Logan la despertó dos veces más durante la noche, y por la mañana, la tomó de nuevo. Entró en la ducha, la empujó contra la pared, y la levantó lo suficiente como para deslizarse dentro de ella. Sin pedir permiso, simplemente tomándola a su gusto cuando y como quiso. Ella realmente no debería disfrutar de su comportamiento, Rebecca alcanzó a pensar, antes de que él se inclinara para besarla. Sostenida en el lugar por incansables manos, empalada por su gruesa polla… Sus acciones y su control la pusieron tan caliente que se corrió con unos pocos empujes, retorciéndose y gimiendo.
Después, él la ayudó a lavarse, como si eso también fuera su derecho. Se arrodilló para enjabonar sus pies, y luego los tobillos. Mientras corría el jabón por sus piernas, se relajó, su mente deliciosamente en blanco, hasta que sus dedos se detuvieron sobre la parte superior de su pantorrilla izquierda. Sus cicatrices. Ella intentó alejarse, pero él simplemente envolvió una gran mano alrededor de su pierna y la giró hacia la luz para poder verla mejor.
– Él te agarró de lo lindo.
Con la boca cerrada bien apretada, ella no podía manejar nada más que un movimiento de cabeza. ¿Cómo había sido tan estúpida como para estar desnuda con alguien en un cuarto de baño bien iluminado?
Cuando él levantó su pierna y le besó las cicatrices, se quedó sin aliento. Encontró las otras en la parte posterior de su muslo derecho, y ella consiguió otro beso. Levantándose, dijo, -Parece que sentí algo sobre tu hombro por aquí. -Sus dedos trazó el bulto de su hombro derecho. Otro beso. Entonces él le dio la vuelta para mirarla.
Ella no podía mirarlo. “Fea, fea, fea”. Sus manos eran un puño mientras las burlas de sus compañeros de clase de quinto grado martillaban en su cabeza.
Con una risa enfadada, él aflojó sus manos y las puso sobre sus hombros, luego tiró de su cara hacia arriba.
Ella mantuvo la mirada baja.
– Mírame, dulzura.
El agua caliente golpeaba sobre los hombros, la esencia boscosa de su jabón llenaba el aire, y su paciencia era implacable. Cuando ella no pudo soportar más su silencio levantó la vista.
Sus ojos se entrecerraron. -Ahí vamos, -murmuró. -Ya sabes, si odias tanto las cicatrices, vamos a tener un problema. Yo tengo un montón de ellas.
– Pero… -Ella resopló con exasperación. -Tú eres un hombre. Es diferente.
Sus cejas se levantaron. -¿Eres sexista?
– Por supuesto que no. -Frunció el ceño cuando su razonamiento dio en el blanco. Era cierto que la gente veía una cicatriz de forma diferente en un hombre que en una mujer, pero ella no debería dejar que el mundo se saliese con la suya. Realmente. -Tienes un punto. Supongo.
– Buena chica. -Su profunda voz era tanto una caricia como la mano que acariciaba su espalda. -Ahora, yo besé tus cicatrices… -Él inclinó su cabeza con expectativa.
Ante su inesperada respuesta, ella se rió. El último nudo en su estómago se aflojaba mientras comenzó a buscar sobre su cuerpo. Él tenía un montón de cicatrices. -¿Cómo has conseguido tantas? -Trazó con su dedo sobre un corte a lo largo de todo su lado.
– Pelea de bar. -Él le dio una palmadita a su pecho. -Metralla. -Hombro izquierdo. -Bala. -Sonrió al ver su mirada horrorizada. -Estuve en Irak, Becca. No me importan las cicatrices. Regresé vivo y entero. -En voz baja, añadió, -Casi.
La guerra. Ella esperó que dijera más. No lo hizo, y su rostro se había endurecido. Algunas heridas no se veían en el exterior, lo sabía. Tomándose su tiempo, buscó y encontró y besó cada marca y línea blanca.
Cuando terminaron de lavarse, la hizo correrse de nuevo con sus dedos enjabonados y luego insistió en quitarle todo rastro de jabón, por dentro y por fuera. Dios, si él no la hubiera sostenido, sus piernas se habrían doblado.
