Antes de que ella pudiera responder, Mira apareció y Eve experimentó todavía otro Shock al ver a la generalmente elegante Mira en una camiseta talla extra grande y pantalones ajustados negros. Los pies descalzos, las uñas pintadas de un bonito rosa caramelo.
– Dennis? Quien dijiste que…Oh, Eve.
– Lo lamento. No debería estar aquí. Estaba camino a mi casa y yo… me disculpo por molestarla en su hogar. Yo sólo, ah, la voy a contactar en su oficina en la mañana.
Era raro, pensó Mira, ver a Eve nerviosa. -No nos has molestado en absoluto. Vamos a tomar vino, Dennis?
– Vamos a tomar? -El miró confundido otra vez, luego se fijó en la botella en su mano. -Oh. Si, vamos a tomar. Traeré otro vaso.
– No, por favor. No se moleste. No debería estar aquí. Debo irme.
– No seas tonta. -Mira le sonrió. -Siéntate. Si estás en una misión, podemos ofrecerte algo más ligero que vino.
– No, estoy fuera, pero…
– Bien. -Ella cruzó la habitación, deteniéndose para reabotonar el cardigan de su esposo con tan simple intimidad que hizo que Eve se sintiera más como una intrusa que si ellos hubieran intercambiado un húmedo y descuidado beso. Mira eligió otro vaso para si misma de un gabinete, y luego simplemente puso una mano en el hombro de Eve para empujarla hacia una silla.
Por lo que Eve se encontró sentada en el living de Mira, una bonita y colorida habitación, aceptando un vaso de vino.
– Como estuvo tu vacación? -empezó Mira.
– Bien. Estuvo buena.
– Te ves descansada.
– Si, bueno, jugué a la babosa la mitad del tiempo.
– Lo necesitabas. Tú y Roarke. El está bien, confío.
– Sí. -Eve se giró en la silla. -Está bien. -Y ella pensaba mantenerlo en esa forma.
Mira sorbió el vino, inclinando su cabeza hacia su esposo. -A menudo discutimos aspectos de casos con Dennis, pero si lo prefieres podemos subir a mi oficina.
– No, no quiero arruinar su momento en casa. No tendría que haber traído un caso a su living. De todas formas, usted no tuvo tiempo de leer los datos.
– Pero tengo tiempo.
– Que haría usted… -Eve se obligó a cortar. -Luego llamo a su oficina en la mañana y hago una cita.
– Relájate Eve. Podemos hablar ahora. No hubieras venido aquí de esta manera si no fuera importante. Y me gustaría que te sintieras lo bastante cómoda, aunque sea momentáneamente, para hacerlo. Hubo un tiempo, no hace mucho, en que tú no hubieras considerado hacerlo.
– Siempre respeté sus habilidades, Dra. Mira.
– Respeto y comodidad son diferentes materias. Estás aquí por Julianna Dunne.
– La maldad -dijo Dennis a nadie en particular, -viene en todas las formas, y a menudo algunas atractivas. – Volvió sus ojos repentinamente intensos y claros a Eve. -Crees en la maldad?
– Si.
– Bien. No puedes detnerla si no crees en ella.
– Dennis es hábil para definir un punto en su más elemental nivel. Es muy útil para mi.
Mira sorbió su vino otra vez, y luego se sentó junto a una pequeña mesa redonda antes de continuar. -Julianna Dunne fue completamente probada, evaluada, examinada antes y durante su juicio. La opinión de los expertos llamados para esos propósitos fue el sujeto había sufrido el trauma del abuso sexual de parte de un miembro de la familia, lo que había dañado su mentalidad y emocionalidad. Con esta capacidad disminuída, ella, siendo una adulta, buscó otros hombres que representaran a su abusador. Luego castigó a estos representativos ya que había sido incapaz de castigar al hombre que la había lastimado a ella.
