James paseaba con las manos en los bolsillos en dirección a los establos. Se estaba regodeando en un raro ataque de abatimiento; no solía tener que renunciar a algo que realmente deseaba, y el tener que aplazar su persecución de Elizabeth lo había puesto de muy mal humor.
El aire fresco no había conseguido nada, así que decidió llevar la idea al siguiente nivel e ir a cabalgar. Una vertiginosa e infernal cabalgada, de las que el viento lo azota a uno y convierte el cabello en un maraña de nudos. Como administrador de Agatha tenía libre acceso a los establos, y si era irregular que un administrador galopara como un salvaje, bueno, James tenia la intención de ir demasiado rápido para que alguien pudiera reconocerlo.
Pero cuando llegó a los establos, Malcolm estaba erguido sobre sus patas traseras, arañando como un loco la puerta y maullando como un endemoniado.
"Dios santo, gato. ¿Qué te ha poseído? "
Malcolm aulló, retrocedió unos pasos, y embistió la puerta con la cabeza.
Fue entonces cuando James notó que las puertas de los establos estaban cerradas, lo cual era raro a estas horas del día. Incluso aún cuando los caballos de los invitados hubieran sido terminados de cepillar, y los mozos de hubieran marchado probablemente todos a la taberna a tomar una pinta de cerveza, uno creería que las puertas deberían estar abiertas. Era un día caluroso, después de todo, y los caballos necesitarían cualquier brisa que les llegara.
James empujó las puertas abriéndolas, estremeciéndose ante el ruidoso crujido de un gozne oxidado. Supuso que era una de sus obligaciones ocuparse de cosas así. O al menos encargarse de que alguien lo hiciera. Se dio unas palmaditas contra el muslo con la mano enguantada, y entonces se dirigió al armario de herramientas para buscar algo con lo que engrasar el gozne. No le llevaría demasiado tiempo hacerlo, y además, pensó un poco de sucio trabajo manual le vendría bien en estos momentos.
No obstante, cuando estaba llegando a la puerta del armario oyó un sonido extraño.
Algo parecido a un crujido, en realidad, pero que no sonó como originado por un caballo.
"¿Hay alguien aquí? " gritó James.
Sonaron más ruidos, y esta vez parecían más rápidos y frenéticos, acompañados por un extraño gruñido teñido de pánico.
La sangre de James se congeló.
Había docenas de caballerizas. El ruido podía proceder de cualquiera de ellas. Pero de alguna forma él supo de cual. Sus pies lo llevaron a la más alejada, y con un grito salvaje que le salió directamente del alma, arrancó la puerta de las bisagras.
Elizabeth supo que aspecto tenia el infierno. Ojos azules, pelo rubio, y una sonrisa malvada y cruel. Luchó contra Fellport con todas sus fuerzas, pero con poco mas de cuarenta y cinco kilos de peso, podría haber sido también una pluma para el poco esfuerzo que le costó arrastrarla a través del establo.
Aplastó su boca contra la de ella, y Elizabeth luchó para mantener sus labios cerrados. Él podía robarle la dignidad y el control, pero mantendría al menos una parte de ella a salvo de él.
Él separó la cabeza y la apretó contra un poste, clavándole los dedos sobre la parte superior de los brazos. "Acabo de besarla, señorita Hotchkiss," dijo él, con voz empalagosa. "Deme las gracias.”
Ella lo miró rebeldemente.
Él tiró de ella hacia si y luego la volvió a empujar contra el poste, sonriendo ampliamente cuando su cabeza se golpeó contra la dura y astillada madera. “Creo que quería decirme algo," ronroneó él.
"Váyase al diablo," le escupió ella. Sabía que no debería provocarlo; haciéndolo, sólo conseguiría que arremetiera contra ella, pero, maldito fuera, no le permitiría que controlase sus palabras.
Él la fulminó con la mirada, y durante un bendito momento, Elizabeth pensó que no la castigaría por su insulto. Pero entonces, con un furioso gruñido, la apartó del poste y la lanzó dentro de una caballeriza vacía. Aterrizó de espaldas sobre el heno y trató de ponerse en pie, pero Fellport era demasiado rápido, y demasiado grande, y cayó sobre ella con tal fuerza la dejo sin aliento.
