26 de febrero de 1942
Querida Elly:
Estoy en Parris Island y el viaje hasta aquí no ha estado mal. He tenido que hacer transbordo en Atlanta y he llegado a Yemassee a última hora de la tarde. Ahí me he subido al autobús de reclutas del Cuerpo de Marines, que ha llevado a treinta militares a la base que está en las afueras de Buford, un pueblo feo en el que me alegro de no vivir. He cruzado un puente y atravesado un gran pantano para llegar a él. Hierba seca y un montón de pájaros que te encantaría ver. Nos ha recibido nuestro sargento instructor, un tipo que se llama Twitchum y que enseguida ha empezado a darnos caña. Grita como un desgraciado y nos dice que tenemos que empezar y terminar todo lo que decimos con un «señor», como por ejemplo: «Señor, le pido permiso para hablar, señor.» Ha conseguido que un par de reclutas perdieran los nervios y lo pasaran mal, y hay unos cuantos chicos de Iowa y Dakota que han vivido siempre en una granja sin ver otra cosa que no sean los cuartos traseros de un caballo y no salen de su asombro. No sé por qué se han unido a los Marines, pero algunos creen que el Ejército de Tierra es peor y prefieren hacerse a la mar porque piensan que eso los mantendrá lejos del frente. Esos chicos parecían estar a punto de salir pitando, pero en la cárcel he visto gente de todo tipo, así que el campamento de entrenamiento no es nada nuevo para mí. A Twitchum le gusta putear a esos chicos. Los ha tenido hasta las tantas aprendiendo a hacerse la cama antes de dejarlos irse a dormir, porque su madre siempre se la hacía en casa y nunca aprendieron. Yo me pasé cinco años haciéndome la mía y el castigo era mucho peor que aquí si no estaba bien hecha. Twitchum ha mirado a todo el mundo con lupa y ha visto mi cama bien hecha y se ha detenido con la nariz tan pegada a la mía que podía olerle los mocos, y va y me dice (para ponerme a prueba, ¿sabes?) «¿Cómo te llamas, chico?» Y yo le digo: «Señor, Parker William Lee, señor.» Y él me dice: «¿Del norte o del sur del país?» Pero ya he conocido antes a gente como él y he visto cómo mira a esos chicos yanquis de granja y cómo disfruta haciéndolos sufrir y cómo se mete con los chicos negros y también los hace sufrir, así que le digo: «Señor, del oeste, señor.» Se lo piensa un segundo y suelta: «Pasaré revista cada mañana a las cinco cero cero, Parker. ¡Si no enseña a esos chicos a hacer trabajo de mujeres se lo haré pagar!» Así que supongo que ya tengo una obligación. ¿Qué te parece? La señorita Beasley me dio un libro de poesía como regalo de despedida, y yo le di un beso. No pareció molesta. Nos han dado el uniforme de faena, la manta y los artículos de tocador, y nos han hecho desfilar hasta nuestros barracones; la mitad de los reclutas están lloriqueando, supongo. Yo sé que hay sitios peores que éste porque he estado en ellos. Pero te echo de menos, Ojos Verdes, y también a los niños y nuestra cama. Me he comido los bocadillos y el pastel en el tren, y sabían muy bien, y puede que no te lo haya dicho nunca pero lo que mejor te sale es el pastel de membrillo. Están diciendo que van a apagar las luces, así que tengo que terminar. Siento si no se entiende mucho puesto que nunca he escrito demasiado bien porque no me gustaba nada el colegio y no fui mucho y aún me obligaron menos a ir. Tu marido que te ama, Will.
26 de febrero de 1942
Querido Will:
No he escrito nunca una carta y no sé cómo hacerlo, pero ya es hora de que aprenda, ¿no crees? Cenamos sin ti, pero los niños estuvieron res reboltosos (perdona, no tengo goma de borrar) y me costó mirar tu silla porque me preguntaba dónde estarías y si ya habrías llegado y si te habrían dado de comer y si tenías una cama cómoda y todas esas cosas. Qué pena no ver a la señorita Beasley ir a la estación como dijo que haría. No sé escribir bien pero los sentimientos son otra cosa y tengo muchos porque ya te extraño, Will, y sólo has estado fuera hoy.