Hizo una pausa para recoger sus bonitas y formadas piernas debajo de ella. -Con el frío cálculo de los asesinatos y su beneficio de ellos, la defensa fue incapaz de negociar una condena en unn centro de salud mental, ni convencer al jurado que el sujeto era inocente, completamente inocente, dada su disminuída capacidad. Ellos, sin embargo, pudieron darla a su cliente una sentencia de por vida.
– Prefiero su punto de vista que el perfil inicial.
– Adenás está eso. En mi opinión, dados los datos, los expertos se equivacon en sus evaluaciones y conclusiones. Julianna Dunne no estaba operando bajo capacidad disminuída, no en un sentido legal. Ella jugó el juego perfectamente, -continuó Mira- Sus respuestas fueron exactamente acertadas, como fueron sus reacciones, sus gestos su tono. Y ese fue su error, uno de los que pasó por alto. Esa clase de perfección debe ser calculada. Es una mentirosa, pero una excelente.
– Ella nunca fue violada cuando era adolescente. -Eve se inclinó hacia delante. -No fue atemorizada, o cazada. No hay dolor, ni miedo, ni rabia dentro de ella.
Mira la alcanzó, apoyando brevemente su mano sobre la de Eve. Sabía que no podían hablar de la infancia de Eve con Dennis en la habitación. -Mi opinión es, y puedo tener las pruebas de su personalidad para asegurarme, que esa relación sexual fue consensual. Para Julianna, el sexo es un arma. El hombre es el enemigo. Es improbable que disfrute la experiencia sexual. Es un trabajo, una intención para un fin. Y que el hombre disfrute de eso, de su cuerpo, es una cuestión de orgullo y disgusto.
– Porque no se volvió hacia las mujeres, sexualmente?
– Tiene más respeto por ellas, como especie. Y otra vez, el sexo no le interesa. Ella no puede ver placer ahí. Su placer viene de causar dolor, humillación, de conquistar y arruinar a los vencidos.
– Si yo pudiera. -Dennis abrió las manos, atrapando la atención de Eve. El había estado tan tranquilo y quieto, que ella lo había olvidado. -Los hombres no son oponentes. Son vïctimas. Ella necesita víctimas para poder prosperar.
– Ella trata de atraerlos. -agregó Eve.- En la forma que harías con algún tipo de presa. Ella se convierte en lo que los atrae, deslizándose en una personalidad como tú lo harías en un traje nuevo. Un hombre mayor, uno que esté cansado o insatisfecho o sólo aburrido de su esposa, su familia, su vida sexual es el perfecto objetivo. Más fácilmente atraído hacia la belleza, más fácilmente atrapado.
– Un hombre de una cierta edad es candidato a ser halagado por las atenciones románticas de una joven y bella mujer. Cada género tiene sus puntos débiles.
– Practicó con su padrastro. Ella hizo la seducción ahí. -declaró Eve. -Afilando sus habilidades. El no quiso testificar en el juicio contra ella. La fiscalía no tuvo la oportunidad de llamarlo, dejando que el jurado lo viera. La defensa pudo aprovecharlo igual. Vean esto, este hombre que forzó a esta pobre, inocente jovencita. Ella estaba indefensa, atrapada. El era su padre, debería haber estado a salvo con él. Sin embargo el tomó su inocencia, la dejó dañada. Si alguien es responsable por las muertes, es él.
– Ella no podía permitir que lo llamaran ahí, bajo juramento. -dijo Mira- Y eso le cavó la fosa. Tú quieres hablar con él por ti misma.
– Está en Texas. En Dallas.
– Si, lo sé. -los ojos de Mira decían un millon de palabras. -Ví los datos. Puedes ir?
No quieres ir. -pensó Eve. Puedes ir. -No lo sé. No lo sé. -repitió.
Mira se volvió, tocó la mano de su esposo. -Dennis. – fue todo lo que dijo, y él descruzó sus largas piernas y se paró.
– Si ustedes, señoras, me disculpan, tengo alguna que otra cosa que hacer. Tenías razón sobre ella, Charlie. -El dejó un toque de sus labios sobre la cabeza de Mira, luego puso una mano larga y estrecha sobre la curva de su brillante cabello castaño. -Pero siempre la tienes. Encantado de haberla visto, Eve. Vuelva cuando quiera.
