– ¡Nic! ¿Cuánto tiempo llevas ahí?
Piper giró la cabeza bruscamente en su dirección.
– Por supuesto que estás en el calendario. Tú y el resto de miembros de la red que evitó que disfrutáramos de nuestro viaje por la Riviera.
Los ojos de Nic brillaban de la emoción.
– ¿Quieres decir que signore Galli, el jefe de seguridad del aeropuerto de Génova, también aparece?
– Naturalmente. Es mi elección para enero. El pedante guardián de la entrada del muelle de Génova retiene a tres inocentes delfines dorados. Y claro está, también aparece el guardacostas que nos sacó del agua en Lerici, el guardián de la cárcel de Colorno que se negó a escuchamos, el carcelero que se burló de mí, el señor Carlson, que ayudó a Max a encontramos… ¿Es necesario que siga?
Nic cruzó los brazos.
– ¿Qué pez has elegido para mí?
– Nicolás el andaluz es una raya cuya cola en forma de látigo puede escupir veneno en seis lenguas distintas. Eres la elección perfecta para febrero, el mes más romántico. Aunque las rayas hembras siempre permanecen a tu lado, saben mantenerse alejadas después de que ahuyentaras a un indefenso delfín dorado.
– ¿Piper? Oh, Piper. Aún sigo aquí.
Avergonzada, volvió a responder al teléfono.
– Lo siento, Greer. Nic acababa de entrar y naturalmente quería saberlo todo. Figúrate -Piper se rió mientras hablaba, pero por alguna razón a Nic no le hizo ninguna gracia.
– Se está haciendo tarde -dijo Greer-. Estoy segura de que mi nuevo cuñado te quiere sólo para él, así que, buenas noches.
– No es necesario que colguemos aún.
– Sí lo es.
Greer tenía razón. El humor de Nic había cambiado por completo.
– Dale a Olivia las buenas noches de mi parte. Os veré mañana.
– Estaremos allí por la mañana. A las diez y media como muy tarde.
– Estaré lista. Buenas noches.
– ¿Lista para qué? -preguntó Nic en cuanto colgó.
– Mis hermanas y yo vamos a ir a comprar mi vestido de novia.
Por un momento Piper pensó que su comentario lo había apaciguado, pero preguntó:
– ¿De quién ha sido la idea?
Ella se levantó de la cama.
– De Greer -dijo Piper con el mayor de los placeres-. Ella intenta ocupar el puesto de mi madre en estos momentos. Hasta ahora la farsa está funcionando. Mis hermanas creen que estamos realmente enamorados. Creí que eso era lo que querías pero, evidentemente, algo va mal.
– Nada podría ir mejor -la cortó Nic-. Acabo de hablar con el cura. Nuestra boda se celebrará tal y como estaba previsto. Mis tíos estarán aquí para celebrarlo con nosotros.
– Pero aún hay algo que te disgusta -Piper frunció el ceño-. ¿Se ha descubierto algo nuevo en el caso?
– No que yo sepa.
– Entonces, ¿qué es lo que te molesta?
– Supongo que no me gusta que me comparen con una raya venenosa.
– ¿Por qué no? -respondió ella tratando de quitarle valor al asunto.
Piper había compartido con él la mayor parte de la semana y estaba aprendiendo a conocer sus distintos cambios de humor. Algo importante se estaba fraguando dentro de él, pero Nic no tenía intención de compartirlo con ella. Al menos, no todavía.
– Es una de las criaturas más imponentes del océano.
– Imponente puede traducirse como inaccesible -teorizó él.
Así que su comentario le había dolido. Eso la hizo feliz.
– Cuando Dios creó a los peces les dio sus propios mecanismos de defensa. La habilidad de la raya venenosa no es otra que ahuyentar.
– Piper -dijo con voz chirriante-. Aquella tarde después de la boda de Max, no te rechacé porque quisiera hacerlo.
Todo el cuerpo de ella se heló.
– Sé perfectamente por qué hiciste lo que hiciste. El caballeroso hijo del duque de Pastrana estaba haciendo honor a su cortés compromiso.
