Capítulo 3

Piper había estado evitando mirarlo por miedo a que él viera el deseo que reflejaban sus ojos pero, después de lo que acababa de oír, se puso en pie mirándolo de frente.

– ¿Nina fue asesinada? -susurró con incredulidad.

– Ella y otras muchas víctimas inocentes -respondió.

Sin darse cuenta, Piper se había echado la mano a la garganta.

– ¿Cómo lo has descubierto?

– Las cámaras de seguridad rastrearon el área donde Christie’s recibe la mercancía y sacaron una fotografía del mensajero que hizo la entrega del peine. Tan pronto como los agentes de la CIA llevaron a cabo una comprobación rutinaria en su base de datos, uno de los agentes de la Interpol encargado de la investigación de delitos de objetos de arte, le reconoció.

»Es un hombre danés, de unos veintitantos años y con el pelo rubio oscuro. Utiliza varios pseudónimos. Uno de ellos es Lars. Ese es el hombre que buscamos.

Piper estudió una media docena de fotografía que Nic sacó del bolsillo. Aquel tipo de aspecto escandinavo le recordaba a los hombres que se pasaban el día en el gimnasio entrenando.

– Hace unos meses se produjo el robo de unos cuadros de Monet pertenecientes a una colección privada en Givemy, en Francia. Fue un atraco a mano armada en el que murieron dos personas. Lars resultó ser uno de los hombres que aparecen en la cinta. A pesar de que la policía capturó a dos individuos, él se las ingenió para escapar y está en paradero desconocido desde entonces.

– Es horrible -murmuró Piper.

– Envié por fax las fotografías a mis primos para que pudieran evaluar el nuevo desarrollo de los hechos en el caso. En cuanto Luc vio a aquel hombre, lo identificó como el hombre que había besado apasionadamente a Nina la tarde en que fue asesinada.

Piper apartó la mirada de las fotografías para mirarlo con incredulidad.

– ¿Tu prometida te era infiel con un delincuente?

Nic recogió las fotografías y se las guardó en el bolsillo.

– Eso parece, aunque yo no tenía la menor idea. El propósito de llevar a Nina a esquiar aquel fin de semana era decirle que quería romper nuestro compromiso.

Shock tras shock.

– No lo entiendo. Pensé que vuestro compromiso era estable.

– Y debería haberlo sido, pero a medida que el día de la boda se acercaba, me di cuenta de que no podía seguir adelante con ello.

Tras las declaraciones que habían salido de su boca, Piper se encontraba aún más desconcertada.

– Si te sentías así, ¿por qué decidiste comprometerte con ella?

– Desde que éramos pequeños nuestras familias habían estado muy unidas. A los treinta y tres años aún no había encontrado a mi alma gemela y ella era una mujer que reunía los requisitos necesarios y además era atractiva. Sabiendo que tanto mi padre como el señor Robles deseaban una alianza entre las dos familias, cedí a la presión y me comprometí con ella. Pensé que, al menos, no habría sorpresas en nuestro matrimonio.

»Desgraciadamente, a medida que se acercaba el día de la boda me di cuenta de que me había estado mintiendo a mí mismo. No quería unirme a una persona sin que hubiera pasión. Tomé una decisión y planifiqué un viaje a Cortina para ir a esquiar y poder hablar sobre nosotros y romper nuestro el compromiso.

»Después de esquiar durante un buen rato dejamos a Max y a Luc en las pistas y regresamos al chalet don de finalmente le descubrí mis sentimientos. Yo esperaba que ella rompiera a llorar y estuviera angustiada, pero lo único que dijo fue que necesitaba estar sola para pensar y luego salió corriendo del chalet.

»Entonces fue cuando Luc la vio reunirse con otro hombre. Él los siguió y fue testigo de su apasionado encuentro. Al marcharse, ella se puso en la cola para tomar el tranvía. En vez de esperar a Max, que había ido a la tienda de esquíes un momento, Luc decidió seguirla para enfrentarse a ella.

»Una hora después Max me llamaba desde su teléfono móvil para decirme que un grupo de esquiadores, entre los que se encontraban Nina y Luc, había tenido un terrible accidente.

– Increíble. No sé qué decir. ¡Es horrible!