– No tenía que mandarlo fuera. -dijo Eve cuando él salió de la habitación. -Esto no es sobre mí.
– Mírame. Mírame, Eve. -Mira dejó su copa, tomó una de las manos de Eve entre las suyas. -Si no estás lista para regresar a Dallas, envía por él. Traelo aquí.
– No tengo causas ni autoridad para traer a Jake Parker a New York.
– Entonces haz la entrevista vía enlace o por holograma.
– Usted sabe que tiene que ser hecho cara a cara si voy a presionarlo para me diga lo que sucedió, como sucedió, que hizo ella, a quien se lo hizo. El no va querer venir aquí. Hay también una posibilidad de acuerdo a los datos que conseguí hoy de que él pueda ser un objetivo. Tengo que ir, y no se si puedo manejarlo.
– Voy contigo.
Por un momento Eve pudo sólo mirarla fijo, y luego su visión se enturbió. Tuvo que parase y volverse. -Jesus.
– Yo puedo ayudarte, Eve. Quiero hacerlo. Por un largo tiempo no me dejaste acercar, me ofendiste. Pero eso cambió.
– No quise ofenderla. Usted me asustaba. La gente que me asusta me jode.
– Me alegro de no asustarte más.
– A veces lo hace. -Ella se pasó el dorso de su mano bajo la nariz, y luego se volvió. -No estoy lista, o no quiero poner todo lo que era dentro de lo que soy ahora. Viene en pedazos, y los pedazos se van agrandando. No se lo que va a suceder conmigo cuando el cuadro esté completo. Pero cuando esté lista, voy a ir con usted. Ok?
– Si.
– De todas maneras. -Ella se sentó para tomar aliento. -Como dije, esto no sobre mí. Feeney y yo estuvimos en Dockport hoy.
Se sentó otra vez, dándole a Mira el resto de los detalles.
– Crees que ella puede enfocarse en Roarke. Desearía decirte que tus instintos están equivocados.
Un puño cerró la garganta de Eve y otro le golpeó el estómago. -Porque lo haría? El no encaja en el perfil de sus objetivos.
– Porque es tuyo. Lo que Dennis dijo sobre que los hombres no son rivales para ella es exacto. Pero las mujeres son oponentes, compañeras, herramientas, competidoras. Sus sentimientos hacia ellas pueden haber sido reforzados y refinados por su tiempo en una instalación correccional de mujeres. De los oficiales primarios que trabajaron para arrestarle, tú eras la única mujer. La única con la que ella pidió hablar personalmente. Tú la superaste, y eso la impresionó. Ella quería tu respeto y no quisiste dárselo. Es lógico que dada la oportunidad, quiera una revancha, no sólo por la detuviste, sino que la rechazaste. Esto responde porque vino a New York.
– Y porque se queda aquí. Sé que está aquí. Ella subió un escalón en su proceder anterior. Ya no utiliza el romance, el matrimonio. No trata de seducirlos. Pero si está vigilando a Roarke, está buscando una forma de atraerlo.
Se levantó de la silla otra vez, apretando las manos en los bolsillos y paseando. -Maldita sea, usted sabe lo que está sucediendo ahora. Voy a ir a casa, decirle a Roarke, pedirle que incremente la seguridad y agregue protección policial. Se va a rebelar, me va a decir que puede protegerse solo. Blah, blah, blah. Luego tendremos una pelea. -Suspiró.- No hemos tenido una pelea hace tiempo. Supongo que lo haremos.
– Si temes por él, deja que él lo vea.
– Sé que puede cuidarse a sí mismo. Pero no va impedir que me preocupe por él.
– Me imagino que él tiene el mismo conflicto sobre ti, cada vez que sales de casa con esa arma colgada a tu costado. Tengas o no tu pelea sobre esto, vas a encontrar una manera de hacer esto juntos. Así es el matrimonio.
