Epílogo

“Hay tantas cosas que espero enseñarte, pequeña. Y espero hacerlo predicando con el ejemplo, pero también siento la necesidad de ponerlo por escrito. Es una manía mía, una que espero que descubras y te parezca graciosa cuando leas esta carta.

Sé fuerte.

Sé aplicada.

Sé concienzuda. Y eso nunca se consigue escogiendo el camino fácil. Excepto, claro, cuando el camino ya sea fácil de por sí. A veces, sucede. En tal caso, no te busques uno nuevo más complicado. Sólo los mártires van a buscar los problemas de manera deliberada.

Quiere a tus hermanos. Ya tienes dos y, si Dios quiere, vendrán más. Quiérelos mucho, porque llevan tu sangre y cuando dudes o tengas problemas, ellos serán los que estarán a tu lado.

Ríete. Ríete mucho y con ganas. Y, cuando las circunstancias pidan silencio, convierte la risa en sonrisa.

No te conformes. Descubre lo que quieres y persíguelo. Y si no sabes lo que quieres, ten paciencia. Todas las respuestas llegarán a su debido tiempo y verás que tus deseos han estado ante ti todo el tiempo.

Y recuerda, recuerda siempre que tienes un padre y una madre que se quieren y que te quieren.

Ahora mismo estás un poco nerviosa. Tu padre está haciendo unos ruidos muy extraños y si no me voy a la cama enseguida se va a enfadar.

Bienvenida al mundo, pequeña. Estamos todos encantados de conocerte.”


Eloise Bridgerton, Lady Crane,

a su hija Penelope, recién nacida.

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