Cinco

LA TARDE SIGUIENTE el sol brillaba intensamente, y Brynn se las arregló para tener a cuatro de los soldados de LeFont acarreando a Malik para acostarlo sobre un camastro fuera de la tienda.

Malik con gran felicidad levantó su cara hacia el sol. "Bueno. Casi me siento vivo otra vez."

Brynn rió. "Pensé que te gustaría. A partir de ahora saldremos un ratito cada día. El sol es un gran curandero."

"No mejor que tú." Malik rió. "Qué dulce, modesta señora. Das crédito a todo y cada uno, pero no a ti misma."

"Yo diría que fue un desarrollo muy sano."

Brynn se giró para ver a Gage que venía hacia ellos.

Él siguió. "Y muestra que la señora es tan sabia como modesta."

Las palabras eran punzantes, pero el tono de Gage carecía de su acostumbrado tono burlón cuando él se dirigió a ella. Era casi… amable. Podía haber hablado a Malik. Era la segunda vez que la había sorprendido. Anoche se había convencido de que el momento de brusca bondad había sido un capricho, pero ahora le miraba como si -oh, no sabía. Probablemente se estaba imaginando esa repentina suavidad, y este anhelo de que un sueño pudiera hacerse realidad era muy peligroso.

Alejó su mirada fija. "No demuestra ser sabio decir la verdad. El aire limpio y la luz del sol son-"

"¡Ho! ¡Permiso para acercarme!"

Brynn conocía aquella voz. El temor la enfrió mientras se dio la vuelta para mirar a Lord Richard andando por la colina. Él reía ampliamente y vestía su mejor abrigo de lana azul con el armiño en buenas condiciones. La luz del sol hizo que su pelo brillara como el oro y fuera totalmente el más espléndido y atractivo de los caballeros.

Gage se puso rígido al lado de ella, y ella pensó que le había oido murmurar sin aliento una baja maldición. Cruzó hacia adelante e hizo señas a el soldado para permitir a Richard pasar.

"¿Quién es este?" Malik murmuró.

"Lord Richard de Redfern," ella dijo distraídamente. ¿Por qué estaba él allí? ¿Adwen la necesitaba? No, él no se habría vestido con lo mejor y hecho el viaje por Adwen. Tenía algún otro objetivo.

Malik dio un silbido bajo mientras miraba caminar a Richard por el campamento. "Un tipo muy atractivo."

"Sí."

Gage la miró sobre su hombro y masculló, "yo podría recordarte que 'el tipo atractivo' te tiró a mí sin remordimientos."

Ella frunció el ceño. "No esperé menos."

"Entonces porque le muestras una mansedumbre que nunca me has mostrado a mí."

Ella recordó las palabras cáusticas de Richard sobre el paseo a Hastings. "Él no me cree mansa."

Aquellas palabras fallaron a favor de él también. "Sí, él me dijo que a menudo mostraba una habilidad que-" Se paró con otra maldición y anduvo hacia adelante para encontrar a Richard.

"No manejó eso bien," dijo Malik con desaprobación. "Gage está en un estado muy delicado en este momento. No debería haberse burlado de él."

Su frente se arrugó con turbación. "No sé de que habla. No me burlé. Simplemente dije la verdad."

"Entonces quizás sería mejor no hablar en absoluto de su amo anterior. A Gage no le gusta."

Ella sacudió su cabeza con impaciencia. No podía preocuparla menos lo que Gage hiciera o le gustara actualmente. Lo más importante era descubrir por qué Richard estaba allí.

Gage se paró delante del caballo de Richard y dijo de manera cortante, "pensé que le habíamos visto por última vez. ¿Qué hace aquí?"

Richard mantuvo la sonrisa firmemente sobre su cara. "Vengo con una invitación." Su mirada fija vagó hacia donde estaba Brynn de pie al lado del camastro de Malik. "Ah, Brynn, veo que has usado tus habilidades de forma completamente ventajosa. ¿Cómo está nuestro soldado herido?"

"Está mejor," ella dijo con reserva.

"Tiene buen aspecto." Él rió. "Pero desde luego, siempre tiene buen aspecto."

"¿Qué invitación?" Gage preguntó.

"Redfern," Richard respondió. "Le invito a venir a Redfem."

"¿Por qué?"

"Espero que lo escogerá como su regalo de William."

La sorpresa parpadeada sobre la cara de Gage. "Qué generoso," dijo con ironía. "¿Desea darme sus tierras?"

Richard se encogió. "Como usted dijo, William se comprometió a dar mi propiedad a uno de sus barones. He evaluado la situación y he decidido que sería mejor tratar con usted."

"No tengo nada que tratar con usted. Puedo tomar la tierra y dejarle en el camino."

"¿Pero por qué haría eso? Sé todo sobre Redfem. No podría tener a ningún mejor agente que yo."

"¿Agente?" Los ojos de Gage se estrecharon. "¿Pasaría de amo a agente?"

"Como un principio. Soy un hombre práctico."

"También juzgaría que es a un hombre ambicioso."

La expresión agradable de Richard no se cambió. "Desde luego, pero hay que comenzar en algún sitio."

"Es un Judas. ¿Por qué debería tomar a un agente en quien no tengo ninguna confianza?"

"Judas tuvo la reputación de ser un hombre muy inteligente, y los hombres inteligentes son útiles. Además, Cristo quiso ser traicionado. Usted no lo toleraría. Me miraría cada minuto." Él añadió persuasivamente, "Venga a Redfern y vea lo que tengo que ofrecerle. ¿Es una propiedad excelente, rica, no es verdad, Brynn?"

" Sí."

Gage no la miró. "No se meta en esto, Brynn."

"¿Ella le ha disgustado?" Richard preguntó. "Ahora que ella ha hecho su deber hacia su hombre, quizás le gustaría que le librara de ella. Estaré contento de llevarla de vuelta."

"¡No!" Los ojos de Brynn se ensancharon con violencia por el tono de Gage. Él se recuperó rápidamente y dijo de manera cortante, "Ella no me ha disgustado. Encuentre a otro esclavo. Éste es mío."

Richard se encogió. "Simplemente procuraba aliviar su carga. ¿Vendrá a Redfern?"

"Pensaré sobre ello." Él se volvió sobre su talón. "Es poco probable."

"Me preguntaba si podría-" Richard vaciló. "¿Entiende que no infringiría sobre sus derechos o propiedad, pero puedo hablar con Brynn a solas?"

"No, no puede," Gage dijo rotundamente.

¿Adwen? Brynn se preguntó con alarma.

Richard cabeceó con resignación. "Simplemente deseaba darle noticias de Redfern, pero, si eso le ofende, yo no pensaría-"

"Eso me ofende." Gage subió la colina hacia Brynn y Malik. "Buenos días, Lord Richard."

"Buenos días." Richard giró su caballo y comenzó a bajar la pendiente colina.

"¡Espere! " Brynn lo persiguió. "Espere, quiero a-"

"¡No!" Gage agarró su muñeca, tirando de ella. "No irá hacia él."

"¡Déjeme ir!" Ella dijo con ferocidad. "¿No le oyó? Tiene noticias. Debo-" Se liberó y voló colina abajo. "¡Espere!"