– Demasiado matrimonio es un grano en el culo.
– Oh, ciertamente, lo es.
– Usted le acomodó los botones. -murmuró Eve.
– Que?
Sorprendida de haber hablado en voz alta, Eve se detuvo, nerviosa. -Nada.
– Botones? Que… oh! El sweater de Dennis- Mira presionó una mano sobre el corazón y rió. -Si, supongo que lo hice. El nunca presta atención a sus ropas o a las mías, esa es la cuestión. Eso a veces me molesta, cuando tengo un nuevo vestido, que se ve particularmente bien, y él no se da cuenta.
– El me gusta.
– También a mi.
– Los voy a dejar volver a sus… cosas. Dígale gracias por el vino. Aprecio que usted haya dedicado tiempo a esto.
– Tú siempre eres bienvenida aquí. -Se levantó para acompañar a Eve a la salida.
– Dra. Mira?
– Si?
– Que quiso decir su esposo, que usted tenía razón sobre mi?
– Puede haber querido decír un número de cosas, pero bajo estas circunstancias, imagino que quiso decir que yo tenía razón cuando te describí como brillante, complicada, y valiente. Ahora te he avergonzado. -Gentilmente, Mira tocó con sus labios la mejilla de Eve. -Ve a casa y pelea con Roarke.
Ella no quería pelear. Solo quería que él se mantuviera fuera de línea para variar. Ya que las posibilidades eso eran cero, delineó un par de enfoques en el camino a casa.
Pero cuando entró a la casa, había una fiesta en marcha.
Escuchó música, risas, voces, e inmediatamente sintió que sus sienes empezaban a latir ante el prospecto de tener que tratar con gente. A menos que el sonido de las risas salvajes de su bienamada amiga Mavis no se detuviera, el dolor de cabeza vendría.
Se imaginó a si misma subiendo subrepticiamente las escaleras y escondiéndose en una habitación oscura con una puerta cerrada.
Valiente, mi culo. -pensó.
Hizo un cauteloso paso hacia las escaleras cuando Summerset se deslizó en el vestíbulo y la atrapó.
– Teniente. Tiene invitados.
– Que, estoy sorda?
– Tal vez su oído es defectuoso si está yendo en la dirección opuesta a la reunión del salón.
– Tal vez yo solo estaba subiendo las escaleras para cambiarme o algo. -Porque sabía que el argumento era flojo, porque él simplemente se quedó parado con esa mueca levemente afilada en su cadavérico rostro, ella alzó los hombros. -Oh, muérdeme. -murmuró y se dirigió hacia el salón.
– Aquí está! -Mavis voló a través de la habitación, un pequeño remolino con manojos de flores púrpura colocadas en estratégicos puntos sobre su cuerpo, esta vez su cabello era color plateado brillo de luna, con más flores irrumpiendo de él. Le dio a Eve un abrazo entusiasta, danzando sobre sus zapatos plateados con tacones de cuatro pulgadas y flores alrededor de los tobillos.
– Leonardo y yo íbamos hacia el Down and Dirty por algo de acción, y pasamos para ver si tú y Roarke querían ir. Y mira a quien encontramos. -Ella giró para sonreir a Phoebe y Sam. -La enganché a Peabody, y ella y McNab van a encontrarnos en el D y D. Roarke dijo que tal vez no llegarías a casa a tiempo, pero aquí estás.
– Aquí estoy. Tengo que trabajar, Mavis.
– Hey, tómate un par de horas para divertirte. -Empujó a Eve dentro de la habitación. -Empieza con mi zinger. Leonardo, muñeco, donde puse mi zinger?
Con sus pies y medio, el hombre de piel dorada que era el amor de su vida para Mavis, no parecía un muñeco. Estaba apenas vestido con una X de satén rojo que cruzaba sus pectorales y parecía estar sosteniendo en su lugar los pantalones fluidos y relucientes que caían desde su cintura hasta sus sandalias rojas cruzadas. Tachas de rubí formando una comilla en la esquina de su ojo izquierdo guiñaron cuando él sonrió y le pasó un vaso a Mavis.
