– No voy a llevarte a casa. -Matt pasó la navaja sobre su barbilla, mirándose en el espejo empañado de su cuarto de baño en la cabaña.
Ella finalmente había corrido para regañarlo después del desayuno, y ahora él ni siquiera la miraba. Rebecca frunció el ceño y cruzó los brazos sobre su pecho. -Matthew, yo no…
– Lo siento, nena -la interrumpió. -Pero he estado esperando estas vacaciones con el club desde hace meses. No voy a arruinarlas porque tú estás demasiado tensa para disfrutar.
– No estoy tensa, -dijo con un hilo de voz. -Simplemente no me gusta que los extraños me manoseen. Y lo siento. Venir aquí fue un error.
– No mi error, -señaló chapoteando agua sobre su rostro para quitar la crema de afeitar. -Puedes coger el coche si quieres, yo volveré con alguien.
– No sé cómo manejar con palanca de cambios.
– Oh. Me había olvidado. Bueno, entonces, creo que estás atrapada hasta el miércoles. -Se volvió y dijo, -el hermano de Logan está llevando a algunas personas para ver las cataratas de Yosemite esta tarde. Dijiste que querías ver el lugar.
– Sí. -Ella apretó las manos con tanta fuerza que sus nudillos sonaron. -¿Por lo menos vas a dejarme la cabaña a mí? Tú puedes mudarte con alguno de los otros.
– No. -Él acarició su cara seca. -Nos hemos dado cuenta que funciona mejor si los hombres se quedan en las cabañas, y las mujeres deambulan. A menos que alguien quiera un libre-para-todos, y entonces usamos la sala del albergue. Así que necesito la cabaña. Pero eres bienvenida a utilizarla también. Un par de mujeres realmente disfrutan de los tríos.
Correcto. -Eso no funcionará para mí, Matt.
Dio un suspiro exagerado. -Mira, no es mi problema, pero voy a hablar con Logan y ver si tiene una cabaña vacía. Lo dudo, pero le preguntaré.
– Gracias. -No te esfuerces demasiado. Ella le hizo un gesto protocolario y se fue. Matt bien podría hablar con Logan, si ella le pidiera una cabaña, probablemente terminaría en su cama… otra vez. Frunció el ceño. Anoche no había sido exactamente su decisión, y ellos no habían hecho mucho más… realmente… pero una segunda vez significaría sexo real. Presionó una mano sobre su estómago, donde su supuestamente inexistente libido estaba dando algunas volteretas. Maldita sea.
Matt podría sentirse cómodo jugando con amantes diferentes, pero ella no lo estaba. Si se fuera a la cama con Logan, en plan de hacer el amor, entonces, eso básicamente significaba que ella consideraba su relación con Matt terminada. Se detuvo y se apoyó contra un árbol, con el ceño fruncido. ¿Podría alguna vez dejar pasar haber visto a Matt con Ashley?
Pero habían estado tan bien juntos, y él había dicho lo mismo.
Pero ¿estaría dispuesto a abandonar el club de intercambio de parejas? Dudoso, Rebecca, dudoso. ¿Dónde los dejaba eso? Terminar y romper el contrato y volver a estar soltera. Sola.
Su respiración se estremeció través de ella, y luego apretó los labios. La vida era lo que era, y ella tenía que enfrentar los hechos. Una mujer monógama no permanecía con un hombre que quería un paquete variado de mujeres. Suspiró. ¿Qué decía eso sobre sus deficiencias que él tenía que ir jugando con otras mujeres? Seguro, ella podía convencerse a sí misma que a él sólo le gustaba el swing, pero eso no ayudaba al sentimiento subyacente de que ella no daba la talla. Demasiado gorda, demasiado aburrida.
Con un suspiro, se dirigió por el camino hacia el albergue. Caminando por una curva, se detuvo en seco. El perro miró desde el centro del camino. Oh Dios, oh Dios. Dio un paso atrás, pero él avanzaba sobre ella. Sus orejas estaban alertas.
