Capítulo 22

Dos semanas después, Laura entró corriendo por la puerta en la casa de Melody.

– Melody, ¿estás en casa? ¡Soy yo!

Los perros se abalanzaron sobre ella desde el fondo de la casa, aullando extasiados. Como Melody no había tenido una muestra de arte ese fin de semana, Laura había dejado los perros en casa, en lugar de llevarlos a casa de Brent.

– Sí, Chakra, sí, Karma, yo también me alegro de verlos -dijo, mientras intentaba esquivar sus brincos de alegría, para llegar a la cocina.

– ¡Qué milagro! -dijo Melody al entrar por la puerta trasera de la cocina. Los perros se precipitaron sobre ella, anhelando ser acariciados. Melody se inclinó hacia delante para darles el gusto, mientras hablaba con Laura-. ¿Qué haces aquí un sábado?

– Busco algunos boles para servir -explicó Laura, fijándose en el armario inferior-. No, Karma, no necesito que me ayudes -apartando a la hembra entusiasta a un lado, se sumergió de nuevo en los estantes de utensilios-. ¿Te das cuenta de que, luego de semanas de intentar convencer a Brent de que invitara a algunos amigos a su casa, me avisó sin más esta mañana… sí, esta mañana… que invitó a todo el canal para comer fajitas esta noche en su casa? ¡Esta noche!

Trasladándose a otro armario, masculló para sí:

– Uno creería que un hombre con una cocina tan bien equipada tendría un par de boles para servir papas fritas. O que me daría un par de horas más para preparar la fiesta.

– Dime, ¿qué celebran? -preguntó Melody.

Retrocediendo del armario, Laura miró a su amiga sorprendida:

– ¿Acaso no viste las noticias anoche? Te dejé una nota avisándote.

– Oh, eso -haciendo un gesto con la mano, Melody se dirigió a la heladera y se sirvió un vaso de té de ginseng.

– ¿A qué te refieres con “oh, eso”? ¿Lo viste? ¿Viste a Brent?

– Laura -Melody la miró como si tuviera un tornillo flojo-. Brent aparece todas las noches en el noticiario.

– No en el noticiario nacional. La cadena nacional recogió su informe especial sobre Robby. ¡El noticiario nacional!

– Por lo que dices, parece un gran acontecimiento.

– Es un acontecimiento extraordinario. Brent estaba tan excitado cuando llegó a casa anoche, deberías haberlo visto -un acalorado sonrojo tiñó sus mejillas al recordar exactamente lo “excitado” que había estado. Entró por la puerta y la tomó en sus brazos, riéndose y girando junto con ella. Ni siquiera habían llegado al dormitorio cuando cayeron al suelo y la besó hasta hacerla perder la noción del tiempo. Teniendo en cuenta lo preocupados que habían estado explorando sus cuerpos el resto de la noche, supuso que lo podía perdonar por no mencionar la fiesta hasta la mañana siguiente.

– ¡Aja! -exclamó, hallando algunos boles que podía usar para las papas y salsa-. Ahora sólo tengo que cambiarme y volver a casa de Brent antes de que comiencen a llegar sus invitados… o antes de que Brent tenga un ataque de nervios por el hecho de invitar por primera vez gente a su casa. -Acompañada por los perros que corrían a su lado, se dirigió a su habitación-. Te digo francamente -llamó a voces por encima del hombro-, cuando se trata de ser puntilloso, ese hombre es peor que todo el comité de recaudación de fondos para el Tour de las Mansiones.

Aun así, no podía quejarse, ya que sabía lo que significaba para Brent abrirse para dejar que entrara gente en su casa.

– Hablando de Beason’s Ferry -dijo Melody mientras seguía a Laura a la habitación-. Tengo un par de mensajes telefónicos para ti.

El corazón le dio un vuelco y retrocedió del ropero.

– ¿Mensajes telefónicos? -preguntó esperanzada-. ¿De mi padre?

– Lo siento -Melody la miró apenada-. Son ambos de Greg.

– ¡Uf! -Laura rezongó y volvió a buscar entre su ropa. Eligió un conjunto de shorts en colores fuertes, y lo llevó a la cama-. ¿Qué quiere ahora?

– Oh, nada especial, excepto decir que viene a Houston para verte… esta noche.

¿Viene a Houston? -Laura miró boquiabierta.

– Esta noche -Melody tuvo la audacia de sonreír-. ¿Ves? Te dije que esto sucedería si no le devolvías los llamados.

