– Estás completamente loca, ¿lo sabes? No ha amanecido todavía, y si él se encuentra en casa, estará durmiendo. Si está ella, le darás un susto de muerte.
– No puedo más, Sarah. Cada vez que me doy la vuelta, espero encontrarme a Patrick detrás. O a mi madre. No tenías por qué haber regresado conmigo.
– Pues claro que sí. Imagina que te encierra en la bodega para el resto del verano. ¿Quién se enteraría?
– No seas estúpida. Patrick no haría una cosa así.
Carenza abrió la puerta, y desconectó la alarma.
– Bueno, pensándolo mejor, sería conveniente que te quedaras en el coche con el motor en marcha, por si tengo que salir corriendo -corrió escaleras arriba, y llamó a la habitación de Patrick.
– ¿Patrick?
No respondió nadie, así que la entreabrió y miró. Le costó un momento adivinar quiénes eran aquellas dos figuras abrazadas, pero cuando lo consiguió, sonrió, cerró la puerta, y bajó las escaleras con cuidado.
– ¿Y bien? -le preguntó su amiga al verla entrar en el coche.
– Nada. Estaba dormido.
– ¿Y para ver eso hemos venido desde Francia en un coche de alquiler?
– Ha merecido la pena, créeme. Vamos, llegaremos a tiempo para tomar el primer ferry, si nos damos prisa.
– ¡Un tipo horrible! Pero, ¿en qué está pensando Carenza?
– Está enamorada, y es incapaz de pensar -dijo Patrick, indignado, dejando de pasear un momento a su hijita, que se echó a llorar.
– ¡ Patrick!
– Perdona cariño -dijo, besando la cabecita de su niña-. Tenemos que hacer algo, Jessie. No se da cuenta, pero ese hombre se está aprovechando de ella.
– Es muy guapo.
– Como si no lo supiera él. Apuesto a que besa a su imagen en el espejo.
– Bueno Patrick, ser guapo no es un pecado.
– No, pero no solo es eso. Está viviendo a costa de Carenza.
Jessie se despertó por completo, de repente.
– ¿Te lo ha dicho ella?
– Su padre me llamó. Le ha pedido dinero. No me ha llamado a mí, porque sabe muy bien lo que le voy a decir.
– En ese caso tienes razón. Debemos hacer algo -Jessie se levantó y relevó a Patrick con la niña-. Pobrecita, esos dientes te lo están haciendo pasar muy mal.
– Cariño -intervino Patrick-. Nos lo están haciendo pasar mal a los dos.
– Sí-respondió Jessie, pensativa-. Tal vez esa sea la respuesta.