Mary clavó los ojos en la mano extendida de la Elegida y luego miró a Rhage. Su cara era severa, su cuerpo estaba tenso.
– ¿No va a ayudarlo?- Le preguntó Layla.
Tomando aliento, Mary fue hacia el lugar extendiendo su mano hacia ella.
Layla la tiró hacia abajo y sonrió un poco. -Se que está nerviosa, pero no se preocupe, esto terminará rápidamente. Entonces me iré y tan solo estarán usted y él. Pueden abrazarse el uno al otro y desterrarme de sus pensamientos.
– ¿Cómo puede soportar…ser usada de este modo? -Dijo Mary.
Layla frunció el ceño. -Proporciono lo que es necesario, no soy usada. ¿Y cómo no voy a dar a la Hermandad? Ellos nos protegen para que podamos vivir. Ellos nos dan nuestras hijas para que las tradiciones puedan continuar…o al menos, solían hacerlo. Últimamente nuestros números menguan, porque los hermanos no acuden a nosotras. Tenemos una necesidad desesperada de niños, pero por ley solo podemos reproducirnos con los miembros de la Hermandad. -Ella miró hacia Rhage. -Es por eso que fui seleccionada esta noche. Estoy cerca de mi necesidad y habíamos esperado que me tomara.
– No quería mentirte. -Dijo Rhage suavemente.
– Lo se. De todos modos le serviré.
Mary cerró los ojos, imaginándose la clase de niño le podría dar a Rhage a una mujer. Cuando su mano buscó su estómago plano, ella lo imaginó creciendo, aumentando y pesado. La alegría sería aplastante; estaba bastante segura. Como el dolor de saber que nunca pasaría era enorme.
– Entonces, guerrero ¿qué va a hacer? ¿Tomará lo que estoy contenta de dar? ¿O correrá el riesgo de dañar a su compañera?
Cuando Rhage vaciló, Mary comprendió que la única solución la tenían ante ellos. Tenía que hacerlo.
– Bebe. -Le ordenó ella.
Él buscó sus ojos -¿Mary?
– Quiero que te alimentes. Ahora.
– ¿Estas segura?
– Sí.
Durante un latido el silencio se congeló. Entonces volvió a arrodillarse ante Layla otra vez. Cuando se inclinó hacia adelante, la mujer se levantó la manga y posó su brazo sobre su muslo. Las venas en el interior de su muñeca eran azul claro debajo de la piel blanca.
Rhage buscó la mano de Mary mientras abría su boca. Sus colmillos se alargaron, creciendo tres veces más de lo habitual. Con un leve sonido de siseo, se inclinó y puso su boca sobre Layla. La mujer se tensó y luego se relajó.
El pulgar de Rhage acarició la muñeca de Mary, su mano caliente contra la suya. Ella no podía ver exactamente lo que hacía, pero el sutil movimiento de su cabeza indicaba que chupaba. Cuando apretó su palma, ella le devolvió el gesto débilmente. Toda la experiencia era demasiado extraña y tenía razón: había una espantosa intimidad en ello.
– Acarícielo. -Susurró Layla. -Está a punto de parar y demasiado pronto. No ha tomado suficiente.
Entumecidamente, Mary extendió la mano y la puso sobre su cabeza. -De acuerdo. Estoy bien.
Cuando Rhage hizo el movimiento de echarse hacia atrás, como si supiera que le estaba mintiendo, ella pensó en todo lo que él estaba dispuesto a hacer por ella, todo lo que él había sido capaz de hacer por ella.
Mary sostuvo su cabeza en el lugar, empujándolo hacia abajo. -Tómate tu tiempo. De verdad, todo esta bien.
Cuando ella apretó su mano, sus hombros se suavizaron y se acercó hacia ella, colocando su cuerpo a su alrededor. Ella separó sus piernas para que él pudiera colocarse entre ellas, su pecho descansando sobre su muslo, sobre su empequeñecida espalda. Ella le pasó la mano sobre su rubio pelo, sus gruesas ondas, lisas que se hundían entre sus dedos.
Y de repente, todo dejó de ser tan extraño.
Incluso aunque ella pudiera sentir los tirones de él mientras tomaba de la vena de Layla, el cuerpo de Rhage contra el suyo le era familiar y la caricia sobre su muñeca le decía que pensaba en ella mientras se alimentaba. Ella miró a Layla. La mujer lo miraba, pero la concentración sobre su cara era clínica.
Mary recordó lo que le había dicho sobre el beber: si la mordía, sentiría su placer. Claramente no había nada entre él y la Elegida. Sus cuerpos todavía separados, tranquilos. No con las convulsiones de cualquier clase de pasión.
Los ojos de Layla se elevaron y ella sonrió. -Lo está haciendo bien. Solo otro minuto más o menos.
Cuando acabó. Rhage levantó su cabeza ligeramente y dio vuelta al cuerpo de Mary, que aliviaba la sujeción de sus caderas, poniendo sus brazos alrededor de ella. Él descansó su cara sobre su muslo y aunque ella no podía verle la expresión, sus músculos estaban relajados, incluso respirando profundamente.
Ella echó una mirada a la muñeca de Layla. Había dos pequeños pinchazos y un leve rubor, sólo un pequeño corrito de sangre.
– Él necesitará algo de tiempo para recomponerse. -Dijo Layla cuando ella se lamió y luego se bajó la manga. Se puso de pie.
Mary acarició a Rhage la espalda mientras miraba a la mujer. -Gracias.
– Sea muy bien bienvenida.
– ¿Vendrá otra vez cuando él la necesite?
– ¿Ustedes dos me quieren? ¿Yo, específicamente?
Mary se fortaleció ante la emoción de la mujer. -Sí, yo, ah, pienso que sí.