Richard se frenó y se giró con una risa. "Rebelde como siempre. No pensé que le permitirías pararte." Él echó un vistazo más allá de ella. "Pero pienso que no tenemos mucho tiempo. El Normando acecha desde aquella colina, como un nubarrón."

Ella no miró hacia atrás. "¿Qué tal está Adwen?"

"Ah, ella no está bien. Tuvo otro ataque de fiebre hace dos noches. Te llamó a gritos, pero no estabas allí."

"Desde luego no estaba allí." Ella lo miró airadamente. "Usted me trajo aquí."

"Pero esto no cambia el dilema de Adwen. Ella te necesita. Debes volver a Redfem."

"Lo intento."

"Inténtalo más duramente," dijo Richard. "El Normando parece bastante posesivo contigo. Debe haberle dado mucho placer. Convéncele de que te devuelva a Redfern."

"¿Quién cuidada de Adwen? ¿Alice?"

Richard sacudió su cabeza. "Alice tiene otros deberes ahora."

"Entonces, quien-"

"Regrese con Malik." La mano de Gage se acercó a su muñeca y la giró lejos de Richard. "¡Ahora!"

"Necesito decir-"

"Hemos tenido nuestra discusión," interrumpió Richard. "No debemos enfadar a Lord Gage. Espero verles a ambos en Redfem." Espoleó su caballo y se fue a galope colina abajo.

Brynn miró fijamente detrás de él con una agónica preocupación. No necesitaba preguntar que labores estaba realizando Alice. ¿Significaba que Richard no había designado a nadie para preocuparse de las necesidades de Adwen? Hasta él no podía tratar a su esposa con tal indiferencia. El único deseo de Adwen era agradar y permitir amar. Recordó aquella noche del cometa cuando Adwen se había acurrucado a su lado y la había llamado amiga.

"¡Deje de mirar de esa manera!" Gage dijo rudamente. "Se ha ido y gracias a Dios." Tiró de ella hacia el campamento. "Nunca me desobedecerá otra vez. Nunca perseguirá eso -buen Dios, está llorando."

Ella no había sido consciente de las lágrimas que corrían por su cara. Las lágrimas eran una debilidad, y ella no debía mostrar ninguna debilidad. Tenía que correr lejos y esconderse. Esconderse y pensar… Pobre Adwen…

"¡Déjeme ir!" Ella se soltó a tirones de él y corrió como loca el camino hacia la profundidad de los árboles que bordeaban el bosque.

Los bosques…

Ella estaría sana y salva allí, como lo había estado hace muchos años.

"¡Brynn!" La llamada de Gage sonó detrás de ella. "¡Vuelve aquí!"


Ella volvió al campamento alrededor de medianoche. Parecía desierto, notó de manera aburrida. Pero nunca había estado fuera hasta esa hora. Quizás siempre había esa tranquilidad.

"Gracias a Dios," dijo Malik con alivio cuando ella entró en la tienda. "¿Estás bien?"

"Desde luego que estoy bien." Ella se arrodilló al lado de él. "Debería estar dormido. ¿Cómo espera curarse si no descansa?"

Él rió en silencio. "¿Cómo espera que descanse si tengo que despertarme y preocuparme de usted? Yo estaría bastante lejos con Gage recorriendo los bosques."

"¿Está buscándome?" Fatigosamente recorrió sus dedos por su pelo. Desde luego él quería ir detrás de ella, ella pensó amargamente. Ella era la propiedad.

"Desde que se marchó y con la mayor parte de los hombres de la compañía." Él sacudió su cabeza. "No va a estar contento con el problema que has causado."

"No tenía que ir detrás de mí."

"Él diría que no tenías que irte corriendo lejos." Él cloqueó reprobadoramente. "Parece como si hubieras estado rodando por las hojas. Tu cara está tiznada y tienes ramitas en tu pelo."

"Yo no me escaparía. Todavía tengo mi deber contigo." Ella vertió el agua de la jarra en el tazón de madera. "Lord Richard trajo noticias perturbadoras. Tenía que pensar."

"Yo diría que ese Lord Richard raras veces no trae nada que no sean problemas. Estamos mejor libres de él."

"No estoy libre de él." Aquellas horas en el bosque había comprendido que nunca estaría libre de él mientras Adwen estuviera en su poder. No podía continuar. Debía hacer algo para cambiar la situación. Salpicó su cara de agua fría y luego se limpió con un suave paño limpio. "¿Mejor?"

Él cabeceó distraídamente. "Gage pensó que podrías haber ido a Redfern detrás de ese joven toro castrado."

"¿Por qué haría eso? Él sólo me perseguiría y me traería de vuelta." Sus labios se curvaron con desdén. "Los buenos Señores no permiten a su propiedad vagar."

"Estoy feliz de que comprendas esto."

"Ah, comprendí muchas cosas mientras estaba en el bosque esta noche." Ella apagó la linterna y se acostó sobre su capa. "No los hacen a ellos buenos. Buenas noches, Malik."

"¿Solamente va a dormir?"

"¿Por qué no?" Ella tiró la manta sobre ella. "Estoy muy cansada."


"¿Mientras Gage está fuera sacudiendo los arbustos en tu búsqueda?"

"Le hará bien. Juzgo que tiene mucha energía que no es capaz de gastar más tarde."

Hubo un momento de silencio y después una sonrisita vino de la oscuridad. "Ah, sí, mucho energía."


Gage no volvió hasta las últimas horas de la noche.

Él era altísimo sobre ella, la linterna en su mano alumbraba la severidad de su expresión.

Estaba muy enfadado, comprendió con somnolienta. ¿Bien, qué había de diferente en eso? Parecía que siempre estaba enfadado o molestó con ella.

"Me gustaría estrangularla," él chirrió.

Violencia y rabia… y algo más. Ella no podía ocuparse de ello entonces. "Vaya a dormir," ella murmuró. "Hablaremos por la mañana."

"¿Nunca se le ocurrió que podría haberse perdido en aquellos bosques, que hay bestias que podrían desgarrarle?"

"Estaba sano y salvo."

"¿Sola en los bosques, sin medios para defenderse?"

Él no comprendió que nadie de eso importaba. El bosque siempre aceptaba y protegía a los suyos."Segura…" Ella se giró y cerró sus ojos. "Hablaremos por la mañana."

"Hablaremos ahora. Es tiempo de que comprendas quien es el amo y quien es el esclavo."

"Mañana…"

Podía sentir como la miraba, sentía las ondas de frustración y la violencia explosiva que él emitía. Medio esperaba que él apartara a un lado la manta y la moviera bruscamente a sus pies, para sacudirla, para lanzarla a la tierra y-

Él se giró y cruzó hacia su propio camastro.

Ella nunca lo había visto más feroz o peligroso.

Él nunca había estado tan enfadado con ella.

¿Por qué no había tenido miedo? Era como si algún cambio sutil hubiera ocurrido entre ellos. ¿Confianza? Imposible. Seguramente no tenía ninguna confianza en ella y no debía; hubiera resuelto usar cada medio posible para liberarse ella y Adwen. ¿Cómo podría tener confianza en él cuando el sólo quería usar sus habilidades y su cuerpo, para poseerla? Aún en aquel primer momento al despertarse, si bien ella había visto la amenaza, de algún modo se había sentido a salvo…

Tonterías. Probablemente había sido el entumecimiento que había embotado su temor del Normando. Nada había cambiado. Él era el enemigo y debía ser tratado con la misma cautela que Delmas y Lord Richard.