Laura lanzó un lamento:

– Esperaba que si lo ignoraba lo suficiente, se daría por aludido y dejaría de molestar -se quitó la camiseta y los vaqueros, y se puso el colorido conjunto-. Sinceramente, no entiendo a ese hombre. Realmente no lo entiendo. Jamás tuvo una personalidad posesiva cuando salíamos. ¿Entonces por qué actúa así ahora?

– Aparentemente cree que hay una posibilidad de que vuelvan a estar juntos.

– Pues, eso es imposible -dijo Laura.

– ¿Estás segura? -el tono de broma desapareció y parecía casi esperanzada-. Me refiero a que ¿realmente estás segura de que no volverás a estar con él?

Laura echó un vistazo hacia arriba, confundida por el cambio de humor de su amiga.

– Por supuesto que estoy segura.

– ¿Pero qué sucede si tú y Brent rompen? ¿Volverías con Greg en ese caso?

– Por supuesto que no -casi se ríe de sólo imaginarlo-. Sabes muy bien que no rechacé la propuesta de Greg por Brent. La rechacé porque me di cuenta de que los dos seríamos desdichados si me casaba con él. No me interpretes mal, creo que Greg es un gran tipo, y algún día será un esposo maravilloso para una mujer de buen corazón. Sólo espero que encuentre a esa mujer pronto, para que me deje tranquila.

Melody soltó un bufido descortés:

– Si lo que necesita es una mujer buena, habría hecho bien en casarse contigo.

Laura observó a su amiga, mientras se sentaba en la cama para cambiarse de zapatos:

– ¿Estás bien, Mel? Pareces un poco deprimida esta noche.

– Sí, estoy bien. Al menos, eso creo -Melody se sentó al lado de Laura sobre la cama. Percibiendo el humor de su dueña, Chakra apoyó la cabeza sobre su regazo. Melody frotó su negra oreja caída, al tiempo que éste la miraba con grandes ojos tristes-. Supongo que me he estado sintiendo un poco vieja últimamente.

– No tienes nada de vieja -Laura se rió suavemente.

– Tal vez no lo sea, pero últimamente parece que hablo más con tu ex novio que con la gente de mi edad.

– Oh, Melody. Greg sólo tiene ocho años menos que tú, así que no es como si él fuera un niño y tú una anciana.

– Me siento anciana.

– Pues, no lo pareces -abrazó los hombros de su amiga-. ¡Luces maravillosa!

– Gracias -Melody esbozó una tibia sonrisa-. ¿Sabes? Es extraño… emocionalmente, siento que apenas estoy preparada para comenzar una vida adulta, mientras que la mía está casi terminada.

Laura frunció el entrecejo, sabiendo que debía volver a casa de Brent, pero no queriendo dejar a su amiga en semejante estado.

– Oye, ¿por qué no te olvidas de las pinturas por una noche y vienes a la fiesta conmigo?

– No -Melody sacudió la cabeza-. Cuando me siento deprimida, he aprendido que se pasa más rápidamente si me recluyo un rato. Y cuanto más rápido te vayas, más rápido me podré recluir.

– ¿Estás segura? -preguntó Laura-. Podría quedarme unos minutos si quieres hablar.

Melody parecía a punto de decir que no, pero luego suspiró:

– Últimamente se me ocurren unas ideas insólitas.

– ¿Como cuáles?

– Como: “¿Realmente quiero pasar el resto de mi vida sola?” -Chakra gimió, y Melody volvió a frotar su oreja-. Cuando dejé a Roger, creí que deseaba libertad, independencia, escapar a las restricciones de la vida matrimonial. Pero últimamente he comenzado a preguntarme si tal vez no era lo contrario. Tal vez lo dejé porque finalmente estaba preparada para ser una esposa.

– Creo que no te entiendo bien.

Melody encogió los hombros.

– Roger fue un padre sustituto más que cualquier otra cosa, y yo ya era lo suficientemente madura como para necesitar eso. Quería, o mejor dicho, quiero, un esposo de verdad: un compañero, un cónyuge, un hombre que sea amante y amigo a la vez -se volvió para mirar a Laura-. ¿Entiendes a lo que me refiero?

– Sí -Laura suspiró, pensando en Brent-. Entiendo exactamente a lo que te refieres.

– Bueno, al menos tú pareces haber encontrado a un hombre que cumple con todos los requisitos.

– No estoy tan segura -inquieta, Laura se dirigió al tocador para cepillarse el cabello.

– ¿Qué? -preguntó Melody, observando el reflejo de Laura en el espejo-. Pensé que las cosas marchaban de maravilla entre los dos. Cada vez que los veo juntos, está prácticamente comiéndote con la mirada.

