CAPITULO 9

Eve pasó horas viendo probabilidades, revisando nombres que se relacionaran con oveja y vaquero.

Mientras la computadora trabajaba, leyó el archivo de Pettibone, esperando haber olvidado algo, cualquier cosa que indicara un vínculo más directo entre el asesino y su víctima.

Todo lo que encontró fue un hombre agradable, de mediana edad, bienamado por su familia, bien visto por sus amigos, quien llevaba un negocio exitoso, de una manera franca y honesta.

No pudo relacionar a ningún otro. No había evidencia de que ninguna de las esposas de la víctima, o sus hijos, o los esposos de los hijos conocieran a Julianna Dunne, y no pudo encontrar un motivo que la dirigiera hacia alguno de ellos arreglando un asesinato.

Las dos esposas podían ser de dos tipos totalmente diferentes, pero tenían una cosa en común. Un obvio afecto por Walter C. Pettibone.

Cuando más revisaba lo que los datos, la evidencia y las probabilidades indicaban, más parecía que Julianna había sacado a Pettibone de un sombrero. Y ese astuto capricho significaba que el próximo objetivo podía ser uno de millones.

Dejó a la computadora clasificando nombres cuando se metió en la cama, y estaba levantada a las seis revisando todo otra vez.

– Te estás descuidando a ti misma otra vez, teniente.

Ella miró hacia donde Roarke estaba parado, ya vestido, ya perfecto. Ella todavía no se había cepillado los dientes.

– No, estoy bien. Dormí unas buenas cinco horas. Estoy trabajando con oveja. -Señaló hacia la pantalla de pared. Tienes idea de cuantos nombres tienen relación con una estúpida oveja?

– Además de las variaciones que incluyen la palabra oveja en sí misma? Lamb, Shepherd, Ram, Mutton, Ewes…

– Cállate.

El sonrió y entró en la oficina, ofreciéndole uno de los jarros de café que llevaba. -Y por supuesto, incontables variaciones de unos y otros.

– Y eso hace que no tenga un nombre. Puede ser un trabajo, la forma en que lo hizo. Cristo, conseguí este ángulo de una drogadicta perdida llamada Loopy.

– Hay una lógica en ésto. El hombre hueso, el hombre oveja. Digo que estás en la senda correcta.

– Una senda grande y jodida. Aún separando los hombres con casamientos múltiples, de los cincuenta hasta lo setenta y cinco, tengo unos diez mil sólo en el área metropolitana. Puedo separarlos otra vez con los recursos financieros, pero es demasiado para cubrir.

– Cual es tu plan?

– Separarlos otra vez siguiendo la teoría de que Pettibone fue considerado ocho o diez años atrás. Si su próximo objetivo estaba en carrera entonces, voy a buscar entre los hombres que estaban exitosamente establecidos en la ciudad diez años atrás. Luego espero que Julianna no tenga prisa.

Ordenó a la computadora empezar un nuevo listado usando ese criterio, y tomó luego un sorbo despreocupado de café. -Adonde vas a ir hoy?

El sacó un disco de su bolsillo. -Mi agenda de los próximos cinco días. Te voy a actualizar de cualquier cambio.

– Gracias. Ella lo tomó, y luego levantó la mirada hacia él. -Gracias. -repitió. -Roarke, no debería haberla tomado contigo anoche. Pero eres un maldito manipulador.

– Es ciento. La próxima vez que te pongas borracha y hosca, sólo te daré una bofetada.

– Supongo que es justo. -se hizo atrás cuando él se inclinó hacia ella. -No me lavé todavía. Hice unos ejercicios rápidos mientras se compilaban las listas.

– Unos ejercicios suena perfecto.

– Tú ya estás vestido. -dijo ella cuando él la tomó de la mano y fue hacia el elevador.

– Lo maravilloso de las ropas es que puedes ponértelas o sacártelas tan a menudo como quieras. -El se volvío, sacándole su camiseta sudada cuando estuvieron en el elevador. -Ves?

– Tenemos invitados en casa vagando por todo el lugar. -le recordó ella.

– Entonces cerraremos la puerta. -Sus hábiles manos avanzaron y se cerraron sobre sus pechos. -Y haremos un ejercicio rápido y privado.

