CAPITULO 18

Ella observó mientras Peabody instalaba a Maureen Stibbs en una silla ante la tambaleante mesa, ponía la grabadora, ofrecía al sujeto entrevistado un vaso de agua.

Enérgica, profesional, pensó Eve con aprobación. No demasiado amenazante. No todavía.

Y ahí estaba el oficial Troy Trueheart apostado en la puerta viéndose joven y totalmente americano… Y con la severidad de un cachorro de cocker spaniel.

Podía sentir los nervios de Peabody, verlos en la rápida mirada que disparó hacia el vidrio mientras servía el agua.

Pero el uniforme era suficiente, decidió Eve mientras los ojos de Maureen viajaban entre Peabody y Trueheart.

La genete normalmente veían lo que esperaban ver.

– Sigo sin comprender porque tengo que volver a hacer toda la declaración aquí. -Maureen tomó un tímido sorbo de agua, como una mariposa de una flor. -Mi esposo e hija me esperan en casa pronto.

– Esto no debería demorar mucho. Apreciamos su cooperación, Sra. Stibbs. Estoy segura de que su esposo apreciará su ayuda en este asunto. Debe ser difícil para ambos que este caso permanezca abierto.

Bien, bien, ponlo en su regazo, impulsó Eve. Conviértela en parte de esto, nombra al esposo en cada oportunidad que tengas.

Eve acomodó su peso, enganchando los pulgares en los bolsillos frontales mientras Peabody llevaba a Maureen a través de la historias y las declaraciones que había dado antes, pidiéndole repetir o extenderse en ciertos detalles.

– En DDE no tenemos muchas entrevistas. -McNab jugueteaba sin parar con el nido de aros de su oreja izquierda. -Como lo está haciendo?

– Bien, va bien. Manteniéndole el ritmo.

Adentro, Peabody no estaba llena de confianza, pero se mantenía firme.

– Ya dije todo ésto antes. Una y otra vez. -Maureen puso su vaso de agua a un lado. -Que tiene de bueno hacernos revivir todo esto otra vez? Ella se ha ido hace años.

– Ella no dijo muerta. -comentó Eve. -Ella no dijo el nombre de Marsha. No puede porque lo traería muy cerca de su hogar. Peabody necesita presionar ese botón.

– La muerte de Marsha la debe haber chocado mucho en su momento. Ustedes eran amigas cercanas.

– Si, si, por supuesto. Cualquiera estaría chocada y disgustada. Pero lo dejamos atrás.

– Usted y Marsha eran íntimas -dijo Peabody otra vez- Amigas y vecinas. Pero usted dijo que ella nunca mencionó estar insatisfecha con su matrimonio, nunca habló de una relación con otro hombre.

– Hay algunas cosas que no se discuten con amigas y vecinas.

– Mantener un secreto como ese sería duro, estresante.

– No lo sé. -Maureen tomó el vaso de agua, bebió. -Yo nunca he engañado a mi marido.

– Su matrimonio es seguro. Sólido.

– Por supuesto que lo es. Por supuesto.

– Usted tenía un difícil obstáculo que superar.

El agua se derramó por el borde la copa cuando la mano de Maureen tembló. -Disculpe?

– Marsha. Ella era un obstáculo.

– No se que significa eso. Que está diciendo?

– Una primera esposa que tenía a ojos vista un matrimonio feliz. Usted estuvo de acuerdo, y está asentado en el registro de esta investigación que Boyd Stibbs amaba a Marsha y usted nunca observó ningún disenso o problema entre ambos.

– Si, pero…

– Y usted y otros han declarado, en registro, que Boyd y Marsha era devotos el uno con el otro, disfrutaban de la mutua compañía, tenían muchos intereses comunes, muchos amigos mutuos.

– Si, pero… Eso fue antes. Antes de que todo pasara.

– Usted declararía ahora, Sra. Stibbs, que Boyd amaba a su primera esposa, Marsha Stibbs?

– Si. -su garganta se cerró. -Si.

– Y según su conocimiento personal, a través de sus observaciones personales, Marsha Stibbs estaba comprometida con Boyd, y con su matrimonio?

