Mientras Elizabeth se acercaba al pabellón de caza del anterior Lord Danbury, se mordía nerviosamente el labio inferior, e hizo una pausa para releer la inesperada misiva de Lady Danbury.
Elizabeth-
Como sabe, me chantajean. Creo que usted podría tener información para desenmascarar al bandido que me ha elegido como su objetivo. Por favor, encuéntrese conmigo en el pabellón de caza de Lord Danbury a las ocho de esta tarde.
Tuya,
Agatha, Lady Danbury
Elizabeth no tenia ni idea de por qué Lady Danbury pensaba que ella poseía información pertinente, pero tampoco tenía ninguna razón para recelar de la autenticidad de la nota. Ella conocía la letra de Lady D tan bien como la suya, y esta no era ninguna falsificación.
A propósito no había compartido el contenido de la nota con sus hermanos menores, prefiriendo decirles que Lady Danbury tenía que verla y dejarlo así. Ellos no sabían nada del complot de chantaje, y Elizabeth no había querido preocuparlos, sobre todo ya que la Señora D quiso encontrarse con ella a una hora tan tardía. Había todavía bastante luz a las ocho, pero a menos que la condesa pudiera concluir su asunto en unos pocos minutos estaría oscuro cuando Elizabeth volviera a casa.
Elizabeth hizo una pausa con la mano sobre la manija. No había ningún carruaje a la vista, y la salud de Lady Danbury no le permitía recorrer a pie tales distancias. Si la condesa no había llegado aún, entonces, probablemente la puerta estaría cerrada, y…
La manija giró bajo su mano.
"Qué raro," murmuró, y entró en el pabellón.
Había un fuego ardiendo en el hogar, y una elegante cena estaba servida sobre la mesa. Elizabeth se adentró más en el cuarto, girando lentamente en círculo mientras ella tomaba nota de los preparativos. ¿Por qué Lady Danbury…
"¿Lady Danbury? " llamó. "¿Está aquí? "
Elizabeth sintió una presencia a su espalda, en la entrada y dio media vuelta.
"No," dijo James. "Sólo estoy yo. "
La mano de Elizabeth voló a su boca. "¿Qué haces aquí? " jadeó.
Su sonrisa era torcida. “Lo mismo que tú, imagino. ¿Recibiste una nota de tu hermano? "
"¿De Lucas? " preguntó, asustada. "No, de tu tía. "
"Oh. Entonces todos ellos están confabulados contra nosotros. Aquí tengo… " Le tendió un pedazo arrugado de papel. "Lee esto. "
Elizabeth desplegó la nota y leyó:
Milord-
Antes de que deje el distrito, le ruego que me conceda una audiencia. Hay un tema un tanto delicado sobre el cual me gustaría pedirle consejo. No es algo de lo que a un hombre le gustaría hablar con sus hermanas.
A menos que me diga otra cosa, esperaré encontrarme con usted en el pabellón de caza de Lord Danbury esta tarde a las ocho.
Sinceramente,
Señor Lucas Hotchkiss
Elizabeth apenas pudo sofocó una risita horrorizada. "Es la letra de Lucas, pero las palabras han salido directamente de la boca de Susan. "
James sonrió. "Pensé que sonaba un tanto precoz. "
"Él es muy inteligente, por supuesto- "
"Por supuesto. "
" – pero no puedo imaginármelo usando la frase ‘un tema un tanto delicado. ' "
"Por no mencionar," añadió James, "que a la edad de ocho años, es improbable que él tenga problemas de ese tipo. "
Elizabeth asintió. "¡Oh! Estoy segura de que querrás leer esto. " Le dio la carta que ella había recibido de Lady Danbury.
Él le echó un vistazo y dijo, "No me sorprende. Llegué unos minutos antes que tú y encontré esto. " Le tendió dos sobres, uno rotulado como Leer inmediatamente y otro rotulado como Leer después de que os hayáis reconciliado.
Elizabeth contuvo una risa horrorizada.
"Exactamente mi reacción," murmuró él, "aunque dudo que tuviera un aspecto la mitad de encantador. "
Sus ojos volaron a su cara. Él la miraba con reposada y ardiente intensidad que la dejó sin aliento. Y entonces, sin apartar su mirada de la de ella, ni un segundo, él preguntó, "¿Los abrimos?"
A Elizabeth le llevó unos segundos saber de qué hablaba. "Oh, los sobres. Sí, sí. " Se lamió los labios, que se le habían quedado repentinamente secos. "¿Pero ambos? "
Él levantó la titulada como Leer después de que os hayáis reconciliado y la sacudió ligeramente en el aire. "Puedo exceptuarla, si crees que tendremos fundamentos para leerla dentro de poco. "
Ella tragó convulsivamente y evadió la pregunta diciendo, "¿Por qué no abrimos la otra y vemos qué dice? "
"Muy bien. " Él asintió cortésmente y deslizó el dedo bajo la tapa del sobre. Sacó una tarjeta, y ambos inclinaron la cabeza y leyeron:
Para los dos-
Intenten, si pueden, no ser unos completos idiotas.