No, él no era como ellos. Gage Dumont podía ser despiadado, pero él nunca conspiraría y usaría la debilidad como medio para un fin. La rapidez con la que ella instintivamente rechazó la comparación la asustó. No debía ablandarse hacia él ahora. Debía usarle como él quería usarla. Él era el enemigo.


Ella no se despertó hasta casi el mediodía del día siguiente, y cuando abrió sus ojos vio a Gage sentado a sólo unos pies de distancia.

"¿Podemos hablar ahora?" Preguntó con gravedad.

Se despertó totalmente en el espacio de un latido del corazón. Se sentó muy erguida y tiró de la manta. "En este momento". Ella echó un vistazo alrededor de la tienda. "¿Dónde está Malik?"

"Fuera a la luz del sol. El día está templado. Es casi como de verano."

"Iré a preparar su comida."

"LeFont ha escogido a un hombre para que cuide de él. No la necesita." Él hizo una pausa. "Lo que pasó ayer no debe pasar otra vez. Hablaremos, Brynn."

"No discuto con usted." Ella agarró su capa y un trozo de jabón y cruzó hacia la entrada de la tienda. "Pero me siento asquerosa y medio dormida. Voy a la charca y me lavaré. Venga conmigo si gusta."

Ella esperó que él la rechazara. No estaba preparada para él aún.

"Seguramente que iré."

El sol era tan caliente como Gage había dicho, y ella contempló a Malik que contentamente dormitaba. Ella bajó la colina y entró en el bosque. Se arrodilló al lado de la charca y comenzó a salpicar su cara y luego gesticuló cuando vio su reflejo en el agua. Las escasas abluciones que había hecho anoche apenas habían rascado la superficie. Su pelo estaba enmarañado con la suciedad y las hojas y su cara-

Se tensó cuando oyó el crujido de las botas de Gage sobre las hojas secas mientras venía detrás de ella. No estaba lista. Quizás podría encontrar una manera- No, ella debía parar poniendo reparos. Había llegado a una decisión ayer y, si tenía que hacerlo, debería hacerlo con audacia y según su voluntad, no la suya.

Se levantó y lo afrontó. "Estaré con usted tan pronto como esta suciedad se limpie." Ella se levantó y desató el lazo de cuero que sujetaba su pelo. "Lamento estar sucia." Su pelo cayó sobre sus hombros y movió sus dedos por él. "He notado que tiene una aversión similar. Me sorprendió. Según el rumor, los Normandos se bañan sólo una vez al año."

"Y los Sajones tienen dos cabezas y escupen fuego y azufre. Sólo los tontos creen los rumores. ¿Ahora que hemos terminado con este discurso sobre la limpieza, me dirá que la trastornó tanto que se escapó y se perdió en el bosque?."

"No me perdí."

"No sea evasiva. ¿Qué le dijo aquel bastardo? Él era- ¿Qué diablos hace?"

"Quitarme mi vestido." Ella no lo miró mientras desechaba la ropa y luego se inclinó para desatar sus zapatos. "Le dije que no me gustaba-" Ella cruzó desnuda la charca hasta que el agua estuvo a la altura de la cintura. El agua estaba helada peor no sintió frío. Su carne estaba ardiendo…

"Míreme," Gage ordenadó con voz ronca.

Ella no quiso mirarlo. Quería zambullirse bajo el agua y refrescar su cuerpo rojo. Se obligó a girar y encontrar su mirada fija.

Ella inhaló bruscamente y estuvo de pie allí, mirándolo desvalidamente.

"¿Por qué?" Él preguntó. "¿Por qué ahora?"

"Es necesario." Ella tragó. "Debo ir a Redfern y usted dijo que debía ser… compensado."

Estaba de pie mirándola fijamente, un rubor cubría sus mejillas, las ventanas de su nariz se ensanchaban ligeramente.

Ella no podía llevar esto. Se volvió, bañando su cabeza en el agua, y febrilmente comenzó a lavar su pelo. "Aunque piense que la posibilidad de ganar un tesoro sería bastante compensación."

"No es bastante."

"Entonces es tan avaro como todos los hombres."

"Probablemente más avaro."

Brynn oyó un chapoteo. Ella se abrazó y le miró cruzar desnudo hacia ella. Poder. Muslos musculosos y pantorillas hendidas en el agua como si esto fuera un campo de batalla para ser conquistado. Un triángulo negro de pelo cubría su amplio pecho y rodeaba su-

Ella rápidamente subió su mirada fija hasta su cara e inmediatamente deseó no haberlo hecho. Su expresión había cambiado, se había intensificado, se habían hecho casi sensual. Él se paró al lado de ella.

"Soy avaro," él dijo densamente, "y más lleno de lujuria que cualquier hombre que alguna vez hayas tenido. A veces he querido devorarte, absorberte." Él extendió la mano y tomó el jabón de ella. "Todavía quiero." Enjabonó sus manos y luego tiró el jabón a la orilla. "No te muevas."

Ella no podía moverse aunque quisiera. Sólo podía alzar la vista hacia él mientras se aproximaba paso a paso. Se sentía enganchada, fascinada, incapaz de pensar.

Sus manos jabonosas se acercaron a sus pechos.

Ella saltó por el choque y su apretado agarrón. "No, no otra vez," él refunfuñó. "No me abandonas otra vez."

"No estaba… intentando escaparme."

"Bueno. Porque no va a pasar. Nunca otra vez." Sus manos se movieron sobre sus pechos, con cuidado pellizcando los pezones. "¿No sabes cómo sentí en el bosque anoche esperando que en cualquier momento te encontráramos muerta sobre la senda?" La acarició en las sombras, donde el agua estaba sólo hasta sus pantorrillas. "Estira tus piernas." Sus manos jabonosas ahondaron a bajo y comenzaron a frotar la espuma en ella.

Ella se arqueó hacia atrás por la sensación indescriptible que se disparó por ella. "¿Qué… estás haciendo?"

"Aliviarte." Dos dedos con cuidado entraron y comenzaron acariciar rítmicamente. "Soy un hombre grande. No quiero hacerte daño "

Que curioso, ella pensó aturdidamente. Delmas nunca se había preocupado si la hacía daño mientras su propia lujuria se saciaba.

Otra mano de Gage todavía sondeaba, su pulgar daba vueltas cuando encontró…

"¡No!" Ella gritó y se agarró a sus hombros.

Él se paró. "¿Te hice daño?"

La sensación era tan intensa, había parecido como dolor, pero ahora comprendió que la presión no había engendrado dolor pero una caliente palpitación y un vacío terrible. "Yo -no creo -así… "

"Bueno, porque no puedo esperar más." Sus grandes manos ahuecaron sus nalgas y la levantó. "Abrázame con tus piernas."

"Por qué -"

¡Él se hundió profundamente!