– Que bueno verte, Dallas. -Se acercó y le dio uno sus tímidos besos de mariposa. -Te traigo un zinger fresco si quieres.
– Paso, pero gracias. -Le envió a Roarke una agradecida mirada cuando el bajó el volumen de la música. -Siento haber demorado más de lo que planeaba. -le dijo- Hice una parada camino a casa.
– No hay problema. -Fue hacia ella y con la excusa de un beso de bienvenida, murmuró- Quieres que me deshaga de ellos?
Ella casi dijo que sí, pero le pareció mezquino y cruel. -No, podemos ir una hora al D y D si quieres.
El le levantó la barbilla. -Tienes algo en mente.
– Déjalo ahi.
– Y un dolor de cabeza también.
– Se va a pasar. -Y estaba la posibilidad, aunque remota, de que unos momentos con amigos pudieran inducirlo a cooperar.
– Entonces vamos? -demandó Mavis girando con su zinger.
– Seguro. Dame un minuto para subir y ocuparme de unas cosas.
– Bárbaro. Roarke? -Mavis lo tomó de la manga mientras Eve salía. -Podemos ir en la limo? Sería totalmente magnífico para todos nosotros llegar al D y D con estilo.
Como el Down and Dirty era un local de strip con tanta clase como una ardilla rabiosa, Eve se figuró que harían un infernal alboroto llegando con una limo de una milla de largo y chofer uniformado. Se sintió agradecida de que la cosa estuviera construída como un tanque armado.
Se despojó del arnés de su arma, y desatando la funda del tobillo, chequeó la pequeña arma no reglamentaria para asegurarse de que estaba totalmente cargada. Con el propósito de arreglarse, pasó los dedos a través de su cabello y consideró el trabajo hecho.
Salió del dormitorio y se detuvo en seco cuando vió a Sam esperando en el hall. -No quería molestarla, -empezó- pero tiene dolor de cabeza. Puedo sentirlo. -explicó antes de que pudiera hablar ella. -Puedo ayudarla con eso.
– Está bien. No es nada.
– Odio ver a alguien sufriendo. -Su expresión era suave, compasiva. -Sólo tomará un minuto.
– No me gusta tomar químicos.
Ahora él sonrió. -No la culpo. Soy un sensitivo. -Caminó hacia ella. -Con un toque de empatía. Es aquí, no? -El señaló con un dedo el centro de la frente de ella, pero no la tocó. -Y detrás de los ojos. Se va a poner peor si va un club ruidoso sin ocuparse de él. No voy a hacerle daño.
Su voz era calma y fascinante. A pesar de que ella sacudió la cabeza, él continuó hablando, y la envolvió gentilmente.
– Es una cuestión de toque, de concentración. Cierre los ojos, trate de relajarse. Piense en otra cosa. Fue a Chicago hoy.
– Sí. -Los párpados se le cerraron cuando él rozó con el dedo su frente. -Para entrevistar gente en prisión.
– Toda esa violenta y conflictiva energía. No dudo que tiene un dolor de cabeza.
Los dedos se apoyaron contra sus párpados cerrados. Calidez. El murmuraba. Confort. Ningún hombre le había ofrecido nunca ambas cosas, salvo Roarke. Ella se dejó caer. Era casi imposible no hacerlo. Y el pensamiento pasó a través de su cabeza, la idea de lo que hubiera sido tener un hombre, un padre, dándole ternura en vez de dolor.
Sam sintió que el dolor salía, en sus dedos, en las palmas de sus manos. Latía ahí, sordamente, pulsando como un eco en la cabeza de él, antes de pudiera desparramarlo y disiparlo.
Y ahí, como descolorido, sintió otro afilado dolor. Profundo, se clavó rápido y violento en su propio centro. Y con eso, tuvo una visión. Y vio dentro de la mente de ella, sus pensamientos, su memoria, antes de que pudiera cerrar el enlace y bloquearlo.
