CAPITULO XVIII

Trygve y sus hijos se fueron al lago Tahoe el primero de agosto, y Page prometió que se reuniría con ellos a mediados de mes.

Brad y Stephanie ya habían partido hacia Europa, así que, a falta de otra solución mejor, Page inscribió a su hijo en unas colonias diurnas.

Trygve se había ofrecido a llevarlo también a Tahoe, y Andy estuvo tentado de acompañarles, pero no quería alejarse de su madre.

No era el niño confiado y seguro de antes del accidente: le asustaba dormir fuera de casa, y aún tenía pesadillas sobre Allie.

Para entonces habían transcurrido casi cuatro meses desde el accidente.

Habían cruzado la temida frontera de los tres meses sin que Allyson diera señales de recuperación claras y concluyentes.

Page empezaba a resignarse.

Había rogado desesperadamente que despertara, que volviera en sí, aunque luego tardase mucho tiempo en caminar o en rehabilitar su cerebro.

Habría dado su vida por reanimarla.

Pero, muy a su pesar, fue comprendiendo que aquello no sucedería.

Trygve le telefoneaba todos los días.

Page había establecido su propia rutina.

Cada mañana llevaba a Andy a las colonias, iba al hospital, acompañaba un rato a Allyson y colaboraba con la fisioterapeuta para ejercitar sus miembros y evitar que se atrofiasen por completo.

Luego trabajaba en el mural, le hacía una nueva visita a su hija, recogía a Andy, volvía con él a casa y preparaba la cena.

Echaba de menos a Trygve, más de lo que había supuesto.

En una ocasión, él sentía también tanta nostalgia que viajó a Ross para pasar la noche juntos y regresó al lago por la mañana.

Era una joya de hombre, y hacía muy feliz a Page.

Había terminado el primer mural y a finales de la misma semana empezó la escena portuaria de la sala de espera.

La componían una infinidad de intrincados detalles que había delineado en los bocetos, y en los ratos que pasaba con Allyson solía retocarlos y perfilarlos.

Una apacible tarde en que los rayos solares se filtraban hasta la sala, Page detectó un ligero movimiento en la mano de Allie que reposaba sobre su lado de la cama.

No era la primera vez.

Sabía que no significaba! nada, que era una respuesta nerviosa a la actividad eléctrica del cerebro.

Instintivamente alzó la vista hacia ella, y a continuación se centró de nuevo en su trabajo.

Quería dibujar una viñeta que no acababa de visualizar y, sin levantarse del asiento, mordisqueando el lápiz, miró distraídamente por la ventana en espera de la inspiración.

Sin pensar, posó una vez más los ojos en Allyson y de pronto la vio agitar ambas manos.

Parecía como si quisiera agarrar las sábanas y tocar a su madre.

No lo había hecho nunca, y Page la observó atentamente, preguntándose si era otro reflejo o algo distinto.

Casi imperceptiblemente, Allyson empezó a mover también la cabeza.

Parecía que intentaba girarla hacia Page, que presentía su presencia.

Ella la observó con el alma en vilo.

Allyson actuaba como si hubiera vuelto al mundo de los vivos y supiera que había alguien a su lado, y su madre no dejó de advertirlo.

– ¿Allie? ¿Estás aquí, Allie? ¿Puedes oírme? -Los síntomas no eran los mismos de cuando estuvo a punto de morir, sino algo mucho más intenso, más real, aunque en aquella ocasión también se lo había parecido.

Pero no, lo de ahora era diferente-.

¿Allie? -Page dejó en el suelo el cuaderno y el lápiz y asió la mano de su hija, decidida a llegar hasta ella-.

Allie, amor mío, abre los ojos.

Estoy contigo.

Vamos, mi niña, ábrelos sin miedo.

Soy mamá.

– Le habló en tonos quedos, acariciándola.

De pronto notó que Allyson apretaba su mano débil, tenuemente, y rompió a llorar.

Su hija la había oído.

Sabía que no se engañaba, Allyson la había oído-.

Allie, he sentido tu apretón.

Sé que me escuchas, pequeña mía.

Haz un esfuerzo y abre los ojos.

Venga, ánimo.

Incapaz de contener las lágrimas que surcaban sus mejillas, Page miró los párpados de Allyson y vislumbró en ellos un suave temblor.

Sin embargo, cesó al instante.