Nic apretó los labios, pero ella siguió hablando.
– Fue un impenetrable escudo con el que camuflaste el hecho de que todo este tiempo has estado enamorado de otra persona.
Después de una leve pausa, él dijo:
– Eso es cierto, pero tú eres la última persona a quien habría querido hacer daño.
Su brutal sinceridad la cortó como si fuera cristal.
– Debo admitir que heriste mi orgullo, pero como puedes ver, la herida no fue permanente -ella le otorgó una efusiva sonrisa-. Al vivir contigo me he dado cuenta de que, una vez que se haya anulado nuestro matrimonio, vas a ser el mejor cuñado del mundo.
Nic hizo un gesto de desagrado.
– ¿No crees que estás anticipando acontecimientos?
– Espero que no. Tengo un negocio del que ocuparme en Nueva York. ¿Por qué no te das prisa y te metes en la cama para que podamos hablar sobre cuál es la mejor manera de acercarme a Camilla?
– No estoy seguro de saber cuál es. Esta noche me pilló desprevenido.
El corazón de Piper dio un brinco.
– ¿En qué sentido?
– Estaré contigo en un minuto y te lo contaré.
Aquello no presagiaba nada bueno.
Desconcertada, Piper se metió bajo las sábanas. Cuando Nic apagó las luces y se metió en el otro lado de la cama, ella se cercioró de que le estaba dando la espalda.
Al no empezar a hablar inmediatamente, Piper empezó a pincharlo para que le diera una explicación.
– Si quieres saber la verdad, Camilla dijo lo último que esperaba oír.
Olvidando la proximidad que había entre ambos, Piper se volvió hacia el otro lado para poder ver su cara. El impulso casi la hizo echarse encima de él. Con un leve gemido, reculó y se sentó.
– ¿Qué fue lo que te dijo?
Nic estaba tumbado de espaldas con una camiseta y unos pantalones de chándal, con las manos apoyadas detrás de la cabeza. Estaba demasiado cerca para que ella pudiera mantener el equilibrio.
– Después de invitarla a asistir a nuestra ceremonia mañana por la tarde junto con sus padres, dijo que le encantaría venir. Después me besó en la mejilla y me dio las gracias por haberla sacado del atolladero frente a sus padres.
Piper frunció la boca.
– Eso sí que es una sorpresa. No estoy segura de creerla. Con lo orgullosa que es puede que haya sido la primera cosa que se la haya ocurrido para dar la cara.
– Quizá sí o quizá no.
– ¿Estás diciendo que Camilla ha estado actuando frente a las dos familias durante todo este año?
– Sinceramente, no lo sé.
Los pensamientos de Piper se tambaleaban.
– ¿Crees que es el tipo de mujer que fingiría doblegarse a las expectativas de sus padres? ¿Será que, al igual que tú, tiene un gran sentido del honor?
– No era algo honorable -chirrió su voz-. Mi compromiso con Nina fue una mentira de principio a fin.
– En cualquier caso, era una mentira honorable. Si lo de Camilla es cierto, entonces la noticia de nuestro matrimonio la ha liberado. Habría sido horrible para ella si hubiera estado enamorada de ti sabiendo que no la amabas, pero tener que casarse contigo sabiendo que habías estado locamente enamorado de su hermana… no puedo ni siquiera imaginarlo.
El hizo un sonido con su garganta.
– Eso nunca habría ocurrido.
– Si realmente quiso darte a eso a entender, ¿crees que la situación la hará ser más o menos agradable conmigo?
– Lo descubriremos cuando empieces el retrato que mi padre te ha encargado. La semana que viene telefonearé a Benito para concretarlo todo.
– ¿La semana que viene? ¿Por qué no antes?
– Porque ambas familias asumen que queremos estar a solas el mayor tiempo posible. Se quedarían extraña dos si permitiéramos que el mundo se entrometiera entre nosotros durante al menos una semana.
El razonamiento de Nic no podía ser refutado. No tenía más remedio que aceptarlo así.
Nic se movió hacia el lado de ella, casi embriagándola con su potente aura masculina.
