– Mírala, -dijo Simon. -Ella quería gritar por ti tan desesperadamente que casi se asfixia por eso.
Logan sofocó la furia roja porque su pequeña rebelde había permitido que alguien más la tocara. -No esperaba encontrarla cazando a alguien para compañía, -gruñó.
Simon le golpeó la espalda a la ligera. -En realidad, está tratando de descubrir si su cabeza-sobre-los-talones reacciona a ti simplemente porque le gusta el estilo de vida. Quería ver si puede excitarse con cualquier Dom.
– Tienes que estar bromeando.
– Es verdad, viejo amigo. Y maldita astucia la de ella, pensé.
Los ojos de Logan se estrecharon. -Te das cuenta de que si te las arreglaste para excitarla, voy a rasgar tus entrañas.
– Que suerte para mí que ella no estuviera interesada, entonces, -dijo Simon a la ligera.
Suerte para los dos. Había visto a Simon encargarse de un borracho que doblaba su tamaño, y en menos de un minuto, el hombre aterrizó en el suelo con una fractura de mandíbula y varias costillas rotas.
– Logan, -dijo Simon seriamente. -Ella es encantadora, y me hubiera gustado llevarla más lejos en el tema. Tampoco soy el único, pero ella no estuvo interesada en nadie que se le acercó. Ella está conmigo sólo porque soy un Dom firme, y quería estar segura.
Logan asintió con la cabeza al sitio con la cadena y enarcó las cejas.
– Le pregunté si quería probar algunos de los aparatos, mientras estuviera está aquí. -Simon sonrió. -Me perdonarás si disfruté completamente de su reacción al verse amarrada en público por primera vez.
El último vestigio de rabia retrocedió de las venas de Logan. Tomó una respiración determinante y luego se volvió para poder ver a su sub y a Simon al mismo tiempo. -Por su bien, me alegro de que te encontrara a ti. -Frunció el ceño a Simon, que lucía como un jodido modelo de GQ [19], maldición. -Por mi bien, hubiese preferido que ella hubiera escogido a algún inútil lleno de granos en lugar de la más popular Dom del Refugio Oscuro.
Simon sonrió. -A pesar de eso me borro. Voy a retirarme en este punto antes de que fractures tu mano contra mi cara.
– Te lo agradezco. -Logan comenzó a relajarse y a disfrutar de la vista de su pequeña rebelde. Su pelo rojo caía como espuma sobre sus pálidos hombros pecosos. Sus pechos casi se derramaban del apretado corsé, rogando para ser tocados. Una corta falda de látex descubría las piernas. Maldita sea, estaba magnífica, y él se había puesto más duro que una roca por verla en las cadenas.
Cuando su mirada volvió a la cara de ella, él frunció el ceño. Sus ojos estaban todavía fijos en él, pero la aturdida alegría se había convertido en incertidumbre, incluso en tristeza. ¿Y dolor? ¿Qué diablos le pasaba por la cabeza?
Logan miró a su alrededor. Simon había tomado una silla cercana, obviamente planeando observar por un rato. -Simon, ¿qué le has dicho a ella justo antes de que me vea? Eso suscitó una agradable terrorífica reacción.
Simon soltó una carcajada. -Ella dijo que estar frente a una multitud no le molestaba demasiado. Así que le pregunté si ella sentiría lo mismo si la desnudaba.
– Bueno, entonces, lo haré. -Después de descubrir por qué ella lo miraba con los ojos tristes.
– Sería mejor que vayas a hablar con ella, perro guardián, y le impidas que se desgarre. -Él asintió con la cabeza hacia una alta Domme, una de las asiduas del club, que los observaba con atención. -Tu sub es una mujer cuidadosa.
Logan la saludó con la cabeza, recibió la misma devolución de la Domme. -Gracias, Simon. -Se quedó parado durante un minuto o dos, sólo observando a Rebecca. Quería abrazarla tan fuerte que tenía que obligarse a caminar lentamente mientras se acercaba.
Sus ojos fijos en él. -¿Logan? -susurró ella, tirando del puño en su muñeca. -¿Qué estás haciendo aquí?
– Viéndote, pequeña rebelde. ¿Y tú qué haces aquí?
Para su sorpresa, su mirada bajó, sus labios se encorvaron. -Lo siento. Yo no sabía que te gustaba venir aquí. Me voy.