Layla absolutamente brillaba, sus ojos llenos de felicidad.
– Querida, eso sería un honor. – Ella se inclinó. -Él sabe cómo convocarme. Llámeme en cualquier momento.
La mujer dejó la habitación con paso ligero.
Cuando la puerta se cerró, Mary se inclinó y besó el hombro de Rhage. Él se revolvió. Levantando la cabeza poco a poco. Entonces él se frotó la boca con su palma, como si no quisiera que ella viera ningún resto de sangre sobre él.
Cuando alzó la mirada hacia ella, sus párpados eran bajos, su fija mirada brillante un poco borrosa.
– Hola.- Dijo ella, acariciando su pelo hacia atrás.
Él sonrió con esa sonrisa especial suya, lo que hacía que pareciera un ángel. -Hola.
Ella tocó su labio inferior con su pulgar. -¿Sabía buena? Cuando él vaciló, dijo ella. -Se honesto conmigo.
– Si. Pero preferiría que hubieras sido tú y pensé en ti siempre. Me imaginaba que eras tú.
Mary se apoyó hacia abajo y lamió su boca. Cuando sus ojos llamearon con sorpresa, ella deslizó su lengua en su interior y cogió una muestra del persistente sabor, un vino tinto dulce.
– Bueno. -Ella murmuró contra sus labios. -Quiero que pienses en mi cuando lo hagas.
Él puso sus manos sobre los lados del cuello, sus pulgares directamente sobre sus venas. -Siempre.
Su boca encontró la suya y ella lo agarró por los hombros, acercándolo más. Cuando él tiro de su suéter, ella levantó los brazos para ayudarle a conseguirlo y luego dejó que la echara en la cama. Le quitó los pantalones y sus bragas y luego se quitó su propia ropa.
Él gravitó sobre ella, recogiéndola con un brazo y poniéndola antes sobre la cama. Su muslo entre sus piernas y luego presionó su cuerpo sobre el colchón, la pesada excitación llegándole hasta su propio centro. Ella ondulándose contra él, acariciándose, acariciándolo.
Su boca moviéndose urgentemente mientras se besaban, pero él entró en ella despacio, separándola con cuidado, estirándola, uniéndose. Él era grueso, duro, divino y se movía lánguidamente, profundamente. Aquel oscuro olor delicioso salió de su piel, saturándola.
– No tendré a ninguna otra.- Dijo él contra su garganta. – No tomaré a ninguna más que tú.
Mary colocó sus piernas alrededor de las caderas, intentando tenerlo en su interior para que se quedara con ella siempre.
John siguió a Tohrment por la casa. Había muchas habitaciones y todos los muebles y las decoraciones eran realmente agradables, realmente antiguos. Hizo una pausa ante una pintura con la escena de una montaña. Un pequeño letrero en cobre estaba sobre el marco dorado dónde se leía Frederic Church. Se preguntó quien y qué era y decidió que el tipo era terriblemente bueno en lo que hacía.
Abajo al final del vestíbulo, Tohrment abrió una puerta y encendió una luz. – Puse tu maleta aquí.
John entró dentro. Las paredes y el techo estaban pintadas en azules oscuros y había una gran cama con una cabecera lisa y muchas almohadas grandes. Había también un escritorio y un bureau. Y un juego de puertas de cristal que se deslizaban y daban a una terraza.
– El cuarto de baño está aquí. -Tohrment encendió otra luz.
John metió la cabeza y vio una parte de mármol azul oscuro. La ducha era de cristal y…wow, había cuatro cabezas para que saliera el agua.
– Si necesitas algo Wellsie estará aquí y regresaré alrededor de las cuatro de la mañana. Nosotros bajamos en ese momento cada noche. Si nos necesitas durante el día, solo coge cualquier teléfono y marca el número uno. Seremos muy felices de verte en cualquier momento. Ah y tenemos dos doggen, o personal, quien nos echan una mano por aquí, Sal y Regine. Ambos saben que están aquí con nosotros.
Ellos se levantan alrededor de las cinco. Si tienes que salir, solo diles que te lleven.
John se acercó a la cama y tocó la funda de la almohada. Era tan suave, que apenas podía sentirla.
– Estarás bien aquí, hijo. Podría costarte acostumbrarte, pero estarás bien.
John lo miró a través de la habitación. Robusteciendo su coraje, caminó hacia Tohrment y abrió su boca. Entonces señaló hacia el hombre.
– ¿Estás seguro de que quieres hacer esto ahora?- Murmuró Tohrment.
Cuando John asintió, Tohrment despacio separó sus labios. Y enseñó un par de colmillos.
Oh…hombre…Oh…
John tragó y puso sus dedos sobre su propia boca.
– Sí, tú también los tendrás. Algún día en los próximos dos años seguramente. -Tohrment cruzó la habitación y se sentó sobre la cama, colocando sus codos sobre sus rodillas. -Hacemos el cambio alrededor de los veinticinco años. Después de ello vas a tener que beber para sobrevivir. Y no hablo de leche, hijo.
John levantó las cejas, preguntándole quien.
– Te conseguiremos una mujer para el cambio, y te diré que esperar. Esto no es ninguna fiesta, pero una que vez lo hayas pasado, serás muy fuerte, pensarás que todo esto lo merecía.
Los ojos de John llamearon cuando se midió con Tohrment. Bruscamente extendió sus manos horizontal y longitudinalmente, luego puso su pulgar sobre su propio pecho.
– Sí, también serás de mi tamaño.
John articuló las palabras no te creo.
– De verdad. Es por lo que la transición es una perra. Tu cuerpo sentirá el cambio durante horas. Después tendrás que aprender nuevas cosas, como andar, como moverte. -Tohr se miró hacia sí mismo.-Nuestros cuerpos son difíciles de controlar al principio.