CAPÍTULO 47

Cuando Zsadist despertó, su primer instinto fue sentarse. Mala idea de mierda. Su hombro soltó un grito y lo paralizó con un tirón de dolor tan intenso, que se desmayó otra vez.

Round dos.

Esta vez cuando se despertó al menos recordó que no hacer, giró su cabeza despacio en vez de tratar de hacerlo bruscamente. ¿Dónde infiernos estaba? El lugar parecía la mitad del camino entre un dormitorio de invitados y un hospital. Estaba en la clínica de Havers.

Y alguien estaba sentado en las sombras a través del cuarto desconocido.

– ¿Bella? -graznó.

– Perdón. -Butch, ansioso, avanzó a la luz-. Soy yo.

– ¿Dónde está ella? -El hombre, estaba ronco-. ¿Está bien?

– Ella está bien.

– ¿Dónde… dónde está ella?

– Ella está… ah, ella salió a la ciudad, Z. Realmente pienso que ella ya se ha ido.

Zsadist cerró sus ojos. Considerando brevemente los méritos de desmayarse otra vez.

Sin embargo, él no podía culparla por escaparse. Cristo, la situación en la que había estado expuesta. La mínima parte fue haber matado al lesser. Era mejor que se fuera lejos de Caldwell.

Aunque le doliera por todas partes su pérdida.

Se limpió la garganta.

– ¿Phury? Él está…

– En el cuarto de al lado. Hecho un desastre, pero bien. Los dos han debido estar fuera del juego durante un par de días.

– ¿Tohr?

– Nadie tiene idea de donde esta. Es como si se hubiera desvanecido. -El policía exhaló-. John ha tenido que quedarse en la casa grande, pero no podemos sacarlo del centro de instrucción, ha estado durmiendo en la oficina de Tohr. ¿Quieres alguna otra actualización? -Cuando Z sacudió su cabeza, El policía se puso a sus pies- Te dejaré en paz ahora. Sólo asumí que te sentirías mejor al conocer como estaban las cosas.

– Gracias…Butch.

Los ojos del policía llamearon con el sonido de su nombre, haciendo comprender a Z que nunca antes lo había usado con él.

– Seguro -dijo el humano-. No hay problema.

Cuando la puerta se cerró, Zsadist se sentó. Mientras giraba su cabeza dio un tirón a los monitores de su pecho y su dedo índice. Las alarmas comenzaron a sonar, y las hizo callar volcando el soporte de la maquinaria que estaba al lado de la cama. Con el enredo de los monitores estos se desenchufaron, cayendo al suelo, para después enmudecer.

Con una mueca, tiró del catéter y miro las transfusiones intravenosas que entraban en su antebrazo. Estuvo a punto de rasgarse la vena, pero entonces calculó fríamente el movimiento. Dios sólo sabía lo que entraba en él. Tal vez lo necesitaba.

Se levantó y su cuerpo pareció decaer, se sentía como un saco de patatas. El poste de las IV hizo un buen paseo golpeando el vestíbulo a su paso. Cuando comenzó a moverse al cuarto de al lado, las enfermeras llegaron corriendo de todas direcciones. Se encogió y abrió la primera puerta que encontró.

Phury estaba en la enorme cama con tantas vías enchufadas que parecía un panel telefónico.

La cabeza del hombre dio vuelta.

– ¿Z…qué haces?

– Probando al personal médico. -Cerró la puerta y camino por el cuarto, dirigiéndose hacia la cama. -Maldición son realmente rápidos.

– No deberías estar…

– Cállate y muévete.

Phury parecía asustado como el infierno, se movió al lado opuesto cuando Z situó su cuerpo agotado en el colchón. Cuando se sentó contra las almohadas, los dos soltaron un suspiro idéntico.

Z frotó sus ojos.

– Eres feo sin todo el pelo, lo sabes.

– ¿Esto significa que vas a cultivar algunos?

– Naha Mis días de Reina de la Belleza terminaron.

Phury se rió entre dientes. Entonces hubo un largo silencio.

En esta tranquilidad, Zsadist siguió imaginando lo que había sido ver al lesser, el cobertizo y a Phury atado con correas a aquella mesa, sin pelo, su cara golpeada hecha mierda. Haber atestiguado el dolor de su gemelo había sido… una agonía.