¿Irse? ¿Ella se iría a causa de él? La ira se revolvió dentro suyo. Esto no sonaba como alguien complacido por verlo. Pero él había visto el placer en sus ojos al verlo, antes de que su cabeza entrara en funcionamiento. Así que su cerebro le había dicho… ¿qué? -¿Por qué te irías ahora, Becca? Vine aquí a buscarte.
Su cabeza se irguió, una vez más la alegría, y luego desapareció de nuevo. -Claro que sí. Sólo déjame bajar, Logan.
– ¿No crees que pude haber cambiado de opinión y venir detrás tuyo?
– Correcto. Todos los tipos quieren un cuerpo regordete en su cama. -Sus labios se apretaron. -Deja de hacerme un lío en mi cabeza y desátame.
Alguien había hecho un revoltijo en su mente, pero no había sido él. La culpa surgió a través suyo entonces, cuando se dio cuenta que su desagradable golpe bajo no le había hecho en absoluto nada bien a su auto-imagen. La había echado fuera de su vida sin darle ninguna razón, de manera que mental y emocionalmente se había ido por el mismo mal camino que había estado siguiendo desde hacía años.
Tenía que resolver este problema antes de que pudieran seguir adelante. Él la miró, sus brazos deliciosamente amarrados. Sintiéndose como ella lo hacía, él no la tendría en esta posición otra vez.
Parecía que éste era el momento y éste era el lugar.
Y el comienzo de la solución tendría que empezar con él. La idea de hablar sobre sus pesadillas y Jake le retorcía el intestino. Pero le debía esto. Él le había ocultado información, y ella había sufrido por eso.
Logan se paró frente a ella, mirándola con ojos ilegibles. Rebecca parpadeó para contener las lágrimas. Estaría maldita si se permitiría sorber frente a él. -Bájame. Ahora.
– ¿Te acuerdas de mí diciéndote que debe haber honestidad entre un Dom y su sub?
Obviamente él no la ayudaría hasta que dijera lo que tenía que decir. Era una lástima. Ella no quería escuchar. No más. -Logan. Quiero bajar. -Sintió sus labios temblar. Quiero ir a casa.
Él se movió hacia delante, tan cerca que su pecho tocó sus senos. Su mano ahuecó su mejilla. -Tranquila, pequeña rebelde.
Ante el término afectuoso se le llenaron los ojos de lágrimas, y trató de alejar la cara de su mano. Si actuaba agradable con ella, ella lloraría.
Esta vez usó ambas manos para sostener su rostro y poder mirarla a los ojos. -Becca. De verdad yo no dejé que te fueras debido a tu aspecto.
– Claro que sí.
Su agarre se apretó. Sus ojos se cerraron, y respiró hondo antes de inmovilizarla con esa mirada gris otra vez. -Yo le hice a Jake esa cicatriz en su rostro.
Su boca se abrió, y ella lo miró con incredulidad.
– He tenido pesadillas desde mi despido. Años. No puedo… no podría decir dónde la pesadilla terminó y empezó realmente. Hace unos años, Jake me despertó y yo traté de matarlo. -Apretó la frente contra la suya, y ella podía sentir su aliento en la cara. -Desde entonces, nunca he dormido con nadie. Hasta ti. Nuestra última noche juntos, tuve una pesadilla. Joder, dulzura, cuando me despertaste, lo primero que pensé fue que te había lastimado. -Frotó la mejilla contra la suya como un gran gato. -Por eso te rechacé.
Ella nunca lo había oído usar la palabra J antes. Él había estado sorprendido cuando se despertó de la pesadilla. Ella recordaba eso. -Pesadillas. -Su aroma la rodeaba, tan familiar y maravilloso que su corazón dio un vuelco.
– Uh-huh. -Él tomó una respiración audible. -Como no te hice daño, me imaginé que algo había cambiado con los años. Jake me ayudó a probar mi control. Parece que me puedo despertar sin tratar de asesinar a cualquiera que me rodee. -Sus labios se curvaron, aunque sus ojos permanecían fríos. -¿Entiendes por qué te hice a un lado?
Bueno, ella sabía que tenía pesadillas. Pero ¿él realmente qué quería de ella? -He visto tus pesadillas, -dijo.
Su mirada se intensificó. -Una pregunta de sí o no consigue generalmente una respuesta de sí o no. Becca, ¿me crees que vine al club a buscarte a ti?
