CAPITULO 11

– Julianna Dunne es una falla del sistema para identificar una amenaza activa y separar esa amenaza de la sociedad. -La voz de Eve era calma y clara. La camara la enfocó hasta que su rostro llenó la pantalla. -Es una falla del sistema el no encarcelarla apropiadamente y castigar a Julianna Dunne como merecían sus crímenes contra la sociedad.

– Y más. -La cámara cortó hacia Nadine. Seria. Interesada. -Usted es parte de ese sistema. Usted propuso creer en ese sistema.

– Yo creo en el sistema. Estoy hablando con usted como representante de ese sistema y manteniendo que si hemos fallado, podemos corregirlo. La búsqueda de Julianna Dunne continúa en cada posible dirección, en cada nivel posible. Si ella permanece o no en New York, Julianna Dunne va a ser rastreada, va a ser encontrada, va a ser puesta en custodia, y cargada con los asesinatos de Walter C. Pettibone y Henry Mouton.

– En que direcciones, o que niveles procede esta investigación?

– No puedo discutir los detalles investigativos de este asunto, excepto para decir que estamos persiguiendo todos los frentes. Sabemos quien es y lo que es ella.

– Que es ella, teniente?

– Julianna Dunne es una asesina. Es lo que ella es, lo que va a continuar siendo hasta que sea detenida.

– Como representante de la gente de New York…

– Yo no soy un representante de la gente de New York, -interrumpió Eve. -He jurado proteger y servir a la gente de New York. Y lo haré. Voy a mantener ese juramento y por segunda vez ayudaré a separar a Julianna Dunne de la sociedad. Yo, personalmente, la voy a poner en una jaula.


– Que dices? -En su dormitorio Julianna cepillaba sus recientes rizos dorados e hizo una mueca a la imagen de Eve en la pantalla. -Maldita puta. Tuviste suerte una vez, es todo. Tuviste suerte. Esta vez, no estás ni cerca. Estoy sentada aquí, bajo tu nariz, y no tienes ni idea!

Enfurecida, arrojó el cepillo a través de la habitación. -Vamos a ver lo que vas a decir cuando el hombre con el que te has casado caiga muerto a tus pies. Vamos a ver si eres tan malditamente soberbia cuando él se atragante con su último aliento. Vamos a ver como te gusta eso! Tú sigues derecho siguiendo la vía de esos dos lamentables viejos. Ellos no significan nada. Eres tú y los tuyos esta vez, Dallas. Te voy a bajar a ti y los tuyos. Es tiempo de pagar.

Ella se volvió, reconfortándose, calmándose a si misma con su propio reflejo en el espejo. -Pero tienes razón en una cosa, Dallas. Asesinar es lo que hago. Y lo hago muy bien.


Inteligente, pensó Roarke mientras también observaba la entrevista de su esposa. Muy inteligente. Seguir diciendo el nombre de ella, mencionando el caso, hasta que quedara impreso en las mentes de todos los que lo escuchaban. Y Nadine había hecho su parte, poniendo varias imágenes de Dunne en pantalla.

Ninguno de los que hubieran visto la entrevista de cuatro minutos, que iba a ser reemitida cada noventa minutos, podía olvidar a Julianna Dunne.

Y el nombre y la imagen de Eve Dallas sería similarmente impresa en la mente de Julianna Dunne.

Estaba tratando de volver el foco de Dunne sobre ella, concluyó Roarke. Para salvar a otro inocente. Aún si ese inocente era su propio esposo lejos de ser puro.

El tenía sus propias ideas sobre el tema, ideas que indudablemente los enfrentarían. Pero antes de llegar a eso, deberían tratar con la ciudad de Dallas, y los recuerdos que vivían en ella.

Una parte de él estaba aliviada de que ella fuera, que pudiera enfrentar la pesadilla. Eso no la liberaría, pero él esperaba que pudiera al menos aligerar la carga que llevaba cada día de su vida.

Pero otra parte quería que ella se olvidara de todo, como lo había mantenido guardado por muchos años. Enterrado en lo profundo, y mirando adelante.

Y él y todo el mundo sabía que el pasado estaba siempre acechando a tu espalda como un gran perro negro. Listo para saltar y hundir los colmillos en tu garganta cuando creías que estabas a salvo.

