Capitulo 4

“¿No hace un día precioso? "

Elizabeth miró a través de la mesa de desayuno el alegre rostro de su hermana. La sonrisa de Susan tan sólo era eclipsada por el sol, que prometió otro día de extraordinario buen tiempo.

"¿No lo es? " insistió Susan.

Elizabeth simplemente la ignoró y siguió apuñalando su panecillo con un cuchillo.

"¿Si no te lo vas a comer, puedo hacerlo yo? " preguntó Lucas.

Elizabeth comenzó a empujar su plato a través de la mesa.

"¡Espera! Yo quiero un poco, también," pidió Jane.

Elizabeth retiró el plato, partió por la mitad los restos del brutalmente tratado panecillo, y empujándolo de nuevo se recostó.

"Estás bastante gruñona esta mañana," dijo Jane mientras agarraba su parte.

"Sí. Sí lo estoy. "

Como si de una coreografía se tratara, los tres Hotchkiss más jovenes retrocedieron e intercambiaron miradas. Era raro que Elizabeth sacara el mal carácter, pero cuando ella estaba así…

"Creo que saldré fuera a jugar," dijo Lucas, levantándose tan rápidamente que volcó su silla.

"Y yo creo que voy contigo," dijo Jane, empujando el resto del panecillo en su boca.

Los dos niños salieron disparados por la puerta de la cocina. Elizabeth clavó una mirada bastante insolente en dirección a Susan.

"Yo no voy a ninguna parte," dijo Susan. "Tenemos demasiado de lo que hablar. "

“¿Quizás no has notado que no estoy de humor para conversar? " Elizabeth tomó su taza de té y le dio un sorbo. Estaba tibio. Dejó la taza en la mesa y puso más agua a calentar sobre la estufa.

Ayer había sido un fiasco total. Un completo desastre. ¿En qué había estado pensando? Se suponía que debería haber estado practicando sus habilidades sociales y en cambio ella se había dedicado a charlar sobre nabos.

¡Nabos!

Ella odiaba los nabos.

Había tratado de decirse que no había tenido otra opción. Había más en el señor Siddons de lo que se veía a primera vista, y él, claramente, había estado practicando su propio juego con ella. ¿Pero nabos? ¿Por qué tuvo que ella que escoger los nabos? ¿Y por qué había dicho que tenían algo que ver con la diligencia? ¡Dios mío!, ¿Cómo podría explicar eso?

Él, probablemente, ya habría hablado a todo Danbury House sobre su extraña fascinación con el cultivo de raíces comestibles. Cuando ella llegara al trabajo esa mañana, la historia, seguramente habría circulado desde los establos a la cocina y más. Todos se estarían riendo de ella. Y aunque le importaba un comino la pérdida del señor Siddons como "un fingido marqués," iba a tener que trabajar con el hombre durante meses -años tal vez! Y él probablemente pensaba que ella estaba loca.

Elizabeth dio un paso en dirección a la escalera. "Voy a ponerme enferma. "

"¡Oh, no, no lo harás! " exclamó Susan, deslizándose alrededor de la mesa y agarrando el brazo de Elizabeth. "Vas a ir a Danbury House esta mañana aunque acabe contigo. "

"Acabará conmigo. Créeme. "

Susan plantó su mano libre en su cadera. "Nunca pensé que fueras una cobarde, Elizabeth Hotchkiss. "

Elizabeth liberó su brazo y fulminó con la mirada a su hermana. "No soy una cobarde. Sólo que sé cuando una batalla esta perdida. Y creéme, ésta tiene Waterloo escrito por todas partes. "

"Ganamos en Waterloo," indicó Susan con una sonrisa satisfecha.

"Esta vez somos los franceses," exclamó Elizabeth. "Te digo que el señor Siddons no es una buena opción. "

"¿Qué hay de malo en él? "

"¿Qué hay de malo en él? ¿Qué hay de malo en él? " La voz de Elizabeth se elevó por la frustración. "No hay nada malo en él. Todo está mal con él. "

Susan se rascó la cabeza. "Quizás es mi tierna edad, o quizás que mi cerebro no está tan desarrollado como el tuyo – "

"Oh, por favor, Susan. "

" – pero no tengo ni maldita idea de lo qué estás hablando. Si no hay nada malo en ese hombre – "

"Ese hombre es peligroso. Jugaba conmigo. "

"¿ Estás segura? "

" Ha seducido a cientos de mujeres. Estoy segura de ello. "

"¿Un administrador de fincas? " preguntó Susan sospechosamente. "¿No son por lo general bajos y gordos? "

"Éste es tan guapo como el pecado. Él – "

"¿Tan guapo como el pecado? ¿De verdad? " Los ojos de Susan se abrieron como platos. "¿Qué aspecto tiene? "

Elizabeth hizo una pausa, tratando de no sonrojarse cuando la cara del señor Siddons flotó en su mente. ¿Qué tenía aquel hombre que era tan irresistible? Algo sobre su boca, quizás.