– Bien pensado.


Mientras Eve estaba terminando su muy satisfactorio programa de ejercicios con el nado, Henry Mouton cruzó los relucientes pisos de mármol de Mouton, Carlston y Fitch, abogados.

Tenía sesenta y dos años, el aspecto apuesto y atlético de una estrella de cine, y uno de las mejores corporaciones de abogados de la Costa Este.

El caminaba con un propósito. Vivía con un propósito. En los cerca de treinta años que llevaba de abogado, había llegado a su oficina precisamente a las siete en punto, cinco días a la semana. Esa rutina no se había alterado cuando estableció su propia firma veintitrés años atrás.

– Un hombre que se había hecho a si mismo, como a Henry le gustaba decir, tenía trabajos en progreso. Y trabajo era la palabra clave.

El amaba su trabajo, amaba escalar la resbaladiza y enmarañada viña de la ley.

Enfocaba su vida en la misma forma en que enfocaba su trabajo. Con dedicación y rutina. Mantenía su salud, su cuerpo, y su mente con ejercicios habituales, una buena dieta y exposición a la cultura. Tomaba vacaciones dos veces al año, por precisamente dos semanas en cada ocasión. En febrero, seleccionaba un lugar de clima cálido, y en agosto el destino era un lugar interesante donde museos, galerías y teatros fueran ofrecidos en abundancia.

El tercer fin de semana de cada mes, se iba a una casa en la orilla de los Hamptons.

Alguien dijo que era rígido, incluyento a sus dos ex exposas, pero Henry pensaba en si mismo como organizado. Como su actual esposa era casi tan detallista y rutinariamente orientada como él, el mundo de Henry estaba en perfecto orden.

El piso principal de Mouton, Carlston y Fitch era como una gran catedral, y a las siete de la mañana, tan tranquila como una tumba.

Caminó derecho hacia su oficina en la esquina del edificio, con su vida de nido de águila de toda Manhattan. Su escritorio era una perfecta isla rectangular, que tenía encima su equipo de comunicaciones, su set de plumas, un secante nuevo bordeado de cuero color borgoña, y una foto enmarcada en plata de su esposa, la tercera imagen agraciada con ese mismo marco en los pasados veinticuatro años.

Puso su portafolio en el secante, lo abrió, y sacó su libro de memos y el disco de archivos que había llevado a casa con él la noche anterior.

Cuando las transmisiones del conmutador inundaron el cielo a su espalda, Henry cerró el maletín, poniéndolo en la estantería junto a su escritorio para su fácil acceso.

Un leve sonido lo hizo levantar la vista, y frunció el ceño con desconcierto a la pulcramente vestida morocha en su puerta.

– Quien es usted?

– Le pido perdón, Sr. Mouton. Soy Janet Drake, la nueva temporaria. Lo escuché llegar. No pensé que alguien estuviera aquí tan temprano.

Julianna juntó las manos y le ofreció una sonrisa tímida. -No había pensado molestarlo.

– Usted también llegó temprano, Srta. Drake.

– Sí, señor. Es mi primer día. Quería familiarizarme por mi cuenta con la oficina y organizar mi cubículo. Espero que esté todo bien.

– La iniciativa es apreciada aquí. -Atractiva, pensó Henry, educada, ansiosa. -Espera conseguir un trabajo permanente aquí, Srta. Drake?

Ella simuló un leve nerviosismo. -Me emocionaría que me ofreciaran una posición permanente en su firma. Si mi trabajo lo justifica.

El asintió. -Continúe, entonces.

– Sí, señor. -Ella retrocedió y se detuvo. -Puedo traerle una taza de café. Acabo de programarlo.

El gruñó y deslizó un disco en su unidad de escritorio. -Liviano, sin azúcar. Gracias.

En su práctico paso, Julianna regresó al comedor del personal. Estaría colmado pronto. Su cuidadosa investigación le había dicho que la cabeza de la firma llegaba a las oficinas al menos treinta minutos, y menudo una hora antes que ningún otro. Pero siempre había la chance de que algún ansioso practicante de la ley, o zángano, algún droide de mantenimiento pudiera llegar e interrumpir las cosas.