Cuando lo tuvo a treinta centímetros, su corazón latía con tanta violencia que pensó que iba a vomitar. No corras. Correr lo hará saltar sobre ti y desgarrarte y…
Él olió sus jeans. No pudo reprimir el lloriqueo, y él la miró, gruñendo.
– Thor. -Logan estaba parado en el recodo del camino. -Ven aquí.
El alivio se precipitó a través de ella e hizo entrecortar su respiración. Sin embargo, no podía moverse.
Dando un último gruñido, el perro corrió hacia su dueño.
Logan llegó a Rebecca justo cuando su piernas se aflojaron. Él la agarró, sus manos firmes alrededor de su cintura. -Serénate. -Él la cogió en sus brazos, se sentó en un tronco caído al borde del camino, y la acunó tan fácilmente como si fuera una niña pequeña. A medida que su aroma la rodeaba, se las arregló para tomar un aliento y parecía no poder obtener suficiente aire.
Segura. Ella estaba a salvo.
Sin hablar, él la abrazó mientras ella se estremecía, mientras se enterraba más en sus brazos, mientras estabilizaba su respiración. Después de un rato, se dio cuenta de que él le estaba acariciando la espalda, no dando unas falsas palmaditas tranquilizadoras, sino largos barridos de su cálida y firme mano. Su respiración lentamente cambió para adaptarse al ritmo.
Por último, cuando no podía posponerlo más, ella se movió, tratando de ignorar el rubor por la humillación. En qué idiota se había convertido. Anoche y ahora.
Los brazos de él se aflojaron, y ella se incorporó. -Gracias, Logan. -Ella se preparó y lo miró a la cara, esperando compasión. Quizás algún disgusto.
Su expresión contenía simpatía solamente. Y curiosidad. -Thor es intimidante, lo sé, pero nunca he visto a alguien tan asustado de él. ¿Por qué?
Ella se deslizó fuera de su regazo para sentarse junto a él antes de señalar al perro para que se aleje unos metros de distancia. Apenas logró contenerse para arrastrarse al regazo de Logan otra vez. ¿Por qué el perro no se iba?
Los dedos callosos tomaron su barbilla y levantaron su cara, obligándola a quitar los ojos del perro. Pensativamente, él la estudió. -¿Por qué tanto miedo a los perros?
Ella no quería recordar nada de eso. Nunca. Olvídate de hablar de ello. Trató de mover la cabeza. Dios sabía que su voz no iba a funcionar bien.
Él no la liberó. Su voz profunda. -Becca, respóndeme.
– Uno me m-mordió.
– Cuéntame, dulzura. Puedo ver que hay más que eso. ¿Cuándo ocurrió?
– Cuando tenía diez años. -Bajo la intensidad de su mirada, las palabras salían por ella, feos recuerdos que no había podido compartir con nadie. -Estaba patinando en el parque y un perro… -El recuerdo del perro se había borrado de su mente. Sus puños se apretaron, y apartó la mirada.
– No, mírame.
Cuando su mirada volvió hacia él, le pasó sus cálidas manos hacia arriba y hacia abajo por sus brazos.
– Cuéntame más. ¿Cómo era de grande el perro?
Se estremeció al recordar cómo la había atacado, gruñendo, mostrando los dientes, el pelo en la espalda erizado como el perro de aquí. El perro. ¿Dónde estaba Thor? Se dio la vuelta.
Logan ahuecó sus manos alrededor de su barbilla. -Mírame, dulzura. ¿Un perro grande?
Ella asintió con la cabeza y encontró que su voz funcionaba. En su mayor parte. -Grande. -No había palabras para describir el tamaño del mismo. -Vino hacia mí, gruñendo, y traté de salir corriendo.
Él hizo una mueca.
– Sí. El médico dijo que no debería haber corrido. Pero me iba a atacar de todos modos.
– Lo tengo. -Le soltó el rostro y la levantó, sentándola nuevamente en su regazo. Sin hablar, la sostenía contra él. Sus brazos rodeándola eran poderosos, su pecho sólido. Nada más podía pasarle. Apoyó la cabeza en su hombro y suspiró.