– Fue muy astuto de tu parte el sugerir utilizar su casa como telón de fondo.
Su proximidad hacía que el corazón de Piper latiera muy deprisa. Ella volvió a retomar su posición anterior, separándose de él.
– La mayoría de la gente se siente más cómoda si son retratados en sus propias casas. Quizá podría sugerirles que Camilla apareciera en el retrato con ellos.
– Excelente idea, esposa mía.
Su esposa. Menuda broma.
– Ya veremos. Aunque se niegue a formar parte de él, puede que se deje caer por allí para echar un vistazo. De todas formas no tengo muchas esperanzas de que sea agradable conmigo.
– Quizá eso sea pedirle demasiado, pero cuento con que la curiosidad que siente por ti te sea útil para obtener lo mejor de ella.
– Así que sentirá curiosidad por mí. Sin duda ella y Nina eran confidentes. Nina no habría sido capaz de mantener en secreto su romance con Lars. Las mujeres tienen que hablar, especialmente si son hermanas con poca diferencia de edad.
– Eso lo he aprendido desde que conozco a las indomables trillizas Duchess -dijo Nic arrastrando las palabras-. Ahora que has vuelto al continente europeo, mis primos tendrán que compartir a sus mujeres otra vez.
– Eso es cierto. Las mujeres charlan y los hombres actúan.
Él se rió.
– No creo que ese eslógan esté en ninguno de los calendarios que he visto.
– No lo está.
– ¿Y eso?
– Porque me lo acabo de inventar. Ahora entenderás por qué era Greer quien se encargaba de los eslóganes.
– ¿Por qué dejabas que ella estuviera siempre al frente de todo?
– Porque hace tiempo que Olivia y yo aprendimos que Greer siempre tiene razón.
Su risa se hizo más potente.
– Ríete todo lo que quieras. Eres hijo único, así que nunca has tenido que preocuparte por tu posición dentro de la familia. Ser trillizas lo complica todo aún más.
– Ser hijo único también tiene sus complicaciones. El tener que colmar todos lo deseos de tu padre también tiene un precio.
A Piper le picaron los ojos cuando se dio cuenta de su responsabilidad.
– ¡Touché! He decidido hacerte un favor y dejar de hablar. Incluso la raya más inquieta necesita algo de tranquilidad. Buenas noches, Nic.
– ¡Ése es!
Las hermanas de Piper parecían tan decididas que supo que su búsqueda había llegado a su fin.
Rodeada por espejos de cuerpo entero, Piper volvió a mirarse otra vez. El vestido era sin mangas y cuello redondo. Era todo de seda y hacía vuelo a partir de la cintura. La cola no era muy larga y estaba bordada en encaje y perlas. Piper parecía una princesa, pero nunca se habría sentido tan lejos de ser una.
– ¡Es del mismo color que tu perla!
– ¿Qué voy a llevar como velo?
– El vestido es italiano, así que necesitas algo español. Ya sé -Olivia estaba emocionada-. Vuelvo enseguida.
– ¿Cómo es que estás tan nerviosa? -le preguntó Greer una vez que estuvieron solas.
– No lo estoy.
– Sí lo estás. Estás exaltada y tensa. ¿Estás segura de que te casaste en Nueva York?
– Greer…
– Sólo estaba bromeando. Pero tienes que admitir que estás actuando como si éste fuera realmente el día de tu boda. Ya sabes a lo que me refiero.
– Eso es ridículo. Hace ya tres días que soy una señora casada.
– Entonces ¿cómo es que no os habéis marchado de luna de miel? Podríais haber disfrutado de una antes de venir a enfrentaros a todo el mundo.
Piper se apartó de su hermana.
– Ya sabes lo correcto que es Nic.
– No cuando se trata de conseguir lo que realmente quiere. Él te quería y, una semana antes de que formalmente finalizara su período de duelo, decidió ir por ti. Así que, ¿qué ha sucedido?
– No ha pasado nada.
– Te olvidas de que puedo ver tu cara en el espejo. Estás mintiendo entre dientes. Somos tus hermanas. Puedes contárnoslo todo.
