James se presentó en el sendero que conducía a la puerta principal a las cuatro y cuarto, sabiendo que llegaba ridículamente temprano, pero incapaz de detener a sus pies que lo llevaban al sitio de reunión acordado. Se había sentido agitado durante toda la tarde, tamborileando constantemente con sus dedos sobre las mesas y paseando marcando el paso a través de los cuartos. Había tratado de sentarse y escribir el plan de estudios del que se había jactado, pero las palabras no le venían.
No tenía ninguna experiencia sobre la educación de una señorita para su presentación en sociedad. La única señorita que realmente conocía era la esposa de su mejor amigo, Blake Ravenscroft. Y Caroline no había sido educada precisamente para ser presentada en sociedad ella misma. En cuanto a todos sus otros conocidos de sexo femenino – todas ellas eran justo de la clase de mujeres en que la señora Seeton trataba de moldear a Elizabeth. Justamente de la clase de hembras que lo habían hecho lanzar un aplastante suspiro de alivio al poder escapar de Londres.
¿Qué era lo que quería en una mujer? Su búsqueda para ayudar a Elizabeth pareció que comenzaba por aquí. ¿Qué era lo que quería en una esposa? Tenía que casarse; en este sentido no había discusión posible. Pero había sido condenadamente duro imaginar el pasar el resto de su vida con una tímida flor que tuviera miedo de expresar una sola opinión.
O peor, una tímida flor que no poseyera ni siquiera una opinión.
Y lo peor era que aquellas señoritas sin opinión invariablemente venían acompañadas de madres sumamente obstinadas.
No estaba siendo justo, se obligó a reconocer. Había conocido a algunas señoritas interesantes. No muchas, pero unas cuantas. Hasta podría haberse casado con una o dos de ellas sin temor a que le arruinaran la vida. Puede que no hubiera sido un matrimonio por amor, y no habría habido nada de magnífica pasión, pero él podría haber sido pasablemente feliz.
Así que, ¿ qué era lo que estas señoritas -las que habían atraído fugazmente su atención- poseían? Una cierta alegría de vivir, amor por la vida, una sonrisa que parecía sincera, una luz en los ojos. James estaba seguro de que él no era el único hombre que había notado estas cosas – todas las señoritas en cuestión habían sido rápidamente pedidas en matrimonio, por lo general por hombres que le gustaban y a los que respetaba.
Amor por vida. Tal vez eso era todo. Se había pasado toda la mañana leyendo Como casarse con un Marqués, y con cada edicto, había imaginado como se apagaba un poquito más cada vez aquella incomparable luz de zafiro en los ojos de Elizabeth.
No quería que la moldearan como algún predeterminado ideal de joven mujer inglesa. No quería que andara con ojos abatidos, tratando de ser misteriosa y recatada. Quería que fuera ella misma.
Elizabeth cerro la puerta de Danbury House tras ella y echó a correr camino abajo. Su corazón latía acelerado, tenía las manos húmedas, y aunque, exactamente, no se sentía avergonzada que James hubiera descubierto su desesperado secreto, estaba sumamente nerviosa.
Había pasado toda la tarde reprochandose el aceptar su oferta. ¿No se había pasado toda la noche anterior sollozando hasta dormirse, y todo porque pensaba que podría amarlo – ¿a un hombre con el que no podía casarse nunca? Y ahora, deliberadamente, se había colocado a si misma en su compañía, permitiéndole bromear con ella, y coquetear, y-
Dios santo, ¿y si quería besarla otra vez? Dijo que iba a entrenarla para atraer a otros hombres. ¿Implicaba eso besos? Y si era sí, ¿debería dejarle hacerlo?
Gimió. Como si fuera a ser capaz de pararlo. Siempre que estaban en el mismo cuarto juntos, sus ojos vagaban hasta su boca, y recordaba lo que experimentaba al sentir aquellos labios sobre lo suyos. Y Dios le ayudara, quería sentirlo de nuevo.