"Déjeme en paz, usted – "
Su mano le tapó con fuerza la boca, y le torció dolorosamente la cabeza a un lado. Sintió el heno crujiente clavándose en su mejilla, pero no sintió ningún dolor. No sintió… nada. Empezaba a distanciarse de su cuerpo; de alguna manera su mente supo que el único modo de pasar por este horror era separarse, mirarlo desde encima, fingir que aquel cuerpo -del que estaba abusando Fellport-no era el suyo propio.
Y entonces, justo cuando la separación estaba casi completada, oyó un ruido.
Fellport lo oyó también. Su mano apretó aún más su boca y se quedó completamente quieto.
Era el chirrido de la puerta de los establos. El jefe de caballerizas había tenido la intención de arreglarlo ayer, pero lo habían enviado a hacer un tonto recado, y todos los demás habían estado ocupados hoy con tantos invitados.
Pero el crujido significaba que había llegado alguien. Y si alguien había llegado, entonces Elizabeth tenía una oportunidad.
"¿Hay alguien aquí? "
La voz de James.
Elizabeth empezó a revolverse como nunca antes. Encontró fuerzas que jamás había soñado poseer, gruñendo y chillando bajo la mano de Fellport.
Lo que ocurrió a continuación fue borroso. Hubo un furioso grito- que no pareció humano – y entonces la puerta de la caballeriza se abrió de golpe. Fellport desapareció de encima de ella, y Elizabeth gateó hacia una esquina.
James era un hombre poseído. Golpeó a Fellport con puños brutales, y sus ojos tenían una mirada salvaje y enloquecida mientras sujetaba su cara contra en el heno.
"¿Te gusta como sabe el heno? " siseó James. "¿Te gusta tener la cara aplastada contra el suelo?"
Elizabeth contempló a los dos hombres con horrorizada fascinación.
"¿Te hace sentir poderoso dominar y abusar de alguien de la mitad de tu tamaño? ¿Es eso? ¿Hacer con alguien lo que te de la gana, solo porque eres más grande y más fuerte? " James empujó la cabeza de Fellport más abajo, aplastando su cara contra el heno y la suciedad. "Ah, pero yo soy más grande y más fuerte que tú. ¿Cómo se siente uno, Fellport? ¿Cómo te sientes estando bajo mi merced? Podría partirte en dos. "
Hubo un áspero silencio, sólo interrumpido por la ahogada y desigual respiración de James. Miraba intensamente a Fellport, pero sus ojos parecían extrañamente distantes cuando susurró, "He estado esperado este momento. He estado esperando durante años para hacértelo pagar. "
"¿A mi? " chilló Fellport.
"A ti," masculló James. "Hasta la última pulgada de ti. No pude salvar… " Se atragantó con sus palabras, y nadie respiró mientras se le contraían los músculos del rostro.
"Puedo salvar a Elizabeth," susurró. "No te dejaré robar su dignidad. "
"¿James? " susurró Elizabeth. Dios santo, iba a matarlo. Y Elizabeth, Dios se apiadara de su alma, quiso mirar. Quiso que James partiera al hombre en dos.
Pero no quería que ahorcasen a James, lo cual sería, sin duda, el resultado. Fellport era un baronet. Un simple administrador no podía matar a un baronet y salir indemne. "James", dijo ella, en voz más alta, " debes detenerte. "
James hizo una pausa, apenas el tiempo suficiente para que Fellport pudiera echarle un buen vistazo a su cara. "¡Tú! " gruñó Fellport.
El cuerpo de James temblaba, pero mantuvo la voz firme y controlada cuando dijo, "Pide perdón a la señora. "
"¿A esa puta? "
La cabeza de Fellport golpeó contra el suelo.
"Pide perdón a la señora. "
Fellport no dijo nada.
Entonces, con un movimiento tan veloz que Elizabeth no podía creer lo que sus ojos veían, James sacó un arma.
Elizabeth contuvo la respiración, y se tapó la boca con mano temblorosa.
Sonó un fuerte chasquido, y James presionó la boca del cañón contra la cabeza de Fellport.
"Pide perdón a la señora. "
"Yo…yo… " Fellport comenzó a temblar incontrolablemente, y no le salían las palabras.
James movió lentamente la pistola, casi amorosamente, contra la sien de Fellport.