– Por favor, dinos qué sucede -suplicó Olivia.
Olivia había regresado al probador con una mantilla de encaje.
– Llevas nerviosa toda la mañana. Eso no es propio de ti.
– Lo siento.
Olivia se acercó a Greer. Ambas colocaron la mantilla sobre la cabeza de Piper, asegurándose de que caía hasta el suelo por ambos lados.
– A Nic le va a dar un infarto cuando te vea.
Una boda por la iglesia. No podía seguir adelante con ello.
– ¿Qué te pasa, Piper? -ambas la sujetaron.
– Acabas de ponerte blanca como cuando tengo náuseas por las mañanas -murmuró Olivia compasiva.
– No he desayunado.
Greer agitó la cabeza.
– No es por eso por lo que te sientes mal. Vamos. Cuéntanos la verdad. Sabemos que no estás embarazada. También sabemos que tú y Nic estáis locos el uno por el otro. Así que, ¿por qué no estás loca de contenta?
Ella tragó saliva intentado evitar sus inquisitivos ojos.
– No veo la necesidad de tener que casarnos otra vez.
– Pero queremos veros decir vuestros votos -explicó Olivia.
– ¡Ya los dijimos!
– Pero no en la iglesia.
Greer no se fiaba de nada. Frunció el ceño.
– ¿Por qué te asusta tanto la idea de casarte por la iglesia?
– ¿He dicho yo eso? -arremetió Piper.
– ¿Es eso cierto? -preguntó Olivia-. ¿Te preocupa que tu matrimonio no vaya a durar?
– ¡Eso es! -asintió Greer-. ¿Qué es lo que te hace pensar que no estarás con Nic para siempre? ¿Tiene Camilla algo que ver con esto?
– ¡No!
– Eso ha sido un no muy rotundo. ¿Te ha amenazado de alguna manera?
– No. No es lo que pensáis.
– Entonces, cuéntanoslo. No saldrás de este probador hasta que nos hayas contado toda la verdad.
Piper levantó la cabeza. No podía mantener su secreto por más tiempo. Con lágrimas en las mejillas, les dijo:
– Es horrible, chicas. Me siento mucho peor de lo que podéis imaginar.
Sus hermanas la creyeron.
– No podemos hablar aquí. Mancharás el vestido. Vamos. Le diremos a la dependienta que lo prepare todo y volveremos más tarde por ello.
Mientras que Greer le quitaba la mantilla, Olivia empezó a desabrochar el vestido. Piper se puso el traje de color crema con el ribete aguamarina que llevaba antes y se apresuró hacia el sedán negro de Nic.
Para cuando sus hermanas se reunieron con ella, Piper ya se había relajado lo suficiente como para contarles todo.
Con cada una de las impactantes revelaciones, sus expresiones se entristecieron hasta el punto de llegar a ser casi irreconocibles.
– Todos podían haber sido asesinados en aquel accidente -dijo Olivia con voz afligida-. Y ahora tú estás en peligro.
– No te preocupes. Nic ha contratado guardias de seguridad para protegemos a todos durante las veinticuatro horas.
– ¿Qué quieres decir con todos? ¿Nosotras también estamos siendo vigiladas? -preguntó Greer.
– Sí.
– ¿Ahora mismo?
– Sí.
Greer agitó la cabeza.
– Nic no tenía ningún derecho a pedirte esto. No cuando la policía ha confirmado que Lars mató a Nina. Ahora que eres su mujer, ese monstruo podría ir por ti.
– Nic no me puso una pistola en la cabeza para que lo hiciera.
– En cierta manera sí lo hizo -murmuró Greer fríamente-. Sabía que acudirías en nuestro rescate. No puedo creer que nuestros maridos nos hayan ocultado todo esto.
– Eso es porque os aman tanto que no quieren que os preocupéis por nada. Piénsalo durante un minuto. ¿Si hubierais estado en mi lugar no habríais hecho lo mismo?
Las tres se miraron durante un buen rato sin decir nada, porque todas sabían la respuesta a esa pregunta.
