Capítulo 46

Bella suspiró y olió la suciedad. Dios, tenía una herida en la cabeza. Y las rodillas la estaban matando. Estaban atascadas con algo fuertemente. Y frío.

Sus ojos volaron abiertos. Oscuridad. Negrura. Ceguera.

Intentó levantar una mano, pero su codo recorrió una pared desigual. Había otra pared en su espalda, delante de ella y a los lados. Golpeó alrededor del pequeño espacio, con pánico. Abriendo la boca hasta boquear, se encontró con que no podía respirar. No había aire, solo el olor de la tierra húmeda, obstruyéndole… la nariz…ella…

Gritó.

Y algo encima de ella removió. La luz la cegó cuando alzó la vista.

– ¿Lista para salir? -Le dijo la voz de hombre suavemente.

Esto le hizo recordar: la carrera hasta su casa atravesando el prado, la lucha con el lesser, la pérdida del conocimiento.

Con un rápido tirón ella fue izada por los arneses del pecho de lo que era un tubo en la tierra. Cuando miró a su alrededor con terror, no tenía ni idea de dónde estaba. La habitación no era grande y las paredes no estaban acabadas. No había ninguna ventana, solo dos claraboyas en el techo bajo, que estaban ambas cubiertas por un paño negro. Tres fluorescentes colgados de cables. El lugar olía a caramelo, una combinación de pino fresco y el olor de polvos de talco del lesser.

Cuando vio una mesa de acero inoxidable y docenas de cuchillos y martillos, tembló tanto que comenzó a toser.

– No te preocupes por todo eso. -Dijo el lesser.

– Esto no será para ti si te comportas.

Sus manos peinaron su pelo y lo dejaron en forma de abanico sobre sus hombros. -Ahora vas a ducharte y te vas a lavar. Te vas a lavar para mí.

Él alcanzó y recogió un bulto con ropa. Cuando lo presionó sobre sus brazos, ella comprendió que eran suyas.

– Si eres buena, podrás ponértelas. Pero no antes de que estemos limpios. – Él la empujó hacia la puerta abierta, cuando un móvil comenzó a sonar. -Entra en la ducha. Ahora.

Tan desorientada y petrificada para discutir, tropezó en un cuarto de baño inacabado y que no tenía ningún retrete. Como en un zumbido, ella entró y abrió el agua con manos temblorosas. Cuando ella se giró, vio que el lesser había abierto la puerta y la miraba.

Él puso la mano sobre la parte inferior del móvil. -Quítate la ropa. Ahora.

Ella echó un vistazo a los cuchillos. La bilis se le subió a la garganta cuando se desnudó. Cuando hubo terminado, se cubrió con las manos y tembló.

El lesser colgó y dejó el teléfono. -No te ocultes de mí. Deja caer los brazos.

Ella los mantuvo, negando con la cabeza entumecidamente.

– Déjalos caer.

– Por favor, no…

Él dio dos pasos hacia delante y le pegó con la mano a travesándole la cara, enviándola contra la pared. Entonces la agarró.

– Mírame. Mírame. -Sus ojos brillaron con entusiasmo cuando lo miró fijamente. -Dios, es tan bueno que hayas regresado.

Puso sus brazos alrededor de ella, abrazándola finalmente. El dulce olor de él, la abrumó.


*****

Butch era un infierno como escolta, pensó Mary mientras salían de la habitación de oncología del San Francis. Llevaba un abrigo de lana negro, un sombrero estilo años 40 y un par de fabulosas gafas de sol de aviador, parecía un asesino a sueldo muy chic.

Que no engañaba. Ella sabía que iba armado hasta los dientes, por que Rhage había inspeccionado las armas del hombre antes de dejarlos salir de la casa.

– ¿Necesitas algo más antes de que volvamos a casa? – Preguntó Butch cuando estuvieron fuera.

– No, gracias. Dirijámonos a casa.

La tarde había sido extenuante e inconcluyente. La Dra. Celia Croce todavía consultaba con sus compañeros y había ordenado para Mary tener una MRI así como otro examen físico. Más sangre había sido extraída también por que el equipo quería comprobar otra vez como funcionaba su hígado.