Sus labios sutilmente moldeados tenían tendencia a torcerse ligeramente, como si tuvieran la clave de una broma secreta. O quizás, tal vez eran sus ojos. En realidad eran un color castaño bastante normal, del mismo color que su pelo, y deberían haber parecido ordinarios, pero eran tan profundos, y cuando la miraban, se sentía…

"¿Elizabeth? "

Caliente. Ella se sentía caliente.

"¿Elizabeth? "

"¿Qué? " ella preguntó distraídamente.

"¿Qué aspecto tiene? "

"Oh. Él…oh, Dios, ¿ cómo puedo describirlo? Él tiene aspecto de hombre. "

"Muy descriptivo," dijo Susan en tono de broma. "Recuérdame aconsejarte que nunca busques trabajo como escritora. "

“No podría inventar, posiblemente, una historia más ridícula que la que estoy viviendo ahora mismo. "

Susan se puso seria. “¿De verdad que estamos tan mal? "

"Sí," dijo Elizabeth con un suspiro que constaba de dos partes de frustración y una de irritación, "lo estamos. Estamos casi a punto de agotar el dinero que nos dejo Papa, y mi salario de Lady Danbury no es suficiente para mantenernos – sobre todo una vez que el arriendo de la casita finalice. Tengo que casarme, pero el único hombre disponible en el distrito además del Hacendado Nevins es el nuevo administrador de Lady D, y él, además de ser demasiado guapo y peligroso y pensar que estoy completamente loca, posiblemente no gana lo bastante para ser considerado como un candidato conveniente. Así que te pregunto," añadió, subiendo la voz de tono y volumen, "ya que has indicado que no voy a hacer una fortuna como escritora, ¿qué propones que haga? "

Cruzó los brazos, bastante contenta con su discurso.

Susan se limitó a parpadear y preguntó, "¿Por qué piensa él que estas loca? "

"Eso no importa," gruñó Elizabeth. "Lo que importa es que estoy metida en un completo lío."

"Ante esta pregunta," dijo Susan con una lenta y profunda sonrisa, "tengo la respuesta. "

Elizabeth vio que su hermana buscaba algo tras su espalda y sintió que la cólera explotaba en su interior. "Ah, no, no te atrevas a sacar ese maldito libro otra vez. "

Pero Susan ya tenía abierto el pequeño libro rojo. "Escucha esto," dijo con excitación. " Edicto Número Diecisiete – "

"¿Ya vamos por el diecisiete? "

"Tranquila. Edicto Número Diecisiete : La Vida es sólo un ensayo hasta que usted encuentre al hombre con el que se casará.' " Susan asintió de manera entusiasta con la cabeza."¿Ves? "

Silencio.

"¿Elizabeth? "

"Bromeas, ¿verdad? "

Susan miró al libro, y después volvió a mirar a su hermana. "Noooo", dijo despacio, "yo- "

"¡Dame eso! " Elizabeth agarró rápidamente el libro y leyó:


La vida es un mero ensayo hasta que encuentre al hombre con el que casarse. Así que debe practicar todo el tiempo, con cualquier hombre con que se tropiece. No importa si no tiene intención de casarse con él; deber ser tratado por usted como si fuera un Marqués, porque si abandona el habito de seguir mis Edictos, olvidará su contenido cuando finalmente encuentre una verdadera perspectiva matrimonial. Afine sus habilidades. Esté preparada. Su Marqués puede estar a la vuelta de la esquina.