Esto me ha llevado una hora y no parece mucho para tanto rato, pero manana escribiré más.
Besos, Eleanor.
28 de febrero de 1942
Querido Will:
Ha llegado tu carta y Parris Island parece horrible. He llorado porque me he sentido muy mal por ti, que te haces el valiente por mí cuando dices que no está tan mal. No he llorado por mí esta vez, sino que me he sentido mal porque tú estás ahí. Espero que estés bien. Ese Twitchum parece un demonio, y leí mucho sobre él cuando era pequeña…
28 de febrero de 1942
… Te envío mi solicitud de bonos de guerra y el seguro. Guárdalos en un sitio seguro…
1 de marzo de 1942
Querido Will:
Estaba segura que ya tendría otra carta tuya. ¿Estás bien? Todos los días, cuando llega el correo, corro para ver si hay una carta en el buzón, pero sólo hubo la primera. ¿Seguro que estás bien?
2 de marzo de 1942
Querida Eleanor:
Echo de menos tus ojos verdes y habría escrito antes pero no nos dan tiempo. Nos levantamos a las cuatro tres cero (las cuatro y media de los civiles), Twitchum nos despierta dando una patada al cubo de la mierda (que es el cubo de la basura) y nos levantamos enseguida. Tenemos cada uno exactamente tres minutos en las letrinas para ducharnos, afeitarnos y ya sabes qué más si tenemos que hacerlo y él se pasa ahí todo el rato gritando como un loco y el resto del día es un vamos, vamos, vamos hasta las nueve cero cero, y entonces tenemos una hora de tiempo libre pero que no es libre porque Twitchum viene y nos hace hacer instrucción o limpiar las botas. Así que no he tenido tiempo para escribir hasta ahora.
Me han, como dicen ellos, «procesado», de modo que me han dejado como una bola de billar, pero eso te ahorra tiempo por la mañana. Mejor no te envío una foto así de feo. Aunque no nos han ofrecido aún hacernos ninguna fotografía, así que quizá más adelante. También me revisaron los dientes y me pusieron siete inyecciones en sitios distintos, cuatro ya sabes dónde. ¡Ay! Esas agujas podrían estar un poco más afiladas. En la cama, por la noche, pienso en ti y en los niños y en tus platos, pero aquí el rancho no es tan malo como esperaba, mejor que en la cárcel, te lo aseguro. No…
Se me acabó el tiempo, te envío ésta a la carrera. Besos, Will.
4 de marzo de 1942
Querida Elly:
Tu carta llegó en el correo de ayer cuando ya te había enviado la mía el día antes y te contaba por qué no te había escrito. No te preocupes por mí, me va bien. Twitchum me deja en paz, pero lo veo observarme de cerca por si cometo un error. No te preocupes, no lo voy a cometer, y voy a ser como su monito adiestrado. Os extraño a ti y a los niños, y supongo que Lizzy P. estará creciendo. He leído tus cartas hasta que los bordes se han estropeado, pero no te preocupes por mí. Sólo me siento un poco solo, nada más. Como bien, y cuando tienes la tripa llena puedes aguantarlo casi todo. No te preocupes por mí porque estoy bien. Todo se está acelerando. Hoy nos han dado los fusiles del calibre 30 y las bayonetas, y tenemos que memorizar los números del modelo: 1903 y 1905. Cada día hago ejercicio físico, me entreno con la bayoneta y voy a clase de historia militar. Quién hubiera dicho que, a esta edad, volvería al colegio, pero he vuelto y la semana que viene empezaremos clases de primeros auxilios y de código militar y, por supuesto, siempre hay horas y más horas de instrucción cada día. Dicen que todas estas marchas van bien para aprender disciplina y que eso es importante en la organización militar. Aquí hay gente de todo tipo, Elly. También la había en Huntsville, pero aquí es distinto porque estás más cerca de ella todo el rato. Los hay que huelen tan mal que tenemos que ir todos a clases de higiene, y muchos no saben leer y van a clases de lectura. Los negros tienen sus propios barracones y nosotros los nuestros, pero se ve que todo el mundo tiene un amigo. El mío es un pelirrojo desgarbado de Kentucky que se llama Otis Luttrell. Nos llevamos bien porque a ninguno de los dos nos gusta mucho hablar.
