Capítulo 6

Rhage sólo podía ver sombras, mientras sus ojos eran incapaces de enfocar o filtrar demasiada luz. Odiaba la pérdida de facultades e intentó rastrear lo mejor que pudo las dos formas grandes que se movían a su alrededor. Cuando las manos lo agarraron por las axilas y lo golpearon por encima de sus tobillos, gimió.

– Tranquilo, Rhage, vamos a levantarte durante un segundo, ¿vale? Dijo V.

Una bola de fuego de dolor atravesó como un relámpago su cuerpo cuando lo movieron y lo colocaron en la parte de atrás del Escalade. Lo pusieron en el suelo. Las puertas se cerraron. El motor se encendió con un bajo ronroneo.

Tenía tanto frío que sus dientes castañeteaban, e intentó sortear todo lo que estaba cerca de sus hombros. No podía mover las manos, pero alguien le tiró encima lo que parecía una chaqueta.

– Solo mantente allí, chico grande.

Butch. Era Butch.

Rhage luchó por hablar, odiando el apestoso sabor de su boca.

– Nah, relájate, Hollywood. Estate tranquilo. V y yo te llevaremos a casa.


El coche comenzó a moverse, mientras golpeaba a lo largo y a lo ancho de su espalda sobre la carretera. Él gimió como un afeminado, pero no podía ayudar. Sentía su cuerpo como si lo hubieran golpeado en todas partes con un bate de baseball tipo A, con una alcayata al final.

Y los huesos y doloridos músculos eran su menor problema comparados con su estómago. Rezaba para llegar a casa antes de vomitar en el coche de V, pero no había ninguna garantía sobre que aguantara tanto. Sus glándulas salivales tenían trabajo extra, de manera que tuvo que tragar repetidamente. Lo cual hizo que se le dispara el reflejo de atragantarse. Que instó en la náusea a volver. Que le hizo querer…

Tratando de salirse de la espiral, él respiró lentamente a través de su nariz.

– ¿Cómo va por ahí, Hollywood?

– Prométeme. La ducha. Lo primero.

– Lo conseguiste colega.

Rhage creía haberse desmayado porque se despertó cuando estaba siendo transportado en el coche. Escuchó voces familiares. De V. De Butch. Un gruñido profundo que sólo podría ser Wrath.

Perdió la conciencia otra vez. Cuando volvió, algo frío estaba contra de su espalda.

– ¿Puedes pararte para mi? -Preguntó Butch.

Rhage lo intentó y agradeció cuando sus muslos aceptaron su peso. Y ahora que estaba fuera del coche, la náusea iba un poco mejor.

Sus oídos percibieron el dulce ruido de un campanilleo, y un momento más tarde una rápida calentura sobre su cuerpo.

– ¿Cómo está, Rhage? ¿Demasiado caliente? -La voz de Butch. Estaba encima.

El poli estaba en la ducha con él. Y olía a tabaco turco. V también debía estar en el cuarto de baño.

– ¿Hollywood? ¿Está demasiado caliente para ti?

– No.-Él cogió el jabón, andando a tientas. -No puede ver.

– Mejor. No hay ninguna razón para que sepas lo que parecemos juntos desnudos. Francamente, estoy lo suficientemente traumatizado por los dos.

Rhage sonrió un poco cuando una manopla pasó sobre su cara, cuello y pecho.

Dios, se sentía fantástico. Estiró el cuello hacia atrás, dejando al jabón y al agua que lavaran los restos de la obra de la bestia.

Demasiado pronto se acabó la ducha. Una toalla estaba envuelta alrededor de sus caderas mientras con otra lo secaban completamente.

– ¿Hay alguna otra cosa que podamos hacer por ti antes de echarte? – Preguntó Butch.

– Alka-Seltzer. En el armario.

– V, vamos a infundirle algo de ánimo a esta mierda, ¿verdad?-Butch colocó su brazo en la cintura de Rhage. -Apóyate en mí, colega. Bien, de acuerdo -! para! Maldición, tenemos que dejar de alimentarle.

Rhage dejó que lo dirigieran a través del suelo de mármol y sobre la alfombra del dormitorio.

– Bien, chico grande, baja.

Oh, sí. La cama. La cama era buena.