Él amaba tanto la honestidad que ella sólo debería darle eso. -No.
– Porque crees que a nadie le gustan las mujeres exuberantes. ¿Es eso correcto?
Ella asintió con la cabeza.
– Lo tengo. -Su mano formó un puño en su pelo, y le inclinó la cabeza hacia atrás para tomar su boca. Su beso fue duro, casi un castigo, pero, oh Dios, no le importaba. Sus labios se suavizaron deslizándose sobre los suyos. -Simon dijo que querías jugar. ¿Es verdad?
Un temblor la atravesó. Jugar con Logan era muy, muy diferente a hacerlo con un extraño. Pero ella lo deseaba tanto. Una vez más, incluso sabiendo cómo iba a terminar. Se humedeció los labios. -Sí.
Él asintió con la cabeza. Su mandíbula se apretó. -Entonces, juguemos, dulzura. ¿Cuál es tu palabra de seguridad?
– Rojo.
– Bien. Como a ti no te importa ser exhibida -sus ojos brillaban mientras estudiaba su rostro -puedes también hacer un buen trabajo. -Sus dedos se deslizaron dentro de su escote, y empezó a abrir los ganchos de su corpiño. Uno por uno hasta que sus pechos quedaron completamente expuestos.
– Logan, detente, -dijo entre dientes.
– ¿Cómo me has llamado? -preguntó, aflojando los últimos ganchos.
– Loga… quiero decir, señor.
Él soltó el último gancho y arrojó el corsé a un lado. Y luego él realmente ahuecó sus pechos, allí mismo, adelante de todos.
Ella sacudió la cabeza frenéticamente, tratando de ignorar el escalofrío que le producía el tacto de sus manos sobre su cuerpo.
Él frunció el ceño. No sólo mantenía las manos sobre ella, sino que sus pulgares hacían círculos sobre sus pezones de una manera que le hacía apretar el coño. -¿Este es mi cuerpo para jugar, sub?
– Pero…
Él arqueó las cejas en interrogación.
– Tú dijiste que no compartías, -susurró. Podía sentir la forma en que sus pezones se apretaban.
– Nadie puede tocar, -murmuró. -No me importa si ellos miran. -Y él se inclinó y tomó un pezón dentro de su boca, chupando con tanta fuerza que su espalda se arqueó y el placer afloró directamente en su coño.
Cuando ella tiró de las cadenas, nada se movió.
– No puedes escapar, pequeña sub. Puedo tomarte para mi gusto de la manera que quiera, y tú no puedes hacer nada para detenerme. -Pellizcó su pecho ligeramente, curvando los labios ante su jadeo. Su mano se deslizó debajo de su falda, y frunció el ceño. -Sin ropa interior en el club. Mi regla. ¿Soy claro? -Sus ojos de acero atraparon los de ella mientras esperaba su respuesta.
Ella asintió con la cabeza.
Él rasgó una costura, luego la otra, y sus bragas cayeron al suelo. Su falda le siguió. Ella apenas tuvo tiempo de sentir el aire frío antes de que sus dedos tocaran su coño, acariciando a través de sus pliegues. Deslizándose. -Estás mojada, pequeña rebelde, -dijo con una voz profunda, sus ojos fijos en su cara. -Para alguien que no le gusta ser exhibida en público, estás terriblemente excitada.
Cerró los ojos con vergüenza, luego se sacudió cuando él empujó un dedo dentro de ella. Su pulgar circulando su clítoris hasta que ella podía sentirlo apretándose. Quemando. Una urgente necesidad chamuscaba a través de su cuerpo.
Él dio un paso atrás, dejándola colgando de allí. -Estás desnuda, Becca. Todo el mundo puede ver cada pulgada de ti. Todos esos defectos que intentas ocultar.
Sus palabras le pegaron como un puñetazo, y ella jadeó, tratando de encogerse, sólo para que las cadenas la sostengan erguida. No podía ocultarse, no podía huir. Cerró los ojos.
Unos dedos sin piedad le agarraron la barbilla. -Mírame.
Ella se encontró con sus ojos, tratando de no dar lástima de sí misma poniéndose a llorar.
– Me gusta mi mujer suave y redonda. -Su mirada azul quemaba en la suya. -No miento, Becca. Me encanta tu cuerpo, cada curva única, cada hoyuelo, cada cicatriz.
Sacudió la cabeza, incapaz de creer.