Laura dio vueltas al cepillo que tenía en la mano, imaginando la mirada que tan a menudo emanaban sus ojos cuando la miraba. Algunas veces ella sentía como si las palabras “Te amo” estuvieran en la punta de su lengua. Pero jamás las pronunciaba. ¿Cuánto tiempo podía esperar para oír esas palabras? ¿Saldría corriendo si las pronunciaba ella primero?

– ¿Laura? -preguntó Melody-. Las cosas andan bien con Brent, ¿no es así?

– ¿Hmmm? Oh, sí, por supuesto -cuando su amiga enarcó una ceja, Laura suspiró-. Bueno, tal vez no perfectas, pero ¿quién tiene una relación perfecta?

– ¿Cuál es el problema?

Una pregunta complicada, pensó Laura, sin respuesta clara.

– Principalmente, supongo que el hecho que Brent no esté interesado en el matrimonio. Ni ahora ni nunca.

– Hmmm -Melody frunció la boca-. ¿Y tú qué piensas al respecto?

– ¡No lo sé! -apoyando el cepillo, Laura se volvió para derrumbarse sobre el tocador-. Pensé que podía aceptarlo, pero últimamente… últimamente, pienso todo el tiempo en el matrimonio. Y en tener hijos. Cuando era una niña, solía soñar con tener mis propios hijos. Luego pasó el tiempo, me acerqué a los treinta, y me convencí de que podía vivir sin ser madre alguna vez, sin saber cómo se siente tener a mi propio hijo en mis brazos. Pero estas últimas semanas con Brent, yo…

– ¿Qué?

Las lágrimas borronearon su visión:

– Es que lo quiero tanto.

Poniéndose de pie con un movimiento rápido y fluido, Melody envolvió a Laura en sus brazos.

– Sé que a veces duele amar. No debería ser así, pero sucede.

– Especialmente cuando ni siquiera puedes decirle al hombre que amas cómo te sientes. Tengo tanto miedo de que salga huyendo si lo hago.

– Ser sincero siempre provoca temor -dijo Melody-, y generalmente se paga un precio elevado por ello.

– ¿Entonces qué debo hacer? -se apartó para indagar en el rostro de su amiga.

– Oh, Laura -suspiró Melody-, si tuviera veinte años menos, te diría algo así como “Vale la pena correr riesgos para conseguir aquello que es realmente valioso” o “Algunas veces tenemos que traspasar el sufrimiento para alcanzar la felicidad” -sacudió la cabeza-. Desgraciadamente… aunque creo en ambos supuestos… he aprendido que cuando uno desea algo, el precio que termina pagando suele ser mayor al esperado, y nadie te garantiza que quedarás satisfecho con lo que termines obteniendo.

– ¿Valieron la pena los riesgos que tú tomaste? -preguntó Laura.

– Algunos. No todos. Pero por otro lado ninguno de nosotros termina ganando todo el tiempo -acomodó el cabello de Laura detrás de su oreja en un gesto maternal-. El juego de la vida no funciona así.

– Eso es lo que temo.

– Bienvenida al club -se rió Melody.

Antes de que Laura pudiera hacer un comentario, alguien llamó a la puerta. Karma y Chakra salieron corriendo ruidosamente como si fueran los perros guardianes que se suponía que eran. Laura miró a Melody:

– No crees que sea…

– ¡Greg! -Melody puso los ojos en blanco y se rió sin el más mínimo rastro de compasión por el aprieto en el cual se hallaba Laura.

– ¿Qué voy a hacer? -susurró Laura.

– Puedes comenzar por abrir la puerta.

– ¡No puedo hacer eso! -echó un vistazo a la ventana, preguntándose si podía escabullirse por ella, salir furtivamente por la entrada, y meterse en su coche sin que la viera.

– Ni lo pienses -advirtió Melody, al tiempo que los perros volvían corriendo al dormitorio-. Abre la puerta, dile que no tienes tiempo para hablar, y márchate.

– ¿Y si le abres tú y le dices que no estoy?

– Hay sólo un problema con eso: tu auto está estacionado justo en frente -Melody se agachó para agarrar a los perros-. Encerraré a estos dos mientras tú le abres.

– Te agradezco un montón -farfulló Laura, observando a Melody intentar persuadir a los perros de que se metieran en la otra habitación. Arrastrando los pies, se dirigió a la puerta de entrada, convenciéndose de que no era cobarde… sólo le estaba dando tiempo a Melody para encerrar a los perros.