– Ella le dedicaba mucho tiempo a su trabajo. Raramente se ocupaba de prepararle comida a él. Y él se ocupaba de la lavandería más a menudo que ella.

– Ya veo. -Peabody frunció los labios, asintiendo. -Entonces usted diría que era negligente con él, y su matrimonio.

– Yo no diría que… No quise decir eso.

– Presiona. -ordenó Eve desde Observación. -Presiona ahora.

– Que quiso decir, Sra. Stibbs?

– Sólo que no era tan perfecta como todos piensan o dicen. Ella podía ser muy egoísta.

– Boyd nunca se quejó con usted por esta negligencia?

– No. Boyd nunca se queja. Es demasiado bueno por naturaleza.

– Nadie es tan naturalmente bueno. -Peabody usó la sonrisa ahora, grande y amplia, de mujer a mujer. -Seguramente si hubiera sabido o sospechado que su esposa estaba viendo a algún otro, se hubiera quejado.

– No, no. -Eve zapateó. -No le des vueltas, no le des espacio para pensar.

– Que? -Alarmado, McNab aferró el brazo de Eve. -Que hizo mal?

– Debería seguir presionando con la víctima, sacarle al sospechoso los resentimientos enterrados, dejar que los exprese. Y necesita seguir machacándola con el esposo, para que ella piense que estamos buscándolo a él después de todo. La sospechosa está obsesionada con Boyd Stibbs y el mundo perfecto que ha creado alrededor de él. Le haces una mella en los fundamentos de esto, la dejas sentir que se está desmoronando. Ella salió con lo del otro hombre ahora, y le da a la sospechosa la chance de reconstruir la fantasía, la ayuda a creer que había otro hombre.

– Crees que la perdió?

Eve se rascó la cabeza- Perdió un poco de sustento.

– Tal vez deberías entrar.

– No. Puede recuperarse.

Ya habían pasado mucho de los quince minutos de McNab, pero Eve no le ordenó que regresara al trabajo. Observó como la confianza de Maureen se reconstruía y la de Peabody aflojaba. En un momento, Peabody miró hacia el vidrio con tan obvio pánico, que Eve tuvo que imaginarse que sus botas estaban pegadas al piso para no correr adentro y hacerse cargo.

– Tienes algo para escribir? -preguntó Eve.

– Quieres decir papel? -preguntó McNab. -Soy un DDE. No usamos papel. Eso estaría mal.

– Dame tu agenda. -Ella se la arrancó de las manos, y escribió unas pocas frases. -Da la vuelta y golpea. Trata de mostrarte como un policía pàra variar. Pásasela a Trueheart, dile que se la dé a ella, y luego sales otra vez. Puedes hacerlo?

– Apuéstalo. -El revisó la minipantalla y su preocupación se esfumó.

Arruinale sus fantasías.

Implica al esposo.

Oblígala a llamar a la víctima por su nombre.

El ángulo del obstáculo es bueno, sigue usándolo.

Mírale las manos. Juega con el anillo de bodas cuando está nerviosa.

Dallas

Esto hizo sonreír a McNab, por lo que se tomó un minuto para instalar su rostro en la línea seria antes de golpear.

– Lo envía Dallas. -susurró en la oreja de Trueheart, agregando el pequeño floreo de deslizar un dura mirada sobre Maureen.

– Con su permiso, Oficial Peabody. -Trueheart fue hacia la mesa. -Estos datos acaban de llegar.

Le alcanzó a ella la mini unidad, y luego regresó a su puesto.

Cuando Peabody leyó la nota, experimentó una oleada de alivio, un geiser de nueva energía. Muy cuidadosamente, puso la pantalla boca abajo en la mesa y unió las manos sobre ella.

– Que es eso? -demandó Maureen. -Que quiso decir con datos?

– Nada de que preocuparse. -dijo Peabody en un tono que indicaba que era algo para preocuparse mucho. -Puede decirme, Sra. Stibbs, cuando usted y el Sr. Stibbs empezaron a verse el uno al otro como algo más que amigos?