– Wow. -Ella tambaleó un poco ante la repentina falta de soporte, y pensó que no había sido consciente del apoyo. Sí estaba consciente de que el dolor de cabeza se había ido, y en su lugar había una sensación de bienestar. -Mejor que cualquier maldito bloqueador. -empezó cuando abrió los ojos.
El la miraba fijamente, su rostro drenado de color, lleno de shock y pena. -Lo siento. Lo siento tanto.
– Que? Que pasa? Este asunto lo pone enfermo? -Ella lo tomó del brazo, pero él le aferró la mano. Y ahora él estaba frío como el invierno.
– Eve, yo nunca intenté esto con una mente fuerte. Debí imaginarlo. Estaba enfocado en sacar el dolor. Es necesario bajar el bloqueo, muy brevemente, pero como tengo luz sanadora no es problema por supuesto, y nunca me introduje. No es mi intención.
Ella se puso rígida. -Que quiere decir, introducir?
– No quise ver, se lo juro. Es contra todo lo que yo creo ver dentro de otra persona sin expresa invitación. Pero usted estaba abierta, y la imagen estaba ahí antes de que pudiera bloquearla. De su infancia. -El vió en la cara de ella que lo había comprendido. -Estoy muy apenado.
– Usted miró en mi cabeza?
– No. Pero ví. Y haber visto, aunque sea sin intención, es una traición a la confianza.
Ella se sintió desnuda y expuesta. -Le dio la espalda a él. -Eso es privado.
– Si, muy privado. No sé lo que puedo hacer para aliviarle esto, pero…
– Olvide lo que vió. -chasqueó ella- y no hable de esto. Nunca. Con nadie.
– Tiene mi palabra de que no voy a hablar de esto. Eve, si quiere que Phoebe y yo nos vayamos…
– No quiero que haga ninguna maldita cosa. Sólo quédese fuera de mi cabeza. Manténgase malditamente fuera de mi cabeza. -Ella salió, tratando de obligarse a no correr. Sin embargo lucho por recomponerse antes de volver a entrar al salón.
No pudo pensar en nada que necesitara más en ese momento que una hora en el D y D, donde podía sofocar fuera de ella los pensamientos en la horrible música emitida a un nivel que lastimaba los oídos, y beber bebida mala hasta que la miseria fuera hundida y ahogada.
El deber ganó, y ella sólo estaba medio borracha, lo que ocupó un rato de la hora que se dedicó a si misma. Evitó a Sam, sentándose tan lejos de él como fue posible en el salvaje y ruidoso viaje a la ciudad, y luego se aseguró de estar en el extremo opuesto de la mesa al que ocupaba él durante la visita al club.
El se lo facilitó y mantuvo la distancia.
Incluso cuando Mavis había insistido en que todos bailaran con todos los demás, ellos se esquivaron el uno al otro. Pero ni eso ni el ardor del brebaje malo le habían mejorado el humor.
Y el humor no se le había pasado a Roarke. Esperó hasta que estuvieron en casa, solos, ya que el resto de la fiesta había quedado en la ciudad. -Vas a decirme que es lo que pasa?
– Tengo un montón de cosas en la cabeza.
– A menudo las tienes, pero eso no te impulsa a beber con el expreso propósito de conseguir una cara de culo.
– No tengo cara de culo. Paré a medio camino. -Pero su equilibrio no era lo que debía haber sido y tropezó con el último escalón subiendo las escaleras. -Tal vez más de medio camino. Cual es el problema, ya me viste medio borracha antes.
– No cuando tienes trabajo todavía, y no cuando estás enojada. -El la tomó del brazo para afirmarla.
– Apártate. No necesito más gente hurgando en mi jodida psiquis.
El reconoció el tono combativo en su voz. No tenía en mente una pelea. Llegó al fondo de sus pensamientos apurar esa vía. -Desde que eres mi esposa, creo que tengo el derecho legal de hurgar en tu psiquis, además de en otras partes.