Con un suspiro de resignación, echó una ojeada por la mirilla y vio a Greg parado en el porche de entrada, mirando hacia abajo con desazón. Por costumbre, sonrió al abrir la puerta:

– Hola, Greg.

– Laura Beth -su rostro se iluminó al verla. Por un instante, se quedó contemplándola hechizado.

Aunque ya no le interesaba desde el punto de vista romántico, tuvo que admitir que lucía apuesto en las sombras alargadas de la tarde. A causa del calor de septiembre, llevaba una camiseta de golf y pantalones sport, una vestimenta muy parecida a la que solía adoptar Brent. Pero por algún motivo, Greg no llevaba la ropa de la misma manera.

– Tenía… eh… -su expresión se tornó avergonzada-. Tenía miedo de que no estuvieras. Me refiero a que no respondiste a mis llamados. Te dieron el mensaje de que venía, ¿no?

– Sí, bueno, me lo acaban de decir hace unos instantes -sintió una punzada de remordimiento por todas las llamadas a lo largo del verano que no había respondido-. La verdad es que estaba por salir. Brent y yo ofreceremos una fiesta esta noche, y realmente me tengo que ir.

– Oh.

La decepción fue visible en su rostro, y ella se sintió como si acabara de patear el perro de alguien.

– Aunque tengo un par de minutos, si deseas entrar.

– Sí -sus ojos volvieron a brillar-. Sí, me gustaría, si no hay problema.

Intentando no suspirar ruidosamente, ella le indicó que la siguiera a la sala.

– ¿Deseas tomar algo?

– No, estoy bien -echó un vistazo con curiosidad manifiesta para ver dónde vivía. Por la expresión ceñuda, supuso que no estaba de acuerdo con la decoración de Melody.

– Yo, este… sólo necesito buscar algo en la cocina -comenzó a dirigirse hacia allí, y él la siguió, al tiempo que ella buscaba los boles que había dejado sobre la mesada-. Dime… -miró nerviosamente a su alrededor, preguntándose dónde estaba Melody. Teniendo en cuenta que su amiga y Greg se sacaban chispas, casi deseó que Melody no apareciera-. ¿Cómo anda todo el mundo en casa?

– Supongo que bien. Aunque todos te extrañan. No hay día en que alguien no pregunte si sé algo de ti. Excepto por tu padre. Cuando alguien te menciona, cambia de tema.

Ella frunció el entrecejo, y no dijo nada, aunque sintió una punzada de dolor en el pecho.

– Eso quiere decir que aún no se han puesto en contacto -preguntó Greg.

– No.

– Lo siento -dijo suavemente-. Oye, Laura Beth, sé que estás apurada, por lo que te diré inmediatamente por qué vine. He estado pensando todos estos meses en las cosas que me dijiste. Estabas equivocada, sabes, cuando dijiste que yo no confiaba en ti. Confío plenamente en ti, a todo nivel.

– Te agradezco, en serio, pero…

– No, no, déjame terminar -respiró hondo-. Me doy cuenta de que Beason’s Ferry no es el pueblo más interesante del mundo, pero también sé que no siempre estuviste tan ansiosa por marcharte. Cuando te conocí, y todavía estabas al frente de la oficina de tu padre, parecías feliz. Así que comencé a pensar en que tal vez realmente necesites algo que le dé sentido a tu vida, un trabajo en serio, en lugar del trabajo a beneficio, para sentirte menos descontenta.

– Greg -suspiró, sintiendo la tensión creciente detrás de sus ojos-. Vine a Houston en busca de algo más que un empleo.

– Lo sé, pero escúchame -cambió de posición-. Cuando estábamos saliendo, nosotros, este… hablábamos mucho sobre la farmacia, y pues, tú siempre tenías muchas buenas ideas sobre cómo podía mejorar el negocio. Como el bar de café exprés. Jamás se me hubiera ocurrido instalarlo, pero me ha dado grandes resultados. Y entonces estuve pensando en que, aunque las cosas no han funcionado entre nosotros a nivel personal -sus ojos finalmente se encontraron con los suyos-, ¿te gustaría ser mi socia comercial?

– ¿Qué? -lo miró boquiabierta, sorprendida, halagada y, por un instante inesperado, tentada. Pero mudarse de vuelta a casa significaría renunciar a Brent y a su empleo y amigos nuevos-. Greg, yo…

– No tienes que darme una respuesta ahora -dijo rápidamente-. Piénsalo y tal vez mañana o en algún momento la semana que viene podemos juntarnos y conversar.

– ¿Conversar acerca de qué? -preguntó Melody desde la entrada, y Greg giró rápidamente para enfrentarla.

