Rebecca se despertó acurrucada contra el costado de Logan con su brazo envuelto alrededor de ella. La hora en el reloj de la mesita brillaba de color rojo en el cuarto oscuro. Las cinco de la mañana. No faltaba mucho tiempo para el amanecer. No faltaba mucho tiempo para que ella debiera entrar en el coche de Matt y dejar este lugar. Y a Logan.
Dios, no quería irse. No así, sin planes de volver a verlo.
¿Por qué se sentía así? Ella realmente no estaba enamorada de él. De ninguna manera. No habiéndolo conocido hacía menos de una semana.
Además él reprobaría su lista de hombre perfecto por no pasar los primeros requisitos.
Número uno: inteligente. Bueno, Ok, él pasaba eso.
Número dos: que le gustara la ciudad. Arrugó la nariz. Tal vez ella no debería tener en cuenta eso, considerando sus segundos pensamientos sobre la ciudad.
Entonces probablemente debería quitar también la exigencia profesional. Además, un propietario de negocio, ya sea profundamente metido en un desierto o no, era un profesional.
¿Pero el requisito feminista, que no sea machista? Ese no lo pasaba.
¿Qué decía sobre ella, sin embargo, que su fortaleza la excitara? ¿Que ella quería que él la atara a una cama y le hiciera esas cosas? El calor se deslizó por sus venas, combinándose con su mitad inferior, como para ilustrar el punto. Sheesh.
Ahora que pensaba en eso, él no había sido un cerdo machista cuando trabajaron juntos en el camino. Él, obviamente, disfrutó discutir con ella y aceptó fácilmente cuando a ella se le ocurrió algo mejor. Y en los juegos que jugaron esa tarde, no había actuado como si ella no tuviera un cerebro. Dominante en el dormitorio, el resto era negociable. Todo bien.
Ella frunció el ceño. Ciertamente, no se vestía bien, y probablemente no le gustara la comida china. Como si eso realmente importara, maldita sea. Así que ¿Por qué no estaba este arrogante, hombre machista pidiéndole que se quedase, o que lo visitara, o haciendo planes para ir a verla? Él seguro actuaba como si ella le gustara.
Se mordió el labio cuando las mariposas empezaron a revolotear desde su estómago para arriba hasta su garganta. Si él no iba a decir algo, ella lo haría.
Manos bloqueaban alrededor de sus brazos. Un cuchillo se deslizaba a través su pecho, seguido por un dolor ardiente. Su sangre salpicaba la ropa cubierta de polvo de su atacante. Empujando el dolor de su cabeza, él se retorció liberándose del hombre detrás de él. Haciendo un puño, se balanceó…
– Shhh, es sólo una pesadilla.
Logan se congeló. No se movió mientras el olor del sudor, de la sangre y de la pólvora se alejaba, y los gritos se apagaban de sus oídos. Eventualmente podía oír la tranquila respiración de alguien junto a él y su propia respiración chirriante. Su mano no estaba formando un puño, pero tomaba una cadera curva. -¿Becca?
Una risa baja. -Nunca pensé que las pesadillas de cualquier persona podrían ser peores que las mías.
No tenía ni idea.
Ella le acarició el pecho y se acurrucó más cerca. -Logan. Señor. Yo estaba pensando. Estamos bien junt…, Uh, me gustas mucho, y tal vez… Me voy, pero me gustaría… me gustaría verte de nuevo. Tal vez volver aquí o…
– No -Él gritó la palabra, nacida de la niebla sangrienta que seguía rayando su visión. No la había herido esta vez. ¿Pero la próxima? Se sentó, desplazándola. -Becca… -Se frotó el rostro con sus manos, manos brutales que podrían matar, mutilar, destruir. -Nuestro tiempo juntos. Lo disfruté. Pero se acabó.
La respiración entrecortada fue todo lo que él pudo detectar de su angustia, y él no quería ver ni escuchar más. Gracias a Dios por la oscuridad. Había demasiado dolor brotando en su interior como para tomar el de ella también. -Vete a casa, chica de ciudad. Vuelve a tu vida.