Ella dio un grito bajo y se agarró a él con muslos y manos mientras sus caderas se movían hacia adelante y hacia atrás y sus grandes palmas la sujetaban uniéndola a él. Ella se sintió ensanchada, parte de él. Ella no sabía que los hombres tomaban a las mujeres de esta manera, pensó confusamente. Quizás ellos no lo hacían. Sólo un hombre de la enorme fuerza de Gage podría-

"Muévete," él dijo espasmódicamente en su oído. "Ven a mí, dame…"

Ella ya se estaba moviendo, dándole el ritmo que él exigía. Quería estar más cerca, tenía que estar más cerca.

Él estaba atravesando el agua hacia la orilla, sosteniendo su unión mientras se movía desesperadamente contra él. Ella había visto el acoplamiento de animales en el bosque con esta misma urgencia. Ella no era un animal…

Pero ella tenía que moverse, tenía que dar…

Ella estaba sobre su espalda sobre las hojas sobre la orilla y él era una forma masiva sobre ella.

Dentro. Fuera. Largo. Corto. El cielo era un aspecto azul borroso más allá de su hombro, y con cada aliento que sollozaba ella recibía el olor rico de la tierra y el pino y el jabón. El sonido de hojas secas que crujían bajo sus cuerpos era tan sensual como su áspera respiración en su oído. Él no se contentaba con tomarla, haciéndola dar todo.

No era decente, ella pensó desordenadamente. La estaba absorbiendo mientras le decía lo que quería que hiciera. Ella no quería sentir esto.

"¡Dámelo!" Su tono era gutural. "No me resistas. Te estás refrenando."

¿Qué quería? No podía dar más de ella de lo que estaba haciendo.

Gritó cuando él la demostró su error. Su espalda se arqueó hacia arriba mientras su cuerpo se atormentaba por la liberación.

Ella yacía allí jadeando, estremeciéndose mientras los increíbles espasmos la atravesaban.

"Sí, eso es lo que quiero." Su sonrisa era salvaje mientras él se movía más rápido, más duro. Se puso rígido y luego gimió y bajaba progresivamente sobre su cuerpo.

Él la había dado su semilla, ella comprendió. Qué extraño que no sintiera ninguna repulsión. La necesidad se había ido, pero la paz que seguía era como un caliente, calmante bálsamo. Nunca había sido como esto antes. Sus brazos instintivamente se apretaron sobre los musculosos hombros de Gage.

Él levantó su cabeza y bajó la mirada hacia ella. Un rizo de pelo negro estaba sobre su frente y se balanceaba con cada aliento. "¿Sacrebleu, qué me hicisteis?"

Ella no sabía lo que quería decir. Sus palabras no tenían sentido, cuando era él quien había instigado a esta increíble conexión. "Nada". Su voz era tan débil, era casi inaudible. ¿Dónde estaba la audacia y la autoridad que ella había esperado conservar con esta situación?

"Diablos que no lo haces." Sus brazos se apretaron alrededor de ella y dio una vuelta sobre su lado, todavía manteniéndola unida a él. La acción la sobresaltó. Delmas siempre tomaba su placer y luego la dejaba sola. Ella se sintió encadenada, poseída, como una parte de su gran cuerpo mientras duraba el acto en sí mismo.

"Yo… deseo que me dejes," ella susurró.

"¿Por qué?"

"No es… adecuado."

Él rió en silencio. "Discrepo. Estás tan maravillosamente apretada, es un poco cómodo, pero quepo muy bien."

El calor picó sus mejillas. "Y tan débil conversación no cabe tampoco. Es esto como los Normandos conducen su…" Ella se calmó, mientras no podía encontrar la palabra para lo que había transpirado entre ellos. No era el acoplamiento que conocía.

Él ladeó y deslizó su lengua sobre su pezón y después hizo una mueca. "Todavía sabes a jabón. Temo que yo no te aclarare a fondo. No me sorprende. Casi te tomé mientras estabas con el agua hasta la cintura."

¿Cómo habría sentido eso? El agua fresca y él caliente y duro dentro de ella…

Él mordisqueó de repente el tenso pezón. "Veo que te gusta la idea. ¿Volveremos en la charca?"

Dulce cielo, su cuerpo estaba cambiando, estaba a punto. ¿Qué la pasaba? "¡No!" Sus manos se apretaron en puños a sus lados para que ella no las llevara hasta su pelo. "Déjeme ir. Ha sido compensado bastante."

Él se puso rígido. "¿He sido?" Despacio levantó su cabeza y bajó la mirada hacia ella. "No lo pienso así. Soy un hombre que requiere grandes cantidades de compensación." Él deliberadamente alcanzó y ahuecó sus nalgas con sus manos y la acercó más. "Gracias por recordarme que no necesito preocuparme de abusar de ti. Admito que por un momento olvidé cuáles eran los términos de nuestro arreglo." Sus manos se abrieron y se cerraron sobre la suave carne. "Todo esto de la compensación por Redfem. Debes desear muchísimo ir allí."

"Sí."

"Y dime, ¿qué te contó el hermoso joven manirroto para convencerme para te lleve de vuelta a Redfern?" Él habló de una manera casi ociosa, pero había una amenaza subyacente que la llenaba de inquietud.

"Eso no era la razón yo-"

"Ah, entonces lo hizo." Él con cuidado pellizcó su nalga. "Que muchacho tan inteligente para usar a una mujer para lograr sus objetivos. Debes haber tenido buen uso para obedecer sus órdenes para estar tan dispuesta a darme placer." Su tono sedoso se endureció. "Espero que no estés decepcionada. Claramente prefieres a los niños dorados que te usan de puta para ellos."

Ella no debería haber sentido ese dolor cuando era lo que ella quería que él pensara. "Déjeme ir."

"Te dije, que todavía no he acabado." Él de repente se volvió sobre su espalda y la levantó sobre él. " Deberías ser consciente de esto por ahora."

Él era conmovedor dentro de ella, ella comprendió con asombro. "¿Otra vez?"

"Pareces sorprendida." Él alcanzó el monte de sus pechos "Parece que los Sajones tiene poco de que jactarse sobre su virilidad."

"¿Qué haces? En esta posición me siento… muy extraña."

"No durará." Él tiró su pelo sobre sus hombros y lo enrolló alrededor de sus pechos. "¿Otro antes? Bueno. Sé que debería apreciar cualquier pequeño truco que hayas aprendido, pero, por alguna razón, la idea de que tú te acuestes con otro hombre me disgusta."

"No sé trucos."

"Quizás ninguno obvio." Su risa se descoloró y su expresión se hizo severa. "Pero el placer de una mujer provoca bastante, y tienes un apetito definido por el deporte. Entonces no me muestres nada de lo que cada uno te haya enseñado." Sus caderas se movieron hacia arriba a ritmo de cada palabra. "Quiero que finjas que eres como Eva en el paraíso."

Sería una tarea fácil, ella pensó vagamente mientras se agarraba a sus hombros. La lujuria era nueva para ella. Todos esto era nuevo -hambre, necesidad, placer. Se mordió su labio inferior mientras como él comenzó a levantarla con cada empuje, para enviarla hacia aquella liberación explosiva que había conocido antes. Era extraño que el placer violento y la suave curación pudieran venir del mismo acto. Querido Dios, Estaba disfrutando de ello demasiado. Seguramente sólo las putas gustaban a los hombres para hacerles estas cosas.