Todavía no estaban todo lo que firme que deberían unos minutos después, cuando se arrodilló en el suelo, junto a su ropa. Al menos había conseguido entrar en sus jeans, ya que consideraba que cubrir sus grandes caderas a la luz del día era de alta prioridad. Aseguró su cabello en una cola de caballo con una banda elástica que sacó del bolsillo de sus pantalones y se puso su sujetador y camisa.
Su camisa marrón todavía parecía limpia. Bonita y suelta para ocultar su vientre redondo. Se encogió de hombros para ponérselo.
Un resoplido de disgusto surgió de detrás de ella. -Yo no lo creo. -Un segundo después, Logan le quitó la camisa de nuevo.
– Hey. -Se dio vuelta y lo miró con un ceño, una respuesta ineficaz, teniendo en cuenta hasta qué punto tenía que mirar hacia arriba. -Tú no puedes…
Su risa suave la detuvo, al igual que su dedo delineando sus labios. -¿Te das cuenta de lo que un hombre piensa cuando una mujer bonita se arrodilla de esta manera delante de él? -La entrepierna de sus jeans estaba a la altura de su rostro. También lo estaba la realmente gruesa erección abultada debajo del material.
El calor sonrojó sus mejillas.
Él se echó a reír y le acarició el cabello. -Dios, eres tentadora, pero creo que has tenido suficiente para una noche, dulzura. -Arrojó la camisa a un lado. Cayendo sobre una rodilla, él frotó los nudillos contra su sostén cubierto por la camisola y sonrió cuando sus pezones sobresalieron en respuesta. -¿Puedo pedirte que uses algo mío?
Ella trató de decirle a su cuerpo que pare. La noche había terminado, y ella se había corrido Dios sabía cuántas veces, y aún así sólo su toque la hacía empezar a arder de nuevo. Se estremeció. Concéntrate, Rebecca. -¿Me lo estás preguntando, no ordenando?
– Yo tomo el mando en materia sexual, pequeña rebelde. Y sólo mientras tú me lo permitas. -Sus nudillos se trasladaron a su mejilla, cepillando suavemente. -Tiene que haber confianza entre un Dom y su sub. Y buena voluntad. Él no puede tomar si ella no está dispuesta a dar.
– Oh. -Algo se alivió en su interior.
– Pero yo soy muy bueno para convencer a la gente a hacer lo que quiero. -Su sonrisa brilló, causando aleteos en su estómago. El aspecto que tenía cuando sonreía podría causar choques en cadena en la ciudad. -Déjame que te vista a mi gusto el día de hoy.
Bueno, cuando él se veía de esa manera, autoritario y risueño, ella se sentía mucho más dispuesta a hacer lo que quisiera. -Supongo que sí. Con algunas limitaciones. No voy a llevar algo…
– ¿Qué tal una camisa de franela? -La interrumpió, ahuyentando sus temores por negligés púrpuras antes de que pudieran echar raíces.
– Ah, bueno. -¿Franela? ¿Ella? -Está bien.
– Bien. -Él la estudió un momento. -Déjate puesta esa cosa de encaje.
– Camisa de franela, ¿recuerdas?
– Silencio, sub.
Ella suspiró de alivio cuando regresó con una camisa de mangas largas. El verde oscuro hacía juego con el color de sus ojos. ¿La había estudiado tan detenidamente? Un fulgor cobró vida en su estómago.
Él la atrajo para ponerla de pie y la ayudó a ponerse la camisa. -Oh, sí -murmuró. Sus dedos se enredaron en su pelo, y su banda para el cabello se deslizó, su cola de caballo cayendo en sueltos rizos, ondeando sobre sus hombros.
– Yo… -Su protesta murió bajo una mirada severa.
A continuación le abotonó la camisa como si fuera un bebé.
Ella miró hacia abajo, y abrió mucho los ojos. Había dejado al menos tres botones abiertos en la cima, y cuando ella se movía, la apertura de la camisa extra grande mostraba no sólo su camisola de encaje, sino también un montón de su escote. Su madre se horrorizaría.