Un ultimo vislumbre de felicidad. Tal vez eso era lo que era todo esto. Iba a tener que casarse con alguien a quien no amaba, tal vez incluso alguien que no le gustara demasiado. ¿Era tan malo desear unos últimos días de risa, de miradas secretas, de este embriagador zumbido de deseo recién descubierto?
Mientras caminaba hacia la puerta principal sospechaba que estaba exponiéndose voluntariamente a que le rompieran el corazón al acceder a reunirse con James, pero su corazón no le permitía hacer otra cosa. Había leído lo bastante a Shakespeare para confiar en el Bardo, y si él decía que era mejor haber amado y haber perdido que no haber amado nunca -ella lo creía.
Él la esperaba, justo fuera de la vista de Danbury House, y sus ojos se iluminaron cuando la vio.
"Elizabeth," la llamó, caminando a zancadas hacia ella.
Ella hizo una pausa, deteniéndose para mirar cómo se acercaba, con la ligera brisa agitando su pelo oscuro. Nunca había conocido a nadie que pareciera más cómodo en su piel que James Siddons. Caminaba de forma relajada, con elásticas zancadas. Pensó en las innumerables veces en que ella se había caído sobre una alfombra o se había golpeado la mano contra una pared y suspiró de envidia.
Él llegó a su lado y simplemente dijo, "Está aquí. "
"¿Pensó que no estaría? "
"Pensé que quizás se lo había pensado dos veces. "
“Desde luego que lo he pensado varias veces. Esto es lo mas inusual que he hecho nunca. "
"Qué admirable," murmuró él.
"Pero no importa si lo he pensado dos, tres o incluso cuatro veces. " Sonrió infructuosamente. "Tengo que pasar directamente por aquí para llegar a casa, así que no hubiera podido evitar encontrarlo aunque lo intentara. "
"Una suerte para mí. "
"Tengo la sensación de que la suerte le sonríe a menudo. "
Él inclinó la cabeza. "Vaya, ¿por qué dice eso? "
Ella se encogió de hombros. "No lo sé. Solamente que parece la clase de personas que siempre aterrizan de pie. "
"Sospecho que usted también es una superviviente. "
"En cierto sentido, supongo. Podría haberme dado por vencida con mi familia hace años, ¿sabe?. Nuestros parientes se ofrecieron realmente a acoger a Lucas. "
"¿Pero no al resto de ustedes? "
Ella sonrió irónicamente. "El resto de nosotras no está en posesión de un título. "
"Ya veo. " Tomó su brazo y señalo hacia el sur. "¿Es en aquella dirección? "
Ella asintió. "Sí, aproximadamente una milla camino abajo, y después aproximadamente un cuarto de una milla por la vereda lateral. "
Anduvieron unos pasos, y entonces él se giró y dijo, "Ha dicho que era una superviviente en cierto sentido. ¿Qué ha querido decir con eso? "
"Es más fácil ser un superviviente para un hombre que para una mujer. "
"Eso no tiene sentido. "
Ella le dirigió una mirada compasiva. Posiblemente nunca entendería lo que quiso decir, pero supuso que le debía el tratar de explicarlo, sin embargo. "Cuando un hombre pasa por tiempos difíciles," dijo, "hay multitud de cosas que puede hacer, opciones que él puede elegir para invertir su situación. Puede unirse al ejército, o enrolarse en un barco pirata. Puede buscar trabajo, como ha hecho usted. Él puede usar su encanto y su seducción" – sacudió su cabeza y sonrió de mala gana – "como imagino que usted también ha hecho. "
"¿Y una mujer no puede hacer estas cosas? "
"Una mujer que busca trabajo no tiene muchas opciones si no desea abandonar su casa. Un puesto de institutriz podría estar ligeramente mejor pagado que el de acompañante de una señora, pero dudo que muchos patrones se sintieran amables con respecto a mi trayendo a Susan, Jane, y Lucas conmigo a vivir en el ala de los criados. "
"Touché," él dijo con una cabezada de entendimiento.
