Celebraron una cena en el restaurante mexicano de Bill porque estaban en Los Lobos y no había otro lugar mejor en el que celebrarlo.
– Sólo tenemos unos minutos -dijo Riley, mirando el reloj y luego a la enorme televisión que Bill había instalado en la sala.
– No me puedo creer que Zeke vaya a salir en el programa de Jay Leno. ¿No te parece genial? -preguntó Gracie, apoyándose sobre él.
– Sí -admitió Riley, aunque su idea de lo que era verdaderamente genial era estar con Gracie. Se casaría con ella a la mañana siguiente y luego se marcharían a Hawai para pasar una romántica, aunque corta, luna de miel. Tenían que estar de vuelta cinco días después para la ceremonia de juramento.
– Si te van a llamar Su Excelencia el Alcalde, ¿soy yo la señora Excelencia?
– No tengo ni idea -respondió él con una carcajada,
– Es la hora -dijo Vivían, desde el otro lado de la mesa-. Me pregunto si podremos ver a Alexis entre el publico. Debe de estar tan nerviosa…
– Pero muy orgullosa también -apostilló Tom, Riley miró a la pareja. Aún no habían decidido volver a casarse, pero estaban saliendo y Gracie tenía muchas esperanzas.
– Sube el volumen de la tele -gritó alguien.
Gracie lo subió y luego se abrazó a Riley.
– Sabes que te quiero, ¿verdad? -susurró.
– Sí.
– Sobre la familia que queríamos empezar inmediatamente…
Riley sintió que se le detenía el corazón.
– Gracie…
– Tengo otra prueba de embarazo que me acabo de hacer. ¿Quieres verla?
Riley, empezó a reír. Como Zeke acababa de contar su primer chiste, todo el mundo creyó que se reía por eso y le acompañó. Riley se colocó a Gracie en el regazo y empezó a besarla. Se lo contaría a sus amigos y familiares más tarde. En aquellos momentos resultaba suficiente saberlo y tener a Gracie cerca sintiendo que estaba enamorada de él.
¿Estás segura? -le preguntó, más contento de lo que podía expresar con palabras.
– Por supuesto -contestó ella con una sonrisa-. Esto va a hacer que la ciudad te quiera aún más.
– Tú eres la única que me importa.
– Claro, pero tendré competencia. Todas las señoras de la ciudad van a empezar a hacer punto. Va a ser genial.
– Lo mejor -susurró Riley-. Tú siempre haces que sea lo mejor.