Él pasó los dedos por encima de su clavícula, y directamente hacia abajo hasta su camisola de encaje, enviando una oleada de calor a través de ella. -Tal vez debería abrochar más botones, -murmuró. -Me vas a provocar una erección cada vez que te mire.
Ella dejó caer sus manos a los costados. Con ese incentivo, estaría maldita si deseara abotonar algo.
Él sonrió. -Ahí está ese hoyuelo de nuevo. Te gusta saber que puedes hacerme sufrir, ¿no es así, dulzura?
– Condenadamente cierto. -Ella enrolló las mangas hasta arriba de los codos. Franela. Su madre se horrorizaría por algo más que el escote.
Cuando se dirigió hacia abajo por las escaleras unos minutos más tarde, se sentía como si estuviera regresando al mundo real después de una noche vivida en un sueño. En realidad todos estos días se sentían como un sueño. Un mundo extraño. Montañas, cabañas de madera y estufas. Camisas de franela y escote.
¿Y la sumisión? Su cara ardió. Lo qué le había hecho a ella… lo que le hizo hacer… lo que ella había disfrutado. Oh Dios.
¿Desearía ese tipo de sexo escabroso cada vez que fuera a la cama con alguien? Porque su tiempo con Logan era finito, terminaba el miércoles. Ambos lo sabían. Ella era una chica de ciudad, él un tipo de montaña. Refinamiento versus rudeza. Mucha rudeza.
Especialmente sus manos cuando amarraron sus tobillos a esa cosa con forma de medialuna. Se apoyó contra la pared de la escalera y se concentró en calmar su respiración. ¿Qué hubiese pasado si Matt hubiese intentado dominarla? ¿Se lo hubiera permitido? ¿Su sumisión habría calentado su vida sexual?
Sé realista. La idea de Matt con esposas en sus manos la hacía reír, y abandonó el pensamiento.
Ella tenía una sonrisa en su rostro cuando entró en el comedor y encontró a Matt y a nadie más. Al parecer, permitirse una ducha de una hora con Logan le había hecho llegar tarde para el desayuno. El zumbido en su cuerpo le decía que valió la pena cada minuto. -Buenos días -dijo con indiferencia y pasó junto a su novio. Ex-novio. Compañero de cuarto. Lo que sea.
Se giró y apoyó un brazo sobre el respaldo de su silla. -¿Dormiste, no? -Su mirada se deslizó hacia debajo de su pecho, y abrió los ojos. -Ah. Bueno. Entonces, ¿dónde pasaste la noche?
– Logan me permitió quedarme en su cuarto, -dijo amablemente.
– ¿En serio? -Su refinado rostro se retorció en una expresión de preocupación. -¿Sabes? Él tiene una reputación bastante mala, nena.
– ¿Qué significa eso?
– Es un ex-militar y tiene algunos problemas, me han dicho. Prefiero tener a Jake como guía, al menos no habrá un psicópata sobre nosotros.
– Oh, seamos realistas. -¿Había conocido alguna vez a un hombre más seguro de sí mismo que Logan? Peligroso, tal vez… pero seguramente no desequilibrado.
– No estoy bromeando. He oído que incluso atacó a Jake una vez.
– Bueno, él no me atacó. -No mucho de todos modos, a menos que el tiempo en la ducha se tenga en cuenta. Podía sentir sus pezones apretados. Dios, era realmente peligroso con sólo pensar en él… en sus habilidosas manos… y su boca, la forma en que podía… Ella negó con la cabeza. ¿Por qué no podía encontrar un momento de tranquilidad cuando necesitaba uno? -Parece perfectamente agradable, Matt. No prestes atención a los rumores.
– Yo no creo que sean rumores, pero lo que sea. Entonces, ¿quieres venir con nosotros hoy? Jake nos llevará hasta una cascada donde haremos un picnic. Es una excursión tranquila, y él dijo que hay una pradera llena de flores silvestres.
– Suena bonito. -Y todos follarán con todos en esa pradera. -Pero no me gustan las excursiones de grupo. Voy a hacer lo mío.