Dios, ella odiaba tener que volver por la mañana y aún tendría otra noche sin saber que iba a pasar. Cuando ella y Butch se acercaron a la puerta abierta y entraron el Mercedes, sentía una horrible combinación de aceleración y cansancio. Lo que realmente quería era acostarse, pero estaba tan ansiosa que el sueño no se encontraba en su futuro.

– En realidad, Butch, ¿podrías pasar por mi casa de camino al hogar? Quiero recoger algunas medicaciones que dejé allí. – Aquellos somníferos de dosis bajas iban a ser muy prácticos.

– Me gustaría evitar dirigirme allí si pudiéramos. ¿Hay alguna posibilidad de que puedas recoger lo que quieres en una farmacia o algo así?

– Necesitan prescripción.

Él frunció el ceño. -Bien. Pero será rápido y entraré contigo.

Quince minutos más tarde estaban aparcados en el camino de entrada. Con el brillo de oro del sol poniente, su espacio se veía desierto. Había hojas volando contra la puerta de la calle, sus crisantemos estaban medio muertos y había la rama de un árbol caída en el patio.

Esperaba que quienquiera que lo comprara le gustaría tanto como a ella.

Cuando anduvo hacia la casa, una fría ráfaga de aire entró en la sala de estar y resultó que la ventana sobre el fregadero estaba abierta unas tres pulgadas. Cuando la cerró, pensó que V se la había dejado abierta cuando había ido a trabajar en el sistema de seguridad antes de que se mudara. Cerró la cosa y luego fue arriba para coger el Ambien.

Antes de irse, ella se paró ante la puerta corredera posterior y miró su patio trasero. La piscina estaba cubierta de una patina de hojas, la superficie deslustrada. El prado más allá era una ondulación de hierba pálida…

Algo brillaba en la casa de Bella.

Sus instintos se encendieron. -Butch, ¿te importa si comprobamos esto?

– No hay posibilidad. Tengo que llevarte a casa.

Ella deslizó la puerta trasera.

– Mary, esto no es seguro.

– Y qué en casa de Bella. No debería haber nada moviéndose en su casa a esta hora del día. Vamos.

– Puedes llamarla desde el coche.

– Lo haré desde aquí. – Poco después colgó y se dirigió a la puerta de atrás. -No hay ninguna respuesta. Voy a acercarme.

– ¡Eres un infierno Mary, detente! Cristo, no hagas que te ponga sobre mi espalda y te saque de aquí.

– Haz algo así y le diré a Rhage que me pusiste las manos por todo mi cuerpo.

Los ojos de Butch llamearon. -Jesús, eres una manipuladora tan dura como él.

– No exactamente, pero aprendo. Ahora, ¿vas a venir o me voy sola?

Él soltó una jugosa maldición y escondió un arma en la palma de su mano. -No me gusta esto.

– Debidamente anotado. Mira, solo nos aseguraremos de que está bien. No nos debería costar más de diez minutos.

Ellos anduvieron por el prado, Butch exploraba el campo con ojos penetrantes. Cuando estuvieron más cerca de la granja, ella pudo ver la puerta de la ventana trasera de Bella balanceándose por el viento y recogiendo los últimos rayos del sol.

– Permanece pegada a mí ¿vale? – Dijo Butch mientras caminaban por el césped.

La puerta rebotó abriéndose otra vez.

– Oh, mierda. -refunfuñó él.

La cerradura de cobre estaba astillada y varios cristales estaban rotos.

Ellos dieron paso cautelosamente hacia el interior.

– Oh, Dios mío. -respiró Mary.

Las sillas estaban esparcidas por la cocina junto con las tazas y platos rotos y una lámpara rota. Marcas de quemaduras rayaban el suelo así como una sustancia negra, parecida a la tinta.

Cuando ella se inclinó sobre las aceitosas manchas, Butch dijo. -No te acerques a ese material. Es la sangre de un lesser.

Ella cerró los ojos. Aquellas cosas del parque tenían a Bella.

– ¿Su habitación está en el sótano?- Preguntó él.

– Es lo que ella me dijo.

Bajaron corriendo al sótano y encontraron las puertas abiertas de para en par. Algunos de los cajones de su aparador habían sido esparcidos y se veía como si se hubieran llevado ropa. Lo que no tenía mucho sentido.