"¿Se ha vuelto completamente loca? " exigió Elizabeth. “Esto no es un cuento de hadas. No hay ningún marqués a la vuelta de la esquina. Y francamente, encuentro todo esto bastante insultante. "

"¿Qué parte? "

"Todo. Escucha lo que dice esta mujer, no tengo valor hasta que encuentre un marido. Es absurdo. ¿Si tan poca importancia tengo, entonces qué he estado haciendo estos cinco años pasados? ¿Cómo he logrado mantener a esta familia junta? ¡Desde luego no haciendo girar mis pulgares y esperando que algún amable señor se dignará a casarse conmigo! "

La boca de Susan se abrió silenciosamente sorprendida. Finalmente dijo, "No creo que quisiera decir – "

"Sé que no quiso – " Elizabeth interrumpió sus palabras, un poco avergonzada por la violencia de su arrebato. "Lo siento. No quise…Por favor olvida lo que he dicho. "

"¿Estás segura? " preguntó Susan con voz tranquila.

"No es nada," dijo Elizabeth rápidamente, dándose la vuelta y mirando por la ventana. Lucas y Jane jugaban en el jardín. Habían ideado algún juego que implicaba un pedazo de tela azul atada a un palo y chillaban de diversión.

Elizabeth tragó saliva, el amor y el orgullo rebosando en su interior. Se paso la mano por el pelo y sus dedos se pararon cuando alcanzó la cumbre de su trenza. "Lo siento," le dijo a Susan. "No debería haber sido tan mordaz contigo. "

"No me importa," dijo Susan compasivamente. "Has estado bajo mucha presión. Lo sé. "

"Es solamente que estoy tan preocupada. " Elizabeth se frotó la frente. De repente se sintió muy cansada y muy vieja. “¿De qué me sirve practicar mis artimañas con el señor Siddons cuándo aquí no hay verdaderas perspectivas de matrimonio? "

"Lady Danbury tiene invitados casi todo el tiempo," dijo Susan con voz alentadora. "¿No? Y me dijiste que todos sus amigos son ricos y con título. ".

"Sí, pero ella me concede mis días libres entonces. Dice que no necesita de mi compañía cuando tiene invitados en la mansión. "

"Sencillamente tendrás que encontrar una forma de evitar esto. Inventa alguna razón por la qué tengas que visitarla entonces. ¿Y esta fiesta de final de mes? ¿No dijiste que siempre te invita a esos acontecimientos? "

"En realidad es un baile de disfraces. Me lo dijo ayer. "

"¡Incluso mejor! No sabemos lo bastante para coserte un traje de fiesta a la moda, pero podemos hacer un disfraz. Cada uno se disfraza como quiere. "

Susan movía sus manos animadamente mientras hablaba, y durante un raro instante Elizabeth pensó que se veía a si misma, a los catorce años – cuando pensaba que todo era posible. Antes de que su padre hubiera muerto y la hubiera abandonado con montañas de responsabilidades. Antes de morir y llevarse la inocencia de su infancia junto con él.

"Somos tan parecidas, tu y yo," dijo ella en un pequeño susurro.

Susan parpadeó. "¿Perdón? "

"No es nada. Sólo… " Elizabeth hizo una pausa y dio a su hermana una sonrisa pensativa. "Es solamente que a veces nuestro parecido me recuerda a cómo solía ser. "

"¿Y ya no lo eres? "

"No, en realidad no. Sólo a veces, un poquito, sin embargo. " Se inclinó impulsivamente y besó a su hermana en la mejilla. "Esos son mis momentos preferidos. "

Susan parpadeó para ocultar algo que se parecía sospechosamente a lagrimas antes de asumir su habitual gesto serio. "Tenemos que volver al asunto que tenemos entre manos. "

Elizabeth sonrió. "Casi lo había olvidado. "

"¿Cuándo," preguntó Susan con un impaciente suspiro, "espera los siguientes invitados Lady Danbury? No para el baile de disfraces. Solamente invitados. "

"Oh, eso," dijo Elizabeth en tono grave. "Espera invitados para finales de la semana. Creo que va a ser una pequeña recepción al aire libre. Más una reunión, realmente, que una fiesta formal. Yo escribí las invitaciones. "

"¿Cuántos vendrán? "

“No más de diez o doce, creo. Es sólo para esa tarde. Estamos bastante cerca de Londres, después de todo, por lo que la gente puede hacer el viaje de ida y vuelta en un solo día. "

"Debes asistir. "

"¡Susan, no me han invitado! "

"Seguramente es sólo porque ella no cree que aceptarías. Si le dices – "

"No voy a mendigar una invitación," dijo Elizabeth apasionadamente. "Tengo más orgullo que eso. "