– No os enfadéis con ellos ni con Nic. Él no puede evitar estar enamorado de otra persona. Al principio no lo creía pero ahora, al mirar hacia atrás, pienso que si realmente me quisiera habría hecho algo el mismo día que os casasteis o en nuestra noche de bodas. Es por eso por lo que temo una boda en la iglesia. Signore Barnizzi, el jefe de la investigación, insiste en que es necesario. Cuando digamos nuestros votos frente al sacerdote, sé que todo lo que dirá Nic serán mentiras. Tan pronto como Lars y sus cómplices sean arrestados, obtendremos la anulación de nuestro matrimonio.
– ¿En serio que no ha intentado hacerte el amor? ¿Ni siquiera anoche? -Greer la miraba con los ojos llenos de dolor.
– No, y eso que le he dado un montón de oportunidades. Todo lo que tenía que hacer era acercarse a mí tan sólo unos centímetros en la oscuridad y yo habría ardido en llamas. Ahora supongo que la pregunta es: ¿me perdonará Dios el aceptar unos votos sabiendo que para Nic, no tienen ningún sentido?
– Por supuesto que sí, tonta -le aseguró Olivia.
– No es eso -declaró Greer-. Nic te ha utilizado para evitar cumplir con la obligación que su padre le había impuesto. Y ahora espera que hagas de espía para él.
– Yo acepté hacerlo todo porque lo quiero, Greer, así que no hablemos más de ello. Ahora que me he desahogado con vosotras me siento mucho mejor. Cuando regresemos a la villa tenéis que fingir que no sabéis nada sobre todo esto. ¿Juráis guardar silencio?
– Lo juramos -dijeron al unísono.
– Eso está bien, porque Nic os quiere mucho a las dos. Me ha prometido que no va a sucederos nada y yo le creo. A su manera, es un hombre muy noble. Como unos de esos caballeros a la antigua usanza. Cualquier otro hombre se habría aprovechado de la situación, pero Nic es fiel a su propio código de honor. La mujer por la que está locamente enamorado es la persona más afortunada del mundo.
– ¿Tienes idea de quién puede ser?
– Debe de ser una mujer casada o su editora, Consuelo Muñoz.
Por primera vez es sus vidas Greer rompió a llorar enfrente de sus hermanas.
– ¿Cómo puede Nic no quererte? Puedo perdonarle cualquier cosa menos eso. ¡Tú eres la persona más maravillosa, desinteresada y leal que existe!
Piper no podía creérselo. Su hermana mayor estaba llorando por ella. Aquello ablandó su corazón.
– No te preocupes por mí. Algún día encontraré al hombre adecuado que me quiera como Max y Luc os quieren a vosotras. Sucederá algún día. ¿No esperaríais que el «Fondo para la búsqueda de marido» fuera a funcionar para las tres, verdad?
Ahora Olivia también lloraba. Ambas intentaban sonreír, pero no podían. Extrañamente, Piper se sentía mucho mejor desde que había podido desahogarse. Ahora, era la única trilliza que tenía los ojos secos.
– Correré a buscar mi vestido de novia. Volveré en seguida.
– Vas a necesitar ayuda -después de enjuagarse los ojos, sus hermanas se reunieron con ella en la tienda de vestidos de novia.
Una vez hubieron metido todo en el coche, Greer se giró hacia Piper.
– ¿Tienes anillo para Nic?
– No. Eso haría que todo pareciera demasiado real.
– Considerando que se trata de una cuestión de vida o muerte, tienes que hacer que la ceremonia sea lo más real posible. He visto una joyería a unos dos kilómetros en esta misma calle.
– Sí, la recuerdo -Olivia arrancó el coche.
Ella siempre se había encargado de conducir puesto que de las tres, era la que mejor sentido de la orientación tenía. Piper se sentó en el asiento del copiloto y Greer en la parte de atrás. Arrancaron y se pusieron en camino.
Aparcar en el centro de Marbella era prácticamente imposible. Olivia dijo que ella daría vueltas a la manzana mientras que Piper se bajaba del coche y entraba a la joyería.