– Tienes razón. Por supuesto, yo sufrí por su muerte como lo habría hecho por cualquier otro buen amigo, pero nunca estuve enamorado de ella. Por lo que he descubierto en este viaje a Nueva York, la identificación que Luc ha hecho de Lars ha abierto todo un nuevo ámbito de posibilidades sobre el accidente.

– Por supuesto -Piper dejó escapar un pequeño grito mientras se frotaba las manos en los brazos para reactivar la circulación.

– Ahora más que nunca tiene sentido por qué la policía nunca pudo determinar que el tranvía sufriera un fallo mecánico. Después de hablarlo con Luc y con Max, creemos que incluso Nina pudo tener algo que ver en el robo.

– Bromeas -una vez más lo que Nic había dicho la había dejado perpleja.

Había tanta información que asimilar…

– En absoluto. La familia Robles visitó el palacio de Colorno mucho antes de que Nina y yo anunciáramos nuestro compromiso oficialmente. Recuerdo lo interesada que estaba en la colección a pesar de que al mismo tiempo parecía no darle la menor importancia.

»Si ella estaba involucrada en el robo, imagino que entonces aquello sería el reflejo de los nervios. Quizá ella y su amante habían discutido. Puede que él decidiera matarla antes de que nos casáramos para que ella no pudiera delatarlo. Quizá ésa fuera la razón por la que también quería deshacerse de mí.

Piper gimió tan alto que Nic no pudo evitar oírla.

– Dado que el fin de semana esquiando lo habíamos planificado con unas cuantas semanas de antelación, tuvo tiempo de planear nuestras muertes. En el último minuto la situación dio un giro inesperado y Luc casi perdió la pierna en el accidente.

Las imágenes de su nuevo cuñado apoyándose en el bastón asaltaron la mente de Piper. Gracias a Dios que finalmente Luc se había recuperado y podía llevar una vida normal. Ahora estaba casado con su hermana e iba a ser padre. La posibilidad de que Nic o sus primos hubieran podido ser asesinados era tan terrible que se le hacía difícil comprenderlo.

– ¿Y si Nina fuera inocente?

Una sombra cruzó por su bello rostro.

– Si ella no lo ayudó a robar la colección y no sabía que era un delincuente, sólo podemos culparla de haberse enamorado de un criminal, lo que aún es peor, sobre todo después de que mis primos y yo nos preguntáramos si el padre de Nina no habría utilizado la muerte de su hija para obligarme a casarme con Camilla.

Un grito ahogado escapó de su garganta.

– ¿No creerás eso, verdad?

El la miró con seriedad.

– De todos es sabido que el señor Robles siempre ha sentido cierta envidia de mi padre a pesar de su larga amistad. Soy el historiador de la familia y puedo decirte que si leyeras las historias que ha habido entre las dos familias descubrirías que, desde hace siglos, han sucedido las cosas más diabólicas e inverosímiles entre ellas.

– Ideas maquiavélicas -susurró ella.

– Exacto. El señor Robles tiene grandes dosis de ellas. Por otro lado mi padre nunca se habría atrevido a guardar un período de duelo oficial. Obviamente, fue una táctica para evitar que estuviera libre hasta que pudiera casarme con su otra hija.

– ¡Eso es totalmente arcaico!

– ¿Qué mejor manera de que el señor Robles emparentara legalmente con la casa de Parma-Borbón que a través del matrimonio de Camilla conmigo?

Piper había dado unos pasos hacia delante, pero se detuvo.

– Luc hizo lo correcto al contarte lo que vio. Una parte de ti debe de estar aliviada al saber que Nina se veía con otro hombre.

– No puedes imaginarte cuánto. Se llevó todo el sentimiento de culpa. Después de todo, había sido yo quien la había invitado a pasar ese fin de semana esquiando.

Después de su muerte tenía tantos remordimientos que por eso accedí a guardar luto.

A pesar del dolor que Nic le había ocasionado al rechazarla, Piper albergaba un sentimiento de respeto y rencor por la forma en que había cumplido con su compromiso hacia la mujer con la que no quiso llegar a casarse.

– Si Luc no te hubiera dicho nada, entonces…

– Entonces seguiría torturándome. Después de que Luc le contara a Max lo del amante de Nina, ambos creyeron vital que supiera la verdad para que ni mi padre ni el señor Robles pudieran manipularme más.

– ¿Tu padre espera que te cases con Camilla?