Era sólo porque era Gage Dumont. Un hombre de tal poder naturalmente generaría profundos sentimientos. Nunca la había tentado probar este placer con nadie más. Cuando se separaran ella recuperaría su fría aversión a copular. Cuando él se fuera…

El pensamiento trajo extraño, hiriente estirón brusco que la sorprendió y asustó. Ella no se preocupaba por él, se aseguraría rápidamente. Lo usaría como él la usaba y-

"Páralo!"

Ella bajo la miraba hacia él.

Un ceño feroz torció su cara. "Piense en mí," él dijo rudamente. "Sólo en mí, maldita sea."

"Yo no estaba-"

"Estabas." Él empujó profundamente, acelerando el ritmo. "Pero no más."

Su garganta se arqueó mientras olas detrás de olas de placer la bañaban.

Podía ser una debilidad carnal, pero ella sería una idiota por apartar este placer cuando su razón de aceptar al Normando era justa y correcta.

Ella no era una idiota.


Ellos no volvieron al campamento hasta casi el crepúsculo y las antorchas de la tarde alumbrados la ladera.

Brynn frunció el ceño mientras la repentina ansiedad la golpeaba. "No debería haberlo dejado tanto tiempo."

"¿Malik? Me aseguré de que estuviera bien cuidado."

"Pero era mi deber." Y había violado aquel deber, pensó con repugnancia. Había tardado toda la tarde, apareándose repetidas veces como un animal en el celo. ¿Por qué no había protestado? "Debería haber estado con él."

"Dijisteis que él no estaba en peligro." Un rastro de impaciencia mostraba el tono de Gage. "Y puedo indicar que yo era quien la trajo aquí para curarlo y soy quien define sus deberes."

Le miró con sorpresa. "Es verdad que tú me has traído aquí, pero cuando me le entregasteis, tu parte terminó. No puedes decirme como curar o cuales son mis deberes. Sólo puedes decidirme que es necesario ahora." Pero hoy ella había puesto en un lado de la balanza la salud de Adwen y dejó su responsabilidad hacia Malik en otro lado. Cielo querido, era difícil servir las necesidades de todo el mundo. "¿Cuándo vamos a Redfem?"

Era consciente de una leve rigidez en el comportamiento de Gage. "Pronto".

"¿Cuándo?"

"¿Piensas que te mentí? Te aseguro, que siempre mantengo los términos de mis tratos."

"No dudo de tí. ¿Cuándo?"

Él estaba silencioso y luego dijo, "En dos días, si Malik está lo bastante bien para viajar."

"Estará bastante bien. Iremos despacio."

Los labios de Gage se torcieron. "¿Dónde está toda tu preocupación por el bienestar de Malik? Parece desvanecerse en su impaciencia por alcanzar Redfern."

"Eso no es verdad," Dijo con ferocidad. "Pero debo encontrar un justo equilibrio."

"¿Qué tipo de equilibrio?"

Malik contra Adwen. Su deber era con ambas, pero ahora temía que la necesidad de Adwen fuera más grande. Pero Gage no conocía a Adwen y era totalmente fiel a su amigo. "No lo entendería."

Él rió amargamente. "Oh, pienso que entiendo muy bien."

Su tono era tan amargo, ella le echó un vistazo. Luz y oscuridad. Poder y fuerza. Los rayos del sol poniente tiñeron su pelo negro y aún sus ojos azules sostuvieron una luminosidad brillante. Su expresión pareció suavizarse. Ella una vez pensó que era casi feo, sus rasgos demasiado brutales. Aún, hasta entonces cuando no podía ver ninguna belleza, era consciente de aquella aureola de poder que dibujaba. En cualquier parte donde estuviera su presencia la había obligado a luchar para impedir mirarle fijamente. Estaba ejerciendo esa misma fascinación en este momento, pero ahora que conocía sus texturas, era peor. No sólo quería seguir mirándole, quería extender la mano y tocar su áspera plana mejilla y-

Retiró la mirada de él y sus pasos se aceleraron mientras alcanzaban el borde del campamento.

Malik ya había entrado en la tienda y el guisado de conejo rebosaba en el pequeño fuego. LeFont le hablaba a un joven soldado y alzó la vista con una risa mientras Gage y Brynn se acercaban.

"¿Cómo está Malik?" Gage preguntó.

"Haciéndolo bien, mi señor. Tuvo un buen día. Muy bueno. Se sintió bastante bien para participar en un juego de dados conmigo y unos cuantos más." Él gesticuló. "Ahora posee mi silla. Aunque él gentilmente me permite usarla hasta que pueda encontrar el dinero para rescatarla de él."

"¿No le cansó?" Brynn preguntó rápidamente.

LeFont sacudió su cabeza. "Nos paramos cuanto parecía cansado. Podría haberse cansado más pronto. Podría haber terminado el día siendo un hombre más rico."

No debería haber estado lejos tanto tiempo. Que esos fuertes soldados consideraran debilitado no era confiable. Brynn se apresuró hacia la tienda.

Malik alzó la vista con una amplia sonrisa burlona. "Buenas noches, Brynn. Ahora poseo una silla, una brida de montura de plata, y bastante oro para-"

"Así lo escuché." Su color era bueno, sus brillantes ojos oscuros. Estaba probablemente sobreexcitado, pero quizás el día de juego no había hecho daño. Había alcanzado el punto cuando el aburrimiento arrastraba el espíritu, y era bueno para el cuerpo. Se relajó y rió. "Quizás mañana puede dar a LeFont una posibilidad para recuperar su silla." Ella se arrodilló al lado de él. "Pero pienso que debo estar aquí para asegurarme de que no exagere."

Su risa se marchitó mientras decía, "Eso no es necesario. No si Gage… te requiere."¿Hizo una pausa antes de preguntar, "¿No luchó?"

El calor chamuscó sus mejillas. Había esperado que Malik comprendiera que había pasado entre Gage y ella, pero no esperaba sentir esta torpeza… esta posesión. Gage no estaba incluso en la tienda, y aún era como si él estuviera todavía dentro de su cuerpo. "No".

"¿Fue bien? ¿No te dañó?"

"No me hizo daño." Apartó la manta y comprobó su venda. "¿Lo esperaba?"

"No…" Él se encogió. "No es por lo general violento con las mujeres, pero contigo… Ha sido de lo más insólito. Soy feliz de que decidieras rendirte."

"No me rendí," Dijo, picada."Llegamos a un acuerdo."

"¿Acuerdo?"

"Salimos hacia Redfem en dos días." Ella se elevó a sus pies. "Conseguiré su cena."

"Brynn…" Malik sacudió su cabeza. "Sé que cuando tienes poco en tu vida, las atenciones de un hermoso bribón como Richard de Redfern parecerían atractivas, pero él no se merece esto. Aunque si va a Redfern, Gage no le permitirá volver a su cama."

"Volver a-" De repente varias de las referencias obscuras de Gage sobre Richard comenzaron a esclarecerse. "¿Richard le dijo que él me había usado de ese modo?"

"Con alta alabanza para ambos su entusiasmo y sus habilidades lascivas." Malik añadió con cuidado, "Así puedes ver que él no es digno del afecto que le procesas."

Ella lo miró con incredulidad. "¿Afecto?"

