Epílogo

Eran las cuatro de la mañana. Hora de irse a la cama para cualquier familia sensata. Maddy se había quedado dormida en el coche y todos los que habían estado buscándola volvieron a casa más tranquilos. Ginny y Fergus estaban sentados en el porche, mirando hacia el lago.

– Supongo que te darás cuenta de que ahora tienes que casarte conmigo -dijo Fergus.

– ¿No vas demasiado rápido?

– No, Maddy me necesita. ¿Alguna objeción?

– No -contestó ella.

Fergus tomó su cara entre las manos y la besó. No dijeron nada más durante largo rato.

– Fergus, sobre eso de casarnos…

– Mañana. O quizá hoy mismo si puedo arreglarlo.

– No, de eso nada. Yo quiero damas de honor y un banquete y todo lo demás. Quiero una boda como Dios manda.

– Porras.

Ginny sonrió.

– Fergus, ¿estás seguro? Yo no quiero tener hijos…

– ¿Por la fibrosis?

– Sí.

– Yo no soy portador de la enfermedad.

– Pero si tuviera un hijo habría un cincuenta por ciento de posibilidades de que fuera portador, como yo.

– Entonces le explicaremos en qué consiste la enfermedad y que tendría que hacerle pruebas a su pareja si algún día quisiera tener hijos… Uf, nos queda mucho trabajo por delante, Ginny.

– ¿Lo dices en serio?

– Pues claro. Nuestro matrimonio va a ser fantástico. Seremos el mejor equipo médico fuera de Sidney. En Cradle Lake no saben la suerte que tienen. Y en cuanto a nosotros… contrataremos a un ama de llaves y reformaremos esta casa para que sea lo que tiene que ser: un hogar. Compraremos buena comida para los perros, nos encargaremos de adoptar a todos los corderitos abandonados que encontremos por la carretera…

– ¡Tonto!

– Plantaremos tomates… sí, siempre me he visto a mí mismo plantando tomates -rió Fergus-. Le daremos a Maddy la mejor infancia posible. La mejor infancia que pueda tener un niño. Y si tiene una hermanita o un hermanito habrá que darle las gracias a Dios. ¿Qué dices, Ginny Viental, amor mío?

– Diría que suena como un sueño -sonrió ella-. Como un cuento de hadas con final feliz.

– Con un principio feliz más bien -murmuró Fergus, buscando sus labios de nuevo-. Los sueños pueden hacerse realidad, Ginny. La vida está llena de promesas. Yo soy cirujano y lo sé muy bien, así que voy a empezar a operar ahora mismo. Operación familia.

– Los sueños se hacen realidad -repitió ella, insegura.

– Claro que sí. La Operación Familia empieza ahora y necesitamos dos médicos. ¿Está usted lista, doctora Viental?

– Sí, amor mío -sonrió ella.

– Me parece que no necesitamos un quirófano para esta operación -dijo Fergus con voz ronca-. ¿No crees?

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