Z limpió su garganta.

– Yo no debería haberte usado como lo hice.

La cama se meneó como si Phury hubiera sacudido su cabeza alrededor.

– ¿Qué?

– Cuando necesitaba daño… Yo no debería haberte hecho golpearme.

No hubo ninguna respuesta, y Z giró la vista, viendo cuando Phury cubrió sus ojos con las manos.

– Fui cruel -dijo Z en el tenso débil aire que había entre ellos.

– Lamenté hacerte eso.

– Si, yo lo sabía cuando te hice golpearme hasta sangrar. Que yo me alimentara de tu miseria era la parte más cruda. Nunca voy a volver a pedírtelo.

El pecho desnudo de Phury se elevó y se cayó.

– Prefiero ser yo que alguien más. Cuando lo necesites, me avisas. Lo haré.

– Cristo, Phury…

– ¿Qué? Es el único modo en que me dejas cuidarte. La única forma en la que me dejas tocarte.

Ahora fue Z el que se cubrió sus vidriosos ojos con el antebrazo. Tuvo que toser algunas veces antes de hablar.

– Mira, nada de volver a salvarme, hermano. ¿Bien? Esto se terminó ahora. Se acabó. Es tiempo de que me dejes.

No hubo ninguna respuesta. Entonces Z echó un vistazo, y vio como las lágrimas se deslizaban por la mejilla de Phury.

– Ah… joder -refunfuñó Z.

– Sí. Más o menos. -Otra lágrima rodó del ojo de Phury-. Dios… maldición. Se están escapando.

– Bien, anímate.

Phury restregó su cara con las palmas.

– ¿Por qué?

– Porque creo que voy a tratar de abrazarte.

Las manos de Phury cayeron y lo miró con una absurda expresión.

Lanzando un juramento, Z empujó a su gemelo.

– Levanta la cabeza, condenado. -Phury estiró el cuello. Z deslizó su brazo por debajo. Los dos se congelaron en la poco natural posición-. Sabes, este infierno era mucho más fácil cuando estabas frío en aquel camión.

– ¿Eras tú?

– ¿Piensas que era Santa Claus o alguna mierda?

Los colores de Z se elevaron por todas partes. Dios… Él realmente estaba expuesto aquí. ¿Qué demonios hacía?

– Pensé que eras un ángel -dijo Phury suavemente cuando puso su cabeza atrás en el brazo de Z. -Cuando me cantaste, pensé que me enviabas sin peligro al Fade.

– No soy ningún ángel. -Subió y deslizó su mano sobre la mejilla de Phury, limpiando la humedad. Entonces cerró los párpados del hombre con las yemas de los dedos.

– Estoy cansado -murmuró Phury-. Tan… cansado.

Z contempló la cara de su gemelo, como si fuera la primera vez. Las contusiones se curaban ya, la hinchazón bajaba, el corte dentado que se había hecho se desvanecía. Lo que se revelaban eran líneas de agotamiento y tensión, con no mucha mejoría.

– Has estado cansado durante siglos, Phury. Es tiempo de dejarme ir.

– No creas que puedo.

Zsadist inhaló profundamente.

– La noche que me alejaron de la familia… No, no, mírame. Estás demasiado… cerca. No puedo respirar cuándo haces… Cristo, sólo cierra tus ojos, ¿bien? -Z tosió, lo único que podía decir por su apretada garganta eran unos pequeños sonidos-. Esa noche, no fue tu culpa que no te atraparan. Y no puedes compensar el hecho de que tuviste suerte y yo no. Quiero que dejes de cuidarme.

El aliento de Phury se estremeció.

– ¿Tu… tienes alguna idea de lo qué sentí al verte en aquella celda, desnudo y encadenado y… saber lo qué por mucho tiempo aquella hembra te había hecho?

– Phury…

– Lo sé todo, Z. Sé todo lo que te pasó. Oí sobre ello a hombres que… habían estado allí. Antes de que yo supiera que eras tú del que ellos hablaban, oí las historias.

Zsadist tragó, él se sintió enfermo.

– Yo siempre esperé que tú no supieras. Rezaba por eso.

– Entonces tienes que entender por qué puedo morir por ti cualquier día. Tu dolor es el mío.

– No, no lo es. Júrame que pararas esto.

– No puedo.