– Continúa. Sácalo todo, -dijo. -Corriste. Entonces, ¿qué?
– Él atacó, se apoderó de una de mis piernas. Caí. -Su cabeza se había agrietado contra el hormigón, y el dolor había estado en todas partes, golpeando una y otra vez. -Eso… Podría haber muerto, sólo que grité. Un hombre tenía un bate de béisbol.
– Dios, mi amor. -Los brazos de Logan se apretaron. -Eras sólo un bebé.
– Me cosieron lo mejor que pudieron, pero -ella se encogió de hombros -Tengo las cicatrices. -Podía oír a sus compañeros de clase burlándose, “Fea, fea, fea”.
– Bueno, voy a darles una mirada más cercana más tarde, -dijo.
Ella se puso rígida. -No lo harás.
Él se rió entre dientes y luego la levantó como una muñeca, colocándola en el tronco entre sus piernas con la espalda contra su pecho. -Mientras tanto, tú y Thor necesitan hacerse amigos.
– De ninguna manera. -Intentó ponerse de pie, y un brazo como de hierro se cerró alrededor de su cintura.
– Dame la mano. -Se estiró a su alrededor y puso la palma de su mano delante de su cintura. -Rebecca.
Cuando él usaba esa voz, ese tono, ¿por qué ella le obedecía? Ella no era así en absoluto, sin embargo, él la hacía sentirse muy segura. Su mano se deslizó en la de él.
Su voz afectuosa. -Buena chica. -Él se movió apenas. -Thor, ven aquí y saluda a la dama.
Thor caminaba tranquilamente hacia ellos. Cuando Rebeca trató de retroceder, el cuerpo inflexible de Logan detrás de ella lo impidió. La mano libre se ella lo apretó con fuerza, clavándole los dedos cuando el perro se acercó.
Los ojos del perro parecían maliciosos, y ella no pudo ahogar un gemido.
La mano de Logan sostenía firme la de ella mientras el perro olfateaba sus dedos. -Es una amiga, Thor. Deja de meterte con ella, ha pasado un mal momento.
Como si entendiera, el perro levantó la vista. Ella estaba temblando incontrolablemente, queriendo sólo correr. El perro olfateó su mano de nuevo, y entonces le lamió la palma.
– Me quiere comer, -susurró. -Por favor, por favor, déjame ir.
Una carcajada resonó en su oído. -No, cariño. Yo soy el que te va a comer. Thor sólo lame a la gente que le gusta. Es su versión de un abrazo.
– ¿En serio? -No había estado tan cerca de un perro desde el ataque. Había cruzado la calle para evitar cualquier cosa más grande que un poodle miniatura. Si la gente tenía perros, no los visitaba. -Mira sus dientes. -Afilados y enormes y salvajes.
– Thor es una mezcla, un mestizo. Calculamos que es parte pastor alemán, parte siberiano y parte collie. ¿Recuerdas a Lassie? Lassie era un Collie. -La voz pragmática la consoló mientras Logan se apoderaba de su mano, obligándola a acariciar la cabeza de Thor.
La cola del perro se movió ligeramente, de ida y vuelta. Incluso Rebecca sabía que era una buena cosa. Logan no se detuvo, haciéndole acariciar al perro una y otra vez.
– Ahora los perros esquimales tienden a ser tímidos y no les gusta la gente, -dijo Logan, su voz un murmullo en su oído. -Pero los pastores son tíos inteligentes y quieren estar con los seres humanos, ya que se aburren fácilmente. Los Collies son protectores naturales. Lo que sea que necesite ser salvado, el collie es su perro. Las tres razas están acostumbradas a trabajar con el hombre.
Los músculos de Rebeca se habían relajado, y después de un segundo, se dio cuenta que él había liberado su mano. Ella estaba acariciando al animal por sí misma. Y él se lo permitía. Quitó su mano hacia atrás. ¿Logan la soltaría ahora?