– Dulzura, yo no soy el único que prefiere las curvas. -Él miró hacia atrás, y ella se dio cuenta que había un montón de gente mirando. Se quedó con la boca abierta mientras la humillación pasaba como un rayo a través de ella. -Considerando que no estamos montando en gran parte un espectáculo, ellos están aquí porque les gusta lo que están viendo. Lo que serías tú. -Su mano acarició su pecho, enviando remolinos de calor a través de ella.
– Y no lo crees de ninguna manera, ¿verdad? -Suspiró cuando ella sacudió la cabeza. -Bueno, entonces, les voy a preguntar.
Se dio la vuelta. -Mi pequeña sub no cree que a alguien le gusten las mujeres suaves y redondas. ¿Alguno de ustedes prefieren cuerpos como el suyo?
Aplausos y vítores hicieron que sus ojos se agrandaran. Dios, déjame bajar. Déjame ocultarme. Los escalofríos la recorrían.
– Bien. Déjenme dar un paso más adelante, dado que ella está vulnerable en este momento y que yo quiero meter esto en su cabeza. Yo creo que ella es notablemente follable. Si alguien está de acuerdo que dé un paso adelante.
Las sillas chirriaron cuando los hombres, y algunas mujeres, se pusieron de pie, apretujándose adelante. Tantos ojos, y sin embargo todos mostraron lo mismo. Deseo. Y el placer de mirarla.
Su boca quedó abierta.
– Ahí vamos. Un hueco en la incredulidad. -Logan avanzó, tirándola contra él, y la besó, tomando sus labios una y otra vez, poseyendo su boca, mostrándole su regodeo. Él se movió hacia atrás y la estudió por un segundo. Dios, ella quería abrazarlo terriblemente.
Él asintió con la cabeza hacia ella, y luego se alejó, dejándola allí. Ella reprimió su primer instinto, de llorar por él. No fue muy lejos, sólo hasta su bolsa negra. Sacó una cosa en forma de látigo. Tenía un mango largo de cuero y una multitud de tiras de cuero. -Esto se llama flogger [20].
Ella sacudió la cabeza, tratando de retroceder y no llegó a ninguna parte.
– Becca, ¿confías en mí? -Él le sostenía la mirada. -¿Confías en mí lo suficiente como para intentar algo nuevo? ¿Confías en que no voy a hacerte daño más allá de lo que puedes resistir?
Se mordió el labio. Él quería esto. Parecía tan malo estar de acuerdo, pero ella confiaba en él. Se las arregló para asentir a pesar de lo rígido que su cuerpo se había puesto.
– Utiliza tu palabra de seguridad si lo necesitas, dulzura.
Cerró los ojos y se preparó para el dolor. Algo le acarició la pierna hacia abajo, suave, casi haciendo cosquillas. Sus ojos se abrieron de golpe.
Sin hablar acarició sus piernas con las tiras del flogger, permitiéndoles avanzar bajando por su piel. Tenía una sensación sensual como la gamuza. La caricia se movió sobre sus pechos, sus brazos, su cuello. Su piel se puso cada vez más sensible hasta que ella se tensó hacia delante.
Entonces dio un paso atrás y, con un suave movimiento de su muñeca, golpeó las tiras sobre su pierna. Se sentía como ser golpeada con un montón de diminutas ramitas. Sin picar, sin dolor. Con un ritmo suave, él golpeaba las tiras hacia arriba y hacia abajo por su cuerpo hasta sus entrañas parecían vibrar con el flogger.
Entonces se detuvo y se movió hacia adelante, poniendo su mano entre sus piernas, jugando con ella. Esta vez, frotó su clítoris con ese conocedor dedo calloso, un lado, luego el otro, una y otra vez, hasta que ella empujó hacia fuera, tratando de obtener más. Ella podía sentirse a sí misma apretándose cada vez y no podía creer que él realmente podía hacerla olvidarse de la gente, sin embargo, eso no tenía importancia, no con su cuerpo tan cerca, con sus ojos capturando los suyos.
Él dio un paso atrás antes de que pudiera correrse, y ella casi gimió.
Empezó a golpearla con el flogger otra vez, más fuerte que antes, pero los pequeños golpes secos no dolían, no tanto.