Ella prefería dejar el trabajo hecho y moverse mientras el día era joven. Estaba segura de que el mismo Henry aplaudiría su eficiencia.

La idea le gustó tanto que lanzó una risita cuando envenenaba el café.

– Podría haberte trabajado de esta forma nueve años atrás, Henry, -murmuró ella cuando vertía el cianuro. -Pero no sacaste la paja más corta. -Se acomodó el cabello corto y oscuro. -Una pena, realmente. Creo que habrías disfrutado estar casado conmigo. Por un corto término.

Llevó el grueso y práctico jarro a la oficina de él. La computadora estaba ya parloteando sobre algún precedente legal. Fuera de la pared de vidrio un helicóptero de tráfico revoloteaba sobre los empleados mañaneros. Julianna le puso el café junto a su codo, y retrocedió.

– Hay alguna otra cosa que pueda hacer por usted, Sr. Mouton?

Obviamente perdido en sus pensamientos, él levantó el café, y lo sorbió ausente mientras miraba fijamente el tráfico, escuchando sus notas.

– No, tengo todo lo que necesito, Srta…

– Drake. -dijo ella tranquilamente, su mirada fría como el hielo observándolo beber otra vez. -Janet Drake.

– Sí, bueno, buena suerte en su primer día, Srta. Drake. Sólo deje la puerta abierta cuando se vaya.

– Sí, señor.

Salió de la oficina y esperó. Lo escuchó empezar a ahogarse, en un desesperado intento por tomar aire. El rostro de ella tenía una terrible belleza cuando regresó a la oficina para obervarlo morir.

Le gustaba mirar, cuando se presentaba la oportunidad.

La cara de él estaba roja como una remolacha, sus ojos abultados. Derramó lo que quedaba de café cuando cayó, y el marrón se filtró en una mancha en la alfombra gris piedra.

El la miraba fijamente, el vivo reflejo del dolor y el miedo mientras moría.

– Se fue por la tubería equivocada? -dijo ella alegremente, y fue adonde él estaba caído. -Va a haber un pequeño cambio en tu rutina hoy, Henry. -Inclinó su cabeza, con su expresión fascinada cuando el cuerpo se convulsionó. -Conseguiste morirte.

Era, pensó Julianna, la más increíble sensación ser testigo de la llegada de la muerte, y saber que había sido puesta en marcha por su propia mano.

No se imaginaba porque más gente no trataba de hacerlo.

Cuando terminó, le envió a él un beso con los dedos, y salió sin apuro, cerrando la puerta detrás de ella. Una pena que fuera demasiado temprano para que los negocios estuvieran abiertos, pensó cuando levantó su bolso y fue hacia el elevador. Se sentía algo engreída.


Agachada sobre el cuerpo de Henry Mouton, Eve sintió rabia, frustración y culpa. Ninguna de esas emociones podían ayuda, por lo hizo su mejor esfuerzo para amordazarlas.

– Este es un trabajo de ella. -declaró Eve.-Como demonios pudo entrar aquí, a través de la seguridad del edificio, y darle a este tipo a beber café envenenado? Relacionando. Ella hace relaciones. Quien hace lo que yo necesito para entrar, y voy por ese. Ella sabía que él iba a estar aquí, solo. No es un golpe de suerte. Y yo afuera persiguiendo una jodida oveja.

– Teniente. Mouton es oveja en francés. -Peabody le mostró su PPC.- Lo encontré aquí.

– Grandioso, muy bien. Loopy tenía razón. Eso es muy bueno para él. -Enohjada consigo misma, Eve se enderezó. -Hazlo etiquetar y embolsar y vuelve con los ME. Necesito los discos de seguridad del edificio, los testigos que lo encontraron, ah… el encargado de la oficina. Datos de los parientes cercanos.

– Sí, señor. Dallas? -Peabody dudó, y luego habló su corazón. -No podías haber detenido esto.

– Seguro que podía. Poner la llave correcta en la cerradura correcta. Pero no lo hice, y entonces estamos aquí.

Cuando Peabody salió, Eve sacó su libro de nota y empezó a llenarlo de datos.

– Díscúlpeme. Teniente Dallas?