"Pide perdón a la señora. "
"James," dijo Elizabeth, con evidente terror en su voz, "debes parar. Está bien. No necesito… "
"¡No está bien! " rugió él. "¡Nunca estará bien! Y este hombre te pedirá perdón o yo… "
"¡Lo siento! " Las palabras brotaron de la boca de Fellport, agudas y aterradas.
James lo agarró por el cuello de la camisa y lo levantó del suelo. Fellport jadeó al sentir que la tela se le clavaba en la piel. "Te iras de la fiesta," dijo James con voz mortífera.
Fellport emitió un sonido ahogado.
James se volvió hacia Elizabeth, sin aflojar su apretón sobre Fellport. "Enseguida vuelvo. "
Ella asintió tímidamente, con las manos apretadas en un intento de contener sus temblores.
James arrastró Fellport hacia el exterior, dejando el Elizabeth a solas en el establo. A solas con mil preguntas.
¿Por qué llevaba James un arma? ¿Y dónde había aprendido a luchar con semejante y letal precisión? Los puñetazos de James no se parecían a los de un combate amistoso; habían sido diseñados para matar.
Y había preguntas más horrendas, aquellas que impedían que su corazón dejara de latir desbocado y que su cuerpo dejara de temblar. ¿Y si James no los hubiese descubierto a tiempo? ¿Y si Fellport hubiera reaccionado brutalmente? ¿Y si…?
La vida no podía ser vivida basándose en "¿y si…? " y Elizabeth sabía que tan sólo prolongaba su agonía al recrearse en lo que podría haber pasado en vez de en lo que pasó, pero no podía dejar de repasar en su mente el ataque una y otra vez. Y siempre que llegaba al momento en que James la salvaba, él no aparecía, y Fellport la maltrataba aún más, arrancándole la ropa, magullándole la piel, tomando…
"Basta," dijo en voz alta, presionándose las sienes con los dedos mientras se dejaba caer al suelo. Sus temblores se convirtieron es espasmos, y los sollozos que no había permitido evidenciar comenzaron a brotar de su garganta. Respiró profundamente, a grandes bocanadas, tratando de controlar su cuerpo traicionero, pero no era lo bastante fuerte para contener las lágrimas.
Dejó caer la cabeza entre sus manos, y comenzó a llorar. Y entonces, ocurrió lo más extraño. Malcolm avanzó lentamente hasta su regazo y comenzó a lamer sus lágrimas. Y por alguna razón esto la hizo llorar más.
La charla de James con sir Bertram Fellport fue breve. No necesitó muchas palabras para explicar que le ocurriría al baronet si alguna vez volvía a poner un pie en la propiedad de Lady Danbury. Y mientras Fellport temblaba de miedo y resentimiento, James amplió su amenaza detallando lo que le sucedería si alguna vez se encontraba a más de veinte yardas de Elizabeth, sin importar donde estuviera.
Después de todo, si James conseguía llevar a cabo su proyecto de hacerla su esposa, sin lugar a dudas sus caminos se cruzarían en Londres.
"¿Nos entendemos? " preguntó James, con voz espantosamente calmada.
Fellport asintió.
"Entonces lárguese de la propiedad. "
"Tengo que recoger mis cosas. "
"Se las haré enviar," dijo James, con la mandíbula apretada. “¿Ha traído carruaje? "
Fellport negó con la cabeza. "Vine con Binsby. "
"Bueno. El pueblo está apenas a una milla de distancia. Allí puede contratar a alguien que le lleve a Londres. "
Fellport asintió.
"Y si dice una palabra de esto a alguien," dijo James con voz letal, “si tan solo menciona mi presencia aquí, le mataré. "
Fellport asintió de nuevo, con aspecto de no desear nada tanto como acatar las órdenes de James y marcharse, pero James aún lo tenía agarrado por el cuello.
"Una cosa más," dijo James. "Si me menciona, como ya le he dicho, lo mataré, pero si menciona a la señorita Hotchkiss…"
A Fellport se le descontroló la vejiga.
"Lo haré despacio."
James soltó el cuello de Fellport, y el baronet trastabilló unos pasos antes de escaparse. James observó como desaparecía por la suave ondulación de la colina, y luego regresó a zancadas a los establos. No le había gustado marcharse dejando a Elizabeth a solas después de una experiencia tan traumática, pero no había tenido otra opción. Tenia que encargarse de Fellport, y no creyó que Elizabeth quisiera estar en la misma habitación que el sinvergüenza más tiempo que el estrictamente necesario.