“Y en cuanto al encanto y la seducción, pues una mujer puede usar esto para tres cosas. Puede entrar en el teatro, puede convertirse en la amante de un hombre, o puede casarse. En cuanto a mí, no tengo ninguna inclinación o talento para la interpretación y ningún deseo de avergonzar a mi familia iniciando una relación ilícita. " Alzó la vista hacia él y se encogió de hombros. "Mi única opción es el matrimonio. Esto, supongo, es lo que significa para una mujer ser una superviviente. "
Hizo una pausa, y le temblaron las comisuras de la boca, como si no supiera si intentar una sonrisa o fruncir el ceño. "Bastante desagradable, ¿no cree? "
James no contestó inmediatamente. Le gustaba pensar en si mismo como en un individuo tolerante pero nunca se había parado a pensar cómo sería estar en la encorsetada y restringida piel de una mujer. Él había dado su vida, con sus innumerables opciones, por sentada.
Ella inclinó la cabeza. "¿Por qué me esta mirando tan atentamente? "
"Por respeto. "
Ella respingó sorprendida. "¿Perdón? "
"La admiraba antes. Me pareció una mujer extraordinariamente inteligente y una joven muy divertida. Pero ahora me doy cuenta de que merece mi respeto tanto como mi admiración. "
"Oh. Yo… yo…" " Ella se sonrojó, obviamente sin palabras.
Él hizo un gesto con la cabeza. "No quise hacerla sentir incómoda. "
"No lo hizo," contestó ella, el tono chillón de su voz delataba la mentira.
"Sí, lo hice, y ciertamente no quise que esta fuera una tarde tan seria. Tenemos trabajo que hacer, así que no hay ninguna razón para que esto nos entretenga. "
Ella se aclaró la garganta. “¿Qué tiene en mente? "
"No tenemos mucho tiempo, así que nos veremos obligados a priorizar," dijo él. "Debemos concentrarnos sólo en las habilidades más importantes. "
"¿Cuáles son? "
"Besos y boxeo. "
Elizabeth dejó caer su cartera.
"Parece sorprendida. "
"No puedo decidir cual de estas dos me sorprende más. "
Él se agachó abruptamente y recogió su bolso para ella. "Es perfectamente sensato si medita sobre ello. Un caballero va a querer besar a una dama antes de ofrecerle una petición de mano. "
"No si la respeta," indicó ella. "Sé por las mas altas autoridades en la materia que los hombres no besan a las mujeres solteras que respetan. "
"Yo la besé. "
"Bien… eso fue… diferente. "
"Y creo que hemos aclarado que la respeto. Suficiente de esto. " Él descartó sus protestas. "Debe confiar en mí cuando le digo que ningún caballero con un mínimo de sentido común en la cabeza va a casarse con una mujer sin probar primero el agua. "
"Dicho así," refunfuñó ella, "es muy poético. "
"Sin embargo, esto puede ponerle en una situación violenta. "
"Ah, ¿se ha dado cuenta de eso? " preguntó ella sarcásticamente.
Él le lanzó una mirada claramente irritada, por sus constantes interrupciones. "Algunos señores carecen de juicio y un básico sentido común, y podrían no detener el beso en el momento apropiado. Por eso debemos enseñarle a boxear. "
"¿Y va a hacer todo esto en una tarde? "
James sacó su reloj de bolsillo y lo abrió, su rostro una perfecta máscara de despreocupación. "No, había pensado empezar por los besos esta tarde. Podemos ver lo del boxeo mañana. "
"¿Y usted esta entrenado en el deporte del pugilismo? "
"Por supuesto. "
Ella lo miró con recelo. "¿No son las lecciones terriblemente caras? He oído que sólo hay un puñado de instructores en Londres que son considerados de calidad superior. "
"Siempre hay modos de obtener lo que uno necesita," dijo él. La contempló con una ceja enarcada. “Creo que dijo que soy de la clase de hombres que siempre aterriza de pie. "
"¿Supongo que ahora va a decirme que ademas es de la clase que aterriza de pie con los brazos extendidos y listo para boxear? "
Él se rió y lanzó unos cuantos puñetazos al aire. "No hay nada como el boxeo para mantener la circulación activa. "
Ella frunció el ceño de forma sospechosa. "Esto no parece una habilidad muy femenina. "
"Creí que habíamos decidido que no íbamos a circunscribirnos a la noción de feminidad de la señora Seeton. "
"No," replicó ella, "pero intentamos encontrarme un marido. "
"Ah, sí, su marido," dijo él enigmáticamente.