– Que diferencia puede hacer eso? -Maureen miraba temerosamente hacia la agenda. -Si usted está tratando de implicar que teníamos algo antes de que Boyd fuera libre…

– Estoy tratando de obtener una línea de tiempo, un cuadro de antes y después del asesinato de Marsha. Las mujeres saben cuando un hombro está interesado en ellas. Boyd estaba interesado en usted?

– Boyd nunca, nunca hubiera traicionado sus votos. El matrimonio no es una conveniencia para él.

– Que es lo que pasaba con Marsha.

– Ella nunca lo apreció completamente a él, pero nunca la culpó por eso.

– Pero usted si.

– Eso no es lo que yo dije. Simplemente quise decir que no era tan devota con el matrimonio como parecía desde afuera.

– Y usted, siendo amiga de Boyd y Marsha estaba adentro, y veía las fallas. Boyd estaba tan profundamente involucrado en esa relación. Las fallas deberían haber sido muy evidentes para él. Muy angustiantes si él sentía que Marsha era descuidada con su matrimonio, con su felicidad.

– Ella no hubiera visto que él era infeliz.

– Pero usted lo hizo. Vió que él era infeliz, lo consolaba cuando le hablaba de eso.

– No. No. Yo nunca… Él nunca. Es un hombre muy tolerante. Nunca dijo una mala palabra sobre ella. Nunca. Tengo que volver a casa.

– Era lo bastante tolerante para soslayar una infidelidad? Ocuparse la lavandería, hacer sus propias comidas mientras su mujer tenía sexo a hurtadillas con otro hombre? No creo que queden santos en el mundo. No le preocupa eso, Sra. Stibbs, que tal vez usted está casada con un hombre capaz de arreglar la muerte de su primera esposa?

– Está loca? Boyd nunca hubiera sido capaz. Usted no puede ni siquiera pensar que tuvo algo que ver con… Con lo que sucedió. El ni siquiera estaba ahí.

– Un viaje de negocios fuera de la ciudad es una cortada astuta. -Peabody se echó atrás en la silla, asintiendo sensatamente. -Usted ni siquiera se imaginó que él sospechaba que su esposa andaba acostándose por ahí? Las cartas estaban ahí mismo. Las señales apuntan todas a él. Pudo haberlo cocinado por días, semanas hasta que lo desbordó. Hasta que le pagó a alguien para entrar cuando él se fuera, golpearle en la cabeza, y hundir su cuerpo en la bañera. Luego volvió a casa y jugó al esposo atormentado.

– No puedo dejar que diga eso. No puedo quedarme sentada aquí y escuchar que diga esas cosas. -Ella empujó la mesa con la suficiente fuerza para volcar el vaso de agua. -Boyd nunca la hubiera lastimado. El nunca lastimó a nedie. Es un hombre gentil. Un hombre decente.

Un hombre decente es capaz de ponerse furioso cuando encuentra que la mujer que él ama está jodiendo con otro hombre en su propia cama.

– El nunca le hubiera puesto una mano encima a Marsha, o permitido que otro lo hiciera.

– Un momento de furia cuando encontró las cartas.

– Como iba a encontrarlas si no estaban ahí?

Ella tenía los ojos salvajes y jadeaba. Peabody sintió que un frío control se apoderaba de ella.

– No, las cartas no estaban ahí, porque usted las escribió y las puso en el cajón después de asesinarla. Usted asesinó a Marsha Stibbs porque era un obstáculo para llegar a Boyd, un hombre que usted quería, y que ella no sabía apreciar como lo hacía usted. Usted quería al esposo de Marsha y su vida y su matrimonio, así que los tomó.

– No. -Maureen presionó nas manos en las mejillas, sacudió la cabeza. -No. No.

– Ella no lo merecía a él. -Peabody tenía el martillo ahora y lo usó fríamente para hacer añicos a Maureen con golpes rápidos y duros. -Pero usted si. El la necesitaba a usted, a alguien como usted para ocuparse de él como ella no lo hacía. Ella no lo amaba, no en la forma que usted lo hacía.

– Ella no lo necesitaba. No necesitaba a nadie.