– Probablemente, pero él aún llora la muerte de Nina ya que la quería como a una hija. Por eso tengo intención de volver a Marbella con mi auténtica esposa. Eso no sólo pondrá fin a las expectativas que mi padre pueda tener, sino que enviará un mensaje inequívoco a la familia Robles de que considero totalmente finalizada mi obligación moral hacia ellos. Sin embargo, para que haya paz entre las dos familias, tengo intención de mantener una estrecha relación con ellos -ladeó la cabeza-. Ahí es donde entras tú, si que aceptas convertirte en mi mujer. Tal como Max y Luc señalaron, tú eres la persona perfecta para desempeñar ese papel.

El alma se le cayó a los pies. Así que había sido idea de ellos.

– Y tienen razón. La familia Robles se verá obligada a tratarte con deferencia. Después de tu convincente actuación con Don hace un rato, no tengo dudas de que desempeñarás tu papel de forma brillante. Soy consciente de que no conoces a Camilla pero no te preocupes, os parecéis mucho. Ella también es de temperamento fuerte.

– ¿También? -los ojos de Piper echaban chispas de color azul verdoso-. ¿Se supone que es un cumplido o un reproche?

Sus ojos deambularon deliberadamente por sus facciones.

– Sin duda, un cumplido. Como el orgullo de Camilla se verá resentido, ella intentará sacarte defectos, pero no se saldrá con la suya porque estará compitiendo con…

– La última de las notables duquesas de Kingston -Piper terminó la frase por él con tono mordaz.

– Con mi mujer -siguió hablando-. Tendrás que ser la anfitriona de muchos actos sociales en los que coincidirás con la familia Robles. Con tu encanto y simpatía podrás hacerte amiga de Camilla. Sería normal que te convirtieras en su amiga. Podrías pedirle que te ayudara con el tipo de cosas que a las mujeres os encanta hacer, como ir de compras.

– Odio ir de compras -le espetó Piper-. Me roba mucho tiempo de mi trabajo. Sólo voy de tiendas cuan do realmente necesito algo.

El arqueó una ceja.

– Esa es la artista que hay en ti. Como Michelangelo, que nunca quería bajarse del andamio cuando estaba pintando la Capilla Sixtina.

Aquel comentario la irritó.

– Yo nunca llegaría tan lejos.

– Es bueno saberlo -su tono burlón hizo que le hirviera la sangre-. Cuanto más te mezcles con Camilla y sus amistades y observes lo que sucede en casa de los Robles, mejor. Quiero que te ganes su confianza, como si no supieras que su padre esperaba que ella se convirtiera en mi próxima prometida. Si Camilla sabe algo sobre la secreta vida amorosa de su hermana, tú puedes ser mis ojos y mis oídos.

»Cuento con que ella confíe en ti y que sepa quién es Lars, dónde vive y dónde su hermana y él se reunían en secreto. Camilla te contará con gusto todas esas cosas con el fin de hacerte daño y herirme por haberme burlado de ella. Puede que descubras algo que nos ayude a determinar si Nina estaba involucrada en el robo o no.

En aquel momento el comentario que Jan había hecho de que Camilla quizá fuera tan celosa como para dañarla físicamente, no le pareció tan descabellada.

– En otras palabras, quieres una mujer que haga de espía para ti.

– Eso es. Quizá no descubras nada comprometedor pero, pase lo que pase, para mí será infinitamente más fácil desempeñar mi papel si regreso a casa con una esposa americana deseosa de integrarse en sociedad.

– ¿Qué papel es ése? -le preguntó Piper.

– Mientras continúe la búsqueda del asesino, mis primos y yo vamos a dedicar nuestro tiempo libre a colaborar en la investigación.

– ¡Eso es trabajo de la policía!

Sus facciones se pusieron rígidas.

– Después de lo que le ocurrió a Luc y por el bienestar de nuestra familia, hemos conferido prioridad absoluta a capturar a ese criminal en particular y a la persona que le da órdenes.

– ¡Así que crees que no trabaja en solitario?

– No. Alguien tiene que ser el cerebro de la operación. Lars es uno de los que se encargan del trabajo sucio.

Su fiereza la hizo estremecer.

– No soy la persona adecuada para el trabajo.

– Pensé que una Duchess no le temía a nada.

Se puso tensa.

– ¡Y así es! Pero en este caso has pasado por alto que no hablo ni entiendo español. Menuda espía sería!