La nota no estaba firmada, pero no había duda de quién la había escrito. La letra alargada y llena de gracia les era familiar a ambos, pero, definitivamente, era las palabras las que señalaban a Lady Danbury como la autora. Nadie más podía ser tan delicadamente grosero.
James ladeó la cabeza. "Ah, mi cariñosa tía. "
"No puedo creerme que me engañara así," se quejó Elizabeth.
"¿No puedes? " preguntó él, incrédulo.
"Bueno, sí, desde luego que puedo creerlo. Lo que no puedo creer es que usara lo del chantaje como cebo. Estaba muy preocupada por ella. "
"Ah, sí, el chantaje. " James examinó el sobre sin abrir, el que estaba rotulado como Leer después de que se hayan reconciliado. "Tengo la sospecha de que encontraremos algo sobre eso aquí. "
Elizabeth jadeó. "¿Crees que ella se lo inventó? "
“Ciertamente nunca pareció demasiado preocupada por mi falta de progresos en la solución del delito. "
"Ábrelo," ordenó Elizabeth. "Inmediatamente. Ya. "
James comenzó a hacerlo, pero entonces se paró e hizo un gesto negativo con la cabeza. "No", dijo, con voz perezosa, "creo que esperaré. "
"¿Quieres esperar? "
Él le sonrió, lenta y sensualmente. "Aún no nos hemos reconciliado. "
"James… " dijo ella, con una voz que era mitad advertencia y mitad anhelo.
"Me conoces," dijo él. "Conoces mejor mi alma que cualquier otra persona viva, tal vez mejor que yo mismo. Si al principio no sabias mi nombre… bueno, lo único que puedo decir es que sabes por qué no te lo revelé de inmediato. Tenía obligaciones para con mi tía, y le debo más de lo que podría pagarle nunca. "
Esperó a que ella dijera algo, y cuando no lo hizo, su voz se volvió más impaciente. "Me conoces," repitió, "y creo que lo haces lo suficientemente bien para saber que nunca haría nada para herirte o humillarte. " Sus manos se posaron pesadamente sobre sus hombros, y James luchó contra el impulso de sacudirla hasta que estuviera de acuerdo. “Porque si no estas segura de eso, entonces no hay ninguna esperanza para nosotros. "
Sus labios se entreabrieron de la sorpresa, y James vislumbró la seductora punta de su lengua. Y de alguna manera, mientras contemplaba la cara que lo había estado atormentado durante semanas, supo exactamente lo que tenía que hacer.
Antes de que ella tuviera oportunidad de reaccionar, él extendió la mano y cogió la de ella. "¿Sientes esto? " susurró, colocándola contra su corazón. "Late para ti.”
"¿Sientes esto? " repitió, levantando su mano a sus labios. "Respiran para ti.”
"Y mis ojos – ellos miran para ti. Mis piernas andan para ti. Mi voz habla para ti, y mis brazos- "
"Para,"dijo ella sin aliento, vencida. "Para".
"Mis brazos… " dijo él, su elegante voz ronca de la emoción. "Ellos ansían estrecharte. "
Ella dio un paso avanzando solamente un centímetro o dos – y él pudo ver que estaba cerca, su corazón estaba así de cerca de admitir lo inevitable.
"Te amo," susurró él. "Te amo. Veo tu cara cuando me despierto por la mañana, y eres lo único con lo que sueño por la noche. Todo lo que soy, y todo lo que quiero ser – "
Ella se precipitó en sus brazos, sepultando su cara en el cálido refugio de su pecho. "Nunca lo habías dicho," dijo, la voz casi estrangulada por los sollozos que había estado aguantando durante días. "Nunca lo habías dicho antes. "
"No sé por qué," él dijo contra su pelo. "Me había dado cuenta, pero esperaba el momento adecuado, y nunca parecía el correcto, y – "
Ella le puso un dedo contra los labios. "Shhhh. Sólo bésame. "
Durante un segundo, James se quedó congelado, sus músculos parecían incapaces de moverse ante tal supremo alivio. Y entonces, vencido por el miedo irracional de que ella pudiera desaparecer de sus brazos, la aplastó contra él, su boca devorando la de ella con una mezcla de amor y deseo.
"Espera," murmuró James, apartándose ligeramente de ella. Y mientras ella lo miraba confusa, él llevó sus manos a su pelo y le quito una horquilla. "Nunca lo he visto suelto," dijo. "Lo he visto revuelto y con mechones sueltos, pero nunca totalmente suelto, brillando sobre tus hombros.”
Una tras otra, la despojó de todas las horquillas, cada una liberando un largo mechón de pelo pálido y rubio como de oro. Finalmente, cuando todo el cabello se derramaba libre como un torrente por su espalda, él la sostuvo de la mano y la giró despacio, en una vuelta completa. "Eres lo más hermoso que he visto nunca," dijo sin aliento.