– Mira quien está aquí. Es la enfermera Vishous.

Rhage sintió como inclinaban su cabeza y luego le pusieron un vaso en los labios. Cuando tomó todo lo que pudo, sufrió un colapso sobre las almohadas. Él estaba a punto de desmayarse otra vez cuando escuchó la voz baja de Butch.

– Al menos la bala lo atravesó limpiamente. Pero, hombre, no tiene buen aspecto.

V contestó en voz baja. Él estará bien en un día poco más o menos. Se recobra rápidamente de cualquier cosa, pero todavía es difícil.

– Aquella criatura era algo más.

– Se preocupa mucho por lo que ha pasado. -Allí estaba el sonido de un encendedor y luego un suave viento fresco de ese maravilloso tabaco. -Intenta no mostrar el miedo que le produce esto. Tiene que mantener esa imagen brillante y demás. Pero le aterroriza hacerle daño a alguien.

– La primera pregunta que hizo fue si tú y yo estábamos bien.

Rhage trató de forzarse a dormir. La negra laguna mental era muchísimo mejor que escuchar la piedad que le tenían sus amistades.

Noventa y un años, ocho meses y cuatro días. Y luego sería libre.

Mary estaba desesperada por conciliar el sueño. Ella cerró sus ojos. Hizo una profunda respiración. Relajado los dedos del pie uno por uno. Repasó rápidamente todos los números de teléfono que ella supo. Nada le funcionó.

Se dio vuelta y clavó los ojos en el techo. Cuando su mente armó una imagen de John, se sintió agradecida. El niño era mejor que tantos otros temas en los que podía hacer hincapié.

No podía creer que tuviera veintitrés años de edad, aunque mientras más pensaba en él, si parecía posible. Apartando su fijación por Matrix, era increíblemente adulto. Viejo, realmente.

Cuando dijo que era tiempo de marcharse, ella había insistido en llevarlo de regreso a su apartamento. Bella había preguntado si podía ir también, entonces los tres fueron al centro con su bicicleta sobresaliendo detrás del Civic. Dejar al niño delante de ese miserable edificio de apartamentos había sido duro. Ella casi le había rogado que volviera a casa.

Pero al menos él había estado de acuerdo en estar en casa de Bella a la noche siguiente. Y tal vez la academia de artes marciales abriría algunas puertas para él. Tenía la impresión de que no tenía muchas amistades, y pensó que Bella era dulce al hacer el esfuerzo en su beneficio.

Con una pequeña sonrisa, Mary recordó la manera en que John había mirado a la otra mujer. Con tímida admiración. Y Bella manejó la atención graciosamente, sin embargo ella sin duda se dio cuenta de sus fijas miradas. Probablemente lo supo todo el tiempo.

Por un momento Mary se dio el gusto e imaginó mirar al mundo a través de los impecables ojos de Bella. Y caminando sobre las perfectas piernas de Bella. Y balanceando el perfecto cabello de Bella sobre un hombro.

Fantasear había sido una buena diversión. Decidió que iría a la ciudad de Nueva York y se pavonearía por la Quinta Avenida llevando puesto algo fabuloso. No, a la playa. Iría a la playa con un bikini negro. Caramba, puede ser un bikini negro con una tira de cuero.

De acuerdo, eso sería un poco de espeluznante.

De todos modos, habría sido genial, una sola vez, el tener la mirada fija de un hombre sobre ella con adoración total. Tenerle esto… cautivado. Sí, esa era la palabra. Habría amado a un hombre que estuviera cautivado por ella.

Excepto que no iba a ocurrir nunca. Aquel tiempo en su vida, de juventud, belleza y sexualidad cubierta de rocío, habían pasado. Nunca habían existido, realmente. Y ahora era una mujer nada especial de treinta y un años de edad que había tenido una vida muy ardua, gracias al cáncer.

Mary gimió. Oh, esto era estupendo. Ella no estaba aterrorizaba, pero estaba hasta las rodillas de sentir lástima de sí misma. Y la mierda parecía lodo, pegajoso y asqueroso.

Ella pulsó sobre la luz y cogió la Vanity Fair con determinación sombría. Dominick Dunne, llévame fuera, pensó.

Загрузка...