo apretó con fuerza.
– Vamos, Jock. Esto no te está haciendo ningún bien. Creo que ya es hora de que aceptemos que han muerto, ¿no te parece?
– Yo…
– Jock, yo siento lo mismo que tú -no había duda de ello. El rostro de Christie estaba demacrado y ojeroso, como si la mujer llevase una semana sin dormir-. Pero, Jock, no podemos hacer nada. Y Tina no querría que esto nos destrozara. Todo lo que quiero saber ahora… es que la cosa fue rápida.
Pero Jock sacudió la cabeza.
– Ellos no están muertos.
– Si lo están -Christie se quedó mirando a Jock. Sabía lo que estaba pasando ese hombre. Ellen se lo había contado todo, así que sabía que Jock no quería pasar por lo mismo que su padre después de morir su mujer.
Así que, a pesar de lo mal que ella misma se sentía, Christie sabía que tenía que tratar de ayudarle.
– Jock, Tina te amaba. Te amaba muchísimo. Y habría muerto por ti… Ese tipo de amor no acaba con la muerte. La tuvimos durante un corto tiempo y fuimos dichosos de haberla conocido. Ella vivió su vida plenamente y por eso la amábamos.
– Christie, no…
– Jock, tienes que escucharme. Si ella no hubiera vivido tan plenamente, ahora estaría aquí con nosotros, ya que no se habría atrevido a ir a buscar a ese chico. Pero entonces ella no habría sido la Tina que nosotros amábamos. Ella se daba por completo. Y por eso la queríamos. Y por eso sigue estando entre nosotros.
– No -Jock apenas escuchaba lo que decía Christie. Estaba sucio y sin afeitar y miraba sin ver. Había cavado con las manos, llevado por la desesperación, y luego, cuando el grupo de rescate llegó, se unió a ellos hasta que le ordenaron que se marchase.
No estaba en condiciones de pensar, pero Christie tenía que intentarlo, no había otra salida.
– Jock, Tina no es algo que tengamos que idolatrar o mantener a salvo. La amamos y ahora tenemos que dejarla marchar. Por favor… Por Tina, tú tienes que continuar viviendo, amando…
Entonces la voz de Christie se volvió un susurro y se cubrió el rostro con las manos. Estaba sufriendo mucho, aunque quisiera mantener la entereza.
– Por lo menos… por lo menos espero que todo transcurriera rápidamente -susurró-. Por favor, Dios…
Su voz era desesperada y Jock se fijó en ella por primera vez. Consiguió dejar a un lado su propia tristeza y vio el agotamiento de Christie y el amor que la hacía estar allí, a pesar de su dolor, para intentar ayudarlo.
Tina tenía razón, pensó Jock, maravillado. La vida continuaba y sabía lo que Tina querría de él. Era como Christie había dicho. Su padre había dejado que la muerte de su madre destruyera su vida, destruyera la vida de su hijo, pero Tina… Tina querría que él continuara viviendo y amando como nunca había podido hacerlo, ni siquiera con Tina a su lado.
De repente descubrió el regalo que Tina le había dado.
– Vamos, Christie dijo en voz baja, levantándose del tronco en el que había estado sentado varias horas. Días-. Te llevaré a casa y luego volveré aquí para esperar un poco más. Pero, Christie… -añadió, con un gesto de desesperación-. Quizá tengas razón. Pase lo que pase… Quizá podamos seguir teniéndola entre nosotros.
Lunes, 7 de mayo. Edición Extra.
¿Vivos?
Los sensores electrónicos han descubierto señales de vida bajo el suelo, entre los escombros del terremoto de Gundowring. El equipo de rescate no hace declaraciones para evitar alentar la esperanza, pero el trabajo se ha incrementado. Un grupo de trescientos hombres se dedicarán a cavar toda la noche…
.
Jock fue el primero en verla. Le habían ordenado que se quedara detrás, inseguros de qué podían encontrar. Entonces se oyó una voz, al principio ronca y débil, como si para ella fuera un sueño que alguien la pudiera escuchar. Era Tina. Después de tres días enterrada, estaba con vida.
Ajustaron los aparatos para asegurarse de que eran voces lo que oían. Finalmente la voz volvió a oírse. -Estoy bien. Tengo mucha hambre y mis piernas están tan rígidas que no las puedo mover apenas, incluso aunque tuviera espacio. Y tengo tanta sed que mi lengua está hinchada, pero Brendan y yo estamos bien.
– ¿Brendan?
Los padres del muchacho estaban al lado de Jock, a punto de sufrir un infarto.
– Tiene una pierna rota -dijo la voz de Tina-. Pero no habrá complicaciones, la sangre circula bien por ella. Estamos en una grieta de un metro de ancho aproximadamente y Brendan quiere ver a su madre y una lata de Coca-cola. Pero estamos bien.
– ¿Y usted que quiere? -preguntó el jefe del servicio de rescate, con una sonrisa ancha en los labios. Era un final que nadie había dejado de esperar-. ¿Qué quiere, doctora Rafter?
Hubo un silencio. Entonces la voz se volvió un murmullo agitado.
– Por favor, Dios… sólo deseo ver a Jock.
– Espere un momento, Tina. Enseguida lo podrá ver.
No podía ser tan fácil y no lo fue. Les llevó cinco horas más de excavar con todo el cuidado del mundo.
A Jock le permitieron atravesar el túnel que habían construido y cuando apartaron la última roca que los separaba, la vio. Estaba cansada y sucia, pero increíblemente viva a la luz de las linternas. Y sin saber cómo, consiguió esbozar una sonrisa.
– Jock -susurró, extendiendo la mano y agarrando la de Jock con una fuerza que hubiera creído imposible. La atrapó como si se estuviera ahogando.
– Te sacaremos enseguida -consiguió decir Jock, con voz emocionada-. Oh, Tina.
– Os lo agradecería -contestó ella-. Y… que sea rápido porque, Jock, tengo unos dolores horribles…
– Tina, no te muevas -suplicó Jock, imaginando lo peor-. Te sacaremos en una camilla.
– No quiero ninguna camilla -le dijo Tina, con voz tensa-. No hace falta. Sólo hay que hacer este agujero un poco más grande, bastante más grande y saldré yo misma porque, Jock…
– ¿Qué, Tina?
– Voy a salir y también saldrá nuestro bebé, y no creo que a Brendan le guste hacer de comadrona.
Jessica Christine Blaxton nació a las tres de la mañana en la entrada del túnel. Y si Struan, como doctor encargado, no hubiera ordenado que se colocaran pantallas alrededor, la prensa habría captado el nacimiento.
No hubo tiempo de llevar a Tina al hospital. Como Christie dijo riendo más tarde, no hubo tiempo para nada.
– Eres muy impaciente, Tina. Te has adelantado casi un mes. Si te descuidas, no nos das tiempo ni a poder tomarla en brazos.
Pero Jock sí la sostuvo en sus brazos. Se quedó inmóvil y silencioso mientras el equipo de salvamento brindaba y se abrazaban unos a otros. En ese momento, Jock supo que era un hombre verdaderamente afortunado.