El perro se movió hacia adelante. A Rebecca se le cortó la respiración y se encogió hacia atrás contra el inamovible cuerpo a sus espaldas.
Otra pata se movió hacia delante, y entonces el perro puso la cabeza sobre sus rodillas y se apoyó pesadamente sobre su pierna. Grandes, oscuros ojos la miraron, y su demanda no podría haber sido más evidente si hablara. Acaríciame un poco más.
Esto… él… no era un monstruo. Su risa quedó atrapada en un sollozo, pero se las arregló para poner su mano sobre la cabeza y acariciar su pelaje. Suave pelo.
– Muy bien, cariño. -Logan besó el costado de su cuello. -Has hecho un amigo, y Thor tiene a alguien más para darle la lata acariciándolo. Un buen trabajo diario.
Él la depositó sobre el tronco a su lado antes de levantarse. Inclinándose, puso un duro beso sobre sus labios, luego, chasqueó los dedos al perro y continuó por el camino. Rebecca los observó hasta que desaparecieron en una esquina del bosque.
Bueno. Ella había acariciado a un perro, y él había movido la cola y la lamió. Su respiración y la frecuencia cardiaca aún seguían siendo demasiado rápidas, pero sonrió. A él le gustaba ella. Y Thor le caía bien.
Se puso en pie y tuvo que aferrarse a un árbol hasta que sus rodillas pararon de tambalearse. Comenzando a bajar por el sendero, se acordó de algo que Logan había dicho. No, cariño. Yo soy el que te va a comer.
El rubor comenzó en la cara y no se detuvo hasta sus curvados dedos dentro de sus zapatillas.
Jake había vuelto, gracias a Cristo, y Logan no sólo que no tenía que jugar a ser agradable con la gente, sino que incluso había logrado unas dos horas de siesta. Los swingers que habían ido en la camioneta con Jake para ver el valle de Yosemite habían regresado, satisfechos con su tarde. Los pocos que permanecieron en el albergue habían estado ocupados y muy contentos también con su día, compartiendo cuentos de sus aventuras sobre la mesa de la cena.
Felices campistas hechos para regresar a los negocios.
Con un gruñido de satisfacción, Logan se sirvió una copa de vino y salió a la sala del albergue. Tomando una silla a una pequeña distancia de la multitud, se ubicó para disfrutar de los resultados de una buena comida.
Rebecca era una buena cocinera. Esta mañana, el desayuno que había hecho lo había dejado sin aliento. Y la cena había sido carne asada con patatas guisadas en sus jugos, salsas, y galletas. Demonios, él podría vivir feliz como un león apenas con esas galletas solamente. Incluso había hecho un pastel. Desde cero. No había tenido este tipo de comidas desde que dejó de rancho de sus padres en Oregón.
Recostado en su silla, tomó un sorbo de vino y estudió a la pequeña rebelde. Un cuaderno de dibujo apoyado en su regazo, creaba caricaturas de los demás con mucha ovación. Él sacudió la cabeza. Para ser del tipo artístico, seguro que no tenía idea de cómo vestirse. Después de volver del viaje a Yosemite con Jake, se había puesto otra de sus feas camisas, las que cubrían cada curva que tenía. Idiota mujer. Incluso una de sus camisas de franela mostraría su figura en mejor posición. ¿No se daba cuenta de que un hombre nunca se daría cuenta de la rotundidad de su cintura cuando ella tenía tanta redondez por encima de ella?
Tal vez debería decírselo.
Dios, ella se había sentido bien debajo suyo esta mañana, y en su regazo más tarde. Podría haber resistido su atracción física, tal vez, pero cuando ella tembló en sus brazos, mientras la hacía acariciar a Thor, él había perdido la batalla. Esa condenada vulnerabilidad sacaba todos los instintos de protección de un Dom.