Por no mencionar que Fellport podría haber revelado la verdadera identidad de James en cualquier momento.
En el instante en que James entró en los establos, oyó su llanto.
"Maldita sea," susurró, dando un medio traspiés mientras corría hacía ella. No sabía cómo consolarla, no tenía la más mínima idea de qué hacer. Lo único que sabía era que ella lo necesitaba, y rezó a Dios para no fallarle.
Llegó hasta la última caballeriza, la puerta todavía colgaba oscilante de sus bisagras. Elizabeth estaba acurrucada contra la pared, sus brazos rodeando sus piernas y su frente descansando sobre sus rodillas. El gato se había colado en el hueco entre lo muslos de Elizabeth y su torso, y, para asombro de James, parecía tratar de consolarla.
"¿Lizzie? " James susurró. "Oh, Lizzie. "
Ella se balanceaba ligeramente de un lado a otro, y él podía ver cómo subían y bajaban sus hombros con cada temblorosa respiración.
Él conocía esa clase de respiración. Era la que uno practicaba cuando intentaba contener con todas sus fuerzas sus sentimientos, pero simplemente no era lo bastante fuerte.
Se acercó rápidamente a su lado, sentándose junto a ella en el heno. Pasando su brazo alrededor de sus delgados hombros, susurró, "Se ha ido. "
Ella no dijo nada, pero él sintió como sus músculos se tensaban.
James la miró. Su ropa estaba sucia, pero no desgarrada, y aunque estaba bastante seguro de que Fellport no había logrado violarla, rezó para que su ataque no hubiera ido más allá de un beso brutal.
¡Beso! Casi escupió la palabra. Independientemente de lo que Fellport le hubiera hecho, por más que él hubiera forzado su boca contra la suya, eso no habría sido un beso.
Los ojos de James vagaron por encima de su cabeza. Su pálido cabello dorado estaba enmarañado con paja, y aun cuando no podía ver su cara, se la veía desamparada.
Su mano se apretó en un puño. Volvía a sentirlo-el familiar sentimiento de impotencia. Podía sentir su terror. Lo atravesó, se enroscó en su vientre. "Por favor", susurró. "Dime qué puedo hacer. "
Ella no emitió ningún sonido, pero se acurrucó más cerca de él. James intensificó su abrazo.
"No te molestará otra vez," dijo ferozmente. "Te lo prometo. "
"Intento ser fuerte," jadeó ella. "Cada día, lo intento tanto… "
James se giró y la agarró por los hombros, obligándola a levantar sus ojos llorosos hasta los suyos. "Eres fuerte," dijo él. "Eres la mujer más fuerte que conozco. "
"Lo intento," dijo ella otra vez, como tratando de tranquilizarse a si misma. "Cada día. Pero no fui lo bastante fuerte. No fui- "
"No digas eso. No ha sido culpa tuya. Los hombres como Fellport… " James calló para respirar profundamente. "Ellos dañan a las mujeres. Es la única manera en que saben sentirse fuertes. "
Ella no dijo nada, y él podía ver como luchaba para contener los sollozos que se le acumulaban en la garganta.
“Esto, esta violencia… es debido a un defecto en su persona, no en la tuya. " Movió la cabeza y cerró los ojos un descarnado segundo. "Tú no le pediste que te hiciera esto. "
"Lo sé. " Movió la cabeza, y sus trémulos labios esbozaron la sonrisa más triste que él había visto jamás. "Pero no pude pararlo. "
"¡Elizabeth, él es dos veces tu tamaño! "
Ella soltó un largo suspiro y se separó de él, recostándose contra la pared. "Estoy cansada de ser fuerte. Estoy tan cansada. Desde el día en que murió mi padre… "
James la miró, examinando sus ojos mientras se volvían inexpresivos, y una extraña premonición lo asaltó, estrujándole el corazón. "¿Elizabeth", preguntó cuidadosamente, "cómo murieron tus padres? "
"Mi madre murió al volcar su carruaje," contestó ella, con voz hueca. "Todos lo vimos. El carruaje quedó destrozado. Ellos cubrieron su cuerpo, pero todos vimos como murió. "
Él esperó a que dijera algo sobre su padre, pero no lo hizo. Finalmente, él susurró, "¿Y tu padre? "
"Se suicidó. "
James abrió la boca sorprendido, y lo invadió una fiera e incontrolable ira. No tenia ni idea de lo que había pasado para que el padre de Elizabeth se sintiera tan desesperado, pero sir Hotchkiss había tomado la salida mas cobarde, dejando a su hija mayor a cargo de su familia.