Miró hacia atrás, y vió la elegantemente vestida mujer con pelo negro peinado en perfectas ondas. -Tengo que pedirle que mantenga despejada esta habitación.

– Si, lo comprento. Me dijeron que usted está a cargo. Soy Olivia Fitch, una de las socias de Henry. -Cuando su mirada vagó hasta el cuerpo, sus labios temblaron. Pero los afirmó juntos, y su voz se mantuvo calma. -Esperaba que pudiera decirme… algo. Cualquier cosa.

– Hay algún lugar donde podamos hablar, Sra. Fitch?

– Sí, por supuesto. Mi oficina? Quiero poder decirle algo al personal. -empezó cuando indicó el camino. -Y necesito, por mi misma, poder pensar en esto en algunaforma racional.

Abrió la puerta de otra oficina esquinada. Era similar en tamaño a la de Mouton, de cara al este en vez del norte, y tenía una disposición más talentosa y menos espartana.

– Este es un momento difícil para usted.

– Sí, mucho. -Eligiendo dirigirse hacia el escritorio en vez del área de sillones, Olivia caminó hacia la pared de ventanas. -Henry y yo nos divorciamos hace cuatro, no, cinco años atrás. El se volvió a casar y eso fue un golpe devastador para Ashley. Su muerte va a ser bastante difícil de asumir, pero asesinato… Nunca supe que alguien quisiera asesinarlo. -Ella se volvió. -Esto me sacudió hasta los huesos.

– Conoce a alguien que hubiera querido dañar al Sr. Mouton?

– Somos abogados. -Olivia se encogió de hombros. -Quien no desea dañarnos? Pero no, honestamente no puedo pensar en alguien que le hiciera esto a Henry. Era un hombre irritante, imposible para convivir, desde mi punto de vista. Era tan lineal, tan absolutamente enfocado en mantener sus rutinas, tan absolutamente dirigido en ese sentido. Uno podría haber querido patearlo en el culo ocasionalmente, pero no lo mataría por eso.

– No mucha gente que ha estado casada sigue manteniendo negocios en sociedad.

– Otro de los molestos rasgos de Henry. -Las lágrimas brillaron, pero las contuvo. -Era un bastardo lógico. Porque debíamos provocar una conmoción en la firma porque el matrimonio se terminó? Trabajábamos bien juntos antes, no? En ese caso, estamos de acuerdo. El hecho es que fuimos mejores socios de negocios que amantes. No sé si éramos amigos. Yo debería probablemente llamar a mi propio abogado ahora. -Suspiró- No puedo encontrar la energía para hacerlo.

– Porque él estaba aquí antes de las horas de oficina?

– Henry se sentaba detrás de su escritorio cada bendita mañana a las siete en punto. Lluvia, sol, inundación o hambruna. Podría decir cualquier otra cosa sobre él, pero la ética laboral era sagrada. El se preocupaba por esta firma, por su trabajo, por la ley.

Ahora su voz cayó y presionó una mano contra la boca. -Maldita sea. Maldita sea. Maldita sea.

– Quiere que le traiga algo? Un vaso de agua?

– No. No soy una llorona. -Ella se resistió, visiblemente. -Y yo también me preocupaba por la ley. Quiero que quienquiera que haya esto sea encerrado y castigado. Así que haga sus preguntas. Puedo prometerle que va a tener completa cooperación de todos en esta firma o yo los despellejaré.

– Lo aprecio. -Eve hizo una pausa, volviéndose cuando entró Peabody.

– Puedo hablarle un minuto, teniente?

– Si quiere esperar aquí, Sra. Fitch. -Ella se detuvo justo fuera de la puerta de la oficina- Que encontraste?

– Las huellas de Julianna Dunne en el comedor del personal. Estuvo aquí, y no se preocupó por cubrirlas. Saqué los discos de seguridad. Está en ellos.

– Bueno. Encuéntrame a la encargada de la oficina y envíala aquí cuando vaya con Fitch.

Ella volvió a entrar. -Sra. Fitch, conoce a una mujer llamada Julianna Dunne?