Butch abrió su teléfono móvil cuando volvieron a la cocina.

– ¿V? Hemos tenido un robo. Bella. -Miró las manchas negras sobre la silla rota. – Ella presentó una buena lucha. Creo que se la han llevado los lessers.

Mientras Rhage se ponía un par de cueros, él sostenía el teléfono entre su hombro y su oído. -¿Poli? Deja que hable con Mary.

Hubo el sonido de unos pies arrastrándose y luego le escuchó. -¿Hola? ¿Rhage?

– Hey, mi mujer, ¿estás bien?

– Estoy bien. – Su voz era infernalmente inestable, pero que alivio solo escucharla.

– Voy contigo. – Agarró su pistolera de pecho cuando empujó sus pies en sus botas. -El sol está bajando ahora, entonces estaré allí.

La quería a salvo y en casa. Mientras él y sus hermanos estaban tras esos gilipollas.

– Rhage…Oh, Dios, Rhage ¿qué van a hacerle ellos?

– No se. -Era una mentira. Él sabía exactamente lo que le harían a Bella. Dios la ayudara. – Escucha, comprendo que ahora estás preocupada por ella. Pero ahora mismo necesito que te concentres. Te quiero sobre Butch como una tuerca ¿entendido?

Porque materializarse ante ella era más rápido que el poli la condujera a casa. Pero él odiaba que ella estuviera tan expuesta.

Cuando insertó las dagas en la pistolera, comprendió que se había hecho el silencio en el teléfono. -¿Mary? ¿Has oído lo que te he dicho? Piensa en ti. Permanece al lado de Butch.

– Estoy a su lado.

– Bueno. Mantente así. Y no te preocupes, de una u otra manera recuperaremos a Bella. Te amo. -Él colgó y se puso la pesada trinchera.

Cuando salió disparado hacia el pasillo, entró en la habitación de Phury que estaba vestido de cuero y totalmente armado.

– ¿Qué joder está pasando?- Bajó Zsadist por el pasillo. – Recibí un mensaje caliente y molesto de V sobre una mujer…

– Bella ha sido secuestrada por los lesser. -Dijo Rhage comprobando su Glock.

Una fría corriente salió de Z como una ráfaga. -¿Qué has dicho?

Rhage lo miró con el ceño fruncido ante la intensidad del hermano. -Bella. La amiga de Mary.

– ¿Cuándo?

– No lo se. Butch y Mary están en su casa…

Justo cuando lo dijo, Zsadist había desaparecido.

Rhage y Phury fueron tras él, materializándose en la casa de Bella. Los tres corrieron juntos hacia la entrada de la granja.

Mary estaba en la cocina, al lado de Butch que verificaba el suelo. Rhage pasó como un trueno y la agarró, abrazándola contra él con tanta fuerza que casi le rompió los huesos.

– Voy a llevarte a casa. -Murmuró él contra su pelo.

– El Mercedes está en la parte de atrás. -Dijo Butch cuando se levantó de dónde se encontraban las negras manchas que había estado mirando. Le tiró a Rhage el juego de llaves.

Phury maldijo mientras enderezaba una silla. -¿Qué tenemos?

El poli negó con la cabeza. -Creo que se la llevaron viva, me baso en este modelo de huellas chamuscadas de la puerta. El rastro de sangre quemada cuando el sol lo toca…

Incluso antes de que Butch se parara en seco y echara un vistazo a Mary, Rhage comenzó a ir hacia la puerta con ella. La última cosa que ella necesitaba era oír los espantosos detalles.

– El poli continuó. -Además, ella les es inútil si está muerta… ¿Zsadist? ¿Estás bien, hombre?

Pasando, Rhage le echó un vistazo sobre el hombro a Z.

Z era una temblorosa furia, su cara tensa a lo largo de la cicatriz bajo su ojo izquierdo. Infiernos, se veía como su fuera a volar, pero era difícil de creer que la captura de una mujer le importara de una u otra manera.

Rhage se paró. -Z, ¿qué pasa?

El hermano se dio la vuelta distanciándose como si no quisiera que le vieran, luego se apoyó en la ventana que tenía más cerca. Con un gruñido bajo, se desmaterializó.