La pobrecilla no tenía fuerzas.

La contempló, temiendo que hubiese vuelto a sumirse en el coma, ya que no había signos de vida.

Pero a los pocos segundos Allyson estrujaba su mano, ahora con más vigor.

Page sintió el impulso de cogerla y zarandearla hasta hacerla despertar, llamar a alguien, proclamar a voces que Allie estaba viva, que todavía ardía la llama en algún recoveco de su cuerpo, pero permaneció quieta, hipnotizada, vigilando cada movimiento, alentándola a despertar.

Y, cuando los párpados volvieron a temblar, lloró calladamente sin apartar la mirada.

¿Y si se trataba de una burla cruel, si le decían que eran meros espasmos y que nunca saldría del coma? -Cariño, por favor, abre los ojos.

¡Te quiero tanto, Allie! Estaba sollozando en silencio y besándole los dedos cuando se produjo un nuevo parpadeo y, por primera vez en más de tres meses, Allyson abrió los ojos y vio a su madre.

Al principio parecía obnubilada, como si no distinguiera bien los objetos, hasta que al fin miró a Page directo a los ojos y balbuceó: -Mamá…

Sacudida por el llanto, Page la contempló, se inclinó y la besó en ambas mejillas; las lágrimas resbalaban junto con el cabello sobre la tez de su hija.

Y ella repitió, ahora más fuerte, aquella palabra que surgía como un graznido, pero que era el más dulce acorde que Page había oído nunca: Mamá.

Pasó siglos allí sentada, llorando de emoción y mirando a su niña, antes de que acudiera Frances con expresión de incredulidad.

¡Dios santo, está despierta! -se cercioró, y de inmediato avisó al doctor Hammerman.

Cuando llegó el médico, Allie estaba amodorrada, pero parecía haber salido del coma.

Page le refirió todo lo que había ocurrido y él procedió a realizar un exhaustivo reconocimiento.

Al cabo de un rato, Allyson abrió los ojos y miró al doctor.

No le reconoció y se echó a llorar, a la par que buscaba la protección de su madre.

– Tranquilízate, mi niña.

El doctor Hammerman es un buen amigo que te ayudará a recuperarte.

A Page ya no le importaba nada ni nadie.

Allie había despertado, había abierto sus bonitos ojos y le había hablado.

Lo que pasara a partir de ahora le era indiferente.

El médico pidió a Allie que aferrase su mano y que le mirase, y ella lo hizo.

Luego la instó a decir algo, cualquier cosa, pero ella no lo consiguió.

Clavó la mirada en su madre y meneó la cabeza.

Más tarde, en el pasillo, Hammerman le explicó a Page que Allyson había perdido todo su vocabulario.

Su energía motriz también estaba deteriorada, y restaba por determinar la magnitud de las lesiones cerebrales.

– Su hija volverá a desarrollar la mayor parte de sus funciones básicas, tales como andar, sentarse y comer.

Y aprenderá a hablar por segunda vez.

Ahora debemos comprobar qué aptitudes han quedado intactás y hasta dónde podemos avanzar -dijo llanamente.

Page estaba dispuesta a hacer lo que fuera, a trabajar con todo ahínco, a sacrificar años de su vida para devolverla a la normalidad.

No repararía en medios.

Cuando se hubo despedido de Hammerman, llamó a Trygve y le contó las novedades.

– Aguarda un minuto…

Calma, Page, no te aturrulles.

– En el lago, Thorensen tenía un teléfono portátil y la comunicación era deficiente.

Se enteró de que el médico había comentado algo sobre la energía motriz de Allyson, pero el resto se le escapó.

Además, Page mezclaba la risa y el llanto, lo que aún dificultaba más su comprensión-.

Empieza otra vez.

– Me ha hablado, Trygve, ¡Allie me ha hablado! -exclamó ella, y a Trygve casi se le cayó el teléfono de las manos-.

¡Está despierta! Ha abierto los ojos, me ha mirado y ha dicho mamá.

– Era el día más hermoso de su vida desde el nacimiento de Allyson y desde que supieron que no perderían a Andy-.

¡Oh, Trygve! -Page sollozaba y chillaba incoherentemente.

A Thorensen también se le saltaron las lágrimas.

Sus hijos se arremolinaron a su alrededor, preguntando qué ocurría.