Él se levantó de la cama, sin tomarse la molestia de agarrar la ropa. Pasaría el resto de esta espantosa noche en el sofá de Jake y de alguna manera lograría darle un gentil adiós en la mañana.
Cuando la puerta se cerró detrás de él, Rebecca no se movió, se quedó mirando en la oscuridad. Las velas se habían apagado mientras dormían.
Su lado que había estado presionado contra él se enfrió lentamente. A medida que su aroma se desvanecía, una lágrima rodó por su mejilla. Ella lo había intentado, maldita sea. Ella había sido una valiente condenada mujer y se puso a sí misma en evidencia. Y él le disparó a sangre fría.
Le dolía el estómago y su pecho se sentía tan presionado por el dolor que apenas podía encontrar aire para llorar. Se secó la cara con las manos, eso no ayudaba, teniendo en cuenta que más lágrimas seguían llegando. Dio la vuelta en la cama, hundió la cara en la almohada, y simplemente lloró.
Ella no estaba enamorada de él. No, por supuesto que no. Pero él no la había querido en absoluto. Ni siquiera bastaba con hablar educadamente. Obviamente, ella había sido sólo una conveniente… follada de fin de semana. Y después de cuatro días, él probablemente se había aburrido.
Ella era aburrida. Y gorda.
Su estómago se retorció, y se atragantó contra la oleada de náuseas. Todo lo que le había dicho acerca de que ella le gustaba, que le gustaba su apariencia, probablemente no significaba nada. Las acciones cuentan. ¿Lo veía aquí ahora?
¿Aquí? Oh Dios, salió de su cama.
Los sollozos le provocaban hipo mientras se vestía. Le dio la bienvenida al dolor en su tobillo, algo real y físico, capaz de abrumar por lo menos durante un segundo o por un momento el dolor de su pecho. Agarrando el camisón, miró a su alrededor. Nada de ella quedaba aquí.
Mientras permanecía allí, en el centro de la habitación, se dio cuenta que había esperado oír pasos, esperado que Logan apareciera, que le dijera que había sido una broma, o que no se había dado cuenta de lo mucho que le importaba. Bruscamente birló su antebrazo sobre los ojos y apretó los labios. Eso haría que él se diera cuenta de que era una miserable perdedora que lloraba por un hombre que sólo quería una follada de fin de semana.
Y sin embargo, su corazón dio un brinco cuando oyó pasos acercándose por las escaleras. La puerta se abrió y apareció la cara de Matt. Cuando él la vio, frunció el ceño. -¿Estás bien nena?
Sus manos se apretaron, sus uñas se clavaron en sus palmas mientras se obligaba a sonreír. -Estoy bien, -dijo a la ligera. -Sólo tuve un momento… Mi período debe estar por llegar. -Simplemente porque mataría a cualquier hombre que utilizara el síndrome premenstrual como un insulto no significaba que no podría utilizarlo cuando quería.
– Oh. Bien. -Matt se pasó la mano por el pelo y le dirigió una sonrisa ansiosa. -Jake me permitió subir para que pudiera ayudarte a bajar las escaleras. ¿Estás lista para ir, o necesitas un minuto?
Sí. Había razones por las que había considerado a Matt perfecto. Y Logan realmente, realmente no lo era. Exhaló un suspiro, sintiendo que su pecho temblaba, y puso su peso sobre el tobillo hasta que la necesidad de llorar pasó. No más lágrimas. -Quiero ir a casa ahora.
Horas más tarde, cuando la luz del sol entró por la ventana lo suficiente como para invadir el sofá, Logan se despertó. Tomó una ducha rápida, se saltó el afeitado, y se dirigió hacia las escaleras. Thor descansaba junto al fuego en una pila de mantas. Logan se detuvo para comprobarlo. La herida en su pata parecía limpia. -Perro idiota, -dijo, tirando del pescuezo de Thor.
Asintió con la cabeza a los tres swingers demorados en la mesa del desayuno del comedor y se dirigió a la cocina. De alguna manera, tendría que explicarle a Rebecca el motivo de que no se volvieran a ver. La idea de contarle a ella, o a cualquier persona, de sus pesadillas le revolvía el estómago. Tal vez ella aceptaría un simple "el fin de semana se ha terminado".