Todo lo que había hecho para enterrar el pasado, y nunca iba a ser suficiente. Vivía con él, incluso ahí, en esa gran casa con todos sus tesoros y comodidad y belleza, el hedor de los suburbios de Dublín vivía con él. Más fácilmente quizás, reflexionó, que el pasado que vivía con su esposa. El suyo era más como una pobre y un tanto lamentable relación familiar sentada pertinazmente en un rincón y que nunca se levantaría.

El sabía lo que era tener rabia y miedo, sentir los puños golpeándote. Puños de las manos que deberían haber sido tiernas con él, abrazarlo como los padres abrazan a los hijos. Pero él se había escapado. Aún cuando era niño él tuvo medios para escapar. Con amigos, malas compañías, con iniciativas que, si bien estaban lejos de ser legales, eran enormemente entretenidas. Y beneficiosas.

Había robado, engañado, confabulado. Y aunque nunca había tomado una vida sin razón, había asesinado. Se había construído un nombre, luego un negocio, luego una industria. Luego una especie de mundo, supuso.

Había viajado y absorbido. Había aprendido. Y el niño que había vivido su vida con ingenio y astucia, con dedos ágiles y pies rápidos se había convertido en un hombre con riqueza y poder. Un hombre que poseía todo lo que había querido poseer y había bailado hábilmente en el lado oscuro de la ley cuando lo necesitó.

Había tenido mujeres, y algunas le habían importado mucho. Pero estaba bien solo. No había sabido cuan sólo estaba, hasta Eve. Ella le había mostrado su propio corazón. Podía haberle tomado a ella bastante tiempo verlo en si misma, pero se lo había mostrado a él.

Y el mundo que él había construído, el hombre que vivía en él, había cambiado para siempre.

En unas pocas horas, ellos iban a regresar y enfrentar el pasado de ella, los horrores. Juntos.

Desde su consola vino un rápido pitido indicando que la puerta de seguridad estaba abierta. El miró hacia el panel, vió la identificación del vehículo policial de Eve.

Entonces fue hacia la ventana para verla llegar a casa.


Eve vió dos figuras debajo de las ramas arqueadas de uno de los sauces llorones cuando giró en la primera curva hacia la casa. La mayor parte de sus cuerpos estaba oculta por la verde hierba madura y las coloridas flores.

Ella levantó el acelerador y su arma estaba en su mano antes de que viera quienes eran y que estaban haciendo.

Los padres de Peabody estaban bajo el fragante limbo encerrados en un apasionado abrazo.

Divertida y avergonzada devolvió el arma a su arnés, apartó los ojos mientras continuaba conduciendo hacia la casa. Estacionó en la base de las escaleras porque servía para dos propósitos. Era conveniente, y Summerset lo odiaba. Pero sus esperanzas de pretender que no los había visto fueron frustradas cuando Sam y Phoebe fueron hacia ella, tomados de la mano.

Eve metió las suyas en los bolsillos. -Como les va?

– Un día glorioso.

Los labios de Phoebe se curvaron, pero su mirada era firme y directa e hizo que la nuca de Eve se erizara. Deliberadamente Eve se enfocó en un punto en el centro de la frente de Phoebe.

No la mires a los ojos, se recordó. No hagas contacto visual directo.

– Sam y yo lo estábamos aprovechando. -Phoebe se echó atrás el pelo e hizo tintinear musicalmente los anillos de plata que llevaba. -Ví tu entrevista con Nadine Furst en el Canal 75 en la pantalla de entretenimiento antes de salir. Parecías muy fuerte y determinada.

– Soy determinada.

– Y fuerte. Roarke nos dijo a los dos que necesitas salir de la ciudad mañana.

– Sí. Está relacionado con el caso. -replicó Eve tensa, evitando mirar a Sam.

– Hay algo que podamos hacer por ti aquí mientras estés fuera?

– No, gracias. No a menos que atrapes a Julianna Dunne y quieras hacer un arresto ciudadano.

– Creo que vamos a dejar eso para ti y Delia. Necesito revisar algo en el vivero. Sam, habla con Eve mientras terminas el paseo.

Antes que ninguno de ellos pudiera hablar, Phoebe estaba deslizandose fuera con un revoleo de la florida falda.

– Lo siento. -dijo Sam inmediatamente. -Ella sabe que hay una especie de tensión. No le dije nada.

– Está bien.