– No digas mi esposa con ese tono de culo engreído. Sabes que lo odio.
– Lo hago, sí, y me divierte. Que pasó entre tú y Sam antes de que saliéramos?
– Sal fuera de mi cara. Tengo trabajo.
– No estoy en tu cara todavía. Que fue lo que pasó? -repitió, espaciando sus palabras cuidadosamente justo antes de empujarla contra la pared. -Y ahora, teniente, estoy en tu cara.
– Tuvimos sexo rapidito en el piso del dormitorio. Y que?
– El sexo rápido usualmente no hace que un hombre se vea tan infeliz. Y creo saber que no te pone de un humor horroroso. Pero podemos verificar esa teoría si quieres. -El le enganchó una mano en la cintura de los pantalones, tiró, e hizo saltar el botón.
Ella pivoteó, pero sus reflejos fallaron. El codazo falló, y terminó aplastada contra la pared otra vez. -No quiero que me toques ahora. No quiero que nadie me ponga la mano encima. Puedes entenderlo?
– El le enmarcó la cara con las manos. -Que sucedió?
– Hizo una especie de hechizo con el dolor de cabeza. -escupió- y mientras él estaba en eso, miró dentro de mi cabeza. Cuando era una niña. El vió.
– Ah, Eve. -El la atrajo hacia sí, abrazándola a pesar que ella se revolvió.
– Déjame. Maldita sea. Maldito tú.
– Los voy a llevar a un hotel. Los voy a llevar esta noche.
– No es la cuestión si le consigues una habitación en la jodida luna. El sabe. -De alguna manera ella dejó de empujarlo- No es el problema que él no lo haya hecho a propósito. No es el problema que se haya disculpado. -sintiéndose más enferma que borracha, dejó caer su cabeza en el hombro de Roarke. -El sabe, y nada cambia eso.
– Porque te avergüenza eso? Eras una niña. Una niña inocente. Cuantos inocentes se han encontrado en tu lugar? -El le levantó la cara hasta que sus ojos se encontraron. -Y cuantos más antes que tú? Todavía hay una parte de ti que guardas para ti misma, y aquellos que tienen sentimientos por la niña que tú eras.
– Es un asunto privado.
– Te preocupa que no mantenga su palabra?
– No. -suspiró cansada. -No. Me dio su palabra. Creo que es capaz de cortarse la lengua con un cuchillo oxidado antes que romper su palabra. Pero sabe, y cada vez que me mire…
– Va a ver a la amiga de su hija. Una mujer asombrosa. Va a ver lo tú a menudo olvidas cuando te miras en espejo. Coraje.
Ella se aflojó. -Un montón de gente hizo ruido sobre lo brava que soy hoy.
– Bueno, entonces, porque no eres lo bastante brava para decirme el resto de esto. Ya tenía problemas en la cabeza cuando entraste por la puerta esta noche.
– Si, lo hice. Necesitamos hablar, pero tengo que deshacerme de algo antes.
– Tenemos que mantener nuestras prioridades en orden. Vamos. -Le deslizó un brazo alrededor de ella. -Te voy a sostener la cabeza.
Vomitó lo peor de la bebida, y tragó, sin mucha protesta, la mezcla que Roarke le puso adentro cuando terminó. Tomó una ducha ampollante, se vistió con pantolones sueltos y una camiseta, y se sintió humana otra vez para el momento en que se reagruparon en la oficina de ella. Agregó una cura final, café negro, y luego le dio a él los detalles de su visita a Dockport.
– Piensas que al decir el amigo de Dallas, se refiere a mi.
– Es una fuerte posibilidad, una que le pasé a Mira camino a casa. Estuvo de acuerdo conmigo. Soy la única mujer que tuvo parte en la captura de ella, y eso me hizo su competidora. No, más bien su rival. Ella volvió a mi pista, mató aquí, y me muestra que está de vuelta y lista para pelear. Pero si te consigue, me golpea a mi. Si esto sucede en la batalla, antes o después, ella gana la guerra.