No estaban muy seguros de si la noticia era buena o si Allie había muerto.

Chloe miró a su padre con angustia en los ojos.

– Bajaremos a la ciudad esta misma noche -anunció Trygve-.

Te llamaré enseguida que llegue.

Ahora se lo diré a los chicos -añadió con atropello y nerviosismo, y ambos colgaron al mismo tiempo.

Page corrió a la UCI para reunirse con su hija, y Trygve anunció a sus hijos que Allyson había despertado.

– ¿Y está normal? -preguntó Chloe, boquiabierta.

– Aún es pronto para saberlo, cariño -repuso Trygve, abrazándola con efusividad.

Podría haber sido ella y no Allie quien hubiese quedado sumida en un coma.

Aquella noche toda la familia se desplazó desde Tahoe.

Entretanto, Allyson había vuelto a dormirse, sólo que ahora en el sentido estricto de la palabra.

Habían empezado a desconectarla de las máquinas que la habían mantenido con vida, pero continuaba en la UCI y todavía pasaría un tiempo en observación.

¿Qué ha dicho? -quiso saber Chloe, sentados todos a la mesa de la cocina de su casa.

– Solamente nnmamá".

Page sollozó mientras contaba toda la historia.

Trygve derramó lágrimas al escucharla.

Y también Chloe y Bjorn.

Andy y él juntaron las manos para darse ánimos.

Aquél fue el día más emotivo de sus vidas.

A la mañana siguiente, Page llevó a Chloe al hospital.

Cuando Allyson abrió los ojos, miró a su amiga durante un rato y al fin, con la frente arrugada, preguntó a su madre.

– Chica -dijo, señalándola con el dedo-.

Una chica.

– Es Chloe -repuso Page cariñosamente-.

Chloe es tu mejor amiga, Allie.

Ella miró de nuevo a su amiga e hizo una señal de asentimiento.

Era como si lo supiera pero hubiese perdido la facultad de expresarlo.

– Creo que me ha conocido -dijo Chloe al salir.

Más tarde comentó a Trygve su desencanto por tan ambiguo reconocimiento.

– Dale un poco de tiempo.

Allie acaba de regresar de un largo viaje.

Será muy dificultoso llevarla al punto donde estaba.

Sólo lo conseguirían si tenían suerte.

– ¿Cuánto de dificultoso, papá? -Lo ignoro.

El doctor Hammerman ha dicho a su madre que podrían pasar dos o tres años hasta que se cumpla toda la rehabilitación de la que ahora es capaz.

Para entonces habría cumplido los dieciocho, y en el ínterin tendría que aprender a incorporarse, a caminar, a comer con tenedor, a hablar…

Era abrumador.

Después de cenar, Page les detalló los progresos de la jornada.

Alrededor de Allie se había reunido todo un ejército terapéutico.

Por un lado la fisioterapeuta, por el otro los expertos en energía motriz y en afasia (pérdida del lenguaje a raíz de una embolia) y demás lesiones cerebrales.

En los próximos meses tendrían que trabajar sin tregua, y Page también.

¿Qué me dices de Tahoe? -preguntó Trygve una vez quedaron a solas.

Volverían al lago por la mañana, y Thorensen quería que Andy fuera con ellos después de visitar a su hermana: -No sé qué hacer -vaciló Page-.

Me preocupa dejarla precisamente ahora.

– ¿Y si Allyson recaía? ¿Y si se quedaba muda e inmóvil? Pero el doctor Hammerman le había asegurado que no, que podía estar sola perfectamente.

¿Por qué no esperas una o dos semanas más, como tenías planeado de antemano, y luego vas y vienes? Yo puedo traerte en el coche, dormimos aquí y subimos de nuevo por la mañana.

Resulta un poco fatigoso, pero peor ha sido tu ritmo de vida en los últimos cuatro meses.

¿Qué te parece? -De acuerdo -dijo Page con una sonrisa y un beso.

Desde luego, Trygve no escatimaba esfuerzos a la hora de hacerle la vida más llevadera.

¿Y si me dejases ya a Andy? Creo que le encantará todo aquello.

Ambos sabían que el niño sufriría un desengaño si Allie no le reconocía a la primera.

Le sentaría bien un poco de distancia y de distracción.

– Sí, el aire libre le sentará bien -convino Page.