– Eso no es problema. Te enseñaré en el camino de regreso. Lo aprenderás enseguida. Además, ¿no decís los americanos que una acción vale más que mil palabras?

– También decimos que no se le pueden pedir peras al olmo.

Su sonrisa era tan atractiva que se puso nerviosa.

– Tú no eres un olmo. Te he visto en acción, pero reconozco que te estoy pidiendo demasiado. Por eso que te garantizo que, en todo momento, estarás a salvo.

Cuanto más hablaba más se imaginaba a sí misma cumpliendo todos los deseos de él.

– Una vez hayamos atrapado a los culpables, podremos anular nuestro matrimonio. Podrás volver a Nueva York y a tu negocio. Lo que quieras.

– ¿Lo que quiera? En ese caso, ¿para qué tendríamos que casamos?

– Naturalmente, para ser convincentes -respondió suavemente-. Supondrás que tendremos que comportamos como una pareja de recién casados. Si estamos realmente casados no tendremos que fingir nada. Es imprescindible que no le contemos a nadie lo que está sucediendo, ni siquiera a tus hermanas.

Después de la promesa que Piper había hecho de no perdonar a Nic ni volver a poner un pie en territorio europeo, sus hermanas la acusarían por haber cedido y no podría explicarles por qué. No hasta que toda la farsa hubiera terminado.

– Todo el mundo, y en particular la familia Robles, tendrá que creer que estamos enamorados desde hace tiempo y que nos fugamos porque no podíamos esperar a celebrar un compromiso oficial y una boda.

En aquel instante parecía que el corazón iba a salírsele del cuerpo, porque el dolor era muy grande. Tenía la boca seca.

– Si digo que no, ¿quién es tu segunda opción?

– Consuelo Muñoz, la editora que trabajó conmigo en mi último libro.

Él había pronunciado su nombre con tanta rapidez que Piper se puso celosa.

– ¿Tiene título nobiliario?

– No, pero ambas familias han coincidido con ella en varias ocasiones y son conscientes de que hemos pasado el suficiente tiempo juntos como para establecer una relación.

Dolor, dolor, dolor…

Piper contuvo su lamento. ¿Era esa editora la persona a quien amaba y con quien no podía casarse? ¿O acaso, a pesar de lo noble que pensaba Piper que era Nic, cabría la posibilidad de que él hubiera mantenido una relación con ella durante el último año? Doce meses era mucho tiempo para que un hombre como él estuviera sin una mujer.

Angustiada de nuevo, dijo:

– Dime algo, Nic, ¿por qué dijiste antes lo del bebé?

– En cuanto a mí respecta, deseo que nuestro matrimonio sea un hecho real si tú desearas tener un bebé como tus hermanas. Ya que no quieres dinero por ayudarme, un bebé podría ser una de las cosas que podría darte a cambio. Naturalmente, si te quedaras embarazada permaneceríamos juntos. Me proporcionarías un heredero y eso haría felices a mis padres. Depende de ti. Ya Sabes, cuando mis primos y yo hicimos la votación entre tú y Consuelo, el resultado fue unánime. La guerrera de las hermanas Duchess fue nuestra primera opción.

Después de hacer aquel comentario él se dirigió hacia la puerta.

– Me alojo en el hotel Kingsport. Mi habitación es la 220. Ya sé que me diste tu respuesta en la oficina pero, si decides cambiar de opinión, llámame al hotel. Partiré hacia España por la mañana.

Mucho después de que se hubiera marchado. Piper aún estaba confusa. A cambio de su ayuda él le ofrecía, si ella quería, una vida a su lado. Todo estaba a su alcance, casarse y la posibilidad de tener un bebé.

Pero no su amor.

Una hora después, cuando sus lágrimas se hubieron agotado, Piper telefoneó a Don, pero en cuanto escuchó su voz, rompió a llorar de nuevo.

– ¿Quieres hablar sobre ello?

– Oh Don, no sé qué hacer.

Pensar que Nic pudiera pedirle a su editora que se casara con él la estaba matando.

– ¿Desde cuándo llevan trabajando juntos?

Piper sabía que él había publicado varios libros. Quizá la editora hubiera estado fingiendo no estar enamorada de él porque sabía que estaba guardando luto.

– ¿Qué pasaría si ella hubiera estado esperando a que terminara el luto para mostrarle sus sentimientos? Si ése fuera el caso…

– ¿Piper?