Rhage miró fuera. Todo lo que podía ver era la granja de Mary al otro lado del campo.

– Vamos.- Le dijo a ella. -Te quiero fuera de aquí.

Ella asintió y él la cogió del brazo, conduciéndola hacia la casa. No se dijeron nada mientras caminaron rápidamente sobre la hierba.

Justo cuando estaban a un paso del césped, un cristal se rompió por un choque.

Algo o alguien estaba siendo sacado de la casa de Mary. Directamente a través de la puerta corredera.

Mientras el cuerpo estaba echado sobre la terraza, Zsadist saltó por la apertura, enseñando los colmillos, su anatómica cara agresiva. Se lanzó sobre el lesser, cogiendo la cosa por el pelo y levantando su torso de la tierra.

– ¿Dónde está ella? -Gruñó el hermano. Cuando la cosa no contestó, Z cambió su control y le mordió el hombro, directamente sobre el abrigo de cuero. El asesino aulló de dolor.

Rhage no se quedó a mirar el espectáculo. Corrió con Mary alrededor de la casa, solo para encontrarse con dos lessers más. Obligándola a ponerse detrás, la protegió con su cuerpo mientras sacaba su arma. Justo cuando consiguió colocarse en posición de disparar, sonidos de disparos sonaron a su derecha. Las balas zumbaban por su oído y salían de la casa golpeándolo en el brazo y en el muslo y…

Él nunca había estado tan contento de tener a la bestia surgiendo. Se lanzó de lleno en el vértice con un rugido, abrazando el cambio y la explosión de sus muslos y huesos.

Mientras una ráfaga de energía salía de Rhage, Mary fue lanzada contra la casa, su cabeza se echó hacia atrás y tropezó con las tablillas. Se deslizó sobre el suelo, débilmente consciente de una enorme presencia que tomaba el lugar de Rhage.

Hubo más sonidos de disparos, gritos, rugidos ensordecedores. Arrastrándose por el suelo, se ocultó detrás de un arbusto de enebro justo cuando alguien encendió las luces las luces exteriores.

Santo…Cristo.

El tatuaje cobraba vida: una criatura parecida al dragón cubierto de iridiscentes escamas moradas y de escalas verde lima. La cosa tenía una cola acuchillada con lengüetas, garras amarillentas y una negra melena salvaje. No podía verle la cara, pero los sonidos que hacía eran horrorosos.

Y la bestia era mortal, haciendo un trabajo rápido con los lessers.

Se cubrió la cabeza con los brazos incapaz de mirar. Esperaba como el infierno que la bestia no la viera y que si lo hacía, se acordara de ella.

Más rugidos. Otro grito. El terrible crujido de una rejilla.

Desde la parte posterior de la casa, escuchó rápidos tiros salpicando.

Alguien gritó. -! Zsadist!!Para!!Los necesitamos vivos.

La lucha continuó y probablemente duró solo cinco o diez minutos. Y luego solo el sonido de la respiración. Dos alientos. Un suspiro lento.

Ella alzó la vista. La bestia surgía sobre el arbusto detrás del que se ocultaba, estabilizando la fija mirada blanca sobre ella. Su cara era enorme, su mandíbula llena de dientes como los de un tiburón, la melena cayéndole sobre la amplia frente. Negra sangre sobre su pecho.

– ¿Dónde está ella? ¿Dónde esta Mary? – La voz de V viajó alrededor de la esquina. -¿Mary? Oh…mierda.

La cabeza de la bestia giró entre Vishous y Zsadist rápidamente.

– Lo distraeré. -Dijo Zsadist. -Tú sácala del camino.

La bestia se volvió hacia los dos hermanos y se colocó en posición de ataque, enseñando las garras, la cabeza hacia delante, la cola agitándose regularmente. Los músculos de sus cuartos traseros temblaron.

Zsadist siguió acercándose mientras V comenzaba a acercarse hasta donde ella estaba.

La bestia gruñó y abrió las mandíbulas.

Z maldijo en su dirección. -Sí, ¿qué vas a hacerme que no estoy preparado para hacerte?

Mary se disparó sobre sus pies. -¡Zsadist! ¡No lo hagas!