– Dunne? El nombre me suena familiar. -Su frente se frunció, y luego se arqueó con sorpresa. -La asesina de Walter Pettibone y los otros. Vi los reportes de los medios y los boletines. Usted cree que ella… pero porque? Como pudo… -Se sentó, pesadamente.

– Ha visto a una mujer que concuerde con su descripción en o alrededor de estas oficinas?

– No. -Olivia presionó sus manos en su cara. -No puedo recordarlo.

– Ella estuvo aquí, en el comedor del personal. Asumo que su servicio de limpieza limpia esa área cada noche.

– Si, si. Tenemos un servicio muy bueno, muy competente.

– Si ese es el caso, ella estuvo aquí esta mañana. Puedo usar esto? -preguntó señalando hacia la computadora.

– Si. Adelante.

Eve desplegó el disco de la entrada. -Sabe en que momento el equipo de limpieza hace esta área?

– Tienen programado hacer este piso entre las veinte y las dos de la mañana.

Eve programó el disco para empezar a correr a las dos. Avanzó a través de él, haciendo pausas periódicas cuando alguien entraba o salía del lobby. El tráfico era liviano, corriente, con oficinistas cansados en un turno tardío, gente de mantenimiento, y un cambio de personal del lobby. A las seis y cuarenta y cinco, una atractiva morocha en un elegante traje de negocios entró y fue derecho hacia el escritorio de recepción.

Eve congeló el cuadro, agrandándolo. -Reconoce a esta mujer?

Olivia se volvió, estudiando la imagen. -No. No recuerdo haberla visto antes. Hay una cantidad de oficinas y compañías en este edificio. No veo como…

– Mírela de cerca. Sólo la cara. Olvide el pelo.

Con un gesto de impaciencia, Olivia hizo lo que le habían pedido. -Conozco a todos en este nivel, y ella no… Espere. Mi dios. Es Dunne, no? No la reconocí a primera vista.

– Sí, la mayoría de la gente no lo hace.


Para el mediodía tuvo el salón de conferencia pedido y su equipo reunido.

– Así es como pasó. -empezó- Julianna falsificó una ID de una empresa -juego de niños- y pasó al guardia de seguridad. El mismo guardia estaba de servicio el día anterior en el turno de las seis al mediodía y ella firmó como Janet Drake, oficinista temporaria para Mouton, Carlston y Fitch a las ocho y cuarenta y tres de esa fecha. Se tomó un momento para darle una sonrisa grande y coqueta y hacer una pequeña conversación sobre si él recordaba haberla visto cuando ella llegó esa mañana. Llegó temprano -continuó Eve, señalando hacia el disco corriendo en pantalla. -Subió derecho al piso principal de la firma. La tenemos hasta que entró en las oficinas. Ocho minutos después, tenemos a Mouton siguiendo la misma ruta. Para los próximos veinte minutos, tenemos que deducirlos.

Eve puso pausa -Las declaraciones del personal y asociados confirman que Mouton habitualmente entraba a su oficina a las siete en punto. Era una criatura de rutina, y no dudo que Julianna investigó sus hábitos. Elmás probable escenario es que ella se introdujo como temporaria, clamando estar ansiosa por empezar a trabajar, adulandolo en el área más importante para él en su firma, su trabajo, su ética laboral. Debe haberse ofrecido para traerle café, fue al comedor, ordenó una taza, la envenenó. Se debe haber quedado para asegurarse que él lo bebiera, asegurarse que muriera. Le gusta ver como termina el trabajo. A las siete y dieciocho, salió de las oficinas.

Eve ordenó seguir con la grabación, resumiéndola. -Está resplandeciente ahí. -comentó – Ella realmente se libró de eso. Salió por la puerta de incendio del segundo piso para no encontrarse otra vez con el guardia. Pudo tomar el deslizador al nivel de la calle e ir a casa para desayunar.

– Cambió su pauta -apuntó Feeney- Se quedó en New York, friendo a tipos que no la habían conocido previamente. Pero algunos hábitos son difíciles de matar. Va a volver a ir por el mismo tipo de objetivos, modificando su apariencia sin hacer cambios permanentes.

– Ella cavó aquí. -se estiró para alcanzar el café que era más un hábito que necesidad. La opinión de Mira es que yo parte de la atracción por ser la única mujer con la que realmente combatió. Necesita ser mejor que yo, y la manera de serlo es asesinar en mi pista mientras yo sigo mi cola.