– ¿Si? -respondió con voz emocionada.

– Algo me dice que voy a perder a mi socia.


1 de febrero. Kingston, Nueva York

– Piper Duchess de Pastrana, no tienes idea de lo feliz que me hace verte convertida en una mujer casada. Las mujeres no deben estar solas.

El señor Carlson, el abogado de la familia Duchess, la sujetaba de ambas manos mientras la obsequiaba con una de sus patriarcales sonrisas.

Greer y Olivia se habrían mondado de risa al ver la manera en que la miraba.

– Permitidme ser el primero que os dé la enhorabuena a ti y a tu marido por el comienzo de vuestra nueva vida en común.

Piper le devolvió la sonrisa, esperando contenerse lo suficiente como para salir de allí sin perder la compostura.

– Gracias por habernos permitido oficiar la ceremonia en su oficina, señor Carlson. Su amigo el concejal ha sido muy amable al querer casarnos.

– Estamos muy agradecidos -Nic estuvo de acuerdo.

Después del apasionado beso con el que la había obsequiado al final de la ceremonia, Nic había mantenido una actitud posesiva hacia ella agarrándola de la cintura.

De hecho, él había puesto mucho entusiasmo en su primer beso con el objetivo de burlar a todo el mundo, a pesar de que no había podido engañar a Piper. El caso era que ella no le había permitido seguir con ello para que no se tuviera la impresión de que ella lo estaba disfrutando.

Al aceptar casarse con él y permanecer unidos hasta que descubrieran al asesino, ella le había dejado bien claro que no tenía intención de dormir con él. Si Nic no era capaz de manejar la situación, entonces tendría que hacerle la proposición a su editora, respecto a lo cual él había permanecido en silencio.

– Cuando lleguemos a Marbella celebraremos una boda por la iglesia para que pueda asistir toda la familia -le confió Nic al abogado-. Pero no podíamos esperar más tiempo para prometer nuestros votos.

«¡Oh no, no lo haremos!», pensó Piper.

La sonrisa del señor Carlson no podía ser más grande. Su mirada recayó en la alianza dorada que adornaba el dedo de Piper. Ésa no era la boda con la que siempre había soñado, así que se había negado a que él le regalara cualquier otra cosa.

– Es todo un orgullo que me hayas elegido a mí, Piper. No me cabe la menor duda de que tus padres lo han presenciado todo, querida. Deben de estar encantados de saber que sus tres preciosas palomitas han volado hacia nuevas tierras para asentarse y formar sus propias familias.

El padre de Piper siempre había llamado a sus hijas sus preciosas palomitas por la bella paloma blanca a la que los italianos habían denominado Duchesse en honor a la duquesa de Parma. Ella casi se puso histérica al oír las palabras del señor Carlson pero, de alguna forma, supo contenerse.

– Estoy segura de que lo están.

– Tus padres tuvieron una gran idea al crear el «Fondo para la búsqueda de marido». No puedes imaginarte lo contento que estoy de que esos cheques que os entregué el día que os reunisteis aquí para escuchar el testamento de vuestro padre, os hayan ayudado a encontrar a los primos Varano.

– Fue nuestro día de suerte -añadió Nic.

El señor Carlson sonrió al nuevo marido de Piper, que estaba espléndido con un traje formal de color azul pizarra. Piper llevaba el vestido blanco que había lucido en la fiesta en la villa de los Falcón la noche antes del Gran Prix. Ella había insistido en ponerse lo primero que tuviera a mano para la breve ceremonia.

– Como le dije a Greer cuando me llamó desde el aeropuerto de Génova, una mujer necesita a un hombre para realizarse.

Nic estaba disfrutando aquel momento. El asintió a pesar de que sabía que aquella llamada había sido un grito de socorro de las chicas cuando intentaban escapar de él y sus primos. Pero ahora, nadie podría convencer al señor Carlson de aquello.

Mientras Piper seguía sonriendo beatíficamente, uno de los eslóganes de sus calendarios se le vino a la cabeza. Incapaz de resistir las pullitas por un minuto más. dijo:

– Como le dije a Nic cuando acepté casarme con él, «Si necesitas que alguien lo haga, pídeselo a una mujer».

Probablemente el señor Carlson no entendió la ironía de sus palabras, pero Nic sí lo hizo. Piper no quería que él olvidara la razón por la que había abandonado temporalmente su carrera y había dejado provisionalmente a Don a cargo del negocio.