Cuando le dijo al dependiente que quería una alianza para un hombre que estuviera a la altura de la filigrana de oro de su propio anillo, éste empezó a actuar de forma muy extraña.
– ¿De dónde procede este anillo de perla?
Piper no tuvo más remedio que decirle que ella era la señora de Pastrana, la esposa de Nicolás de Pastrana.
– Nic pudo recuperar el anillo que había sido robado de la colección de joyas de María-Luisa. Ahora, para darle una sorpresa a mi marido, quiero comprarle un anillo que le haga justicia.
El joyero no pudo ponerse más contento. Trató a Piper como una reina y finalmente salió de la tienda con un anillo que era la pareja perfecta para la perla.
Cuando volvió al coche Olivia la miró de reojo.
– Greer y yo queremos invitarte a almorzar en Puerto Banus. El mes pasado Nic nos llevó a un restaurante llamado Pedro’s Beach. Hacen el mejor marisco que jamás he probado. Será una comida de despedida de soltera. ¿Qué te parece?
Piper estaba tan contenta de que sus hermanas supieran la verdad que incluso recuperó el apetito.
– Me encantaría.
Nic ni siquiera se daría cuenta de cuánto tiempo había estado fuera, ya que estaría hablando por teléfono con sus primos y signore Barnizzi sobre el desarrollo de los acontecimientos de la pasada noche.
Llegaron al puerto. Con las montañas como telón de fondo, el puerto estaba lleno de yates blancos mirando hacia el océano. Olivia señaló a lo lejos uno de ellos llamado Juan Carlos.
– Ese es el yate de los Pastrana. Es fabuloso.
Naturalmente, todo lo relacionado con Nic o sus primos rozaba lo surrealista.
Olivia parecía tener un radar para saber dónde encontrar aparcamiento en las zonas más conflictivas alrededor de la playa. Aparcaron y Olivia apagó el motor. Mientras Piper alcanzaba el manillar de la puerta vio algo que la impactó tanto que gritó.
– ¡Chicas! ¡No bajéis del coche todavía!
Ambas la miraron aturdidas.
– Mirad a la pareja abrazada en el embarcadero al lado del yate llamado Britannia. ¡Son Camilla y Lars! Nic me enseñó fotografías de él. Por la altura y el color de pelo no me cabe duda de que es él.
– ¡Oh Dios mío! -Olivia dejó escapar un grito ahogado.
– ¿Qué? -dijeron Greer y Piper al mismo tiempo.
– ¡Es el mismo hombre que intentó llevarme a una discoteca el pasado agosto en Monterosso! Lo recuerdo ahora. ¡Se llamaba Lars!
– ¿Estás segura? -gritó Piper.
– Estaba con un grupo de chicos alemanes y croatas -se puso pálida-. Estuve jugando con ellos al frisbee. Lo hice para que Luc se pusiera celoso pero, al darme cuenta de que Lars intentaba ligar conmigo, nadé de vuelta al Gabianno. Él vino detrás de mí y me agarró de una pierna mientras subía las escaleras. Luc fue quien lo ahuyentó.
Greer frunció el ceño.
– ¿Crees que podrían haberos estado siguiendo a Luc y a ti?
– No. El estaba en la playa y no tenía forma de saber dónde estábamos. Fui yo quien, en el último momento, pidió a Nic que llevara el barco en aquella dirección.
– Apuesto a que Monterosso es un sitio muy frecuentado por esa panda de asesinos -especuló Piper-. No está lejos de Colorno, de donde fue robada la colección.
– Chicas, Lars está subiendo a bordo del Britannia. Camilla está empezando a andar hacia el aparcamiento. ¡Agachad las cabezas! -les advirtió Greer.
Unos segundos después Piper levantó la cabeza para ver hacia dónde se dirigía la otra mujer. Al instante vio como Camilla se marchaba en un coche de color azul oscuro.
– Vale. Se ha ido.
Sus hermanas se levantaron. Piper las miró.
– Tengo que llamar a Nic y contarle lo que he visto, pero no quiero que sepa que lo sabéis todo. Él insistió en que guardara el secreto.