"¿No podrías simplemente dejarte algo allí por casualidad el viernes? Entonces tendrías que volver el sábado para recogerlo." Susan tenía una expresión que era más esperanzada que de convencimiento. "Tal vez te inviten a quedarte. "

"¿Y no crees que Lady Danbury lo encontrará un poco raro? " se mofó Elizabeth. "He sido su acompañante durante cinco años, y hasta ahora no he olvidado nunca ninguna de mis pertenencias. "

"Quizás lo haga. Quizás no. " Susan se encogió de hombros. "Pero no lo sabrás hasta que lo intentes. Y seguro que no encontrarás marido aquí escondida durante todo el día. "

"Oh, muy bien," dijo Elizabeth con gran renuencia. "Lo haré. Pero sólo después de comprobar la lista de invitados, y, además, sólo si estoy segura de que habrá un hombre soltero entre los asistentes. No voy a avergonzarme a mi misma delante de Lady Danbury sólo para encontrarme con que todos sus invitados están casados. "

Susan aplaudió alborozada. "¡Excelente! Y mientras tanto, debes practicar con el señor-"

"¡No! " dijo Elizabeth, elevando la voz. "No lo haré. "

"Pero – "

"He dicho que no. No perseguiré a ese hombre. "

Susan alzó las cejas inocentemente. “Bien. No hay ninguna necesidad de que lo persigas. La señora Seeton dice que se supone que una no debe hacer esa clase de cosas, de todos modos. Pero si te lo encontraras por casualidad… "

"No es probable, ya que planeo evitarlo como si fuera una plaga. "

"Pero en el caso – "

"¡Susan! " Elizabeth clavó una helada mirada en su hermana.

“Bueno, bien. Pero si- "

Elizabeth alzó una mano. “Ni una palabra más, Susan. Me voy a Danbury House ahora mismo, donde me ocuparé de Lady Danbury, y únicamente de Lady Danbury. ¿Me he explicado con claridad? "

Susan asintió, pero obviamente no estaba de acuerdo.

"Entonces, buenos días. Estoy segura de que no tendré nada de lo que informar cuando vuelva a casa. " Elizabeth caminó decidida hasta la puerta de la calle y la abrió de un tirón. “Hoy será un día aburrido. Completa y malditamente aburrido. Estoy segura de ello. De hecho, probablemente ni siquiera veré al señor Siddons ni de lejos. "


* * *

Estaba equivocada. Muy, muy, muy equivocada. Él la esperaba en la puerta principal.

"Señorita Hotchkiss," dijo con una voz tan amable que Elizabeth no confió en ella ni un instante, " es un placer verla de nuevo. "

Elizabeth se encontró atrapada entre el deseo de huir de la mansión y el impulso de borrar la confiada sonrisa de su rostro. Ganó el orgullo. Ella alzó una de sus rubias cejas en un arrogante gesto que había aprendido de Lady Danbury y dijo, bastante agriamente, "¿Lo es? "

Una comisura de la boca de James se elevó, pero uno no podía decir que realmente fuera una sonrisa. "No parece creerme. "

Elizabeth dejó escapar un largo suspiro entre los labios fruncidos. ¿Qué demonios, se suponía que debía hacer ahora? Se había jurado a si misma que no iba a practicar más los edictos de Cómo casarse con un Marqués con este hombre. Era evidente que estaba demasiado versado en el arte del coqueteo para ser engañado por ninguno de sus patéticos intentos.

Y después del fracaso de los nabos, ayer, él probablemente pensaba que era una completa idiota. Lo cual planteaba la siguiente cuestión: ¿Qué demonios quería entonces de ella ahora? "

"Señorita Hotchkiss," comenzó él, después de esperar en vano a que ella hiciera algún comentario, "esperaba que pudiéramos desarrollar algún tipo de amistad. Después de todo, trabajaremos juntos aquí en Danbury House durante algún tiempo. Y ambos ocupamos una posición intermedia, similar a la de una institutriz, demasiado bien educados para mezclarnos con los criados, y no lo suficiente para hacerlo con la familia. "

Ella consideró sus palabras – o, para ser más precisa, su tono, que era de amistoso recelo. Después hizo lo mismo con su cara, que parecía igualmente amable y afable.

Excepto sus ojos. Había algo al acecho en aquellas profundidades de color chocolate. Algo…experimentado y conocedor.

¿Por qué es tan amable conmigo? " le espetó.