– Greg me acaba de preguntar si quería ser su socia comercial -dijo Laura.

– Oh, qué gracioso -Melody se rió-. Y qué astuto. Muy, muy astuto, Gregory.

– ¿A qué te refieres? -inmediatamente, Greg se puso tenso.

– Si no la puedes obtener con un anillo de matrimonio, atráela con el negocio, ¿no? -Melody hizo un gesto burlón.

– Ésa no fue mi intención -dijo Greg con un exceso de indignación.

– ¡Sí, claro! -bufó Melody.

– Da la casualidad que Laura Beth es una excelente gerente administrativa que posee ideas novedosas acerca de cómo mejorar un negocio.

– Pedazo de escoria -Melody lo miró de arriba abajo, como si acabara de descubrir un tipo aberrante de insecto-. Ese era el único motivo por el que te querías casar con ella, ¿no es cierto?

– No el único motivo, no, y me molesta que sugieras una motivación tan insensible -la cara de Greg se sonrojó tanto, que Laura se preguntó si Melody tenía razón. La idea le dolió profundamente, que la hubiera querido como socia comercial más que como mujer. Pero explicaba perfectamente la falta de pasión en su vida amorosa.

– Para tu información -insistió Greg-, guardo la más profunda admiración por Laura Beth a nivel personal.

– ¡Admiración! -Melody dijo con desdén-. Para tu información, hace falta más que eso para que un matrimonio sea feliz.

– Así que eres tú quien le ha estado llenando la cabeza de todas estas ideas sobre las relaciones entre hombres y mujeres, como si todo lo que importara fuera el atractivo físico, y… ¡la lujuria! -su mirada se paseó por la camisa de talla demasiado grande que Melody llevaba abierta en la parte delantera. Debajo, un sostén deportivo y calzas de ciclismo exponían su cuerpo audazmente.

– ¿Tienes algo en contra de un poco de lujuria genuina? -dando un paso hacia él, Melody se abrió aún más la camisa para apoyar una mano sobre la cadera-. Como farmacéutico, tú deberías conocer los beneficios de una vida sexual sana.

– Chicos -Laura intentó interrumpir, al tiempo que Greg se tropezaba con una respuesta enrevesada-. Este, ¿chicos? -intentó de nuevo, y oyó que Melody retrucaba con una refutación mordaz-. Si me disculpan, tengo una fiesta a la que debo asistir.

Ninguno de los dos se dio vuelta para mirarla, enfrentados en una lucha cuerpo a cuerpo. Como decidió que ya había oído más que suficiente, Laura levantó los boles y se dirigió a la puerta de entrada. Detrás de ella, aún podía oírlos discutiendo y no sabía si reír o intervenir con un par de gritos. ¿Había sido realmente tan interesada la propuesta matrimonial de Greg? Aunque lo hubiera sido, su motivo ulterior no pudo haber sido intencional. Greg no era el tipo de hombre que usara conscientemente a nadie. Aun así, esta prueba furtiva de que jamás la había amado de verdad le molestó. Le molestó tanto como lo que había dicho respecto de que una relación necesita más que la lujuria para sobrevivir.

No es que la relación con Brent estuviera basada solamente en la lujuria. ¿O lo estaba? No, por supuesto que no, se convenció a sí misma.

Entonces, ¿por qué las palabras de Greg la afectaban tanto?

Porque se dio cuenta, mientras manejaba, que si Brent sintiera algo más que deseo físico y amistad, se querría casar con ella, sin importar lo atemorizante que le resultara la idea de un compromiso.

¿Y si no la amaba?

La pregunta resonó en su mente, al tiempo que detenía el coche en el camino de entrada. Lo vio a través de la ventana de la cocina, y por un instante se quedó quieta mirándolo. ¿Cuánto estaba dispuesta a sacrificar para estar con este hombre? ¿Cuánto tiempo más podía seguir saliendo sin decir las palabras “Te amo” y a su vez escucharlas?

Esperó que se le ocurriera alguna respuesta, alguna solución mágica que le permitiera conquistar su corazón. Si sólo pudiera atravesar esa puerta, rodear su cintura con sus brazos, y decirle todo lo que sentía, lo importante que era en su vida.

Sólo que lo perdería si lo hacía, porque él no estaba preparado.

Así que por esta noche, como con todas las demás noches que habían compartido, lo acompañaría como su amante y su amiga. Si terminaba cansándose, lo manejaría de la misma manera en que venía manejándolo: esperando el momento oportuno… por el tiempo que fuera necesario.


* * *
Загрузка...