– No está bien. -Por primera vez desde que lo conocía, Eve escuchó el malhumor en su voz, lo vió en su rostro cuando se volvió hacia ella. -La hice sentir incómoda y disgustada en su propio hogar. Usted y Roarke nos abrieron su casa, y yo abusé del privilegio. Estaba pensando en hablar con Phoebe para trasladarnos a un hotel por los últimos días, pero usted llegó…

El se llamó a silencio, y como Eve, metió sus manos en los bolsillos como si no supiera que más hacer con ellas.

Se quedaron ahí, callados, mirando hacia el parque, los colores y el verde. Ella no era sensitiva, pero Eve sintió que la tristeza brotando del hombre podía mellar una pared de acero.

– Mire, póngamoslo de esta manera. Son un par de días, y de todas formas no estoy aquí la mitad del tiempo.

– Tengo un código, -dijo suavemente. -Parte de eso es Free-Age, parte de eso simplemente la forma en que creo debe ser dirigida una vida. Amar a la familia, hacer un buen trabajo. Disfrutar el momento que nos es dado en esta vida, tratar de hacer lo mejor que podemos para no causar daño. Con el don se me ha dado otra responsabilidad, otro código. Respetar, siempre, la privacidad y el bienestar de otros. Nunca usar lo que me ha sido dado para mi propio beneficio, mi propia diversión o curiosidad, o causar daño. Y es lo que yo hice.

Eve suspiró pesadamente. El le había dado exactamente donde más lo sentía. -Yo comprendo los códigos. Vivo con ellos, vivo por ellos. También puedo comprender los errores. Sé que no lo hizo a propósito y que probablemente se mordería la lengua antes de discutir esto alguien que no sea yo. Pero apenas lo conozco, y es duro que alguien que es prácticamente un extraño me mire y vea esta especie de… repugnancia.

– Usted piensa que veo repugnancia cuando la miro? -El sacó las manos de los bolsillos, estirándolas hacia ella, deteniéndose. -No es así. He visto la repugnancia en el recuerdo, el horror que un niño no debería saber que existe, mucho menos experimentar. No soy un hombre violento, por naturaleza o por creencia, pero desearía poder…

Retrocedió, su rostro encendido con furia, la mano en su costado cerrada en un puño que parecía extrañamente competente.

– Desearía poder hacer lo que cualquier padre hubiera hecho. -El se calmó, aflojó el puño. -Pero cuando la miro a usted veo fuerza, coraje y propósito más allá de lo que pueda saber. Veo a la amiga de mi hija, una mujer a la que confío la vida de mi niña. Sé adonde va a regresar mañana. Roarke dijo que va a volver a Dallas. Voy a rogar por usted.

Ella lo miró fijamente. -Hay alguien capaz de sacarlo de las casillas?

El sonrió un poco, tentativo. -Phoebe se las arregla para hacerlo por un corto rato.

– Entonces ella es tan dura como parece. Vamos a dejar esto de lado. -dijo y le tendió la mano.


Cuanto entró a la casa, vió a Summerset lustrando el ya brillante poste mientras el gato estaba sentado como un gordo Buda en el escalón inferior. Ambos le dedicaron una larga y taladrante mirada.

– Su maleta está empacada para el viaje. Roarke indicó que provisión de ropa para un solo día sería suficiente.

– Te lo dije, yo me encargo de empacar. No quiero que estés hurgando con tus dedos huesudos en mis cosas. -ella pasó sobre el gato, quien la ignoró estudiadamente, helado. Luego su mano se disparó rápido y atrapó la punta del trapo que Summerset usaba para pulir. -Esta es mi camiseta.

– Lamento diferir. -El contaba con que ella la identificaría. -Tal vez haya sido, hace mucho tiempo atrás, una mascarada de una prenda de vestir, pero ahora es un trapo. Uno que de alguna manera fue encontrado en su armario y fue removido y destinado a su único posible uso.

– Dame mi maldita camiseta, tú, cucaracha culo huesudo y seco.

Ella tiró. El tiró del otro lado.

– Usted tiene una cantidad de camisetas perfectamente respetables.

– Quiero esta camiseta.

– Esto es un trapo. -Ambos tiraron de direcciones opuestas, y la tela se abrió fácilmente por el medio. -Ahora, -dijo él con satisfacción. -son dos trapos.

Eve gruño, y encerrando lo que había sido una vieja camiseta de NYPSD en su puño, subió furiosamente las escaleras. -Mantente fuera de mis cajones, pervertido, o te voy a morder los dedos hasta los nudillos.