– Vine a la ciudad sólo por una razón, -le dijo. -Para encontrarte. -El flogger golpeó su pantorrilla un poco más duro. -Tu teléfono ha sido desconectado. -La otra pantorrilla recibió un golpe. Él apretó la mandíbula, su mirada parpadeó sobre su rostro, sus manos, su boca, sus brazos. Nada rompía su concentración mientras el flogger golpeaba en un patrón más complicado, arriba y abajo. Cada golpe la sorprendía un poco más, dolía un poco más, y su clítoris se puso tan tenso que sentía como si alguien la estuviera pellizcando.
– Tu apartamento ya se alquiló -gruñó Logan. -¿Estabas deliberadamente tratando de escapar de mí?
Su interior se estaba revolviendo con tanta fuerza hasta esa pregunta la sorprendió, y ella sacudió la cabeza. No, no, no.
Él se acercó de nuevo, ahuecando un pecho en una mano callosa y besando sus labios tan posesivamente que sus rodillas se doblaron y se hundió en las cadenas. Un dedo dentro de su coño la envió de nuevo dentro de la excitación. Dio un paso atrás, y los golpecitos empezaron de nuevo, esta vez el ritmo de alguna manera coincidía con la pulsación en su clítoris, o causaba eso, hasta que tuvo que reprimir un gemido.
– Llamé a Matt, y él me dio los números de tus amigos. -Los azotes en realidad comenzaron a doler, pero de alguna manera cada dolor se transformaba en excitación, abrasando a través de sus terminaciones nerviosas directo a su coño. Cada pesado golpe la llevaba cada vez más cerca del orgasmo. -Fui a ver a Pepper, y ella me envió aquí.
Realmente la había estado buscando. Le dolía ahora, la flagelación. El dolor parecía un cortocircuito en su cerebro mientras sus emociones aumentaban arriba y abajo. Él la quería. Eso fue lo que dijo. Pero él no podría. En realidad no. Ella gimió.
– Simon parece pensar que tú deseas una relación conmigo. -La voz de Logan hizo una pausa, pero el flogger nunca se detuvo.
Su cuerpo dolía y de alguna manera todavía parecía estar flotando.
– ¿Quieres estar conmigo, pequeña rebelde?
Su mente se había separado de sus emociones, y sólo quedaba la sensación, eso y sus palabras clavándose en ella, a través de todas sus defensas. -Sí -murmuró y gimió. -Te quiero.
Todo era un espiral dentro de ella cada vez más apretado. Las tiras se sentían como dedos que acariciaban sobre su cuerpo.
De repente Logan azotó en sus senos, por primera vez, el golpe más ligero pero impactante sobre sus sensibles pezones. El rugido salió de la nada, un estallido masivo de exquisito placer, palpitando desde su núcleo hacia afuera. Su espalda se arqueó, su cabeza se inclinó hacia atrás. Podía oír sus propios gritos, y no importaba. Lo único que podía hacer era sentir.
– Me diste la respuesta correcta, mi pequeña rebelde. -La mano dura de Logan desabrochó sus piernas, luego sus brazos, y un fuerte brazo se enroscó alrededor de su cintura para sostenerla. Tiró de ella en un abrazo apretado, ubicando la cabeza sobre su hombro y balanceándola ligeramente hacia atrás y hacia delante, como si fuera un bebé. -Shhh, cariño. Estás bien.
Un estremecimiento la recorría continuamente. Su rostro estaba mojado. -Logan, -susurró. -Señor.
Él la inclinó hacia atrás lo suficiente para sonreírle a sus ojos, su mano serena sobre su rostro. -Y ahora te voy a tomar. No tendrás ninguna duda de que te quiero. -Sus cejas se unieron. -Y de quién es tu Dom.
¿Aquí? Espera…
La arrastró unos pocos metros más hasta un banco de un metro de altura y la aplastó sobre su estómago. Ella parpadeó, su cabeza comenzaba a aclararse mientras él empujaba sus piernas para abrirlas. Una mano presionada contra su clítoris, y otra implacable mano empujando hacia abajo sobre su espalda, sosteniéndola en el lugar. Logan la penetró con un empuje duro.
Con un fuerte grito, Rebecca se corrió otra vez, su espalda arqueada, sus pequeñas manos agarrándose del borde del banco. Mientras su coño convulsionaba a su alrededor, tratando de ordeñarlo, Logan se aferró a su control. Apenas. Dios, se sentía bien, caliente, resbaladiza y apretada. Y él estaba tomándola aquí, delante de todos, poniendo su sello sobre ella.