– No hay problema -exclamó Olivia-. Tenemos guardaespaldas que nos protegen mientras hablamos. ¿verdad?
– Sí. Dejadme hablar con él antes de marcharnos para que crea que estoy sola.
Ellas asintieron.
Piper sacó su nuevo teléfono móvil y pulsó el primer dígito.
– Hemos puesto velas en las hornacinas. Todo está listo para la ceremonia, señor de Pastrana.
Nic apretó la mano al florista.
– Agradezco su ayuda. A mi novia le gustan mucho las rosas y las begoñas. Estará encantada con la forma en la que lo han decorado todo.
– Gracias.
– Los hombres se subieron a la furgoneta y se marcharon. Él cerró las puertas de la capilla. Después de montarse en su coche deportivo, se percató de que su teléfono móvil, que había dejado en el asiento del coche, estaba sonando. Comprobó la identificación de llamada. Era su mujer.
– ¿Piper? ¿Ya estáis de vuelta?
– Nic, escúchame -le susurró.
Él apenas podía oírla.
– Las chicas creen que estoy teniendo una conversación privada con mi marido porque no puedo soportar estar separada de ti.
Mientras que Nic reaccionaba al dolor que le infligía aquel comentario, la seguía escuchando.
– Te llamo desde el aparcamiento del restaurante Pedro’s Beach, donde vamos a almorzar. Como está muy lleno hemos cambiado de opinión. ¿Nic? Lars está en Puerto Banus.
Aquella noticia casi hizo que Nic soltara el teléfono.
– Camilla está con él. Ambos estaban al lado de un yate de tamaño medio llamado Britannia y actuaban como si fueran amantes. Ahora él ha subido a bordo y ella se ha marchado en un coche.
Al oír aquellas palabras, Nic sintió una ráfaga de adrenalina.
– ¿Crees que han podido verte?
– No. Hay mucha gente alrededor.
– Gracias a Dios. Salid de ahí y venid directamente a casa. Nos veremos en cuanto llegues.
Después de telefonear a signore Barnizzi para contarle las últimas noticias, Nic se dirigió hacia la villa donde Max y Luc estaban haciendo largos en la piscina.
– Las chicas llegarán en cualquier momento. No tenemos mucho tiempo -les explicó Nic-. En mi opinión Lars utilizó a Nina para robar la colección de joyas de María-Luisa. Creo que ella era inocente. Cuando no pudo obtener más información de ella sobre los diamantes de los Pastrana, se deshizo de ella y puso los ojos en Camilla.
Las arrugas hacían surcos en la frente de Max.
– Cuando ya no le sirva de ayuda, ella también será prescindible.
Luc lanzó sobre una silla la toalla que había estado utilizando.
– Si Camilla cree que Lars está enamorado de ella, probablemente haya corrido en su busca para contarle que ya es libre para poder casarse con él.
– La visita de Camilla significaría que Lars sabe que Piper y yo vamos a casarnos en una ceremonia privada esta misma tarde.
Max asintió.
– Si ha estado tumbado en el Britannia esperando para robar las joyas, esta noche se le presenta la ocasión perfecta. Todos estaremos reunidos en la capilla.
– Sí -dijo Nic con una sonrisa diabólica-. Mientras la boda se celebra tal y como está planeado, habrá un comité de bienvenida para recibir a Lars en el palacio. Si no viene, la policía lo estará vigilando en el yate. Antes de que lleguen las chicas vayamos a la biblioteca para hacer las llamadas pertinentes y poner el plan en acción.
Entre otras cosas Nic tenía que ultimar con Luc los detalles de su luna de miel. No iba a haber ninguna anulación del matrimonio.
Unos minutos más tarde escuchó voces en el vestíbulo que le advertían de que las chicas estaban en casa. Nic fue a ayudar a Piper a llevar el vestido de novia a su dormitorio.
Una vez que hubo cerrado la puerta, se lo entregó y ella lo colgó en el armario.
– ¿Crees que la policía habrá puesto ya a Lars bajo arresto? Si es así, podemos cancelar la boda.
Él tomó aire.