– La confrontó cuando Boyd salió de la ciudad? Le dijo que no era lo bastante buena para él? Se merecía algo mejor, no? La merecía a usted.

– No. No quiero estar más aquí. Necesito ir a casa.

– Ella discutió con usted, o sólo se rió? No la tomó en serio, y tampoco lo haría Boyd hasta que ella no estuviera fuera del cuadro. El no la vería a usted hasta que ella no estuviera fuera del camino. Usted tenía que matarla y entonces podría realmente vivir. No es cierto, Maureen?

– No fue así. -Gruesas y rápidas lágrimas corrieron por sus mejillas. Unió las manos, como en una plegaria. -tiene que creerme.

– Dígame como fue. Dígame que sucedió la noche que fue al apartamento de Marsha.

– No quise hacerlo. No quise hacerlo. -Sollozando, se derrumbó en la silla, poniendo la cabeza sobre la mesa y cubriéndola con los brazos. -Fue un accidente. No quise hacerlo. Hice todo bien desde entonces. Lo hice todo por él. Yo lo amo. Siempre lo amé.

En Observación, McNab sonreía como un loco. -Lo hizo. La quebró. Cerró un caso frío. Tengo… Diablos, tengo que conseguirle flores o algo. -Empezó a salir y se volvió. -Dallas, lo hizo bien.

– Si. Eve continuaba mirando a través del vidrio, viendo la pena que veía moverse en los ojos de Peabody. -Lo hizo bien.


Para el momento en que envió a Maureen Stibbs abajo para el fichaje, Peabody estaba drenada. Sentía como si sus entrañas hubieran pasado a través de una enorme escurridora mecánica que le había exprimido todos los jugos.

Cuando regresó hacia la guarida, sus padres se levantaron desde un banco y fueron hacia ella.

– Que están haciendo aquí ustedes? Se suponía que no nos íbamos a encontrar hasta esa cena de lujo que tuvimos que posponer anoche.

– Estamos tan orgullosos de ti. -Su madre le tomó el rostro, dejando un suave y cálido beso en su frente. -Muy orgullosos de ti.

– De acuerdo… porque?

– Eve nos llamó. -Ella se inclinó, frotando su mejilla sobre la de Peabody. -Arregló para que pudiéramos verte trabajar.

– Mi entrevista? -La boca de Peabody se abrió. -La vieron?

– Era muy difícil, lo que hiciste. -Phoebe la atrajo hacia ella.

– Así es el trabajo.

– Un trabajo muy difícil. Y que eres capaz de hacer. -Ella apartó un poco a su hija para estudiar su cara. -Cuando nos vayamos mañana, va a ser fácil decir adiós sabiendolo.

– Mañana, pero…

– Ya es tiempo. Vamos a hablar más esta noche. Ahora tienes que trabajar.

Sam la atrajo hacia sí, dándole un abrazo a su hija. -Oficial Peabody. -El sonrió de oreja a oreja. -Ve a ser policía.

Con los ojos un poco empañados ella los observó caminar hacia el deslizador descendente. Luego el sentimiento cambió en divertido shock cuando McNab saltó del deslizador ascendente cargando una brazada de margaritas blancas y amarillas.

– De donde las sacaste?

– No preguntes. -Se las puso en las manos, y luego rompió su mutuo acuerdo arrastrándola a un fuerte beso en un área pública. -She-body, la rompiste.

– Casi lo arruino.

– Hey. Le pateaste el culo, hiciste el trabajo, cerraste el caso. Fin de la historia. -El estaba tan orgulloso que podía hacer estallar los botones rosa de su camisa pùrpura. -Y te veías realmente sexy haciéndolo. Estaba pensando que podríamos jugar a Entrevista esta noche. -Le guiño el ojo.

– Estabas observando?

– Creíste que me lo perdería? Era un jodido gran momento para ti, así que era un jodido gran momento para mi también.

Ella suspiró, y hundió la nariz en las flores que sin duda eran robadas. -A veces, McNab, eres realmente dulce.

– Entonces, te voy a dar una buena probada de mi después. Ahora, asume tu papel. Yo voy detrás.