Él se sobresaltó, soltando una pequeña tos. "No estoy seguro de saber lo que quiere decir. "

Ella lo señaló con el dedo y lo movió despacio de forma admonitoria. “Sé lo que intenta, así que no trate de engañarme. "

Esto lo hizo enarcar una ceja, lo cual la enojó, porque, evidentemente, dominaba mejor que ella el arte de parecer arrogante. "¿Disculpe? "

"Usted es encantador, ya lo sabe. "

Sus labios se separaron ligeramente, y luego, tras un breve momento de silencio, dijo, “No encuentro nada que decir, excepto 'gracias. ' "

"No era un elogio. "

“¿Pero podría haberlo sido? " preguntó él, bromeando.

Ella sacudió la cabeza. "Usted quiere algo de mí. "

"Sólo su amistad. "

"No, usted quiere algo, y trata de engatusarme para conseguirlo. "

"¿Funciona? "

"¡No! "

Él suspiró. "Lástima. Por lo general lo hace. "

"¿Lo admite, entonces? "

"Supongo que debo hacerlo. " Alzó sus manos en un gesto de derrota. "Pero si quiere que conteste a sus preguntas, tendrá que complacerme y pasear conmigo durante unos minutos. "

Ella negó con la cabeza. Ir a cualquier sitio sola, con este hombre era un gran error. “No puedo. Lady Danbury me espera. "

Él abrió su reloj de bolsillo. "No hasta dentro de un cuarto de hora. "

"¿Y cómo sabe usted eso? " exigió ella.

“Quizás recuerda que fui contratado para dirigir sus asuntos? "

"Pero no es su secretario. " Elizabeth cruzó los brazos. “Los administradores de fincas no llevan la agenda de actividades de sus patrones. "

Quizás se lo estaba imaginando, pero sus ojos parecieron aumentar en ardor e intensidad. "Siempre he creído," dijo él, "que no hay nada tan poderoso como la información. Lady Danbury es una mujer exigente. Me pareció prudente estar informado de su agenda cotidiana para no interrumpirla. "

Elizabeth apretó los labios. Tenía razón, ¡maldito hombre! Lo primero que ella misma había hecho al entrar a trabajar para Lady D fue aprenderse su rutina.

"Puedo ver que está de acuerdo conmigo, aunque poco dispuesta a elogiarme admitiéndolo."

Ella lo fulminó con la mirada. Realmente, este hombre estaba más allá de la arrogancia.

"Venga," dijo engatusadoramente. "Seguramente puede perder unos minutos para ayudar a un recién llegado a la zona. "

"Muy bien," contestó Elizabeth, incapaz de negarse cuando él expresó su petición como una súplica de ayuda. Nunca había sido capaz de dar la espalda a alguien necesitado. "Pasearé con usted. Pero sólo tiene diez minutos. "

"Qué dama más generosa," murmuró él, y la tomó del brazo.

Elizabeth tragó cuando su mano se enroscó alrededor de su codo. Lo sintió de nuevo -esa extraña y entrecortada conciencia que la envolvía siempre que él estaba cerca. Y lo peor era que él parecía tan fresco y compuesto como siempre.

"¿Quizás podríamos dar un corto paseo por la rosaleda? " sugirió él.

Ella asintió, incapaz de decir algo más. El calor de su mano se extendía por su brazo, y ella parecía incluso haber olvidado como respirar.

"¿Señorita Hotchkiss? "

Tragó saliva y encontró su voz. "¿Sí? "

"Espero no haberla hecho sentir incomoda al buscarla. "

"En absoluto," graznó ella.

"Bien," dijo James, con una sonrisa. "Simplemente es que no sabía a quien más recurrir. " Le echó un vistazo. Sus mejillas estaban deliciosamente sonrosadas.

No hablaron mientras sus pies los llevaban a través del arco de piedra que conducía a la rosaleda. James la llevó hacia la derecha, por delante las famosas Rosas Escocesas de Danbury House, que florecían en un brillante despliegue de rosa y amarillo. Él se inclinó a oler una, deteniéndose un momento mientras planeaba como proceder a partir de aquí.

Había pensado en ella toda la noche y parte de la mañana. Ella era inteligente, y definitivamente tramaba algo. Había pasado demasiado tiempo desentrañando complots secretos para saber cuando una persona actuaba sospechosamente. Y todos sus instintos le decían que la señorita Hotchkiss se había comportado de un modo poco usual en ella misma el día anterior. [3]

Al principio le resultó raro que pudiera ser la chantajista. Después de todo, no podía tener mucho más de veinte años. Ciertamente no era mayor que Melissa, que tenía casi treinta y dos. Así que no podía tener conocimiento de primera mano de la aventura de Lady Danbury.