15 de marzo de 1942
Querido Sr. Parker:
A estas alturas se debe de estar aclimatando a la vida de los Marines. Mientras tanto, aquí, en casa, nosotros nos estamos acostumbrando despacio a la idea de que nuestro país está en guerra. Ahora que Estados Unidos participa activamente en ella, cada vez nos llega más propaganda al pueblo. Todas las semanas hay un nuevo cartel que nos anima a hacer lo que nos toca. En el último, una fotografía del Tío Sam pide silencio y dice: «Una indiscreción puede hundir un barco.» Parece increíble que pueda haber espías trabajando entre nosotros en un lugar tan pequeño como Whitney.
Últimamente todas las organizaciones, desde los Boy Scouts hasta la Jane Austen Society patrocinan una campaña de recogida de chatarra. Para mi disgusto, hasta se han llevado el cañón de la Guerra de Secesión de la plaza del pueblo para fundirlo. Elevé una protesta formal al Ayuntamiento; después de todo, también hay que respetar la posteridad, pero su actitud era de un justificado patriotismo, de modo que no me hicieron caso.
Norris y Nat MacReady se han ofrecido voluntarios para organizar una patrulla civil y ser vigilantes antiaéreos. Todas las noches recorren el pueblo para asegurarse de que no haya nadie por la calle a partir de las diez y de que todo el mundo apague las luces para dificultar posibles ataques enemigos. Francamente, después de todos los años que se pasaron tallando en ese banco de la plaza, ¡creía que estaban pegados a él!
He convertido en un ritual ir a visitar a Eleanor los sábados, inmediatamente después de cerrar, ya que ahora los días son más largos. También va bien que tengamos una hora más de sol porque ha entrado en vigor el «horario de guerra» para ahorrar electricidad. Su mujer y yo pasamos siempre un rato agradable y jugamos una o dos partidas de damas chinas. Llevo libros a los niños para entretenerlos mientras estoy allí. Están sanos y fuertes, y Elizabeth es una niña feliz que va creciendo día a día.
He preparado un huerto de la victoria, pero me temo que, a diferencia de Eleanor, yo no tengo buena mano para las plantas. Pero voy a poner todo mi empeño en ello a ver si consigo uno o dos tomates. Eleanor se ha ofrecido a enseñarme a cultivar verduras. No he querido desilusionarla, pero tengo la impresión de que me he pasado demasiado tiempo detrás de una mesa para que se me den bien las tareas del campo. Aun así, lo intentaré.
La carnicería es nuestro punto de recogida de grasa. El cartel de propaganda afirma que un kilo de grasa contiene la glicerina suficiente para fabricar un kilo de pólvora, así que le llevamos toda la grasa de tocino que nos sobra para esa causa.
También han colgado otro cartel en la plaza del pueblo, justo al lado del banco de los MacReady. En él figuran los nombres de todos los jóvenes del lugar que se han alistado. Su nombre aparece en la columna de la derecha, entre «Okon, Robert Merle, Marina de Estados Unidos» y «Sprague, Neal J., Ejército de Tierra de Estados Unidos». Gracias a Dios, ninguno tiene aún una estrella detrás.
Franklin Gilmore no trabaja mal, aunque de vez en cuando se zafa de sacar el polvo de los estantes de arriba, que cree que no miro nunca.
Espero que esté bien y que vaya soportando los rigores de la vida militar con un mínimo de incomodidades. Estaré encantada de recibir noticias suyas, pero sólo si dispone de tiempo para enviármelas, ya que, según tengo entendido, la instrucción básica deja muy pocos ratos libres.