Algunos pasos golpearon en la sala principal, y luego Ashley trotó dentro del comedor. Puso sus brazos alrededor de Matt desde atrás, dándole a Rebecca una sonrisa.
La palma de la mano de Rebeca se moría de ganas de estamparse en la maliciosa expresión de regocijo de la cara de la rubia.
– Hola, cariño. -Ajeno, Matt palmeó la mano de Ashley, antes de volverse a Rebecca. -No hagas un recorrido por ti misma. Esa es una de las normas de Logan, ¿recuerdas?
Podía sentir el calor en sus mejillas ante la idea de Logan y sus reglas: “Me llamarás señor” “No te muevas, sub”.
– Ah. Muy bien. Lo recuerdo -dijo, regalándole a Matt una dulce sonrisa. Ignorando a Ashley, ella entró en la cocina. Mientras se servía un vaso de jugo de naranja, negó con la cabeza. Realmente no lo quería ver a Matt nunca más, pero observar las manos de Ashley sobre él le retorcían el estómago. Tal vez porque no le gustaba esa astuta consentida. Matt merecía algo mejor.
Como para evidenciar la opinión que Rebeca tenía de ella, Ashley dijo en voz lo suficientemente alta como para ser escuchada en la cocina, -¿Ella vendrá con nosotros?
– No, no quiere ir.
– Eso es bueno. Tú sabes, incluso antes de que hayas dicho nada, yo me había dado cuenta al mirarla que ella parece realmente frígida.
La humillación retorció el estómago de Rebeca. Vertió el resto del jugo en el fregadero, puso el vaso en el lavavajillas, resistiendo el impulso de mandar a la charlatana al infierno. O tal vez a Matthew. ¿Cómo se atrevía a hablar de ella?
Vio a su bolso de arte todavía ubicado en el extremo del mostrador. Lo agarró, luego salió por la puerta de atrás, casi tropezando con un perro.
No corras. Respira. Respira. Después de tres inhalaciones lentas, sintió que el pánico desaparecía, y vio a Thor, no a un monstruo. -Ey, tú.
Su cola peluda se balanceaba atrás y adelante. ¿No era extraño que cada vez que lo encontraba, él parecía tener más personalidad? Su boca parecía inclinarse hacia arriba en una sonrisa cuando estaba feliz. Sus orejas se dirigían hacia adelante cuando sentía curiosidad y hacia abajo cuando Logan lo regañaba. Incluso la cola tenía diferentes posiciones, como el lenguaje de señas para perros.
Sintiéndose absurdamente valiente, se arrodilló junto a él y le agitó el pelo del cuello.
Con un gemido bajo, él metió la cabeza en su regazo, haciéndola caerse sobre su trasero.
Un soplo de miedo tembló a través de ella, y luego se echó a reír. -Bravucón. -Sentándose, ella envolvió un brazo sobre su lomo. Él le lamió la mejilla y se inclinó. Dios, él era dulce.
– Así que, mi amigo, -ella le preguntó y observó a sus orejas erguirse. -¿Vamos a dibujar a Ashley con una nariz bien grande para que coincida con sus tetas? ¿Y sus labios regordetes del tamaño de los platos de la cena?
Logan estaba en las sombras del bosque, esperando a su hermano y observando a Thor adular a la chica de ciudad. La vio reprimir su miedo, valiente pequeña sub, luego reírse y abrazar al perro. Ella se había corrido unas cuantas veces en sólo un día, ¿no?
Maldición si no tiraba de él como una fuerte marea en la costa. Una arremetedora chica de ciudad completamente vulnerable que a través de sus miradas podía romper el corazón de un hombre. Ese coraje obstinado le permitió acariciar a Thor. Su boca suave, su mentón testarudo y la voluntad de compartir su pasión, incluso cuando él la abrumó. La mujer nunca sería aburrida, ¿verdad?
Jake salió por la puerta de atrás y casi tropezó con los dos. Recuperando el equilibrio, dijo un par de palabras, lo que hizo sonreír a Becca. Caminó a través del claro para unirse a Logan, y se dirigieron hacia el sendero.
– Linda pelirroja esa, -dijo Jake casualmente.
