– Ah, infiernos, V, me estás matando. – Butch O'Neal rebuscó a través del cajón de los calcetines, mientras buscaba los de seda negra, encontrando los de algodón blanco.
– No, espera.-Él sacó un calcetín de vestir. No fue exactamente un triunfo.
– Si quisiera matarte, poli, entonces el calzado sería la última cosa en tu mente.
Butch miró fijamente a su compañero de cuarto. Su compañero fan de los Red Sox. Su… bien, uno de sus dos mejores amigos.
Ambos, por así decirlo, casualmente eran vampiros.
Fresco de la ducha, Vishous tenía una toalla envuelta alrededor de su cintura, exhibiendo su musculoso pecho y sus gruesos brazos.Estaba poniéndose un guante de cuero, que cubría completamente su mano izquierda tatuada.
– ¿Tienes que ir vestido con mi traje?
V le sonrió, sus colmillos destellaban en medio de su perilla -Me sientan bien.
– ¿Por qué no le pides a Fritz que te consiga algunos?
– Él está demasiado ocupado saciando nuestros deseos para tus ropas, hombre.
De acuerdo, tal vez recientemente Butch consiguió un contacto interno en Versace, y quién habría pensado que lo habría tenido, pero ¿cuán difícil puede ser el meter una docena de sedas adicionales en la casa?
– Las pediré para ti.
– No eres un caballero. – V retiró hacia atrás su cabello oscuro. Los tatuajes de su sien izquierda aparecieron y luego quedaron encubiertos otra vez. -¿Necesitas el Escalade esta noche?
– Sí, gracias. – Butch metió sus pies en sus mocasines de Gucci, sin sentarse.
– ¿Entonces vas a ir a ver a Marissa?
Butch asintió. -Necesito saberlo. De una u otra manera.
Y él tenía el presentimiento de que iba a ser la otra.
– Ella es una buena mujer.
Ella seguro por todos los infiernos que lo era, por lo cuál probablemente era por lo que no le devolvía sus llamadas. El ex-policía quien como buen escocés no era exactamente buen material para relacionarse con las mujeres, humanas o vampiras. Y el hecho de que él no era una de esas cosas no lo ayudaba en la situación.
– Bien, poli, Rhage y yo estaremos relajándonos en el One Eye. Vienes y nos buscas cuando lo hayas hecho.
Un golpe, como si alguien golpeara la puerta principal con un ariete, hizo que giraran sus cabezas.
V se subió la toalla. -Maldita sea, el chico volador tiene que aprender a usar el timbre de la puerta.
– Intenta hablarle. Él no me escucha.
– Rhage no escucha a nadie. – V bajó corriendo hacia vestíbulo.
Cuando el estruendo se silenció, Butch fue hacia su extensa colección de corbatas. Escogió una Brioni azul claro, volvió el cuello de su blanca camisa, y colocó la seda alrededor de su cuello. Cuando salió de la sala de estar, pudo oír a Rhage y a V hablando sobre ¿”RU still down” de Tupac?
Butch tuvo que reírse. Hombre, su vida le había llevado a un montón de lugares, muchos de ellos peligrosos, pero nunca había pensado que terminaría viviendo con seis vampiros guerreros. O estando en los alrededores de las peleas para proteger su decreciente especie oculta. En cierta forma, sin embargo, él tenía un lugar con la Black Dagger Brotherhood. Y Vishous, Rhage y él formaban un trío impresionante.
Rhage vivía en la mansión cruzando el patio con el resto de los Brotherhood, pero el triunvirato estaba fuera de la casa del guarda, donde V y Butch cayeron. El Pit, como era conocido el lugar, era un dulce alojamiento comparado con la casucha en la que Butch había vivido. Él y V tenían dos dormitorios, dos cuartos de baño, una cocina, y una sala de estar que estaba decorada con un atractivo estilo, Sótano de casa de Fraternidad Un par de divanes de cuero, TV de pantalla de plasma de alta definición, un futbolito, y bolsos de gimnasio por todas partes.
Cuando Butch entró en el cuarto principal, obtuvo una vista del conjunto de Rhage para la noche: trinchera negra de cuero que caía desde sus hombros hasta sus tobillos. Remera negra metida en los pantalones de cuero.Botas de combate, lo hacían sobrepasar los 2,05 m. Así vestido, el vampiro era sin ninguna duda, extremadamente atractivo. Aun para un hetero reconocido como Butch.
El hijo de puta realmente doblaba las leyes de la física, era muy atractivo. El cabello rubio estaba cortado corto atrás y más largo en la frente. El azul de sus ojos eran del color del agua del mar de las Bahamas. Y la cara hacía que Brad Pitt se viera como un candidato para The Swan.
Pero él no era un niño de mamá, pese a ser fascinante. Algo oscuro y letal hervía detrás de un relumbrante exterior, y tú lo sabías al minuto de verlo. Él emitía las vibraciones de un tipo que mientras sonreía, hacía la aclaración directamente con sus puños, incluso si escupía entre dientes mientras se encargaba del asunto.