Cargando las flores, entró en la guarida, y sintió nervios, placer y vergüenza cuando varios detectives le dieron sus felicitaciones. Ruborizada, entró en la oficina de Eve. -Teniente?

Eve levantó una mano para detenerla y continuó estudiando los resultados de la búsqueda de probabilidades en los centros de spa. Ella y la computadora estaban de acuerdo en que Europa era el más probable destino dado el perfil de Julianna, con Paris apenas sobresaliendo del resto del campo.

– No lo sé, no lo sé. Mayor es la ciudad, más medios hay y más policías. Porque no este lugar, como se llama, Provence, o éste otro en Italia cerca de la frontera suiza?

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– Si hubiera querido un presupuesto, lo hubiera pedido. Como se hace una reserva?

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– Seis semanas. -reflexionó Eve, tamborileando sus dedos.

– Te vas a ir a un spa en París, Teniente?

– Seguro, si alguien me golpea hasta la inconsciencia, me pone cadenas, y deja mi cuerpo sin vida ahí. Pero estaba pensando que podía ser un callejón que nos lleve hasta Julianna. Una chica necesita hacer una pausa en el asesinato para relajarse, y asegurarse que su piel mantiene el aspecto fresco y juvenil.

Ella levantó la vista, haciendo gestos hacia las flores. -Entonces, llegó McNab. De donde las robó?

– No lo se. -Peabody las olisqueó sentimentalmente. -De todas formas, la intención es lo que vale. Dejaste que mis padres entraran y observaran. A ti no te gusta tener civiles observando una entrevista.

– Hice una excepción.

– Dijeron que estaban orgullosos de mi.

– Tú eres un buen policía. Porque no estarían orgullosos de ti?

– Es que significa mucho escucharlos decir eso. Quiero agradecerte por enviarme esa nota, devolviéndome a la senda. Me estaba perdiendo. Sabía que la estaba perdiendo y no podía darme cuenta donde me había salido.

– Pero volviste y lo hiciste. Como te sientes con eso?

– Bien, supongo. Me siento bien. -Pero bajó los brazos, apuntando las flores hacia el piso. -Jesús, Dallas, siento pena por ella. Su mundo entero se rompió en pedacitos. Fue un accidente. Ella está convencida de eso. Se preparó para enfrentar a Marsha, decirle lo que sentía por Boyd. Discutieron, se fueron a las manos, y Marsha cayó dura hacia atrás, se golpeó la cabeza. Se golpeó mal. Luego Maureen entró en pánico y trató de encubrirlo.

– Y ellos van a suplicar por Homicidio sin premeditación. Cuando debería ser asesinato en segundo grado.

– Teniente…

– Tal vez haya entrado en pánico, por un minuto o dos, entró en pánico y lo lamentó. Pero que hizo luego? Llamó por ayuda? Ante la mínima posibilidad de que Marsha Stibbs pudiera ser revivida o salvada, pidió por ayuda? No, aprovechó la oportunidad. No sólo encubrió el crimen, sino que dio unos pasos más. Plantó evidencia falsa que pintaba a una mujer muerta como adúltera, dejó que el esposo de la muerta, un hombre que ella decía amar, con el dolor y la duda y la miseria de imaginar si su esposa le había mentido, engañado, traicionado. Proyectó una nube sobre la vida que había robado y entonces todos los que habían conocido a Marsha Stibbs mirarían a través de esa nube y verían a una mujer que había engañado, entonces esperó su momento, preparó el camino, y finalmente tomó su lugar.

Eve sacudió la cabeza. -No malgastes tu pena en ella. Si sientes pena, dásela a Marsha Stibbs, quien perdió su vida por la sola razón de tener a alguien que otra quería.

– Si, señor, sé que tienes razón. Supongo que sólo tengo que acostumbrarme.

– Peabody. Defendiste a Marsha Stibbs en esa entrevista. Hiciste un buen trabajo para ella.

El rostro de Peabody se aclaró, como si sus dudas desaparecieran. -Gracias, teniente.

– Vete a casa, arreglate para esa cena de lujo que vas tener esta noche.

– No terminó mi turno.

– Te estoy soltando una hora antes y quieres discutir sobre eso?