– Una teoría razonable, e interesante. -Se sirvió brandy. A diferencia del resto del grupo, no había tocado la bebida en el D y D. -No imagino como espera pasar a través de mi seguridad, para acercarse lo bastante para causarme algún daño.
– Roarke…
El sonrió, inclinándose como ella lo hizo. -Eve.
– Córtala. Mira, sé que tienes una seguridad de primera, la mejor que pueda pagar el dinero. Sé que tus instintos son mejores aún. Pero es lista, es minuciosa, y es muy, muy buena en lo que hace.
– Igual que tú. Lo cual -continuó. -agregaría otro desafío para ella. Como asesinarme cuando estoy tan completamente, incluso íntimamente protegido.
– Debes aumentar tu seguridad. Puedo ponerte policías, mezclarlos con tu gente en tu oficina del centro. Necesito conocer tus horarios, hasta el último detalle, entonces puedo tener hombres plantados dopnde sea que estés. Si sales de la ciudad, usando algún transporte, es necesario revisarlo y barrerlo antes de salir.
El se volvió a sentar, sorbió su brandy. -Ambos sabemos que no voy a andar por ahí con policías en mis talones.
– Prefieres custodia preventiva y que te encierre en esta casa?
El inclinó su cabeza. -Sabes que mis abogados pueden romper cualquier intento de ese tipo en pedacitos, así que evitémonos a ambos tiempo y problemas.
– Tú, cabeza dura, hijo de puta. Voy a masticar a tus abogados y escupirlos en tus zapatos de mil dólares.
– Puedes intentarlo.
Ella saltó sobre sus pies. -Voy a tomar el enlace, conseguir autorización para encerrarte, en un lugar que yo considere seguro, y ponerte un maldito brazalete en tu muñeca hasta que esté segura de que tu culo está a salvo.
El saltó también. -Entonces tomaré mi enlace, haré mi llamada, y tendré una orden de restricción rompiendo tu maldita autorización antes de que la impriman. No me voy a quedar encerrado, Eve, ni por ti ni por nadie. No quiero ocultarme o correr, así que puedes poner tu considerable malhumor y energía en seguir a esa mujer, y yo me ocuparé de mi propio culo muy bien.
– No es sólo tu culo ahora. Va para mí, también. Maldita sea, te amo.
– Y yo te amo a ti. -Como su malhumor se esfumó, puso las manos en los hombros de ella. -Eve, voy a tener cuidado. Te lo prometo.
Ella se deshizo de las manos, y volvió a pasear. -Sabía que no lo harías a mi manera.
– Crees que estaría donde estoy si cada vez que hay una amenaza me encierro en una casa segura? Enfrento lo que viene. Trato con ello. Trato con ello un poco diferente a lo que hacía antes.
– Lo sé. Sé que conoces más de seguridad que nadie, pero dejarías que Feeney le de una mirada?
– No tengo problemas con eso.
– Te pido que me des tus horarios, donde vas a ir, cuando y con quien. No te voy a hacer seguir con policías. -Ella se volvió -Los descubrirías de todas maneras. Pero me sentiré mejor si lo sé.
– Te los daré.
– Ok. Voy a tener que ir a Dallas. -Lo dijo muy rápido, como si las palabras pudieran quemarle la lengua. -Voy a ir porque necesito hablar con su padrastro. No estoy segura de cuando podré organizarlo, pero dentro de los próximos dos días. Ella se va mudar a algún lado pronto. El puede ser un objetivo, también. Tú sabes, Texas, vaqueros. Tal vez vez desde el ángulo de la oveja, también. Tienen ovejas en Texas, creo. Yo…
El fue hacia ella, deteniendo su paseo al tomarle gentilmente los brazos. -Voy a ir contigo. No vas a hacer esto sin mí.
– No creo que pueda. -Se relajó deliberadamente, músculo por músculo. -Estoy bien. Voy a trabajar.