– ¿Qué estás haciendo, Hollywood?-Preguntó Butch.
Rhage sonrió, mostrando un espléndido set perlado con esos largos caninos. -Haciendo tiempo para salir, poli.
– Maldición, vampiro ¿no tuviste bastante anoche? Esa pelirroja parecía un asunto serio. Y también su hermana.
– Ya me conoces. Siempre hambriento.
Sí, bien, afortunadamente para Rhage, había una corriente interminable de mujeres más que felices para complacer sus necesidades. Y dulce Jesús, el tipo las tenía. No bebía. No fumaba. Pero él corría entre las damas como Butch nunca había visto.
Y no es que Butch conociese a muchos niños del coro.
Rhage miró hacia V. -Ves a vestirte, hombre. A menos que ¿Estás pensando en ir al One Eye con una toalla?
– Deja de cronometrarme, mi hermano.
– Entonces mueve el culo.
Vishous se levantó de detrás de la pesada mesa donde estaba el equipo informático que podía dar a Bill Gates una erección. Desde este centro de mando, V ejecutaba y supervisaba los sistemas de seguridad del recinto del Brotherhood, incluyendo la casa principal, las instalaciones subterráneas de entrenamiento, el Tomb y su Pit, así como también el sistema de túneles subterráneos que interconectaban los edificios. Él controlaba todo: las contraventanas replegables de acero que había instaladas en cada ventana; las cerraduras en las puertas de acero; la temperatura en las habitaciones; la iluminación; las cámaras de seguridad; las verjas.
V había preparado el equipo entero por sí mismo antes de que el Brotherhood se hubiese movido hacía tres semanas. Los edificios y túneles estaban preparados desde principios de 1900, pero en su mayor parte no habían sido utilizados. Después de los acontecimientos en julio, no obstante, la decisión había sido tomada para consolidar las operaciones de los Brotherhood, y todos ellos habían venido aquí.
Mientras V se dirigía a su dormitorio, Rhage sacó un Tootsie Roll Pop de su bolsillo, desgarró el rojo envoltorio, y se lo metió en la boca. Butch podía sentir como el tipo miraba fijamente. Y no se sorprendió cuando el hermano conectó con él.
– De manera que no puedo creerme que te vistas de la mejor manera para hacer un viaje al One Eye, poli. Supongo, éste es un servicio peligroso, incluso para ti. La corbata, los gemelos de los puños de la camisa son todos nuevos, ¿Verdad?
Butch alisó la Brioni sobre su pecho y alargó la mano para coger la chaqueta de Tom Ford que hacía juego con sus amplios pantalones negros. Él no quería comentar lo de Marissa. Solo hablar del tema con V había sido suficiente. Además, ¿qué podía decirle él?
Ella me cerró las puertas cuando me la encontré, y me evita desde hace tres semanas. Así que en lugar de tomar la indirecta, me encabezono y mendigo como un perdedor desesperado.
Bien, él realmente quería sacar a relucir eso delante del Sr. Perfecto, incluso aun cuando el tipo era un buen camarada.
Rhage dio la vuelta a la piruleta en su boca. -Dime una cosa. ¿Por qué pierdes el tiempo con las ropas, hombre? No tienes que hacer nada con tu mojo. Me refiero, te veo siempre rechazando a las mujeres en la barra. ¿Estás intentando salvarte del matrimonio?
– Yup. Tienes razón. Tienen que llevarme atado para que camine por ese pasillo.
– Vamos, Realmente tengo curiosidad. ¿Estás reservándote para alguien? -Cuando sólo hubo silencio, el vampiro se rió suavemente. -¿La conozco?
Butch entrecerró los ojos, sopesando si la conversación terminaría más rápidamente si él cerrase la boca. Probablemente no. Una vez que Rhage empezaba, no lo dejaba hasta que él decidía que se había acabado. Hablaba de la misma forma que mataba.
Rhage negó con la cabeza tristemente. -¿Ella no te necesita?
– Lo sabremos esta noche.
Butch verificó su nivel de dinero en efectivo. Dieciséis años como detective de homicidios no habían forrado mucho sus bolsillos que digamos. Ahora estaba colgado del Brotherhood. Tenía muchos verdes, posiblemente no podría gastarlos lo suficientemente rápido.
– Que tengas suerte, poli.
Butch lo miró de arriba abajo. ¿Cómo lo comprendes?
– Siempre me he preguntado como sería vivir con una mujer que valiese la pena.
Butch se rió. El tipo era un dios sexual, una leyenda erótica en su raza. V le había contado que historias sobre Rhage habían pasado de generación en generación cuando el tiempo era el correcto. La idea que de podría cambiar para ser el marido de alguien era absurda.