"¿No?" La mirada fija de Malik se estrechó sobre su cara. "¿Si no sientes afecto por él, por qué deseas volver a Redfem?"

Durante un instante estuvo tentada a hablar de Adwen. Malik era amable y entendería.

Pero él también se sentiría obligado a decírselo a Gage Dumont, y el Normando era un hombre duro. Podría pensar que ella había colgado el tesoro delante de él para atraerle a Redfem sólo para el bien de Adwen. Dejar a Gage creer que era lo bastante tonta para adorar a aquel monstruo. En este momento él pareció tener algún sentimiento de posesión con ella, y sus instintos de guerrero le conducirían a marchar hacia la guarida de Richard para desterrar cualquier amenaza.

"No dije que no sintiera ningún afecto por Lord Richard." Abandonó la tienda y cruzó con brusquedad hacia el fuego donde LeFont y Gage todavía hablaban.

Gage echó un vistazo lejos de LeFont y levantó sus cejas inquisitivamente.

"Está bien," Ella dijo de manera cortante. Añadió a LeFont mientras llenaba un tazón del caldero que echaba vapor, "e impaciente ver que otros premios puede ganar mañana. Pienso que tiene un ojo echado sobre su caballo, Capitán."

LeFont gimió. "Estaré contento cuando esté de nuevo sobre sus pies. Aunque para entonces, yo también puedo ser suyo."

Una risa tiró de sus labios. "Es completamente posible."

El capitán bosquejó un rápido saludo a Gage y se alejó.

Podía sentir los ojos de Gage sobre ella y sintió una ola de inquietud. Cada acto, cada palabra, parecida diferente ahora. Se movió rápidamente hacia la tienda.

"Espera, " Gage murmuró.

No lo miró. "Malik tiene hambre."

"¿De repente tengo dos cabezas? ¿Por qué no me miras?"

Se obligó a mirarle directamente. ¿Alguna vez sería capaz de contemplarlo sin recordarlo agachado desnudo sobre ella, los músculos de su estómago apretados mientras se movía desesperadamente dentro de ella? De repente experimentó un cosquilleo caliente entre sus muslos.

"Ah, eso está mejor," dijo suavemente. Extendió la mano y tocó sus labios con sus dedos. "Tu boca está hinchada. Fui demasiado áspero contigo. Intentaré ser más gentil la próxima vez."

Había sido áspero. Ambos habían sido ásperos y desesperados e insaciables. Ella había encontrado su lujuria con una lujuria tan desvergonzada, pensó con disgusto. Fue todo muy bien para decirse a ella misma que era bueno disfrutar del acto, pero no debía haber sido arrastrada y olvidar su objetivo. Dio un paso atrás, girando su cabeza para evitar su tacto. "No esperaba que fueras amable conmigo. Debes hacer como quieras."

La suavidad desapareció de su expresión. "Y te sometes dócilmente y extiende tus piernas sin importar cuanto lo detestas." Éxtendió la mano y agarró sus hombros. "No me mientas. No fuiste ninguna mártir. Tengo marcas de uñas sobre mis hombros para demostrarlo."

"No hice-" Se paró y fatigosamente sacudió su cabeza. Ella daba demasiado en el engaño, y eso la ahogaba. No mentiría en esto. "Intenté que no me gustara. No sé por qué lo hice. No podía evitarlo." Ella agregó titubeantemente, "pienso que quizás no eres como otros hombres."

La sorpresa parpadeada en su expresión. "Y sé que tú no eres como otras mujeres. No estoy acostumbrado a tal honestidad." Su apretón se aflojó y luego su mano se alejó de ella. "Si es honestidad. Podría ser una estratagema para adular mi amor propio. Sería un movimiento inteligente y eres una mujer muy inteligente."

"Una mujer debe ser inteligente o ser usada." Se movió hacia la entrada de la tienda. "Y no me preocupa lo que creas."

"Mientras consigue lo que quiere de mí." Él rió sardónicamente. "Eres muy libre con sus palabras. ¿Qué pasa si cambio de opinión sobre ir a Redfern?"

"No cambiará de opinión. Malik dice que siempre mantiene su palabra." Le echó un vistazo sobre su hombro. "Y creo que dice la verdad."

"Un golpe y luego una caricia. Me pregunto porque tu Lord Richard no te estranguló antes de lanzarte hacia mí." Hizo una pausa antes de agregar, "Pero tienes razón, pienso ir a visitar Redfern. No puedo esperar para ver que merece tal sacrificio."

Le había enfadado, no herido. No debía engañarse pensado que tenía el poder de hacerlo sentir algo más que lujuria y cólera. No debía probar o intentar entender o hacer nada que la acercara a él. Era un hombre notable, pero un hombre que quería un reino no tenía ningún lugar en la simple vida que ella quería vivir en Gwynthal. "No tendrá que esperar mucho. Dijo que nosotros podríamos marcharnos en dos días."

No esperó una respuesta, entró en la tienda.

Fue consciente de su mirada fija malhumorada sobre ella durante la hora siguiente mientras alimentaba a Malik con el guisado, comió un poco ella misma, y luego con cuidado lavó su cara. Estaba ya dormido cuando le envolvió con la manta y se movió para extender su capa sobre la tierra.

"No, no allí," Gage dijo. Él acarició su camastro. "Aquí".

Ella se tensó y luego se forzó a relajarse. "¿Me avergonzaría delante de su amigo?"

"Mi amigo duerme el sueño de los muertos." Él repitió con más énfasis, "Aquí."

Ella se movió despacio a través de la tienda. "Nos has tenido… ¿No fue bastante?"

Él la alcanzó y la puso al lado de él. La colocó en forma de cuchara, con su espalda hacia él, y luego tiró la manta sobre ella. "Por el momento." Su mano cubrió su pecho. "Pero uno nunca sabe cuando se requiere una remota compensación. Te prefiero al alcance. Venga a dormir. Te despertaré cuando te necesite."

¿Cómo podía dormir cuando su corazón casi saltaba de su pecho? "No me gusta esto. Me incomoda."

"Te acostumbrarás a ello. Me gusta muy mucho." Sus labios rozaron su oído. "Sabías que quería llevarte lejos de Malik desde aquella primera semana. Te quería en mi cama, no en la suya."

Sí, sabía que había querido de ella, pero no había soñado que en realidad quisiera hacer las cosas que él le había hecho. Qué lejos había llegado desde la noche en que Lord Richard le había traído allí. Incluso ahora comenzaba a relajarse, cediendo su cuerpo, ablandándose, aceptando la forma en que Gage la quería. Era caliente, agradable… Y seguro. ¿Cuánto tiempo hacía desde que ella no se había sentido segura? "No sabía que tuviera que dormir contigo."

"Y ahora lo haces."


"Preferiría dormir sola," mintió.

Él no contestó.

Los minutos pasaron y finalmente la tensión gradualmente desapareció. Qué fácil y natural sería estar allí con él. Era un hombre que siempre haría exigencias, pero no exigía nada de ella ahora.


"Tengo noticias que decirte, mi señor. Un jinete acaba de venir del campamento de su gracia."