– Ahora, -Summerset se dirigió al gato. -No es agradable saber que la teniente tendrá su dificultoso viaje fuera de la mente por un buen rato?

Ella entró tormentosamente en el dormitorio, levantando el puño con la tela rasgada justo cuando Roarke salía del elevador. Y lo golpeó en la barbilla.

– Bueno, es adorable verte, también.

– Mira lo que ese hijo de puta hizo con mi camiseta.

– Mmmm. -Roarke examinó el andrajoso trozo de material. -De esto se trataba? -Distraído, hurgó con un dedo a través de un viejo agujero. -Penoso. Los escuché a ti y a Summerset intercambiando las usuales palabras de afecto. A todo pulmón.

– Porque demonios le dijiste que empacara por mi?

– Le dije porque tienes suficiente para hacer, lo que es verdad. Pero seamos francos, querida Eve, eres una empacadora miserable y nunca pones lo que terminas necesitando si lo haces tu misma.

– Apuesto a que olfatea mi ropa interior.

Los labios de Roarke temblaron. -Ahora esa imagen me va llenar el cerebro. -El cruzó hacia ella, tomándole el rostro con las manos. -Hiciste las paces con Sam. Te vi desde la ventana.

– El estaba tan ocupado golpeándose a si mismo que era difícil dispararle.

– Eres blanda.

– Obsérvame, amigo.

El la besó en la boca fruncida. -Va a ser nuestro pequeño secreto. Créeme, ninguno que te haya observado en la entrevista con Nadine sospecharía que tienes un centro blando. Te veías formidable, Teniente. Brillante como un diamante y así de dura. Pero ella no va a venir detrás de ti.

– No se que quieres decir.

– Claro que lo sabes.

Ella se encogió de hombros, trató de retroceder, pero él simplemente la mantuvo aferrada. -Es una invitación a tirar.

– No puedes pararte frente de mi, o de algún otro.

– No me digas como hacer mi trabajo.

– Bastante justo. No me digas como hacer el mío. Tengo una pregunta que hacerte, luego vamos a dejarlo por un rato. Quiero la verdad, Eve, y puedo ver la verdad en tus ojos cualesquiera sean las palabras.

El puede, pensó ella. Era mejor descubriendo mentiras que una Prueba de la Verdad. -Porque no me haces la maldita pregunta en vez de ponerme a la defensiva e irritarme?

– Vamos mañana a Dallas para sacarme del camino de Julianna?

– No. Esa no es la razón, pero es un beneficio adicional y me compra algo de tiempo. Esa no es la razón. Puedes retroceder un poco, eh?

El dejó que sus manos le recorrieran las mejillas, los hombros, los brazos. Luego la soltó.

– Le iba a pedir a Feeney que fuera. El podía manejar la entrevista con Parker. Casi se lo pedí. Cualquiera de nosotros podía hacer el viaje, y empecé a justificarme de pedirle a él que fuera y diciéndome a mi misma que podía sacarle más a Parker. De hombre a hombre, ese tipo de cosas. Lo cual es una mierda, porque cuando se trata de policía y testigo mejor no meter al género en el medio. Tú tienes la placa, y es todo. Estaba a punto de pedirselo porque quería salvarme a mi misma.

– No te avergüences de eso, Eve, si no estás lista.

– Cuando voy a estar lista? -Brotó de ella, amargo y vivo. -Mañana, dentro de un año? Nunca? Si dejo que esto interfiera con un procedimiento investigativo normal, que me permitiré hacer la próxima vez que me ataque en algo que me asuste en un nivel personal? No soy cobarde. Entonces voy a hacer mi trabajo. Eso es número uno. Número dos, te saco fuera del camino por un día o dos, en los que puedo pensar tranquila. El resto… Voy a tratar con ello cuando lo tenga enfrente.


Ella se enterró en trabajo. Peabody había llegado con una lista razonablemente manejable de doctores despedidos que encajaban enn los criterios básicos, y mantenían residencia en New York.

– Que estás buscando aquí para relacionar uno de estos ciento veinte desgraciados médicos con Julianna?

– Una posible conexión con su fuente original. -le dijo Eve a Roarke. -Personalidad tipo. Estoy buscando algún doctor que haya provisto al loco Munch con suficiente curare y cianuro para liquidar a la Iglesia del Futuro entera, alguien que no dudaría en proveer a una sicópata asesina con lo que ella necesite. O alguien que podría conocer a alguien.