Z cerró los ojos. Cuando estaban juntos, quería pedirle perdón por todas las cosas de mierda que había hecho después de que Phury lo había conseguido liberar… y quería gritarle a su gemelo por ser un maldito héroe. Pero sobre todo quería devolverle a Phury todos aquellos años gastados. El hombre merecía más de lo que había tenido en la vida.

– Bien, entonces no me dejas ninguna alternativa.

La cabeza de Phury se sacudió del brazo de Z.

– Si te matas…

– Adivino que no debería dejarme apuñalar para no causarte más ansiedad.

Z sintió que el cuerpo entero de Phury temblaba.

– Ah… Jesús.

– Sin embargo, no sabes como funcionan. Mis instintos…han sido afilados por la cólera, entiendes. Probablemente siempre voy a ser explosivo.

– Oh, Jesús…

– Pero sabes, tal vez yo podría trabajar en eso. O algo. Joder, no sé. Probablemente no pueda.

– Oh… Jesús. Te ayudaré. En cualquier camino que tomes.

Z sacudió la cabeza.

– No. No quiero tu ayuda. Tengo que hacerlo solo.

Estuvieron tranquilos durante un tiempo.

– Mi brazo se durmió -dijo Z. Phury levantó su cabeza y Zsadist echo el miembro hacia atrás, pero no lo alejó.


Antes de que Bella se marchara, fue al cuarto que le habían dado a Zsadist. Había estado retrasando su partida durante días, diciéndose que no era porque ella lo esperara venir. Lo que era una mentira.

La puerta estaba ligeramente abierta, entonces llamó. Se preguntaba lo que él diría cuando la viera. Probablemente nada.

– Entre -dijo una hembra.

Bella entró al cuarto. La cama estaba vacía, un poste astillado para supervisar equipo estaba de lado como si estuviera muerto. Una enfermera recogía pedazos del suelo y los ponía en un cubo de basura. Claramente Zsadist estuvo alrededor.

La enfermera sonrió.

– ¿Lo busca? Está al lado con su hermano.

– Gracias.

Bella fue al cuarto siguiente y llamó silenciosamente. Cuando no hubo respuesta, entró.

Los dos estaban espalda contra espalda, tan fuertemente cerca el uno contra el otro que parecía que sus espinas estuvieran fundidas. Sus brazos y piernas estaban enroscados en posiciones idénticas, sus barbillas metidas en sus pechos. Ella les imaginó en la matriz de su madre, descansando juntos, inocentes de todos los horrores que les esperaban en el exterior.

Raro pensó, su sangre estaba en ambos. Era su única herencia al par, la única cosa que ella les dejaba.

De repente los ojos de Zsadist se abrieron. El brillo amarillo-oro fue tan sorpresivo, que brincó.

– Bella… -Extendió la mano hacia ella-. Bella.

Ella dio un paso atrás.

– Vine para decir adiós.

Cuando él dejó caer su mano, ella tuvo que mirar hacia otra parte.

– ¿Dónde vas? -preguntó-. ¿A algún sitio seguro?

– Sí. -Ella agachó la cabeza, a Charleston en Carolina del Sur, con unos parientes quiénes están felices de tenerme-. Esto va a ser un nuevo principio para mí. Una nueva vida.

– Bueno. Está bien.

Ella cerró sus ojos. Sólo una vez… sólo una vez le habría gustado oír un poco de pena en su voz mientras ella se marchaba. Ya que, este era su último adiós, al menos no tendría que sufrir mas decepciones.

– Eres tan valiente -dijo él-. Te debo mi vida. La de él, también. Eres así… valiente.

Al infierno, ella no era valiente. Estuvo a punto de derrumbarse completamente.

– Espero que tu y Phury se curen rápido. Sí, lo espero…

Hubo un largo silencio. Entonces ella lanzó una última mirada a la cara de Zsadist. Sabía entonces que, aun si ella se apareara alguna otra vez, ningún macho podría tomar su lugar.

Y tan romántico como sonaba, en realidad la idea apestaba. Seguramente supuso que ella triunfaría sobre la pérdida y todo eso. Pero lo amaba y no iba a terminar con él, todo lo que ella quería hacer era meterse en una cama en algún sitio, apagar las luces, sólo estar ahí. Solo, como, un siglo.