Nic necesitaba algo en lo que apoyarse mientras el caso estuviera abierto. Lo que él no sabía era que al final, el miedo había hecho que Piper se decidiera a aceptar su proposición matrimonial. Miedo de que Nic y sus primos fueran el siguiente objetivo del asesino.

Luc había estado a punto de perder la vida en el accidente y, si Nic no hubiera decidido ir tras Nina para asegurarse de que estaba bien, quizá él tampoco habría podido contarlo.

¿Qué sucedería si el asesino averiguaba que los primos Varano sospechaban de él? Eso significaría que las hermanas de Piper también podrían estar en peligro. Piper estaba lista para hacer todo lo que fuera necesario para ayudar a las personas a las que amaba, aunque ello implicara convertirse en amiga de Camilla y seguirle la pista a Lars.

Imaginarse la vida sin los Varano, sin Nic… Piper no podía hacerse a la idea. Ahora ya no.

Después de telefonear a Nic al hotel la otra noche para darle su respuesta, había trabajado duro junto a él durante los tres días siguientes. Piper tenía que admitir que, con su ayuda, había hecho el equipaje en tiempo récord. Nic incluso se había encargado de conseguir setecientos dólares por el viejo coche de su padre.

Sucedió algo curioso cuando Nic encontró una maqueta de sus nuevos calendarios no apta para curiosos que se había caído detrás de la cama. Por suerte, Piper pudo agarrarla antes que él pudiera verla, evitando así la catástrofe.

Otro momento divertido fue cuando descubrió la máquina pulidora de Olivia que él mismo ordenó que enviaran de vuelta a Marbella.

– Nunca se sabe cuándo pueden ser útiles estas cosas -dijo antes de embalarla y entregársela a los hombres que había contratado para hacer la mudanza.

Por cierto gesto misterioso en su cara Piper presentía que Nic sabía exactamente qué hacer con ella.

El lado más travieso de Nic, que pocas veces se evidenciaba, hizo que se rompieran todas las barreras y que ella se enamorara aún más de él.

El momento más emocionante resultó ser cuando ella le pidió que transportara desde el trastero hasta el salón dos enormes cuadros para embalarlos cuidadosamente.

Nic tardaba tanto que decidió bajar al trastero para ver qué pasaba. Cuando entró en él, descubrió a Nic frente a ambos cuadros, mirándolos fijamente. Ella tomó aquello como todo un cumplido.

Aquellos cuadros eran el regalo de boda de sus hermanas. Ella había estado esperando a que ellas fueran a Nueva York para que eligieran el marco adecuado.

El de Greer mostraba a Max dirigiendo su mirada hacia ella en el Piccione justo antes del momento en que las tres saltaron del barco para escapar. Piper nunca olvidaría la ira en los ojos de Max o la forma en que los ojos violeta de Greer ardían de amor por él.

Piper había plasmado esa íntima mirada en el lienzo. Si alguna vez dos personas ardían en llamas la una por la otra…

En el otro cuadro había plasmado el mágico momento entre Luc y Olivia antes de entrar en la capilla privada de la familia Pastrana. Ninguno de los dos sabía que estaban siendo observados. Mientras Olivia miraba a su enamorado, el azul de sus ojos resplandecía tan ardientemente que Piper mentalmente había capturado esa mirada de pasión entre ambos y la había re producido en el lienzo a posteriori.

– Están esperando para embalarlos, Nic.

Él no movió ni un solo músculo de su cuerpo.

– Tus cuadros son magníficos -dijo con una voz tan profunda que Piper casi no reconoció-. Mis primos se emocionarán cuando los vean.

Piper empezó a arrastrar hacia la puerta el que tenía más cerca.

– Probablemente creerán que los lienzos son demasiado grandes y no sabrán dónde colgarlos.

Ella había hecho oídos sordos a sus cumplidos para ocultar el temblor de su voz.

Nic se interpuso en su camino y tomó el cuadro. Luego volvió por el otro. Desde ese momento él fue el encargado de supervisar la mercancía antes de que fuera transportada al avión. Eso dejó tiempo a Piper para hacer una última visita a su casera.

Ella le dio las llaves y un abrazo. No había garantías de que cuando regresara a Nueva York el apartamento siguiera disponible.