Ella estudió los datos mientras Roarke parado detrás de su silla, le masajeaba los hombros en esa forma perfecta y ausente que se centraba en el punto exacto que necesitaba atención.

– Si él no es su fuente, podría conocerla. Si no le atino a la conexión, pero identifico al Doctor Destino, se lo paso a los federales y hago mi buena acción por toda la década.

– Porque no lo atraparon a él?

– No apretaron el botón correcto con Mook en el momento correcto y él era el único que quedó. Yo siempre supe que él tenía un poco más en su estómago, pero pensaron que había soltado todo, y yo no tenía ningún indicio firme. Ellos lo maltrataron un poco en vez de tratar de privarlo del dolor, y cuando él dijo que les había dicho todo, se figuraron que lo había hecho.

– Ese caso fue diez años atrás, no? -preguntó Roarke.

– Sí, yo estaba todavía en uniforme. Porque?

– Nació una policía. -declaró él y le besó la cabeza.

– De acuerdo con Mook, el doctor no quiso ayudarse con ninguna limonada esa noche. Eso me dice que el ángulo religioso no tocaba su comodidad. Tal vez era la auto-terminación, aunque no fue la suya la que lo llevó ahí. Tengo tres tipos aquí que perdieron sus licencias para practicar porque ayudaban a pacientes a llegar con Jesús, sin su consentimiento.

– Jugar a ser Dios es un negocio serio.

– Oscar Lovett, David P. Robinson y Eli Young, en orden alfabético. Son mis tres mejores apuestas. Voy a poner a Feeney con ellos. Ellos no juegan afuera, podemos empezar siguiendo nuestro camino hacia atrás.

Su enlace pitó y mientras ella continuaba frunciendo el ceño a la pantalla, Roarke respondió.

– Hola Roarke. -Louise Dimatto sonrió sedosa. -Espero no interrumpir nada.

– Siempre es un placer escucharte. Como estás, Louise?

– Si estuviera mejor, sería ilegal, en el frente personal al menos. Profesionalmente, estoy sobrecargada de trabajo, lo cual es justo la forma en que me gusta. Espero que tú y Dallas puedan venir al refugio pronto. Terminamos y abrimos tres habitaciones más, y el área de recreación completa. Dochas ya está haciendo impacto en algunas vidas.

– Vamos a pasar por ahí cuando tú estés trabajando.

– Sería grandioso. Está Dallas disponible. Tengo una información para ella.

– Aquí mismo. Sobrecargada. Te veo pronto, Louise. Saludos a Charles.

– Seguro que se los daré. Dallas. -continuó, animada ahora, cuando Eve apareció en pantalla. -Creo que tengo algo útil para ti con respecto a mi pequeño trabajo. Recuerdo haber escuchado pedazos de una escandalosa discusión en mi familia cuando era una chica. Cosas que no se suponía que yo escuchara, por supuesto. Referida a un doctor que hacía el internado con mi tío. Aparentemente su comportamiento privado era impresentable, y se lo cubrió con el blanco muro de los años. El disfrutaba de las mujeres jóvenes, muy jóvenes. Algunas de las cuales eran también pacientes. El blanco muro no se mantuvo para él cuando se descubrió que había empezado a terminar pacientes sin autorización específica.

– Tienes el nombre?

– No lo tenía, pero llamé a mi prima para preguntar. Y eso es algo que me debes, Dallas, ya que mi prima Mandy es una diva absolutamente irritante quien procedió a interrogarme sobre mi vida amorosa, mi vida social, y darme una conferencia sobre desperdiciar mi talento en los deshechos de la humanidad en la clínica. Etcétera.

– El nombre, Louise. Puedes quejarte después.

– Eli Young. Era un jefe residente, medicina interna, en el Kennedy Memorial antes de ir a la práctica privada. -Louise hizo una pausa, levantando sus elegantes cejas. -Y puedo ver por tu expresión que ya tienes los datos de él. Porque malgasto mi tiempo?

– No lo hiciste. Me evitaste un considerable esfuerzo. Te agradezco. -Eve miró hacia Roarke, pensando en lo que daba vueltas en su cabeza. -Ah, escucha, llamé a Charles por un favor hoy, y siento una especie de culpa sobre eso.

– El encuentro conyugal en Dockport?

– Oh, bueno, entonces… supongo que te lo mencionó.