Pero había vivido toda su vida en la región; se lo había dicho ella misma. Quizás sus padres se lo habían contado. Los secretos podían permanecer ocultos en un pequeño pueblo durante años.

Sin mencionar que la señorita Hotchkiss tenía libre acceso a Danbury House. Si Tía Agatha hubiera dejado cualquier prueba incriminatoria a la vista, nadie tenía mayores probabilidades de encontrarse con ello que su dama de compañía.

No importaba qué camino tomara, todos conducían a la señorita Elizabeth Hotchkiss.

Pero si quería averiguar sus secretos, tenía que conseguir que confiara en él. O por lo menos, hacer que bajara la guardia lo bastante como para dejar escapar alguna ocasional confidencia por entre aquellos deliciosos labios rosados suyos. Le pareció que el mejor modo de conseguir esto era pedir su ayuda. Esta clase de mujeres eran correctas y corteses más allá del deber. No había modo de que se negara si él le pedía ayuda para conocer e informarse de la vecindad. Incluso si ella era la chantajista – y por lo tanto de corazón egoísta- ella tenía que mantener las apariencias. La señorita Elizabeth Hotchkiss, acompañante de la Condesa de Danbury, no podía permitirse ser considerada como algo menos que una dama cortés y amable.

"Quizás se ha dado cuenta de que soy nuevo en la zona," comenzó él.

Ella asintió despacio, con ojos cautelosos.

"Y usted me dijo ayer que ha vivido en este pueblo toda su vida,"

"Sí… "

Él le sonrió cálidamente. "Me encuentro en la necesidad de una especie de guía. Alguien que me muestre las vistas. O, por lo menos, que me hable sobre ellas. "

Elizabeth parpadeó. "¿ Quiere ver las vistas? ¿Qué vistas? "

Maldición. Ahí lo había pillado. No es que el pueblo rebosara cultura e historia. "Quizás ‘las vistas’ no ha sido la mejor elección de palabras," improvisó él. "Pero cada pueblo tiene sus propias y pequeñas peculiaridades, y si quiero ser eficaz como el administrador de la propiedad más grande del distrito, debo conocer tales cosas. "

"Eso es cierto," dijo ella, asintiendo pensativamente. "Desde luego, no se con certeza lo que usted tendría que saber, puesto que nunca he administrado una propiedad. Y uno pensaría que usted tampoco, puesto que después de todo, nunca ha administrado una antes. "

Él giró la cabeza bruscamente para mirarla. "Yo nunca he dicho eso. "

Ella dejó de andar. "¿No lo hizo? Ayer dijo que usted era de Londres. "

"Dije que no había administrado fincas en Londres. No que no lo hubiera hecho así antes de eso. "

"Ya veo. " Giró el rostro hacia él y lo miró con fijeza. "¿Y dónde ha administrado propiedades, si no ha sido en Londres? "

Lo estaba poniendo a prueba, la condenada chiquilla. Por qué, no estaba seguro, pero definitivamente lo estaba poniendo a prueba. Pero no iba a dejar que lo hiciera tropezar. James Sidwell se había introducido en un personaje más veces de las que podía contar, y no había tenido nunca ni un desliz. "Buckinghamshire", dijo. "Es donde crecí. "

"He oído que aquello es muy hermoso," dijo ella cortésmente. "¿Por qué se marchó? "

"Los motivos habituales. "

"¿Cuáles son? "

"¿Por qué siente tanta curiosidad? "

Ella se encogió de hombros. "Soy muy curiosa. Pregunte a cualquiera. "

Él hizo una pausa y arrancó una rosa. "Son hermosas, ¿verdad? "

"Señor Siddons," dijo ella, con un suspiro exagerado, "me temo que hay algo que no sabe sobre mí. "

James tensó el cuerpo, a la espera de su próxima confesión.

"Tengo tres hermanos más jóvenes. "

Él parpadeó. ¿Qué demonios tenía eso que ver?

"De ahí," prosiguió ella, sonriéndole de tal modo que parecía que tan sólo mantenía una trivial conversación para pasar el tiempo, "que sea bastante competente en reconocer cuando una persona trata de evadir una pregunta. De hecho, mis hermanos me calificarían de alarmantemente competente. "

"Estoy seguro de ello," refunfuñó él.