Y ella necesitaba de todo su tiempo para ayudar a Allyson.

Tenían mucho que hacer.

– Bajaré a buscarte la semana que viene y, si aún es pronto, pasaré un par de días contigo y lo aplazaremos para la otra.

– ¿Por qué eres tan bueno conmigo, Trygve? -murmuró Page, cobijándose en sus brazos.

– Porque quiero seducirte -contestó él.

Page había telefoneado a Brad tan pronto como Allie despertó, y él se puso eufórico al saberlo.

Dijo que contaría las horas que le faltaban para verla.

Pero, cuando volvió de Europa, al igual que Chloe y que Andy la mañana en que la visitó antes de ir a Tahoe, se llevó una decepción.

él esperaba que su hija le recibiría con gritos de “Papá" en el instante que cruzase la puerta de la sala, le echaría los brazos al cuello y le llenaría de besos.

En cambio, Allyson le miró con recelo, ladeó la cabeza y buscó a Page con la mirada.

– Hombre -balbuceó-.

Hombre -insistió, y miró a Brad como si intentara recordar su rostro.

De repente, en el momento en que Clarke salía ya al pasillo, balbuceó-: Papá.

¡ Lo ha dicho, Brad! clamó Page, haciéndole volver sobre sus pasos-.

Ha dicho nnpapá".

él abrazó a su hija y lloró profundamente, pero se sintió aliviado al abandonar la U C I.

No soportaba verla en aquellas condiciones.

Aunque Allie ya se sentaba en la cama, todavía no podía andar, y se atascaba en cada palabra y cada movimiento.

Sin embargo, cuando Trygve volvió una semana después quedó impresionado por su evolución.

– Chloe -dijo Allyson en cuanto la vio-.

Chloe.

Al menos sabía con quién asociarle.

– Soy Trygve -le aclaró él-, el padre de Chloe.

Allyson asintió y, unos segundos más tarde, le sonrió.

Era una novedad.

Podía sonreír, aunque nunca en el momento exacto que ella deseaba, sino de un modo retardado.

Asimismo, cuando lloraba las lágrimas siempre manaban con retraso, a destiempo.

Pero el doctor Hammerman aseguraba que todos aquellos desajustes acabarían subsanándose, a costa de mucho trabajo y de esfuerzos denodados.

– Está magnífica -comentó Trygve, y lo pensaba sinceramente.

Allie había experimentado una mejoría extraordinaria respecto a los días anteriores, por no hablar de los meses que duró el coma.

– Yo también lo creo -dijo Page, resplandeciente-.

Comprende mucho más de lo que imaginas, aunque no sabe vocalizarlo.

Pero yo lo leo todo en su cara y sé que pone el máximo empeño.

Ayer mismo le di su oso de peluche y le llamó “Sándwich", lo cual no deja de ser una aproximación a “Sam", su nombre verdadero.

Luego se echó a reír, se asustó de sí misma y rompió a llorar.

Es tan terrible y tan emocionante como una montaña rusa.

¿Qué opina Hammerman? -Es pronto para pronunciarse, aunque según las últimas pruebas, y a la vista de sus progresos, baraja como probable una recuperación del noventa y cinco por ciento.

– Era prodigioso.

Un mes antes estaban resignados a que no saliera del coma-.

Eso significa que nunca hará un balance perfecto de sus transacciones bancarias, que sus reflejos podrían no ser lo bastante rápidos como para conducir un coche, que no será la reina de la danza y que la traducción simultánea sobrepasará su capacidad.

Pero llevará una vida normal y, si quiere, estudiará, tendrá un empleo, formará familia, disfrutará leyendo una buena novela e hilvanará historias coherentes.

Será como el resto de los mortales, y como ella misma prometía ser, o quizá un pelo por debajo de lo que cabía augurar si no hubiera ocurrido esta debacle.

Tras haber estado a las puertas de la muerte, y tras pasar cuatro meses inconsciente, había que dar gracias al cielo.

– Lo encuentro fabuloso -dijo Trygve.

Había muchas similitudes entre Allie y Chloe.

Los sueños de su hija de ser bailarina se habían frustrado, pero podía caminar, danzar, moverse, vivir.

Había perdido una parte, no todo, a diferencia de Phillip y las personas cuya muerte Laura Hutchinson había provocado en La Jolla.