– sí, me lo dijo. -Louise le dio una rápida sonrisa. -Dallas, déjalo. Por otra parte, Peabody se veía maravillosa. El amor está en el aire.

– Algo está en el aire. -gruñó Eve cuando finalizaron la transmisión. Que te hace sonreír? -le demandó a Roarke.

– Que, a pesar de todo, hay algunas áreas del sexo que te avergüenzan.

– No estoy avergonzada, estoy desconcertada. Pero no es nada que me importe.

– La cuestión del amor es que no tiene una razón. Sólo es.

Ella lo miró. -Y supongo que yo tengo uno de esos. -Abandonó el escritorio. -Voy a hacer una visita a este Eli Young, a ver que puedo sacarle.

– Voy contigo. No empieces con la rutina del civil, Teniente. Déjame decir que me divierte hacer un paseo con mi esposa. Es una bonita noche. Juntos. -El le pasó un brazo por los hombros cuando salían de la habitación. -Si la memoria sirve, la dirección del doctor malo es de uno de mis edificios. No tienes ningún inconveniente en ir a verlo junto conmigo, verdad?


Ir con él tenía ciertas ventajas. Cuando el panel de seguridad electrónica informó a Eve que el doctor Young no estaba, ella levantó una mano para mantener a Roarke detrás. Y presiónó su placa contra la pantalla.

– No está o no acepta visitantes?

NO ESTOY AUTORIZADO PARA PROVEERLE ESA INFORMACION ESPECIFICA. DADA LA NECESIDAD DE PROTEGER LA PRIVACIDAD DE NUESTROS RESIDENTES, SOLO PUEDO REPETIR QUE EL DR. YOUNG NO ESTA DISPONIBLE EN ESTE MOMENTO. USTED PUEDE ELEGIR EN EL SIGUIENTE MENU PARA DEJAR UN MENSAJE PARA EL DR. YOUNG U OTRO RESIDENTE. MIS DISCULPAS, DALLAS, TENIENTE EVE, POR NO HABER PODIDO ASISTIRLA EN SU REQUERIMIENTO.

– Debes admitir, -comentó Roarke. -es una seguridad muy buena, tan buena como educada.

– Con una orden rellenaría esta mierda electrónica en una forma no muy educada.

HOLGAZANEAR EN EL LOCAL POR PARTE DE NO RESIDENTES O INVITADOS APROBADOS Y AUTORIZADOS NO ESTA PERMITIDO. SI NO DESEA REQUERIR POR OTRO RESIDENTE O DEJAR UN MENSAJE, DEBERE PEDIRLE QUE DESALOJE ESTE LOBBY. EN CUARENTA Y CINCO SEGUNDOS, LA SEGURIDAD DEL EDIFICIO SERÁ INFORMADA DE SU FALTA DE COOPERACION. MIS DISCULPAS POR ESTE INCONVENIENTE.

– No es un buen momento? -preguntó Roarke. -Teniente, sabes como me excita cuando me gruñes.

– Sólo haz que pasemos esta cosa, y deja de mirarme tan engreído. -Roarke simplemente puso su mano en la lectora de palmas, e introdujo un código.

– BUENAS NOCHES, ROARKE. BIENVENIDO. COMO PUEDO ASISTIRLO ESTA NOCHE?

– Vamos a ir al piso veintidós. Libera los elevadores.

– SI, SEÑOR. ELEVADORES LIBERADOS. POR FAVOR DISFRUTE SU VISITA Y EL RESTO DE SU NOCHE. POR FAVOR DEJEME SABER SI PUEDO ASISTIRLO DE OTRA MANERA.

– No estás cansado de que todo y todos te estén lamiendo las botas? -demandó Eve.

– Porque, no. Porque lo haría? -El señaló hacia el elevador cuando las puertas espejadas se abrieron sin sonido. -Piso veintidós. -ordenó. -Young bien podría haber salido, sabes?

– Quiero verlo por mí misma. Hay una razonable chance de que él sea el proveedor de Julianna o sepa quien es. No lo voy a dejar hasta que hable con él.

Ella salió en el piso veintidós, recorriendo el hall hacia la segunda puerta a la derecha. Tocó el timbre, menteniendo su placa en alto para que pudiera ser vista a través de la pantalla de seguridad del apartamento.

EL DOCTOR YOUNG NO ESTA EN LA RESIDENCIA Y NO HA AUTORIZADO LA ENTRADA A INVITADOS A SU HOGAR EN SU AUSENCIA. QUIERE QUE TOME UN MENSAJE?