"¿Qué sucedió? " preguntó él, tratando de ocultar la ira de su voz.
Elizabeth alzó la mirada, un sonido amargo y fatalista escapó de sus labios. "Fue seis meses después del accidente de mama. Él siempre…" Se atragantó con las palabras. “Siempre la quiso mucho. "
James comenzó a decir algo, pero las palabras comenzaron a brotar de los labios de Elizabeth como un torrente. Fue como si él hubiese abierto una presa, y ahora ella no podía contener el caudal de emociones.
"Él simplemente no pudo seguir adelante," dijo ella, sus ojos empezaron a brillar furiosos. "Cada día se hundía más y más en algún lugar secreto de su interior que ninguno de nosotros podía alcanzar. ¡Y lo intentamos! Te juro por Dios que lo intentamos. "
"Sé que tu lo hiciste" murmuró él, apretando su hombro. "Te conozco. Sé que lo intentaste."
“Incluso Jane y Lucas. Trepaban a su regazo, como antes, pero él los apartaba. No nos abrazaba. No nos tocaba. Y hacia el final, ni siquiera nos hablaba. " Respiró profundamente, un par de veces, pero eso no consiguió calmarla. "Yo siempre supe que él no nos amaba tanto como a ella, pero uno creería que al menos nos amaba lo bastante. "
Su mano se convirtieron en un puño, y James miró impotente como lo presionaba con fuerza contra su boca. Él extendió la mano y rozó sus dedos, sintiéndose extrañamente aliviado cuando se cerraron alrededor de su mano.
"Uno creería, " dijo ella, su voz era el susurro más diminuto y apenado del mundo, "que nos amaba lo bastante como para seguir viviendo. "
"No tienes que contarme nada más," susurró James, sabiendo que siempre se sentiría atormentado por este momento. "No hace falta. "
"No. " Ella sacudió la cabeza. "Quiero hacerlo. Nunca lo he dicho en voz alta. "
Él esperó mientras ella reunía coraje.
"Se pegó un tiro," dijo, las palabras apenas fueron audibles. "Lo encontré en el jardín. Había tanta sangre. " Tragó convulsivamente. "Nunca había visto tanta sangre. "
James se mantuvo silencioso, deseando poder decir algo para consolarla, pero sabiendo que no había palabras que pudieran ayudarla.
Ella rió amargamente. "Intenté decirme que eso era su último acto de cariño, dispararse fuera. Hice infinidad de viajes al pozo, pero al menos la sangre se fundió en la tierra. Si se hubiera disparado dentro de la casa, sabe Dios cómo lo habría podido limpiar. "
"¿Qué hiciste? " preguntó suavemente James.
"Lo hice parecer un accidente de caza," susurró ella. “Arrastré su cuerpo hasta los bosques. Todo el mundo sabía que era cazador. Nadie sospechó nada, o si lo hicieron, nunca dijeron nada. "
“¿Tu lo arrastraste? " preguntó con incredulidad. “¿Tu padre era un hombre pequeño? Quiero decir, eres bastante menuda, y… "
"Era más o menos de tu altura, aunque un poco más delgado. No sé de donde saque las fuerzas," dijo ella, sacudiendo la cabeza. “Supongo que del puro miedo. No quise que los niños supieran lo que había hecho. " Levantó los ojos, con expresión repentinamente insegura. "Ellos siguen sin saberlo. "
Él le dio un suave apretón en la mano.
"He tratado de no hablar mal de él. "
"Y has llevado esa carga sobre tus hombros durante cinco años," dijo él suavemente. "Los secretos se hacen pesados, Elizabeth. Son duros de acarrear a solas. "
Se encogió de hombros cansadamente. "Tal vez me equivoqué. Pero estaba aterrada. No sabía qué más hacer. "
"Parece que hiciste exactamente lo que debías. "
"Fue sepultado en la tierra consagrada," dijo ella, con voz átona. "Para la iglesia…para todo el mundo menos para mi… no fue un suicidio. Todos nos dieron el pésame, calificándolo de tragedia, y fue lo único que pude hacer para no gritar la verdad. "
Ella giró la cabeza para mirarlo de frente. Sus ojos estaban húmedos y brillantes, del mismo color de las violetas. "Odié que lo hicieran parecer un héroe. Yo fui la que ocultó su suicidio, y aún así, quería gritar a los cuatro vientos que era un cobarde, que me había abandonado para recoger sus pedazos. Quise sacudirlos y sacudirlos y sacudirlos y hacerlos dejar de decir lo buen padre que era. Porque no lo era. " Su voz se tornó ronca y feroz. "No era un buen padre. Nosotros éramos un incordio. Él sólo quería a mamá. Nunca nos quiso. "
"Lo siento," susurró James, tomando su mano.