Page le explicó a Allyson su intención de ir al lago Tahoe.

La chica lloró cuando su madre le dijo que iba a dejarla, si bien recuperó la sonrisa al saber que sería sólo por un par de días.

Aunque reacia a marcharse, Page se consoló pensando que iría a verla cada dos o tres días.

Era un plan agotador, pero no quería hacer menos, y Trygve lo comprendía.

Deseaba pasar todo el tiempo posible con Andy, Trygve y sus hijos, sin por ello abandonar completamente a Allyson.

Page se sintió como nueva tan pronto se internaron en las montañas.

Era más libre, más fuerte, estaba más viva de lo que había estado en muchos años.

Se volvió hacia Trygve con la sensación de que el corazón iba a saltarle del pecho, tal era su optimismo.

– ¿De qué te ríes? Pareces el gato que se comió al canario.

Thorensen se sentía feliz con sólo verla.

La había añorado mucho en las dos últimas semanas, y esperaba que no tardaría en llegar el día en que pudiesen unirse para siempre.

– Es que me siento dichosa -dijo ella.

– No puedo adivinar por qué -bromeó Thorensen.

– Tengo todo lo que una mujer puede desear en el mundo: dos hijos magníficos, un hombre excepcional y otros tres chicos encantadores.

– Eso suena muy bien.

Sin embargo, aún queda sitio para uno más.

– No debemos tentar a la suerte.

Cinco hijos fantásticos son más de lo que nadie merece.

¡ Tonterías! Trygve estaba decidido a tener más descendencia, pero, tras su dolorosa experiencia, ella no osaba pedirle nada más a la vida.

El restablecimiento de Allie había rebasado todas sus esperanzas.

La estancia en Tahoe fue exactamente lo que Page necesitaba.

La pareja compartió habitación por fin y, a pesar de las risitas de complicidad de Bjorn y Andy, todos se lo pasaron de maravilla.

Fueron unos días pacíficos, relajantes.

Pasearon en bicicleta, salieron a pescar e hicieron excursiones a pie.

Debatieron cientos de asuntos y profundizaron más aún en sí mismos.

Organizaron fogatas de campaña, barbacoas de carne y pescado, y una noche durmieron todos bajo las estrellas.

Fueron las vacaciones idóneas.

Los frecuentes viajes a Ross resultaban extenuantes, pero valían la pena.

Allie progresaba a un ritmo pasmoso.

; Al término de la segunda semana ya podía levantarse y dar unos pasitos con ayuda.

Cuando Page entró a verla, Allyson le sonrió lentamente y dijo: -Hola, mamá, ccómo estás? Recordaba el nombre de Trygve, y ni una sola vez dejó de preguntar por Chloe.

También quiso que le llevasen a Andy, a quien no había visto desde la mañana en que se marchó a Tahoe.

Page le contó que su hermano estaba en el lago, pescando.

– El pescado es viscoso, ¡puah! -exclamó Allyson con una mueca de asco, y todos rieron.

– Sí, es malísimo -admitió Trygve, tan ilusionado con sus adelantos como la propia Page-.

Y huele aún peor.

– Es una pro-porquería.

– A Allie se le trababa la lengua con algunas palabras, para jocosidad de todos.

– Tampoco hay que exagerar.

La próxima vez tienes que venir con nosotros, y ya verás cómo pescas más nnporquerías" que nadie.

Allyson sonrió y Trygve la estrechó en sus brazos.

Seguía siendo muy guapa, resultaba inaudito la poca huella que el accidente había dejado en su aspecto.

Todas las lesiones habían sido internas.

Trygve y Page volvieron al lago para pasar allí el día del Tra, bajo, que caía en fin de semana.

La temperatura había refrescado y se hacía sentir el final del verano.

Les entristecía que se acabase, pues a pesar del continuo trasiego habían repuesto fuerzas.

A todos les aguardaba un montón de trabajo a su vuelta, especialmente a Page, que debía reemprender los mu.

rales y sus clases en la escuela, amén de las intensivas jornadas con Allie.

Una tarde, los ánimos se ensombrecieron cuando, al hojear un periódico, leyeron que el juicio contra Laura Hutchinson se iniciaría el martes siguiente.

– ¡Espero que la encierren como mínimo cien años! -rugió Chloe.

Su apasionamiento era más por Allye que por ella misma.

