Danielle Steel
Fiel a sí misma

A mi madre, Norma,

que, aunque jamás leyó mis libros,

confío en que estuviese orgullosa de mí.

A las relaciones difíciles

entre madres e hijas menos afortunadas,

a las oportunidades perdidas,

a las buenas intenciones que no dan su fruto, y al final

al amor que te sostiene,

fuesen cuales fuesen las apariencias.

De todas las formas que me importaban,

perdí a mi madre cuando tenía seis años,

cuando dejó de estar allí para peinarme

e impedir que hiciese el ridículo en la escuela.

Nos conocimos mejor de adultas,

dos mujeres completamente diferentes,

con visiones de la vida muy distintas.

Nos decepcionamos a menudo una a otra

y apenas nos comprendimos,

pero reconozco que ambas lo intentamos y aguantamos hasta el fin.

Dedico este libro a la madre que me habría gustado tener,

esa que yo esperaba cuando nos veíamos,

esa que preparaba crepes y albóndigas suecas

cuando yo era pequeña, antes de marcharse,

a la madre que sin duda intentó ser incluso después de irse,

y, por último, con amor, compasión y perdón

para la madre que fue.

A su manera, me enseñó a ser la madre que soy.

Que Dios te sonría y te abrace con fuerza,

que encuentres alegría y paz.

Te quiero, mamá

D.S.

Si te haces entero,

todo vendrá a ti.

Tao Te Ching


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