Vio a Jake en el fregadero, limpiando los huevos quemados de una sartén.
Logan miró el ennegrecido desastre. -¿Supongo que Rebecca no cocinó?
– No. Ella y Matt se fueron al amanecer.
Un puñetazo derecho al plexo solar. Imposible inhalar. Sin embargo, él debe haber hecho algún sonido.
Jake se volvió, sus cejas juntas. -¿No la has saludado anoche?
– Yo no sabía que ella planeaba irse tan temprano. -Ella no le había dicho. Por otra parte, ¿por qué iba a hacerlo después de que él la había tratado tan cruelmente anoche? Nunca había querido dejar palabras tan feas entre ellos. No era que él podría cambiar el resultado, pero podría haber suavizado la explicación sin ser deshonesto. Podría haberle hecho saber lo mucho que había disfrutado de su compañía. ¡Qué metida de pata! -Nunca me imaginé que iba a dormir hasta tan tarde.
Jake volvió su atención a la sartén. -No es sorprendente, considerando que no has dormido más de un par de horas en días. Luego la cargaste la mayor parte de tres millas. Conociéndote, también pasaste la noche follando. Me sorprende que no cayeras dormido encima de ella en lugar de en mi sofá.
– Lo hice. Al lado de ella. Es por eso que me mudé a tu sofá. -Logan frunció el ceño. -Yo no suelo tener problemas para mantenerme despierto, maldita sea. -Desde la noche en que había estado cerca de matar a Jake, nunca había dormido con nadie en la habitación.
– Lo sé, hermano. -Jake enjuagó el recipiente y lo puso en el escurridor. -Creo que esta fue la primera mujer en la que has confiado desde tu divorcio.
– Dejas tu trabajo. Tú y tu novio rompieron el contrato de arrendamiento. Y ya no es tu novio. -La madre de Rebecca se paseaba por toda la sala, sus tacones de aguja haciendo clic en el mosaico de mármol.
– Eso es un resumen bastante objetivo. -Rebecca seleccionó un trozo de apio de la placa de porcelana sobre la mesa de café, luego se reclinó sobre el blanco sofá de dos plazas.
– Eres demasiado joven para estar pasando por la menopausia.
– No, madre. Quiero decir, sí, mamá. Demasiado joven. Estoy reevaluando lo que quiero de la vida. -Dios, odiaba el apio. Esperando hasta que su madre mirara en otra dirección, Rebecca metió el tallo en su bolso para su posterior eliminación.
– ¿Matthew rompió contigo? -Su madre se volvió con las manos en sus delgadas caderas, y frunció el ceño a su hija. -Indudablemente debido a tu peso. Sólo mírate, Rebeca. Necesitas hacerte una cirugía. Después de las bandas de estómago, un cirujano plástico puede…
– Madre. No quiero la cirugía, gracias. Y yo rompí con Matt y no al revés.
– Pero ¿por qué?
– Conocí a alguien -la punzada de dolor no parecía disminuir -y me di cuenta de que Matt y yo no somos tan compatibles.
– Oh. -Su madre apretó los labios. -Bien. Tendrás que traer a este nuevo hombre a cenar para que Vicente y yo podamos conocerlo. ¿Tal vez este viernes?
– Yo… Ya no estamos juntos. Igual. -Cuatro días, la relación más corta de la historia. Jodido fin de semana.
– Honestamente, Rebecca. Lo encontraste y lo perdiste. ¿Y no piensas que tu peso tuvo algo que ver con eso? -Su madre se sentó en el borde de una silla. -¿Y por qué te has puesto ese tipo de blusa? Tus senos son tan grandes que se exhiben llamando la atención sobre ellos de una manera muy poco atractiva.
– Uh-huh. -A esto le llamaban doble dosis, ¿verdad? Primero Logan la derribaba, y luego su madre la enterraba. Pero mamá tenía razón. Obviamente no era lo suficientemente atractiva como para mantener a un tipo a su lado.
Logan miró a su perro. Thor yacía en la parte superior de los escalones del porche, mirando el camino con sus grandes ojos oscuros. La persona que esperaba nunca aparecía. Logan lo entendía. Él seguía escuchando la suave risa de Rebeca, viendo el destello de cabello rojo, alcanzando su cuerpo flexible en la noche.
