CAPÍTULO 43

Zsadist rastreó al solitario lesser en el laberinto de callejones del centro de la cuidad. El asesino se movía rápidamente en la nieve, alerta, explorando, buscando a la presa entre las personas que estaban dispersas en la barra del frio club.

Detrás de él Z era ligero sobre el terreno, quedándose cerca, pero no demasiado. El alba llegaba rápido y con fuerza, y aunque despuntada el borde del alba ahora mismo, queria matarlo. Todo lo que necesitaba era alejar al asesino de los entrometidos ojos humanos…

El momento llegó cuando el lesser redujo la marcha y consideró la intersección de la Calle Ocho y la Comercial. Una pausa, un debate interno entre ir a la izquierda o a la derecha.

Zsadist golpeó rápido, materializandose directamente detrás del asesino, poniendo el brazo alrededor del cuello del bastardo, y tirándo de él hacia la oscuridad. El lesser aguantó, y la lucha sonaba como banderas agitadas por el viento, como dos machos sacudiendose, chaquetas y pantalones sacudiendose en el aire frio. El lesser estaba en el suelo en un momento, Z examinó sus ojos cuando levantó la daga. Sumergió la lámina negra en su grueso pecho. La música pop y la llamarada se desvanecierón rápidamente.

Cuando Z se levantó, no había ninguna satisfacción. Estaba en un estado violento de piloto automático. Listo, complaciente, y capaz de matar, pero moviendose como en un sueño.

Bella era todo lo que estaba en su mente. Realmente, era más profundo. La ausencia de ella era un peso tangible en su cuerpo: La echaba de menos con un tipo de desesperación.

Ah, sí. Entonces los rumores eran verdaderos. Un macho vinculado sin su hembra podría estar muerto. Había oído dicha leyenda antes y nunca la creyo. Ahora vivía la verdad implicita.

Su celular sonó y contestó automaticamente, porque era lo que hacía desde que ella se marchó. No tenía ningún interés por saber quién era el que estaba del otro lado de la linea.

– Z, mi amigo -dijo Vishous-. Recibí un mensaje realmente extraño en el correo de voz. Un tipo que quiere hablar contigo.

– ¿Hablar conmigo, dijo mi nombre?

– Realmente, era un poco difícil de seguir porque fue tan parco, pero mencionó tu cicatriz.

¿El hermano de Bella? Se preguntó Z. ¿Aunque ahora que ella se habia ido por el mundo, sobre qué tendría que hablar aquel macho?

Bien… además del hecho que su hermana había sido atendida en su necesidad y no había ninguna ceremonia de acoplamiento en el calendario. Sí, el hermano se habia enojado.

– ¿Cuál es el número?

Vishous recitó los dígitos.

– Y dijo que su nombre era Ormond.

Recordando, el nombre del hermano mayor de Bella no era ese.

– ¿Ormond? es un nombre humano.

– No puedo decirte. Tendras que tener cuidado.

Z colgó, marcó despacio, esperando haber logrado marcar bien los numeros.

Cuando la llamada fue contestada, no hubo un hola al otro lado de la linea. Solo una voz grave que dijo,

– Fuera de mi red e indetectable. Entonces tú debes ser, el Hermano.

– ¿Y tú eres?

– Quiero conocerte en persona.

– Lo siento, yo estoy en contra de las citas.

– Sí, puedo imaginar que con esa cara no tienes mucha suerte. Pero no te quiero para el sexo.

– Me siento aliviado. ¿Ahora quién coño eres?

– Mi nombre es David. ¿Sonó la campana?

La furia nubló la visión de Z hasta que todo lo que vio eran las marcas en el estomago de Bella. Apretó el teléfono hasta que sólo oyó el chirriar del aparado, que era impetuoso.

Forzando su voz a una pronunciación lenta, dijo:

– No, Davy. Pero refresca mi memoria.

– Tomaste algo que es mio.

– ¿Robé tu cartera? Lo recordaria.

– ¡Mi mujer! -gritó el lesser.

Cada instinto en el cuerpo de Z se disparó inmediatamente, y no había ningún retén en el gruñido que salió de su boca. Alejó el aparto el teléfono lejos de su cara hasta que el sonido se apagó.

– … demasiado cerca el alba.

– ¿Qué pasa? -dijo Z con un filo repugnante-. Maldita conexión.

– ¿Piensa que esto es una maldita broma? -escupio el lesser.

– Tranquilo, ahí, no quisiera que te diera una embolia.

El asesino jadeó con furia, pero consiguió controlarse.

– Quiero encontrarte al anochecer. Tenemos mucha tierra para cubrir, tu y yo, y no quiero ser apresurado por el alba. Además, he estado ocupado las últimas horas y necesito un descanso. Me quedé con una de sus hembras, una pelirroja bonita. Hasta reventarla era buena.

Ahora el gruñido de Z llego al teléfono. El asesino se rió.

– Ustedes los Hermanos son tan protectores, hasta tú. Bien, acerca de eso. Me conseguí otra. Otra hembra. La persuadí para que me diera el numero para encontrarte. Ella es realmente cercana. Una pequeña rubia mona, también.

La mano de Z alcanzo el mango de su daga.

– ¿Dónde quieres reunirte?

Hubo una pausa.

– Primero los términos. Naturalmente quiero que vengas solo, y aquí está el como vamos a asegurarnos que esto pase. -Z oyó un gemido femenino de fondo-. Si cualquiera de mis socios ve a tus Hermanos alrededor, la cortaran. Solo tomará una llamada telefónica. Y ellos lo harán despacio.

Zsadist cerró sus ojos. Él había sentido la muerte, el sufrimiento y el dolor. El propio y de los otros. Esa… pobre mujer.

– ¿Dónde?