"Sin embargo," prosiguió imperturbable, "usted no es uno de mis hermanos, y evidentemente no tiene obligación de compartir su pasado conmigo. Todos tenemos derecho a nuestra privacidad. "

" Er, sí," dijo él, preguntándose si tal vez ella no seria nada más que lo que aparentaba- una bonita y joven señorita rural.

Ella le sonrió de nuevo. "¿Tiene algún hermano, señor Siddons? "

"¿Yo? No, ninguno. ¿Por qué? "

"Como le dije, soy infinitamente curiosa. La familia de una persona puede revelar mucho sobre su carácter. "

"¿Y qué revela su familia sobre su carácter, señorita Hotchkiss? "

"Que soy leal, supongo. Y que haría cualquier cosa por mi hermano y mis hermanas. "

¿Incluso chantaje? Él se inclinó hacia ella, apenas un centímetro, pero suficiente para hacer que su labio inferior temblara. James sintió una primitiva satisfacción ante esto.

Ella se quedo mirándolo, obviamente demasiado inexperta para saber cómo manejar a un depredador macho. Tenía unos ojos enormes, y del más puro y profundo azul que James hubiera visto jamás.

Su corazón comenzó a latir más rápido.

"¿Señor Siddons? "

Se le encendió el cuerpo.

"¿Señor Siddons? "

Iba a tener que besarla. Sencillamente. Era la idea más estúpida y poco aconsejable que había tenido en años, pero parecía que no había nada que pudiera hacer para detenerse a si mismo. Se acercó, acortando la distancia entre ambos, saboreando por anticipado el momento que sus labios conseguirían posarse sobre los de ella, y-

"¡Eep! "

¿Qué demonios?

Ella lanzó algo parecido a un nervioso gorjeo y se alejó, con un revoloteo de brazos.

Y entonces resbaló -¿con qué?, James no lo sabía, ya que la tierra estaba seca como el desierto, pero ella agitó los brazos como una loca para impedir caerse al suelo, y en el proceso lo golpeó en la barbilla. Con fuerza.

"¡Ow! " aulló él.

"Oh, lo siento! " dijo ella rápidamente. "A ver, déjeme verlo. "

Le pisó el pie.

"¡Ouch! "

"Lo siento, lo siento. " Parecía terriblemente preocupada, y normalmente él habría soportado esto con menos aspavientos, pero, ¡caray!, realmente le dolía el pie.

"Estaré bien, señorita Hotchkiss," dijo. "Todo lo que necesito es que se baje de encima de mi dedo del pie, y – "

"¡Oh, lo siento! " dijo ella, lo que parecía por centésima vez. Retrocedió un paso.

James hizo una mueca cuando flexionó los dedos del pie.

"Lo siento," dijo ella.

Él se estremeció. "No lo diga otra vez. "

"Pero – "

"Insisto. "

"Al menos déjeme ver su pie. " Ella se inclinó.

"Por favor no lo haga. " Había pocas situaciones en las cuales James consideraba que era apropiado suplicar, pero esta era una de ellas. [4]

"Bien," dijo ella, enderezándose. "Pero yo debería – "

Sonó un golpe

"¡Oh, mi cabeza! " gruñó ella, frotándose la coronilla.

"¡Mi barbilla!," apenas pudo exclamar James.

Sus ojos azules se llenaron de preocupación y vergüenza. "Lo siento. "

"Excelente golpe, señorita Hotchkiss," dijo él, cerrando los ojos en su agonía. “Justo donde me golpeó hace un momento con la mano. "

Oyó como ella tragaba. "Lo siento. "

Y fue entonces cuando él cometió su fatal error. Nunca más mantendría los ojos cerrados cerca de una hembra con propensión a la torpeza, sin importar lo cautivadora que ella fuera. No sabía cómo se las arregló, pero oyó su exclamación de sorpresa, y luego de alguna manera chocó contra él, con todo el cuerpo, tirándolo al suelo cuan largo era.

Bien, creyó que había caído al suelo.

Si hubiera imaginado que algo así podría ocurrirle, lo normal era esperar aterrizar sobre el suelo.

Pero cuando de hecho le ocurrió, lo que debería haber hecho era rezar por aterrizar sobre el suelo. Habría sido bastante más agradable que hacerlo sobre el rosal.

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