Por Allie y, desde luego, por Phillip Chapman.

La señora Hutchinson había dejado que Phillip cargase con todas las culpas y que se divulgaran rumores tendenciosos en su contra.

El chico Chapman habría pasado definitivamente por ser el causante del accidente, cuando había sido ella quien lo provocó.

Hacía escasos días, alguien había declarado ante la opinión pública que la señora Hutchinson abandonó la dichosa fiesta con unas cuantas copas de más.

¿Cómo no lo había advertido la policía? ¿Por qué no se tomaron medidas? Tal vez se habría evitado el accidente de La Jolla.

Ahora era ya demasiado tarde, pero al menos Laura Hutchinson tendría que responder de esta última tragedia.

– Es asombroso cómo cambian las cosas, ¿verdad? -dijo Page en actitud pensativa, sentada con Trygve en la orilla del lago frente a un bello crepúsculo.

Al día siguiente regresarían a Ross, y los chicos estaban en casa, arreglándose para cenar.

Aquella noche habían decidido ir a un restaurante nuevo de Truckee-.

Hace cinco meses mi vida discurría por derroteros muy distintos, y ahora fíjate todo lo que hemos pasado, adónde hemos ido a parar.

Nunca.se puede predecir el futuro.

Al final ambos se habían enriquecido, pero ¡a qué precio! Habían pagado onerosamente por cada paso adelante.

– Por nada del mundo querría revivir aquel día -musitó Trygve -.

Todavía recuerdo la llamada del hospital, y el momento en que te vi.

Yo creía que las chicas habían salido contigo.

– Y yo creí que habías muerto en el puente cuando me informaron de que el conductor ingresó cadáver.

¡Dios, fue todo tan brutal! -Page fijó en Thorensen unos ojos muy abiertos, llenos de respeto por el poder del destino, con su crueldad y su benevolencia-.

Supongo que hemos tenido mucha suerte.

– Sonrió y asió la mano de él-.

Conocerte en esta circunstancia ha sido providencial para mí.

– Tú mereces aún más, y vas a tenerlo.

Es sólo cuestión de tiempo.

– Page se echó a reír como si Trygve hubiera dicho algo divertido, y así era, aunque él no lo sabía-.

¿Has recapacitado ya sobre nuestros planes? No deseaba agobiarla, pero de vez en cuando lo sacaba a colación como mero recordatorio.

Continuaba empeñado en casarse para Navidad, en cuanto se fallara el divorcio.

– Sí, lo he hecho -dijo Page con serenidad, contemplando la superficie del lago, y se volvió hacia Trygve, que no había dejado de mirarla con una extraña expresión en el rostro-.

¿Estás absolutamente seguro de que es eso lo que quieres? Van a recaer sobre ti nuevas y graves responsabilidades.

Tengo dos hijos, y la rehabilitación de Allie no será un camino de rosas.

– La de Chloe tampoco será fácil.

Y Bjorn siempre será el mismo.

¿Qué piensas tú? Olvida mis apremios y dime qué; opinas de mis cargas.

– Las quiero con toda mi alma.

Nunca pensé que se pudiera querer tanto a los hijos de otra persona.

Page incluso se había encariñado con Nick en sus cortos encuentros durante el verano.

– Al parecer, estamos en tablas.

– Trygve sonrió, y ella asintió-.

Yo solía pensar que no debía volver a casarme, sobre todo por Bjorn -prosiguió Thorensen-, que era una mala jugada para el chico.

No imaginaba que nadie pudiera llegar a quererle tanto como yo, y me horrorizaba que hiriesen su sensibilidad.

Entonces aparecistes tú -sus ojos se humedecieron, a la vez que atraía a Page hacia síy fuiste como un ángel…

Mi hijo merece vivir rodeado de cariño.

A pesar de sus limitaciones, es un chico entrañable.

– Lo mismo que tú -repuso ella, acurrucándose en el pecho de Trygve…

aunque a él todavía no le había descubierto ninguna limitación.

¿No oyes ya el cascabeleo navideño? -insinuó Thorensen con cara traviesa, y esta vez Page soltó una carcajada.

– Justamente de eso quería hablarte -dijo.

! Se apartó de Trygve, se tumbó en la toalla donde estaban sentados y le miró a los ojos.

– ¿En serio? -se entusiasmó él.