– Bueno. -McNab atrajo su atención. -Entonces le va a doler más cuando tú la asaltes por la espalda y la muerdas en la garganta.

– Lamiéndome las botas, detective?

– sí, señor -El disparó una sonrisa tan brillante con su trío de aretes. -Pero hey, lo que es, es. Ella no es tan buena como tú.

– Lo cierto es que tengo dos hombres muertos que pueden no estar de acuerdo contigo. Necesitamos revisar esas unidades incautadas en Dockport. Ella tiene un lugar aquí.

Algún lugar, pensó Eve. Cavar en los clásicos de las fueras, en los modernos del centro.

– Un apartamento ostentoso o casa, en la ciudad. Pudo comprar cualquiera de los dos cuando estaba en la jaula o arreglar para que fuera mantenido durante ese período. -Tragó más café, esperando la patada. -Tiene que haber transmisiones. Es lo bastante lista para haber usado su PPC para eso, pero puede haberse descuidado. Investigaba objetivos. Debe haber datos.

– Estamos limpiando los excesos, -le aseguró Feeney- Si está ahí, lo vamos a encontrar.

– Encuéntralo rápido. Hay copias en disco del reporte de Mira para todos ustedes. Cuando lean su opinión, y yo concuerdo con eso, que la historia de Julianna con respecto a ser abusada sexualmente por su padrastro es inexacta. Necesito entrevistarlo a él, sacarle la verdad. Cuanto más sepamos sobre, más rápido la cazaremos. Y agregado a eso, es posible que él sea un futuro objetivo. Voy a ir a Texas tan pronto como pueda arreglarlo.

– Voy contigo? -preguntó Peabody.

– No, te necesito aquí. -No puedo llevarte a Dallas. No puedo arriesgarme. No puedo permitirlo. - Sigue usando el veneno. Debe conseguirlo en algún lado. -tuvo cuidado de mantener su voz profesional y continuó. -También leerán en reporte de Mira que a pesar del bajo porcentaje de probabilidades de la revisión de la computadora, Ella cree que Roarke es también un potencial objetivo.

– Un jodido clase A.

Aunque esa flecha fue derecho a su corazó, ella ignoró el arrebato de McNab. -A pesar de que él no encaja en su perfil clásico, y de los datos acumulados, que de acuerdo a la computadora da una posibilidad insignificante, él cubre sus necesidades para la guerra conmigo. Ser conscientes de la identidad de un potencial objetivo puede ayudarnos a protegerlo. Tengo la agenda de Roarke por los próximos cinco días, y hay copias para ustedes también en sus paquetes. El rehusa tener protección policial directa, pero está de acuerdo en tomar precauciones básicas.

Su mente regresó al cuerpo de Mouton, despatarrado en el piso de su oficina. Antes que la cara de Roarke se sobrepusiera sobre la imagen, la expulsó. -Su seguridad es superior, pero como primaria…

Ella lanzó un juramento corto y brutal, metiendo sus manos cerradas en puños en los bolsillos. -Feeney, me gustaría que veas su seguridad en sus oficinas, en casa, en sus vehículos.

– El me llamó hace una hora. Me voy a encontrar con él esta tarde.

– Gracias. Ok. Es todo lo que tenemos, así que háganlo trabajar. Voy a estar en mi oficina.

– Está sacudida. -le susurró McNab a Peabody cuando Eve salió. -Y ella no se sacude fácil.

– Voy a ir a hablar con ella. -Salió como un rayo del salón, revisó el corredor, y justo atrapó un vistazo de Eve moviéndose en un deslizador. Tuvo que correr, y apartar a codazos a varias personas, pero llegó justo cuando Eve se bajaba.

– Dallas. Espera un minuto.

– No tengo tiempo para charlar, Peabody. Si quiero despejar las cosas para poder hacer ese viaje, tengo que moverme.

– Ella no lo va a conseguir a él. Ni siquiera va a poder acercarse. -Tocó el brazo de Eve, luego lo retuvo para detener el avance de Eve. -Tal vez si fuera sólo uno de ustedes ella podría tener suerte y hacer algún daño. Pero va ir contra ambos. No va a poder. No hay de forma de que lo haga en el universo conocido.