Nunca había sentido la necesidad de eso antes, pero lo hacía ahora. -Yo te quiero también, Becca, -dijo, con voz ronca por el esfuerzo. -Quiero tu cuerpo todo suave y caliente debajo de mí.
Ella estaba completamente abierta, sus defensas bajas. Lista para escuchar y creer lo que tenía que decir. Él se movió dentro de ella, lentamente al principio, para asegurarse que no erupcionaría como un adolescente, y luego más fuerte. Más rápido. -Quiero oír tu risa por la mañana -empujó -observarte pintar -empujó -Quiero mostrarte mis montañas -empujó -y vestirte con mis camisas de franela.
Agarrando sus suaves caderas, presionó más profundamente dentro de ella, sintiendo las ondas remanentes del clímax en su vagina y los pequeños estremecimientos que recorrían su cuerpo. -Quiero consolarte cuando tengas pesadillas y permitirte confortarme cuando tenga las mías.
Apretó los dientes, el placer era tan intenso que sus oídos empezaron a zumbar. Por último, no pudo esperar más y machacó dentro de ella con un clímax que comenzó en las uñas de sus pies, se apoderó de sus bolas en un puño implacable, y finalmente se sacudió hacia afuera de su polla.
Ella yacía flácida debajo de él, y por el murmullo intenso alrededor suyo, él la había llevado con él. Era justo, ya que ella había tomado un pedazo de él cuando se fue.
Se deslizó fuera de ella, saboreando el pequeño gemido. Después de abotonarse sus pantalones de cuero, la empujó sobre sus pies y entonces dentro de sus brazos. Suave, redonda y hermosa. Y suya.
Su cabeza le daba vueltas como si hubiera estado bebiendo toda la noche, pero ella sabía que los brazos de Logan la sostenían. Su masculino aroma de pino se unía al del cuero y del sexo. El corazón de él latía fuerte en su oído, latiendo con el mismo ritmo de la fusta que había usado sobre ella y con el mismo ritmo que las palabras que había usado. “Te quiero”.
Su mano le agarró la nuca y le dio un beso que le hizo girar el mundo otra vez. Su coño se apretó mientras la otra mano le apretaba su trasero, acariciando sobre su piel. Sus callos sintiéndose como…
Ella parpadeó, dándose cuenta de que su trasero estaba desnudo. Ella estaba desnuda. Se había corrido, gritado, delante de un club lleno de gente.
Se sacudió hacia atrás de él en estado de shock, vio a la gente mirando, y escondió la cara en su hombro. Oh Dios.
Una risa retumbó a través de su pecho. -¿Volvió la timidez? Un poco demasiado tarde, Rebeca. -Su mano le levantó la barbilla para que ella tuviera que mirarlo. Sus ojos se habían vuelto de acero, y su mandíbula se apretó. -Ahora que tu cabeza se aclaró, tal vez recuerdas haber dicho que querías estar conmigo. ¿Sigue siendo así?
Su estómago se agitó mientras ella asentía con la cabeza.
Sus grandes manos se cerraron a ambos lados de su rostro. -Ven conmigo a la montaña, Becca. Sé nuestra cocinera y pinta durante los veranos y en los inviernos iremos a donde quieras de vacaciones. -Tomó una profunda respiración, y su mirada se hizo más intensa. -Y sé mi sub.
Ella tenía las manos apretadas sobre sus hombros. Asintió de nuevo.
– ¿Todo eso, pequeña rebelde?
– Todo eso. -Ella sonrió cuando la alegría azotó su cuerpo casi como un golpe del látigo. -Señor.
– Bueno, en ese caso… -Logan sacó algo del bolsillo y lo puso alrededor de su cuello -Te estoy marcando de manera que no tienes que preocuparte por ser solicitada por ningún estúpido Dom. Significa que estás comprometida, conmigo, y llevarás esto cada vez que vayamos a un club. -Se volvió lo suficiente como para disparar una mirada fría a un sonriente Simon.
Ella oyó un pequeño golpecito. Puso los dedos en su cuello y sintió el collar de cuero fino. Y un pequeño candado.
El esperó, sosteniendo la llave, dándole la oportunidad de protestar.
Ella tomó la llave y la guardó en el bolsillo de sus pantalones de cuero, y luego lo hizo inclinarse para darle un beso que hizo que la sala rompa en vítores.