"No puedo creer que haya un hombre en Inglaterra que quiera casarse con una dama boxeadora. "
“No tiene que convertirse en una pugilista. Solamente tiene que ser capaz de golpear lo bastante bien como para demostrar que no se pueden aprovechar de usted. "
Ella encogió de hombros e hizo un intento. “¿Así? "
"Dios, no. No meta dentro el pulgar. Así se lo rompería seguro. "
Elizabeth sacó el pulgar fuera de su puño. "¿Así? "
Él asintió con aprobación. "Exactamente. Pero hoy íbamos a estudiar los besos. "
"No, vamos a seguir con esto. " Ella extendió el brazo golpeando el aire varias veces. "Me estoy divirtiendo. "
James gimió, sin estar exactamente seguro de lo que más lo molestaba-el tener que aplazar el besarla a otro día o que ella tuviera el gancho más flojo que hubiera visto en su vida. "No, no, así no," dijo, colocándose detrás de ella. Dejó que su bolso cayese al suelo mientras ponía su mano sobre su codo y reajustaba el ángulo de su hombro. "Golpea como una muchacha. "
"Soy una muchacha. "
"Bien, eso siempre ha sido obvio, pero no tiene porque golpear como una. "
"¿Y cómo," preguntó ella, imitando una voz profunda y masculina para burlarse, "golpea un hombre? "
"Las chicas, me he fijado, golpean así. " Él cerro la mano en un puño y movió el brazo atrás y adelante, sin despegar nunca el codo lejos de su costado. “Los hombres, por otro lado, dan un poco de oscilación a ello. "
"Hágame una demostración, por favor. "
"Muy bien. Retroceda, entonces. No me gustaría herirla. "
Elizabeth le ofreció una seca sonrisa y retrocedió unos cuantos pasos. "¿Es esto espacio suficiente para un hombre? "
"No se burle. Sólo mire. " Él retiró el brazo. "Tendré que mostrárselo a la mitad de la velocidad habitual ya que no voy a golpear nada realmente aparte del aire. El ímpetu probablemente me tiraría con el golpe. "
"Por supuesto, entonces," dijo ella con un magnánimo gesto de su mano. "A la mitad de velocidad. "
"Preste la atención. Está viendo a un maestro. "
"De eso," dijo ella secamente, "no tengo duda. "
Él echo todo su brazo hacia atrás, un movimiento que comenzaba en el centro de su espalda y levantaba su puño por encima de su hombro. Si él hubiera estado moviéndose a velocidad normal, y hubiera habido alguien de pie delante de él, James pensó que podría haberlo dejado pasmado. "¿Qué le parece? " preguntó, profundamente satisfecho consigo mismo.
"Hágalo otra vez. "
Él alzó las cejas, pero obedeció, poniendo incluso más balanceo en ello esta vez. Estudió su cara; ella había entrecerrado los ojos y lo estudiaba como si fuera una valiosa cabeza de ganado.
Alzando la vista brevemente, ella le pidió, "¿Una vez más? "
“¿Está prestando atención o solamente trata de hacerme parecer un idiota? "
"Oh, definitivamente presto atención. Si parece un idiota eso no tiene nada que ver conmigo."