Su voz congeló a todo el mundo como si fuera un cuadro viviente: Zsadist caminó hacia delante. Vishous acercándose furtivamente a ella. Los tres la miraron durante una fracción de segundo. Y luego se volvieron a concentrar los unos en los otros, yendo directamente al curso de la colisión para la que se habían preparado.

– ¡Vais a marcharos los dos de aquí! -Siseó ella. -Alguien puede salir lastimado. ¡Lo están cabreando!

– Mary, necesitamos apartarte de su camino. -El tono de V era un horrible Vamos se razonable que los hombres sacaban en un accidente de tráfico.

– Esto no me hará daño, pero está a punto de desgarraros a los dos. ¡Retiraros!

Nadie la escuchaba.

– Dios, prescinda de mí de los héroes. -Refunfuñó ella. -! Retroceded joder!

Esto consiguió su atención. Los dos hermanos dejaron de moverse. Y la bestia se volvió sobre su hombro.

– Hey. -Murmuró ella, saliendo de detrás del arbusto. -Soy yo, Mary.

La gran cabeza del dragón se sacudió de arriba abajo, moviendo su negra melena. El masivo cuerpo balanceándose un poco hacia ella.

La bestia era hermosa, pensó ella. Hermosa como lo era una cobra, su fealdad ensombrecida por la gracia, cambiando de movimientos y una inteligencia predadora que tenías que respetar.

– Eres realmente enorme ¿lo sabías? – Ella mantuvo la voz baja mientras se le acercaba despacio, recordando como a Rhage le gustaba que le hablara. -Has hecho un trabajo excelente al protegerme de esos lessers. Gracias.

Cuando estuvo al lado de la bestia, las mandíbulas abiertas y el cielo de sus ojos sobre ella. Bruscamente la cabeza se bajó, como si buscara que lo tocara. Ella extendió la mano, acariciando las lisas escamas, sintiendo el gran límite de resistencia a la tracción en el grosor de su cuello y de su hombro.

– Asustas como el infierno, realmente. Pero te sientes agradable. No pensé que tu piel sería tan suave o caliente.

Aquellos ojos blancos parpadearon hacia la izquierda y se estrecharon, sus labios enroscándose en un gruñido.

– Dime que no se acerca nadie más. -Dijo ella sin variar su tono o darse la vuelta. Mantuvo sus ojos fijos sobre aquella enorme cara.

– Butch, échate hacia atrás, hombre. -Refunfuñó V. -Ella lo calma.

La bestia produjo un gruñido bajo con sus garganta.

– Hey, ahora, no te molestes con ellos. -Dijo ella. – No nos van a hacer nada a ninguno de los dos. Además ¿no has tenido suficiente esta noche?

La criatura tomó una gran respiración.

– Sí, lo has hecho. -Murmuró ella, acariciándole la melena. Los pesados músculos eran como grandes sogas bajo la piel. No había nada de grasa, nada más que poder.

Esto miró a los vampiros otra vez.

– No, ellos no te harán nada y no tengo que preocuparme. Solo estás aquí de pie conmigo…

Sin advertencia, la bestia se giró y la golpeó al piso con la cola. Saltó por el aire hacia su casa, estrellando su tórax contra una ventana.

Un lesser fue sacado a la noche y el rugido de la bestia por el ultraje fue cortado mientras metía al asesino entre sus mandíbulas.

Mary se hizo una pelota, protegiéndose de las lengüetas de la cola. Ella se cubrió los oídos y cerró los ojos, cortando los jugosos sonidos y la visión de la horrible matanza.

Momentos más tarde ella sintió que le estaban dando un codazo. La bestia la empujaba con su nariz.

Ella se giró y alzó la vista hacia los blancos ojos. -Estoy bien. Pero vamos a tener que trabajar en tus modales de mesa.

La bestia ronroneó y se estiró sobre el suelo al lado de ella, descansando la cabeza sobre las patas delanteras. Hubo un brillante destello de luz y luego Rhage apareció en la misma posición. Cubierto de sangre negra, temblando de frío.

Ella se quitó el abrigo mientras los hermanos corrían hacia ellos. Cada uno de los hombres se quitó su chaqueta y también las pusieron sobre Rhage.

– ¿Mary? – Susurró él.

– Estoy aquí mismo. Todos estamos bien. Los dos me habéis salvado.

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