"No es culpa tuya. "
Él le sonrió, tratando de sonsacarle una sonrisa a cambio. "Lo sé, pero aún así lo siento. "
Sus labios temblaron -casi en una sonrisa. "¿No es irónico? Uno pensaría que el amor es algo bueno, ¿verdad? "
"El amor es algo bueno, Elizabeth. " Y lo sentía de verdad. Tan verdaderamente como jamás había soñado ser capaz de sentirlo.
Ella negó con la cabeza. “Mis padres se amaron demasiado el uno al otro. Simplemente no les quedó suficiente para el resto de nosotros. Y cuando mamá murió, bien, sencillamente no pudimos ocupar su lugar. "
"No es culpa tuya," dijo James y sus ojos buscaron los de ella con una intensidad casi hipnotizante. "No hay límite para amar. Si el corazón de su padre no era lo bastante grande como para dar cabida a toda su familia, eso significa que era él quien tenía un defecto, no tú. Si hubiera sido otra clase de hombre, habría comprendido que sus niños eran una milagrosa extensión de su amor por tu madre. Y habría tenido fuerzas para continuar sin ella. "
Elizabeth digirió sus palabras, dejándolas hundirse despacio en su corazón. Sabía que él tenía razón, sabía que la debilidad de su padre era solo suya, no de ella. Pero era tan condenadamente duro el aceptarlo. Miró a James, que la contemplaba con los ojos más cálidos y amables que ella había visto jamás. "Tus padres tuvieron que amarse muchísimo," dijo suavemente.
James se echó atrás de la conmoción. "Mis padres… " dijo despacio. "La suya no fue una unión por amor. "
"Oh," dijo ella, suavemente. "Pero tal vez esto fuese lo mejor. Después de todo, mis padres… "
"Lo que tu padre hizo," la interrumpió James, "fue una equivocación y el era débil y cobarde. Lo que mi padre hizo… "
Elizabeth vio el dolor en sus ojos y le apretó la mano.
"Lo que mi padre hizo," susurró él salvajemente, "le ganó un sitio en el infierno. "
Elizabeth sintió que se le secaba la boca. "¿Qué quieres decir? "
Hubo un largo silencio, y cuando James finalmente habló, su voz sonaba muy extraña. "Tenía seis años cuando mi madre murió. "
Ella se mantuvo en silencio.
“Me dijeron que se había caído por las escaleras. Se rompió el cuello. Una tragedia, decían todos. "
"Oh, no. " Las palabras escaparon de los labios de Elizabeth.
James giró la cabeza repentinamente para mirarla a la cara. "Ella siempre me decía que era torpe, pero yo la había visto bailar. Solía tararear mientras bailaba sola el vals por el cuarto de música. Era la mujer más hermosa y llena de gracia que he visto jamás. A veces me cogía en brazos y bailaba el vals conmigo descansando sobre su cadera. "
Elizabeth trató de consolarlo por una sonrisa. "Yo solía hacer eso con Lucas. "
James sacudió la cabeza. "Ella no era torpe. Nunca tropezó con un mueble o tiro una vela. Él la maltrataba, Elizabeth. La maltrató cada maldito día. "
Ella tragó, mordiéndose el labio inferior. De repente su incontrolable rabia con Fellport adquiría sentido. Dos décadas de cólera contenida. Había estado cociéndose lentamente demasiado tiempo.
"¿Él… te lastimó a ti? " susurró ella.
Él negó levemente con la cabeza. "Nunca. Yo era su heredero. Solía recordárselo todo el tiempo. Ella ya no valía nada ahora que ya me había tenido. Puede que ella fuera su esposa, pero yo era su sangre. "
Un temblor recorrió la columna de Elizabeth, supo que utilizaba las mismas palabras que había escuchado demasiadas veces.