James lanzó su brazo hacia atrás una última vez. "En resumen," dijo él, "una mujer que da un puñetazo lo lanza desde el hombro, sin usar los músculos de su espalda. "
Elizabeth imitó su golpe femenino. "Así. "
"Exactamente. Un hombre, por otro lado, utiliza tanto la fuerza de su espalda como la de su brazo. "
"¿Estos músculos de aquí? " Ella levantó el brazo derecho y usó la mano izquierda para hacer señas a los músculos que rodeaban la parte derecha de su tórax.
A James se le secó la boca. El vestido se tensaba sobre ella en la mayor parte de sitios estratégicos.
"¿Los de aquí, James? " exigió ella, rozándose la espalda. "¿O los de aquí? " Esta vez ella toco la espalda de él, excepto que falló, y lo rozo más bien en el costado, cerca de la cintura.
"Correcto la primera vez," dijo él, alejándose de su dedo. Si ella fallaba en tocar su espalda por otro centímetro o dos en dirección sur, no se hacia responsable de sus acciones.
"Entonces se parece un poco a esto. " Ella lanzó un puñetazo a media velocidad, moviéndose sólo ligeramente más rápido de lo que él lo había estado haciendo.
“Sí. Pero necesita un poquito más de movimiento lateral. Míreme una vez más. " Él lanzó otro golpe. "¿Ve? "
“Creo que sí. ¿Quiere que lo intente? "
"Sí. " Él cruzó los brazos. "Golpéeme. "
"Oh, no, no podría. "
"Sí, quiero que lo haga. "
"No podría. Nunca he hecho daño intencionadamente a otra persona antes. "
" Elizabeth, el único objetivo de esta lección es ver si puede golpear a otra persona si se ve en esa necesidad. Si usted no puede obligarse a golpear a un ser humano, esto ha sido una perdida total de tiempo. "
Ella pareció dudosa. "Si insiste. "
"Insisto. "
"Muy bien. " Sin apenas un segundo para que cualquiera de ambos se preparara, ella retrocedió y lanzó su brazo. Antes de que James tuviera idea alguna de lo que pasaba, estaba tumbado sobre el suelo, y su ojo derecho palpitaba.
Elizabeth, más que mostrar cualquier tipo de lastima o preocupación por su salud, daba brincos, chillando de regocijo. "¡Lo hice! ¡Realmente lo hice! ¿Lo vio usted? ¿Lo vio usted? "
"No," refunfuñó él, "pero lo sentí. "
Ella plantó sus manos sobre las caderas y resplandeció, mirándolo como si acabara de ser coronada reina del mundo. “¡Oh, ha sido estupendo! Hagámoslo otra vez. "
"Mejor no," se quejó él.
Ella dejó de sonreír y se agacho. "No le hice daño, ¿verdad? "
"En absoluto," mintió él.
"¿Ninguno? " sonó decepcionada.
"Bueno, tal vez sólo un poquito. "
“Oh, Dios, yo…" " Contuvo lo que fuera que pensaba decir. "No quería decir como ha sonado. Lo juro. No quería lastimarlo, pero realmente utilice toda mi fuerza en ese golpe, y – "
"Se me notaran los efectos mañana, no tema. "
Ella jadeó, alegremente horrorizada. "¿Le he puesto un ojo morado? "
"Creí que no quería lastimarme. "
"Y no quiero," dijo ella rápidamente, "pero debo admitir que no he hecho nunca nada remotamente parecido a esto antes, y más bien me satisface haberlo hecho bien. "
James no creía que su ojo, en un deporte como este, fuera a resultar una contusión tan espléndida como ella obviamente esperaba, pero, sin embargo, se sentía irritado consigo mismo por haberla subestimado tanto. Ella era una cosa tan diminuta; ni soñando creyó que le acertara con el primer golpe. Y hasta entonces, había calculado que posiblemente apenas poseía fuerza suficiente para hacer algo más que atontar a su oponente. Lo único que realmente esperaba era enseñarle lo bastante como para desarmar temporalmente a un hombre mientras ella se daba a la fuga.