– A las seis en punto en The Rocky Horror Picture Show en Lucas Square. Te sientas de espaldas. Te encontraré.

El teléfono quedo muerto, y volvio a sonar inmediatamente.

Ahora la voz de V era estrangulada.

– Tenemos un problema. El hermano de Bella encontró a Wellsie con un disparo en la entrada. Ven a casa, Z. Ahora mismo.


John miró más allá del escritorio cuando Tohr colgó el teléfono. Las manos del hombre sacudían el receptor.

– Ella probablemente olvidó encender el teléfono movil. Los lesser intentaron entrar en la casa otra vez. -Tohr pulso otra vez. Marcando rápidamente. Se equivocó y tuvo que volver a empenzar. Y en todo momento rozaba el centro de su pecho, sobre su camisa.

Tohr miraba fijamente al vacio, congelado cuando el teléfono de casa sonó, John oyó pasos que bajaban a la oficina. Un sentimiento horrible pasó por él como fiebre, echó un vistazo a la puerta, luego volvio sus ojos a Tohr otra vez.

Tohr obviamente oyó los pasos, también. Con movimientos lentos dejó caer el receptor sobre el escritorio, el sonido de la línea abierta se oyo en el cuarto. Sus ojos fijos en la puerta, sus manos agarranban fuertemente los brazos de la silla.

Cuando la perilla dió vuelta, el contestador automático saltó y el sonido de la voz de Wellsie salió del receptor. -Hola, somos Wellsie y Tohr. No podemos ponernos al teléfono por el momento…

Cada uno de los Hermanos estaba en el pasillo. Y Wrath estaba delante de ellos implacable, eran grupo silencioso.

Hubo un ruido y John miró hacia atrás a Tohr. El hombre se puso en pié y tropezo con la silla. Temblaba de pies a cabeza, sudando desde su camisa con grandes remiendos hasta bajo de sus brazos.

– Hermano mío, -dijo Wrath. Había un tono indefenso en su voz, totalmente en desacuerdo con su cara feroz. Y aquella impotencia era aterradora.

Tohr gimió y agarró su esternón, frotándolo rápidamente, desesperado.

– Tú… no puedes estar aquí. No ustedes. -Él alzó una mano como si empujara a todos ellos lejos y luego se sostuvo-. Excepto aquí, debían estar en alguna otra parte. Golpeó contra un gabinete del archivero-. Wrath, no… mi señor, por favor, no a… ah, Dios. No lo dígas. No lo dígas…

– Yo lo siento…

Tohr comenzó a mecerse de atrás hacia delante, abrazándose como si fuera a vomitar. Su aliento era debil y tan rápido que comenzó a tener hipo, y no parecía exhalar en absoluto.

John se echo a llorar.

No dijo nada. Pero la realidad y el horror eran demasiado difícil de sobrellevar. Dejó caer su cabeza en sus manos, y todo en lo que podía pensar era en Wellsie apoyada en la entrada como cualquier otro día.

Cuando una mano grande tiró de él de la silla y fue sostenido contra un pecho, él pensó que era uno de los Hermanos. Pero era Tohr. Tohr lo sostenía con fuerza.

El macho comenzó a murmurar como un enloquecido, con palabras rápidas e incomprensibles hasta que ellos finalmente se fundieron en una especie de trance.

– ¿Por qué no llamé? ¿Por qué no hizo que Havers me llamara? debería haberme llamado… Ah, Dios, el bebé… yo sabía que no debería haberse… embarazado.

Abruptamente todo cambio en el cuarto, como si alguien hubiera subido la luz o tal vez la temperatura. John sintió el cambio en el aire primero, y luego las palabras de Tohr se apagaron cuando él obviamente tambien lo sintió.

Los brazos de Tohr se soltaron.

– ¿Wrath? ¿Esto es… el bebé, verdad?

– Saca al muchacho de aqui.

John sacudió la cabeza y se agarró a la cintura de Tohr con un fuerte apretón.

– ¿Cómo murió ella, Wrath? -La voz de Tohrment fue rotunda y sus manos se apartaron de John-. Dimelo ahora. Tengo derecho.

– Saca al niño de aquí -ladró Wrath a Phury.

John luchó cuando Phury lo agarró por la cintura y lo alzó. Al mismo tiempo Vishous y Rhage se colocaron a ambos lados de Tohr. La puerta se cerró.

Fuera de la oficina, Phury posó a John y lo retuvo en el lugar. Hubo un momento o dos de silencio… y luego un grito crudo rompió el aire como si el oxígeno fuera sólido.

El estallido de energía que siguió era tan fuerte que rompió la puerta de cristal. Los pedazos se astillaron y volaron mientras Phury abrigaba a John de la metralla.

Una tras otra en ambas direcciones del pasillo, las luces fluorescentes del techo explotaron, destellando brillantes y dejando serpentinas de chispas corriendo desde las instalaciones. La energía vibró por el suelo de hormigón, y por las grietas de las paredes.

Por la puerta rota John vio un torbellino en la oficina, los Hermanos retrocedían ante él, con las manos delante de sus caras. Los muebles salieron volando alrededor de un agujero negro en el centro del cuarto, uno que tenia vagamente la forma de la cabeza y cuerpo de Tohr.

Hubo otro aullido sobrenatural y luego el vacío manchado de tinta desapareció, el mobiliario se estrellaba, el temblor en el suelo cesó. Los papeles revolotearon suavemente sobre el caos como la nieve sobre un accidente de tráfico.

Tohrment se habia ido.

John se soltó de las manos de Phury y entró corriendo en la oficina. Los Hermanos lo miraron, él gritaba con la boca abierta sin alticular sonidos:

– ¡Padre… padre… padre!

Загрузка...