Noche de Navidad
Victoria estaba tumbada sobre los cojines que había delante del árbol de Navidad, al lado de la chimenea. Kateb se tendió a su lado y la rodeó con el brazo.
– ¿Has tenido un buen día? -le preguntó Victoria.
– Nunca había pasado una Navidad igual.
Ella se levantó y fue hacia el árbol. En la parte trasera, metido entre dos ramas, había un último regalo. Tomó la pequeña caja y se la llevó a Kateb.
– Para ti -le dijo, sentándose junto a él.
El se incorporó con el ceño fruncido.
– Yo no tengo nada más para darte.
– Ya me has regalado bastantes cosas: cinco pares de zapatos, diamantes, ropa. Sólo me ha faltado el poni.
– ¿Quieres un poni?
– No, quiero darte esto.
Victoria no había estado segura hasta un par de días antes. Y había necesitado la ayuda de Yusra para conseguir el regalo.
Observó cómo el hombre al que amaba abría la caja y sacaba unos minúsculos patucos y, luego, bajaba la vista a su estómago.
– ¿Estás segura?
– He conseguido un test de embarazo y todo. Aunque no me ha sido fácil -se mordió el labio inferior-. ¿Estás contento? Quiero que estés contento.
El la tomó entre sus brazos y la besó.
– Gracias -susurró-. Gracias.
Sus ojos oscuros brillaron de orgullo y placer. Sus brazos eran para ella, como siempre, un refugio. Kateb le había dado el mundo… y su corazón. No podía pedirle más.