Pero, pensó tristemente, rozándose cautelosamente el ojo, parecía que sus puñetazos eran algo mas que temporales. Alzo la vista hacia ella; parecía tan condenada orgullosa de si misma que no le quedo más remedio que sonreír y decir, “He creado un monstruo. "
"¿De verdad? " Su cara se iluminó hasta un punto que James no había creído posible. Era como si el mismo sol fluyera de sus ojos.
Elizabeth comenzó a lanzar sus puños al aire. "¿Quizás podría enseñarme algunas técnicas avanzadas. "
"Ya ha avanzado bastante, gracias. "
Ella dejó de brincar y su cara se puso seria. "¿No deberíamos poner algo sobre ese ojo? A lo mejor no se hincha y se amorata si ponemos algo frío sobre él. "
James casi se negó. Su ojo realmente no estaba tan mal-había sido la sorpresa más que cualquier otra cosa lo que lo había derribado a tierra. Pero Elizabeth acababa de invitarlo en su casa, y esta era una oportunidad que debía aprovechar. "Algo frío sería lo mejor," murmuró él.
"Sígame, entonces. ¿Necesita ayuda? "
James miró su mano extendida con disgusto. ¿Cuán flojucho pensaba que era? "Me golpeó en el ojo," dijo con voz seca. "El resto de mí funciona perfectamente, gracias. "
Ella retiró la mano. "Simplemente pensaba… Realmente golpeó la tierra con bastante fuerza, después de todo. "
Maldición. Otra oportunidad perdida. Su orgullo se estaba convirtiendo en algo condenadamente molesto. Podría haberse apoyado en ella durante todo el camino a casa. "¿Por qué no lo intento yo solo y vemos cómo va? " sugirió. Tal vez él podría fingir que se había torcido un tobillo. Podía cojear veinte yardas mas o menos.
“Parece una buena idea. Pero procure no excederse. "
James puso extremo cuidado, tratando de recordar de que lado había golpeado la tierra. No quería cojear del lado incorrecto.
“¿Está seguro de que no está herido?
Había que ser un completo canalla para aprovecharse de la preocupación de sus ojos, pero evidentemente su conciencia se hallaba en paradero desconocido, porque James suspiró y dijo, "Creo que es la cadera. "
Ella echó un vistazo hacia su cadera, lo que le ocasionó una punzada de dolor en otras regiones cercanas. “¿Está magullado? "
"Puede ser," contestó él. "Estoy seguro de que no es nada, pero – "
"Pero le duele al andar," dijo ella con una maternal inclinación de cabeza. "Probablemente se sentirá mejor antes de mañana, pero parece tonto que haga un esfuerzo excesivo. " Ella frunció las ceja pensativa. "Quizás sería mejor si simplemente regresara a Danbury House. Si camina hasta mi casita, tendría luego que regresar, y – "
"Oh, estoy seguro de que no esta tan mal como eso," dijo él rápidamente. "Y le dije que la acompañaría a casa. "
"James, vuelvo sola a casa cada día. "
"Aún así, debo mantener mis promesas. "
“Estaré encantada de liberarle de ésta. Después de todo, no esperaba ser derribado a tierra. "
"En realidad no es que sea doloroso. Simplemente no puedo andar a mi velocidad habitual. "
Ella pareció dubitativa.
"Además," añadió él, pensando que debía reforzar su posición, "aún tenemos mucho de lo que hablar acerca de la recepción al aire libre de Lady Danbury el sábado. "
"Muy bien," ella dijo de mala gana. "Pero debe prometer que me lo dirá si el dolor se hace insoportable. "
Una promesa fácil de mantener, ya que no estaba dolorido en absoluto. Bueno, no de la forma a la que ella se refería.