– Eso es algo que no podemos hacer, mi amor, ya que tú has sido la que les ha proporcionado la primera pista real en el caso. Ahora están organizándolo todo para poner en marcha una nueva operación esta misma noche.
Estás bromeando!
– No. Mientras nuestra ceremonia se desarrolla según lo planeado con todo el mundo reunido y a salvo en la capilla, signore Barnizzi espera atrapar a Lars y a su banda de matones en el robo de los diamantes de la familia Pastrana que papá guarda en un lugar secreto del palacio.
– ¿Y qué pasará si no viene?
– El yate ha sido puesto bajo vigilancia. De un modo u otro, van a atraparlos. Serás reconocida como la heroína de la operación no sólo por la familia, sino por los departamentos de justicia internacionales.
– No soy ninguna heroína. Yo sólo quiero volver a Nueva York.
– Bueno, pues eso no sucederá esta noche.
Ella se esforzó por evitar sus ojos.
– Obviamente no.
Él la vio buscar algo en su bolso.
– Aquí tienes. Ya que va a haber ceremonia tendremos que ver si te vale para que no haga el ridículo al intentar meterlo en tu dedo.
Nic agarró la cajita que ella le entregaba y la abrió para descubrir una alianza de hombre diferente a todas las que había visto anteriormente. Piper había escogido un anillo de filigrana de oro similar al de ella.
– Por supuesto, si el nuestro fuera un matrimonio real lo habría pagado con mi propio dinero pero, como forma parte de la estafa, recibirás la factura. Además, creo que la suma será elevada porque el joyero reconoció la perla de Parma. Supe que estaba a punto de llamar a la policía, así que tuve que decirle que era tu mujer y que habías recuperado la pieza en una casa de subastas de Londres. Siento hacerte esto, pero Greer insistió en que te comprara un anillo. Como te dije, ella está intentando ocupar el puesto de mi madre.
»Por suerte había mucho tráfico. Les pedí a las chicas que dieran vueltas a la manzana mientras yo iba a la tienda para que no supieran que no iba a pagar por él. Pero también hay algo bueno. Insistieron en que mi vestido de novia sería su regalo de bodas, puesto que mi madre no está aquí para poder hacer los honores. Al menos, no tendrás que pagar la factura de eso.
Mientras ella seguía y seguía charlando Nic deslizó el anillo por su dedo. Ella podía luchar contra él todo lo que quisiera, pero el hecho de que hubiera escogido para él algo especialmente único que hiciera juego con su propio anillo, hacía que su corazón brincara de alegría.
– Me queda perfecto. Lo conservaré por siempre.
– Será mejor que me lo devuelvas antes de que lo olvidemos y aparezcas llevándolo antes de tiempo.
Nic se lo quitó.
– ¿Quieres practicar y ponérmelo ahora?
– No seas absurdo -sus mejillas se sonrojaron al tomarlo de la palma de su mano y guardarlo de nuevo en la cajita.
Sus reacciones eran cada vez más interesantes.
– Mientras no tengas problema en ponértelo, no me preocupa. ¿A qué hora tenemos que salir hacia la capilla?
– A las cinco. La ceremonia comienza a la cinco y media.
– Sólo quedan dos horas. Creo que me reuniré en la piscina con mis hermanas para que me ayuden a prepararme.
– Excelente idea. Eso me dará tiempo para ducharme y vestirme yo primero. Ya que olvidaste tomar el desayuno y no has podido comer, le pediré a Paquita que te lleve algo de comer a la terraza.
– Gracias.
Piper retrocedió y se metió en el cuarto de baño. Mientras Nic hablaba con el ama de llaves, Piper reapareció con el bañador y una toalla. Pasó por su lado como si fuera invisible.
Él la siguió a través de la puerta. Desde allí podía admirar su gracia mientras se zambullía en la piscina.
No faltaba mucho tiempo para que estuvieran en el mar. Nic iría tras su delfín dorado de ojos aguamarina hasta que le hiciera ver que no tenía por qué temerlo. Entonces, el delfín nadaría finalmente hacia él por voluntad propia y con gusto.