– Ustedes dos me están deprimiendo, -dijo Jake, frunciéndole el ceño al perro, y luego a Logan. -Ve a buscar a la chica ya. Si puedes ofrécele trabajar como cocinera, voy a aumentar su salario.
– No puedo hacerlo. -Con su cuerpo dolorido por el trabajo que había hecho para evitar pensar, Logan se recostó en la silla de madera. -Tuvo suerte de haber escapado sin cicatrices.
– ¿Qué dijo ella sobre eso?
Logan frunció el ceño. -Nada. Yo no le dije nada. -Oh, hey, tiendo a matar a la gente cuando me despierto mal. Correcto.
Ahora Jake frunció el ceño. -Parece como que podría ser uno de esos… ah, detalles que se deben compartir. ¿Quién sabe?, quizás ella estaría dispuesta a correr el riesgo.
– Yo no lo estoy, -espetó Logan. No estaba dispuesto a discutirlo, no estaba dispuesto a correr el riesgo. Sus manos formaban puños cada vez que pensaba en lo que podría haberle hecho, sobre todo desde que ella realmente lo había despertado de una pesadilla. Dos veces, nada menos.
Era increíble que no la haya golpeado o tratado de… Logan se puso de pie.
– ¿Qué? -Jake ladeó la cabeza.
– Ella en realidad se las arregló para despertarme de las pesadillas dos veces sin que la golpeara a través de la habitación.
– ¿Hizo eso? Huh.
Logan se frotó el mentón. -¿Cómo hizo eso? Tú nunca pudiste.
Jake lo pensó por un momento. -Tus pesadillas podrían haberse atenuado, o podrías confiar en ella.
– Podría ser cualquiera de las dos cosas.
– Ya sabes, no gritas más en la noche, -dijo Jake, dando golpecitos con su cabeza contra la silla. -Ni caminas sonámbulo.
– No, gracias a Dios. -La sangre y la muerte aún reinaban en sus sueños, pero al menos se despertaba en su cama. Nunca había pensado mucho al respecto. -Las pesadillas sin embargo no parecen mejorar, -dijo lentamente, -pero tal vez no me afectan tanto.
– Eso es lo que creo.
Pero, ¿podría confiar en que no le haría daño? Dejó caer la esperanza. El hecho de que ella haya sobrevivido dos veces no significaba una mierda. Negó con la cabeza. -No, yo no…
– Hermano, -Jake lo interrumpió. -Tú no mataste a la pequeña pelirroja, y ella estaba en la cama contigo. Infierno, yo estaba parado al otro lado de la habitación y tú viniste detrás mío.
Los ojos de Logan se estrecharon. Maldita sea, él la quería, la quería con él, en su cama, en sus brazos. Pero necesitaba saber que no le haría daño. Miró a su hermano. -¿Te sientes valiente, hermano?
Después de obligarse a sí mismo a mirar una película de guerra, algo que normalmente evitaba debido a que, inevitablemente, le daba pesadillas, Logan se había ido a la cama.
El caliente aire seco y el sudor se deslizaba hacia abajo por su espalda. El traqueteo de las armas transportadas se incrementaba por el camino, soldados de cada lado, mirando hacia afuera. Gritos. Un revoltoso se apresuró hasta ellos y atacó a dos de los soldados. Antes de que el cuerpo llegara al suelo, estalló una espantosa salpicaduras de rojo y carne y…
Un golpe fuerte. -¡Muere!
Logan se incorporó de golpe.
Sonriendo como un asno, su hermano se apoyó casualmente contra el marco de la puerta. La puerta aún se estremecía contra la pared.
Logan se frotó la cara, sintiendo el sudor. ¿Muere?
– Pareció como una buena palabra para provocarte. -Jake se rascó la espalda contra la madera. -No funcionó, sin embargo. Buenas noches, hermano.
– Buenas noches. -Logan se dejó caer sobre la cama, la adrenalina corriendo por sus venas como si hubiera bebido por lo menos cinco tazas de café. -Gracias. -Creo.