Entonces estuvo ese momento en que Thor apoyó la cabeza sobre su pierna, y su alegría reemplazó el miedo. Había tenido la esperanza de una tregua entre ella y el perro, y en lugar de eso él había logrado el comienzo de un verdadero amor. Bebió un sorbo de vino y suspiró. No esperaba que la chica de ciudad fuera tan dulce. Como la arena del desierto, ella se mantenía moviéndose a su alrededor hasta que él nunca podía estar seguro de su paso.
Una cosas él había decidido… Tenía que estar debajo de él otra vez antes de que finalice el fin de semana.
Con una sonrisa, se movió lo suficientemente lejos para poner plenamente su mirada sobre ella. Ella era consciente de su atención, ruborizándose cada vez que le devolvía la mirada, e incluso desde aquí, podía notar que su respiración se volvía rápida y superficial. Un pequeño tímido conejo cuando se trataba de sexo, pero él la atraparía, incluso contra su mejor juicio.
Dándole un descanso, inclinó la cabeza hacia atrás contra la silla y se relajó. Tenía un largo día de trabajo por delante de él mañana, y con suerte lograría algunas horas de sueño esta noche.
– …BDSM.
Con esa palabra, la atención de Logan volvió a la conversación, y abrió los ojos. ¿De qué estaban hablando?
– Pensé que swinging y lo relacionado con el bondage [13] eran la misma cosa, -dijo Rebecca a la pareja en el sofá frente a ella, dejando su lápiz abajo.
– No, swinging sólo significa sexo abierto. Ahora BDSM significa… -Mel se frotó la cara colorada al pensar -tres cosas diferentes. SM por Sado-Masoquismo. Y BD es…
– Esclavitud y disciplina, -dijo Ginger. -Atar a la gente y ese tipo de cosas. Y la parte DS significa dominación y sumisión.
No está mal, pensó Logan. Habían mencionado las siglas correctas por lo menos.
Se dio cuenta que Jake había desaparecido, así que se levantó para hacer las rondas de vino. Parte de sus funciones como dueño del albergue implicaba jugar de camarero. Él disfrutaba de las tareas la mayor parte del tiempo, y antes de que llegaran a ser demasiado molestas, el albergue se vaciaba, y podía disfrutar de la tranquilidad.
Llenó vasos en su recorrida por la sala, llegando al de Rebecca justo cuando ella le preguntaba a Mel, -Conocía algo acerca de las cosas sobre S y M, y he oído hablar del bondage. ¿Pero la dominación y sumisión? Eso no lo entiendo.
El Dom en él no podía dejar pasar una oportunidad como esta, no de la mujer que quería. Después de apoyar la botella de vino, se inclinó y pasó los dedos por su pelo. Cuando los apretó, él tuvo el control.
Ella saltó por la sorpresa e intentó tironear con fuerza para alejarse
Con un tirón constante sobre su pelo, la obligó a mirarlo.
Su boca se abrió.
– No tienes permiso para hablar, -gruñó.
No sólo se quedó en silencio, sino que sus pupilas se dilataron ligeramente. Sus mejillas encendidas.
Le movió el piso otra vez. Enérgica. Vulnerable. Dulce. ¿Podría realmente ser sumisa también?
La liberó, le tomó la barbilla con la mano, viendo la mirada aturdida en sus ojos. -Eso es dominación, mascota, -dijo. Él sonrió lentamente a medida que su cuerpo se estremecía en sus manos, lo que confirmaba su impresión.
Y eso era sumisión.
Sus ojos azules parecían clavarla en la silla a la vez que su dura mano mantenía su cabeza quieta. Su voz, su orden, la mantenía en silencio, y de algún modo, de alguna manera, su cuerpo no sólo se lo permitía sino que estaba temblando por dentro mientras que ondas y ondas de calor la atravesaban. Ella lo miró con impotencia y sabía que si él quisiera tomarla, aquí y ahora, ella se lo permitiría.
Él pasó el dedo sobre sus labios, y ella se dio cuenta que su boca estaba abierta, su respiración rápida. Las mejillas de él se plegaron con su sonrisa. Y entonces se volvió y la dejó sentada allí en la silla, mirándolo fijamente.