La frustración y el miedo se atascaron en la garganta de Eve, saliendo en un tono bajo y duro. -Todo lo que tiene que hacer poner algo en una taza de café, un vaso de vino, una jodida copa de agua.

– No, eso no es todo. Más que sacudida penso Peabody, está asustada hasta los huesos. -Sabes que no lo es. Va a tener que conseguir pasar a través de sus radares y los tuyos. Mira, no conozco los hechos sobre de donde vino, como llegó aquí, pero puedo deducirlo. No es sólo que él sabe como manejarse por si mismo, sino que lo hace. Por eso es peligroso. Es una de las cosas que lo hacen malditamente sexy.

Eve se volvió, mirando ciegamente la máquina expendedora. -Sin embargo no está particularmente preocupado.

– Eso no quiere decir que no sea cuidadoso, que no esté atento.

– No, no es así. Ya sé que no es así. -Para darle algo que hacer a sus manos, sacó un crédito, lo metió dentro y ordenó una barra de caramelo.

Disculpe, ese item está actualmente sin stock. Quiere hacer otra selección?

– No la patees!! -dijo Peabody rápidamente cuando Eve retrocedió. -Ya perdiste tus privilegios de expendio antes. Trata con esta. Es realmente buena. -antes que su teniente pudiera hacer daño, Peabody seleccionó otro item.

USTED HA SELECCIONADO UNA BARRA CRUJIENTE-PEGAJOSA, LA TRIPA MASTICABLE, TRATADA CON TRES CAPAS DE CHOCOLATE SUSTITUTO, UNA GALLETA Y RELLENO DE CREMA DE NUECES.

Eve la arrebató, retomando su camino mientras la máquina detallaba los ingredientes pasando por los gramos de grasa y los contenidos calóricos.

– Puedo preguntarte algo sobre el caso Stibbs?.dijo Peabody, corriendo para mantenerse a la par.

– Camina y habla.

– Estube estudiando el archivo y estoy lista para traerla a entrevista, pero creo qu etal vez podría vigilarla cuando pueda organizarlo, por un día o dos. Encontrarle el ritmo, sabes. Y estuve pensando si debería dejar que me viera o no.

Con algún esfuerzo, Eve ajustó su línea de pensamiento. -Quédate en uniforme, déjala verte. La va a desequilibrar.

– Y voy a tratar de hablar con un pde personas que dieron declaraciones sobre el homicidio, gente que conocía a los tres sujetos. No hará daño si ella se entera?

– La va a mantener sobre ascuas, imaginando que pasa. Va a ser primordial cuando la traigas.

– Quiero esperar hasta que regreses de Texas antes de traerla. En caso de que lo arruine.

– Espera hasta que regrese, pero no lo vas a arruinar. Yo no trabajo con inútiles. -agregó haciendo sonreir a Peabody cuando separaron sus caminos en el cubil de Homicidios.

En su oficina, Eve se tomó un momento para tranquilizarse, mordió un trozo de la barra de caramelo y decidió que se parecía bastante a una tripa masticable. Con la agenda de Roarke en su cabeza, hizo una llamada a la oficina de él en el centro de la ciudad.

– Sé que tienes una reunión en cinco minutos -empezó cuando él apareció. -Cristo sabe como puedes estar reuniéndote con todas esas personas cada día de tu vida.

– Soy una persona normal, teniente. Un alma amistosa.

– Sí, claro. Es muy inconveniente para ti dejar de lado todas esas reuniones mañana?

– Cual es el punto de ser el dueño de todos tus negocios si no puedes dejar de lado tus compromisos cuando quieras? Que necesitas?

– Quiero salir para Dallas en la mañana. A primera hora.

– De acuerdo. Me voy a ocupar de eso.

– No sé cuanto tiempo nos va a tomar, pero deberíamos poder ir y volver en el mismo día. Pasar una noche cuanto mucho.

– Lo que haga falta. Eve, ya no estás sola.

Ella asintió, y pensando que era una tontería, tocó con los dedos el rostro de él en la pantallo. -Tampoco tú.


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