– No, señor! -Peabody sacó una margarita amarilla del montón y se la ofreció.

– Me está pasando propiedad robada, Oficial? -Divertida, Eve la hizo girar, y se volvió hacia el enlace interno que sonaba. -Espera. Dallas.

– Teniente. -El rostro de Whitney llenó la pantalla. -Quiero que usted y su equipo vengan a mi oficina. Quince minutos.

– Sí, señor. Lo siento, Peabody. -Eve se puso de pie.-Quieres tu flor de regreso?


Quince minutos no le daban a Eve tiempo suficiente para terminar de compilar y analizar todos los datos para respaldar su corazonada sobre las vacaciones personales de Julianna. Prefirió armar una argumentación oral en su cabeza para seguir esa corazonada en el camino a la oficina de Whitney.

La argumentación se vino abajo cuando entró y vió a Roarke.-

Estaba sentado en una de las sillas que enfrentaban el escritorio del comandante, al parecer, como si estuviera en su casa. Sus miradas se encontraron, se trabaron, y ella supo instantáneamente que lo que fuera que estaba haciendo ahí, era algo que a ella no le iba a gustar.

– Teniente. -Whitney le hizo gestos de que entraran. -Oficial Peabody, me dijeron que cerró un caso de homicidio esta tarde, con una confesión completa en Entrevista.

– Sí, señor. El caso Marsha Stibbs-

– Buen trabajo.

– Gracias, comandante. En realidad, la teniente Dallas…

– Tuve completa confianza en la habilidad de la Oficial Peabody para investigar y cerrar este caso. -interrumpió Eve. -Esa confianza estuvo justificada. La Oficial Peabody prosiguió esta investagación principalmente en su tiempo libre mientras continuaba sirviendo como mi ayudante y era parte del equipo de investigación formado por los homicidios de Julianna Dunne. Una mención con respecto a este tema fue agregada al archvio de la Oficial Peabody.

– Bien hecho. -dijo Whitney mientras Peabody quedaba sin habla. -Entre. -respondió al golpe en la puerta. -Capitán, detective. -Asintió hacia Feeney y McNab.

– Buen trabajo. -Feeney le hizo un guiño a Peabody y le dio una palmada en el hombro cuando se acercó a ellas. -Roarke. -Hundió las manos en los bolsillos, manoseando su bolsa de nueces. Algo va a pasar, pensó, y va a ser interesante.

– Julianna Dunne. -Whitney comenzó con el nombre, haciendo una pausa para revisar el rostro de sus oficiales. -Ha cometido tres homicidio en este ciudad. Un cuarto en otra ciudad a pesar de que la policía de Denver es… Reticente para confirmarlo en este momento. -sus labios se curvaron en una afilada y sapiente sonrisa cuando miró a Eve. -También es responsable de causar serias heridas a un oficial.

– Comandante…

El cortó la protesta de Eve con una estrecha mirada. -Afortunadamente se recuperó rápido, teniente. Como sea, estos son los hechos, hechos que los medios están ventilando activamente. Hechos por los que este departamento debe responder. Dos de las víctimas eran hombres prominentes, con prominentes conexiones. Las familias de Walter Pettibone y Henry Mouton se han contactado con esta oficina y con la oficina del jefe de policía Tibble, demandando justicia. Demandando respuestas.

– Van a tener justicia, comandante. Mi equipo esta siguiendo todas las pistas activa y tenazmente. Un reporte actualizado del avance estará en sus manos para el final del día.

– Teniente. -Whitney se echó hacia atrás en el sillón. -Su investigación está estancada.

– La investigación tiene múltiples canales. -Eve tragó la indignación que ardía en su garganta. -Y con respeto, comandante, no está estancada sino que es compleja y con muchas capas. La justicia no siempre es servida rápidamente.

– Si ella hubiera sido mantenida donde estaba, no tendríamos una investigación. -La furia de Feeney hizo erupción. -La metimos adentro una vez, y ahora porque un puñado de cretinos y corazones flojos abrieron la puerta de la jaula, tenemos que volver a meterla adentro. Ese es un maldito hecho. Fue Dallas la que la atrapó entonces, y tal vez los medios, esta oficina, y la oficina del maldito jefe deberían recordar eso.