Era la voz de LeFont, Brynn comprendió con voz somnolienta, y pareció dudoso, no confidente. Abrió sus ojos para verlo de pie en la entrada de la tienda, la silueta contra el pálido cielo gris. Las noticias no debían ser buenas si pensaba que era necesario despertar a Gage a esta temprana hora.

Gage quitó su brazo de alrededor suyo y se sentó. De repente se sintió helada y sola. Extraño, siempre dormía sola excepto cuando curaba…


"¿Qué noticias?" Gage preguntó de manera cortante.

"Hardraada está muerto."

El cuerpo de Gage se sacudió como golpeado por una bofetada. No habló durante un momento. "¿Está sseguro?"

LeFont cabeceó. "William tenía a los prisioneros Sajones tomados en Hastings preguntados. Handraada invadió Inglaterra desde el norte sólo hace un corto tiempo antes de que nosotros aterrizáramos sobre la orilla del sur. Harold acababa de volver de derrotarlo en-"

"¿Pero estás seguro de que Hardraada está muerto?"

LeFont vaciló, y luego dijo sin rodeos, "Bastante seguro. Recibió una flecha en la garganta en Stamford Bridge."

Dolor. Brynn jadeó y se agachó lejos de Gage.

Él estaba sentado todavía, y su voz había sido totalmente impasible, pero las ondas de agonía que le recorrían eran dolorosas para ella, rasgándola.

LeFont siguió. "Magnus es ahora el rey de Noruega."

"Gage, mi amigo." la voz de Malik llegó profunda y apacible a través de la tienda. "Sabías que ocurriría algún día. Los hombres como Hardraada no mueren en la cama."

"No. Él no habría querido ningún otro final." Una nota de burla amarga de repente entró en su voz. "No tienes que tratarme con tal suavidad, Malik. Cesó de ser todo para mí hace mucho. No espere que me aflija por él." Apartó la cubierta y se elevó sobre sus pies. "Mi único pesar es que él no sabrá que he ganado una excelente rebanada de esta Inglaterra que él perdió."

Cruzó la tienda y fue seguido estrechamente por LeFont.

Dolor. Dolor. Peor porque estaba oculto.

Brynn se abrigó con sus brazos alrededor de ella y se meció hacia adelante y hacia atrás. ¿Qué la pasaba?

"¿Brynn?" Malik preguntó.

No quería ir detrás de él. No quería estar cerca de aquel dolor. No podía estar de pie. No había sentido otro dolor con esta intensidad desde que su madre había muerto. ¿Por qué exponerse cuándo probablemente no podía ayudar?

Dolor. Incluso más hondo ahora que el primer choque te descolocaba.

Tiró la manta y brincó a sus pies.

"No vayas, Brynn," Malik llamó detrás de ella mientras se movía hacia la entrada. "Es mejor solo… No te dejará ayudarlo."

"No puedo dejarlo solo," Dijo sin firmeza. "¿Piensa que quiero ir? Tiene que pararse. No puedo-"

Estaba fuera de la tienda, su mirada buscaba.

Gage bajaba colina hacia el bosque. Su espalda estaba recta como una vara y su paso rápido, sus ojos enfocaban hacia adelante.

"¡Espera!" Ella voló detrás de él.

No se paró; no se comportó como si la oyera.


Ella lo alcanzó mientras entraba en el bosque y corría con él.

"Vuelve con Malik," Gage dijo bruscamente.

"No."

"No te quiero aquí."

"No quiero estar aquí." Para mantener la paz, ella tomó dos pasos por cada uno de sus largas pisadas. "¿Piensas que me gusta atravesar corriendo el bosque con la primera luz del día? Mis pies están ya mojados por el rocío y yo-"

"Entonces vuelve al campamento."

"No puedo hacer eso."

"¿Por qué no?"

"Me necesitas."

"Qué impaciente te has vuelto. Cuando te necesito extenderás tus piernas y haré uso de ti. No tengo ningún deseo ahora."

Se estremeció por la crueldad de las palabras si bien sabía que a ciegas repartir los golpes. "¿Dónde vamos?"

"A ninguna parte. A todas partes. Estoy pensando que hacer."

"Entonces iré también."

"¿Tienes un problema con el oído? No te quiero aquí." Cruzó la maleza, su paso se incremento hasta que ella casi se corría para seguir en contacto con él.

No la prestó más atención como hubiera sido un sabueso que se apresuraba en sus talones.

El viaje continuó durante un largo rato mientras cielos grises se convertían en delicados rosados de alba y luego en deslumbrante luz del sol llena de brillo.

Ella no podía respirar y un dolor comenzó en su lado derecho. ¿Dios querido, él nunca se pararía?

Cuando él alcanzó una cinta estrecha de una corriente, dio vueltas sobre ella y escupió entre dientes, "Jadeas como un caballo caído, mujer estúpida."

"No me caeré." Soltó un pronto suspiro, agradecida por un momento de respiro. "Puedo seguir tanto como puedas tú."

La miró fijamente un momento y luego se arrodilló en la corriente y comenzó a salpicar agua en su cara.

Se sentó al lado de él, asiéndose fuertemente un lado con su mano.

La puso mala cara. "¿Qué pasa?"

"Nada. Una punzada en el costado." Ella se arrodilló, ahuecaba sus manos en el agua, y las levantó para beber. "Tu paso es más largo que el mío."

"Entonces no deberías haber sido tan obstinada."

"No podría hacer nada más." Estudió su expresión; había poco para ver. Todo estaba dentro, oscuro y dando vueltas y retorciéndose. Debía salir, pero no sabía si sería capaz de llevarlo. "Hay demasiado dolor en ti."

"No hay dolor." Le dio un vistazo burlón. "¿Y qué si así fuera? ¿Qué podrías hacer? ¿Tienes un bálsamo mágico que cura el espíritu así como el cuerpo?"

"No."

"¿Entonces me tocarás y sanarás el daño?"

"No puedo tocarte."

"¿Por qué no?" Ofreció sus brazos, sus ojos destellaban con la imprudencia. "Venga miénteme como lo hiciste a Malik. Déjame ver lo que la magia puede tejer."

Se alejó de él. Hasta el pensamiento de unirse con él enviaba una sacudida de pánico hacia ella. "No hay ninguna magia en mí." Bajó la mirada hacia el reflejo hacia las aguas que se ondulaban por la corriente. Su imagen se había deformada, más fácil de aceptar que la realidad. "¿Amabas tanto a Hardraada?"

Él no contestó.

El veneno debía salir. "Encuentro extraño que mantengas tal afecto cuando Malik dice que él rechazó llamarte su hijo."

"No mantengo tal afecto." Sonrió amargamente. "Sostuve su trono con afecto pero él no vio motivo para dármelo."

"Pienso que es más que el trono."

"Entonces eres una idiota. ¿Por qué debería amar a un hombre que me desterró de su tierra?"

"¿Él te desterró? ¿Por qué?"

"Vio demasiado de él en mí. Tuvo miedo de que yo extendiera la mano y que tomara lo que él no me daba." Se encogió. "Quizás tenía razón. Quizás alguna vez yo habría pensado poner cicuta en su cerveza."

"Nunca habrías hecho eso."

"Él pensó que podía."

"Entonces él era el idiota. Nunca dañarías a nadie que ames." Ella levantó su mirada fija de la corriente. "Y amabas a Hardraada."