La segunda respuesta computarizada hizo que Eve se agitara. Sin comentarios, se volvió y tocó en la puerta del apartamento cruzando el hall.

Fue abierta por una mujer vistiendo una larga bata roja, sosteniendo una copa de cóctel llena de algún líquido azul pálido. Una pantalla de entretenimiento rugía en la habitación detrás de ella. -Policía? Que pasa?

– No pasa nada, señora. Lamento molestarla. Sabe donde puedo encontrar a Eli Young esta noche?

– El doctor Young? -Ella parpadeó, luego miró sobre el hombro. -Marty, la policía está aquí. Quiere ver al doctor Young.

– Cruzando el hall. -La voz se elevó sobre el griterío en la pantalla.

– Sé que vive cruzando el hall. -dijo Eve con esforzada paciencia. -El no responde a la puerta. Puede decirme cuando lo vió por última vez?

– Oh, varios días atrás, supongo. -Ella levantó el vaso y bebió. Por el brillo en su rostro, había estado bebiendo tranquilamente por algún tiempo. -Oh, espere un minuto, salió de la ciudad. Se iba por un par de semansa.

– Mencionó donde se iba?

– No. En realidad no me lo dijo él. Su sobrina me lo dijo.

– Sobrina. -repitió Eve y su mente se puso alerta.

– Sí, ella estaba saliendo del apartamento de él el otro día cuando yo volvía de hacer las compras. Una joven muy bonita. Dijo que había venido a visitar a su tío, y como le complacía que él la acompañara a un viaje para visitar a sus padres. En Ohio. O Indiana. O tal vez era Idaho. -Ella bebió otra vez. -Una visita larga, dijo.

– Como lucía ella?

– Oh, joven y bonita. Morocha, baja, muy chic.

Eve sacó su PPC, trajo la foto de Julianna como Janet Drake. -Le parece familiar?

La mujer inclinó la cabeza y asintió. -Oh, sí! Esa es la sobrina del Dr. Young. Yo estaba tan sorprendida porque no me imaginaba que él tuviera alguna familia.

– Gracias. -Eve guardó la PPC de nuevo en su bolsillo. -Usted nunca ve las noticias, señora?

– Noticias? Con Marty son thrillers y deportes, deportes y thrillers. Tengo suerte si deja la pantalla por diez minutos al día para poder ver los informes de moda.

– Podría querer darles una mirada esta noche. Gracias por su ayuda.

Eve volvió, seguida por la mirada desenfocada de la mujer, y extrajo su grabadora. -Tengo una identificación positiva de que la sospechosa principal, Julianna Dunne, ha contactado con Eli Young en esta ubicación. El sujeto Young no responde, y sospecho que esté fuera de juego. Tengo una causa probable para entrar en este residencia y determinar de Young y/o su complicidad con Julianna Dunne. Conmigo está Roarke, propietario del edificio. El está de acuerdo con este procedimiento, y puede ser testigo del mismo.

– Eso debería cubrirlo. -comentó Roarke.

Eve se paró ante la puerta, y usó su llave maestra para decodificar los cerrojos. -En registro -dijo y sacó su arma, una sutil advertencia en caso de que Roarke se hubiera armado sin su conocimiento.

Empujó la puerta abriendola hacia la oscuridad.

Pero no necesitó las luces para oler la muerte.

– Cristo. -siseó entre dientes cuando la boca se le llenó con el aire rancio. -Tenemos un hinchado. Quédate en el hall. No hay nada que puedas hacer. Luces completas. -ordenó.

Lss luces estallaron, revelando un living espléndidamente dispuesto, las pantallas de privacidad cerradas sobre una pared de ventanas. Young estaba en el sofá, y el tejido nunca sería el mismo.

Vestía lo que podría haber sido una robe, pero los gases dentro de él se habían expandido, y los fluídos corporales se habían derramado, por lo que era difícil de decir.

Había una botella de brandy y un vaso de vino en la mesa de café, y un pañuelo de papel en la manta donde su nariz, gorda como una salchicha ahora, había goteado.

– Necesitas tu equipo de campo. -dijo Roarke-

– Si.

– Y ésto. -le alcanzó un pañuelo para que ella pudiera cubrirse la boca y la nariz. -Es lo mejor que puedo hacer por ahora.