– De acuerdo, Hollywood, ¿Cuál es el golpe final? Vamos, dámelo.
Rhage se sobresaltó y apartó la mirada.
Por todos los infiernos, el tipo hablaba en serio. ¡So! Escucha, no significa nada.
– Nah, es guay. – La sonrisa reapareció, pero los ojos eran planos. Él caminó con paso lento hacia el basurero y tiró el palito de la piruleta a la basura. -Ahora, ¿Podemos salir de aquí? Estoy cansado de esperaros niños.
Mary Luce aparcó en su garaje, apagó el Civic, y se quedó con la mirada fija en las palas de nieve que colgaban de las clavijas delante de ella.
Estaba cansada, aunque el día no había sido extenuante. Contestar al teléfono e identificar y archivar los documentos en una oficina de abogados no era agotador, física o mentalmente. Así es que realmente no debería estar exhausta.
Pero tal vez ese era el punto. Ella no se sentía muy estimulada, de manera que estaba languideciendo.
¿Tal vez era el momento de volver a los niños? Después de todo, era para lo que había estudiado. Lo que amaba. Lo que la alimentaba. Trabajar con sus pacientes autistas y ayudarles a encontrar las formas de comunicarse le habían traído toda clase de recompensas, personal y profesionalmente. Y el intervalo de dos años no había sido su elección.
Tal vez debería llamar al centro, ver si estaba abierto. Incluso si no estaban, ella podría alistarse como voluntario hasta que hubiese algo disponible.
Sí, mañana lo haría. No había razón para esperar.
Mary cogió su bolso y salió del coche. Cuando la puerta del garaje se cerró, ella fue hacia la parte delantera de su casa y recogió el correo. Hojeando las facturas, hizo una pausa para examinar la noche moderadamente fría de octubre con su nariz. Sus senos nasales zumbaron. El otoño había barrido con todos los desechos del verano hacía un mes, el cambio de estaciones había conducido una ráfaga de aire frío del Canadá.
Ella amaba el otoño. Y el norte del estado de New York lo hacía memorable, en su opinión.
Caldwell, Nueva York, la ciudad donde ella había nacido y probablemente moriría, estaba a más de una hora al norte de Manhattan, de manera que estaba en lo que técnicamente se consideraba el "upstate"(norte del estado). Partido por la mitad por el río Hudson, el Caldie, como era conocido por los nativos, era una ciudad mediana en América. Las zonas ricas, las zonas pobres, las zonas sucias, las zonas normales. Los Wai-Marts, Targets y McDonalds. Los museos y las bibliotecas. Las alamedas suburbanas sofocadas por un centro de la ciudad descolorido. Tres hospitales, dos universidades, y una estatua de bronce de George Washington en el parque.
Ella inclinó la cabeza hacia atrás y miró las estrellas, pensando que nunca se le ocurriría mudarse. Si era hablar de lealtad o falta de imaginación, ella no estaba segura.
Tal vez era su casa, pensó mientras se dirigía a la puerta principal. El convertido granero estaba situado en el borde de una vieja propiedad de la casa granja, y ella había hecho una oferta quince minutos después de haberla examinado con un agente inmobiliario. Dentro, los espacios eran acogedores y pequeños. Era… precioso.
La había comprado hacía cuatro años, inmediatamente después de la muerte de su madre. Necesitaba algo adorable, así como un cambio completo de paisaje. Su granero era todo lo que su casa durante su infancia no había sido. Aquí, las tablas de entarimado del pino eran del color de la miel, claro barnizado, no manchadas. Su mobiliario era de Crate y Barrel, todo fresco, nada usado o viejo. Las alfombras pequeñas eran de sisal, de piel corta y cuero con ante. Y cada una de las fundas de las cortinas para las paredes y los techos eran de un blanco cremoso.
Su aversión a la oscuridad había influido en la decoración interior. Y escucha, si todo es una variación del color beige, entonces las cosas combinan, ¿Verdad?
Ella puso las llaves y su bolso en la cocina y cogió el teléfono. Ella fue informada de que Tiene… dos mensajes… nuevos.
– Hey, Mary, soy Bill. Escucha, voy a hacerte una oferta. Si pudieses cubrirme en la línea directa esta noche durante una hora, más o menos sería genial. A menos que sepa de ti, asumiré que todavía estás libre. Gracias, otra vez.
Ella lo borró con un pip.
– Mary, ésta es la consulta de la Dr. Delia Croce. Nos gustaría que viniera para su reconocimiento médico trimestral. ¿Llamará usted por favor para programar una cita cuando oiga este mensaje? La ingresaremos. Gracias, Mary.
Mary bajó el teléfono.
La sacudida comenzó en sus rodillas y se abrió camino hacia los músculos de sus muslos. Cuando golpeó su estómago, pensó en correr en busca del cuarto de baño.
Reconocimiento. La ingresaremos.
Ha vuelto, ella pensaba que la leucemia había quedado atrás.