Habían dado sólo unos pocos pasos cuando Elizabeth se giró hacia a él y le preguntó, "¿Está bien? "
"Perfectamente," le aseguró él. "Pero ahora que ha dominado el arte de la defensa personal, creo que deberíamos dedicarnos a otros aspectos de su educación. "
Ella se sonrojó. "Quiere decir… "
"Precisamente. "
"¿No cree que sería mejor comenzar por el flirteo? "
"Elizabeth, no creo que tenga nada de que preocuparse en ese aspecto. "
"¡Pero no tengo la más leve idea de cómo se hace! "
"Tan sólo puedo decir que en usted es un don natural. "
"¡No! " ella dijo enérgicamente. "No lo es. No tengo ni la más mínima idea de que decir a un hombre. "
"Pues si pareció saber qué decirme. Es decir" se enmendó él, "cuando no trataba seguir los edictos de la señora Seeton. "
"Usted no cuenta. "
Él tosió. "¿Y por qué no? "
"No lo sé," dijo ella con una pequeña sacudida de cabeza, " simplemente no lo hace. Usted es diferente. "
Él tosió otra vez. "No tan diferente de los demás miembros de mi género. "
"Si insiste en saberlo, es mucho más fácil hablar con usted. "
James meditó sobre esto. Antes de conocer a Elizabeth, se sentía orgulloso de ser capaz de dejar a las lloriqueantes debutantes y a sus avaras madres completamente mudas con una simple mirada fija. Este siempre era el instrumento más eficaz – una de las pocas cosas realmente útiles que había aprendido de su padre.
Por curiosidad, clavó su mirada más arrogante, la de Yo-soy-el Marqués-de-Riverdale fijamente sobre ella -la que rutinariamente conseguía que hombres hechos y derechos se apresuraran a buscas una lejana esquina – y dijo, "Y si la mirara de este modo? "
Ella se echó a reír. "¡Oh, basta! ¡Basta! Parece ridículo. "
"¿Disculpe? "
"Basta, James. Oh, déjelo ya. Parece un chiquillo pretendiendo ser un duque. Lo sé, porque mi hermano pequeño intenta conmigo el mismo truco todo el tiempo. "
Picado en su orgullo, él dijo, “¿Y qué edad tiene su hermano? "
"Ocho años, pero – " Lo que tuviera pensado decir se perdió en un nuevo ataque de risa.
James no podía recordar la última vez que alguien se había reído de él, y no se sintió particularmente complacido al ser comparado a un chiquillo de ocho años. "Puedo asegurarle," dijo él, en un tono que era puro hielo, "que- "
"No diga nada más," dijo ella, riéndose. "Realmente, James, uno no debería comportarse como un aristócrata si uno no puede llevarlo hasta el final. "
Nunca, en toda su carrera como agente para el Ministerio de defensa, se había sentido más tentado de revelar su identidad. Le picaban las palmas de las manos del deseo de agarrarla, sacudirla y gritarle, "¡Soy un maldito marqués, pequeña tonta! Puedo ser un perfecto esnob cuando me pongo a ello. "
Pero por otra parte, había algo encantador en su ingenua risa. Y cuando ella se giró y dijo, "Oh, por favor no se sienta insultado, James. Era un elogio, en realidad. Es una persona demasiado agradable para ser un aristócrata," él decidió que este podía ser, de hecho, el más encantador momento de su vida.
Su mirada se clavó sobre una minúscula partícula de suciedad, así que ella se vio obligada a inclinarse para ponerse en su línea de visión. "¿Me perdona? " bromeó ella.
"Es posible que encuentre en mi corazón… "
"Si no me perdona, entonces yo puede que tenga que poner en practica mis conocimientos de pugilismo de nuevo. "
Él se estremeció. "En este caso, definitivamente la perdono. "
"Pensé que lo haría. Vamos a casa. "
Y él se preguntó por qué, cuando ella dijo "a casa", de hecho, pensó que eso podría aplicarse a él también.