"Y me usaba," siguió James. Sus ojos se habían vuelto inexpresivos, y sus grandes y fuertes manos temblaban. "Me usaba para expresar su rabia contra ella. Nunca estaba de acuerdo con su forma de educarme. Si la veía abrazarme o consolarme cuando lloraba, se tornaba una furia. Ella me mimaba y el le gritaba. Le decía que me iba a convertir en un hombre débil. "
"Oh, James. " Elizabeth extendió la mano y le acarició el pelo. No podía contenerse. Nunca había conocido a nadie tan necesitado de consuelo humano.
"Así que aprendí a no llorar. " Movió la cabeza con desesperación. “Y después a prescindir de sus abrazos. Si no podía pillarla abrazándome, tal vez dejaría de golpearla. "
"Pero no se detuvo, ¿verdad? "
“No. Siempre encontraba otra razón por la que tenía que ser castigada. Y finalmente… " Su aliento escapó en una cruda e inestable exhalación. “Finalmente decidió que su lugar estaba a los pies de la escalera. "
Elizabeth sintió algo caliente sobre sus mejillas, y sólo entonces descubrió que estaba llorando. "¿Qué pasó contigo? "
"Eso," contestó James, con tono que pareció ganar fuerza, "es posiblemente lo único bueno de toda la historia. Mi tía, la hermana de mi madre vino y me llevó con ella. Creo que siempre sospechó que mi madre era maltratada, pero nunca soñó que llegara a tal extremo. Mucho más tarde, me dijo que la condenarían antes de dejar a mi padre empezar a hacer lo mismo conmigo. "
"¿Crees que él lo habría hecho? "
"No lo se. Yo era todavía valioso para él. Su único heredero. Pero necesitaba a alguien de quien abusar, y mi madre muerta… " Se encogió de hombros.
"Tu tía debe ser una mujer muy especial. "
Él la contemplo, queriendo sobre todas las cosas contarle la verdad, pero no podía. Aún no. "Lo es," dijo, con voz ronca de emoción. "Ella me salvó. Tan cierto como si me hubiera sacado de un edificio en llamas, me salvó. "
Elizabeth le rozó la mejilla. "Ella debió enseñarte a ser feliz. "
"Intentaba abrazarme," dijo él. "El primer año, trató de demostrarme su amor, y yo seguía escabulléndome. Pensaba que mi tío la golpearía si me abrazaba. " Se pasó la mano por el pelo y una risa breve y enojada escapó de sus labios. "¿Puedes creerlo? "
"¿Qué otra cosa ibas a pensar? " preguntó Elizabeth con tranquilidad. "Tu padre era el único ejemplo que conocías. "
"Ella me enseñó a amar. " Con un breve y entrecortado suspiro añadió. "Aún no estoy preparado para perdonar, pero si sé amar. "
"Tu padre no merece el perdón," dijo ella. "Siempre he intentado seguir los mandatos de Dios, y sé que debemos poner la otra mejilla, pero tu padre no lo merece. "
James calló un momento, y luego se volvió y dijo, "Murió cuando tenía veinte años. No asistí al entierro. "
Este era el insulto más grave que un padre podía recibir de un hijo.
Elizabeth asintió con severa aprobación. “¿Lo viste mientras crecías? "
"En ocasiones tenía que verlo. Era inevitable. Yo era su hijo. Legalmente, mi tía no tenía poder alguno. Pero era fuerte, y lo intimidaba. Él nunca había conocido a una mujer que le hiciera frente. No tenía ni idea de cómo tratarla. "
Elizabeth se inclinó hacia delante y le dio un suave beso en la frente. "Incluiré a tu tía en mis oraciones esta noche. " Su mano vagó por su mejilla, y se lo quedó mirando con melancólico pesar, deseando que hubiera algún modo de poder retroceder el tiempo, algún modo de abrazar a aquel pequeño muchacho y mostrarle que el mundo podría ser un lugar seguro y de amor.
Él hundió su cara en su mano. Sus labios se apretaron contra su palma, buscando el calor de su piel y honrando la calidez de su corazón. "Gracias," susurró.
"¿Por qué? "
"Por estar aquí. Por escuchar. Por ser tú. "
"Entonces, gracias," susurró ella en correspondencia. "Por lo mismo.”