Epílogo

Cuando oyó el teléfono, Winona estaba rodeada de maletas. No acertaba a entender cómo una luna de miel tan breve podía generar tanta ropa sucia; sobre todo cuando la mayoría de las prendas eran tamaño bebé. Sin embargo, en ese momento corrió a la cocina, encantada de poder abandonar la tarea un momento. Al tiempo que llegaba junto al teléfono oyó los ruidos del agua y de risas ahogadas. Justin le estaba dando un baño a Angela, y en ese momento él se estaba riendo a carcajadas.

Winona no pudo evitar sonreír mientras se llevaba el auricular a la oreja. Para sorpresa suya, la que llamaba era Pamela Miles.

– Qué bien que hayas llamado -le dijo Winona afectuosamente.

– Seguramente estarás muy ocupada si acabas de volver de tu luna de miel, y siento importunarte. Pero me preguntaba cómo va todo. Si has dado con la madre de Angela y lo que va a pasar a la niña.

– Todo va de maravilla. Y acabamos de volver hace unas horas. La niña ha disfrutado muchísimo de la luna de miel. La verdad es que pensaba llamarte esta noche, así que me alegro de que hayas llamado.

– ¿Ibas a llamarme? -preguntó Pamela muy sorprendida.

Winona sonrió de nuevo.

– Sí porque te debo, todos te debemos, mi agradecimiento. Fuiste tú la que me diste la clave para dar con la madre biológica de Angela.

– Ah. Qué alivio saber la verdad, ¿no? ¿Pero quiere decir eso que no vas a poder quedarte ahora con el bebé?

– Justo lo contrario -Winona abrió la puerta del frigorífico y sacó un biberón para calentárselo a la niña-. No nos ha dado tiempo de poner en movimiento los procedimientos legales. Pero de momento, todo tiene un aspecto estupendo.

– ¿Te acuerdas aquel día que comimos juntas y me hablaste de esa mujer que había asistido a la fiesta del Club de Ganaderos de Texas?

– Claro. La del marido bestia.

– Exacto. Bueno, al final la convencí para que llamara a una psicóloga amiga mía. Ojalá lo hubiera hecho antes. No salió a tiempo, al menos técnicamente, porque ese perro que tenía por marido le pegó otra vez. En esa ocasión con un bate. Y so fue suficiente. Finalmente, lo denunció y como había utilizado un bate con ella, logramos que los cargos por intento de asesinato progresaran. Ella ahora está libre, y cada vez mejor. -Pamela suspiró largamente. -Me alegro tanto de que no esté ya con ese hombre. Como él tiene un trabajo tan bueno y vivían muy bien, la familia siempre parecía perfecta en la superficie. Pero yo había oído rumores. Hacía tiempo que me preocupaba que algo pasara en esa casa.

– Sí, y es una mujer encantadora. Al final se puso en contacto con Justin y conmigo mientras estábamos de luna de miel para pedirnos formalmente que adoptáramos a Angela. En este momento está intentando rehacer su vida. Quiere mudarse, y está totalmente segura de que no quiere al bebé. Me cuesta creer que no cambiará de opinión, pero dice que está totalmente segura de que será lo mejor tanto para Angela como para ella. Y Dios sabe que nosotros dos estamos deseando adoptar a nuestro cielito.

– Vaya, cuánto me alegro de que de vez en cuando haya una historia con final feliz. Qué cerdo. Todo el dinero que tenía no hacía de él un hombre bueno. Esto, ¿Winona?

Winona oyó la pregunta implícita en el tono de su amiga.

– ¿Winona? Por casualidad ¿sabes… si Aaron va a volver a Royal pronto?

– ¿Aaron Black?

– Sí. No es asunto mío, la verdad. Pero esperaba que supieras algo…

– Estoy casi segura de que oí a Justin comentar que Aaron tenía que volver en los próximos días. Y parece que va a quedarse aquí una temporada.

Después de colgar y mientras se iba por el pasillo con el biberón caliente en la mano, no pudo evitar sonreír. La fiesta del Club de Ganaderos de Texas había sido una especie de catalizador para todo tipo de eventos, algunos de ellos oscuros y serios, pero otros fantásticos y extraordinarios. ¿Quién habría pensado que una gentil y tímida profesora de escuela como Pamela acabaría bailando con el sofisticado Aaron Black?

Winona estaba deseando averiguar por qué Pamela le estaba preguntando por Aaron, pero su curiosidad se desvaneció cuando entró en la habitación. La noche de la fiesta otras parejas habían bailado juntas; como por ejemplo una dura mujer policía que jamás había pensado en casarse o que perteneciera a nadie, y un doctor con fama de playboy que no podía haberse enamorado de una mujer como ella.

Solo que se había enamorado.

Al igual que ella de él.

Completamente. Inevitablemente. Perdidamente.

Maravillosamente.

Vio los dos cuerpos desnudos sobre la cama de matrimonio, riéndose a carcajadas de tal modo que tuvo que dar con el pie en el suelo para llamar su atención.

– ¿Se puede saber qué está pasando aquí? Os dejo solos unos minutos y mira lo que hacéis.

– Es culpa de ella; no quería que la vistiera, solo que le hiciera cosquillas en la barriga.

– ¿Estás echándole la culpa a un bebé de tres meses?

– Eh, ayúdame -le dijo Justin al bebé-. Dile a mamá la verdad. Rápido, antes de que me meta en un lío.

– Debes de estar soñando si piensas que te va a salvar.

Winona dejó el biberón en la mesilla y se tiró a la cama con ellos. Justin tenía mucha razón. Estaba metido en un lío; una vida por delante llena de deliciosos, traviesos y continuos líos. Ella se sentó a horcajadas encima de él y lo besó ardientemente.

Angela se echó a reír cuando su mamá le rozó accidentalmente un dedo del pie, pero Winona sabía que tenía que dar de comer al bebé y meterlo en la cama dentro de poco. Claro que, en media hora más o menos, el doctor Justin Webb iba a estar metido en un lío mayor del que podría haber soñado jamás.

Y por la forma de mirarla, se veía que lo estaba deseando.

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