Cuando Eve le puso una mano sne l brazo, él sacudió la cabeza. -No me digas que me calme. -Chasqueó, aun cuando ella no había dicho una palabra.

– Estoy plenamente consciente de la historia de este asunto. -La voz de Whitney mantenía su nivel. -Y también el Jefe Tibble. Y los medios, se lo puedo prometer, lo van a recordar. Pero hoy tenemos que tratar con esto. Los restos que deja Julianna Dunne son muchos, y ese es un problema muy grande. Se burló de usted, -le dijo a Eve. -Y la opinión es que continúa haciéndolo. Estará de acuerdo, teniente, en que Dunne seleccionó New York como su ubicación principal para una revancha? Que su trabajo aquí es un ataque personal contra usted?

– Estaría de acuerdo, comandante, en que el sujeto alberga un rencor, y si bien lo que hace es una satisfacción para ella, asesinando aquí gana el beneficio adicional de envolverme en un combate.

– Ella no tiene un interés particular o una conexión con los hombres que ha asesinado. Lo que hace su investigación más problemática.

– Es improbable que podamos encontrarla y aprenderla por la identificación de sus próximos objetivos. -Ella sintió un pequeño latido de advertencia en la base de su cráneo. -La investigación está mejor encaminada concentrándola en las pautas del sujeto, pautas personales. Como vive, trabaja, organiza. No es una mujer de negarse a si misma las comodidades y lujos que siempre pensó que se merecía y que se tuvo que negar en los casi nueve años de prisión. Actualmente estoy compilando y analizando datos en esa área para respaldar lo que pienso que es una teoría válida.

– Me interesa revisar esos datos y escuchar esa teoría, pero mientras tanto, vamos a dejarlo atrás por un minuto. -El unió las manos, tamborileando con sus dedos índices. -Las probabilidades de la computadora se oponen a la opinión de la Dra. Mira y de la primaria en cuanto a la identidad de uno de los potenciales objetivos. Uno que, después de revisar todos los datos y reportes, yo creo que es y ha sido el objetivo central desde un principio. Si este individuo estuviera dispuesto a cooperar podría muy bienn resultar en una pronta captura de Dunne y el cierre de este caso.

El latido empezó a golpear. -Utilizar civiles…

– Es a menudo conveniente. -terminó Whitney. -Particularmente cuando el civil es conocido por ser… experto en áreas pertinentes.

– Permiso para hablar con usted en privado, señor.

– Denegado.

– Comandante.-Roarke habló por primera vez, en tono bajo, en directo contraste con la creciente tensión el la habitación. -Me permite? Ella va a venir por mi tarde o temprano, Eve. Si arreglamos para que sea pronto, nos da la ventaja y tal vez podamos salvar otra vida.

– Yo objeto usar un civil como cebo. -Ella miraba directamente a Whitney. -Sea quien sea, y lo que pueda ser. Como primaria de esta investigación, tengo el derecho de rehusarme a emplear tácticas que estimo generan riesgos inaceptables para mis hombres, o civiles.

– Y como su comandante, yo tengo el derecho de anular su protesta, de ordenarle que emplee esas tácticas o removerla como primaria.

Esta vez fue Feeney quien aferró el brazo de Eve. Pero Roarke ya se había parado. -Jack- -Su voz ya no estaba totalmente calma cuando se dirigió a Whitney. Deliberadamente, se paró entre él y Eve, enfrentándola para que ella no tuviera otra elección más que mirarlo a la cara.

– Tendrás el control. Ella tiene la delantera hasta ahora. Tú puedes atraerla donde y como elijas. Ese es el primer punto. El segundo sería que yo no me voy a sentar y esperar hasta que ella elija el momento y lugar para atraparme. Te estoy pidiendo ayuda y ofreciéndote la mía.

Era fácil de ver porque él era tan bueno en lo que hacía. Y ganando lo que quería. Acomodando las cosas a su propia conveniencia con la razón en primer lugar. Luego con cualquier método que funcionara mejor.