"Te he dicho que no le tenía-" Soltó y se encogió. "Podría ser que yo me preocupara por él cuando le conocí al principio. Yo era sólo un muchacho joven y él pareció… todo. Era probablemente el guerrero más gran que nunca conoceremos y siempre buscaba triunfos nuevos. Incluso también tenía una gran alegría por la vida."

"¿Cómo le conociste?"

"Fui enviado a su corte cuando tenía doce años." Sus labios se torcieron. "Mi abuelo era muy ambicioso. Puso a su hija en el camino de Hardraada cuando él se encontraba en Bizancio, esperando que él se volvería lo bastantes loco para casarse con ella. Fue una esperanza falsa, pero Hardraada puso su semilla antes de volver a Noruega."

"¿Y su abuelo te envió a Hardraada?"

"¿Por qué no? ¿Qué mejor manera para un comerciante que levantarse en el mundo que tener a un príncipe como nieto?"

"¿Y su madre?"

"Mi abuelo la permitió moverse de Constantinopla cuando me destetaron. Ella había cumplido con su deber y encontró la vida en el pueblo demasiado difícil y llena de vergüenza como la madre de un bastardo."

¿Y qué difícil había sido la vida del bastardo en aquel pueblo francés? Brynn se preguntó tristemente. Ninguna madre, un abuelo que deseó usarlo sólo por el beneficio, y un padre que lo había tratado con descuidado afecto mientras él no suponía ninguna amenaza.

Aquel período paradisíaco no podía haber durado mucho. Gage nunca se hundiría en el fondo y siempre sería un hombre con quien se podía contar. Casi deseaba poder haber visto a Hardraada y al joven Gage juntos. "¿Cuándo te desterró?"

"Volví a Normandía hace varios años."

Había dejado a Hardraada para convertirse en un príncipe de comerciantes cuando negaron sus derechos de nacimiento. Gage nunca aceptaría la derrota; seguiría intentando arrancar a la fuerza una victoria de ello. "Estabas mejor sin Hardraada."

"¿Estaba?" Sus labios se afilaron. "¿A quién juzgas? Creo que el trono de Hardraada me habría encajado muy bien."

"No creo que quisieras su trono."

"No necesitaba nada más de él." Él la fulminó con la mirada. "Nada."

Nunca admitiría la necesidad que había estado allí, pero hablando sobre su padre había aliviado un poco el dolor. Ella podía sentir el nudo en su propio pecho aflojarse. "Si lo que dices es verdad." Ella se elevó a sus pies. "Si no te importa, volveré al campamento ahora."

Podía sentir su sorpresa en el repentino movimiento. "Creo que esto es lo que has estado intentado conseguir hacer desde que nos marchamos."

"Yo no podía hacerlo entonces. Era más fácil ahora." Comenzó a volverse.

"¡Espera!" Él extendió la mano y tomó la suya.

La amargura y el dolor, lágrimas que no se derramarían, la soledad y la oscuridad.

Ella se volvió rígida cuando las emociones se precipitaron sobre ella, la abrumaron. Desesperadamente quería quitar su mano. ¿Aún dónde todo el dolor iba si ella no lo aceptaba? "Por favor", ella susurró, cerrando sus ojos. "Por favor, no."

"¿Qué pasa, maldita sea?"

"Tu dolor. Lo siento. Por favor, no me hagas sentirlo. Duele…"

Él liberó su mano.

El dolor se había ido pero ahora él estaba solo. No debía estar solo. Ella extendió la mano y tomó su mano otra vez. Ella gimoteó mientras el fresco dolor la atravesaba.

"¿Qué demonios te pasa?" Preguntó severamente.

"No sé. Nunca ha sido como esto…" Ella extendió la mano a ciegas y tomó su otra mano. Más dolor cayó a torrentes sobre ella, pero él no debía estar solo. Entonces, de repente, ella sabía que tenía que hacer. Dejar de luchar al dolor y unirse con él, dejando al dolor abrumarla.

Los lágrimas se deslizaron por sus mientras se acercaba y ponía su cabeza sobre su pecho.

"Cristo." Él estaba de pie allí, tieso e inflexible. "Para."

Ella sacudió su cabeza.

"¿Por qué diablos estás llorando?"

Ella susurró, "Porque tu no puedes. Porque tiene que ir a algún sitio."

"Estás loca mujer."

Los lágrimas caían sin cesar.

Él se distanció y bajó si mirada hacia su cara. "Estás loca," repitió. Su índice se deslizó y siguió el rastro de lágrimas por su mejilla. "Esto no es bueno," dijo densamente. "Para."

Los lágrimas aliviaban mientras él se aliviaba. Ella tomó un aliento profundo, inestable y luego tragó. "He parado. Volveré ahora." Ella se giró y se movió rápidamente hacia la senda. "He hecho lo que podía."

"¡Espera!"

Ella echó un vistazo sobre su hombro.

"Nos hemos alejado un largo camino del campamento," dijo titubeantemente. "¿Serás capaz de encontrar el camino de vuelta?"

Estaba preocupado por ella. El calor la atravesó, y rió. "Crecí en los bosques. Yo nunca podría perderme."


Gage no volvió en todo el día y no estaba en el campamento cuando apagaron la lámpara cerca de la medianoche.

Bryrm estaba todavía despierta cuando Gage se metió bajo la cubierta y la envolvió con sus brazos.

Dolor sordo, dolor, resignación. No agradable pero soportable.

"Si comienzas a llorar otra vez, te morderé," susurró en su oído. "Odio a las mujeres llorosas."

"No lloraré."

"No te entiendo." Su tono parecía confundido.

"Lo sé."

"Y no creo que puedas curar por el tacto o saber lo que siento."

"Entonces no lo creas."

"Y no pienses que unas pocas lágrimas por mí ablandará mi resolución. No tengo ninguna necesidad de ellas."

"Me alegro para ti. Ahora tengo necesidad de dormir." Ella cerró sus ojos. "Buenas noches."

Ella lo oyó murmurar algo y luego un brazo grande la abrazó contra su cuerpo. Vinculación. Su corazón se hundió cuando comprendió que el sentido de conexión estaba todavía allí. Había rezado para que hubiera desaparecido cuando su dolor fuera menos agudo. No tenía sentido. Era como si la lujuria les hubiera unido rasgando aparte un velo que ella nunca podría sustituir. Bien, ella debía dar tiempo.

"Brynn."

"Sí."

"No necesito tus lágrimas." Él hizo una pausa y luego dijo, "Pero te agradezco el vertido de ellas."


Las palabras bruscas infinitamente conmovedoras. Quiso extender la mano y acariciarlo, tomarlo. No debía. Ella debía reconstruir las barreras que desconcertantemente habían sido rasgadas por la mitad.

"Ningún agradecimiento es requerido," ella dijo con reserva. "Es mi deber ayudarte."

Sus brazos permanecieron alrededor de ella, pero ella era consciente de retirada. Bueno. Mantenerse lejos. No acercarse. No aproximarse otra vez.

"Estoy feliz de que comprendes donde está tu deber," Gage dijo, burlándose de ella. "Estoy seguro continuarás haciéndolo así cuando alcancemos Redfem."

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