– Gracias. -Lo usó, quedándose en la puerta grabando la escena hasta que él retornara con el sellador. Sacó su comunicador del bolsillo y llamó.


Ella había tenido sexo con él primero. Tal vez habían sido amantes antes, pero Eve creía que no. Julianna simplemente había usado su más efectivo método para distraer a un hombre, y luego lo había asesinado con el mismo veneno que él le había procurado.

Era lógico, limpio, frío. Era Julianna.

La habían encontrado en los discos de seguridad del edificio. Una vez al menos antes del asesinato de Pettibone cuando ella había comprado su provisión inicial. Estaba pelirroja entonces, caviló Eve.

Luego otra vez, una morocha, regresando para atar el nudo final.

Muy posiblemente, encontrarían transmisiones en el enlace de la víctima hacia ella y desde ella. Pero no había sido lo bastante tonta para hacerlas desde su casa, o de un enlace personal. Podían seguirlas, por supuesto, pero encontrarían que habían sido hechas desde un enlace público.

El había estado muerto cuatro días. Cuatro días muy desagradables. Ella se paseaba por ahí, con un asesinato fresco y se topaba con otro.

Se habían llevado el cuerpo, pero el aire apestaría a descomposición por mucho tiempo. Aún después que el equipo de limpieza aclarara el aire, quedaría ahí, bajo una leve capa de maldad.

– Teniente. -Peabody apareció detrás de ella. -Tengo los discos de seguridad.

Ausente, Eve los tomó. -Tengo copias en el archivo. Voy a darles una mirada esta noche, pero no creo que encontremos alguna sorpresa.

– Ella vino el día después de haber asesinado a Pettibone. Con su nuevo peinado deportivo, sintiéndose bien y juguetona. El la dejó entrar. Tal vez podían hacer más negocios. Ella le contó del asesinato. Quien mejor para compartir eso que el hombre que le había vendido el arma, un hombre que estaría muerto antes de que dejara el apartamento? Se divirtió contándoselo. Luego lo sedujo.

Caminó hacia el dormitorio. La ropa de cama había sido sacada, enviada al laboratorio, pero ella buscó hasta encontrar rastros de semen. -Bastante fácil. Estoy tan electrizada, tan energizada. Todos estos años en prisión, estos años en soledad. Necesito alguien que me toque. Eres el único con el que puedo estar, el único que sabe como me estoy sintiendo ahora.

– El lo sabía, -murmuró Peabody. -De todas las personas, él era el que sabía.

– Los ojos de ella estaban brillantes, con todas esas mentiras en ellos. El era lo bastante viejo como para ser su abuelo, y ella estaba aquí. Joven y hermosa, con ese cuerpo firme y suave. A él le gustan jóvenes. Más jóvenes que ella, pero ella está aquí. Lo deja hacer lo que quiere, tomarse todo el tiempo que necesita. No le importa. El ya está muerto. Su mente está en el próximo, a pesar de que está gimiendo, retorciéndose y simulando el clímax. Después, charló con él. Era maravilloso. Asombroso. Ella sabe que decir, como decirlo para hacerlo sentir como el jodido rey del mundo. Ella lo investigó también.

Volvió hacia el living. -Sabe que le gusta el brandy. Envenenó la botella mientras él estaba en la ducha, o orinando. No demoró mucho. No importa si lo bebe ahora, o después, pero ella prefiere ahora y así puede mirar. Se acomoda con él en el sofá, le cuenta todo sobre como y quien va a ser el siguiente. Puedo tomar vino? Puedo quedarme un rato? Es tan bueno tener alguien con quien hablar, con quien estar.

– El sirvió el vino, sirvió el brandy. Su vino, su brandy. No está preocupado. Ella probablemente bebió primero, mientras conversaba, burbujeante de energía y entusiasmo. El le sonríe mientras bebe, la mira, pensando en el sexo, preguntándose si puede llevarla a un segundo round. Cuando siente el veneno dentro de él, es demasiado tarde. Se sacude, horrorizado. No él. No puede ser. Pero lo ve en su rostro entonces. Ella deja que él lo vea. Ese frío placer. Se viste, asegura el apartamento. Va hacia la vecina y establece una conversación amistosa. El tío Eli va a salir de la ciudad por varias semanas, no es agradable?

– Y ella se fue. -terminó Peabody.

– Y ella se fue. Séllalo, Peabody. Voy a archivar el reporte, luego me voy a casa.


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