Pero no era una compañía para ser absorbida o un empleado para ser intimidado. -Tú no estás pidiendo ni ofreciendo nada. Y tú no me das el control, lo estás tomando.

– Eso depende de como lo veas.

– Yo veo muy bien. Retrocede, Roarke, no estás a cargo aquí todavía.

Algo chispeó en los ojos de él, algo mortal. Sólo sirvió para agregar calor a un malhumor que ya estaba humeando al máximo. Cuando se movió hacia Roarke, Feeney la aferró del brazo por segunda vez, y Whitney se puso de pie.

– Tranquilízate, niña. -murmuró Feeney.

– Teniente Dallas. -La voz de Whitney azotó como un látigo. -Esta oficina no es el lugar para sus discusiones matrimoniales.

– Usted la convirtió en el lugar. Esto es una emboscada, y una que socava mi autoridad, esto pone mi autoridad en duda enfrente de mi equipo.

Whitney abrió su boca, y la cerró luego en una fina línea. -Tomo nota. Su equipo puede retirarse.

– Prefiero que se queden en este momento, señor. Terminar esta reunión ahora en forma privada es un gesto inútil.

– Usted es una cabeza dura, teniente, y está pasando muy cerca de la línea.

– Si, señor, lo soy. Pero usted ya cruzó sobre ella. Yo respeto tanto su autoridad como su oficina, comandante.

El tuvo que tomar un respiro para calmarse. -Y usted implica que yo no respeté las suyas.

– Eso depende… -Ella miró hacia Roarke. -en como lo mires.

– Y si usted estuviera mirando esta situación objetivamente en vez de tomarla con posiblemente justificado enojo, por la forma en que este camino en particular le fue presentado?

– Yo creo firmemente que Julianna Dunne puede haber salido del país, o que planea dejar New York por un corto período. Si me permitiera seguir ese camino, creo que puedo confirmar su ubicación, o destino planeado en pocas horas.

– Y esta creencia está basada en?

– Mi instinto y mi considerable conocimiento del sujeto. Pega ahora, se ordenó Eve, y pega duro.

– Ella es una chica. Tiene una necesidad profundamente asentada de consentir su feminidad, en la forma más lujosa y exclusiva disponible. Se ha dedicado a trabajar duro hasta ahora, planeando y ejecutando su agenda. Ahora necesita un descanso. En el pasado, se tomaba unas cortas vacaciones entre cada golpe. Principalmente resorts, con centros de tratamiento de alto vuelo. Es una pauta. Se movilizó de una víctima a otra en rápida sucesión esta vez, y eso después de haber estado encarcelada por varios años. Ella necesita renovarse, recargar, y su método preferido sería la comodidad de un spa donde pueda ser mimada y pueda relajarse antes de…

Se detuvo, pero tomó envión y siguió. -… antes de moverse hacia quien yo creo que es y ha sido el objetivo central. Necesita arreglo, preparación, relax, antes de ir por él. Corrí una probabilidad con esta teoría y obtuve más del noventa por ciento. Ella no cambia, comandante. En el fondo, ella no cambia.

– Asumiendo que su teoría es correcta, hay incontables instalaciones de esa naturaleza solamente en esta ciudad.

– No será aquí. Ella quiere darse este gusto, esta indulgencia, y no se arriesgaría a acudir a una experta que podría haberla visto en los medios, y dejarla acercar tanto a su rostro. Tiene cerebro. Es más probable que salga del paìs donde la atención de los medios hacia los asesinatos de New York no sea tan intensa.

Ella observó su expresión, lo vio considerarlo. Estar de acuerdo. -Ya estuve estrechando el campo, y tengo la intención de empezar chequeando las ubicaciones más probables y enfocarme siguiendo esa lista.

– Entonces hágalo. Como sea, esa ángulo no excluye prepararse para otra opción. Si usted la pesca, y tiene éxito en la persecución y captura, lo dejaremos de lado. Si usted no lo hace, vamos a poner una trampa en el lugar. Tranquilícese, teniente. Y escuche.

Whitney se volvió hacia Roarke, y asintió.


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