Con mis mejores deseos,
Gladys Beasley
15 de marzo de 1942
Querido Will:
No dirías nunca quién vino ayer a vernos. Lydia Marsh, esa joven tan bonita que vive carretera abajo. Llegó mientras plantaba mi uerto de la victoria. ¡Ya ves! He tenido uerto desde que era lo bastante mayor para usar la azada y, de repente, le ponen un nombre para que la gente del pueblo plante también uno, pero eso no viene al caso. La señora Marsh vino a comprar miel porque dijo que se había enterado de que vendíamos y trajo a sus dos hijos, una niña de cuatro que se llama Sally y un niño de dos que se llama Lonn. Los niños congeniaron bien y se pusieron a jugar en el jardín, así que ofrecí un té a la señora Marsh y se quedó un rato. Qué mujer tan simpática…
20 de marzo de 1942
Querida señorita Beasley:
Gracias por su carta que estaba llena de noticias, y es que no sabía todo lo que pasa en casa. Elly seguramente no va al pueblo porque no me lo cuenta. He leído algunos poemas y son interesantes. El que más me gusta es «Cuando un hombre vuelve a casa», de Daniel Whitehead Hicky. Me imagino que será así cuando vuelva a casa con Elly y los niños, y cerremos la puerta y dejemos el mundo fuera…
25 de marzo de 1942
Querida Elly:
Puede que hoy haya sido el peor día desde que me fui de casa. Toda la compañía está bastante mal, toda la base en realidad. Puede que hayas oído en la radio que el teniente Calvin Murphree tenía a un pelotón en un vivac y los hizo pasar reptando por debajo de una alambrada durante un bombardeo simulado, y se volvió loco y empezó a disparar a matar y mató a un soldado llamado Kenser o Kunzor o algo así e hirió a dos más antes de que alguien lo parara. Uno espera que le disparen cuando llega al frente pero no que tus propios oficiales lo hagan, no en el campamento de entrenamiento. Oh, Dios mío, Elly, te echo mucho de menos esta noche, Ojos Verdes. He sacado el libro de la señorita Beasley y he leído mi poema favorito para sentirme mejor. Va de un hombre que vuelve a casa al anochecer y una mujer lo espera con una vela encendida. Cuatro semanas y un día y el entrenamiento básico habrá terminado, y tendré permiso y podré venir a casa…
25 de marzo de 1942
Querido Will:
Todo va bien salvo que te echo mucho de menos. La señorita Beasley viene los sábados después de trabajar, cuando la biblioteca cierra temprano. Me trajo un libro de ortografía y me sirve para escribir bien y que mis cartas sean mejores. Jugamos a las damas chinas y adivina qué más ha hecho. Ha hecho que el camión de la leche suba a recoger la nuestra y el precio es de once centavos el litro y treinta centavos el kilo de mantequilla, y los huevos también los pagan a treinta centavos la docena y el conductor se los lleva todos…
27 de marzo de 1942
Querida Elly:
No debería haber escrito esa última carta cuando estaba tan mal de ánimo. No quiero que te preocupes por mí. Ya tienes bastantes preocupaciones con los niños y, además, ahora estoy mejor y las cosas van bien.
Me fue bien en el examen de primeros auxilios, pero esta semana me toca trabajar en la cocina y no me gusta mucho. Hay prácticas de tiro cada día, y es curioso porque algunos de esos chicos del campo, que no saben leer ni escribir, son capaces de montar y desmontar un fusil a oscuras. Red (que es como llamo a mi amigo Otis) y yo también lo hacemos bien…
29 de marzo de 1942
Querido Will:
Me pregunto qué haces esta noche. He estado escuchando la radio y han puesto The White Cliffs of Dover, y al oír esa canción sobre los acantilados blancos de Dover me he preguntado si te enviarán a Inglaterra…
11 de abril de 1942
Querida Elly:
Está bien que podamos enviar estas cartas gratis. No me imaginé nunca que escribiría tantas cartas como he escrito desde que estoy aquí. Tuve un permiso de un día y Red y yo fuimos con un grupo en el autobús militar a Buford, para ver una película. Era Sospecha, con Cary Grant y Joan Fontaine, y después casi todo el mundo se emborrachó y trató de ligar con alguna chica, menos yo. Dentro de diecinueve días podré venir a casa…
14 de abril de 1942
Querido Will:
Qué lentos pasan los días. No dejo de pensar cuándo llegarás aquí y cómo será. ¿Cuánto tiempo podrás quedarte? ¿Volverás a tomar el tren? Tengo una sorpresa para ti, pero no te la diré hasta que llegues. Los niños tienen un calendario y han dibujado una estrella amarilla en el día que tienes el permiso y tachan cada día con una cruz enorme justo antes de acostarse.