– Necesito saber algo -dijo ella-, me dijiste que un día yo me despertaría y lamentaría estar contigo. Bien, lo hago. Pero no debido a lo que podría decir el glymera. -Ella cruzó sus brazos sobre su pecho-. Habiendo sido criticada por la alta sociedad una vez, ya no tengo miedo de la aristocracia, y habría estado… orgullosa de estar de pie a tu lado. Pero sí, siento haber estado contigo.

Porque dejarlo era un golpe aplastante. Peor que todo lo que ella había pasado con el lesser.

Considerando todas las cosas, habría sido mejor no saber lo que se perdía.

Sin otra palabra dio vuelta y dejó el cuarto.


Cuando el amanecer se asomaba en el paisaje, Butch fue al Pit, se quitó su abrigo, y se sentó en el sofá de cuero. El Sport Center estaba en silencio. Late Registration de Kanye West estaba en el sonido ambiental.

V apareció en la puerta de la cocina, claramente después de una noche de enfrentamientos: Él estaba sin camisa, todavía con sus pantalones de cuero y botas militares.

– ¿Cómo estas? -preguntó Butch, observando el moretón que aparecía en el hombro de su compañero de habitación.

– No mejor que tu. Pareces golpeado, policía.

– Cierto. -Él dejó caer su cabeza. Vigilar a Z parecía ser lo correcto mientras los otros Hermanos hacían su trabajo. Pero él estaba agotado, aunque todo lo que había hecho era estar sentado en una silla durante tres días.

– Aquí tengo algo para reanimarte.

Butch sacudió su cabeza cuando una copa apareció delante de su cara.

– Sabes que no bebo vino tinto.

– Inténtalo.

– Nah, necesito una ducha y luego algo un poco más fuerte que esto. -Butch colocó sus manos en sus rodillas y comenzó a levantarse.

Vishous se atravesó en su camino.

– Necesitas esto. Confía en mí.

Butch se quedó sentado y tomó la copa de cristal. Olió el vino. Bebió unos tragos-. No esta mal. Un poco grueso, pero no esta mal. ¿Es un Merlot?

– No realmente.

Él inclinó su cabeza hacia atrás y lo tragó. El vino era fuerte, quemaba en el camino a su estómago, haciéndolo sentir un poco mareado. Lo que le hizo preguntarse cuando había comido por última vez.

Cuando sorbió hasta la última gota, frunció el ceño. Vishous lo miraba estrechamente.

– ¿V? ¿Algo esta mal? -Él puso la copa de cristal sobre la mesa y levanto una ceja.

– No… no, todo esta bien. Ahora todo va a estar bien.

El pensamiento de Butch cayó sobre los problemas de su compañero de habitación.

– Oye, pensé en preguntarte sobre tus visiones. ¿Todavía no regresan?

– En realidad, tuve una hace aproximadamente unos diez minutos. Tal vez están de vuelta.

– Está bien. No me gustaría verte todo confuso.

– Está bien, poli. ¿Tú comprendes? -Vishous sonrió y pasó una mano por su pelo. Cuando su brazo cayó, la vista de Butch fue a la muñeca del Hermano. Por dentro de ella había un corte rojo fresco. Como, si lo hubieran hecho hace unos minutos.

Butch miró la copa. Una horrible sospecha llevó sus ojos de la bebida a su compañero de habitación.

– Jesús… Cristo. ¿V, qué…qué hiciste? -Se paró justo cuando el primer espasmo alcanzó su estómago-. Oh, Dios…Vishous.

Corrió a los servicios para vomitar, pero no llegó lejos. Tan pronto como él entró a su cuarto V lo abordó, recostándolo en la cama. Cuando comenzó a tener náuseas, Vishous lo tiró de espaldas y con su mano hizo subir la barbilla de Butch manteniéndole la boca cerrada.

– No luches -dijo V-. Contenlo. Tienes que contenerlo.

La tripa de Butch era un campo de batalla, se ahogaba en la mierda que se alzaba por su garganta. Pánico, repulsión, incapaz de respirar, empujó contra el cuerpo pesado que se sentaba a horcajadas sobre él y logró golpear a Vishous alejándolo. Pero antes de que pudiera escaparse, V lo agarró y forzó su mandíbula cerrándola otra vez.

– Guarda… esto… traga… -V gimió cuando ellos rodaron en la cama.