De camino al aeropuerto en el coche de alquiler de Nic, Piper miraba con lágrimas en los ojos a la que había sido su casa durante veintisiete años. En su mente aún podía ver a su familia sentada en el porche. Nunca cinco personas habían sido tan felices.

Pero esa época había llegado a su fin.

Como el doctor Amavitz había dicho, Piper dejaba atrás su juventud. Ahora sus hermanas eran mujeres casadas y también ella estaba a punto de contraer matrimonio, pero había una gran diferencia. Nic sólo se casaba para que ella pudiera hacer de espía para él. No habría noche de bodas. Cuando ella ya no le fuera útil, su matrimonio se anularía.

Al llegar a la autopista, Piper decidió que sería la mejor espía del mundo y ayudaría a Nic a resolver el crimen en tiempo récord. Ella le había prometido a Don que regresaría pronto y, ciertamente, lo cumpliría. Era el instinto de supervivencia.


Después de acompañar a Piper a bordo y comprobar que se acomodaba, Nic se excusó con el pretexto de ir a hablar con el piloto.

Sacó su teléfono móvil y marcó. Pronto escuchó una voz familiar al otro lado.

– Y bien, mon vieux, ¿estoy hablando con un hombre casado?

Nic inclinó la cabeza.

– Así es. Pero ella viene pataleando y gritando todo el tiempo, ya sabes a lo que me refiero.

– Mientras tenga el anillo puesto en la mano, el resto no importa.

Eso era lo que Nic se había estado repitiendo después de haber pasado una tortuosa noche de bodas, sabiendo que ella dormía plácidamente en la habitación de al lado. En aquel momento estaba de un humor de perros.

– Luc, ¿estás solo?

– Sí. ¿Dónde estás?

– En el aeropuerto. ¿Está todo preparado?

Absolument. Cuando llegues a casa, toda la familia estará allí.

– ¿Con qué pretexto?

– El cumpleaños de Max es la semana que viene. Decidimos que era la mejor oportunidad para reunir a todo el mundo. Le sugerí a mamá que montara una gran fiesta para él porque yo estaré en una conferencia sobre robótica el día de su cumpleaños.

»Le dije que intentarías llegar de Nueva York a tiempo para la celebración. Olivia y Greer enseguida se ofrecieron a ayudarla. Lo tienen todo organizado. Todos los padres estarán allí. Nadie tiene ni idea de que Piper aparecerá contigo.

– Perfecto. Llevamos un regalo a Max que va a dejarlo sin sentido.

– ¿Ah, oui?

– Sí.

Piper también tenía un regalo para Luc, uno que le haría desmoronarse al verlo.

– Max y yo lo hemos organizado todo para tener la mayor seguridad. Estaréis vigilados desde el momento en que aterricéis en Niza.

Nic tomó aire.

– Le prometí a Piper que no sufriría ningún daño. Rezo a Dios para que sea cierto. Si le sucediera algo…

– No le ocurrirá nada -respondió Luc ferozmente-. No dejaremos que nos suceda nada a ninguno. Por cierto, no podremos disfrutar de la fiesta tan pronto como crees.

– ¿Qué sucede?

– Mi madre habló con la tuya y se le escapó que tu padre está muy contento de que el período de luto haya terminado. Está ansioso por que su hijo encuentre un nuevo amor y quiere tener contigo una conversación de padre a hijo en cuanto vuelvas de Nueva York.

La mandíbula de Nic se endureció.

– Papá ya no tiene por qué preocuparse. Ya he encontrado a mi alma gemela. Esta noche llevará a cabo una actuación tan real que incluso engañará a sus hermanas. Piper cree que estamos en peligro de muerte y acude al rescate. Una para todas y todas para una.

– Funciona siempre.

– Hasta luego. Luc.

A bientôt.

Nic colgó y volvió a la cabina para abrocharse el cinturón de seguridad. El piloto estaba preparado para despegar.

El rugir de los motores era música para sus oídos. Nic contaba con que el amor de Piper por la aventura le haría morder el anzuelo, a pesar de que ello implicara correr peligro. Hasta ahora, ella no lo había decepcionado.

Su ahora ya mujer estaba sentada a su lado, con la barbilla ligeramente hacia fuera, como si estuviera a la defensiva. Y hacía bien en guardar las distancias con Nic, ya que sus más salvajes instintos amenazaban con apoderarse de él.

A su debido tiempo, lo harían.

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