– Uh-huh. -Logan esquivó una rama baja.
– Parece bien atendida. Debe haber tenido una buena noche. -Un segundo de pausa. -Noté que sus muñecas estaban magulladas.
– Uh-huh. -Un bajo ladrido sonó a sus espaldas, y después de unos segundos, Thor apareció en el sendero, trotando para alcanzarlo.
– Lleva tu camisa de franela.
Logan sabía que cuando una idea prendía en la cabeza de Jake, él se ponía más implacable que un maldito bulldog. -Tienes un punto aquí.
Jake se agachó para rascarle la cabeza a Thor. -Pensé que no accedías a follar con mujeres de los grupos swinger.
Logan se detuvo. Infierno. Habían establecido esa regla antes de abrir el lugar, y ninguno de ellos lo había roto. Hasta ahora. -Ella no es swinger. De hecho, casi se murió de frío en el porche para evitar convertirse en una. La llevé a mi cama y luego… -Su padre siempre había dicho que sólo los débiles utilizan excusas.
– Te estás defendiendo por lo que hiciste.
Logan se volvió hacia su hermano y asintió con la cabeza. -Sí, rompí la regla.
– ¿Ella es sumisa?
Logan suspiró. Los dos eran dominantes, y Jake entendería su interés. -Sí.
Jake inclinó un hombro contra un cedro de incienso, y una sonrisa apareció en su rostro. -Un buen momento. ¿Te quedarás con ella?
– Realmente eres un bastardo entrometido. -Logan se frotó la cara, sintiendo el rastrojo. Se había olvidado de afeitarse otra vez. -Ella es una chica de ciudad. Pertenece allí, no aquí.
– Eso es una lástima. Se ve bien con tu camisa… mejor que tú.
Logan sonrió. Ella se veía bien.
– ¿Por qué no le pides que se quede? -Cuando Jake giró para refregarse la espalda contra el tronco del árbol, la luz del sol iluminó su rostro. Duro, delgado y bronceado, como el de Logan. Pero el rostro de Logan carecía de una larga cicatriz en su frente, porque él no había sido atacado por su hermano en medio de la noche y casi había muerto.
Logan se obligó a apartar los ojos de la cicatriz de Jake, sintiendo el peso de la culpa en sus entrañas, de donde nunca se iba. Y tampoco recordaría haber quedado atrapado en un edificio, las balas rebotando en las paredes, luchando con un loco sublevado. Se había despertado de ese familiar sueño esa noche con sangre real cubriendo sus manos y un cuchillo de verdad a sus pies. Al otro lado del dormitorio, Jake había luchado para pararse, la sangre corriendo por su cara. "Despierta, Logan, maldita sea."
La voz de Logan salió con aspereza. -¿Y cuando tenga una pesadilla e intente estrangular a la pequeña Becca, ella aún estará dispuesta a quedarse, entonces? -Las líneas alrededor de boca de Jake se profundizaron, y Logan se alejó antes de que pudiera ver la piedad en los ojos de su hermano.
– ¿Le hablaste acerca de ellas? -Jake preguntó.
– ¿Que tengo una tendencia a tratar de matar a la gente cuando me despierto en el lado equivocado del infierno? Sé realista. -Jesús, ¿no era esta una discusión agradable? -Yo no hablo de mis pesadillas. Nunca.
– ¿Vas a quedarte solo para siempre?
– Malditamente correcto. -Sólo Dios sabía que Wendy no podía manejar el estrés. Su mujer lo había abandonado mucho tiempo antes de que Logan había atacado a Jake. -No importa de todos modos. Becca se irá a casa el miércoles, conociendo más acerca de sí misma. Ambos ganamos experiencia.
– ¿Sí? ¿Y qué has aprendido sobre ti mismo, hermano?
Que estar con una pequeña rebelde hace peor la soledad. Esa culpa no podía borrar el deseo de su suave cuerpo en su cama.
Y eso, sin importar qué, no tomaría la oportunidad. -Tenemos trabajo que hacer, -respondió Logan y se dirigió hasta el camino donde ellos tenían un árbol caído para quitar.