Butch sintió que una pierna gruesa atrapaba sus muslos. El movimiento de lucha lo canso. No podía moverse. De todos modos luchaba.

Los espasmos y la náusea se intensificaron hasta que pensó que sus ojos iban a reventar. Entonces hubo una explosión en su intestino, y las chispas comenzaron a fluir por todas partes de su cuerpo… chispas que se encendieron con un hormigueo… ahora un zumbido. Paró la lucha cuando las sensaciones ya eran parte de él.

El agarre de V se atenuó y quitó su mano, aunque mantenía un brazo alrededor del pecho de Butch.

– Está bien… Sólo respira. Despacio.

El zumbido se elevaba ahora, convirtiéndose en algo como el sexo, pero no realmente… No, definitivamente no era nada erótico, pero su cuerpo no sabía la diferencia. Se endureció, la erección empujaba contra sus pantalones, su cuerpo de repente rabiaba por el calor. Se arqueó, con un gemido que salía de su boca.

– Así es -dijo V en su oído-. No luches. Déjate llevar.

Las caderas de Butch giraron por propio acuerdo, y gimió otra vez. Estaba caliente como el centro del sol, su piel hipersensible, su visión débil… y luego el rugido dentro de él corría hasta su corazón. De un salto todas sus venas se encendieron como si tuvieran gasolina en ellas, su interior se convirtió en una red de fuego, poniéndose más y más caliente. El sudor lo vació cuando su cuerpo giró y se sacudió, y él volvió su cabeza contra el hombro de Vishous. Salieron graznidos de su boca.

– Yo… voy… a morir.

La voz de V estaba con él, viéndolo.

– Vas a sobrevivir, amigo. Sigue respirando. Esto no va a durar mucho tiempo.

Sólo cuando Butch pensó que no podría manejar más este infierno, un orgasmo de dieciocho-wheelers lo alcanzó. Cuando la cumbre de su pene salió volando, Vishous lo sostuvo por las convulsiones, hablando en la Vieja Lengua. Y luego había terminado. La tormenta pasó.

Jadeando, débil, Butch se estremeció, mientras, V lo cubría con una manta.

– Por qué… -Butch dijo como borracho-. ¿Por qué, V?

La cara de Vishous apareció delante. Los ojos de diamante del Hermano brillaron…hasta que, de repente, el izquierdo era todo negro, la pupila que se ampliaba hasta el iris y la parte blanca se hicieron un agujero infinito.

– El por qué… no lo sé. Pero vi que debías beber de mí. Era esto o morías. -V extendió la mano y alisó el pelo de Butch-. Duerme. Ya que sobreviviste, te sentirás mejor para el anochecer.

– ¿Esto podría… matarme? -Bien, mierda, sí. Había asumido que iba a morir.

– Yo no te lo habría dado si yo no hubiera estado seguro que estarías bien. Ahora cierra los ojos. ¿Déjate ir, correcto? -Vishous se dirigió a la puerta, pero se detuvo en la entrada.

Cuando el Hermano miró hacia atrás, Butch sintió una rara sensación… una obligación que fluía entre ellos, algo más tangible que el aire entre sus cuerpos. Forjado en el calor de lo que acababa de pasar, profundamente como la sangre en sus venas… una unión, una conexión milagrosa.

Mi hermano, pensó Butch.

– No voy a dejar que algo te pase, policía.

Y Butch sabía que era absolutamente cierto, aunque realmente no apreciara ser atacado en sus puntos flacos. Si hubiera sabido lo que había en esa copa de cristal, nunca habría tragado la mierda, por ningún motivo.

– ¿Qué me hace esto? -preguntó suavemente.

– Nada que no fueras antes. Todavía eres sólo un humano.

Butch suspiró con alivio.

– Escucha, amigo, hazme un favor. Adviérteme antes de que me hagas un truco así. Prefiero elegir. – Entonces sonrió un poco-. Y todavía no pasamos de moda.

V se rió en un estallido corto.

– Duerme novato. Puedes darme una patada en mi trasero más tarde.

– Lo haré.

Cuando el Hermano de amplio trasero desapareció bajo su saludo. Butch cerró los ojos.

Todavía sólo… humano. Sólo… un… humano.

El sueño lo reclamó como un premio.

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