A mis hijos,
Beatie, Trevor, Todd, Sam, Victoria, Vanessa, Maxx y Zara,
que han viajado lejos conmigo,
con fe y buen humor y mucho amor
Y a Nick,
que está seguro en las amorosas manos de Dios
Con todo mi amor
D. S.
Mi viaje ha sido largo. No lo lamento. A veces la senda se ha presentado oscura y peligrosa. Otras veces, alegre, salpicada por el sol. Ha resultado difícil más a menudo que fácil.
El camino ha estado lleno de riesgos desde el principio: el bosque era espeso; las montañas, altas; la oscuridad, aterradora. Y en todo el trayecto, incluso entre la bruma, hubo un pequeño punto de luz, una diminuta estrella para guiarme.
He sido sabia e imprudente. Me han amado, y también traicionado y abandonado. Muy a mi pesar, he herido sin querer a otros, a quienes humildemente pido disculpas. Yo he perdonado ya a quienes me hicieron daño y rezo para que ellos me perdonen por haberles permitido que me lo hicieran. He amado mucho, entregado mi corazón y mi alma. Y aun profundamente herida, he continuado con ilusión, esperanza e incluso una fe ciega en el camino hacia el amor y la libertad. El viaje continúa, y ahora es más fácil que antes.
Deseo que aquellos de vosotros que seguís perdidos en la oscuridad encontréis compañeros de viaje que os traten bien. Que halléis refugios y claros en el bosque cuando los necesitéis. Que encontréis aguas frescas para beber sin temor, aplacar vuestra sed y lavar vuestras heridas. Y que algún día os podáis recuperar.
Cuando nos crucemos, uniremos nuestras manos y nos conoceremos. La luz está allí, esperándonos. Cada uno de nosotros debe continuar el viaje hasta encontrarla. Para alcanzarla necesitaremos determinación, fuerza, valor, gratitud, paciencia y, por encima de todo, sabiduría. Al final del camino, nos encontraremos a nosotros mismos y hallaremos la paz y un amor con el cual, hasta el momento, solo hemos soñado.
Que Dios abrevie vuestro viaje y os proteja.
D. S.