19 de abril de 1942
¡Sólo seis días más, Ojos Verdes!…
19 de abril de 1942
Querido Will:
¿Cuántos pasteles de membrillo quieres…?
21 de abril de 1942
Querida Elly:
No sé cómo decirte esto porque sé que te partirá el corazón. Preferiría hacer cualquier cosa antes que decirte esto, cariño, pero acabamos de recibir órdenes y creo que no nos van a dar las semanas de permiso prometidas, sino que nos han destinado a la Base de Marines de New River, que está en Carolina del Norte, y vamos a ir allí directamente desde aquí el próximo jueves. No nos dicen por qué no tenemos permiso, pero hay muchas quejas y algunos se marcharon sin permiso en cuanto nos lo dijeron. No quiero que te preocupes por mí, cariño, me va bien. Espero que a ti y a los niños también y que lo comprendas y sigas animada…
23 de abril de 1942
Queridísimo Will:
Intenté con todas mis fuerzas no llorar, porque sé que tú eres el que está haciendo lo más difícil, y me aguanté hasta la hora de acostarme después de que llegara tu carta, pero entonces no pude contener más las lágrimas…
3 de mayo de 1942
Querida Elly:
Bueno, ya estoy aquí, en los nuevos barracones, y puedes enviar las cartas al soldado de primera William Lee Parker, Primer Batallón de Asalto del Primer Regimiento de Marines, Base de Marines de New River, New River, Carolina del Norte. Me han ascendido, y tuve que pagar un dólar a Bilinski para que me cosiera el galón dorado porque soy muy torpe con la aguja. Bilinski es un carnicero polaco de Detroit que está en mi unidad y que siempre está dispuesto a ganarse un dólar. Así que lo llamamos Dólar Bilinski. Esta vez Red y yo tenemos catres contiguos y me alegro de que no nos separaran.
6 de mayo de 1942
Querido Will:
La señorita Beasley y yo miramos un mapa y encontramos New River y ahora te imagino ahí donde el mapa muestra ese río que atraviesa la tierra junto al mar…
14 de mayo de 1942
Querida Elly:
Siento haber tardado tanto en escribir, pero nos han tenido muy ocupados. Toda la unidad se pregunta qué pretenden hacer con nosotros y cuándo, pero parece que será pronto y que irá de veras cuando nos vayamos de aquí, porque nos están dando un entrenamiento intensivo de combate, incluso de combate cuerpo a cuerpo. He preparado la mochila de combate tantas veces que podría hacerlo a oscuras con los dedos pegados con cola. Hay de cinco tipos y tenemos que saber qué poner en cada una. Desde la grande, para el transporte, que lo incluye todo, hasta la más ligera, que sólo contiene lo más básico. Nos hacen pasar mucho rato en el agua en unas balsas de goma. El otro día Red y yo comentamos por qué nos entrenarán tanto y, sea lo que sea, pensamos que será importante…
17 de mayo de 1942
Querido Will:
Sé que tendría que ser valiente, pero me da miedo cuando pienso que irás al frente. Tu lugar está en el colmenar criando abejas. Recuerdo lo que me preocupaba cuando hacías eso y, ahora, comparado con lo que podrías tener que hacer, me parece una tontería que me preocupara por las abejas. Oh, mi querido Will, cómo me gustaría que estuvieras aquí, porque empieza a haber miel y me gustaría verte en el colmenar, bajo los árboles, llenando las bandejas de agua y quitándote el sombrero para secarte la frente con la manga…
4 de junio de 1942
Querida Elly:
Ya es seguro que tenemos órdenes, pero no nos dicen para dónde son. Lo único que nos dicen es que tenemos que estar preparados para partir en cuanto nos avisen…