Page se había resistido a tomar decisiones antes de tiempo, pero, ahora que Allie había salido del coma, las perspectivas eran distintas.

– Quizá.

Sin embargo, primero tenemos que discutir cierto asunto.

– Su rostro adoptó un aire de gravedad, y Trygve, expectante, se acostó de lado junto a ella-.

Hay algo que debes saber.

– Tal vez se trataba de Allyson…

o de Brad.

A lo mejor todavía amaba a su marido y se creía en la obligación de decírselo.

Thorensen ya había tenido en cuenta esa posibilidad, pero Page parecía haberse adaptado sorprendentemente bien, mucho mejor que él tras su ruptura con Dana-.

¿Recuerdas que me hablaste de tener un hijo? Page hizo un gesto de preocupación y Trygve lanzó una risotada.

Conocía bien su renuencia: afirmaba desearlo ella también, pero temía ser ya demasiado mayor y, por encima de todo, no quería que nada interrumpiera su dedicación a Allie.

– No me importa esperar, Page.

Me haría mucha ilusión volver a ser padre, pero si necesitas tiempo, aún somos jóvenes.

– Y si ella decidía que era una complicación excesiva, también lo entendería.

Lo que no quería era verla con el entrecejo fruncido, como ahora-.

No es una condición sine qua non.

– Te lo plantearé de otro modo -dijo Page, apoyándose en un codo-.

¿Qué te parecería casarte en Navidad…

El corazón de Trygve se aceleró y él sonrió estentóreamente, en éxtasis, pero ella no había terminadocon una embarazada de casi seis meses? -¿Qué has dicho? Thorensen se incorporó como impulsado por un resorte y miró boquiabierto a Page, quien se ruborizó ligeramente y, dejándose caer en la toalla, se echó a reír.

– No sé qué diablos ha ocurrido.

Por lo visto, hace unas seis semanas neutralizaste sin querer mis métodos anticonceptivos.

Al principio creí que eran imaginaciones mías, pero el embarazo se ha confirmado.

Ignoraba cómo reaccionarías tú, con nuestra problemática, los chicos y demás impedimentos.

Va a ser una conmoción para todos, y la boda puede resultar más bien insólita.

Page dio aquellas explicaciones con el sonrojo de una adolescente.

Estaba asustada, pero satisfecha.

Siempre había querido tener otro bebé.

Además, el inicio de su relación con Trygve había sido igualmente una sucesión de sorpresas.

Era como salir disparado de un cañón…

para aterrizar en un campo florido.

– Me has dejado sin habla.

– Trygve se acostó a su lado y la abrazó tiernamente-.

No me lo puedo creer.

– Volvió a reír.

Estaba excitadísimo.

Aquello era lo que tanto había deseado, antes incluso de lo previsto, lo cual no le molestaba en absoluto-.

éste será para ambos otro hijo milagroso -añadió con ánimo bromista y jovial.

– ¿A qué te refieres? -Recapitula.

Tenemos a Bjorn, que es bastante singular en todos los aspectos.

La curación de Chloe es también un portento, y Andy, que nació prematuro y enclenque, es ahora un niño sano.

En cuanto a Allie, no me negarás que su despertar ha sido un milagro.

Y por último, si nos casamos en diciembre y el niño nace tres meses después, ¡figúrate qué prodigio! Alumbrarás a un bebé trimesino.

– Trygve rió con ganas.

– Trygve Thorensen, eres un irresponsable.

Piensa en lo confundidos que quedarán nuestros pobres hijos.

– No se lo permitiremos.

Si no saben comprender nuestra suerte, la bendición que supone un nuevo hermano, o que los adultos también tenemos derecho a cometer algún desliz, pues allá ellos.

Yo no pienso menospreciar un regalo como éste.

¡Dios me guarde de rechazar lo que tan magnánimamente nos ofrece! Voy a recogerlo en mis brazos amorosos, y a ti con él, y elevar una oración de gracias cada noche antes de; acostarme.

Hablando de milagros, mucho me temo que hemos copado el mercado -agregó henchido de orgullo.

Sin pronunciar una palabra más, Trygve se inclinó hacia; Page para besarla, y ella le retuvo contra su pecho mientras evocaba el largo camino que habían recorrido juntos, cómo se habían aventurado en la tormenta y lo afortunados que eran de tenerse el uno al otro.

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