Ella se sonrojó. "No seas tonto," masculló. "Yo…"
"Lo más hermoso," repitió él. Cogió entre sus dedos un fragante mechón y se lo llevó sobre sus labios. "Pura seda," murmuró. "Quiero sentir esto cuando me acueste por la noche. "
Elizabeth había pensado que sentía la piel caliente antes, pero ese comentario la llevo directamente a límite. Sus mejillas ardieron, y habría usado su pelo para esconder su rubor de no ser porque James la cogió de la barbilla e inclinó la cabeza para poder examinar sus ojos.
Se inclinó y besó la comisura de su boca. "Pronto no te sonrojarás más. " Le beso la otra comisura. "O tal vez, si tengo suerte, te mantendré sonrojada todas las noches. "
"Te amo," soltó ella, sin saber porqué lo decía ahora, solamente convencida de que tenía que decirlo.
La sonrisa de James se hizo más amplia y sus ojos ardieron de orgullo. Pero en vez de decir algo en respuesta, él ahuecó las manos alrededor de su cara y la atrajo contra él para otro beso, éste más profundo y más íntimo que ninguno anterior.
Elizabeth se derritió contra él, y su calor se filtró en su cuerpo, abasteciendo de combustible un fuego que ya amenazaba con estallar fuera de control. Su cuerpo vibraba de excitación y necesidad, y cuando él la tomó en sus brazos y la llevó hacia el dormitorio, no hizo ni un solo sonido de protesta.
Segundos más tarde cayeron en la cama. Ella sintió que su ropa desaparecía, pieza a pieza, hasta que quedó vestida sólo con su delgada camisa interior de algodón. El único sonido era el de sus respiraciones hasta que James dijo con voz áspera, "Elizabeth… No voy a… No puedo… "
Ella alzó la mirada hacia él, preguntándolo todo con sus ojos.
"Si quieres que me pare,"se las arreglo James para decir, "dímelo ahora. "
Ella se estiró y le acarició la cara.
"Tiene que ser ahora," dijo él con voz ronca, "porque en un minuto no seré capaz de – "
Ella lo besó.
"Oh, Dios," gimió él. "Oh, Elizabeth. "
Debería haberlo hecho parar, lo sabía. Debería haber salido corriendo de la habitación y no haberle permitido acercarse a más de veinte pies de ella hasta que estuviera de pie junto a él en una iglesia como marido y mujer. Pero el amor, descubrió, era una emoción poderosa, y la pasión era aún más veloz. Y nada, ni la compostura, ni un anillo de boda, ni siquiera causar un daño eterno a su reputación y buen nombre, podrían disuadirla de aferrarse a este hombre ahora mismo y animarlo a hacerla suya.
Con dedos temblorosos alcanzó los botones de su camisa. Nunca había tomado antes un papel tan activo en su relación sexual, pero el Cielo la ayudara, ansiaba tocar la piel caliente de su pecho. Deseaba rozar con sus dedos sus músculos poderosos y sentir su corazón que palpitaba de deseo.
Sus manos se arrastraron hacia abajo, a su abdomen y se demoraron allí un momento antes de tirar suavemente de su camisa de lino y sacarla del cinturón de sus pantalones. Con un temblor de orgullo, miró cómo sus músculos temblaban y se tensaban bajo su suave roce, y supo que el deseo de él era demasiado grande para que pudiera contenerlo.
Este hombre, que había perseguido criminales a través de toda Europa, y, según Caroline Ravenscroft, había sido perseguido por innumerables mujeres, quedaba desarmado por su roce -Elizabeth sintió que se le conmovía el corazón. Se sintió tan… tan femenina mientras ella miraba su pequeña mano trazar círculos y corazones sobre los lisos planos de su pecho y su estómago.
Y cuando él contuvo el aliento y gimió su nombre, se sintió infinitamente poderosa.
James permitió que ella lo explorara de esa manera durante un minuto entero antes de que un áspero gruñido se escapara de lo más profundo de su garganta, y se diera la vuelta para quedar de espaldas, arrastrándola junto con él. "Suficiente", jadeó. "No puedo… No… "
Elizabeth tomó esto como un elogio y curvó los labios en una sonrisa misteriosa y sensual. Pero su emoción por sentirse en ventaja fue efímera. Apenas James la hizo rodar a su lado y ya la había hecho rodar de espaldas, y antes de que pudiera completar una respiración, él estaba sentado a horcajadas sobre su cuerpo, contemplándola fijamente con cruda necesidad y una masculina mirada de anticipación.
Sus dedos encontraron los cinco diminutos botones que bajaban entre sus pechos, y con alarmante destreza y velocidad los abrió. "Ah", murmuró, deslizando el vestido sobre sus hombros, "esto era lo que necesitábamos. "
Dejó expuestas las cumbres de sus pechos, y sus dedos acariciaron cosquilleantes la hendidura entre ambos, antes de seguir su camino hacia abajo.
Elizabeth se agarró a las sabanas para impedir cubrirse. Él la contemplaba con tal ardiente intensidad que se sintió húmeda y caliente entre las piernas. Él permaneció así durante casi un minuto, sin ni siquiera levantar un dedo para acariciarla, solo mirando fijamente sus pechos y lamiéndose los labios cuando vio a sus pezones alcanzar su punto máximo y endurecerse.
"Haz algo," jadeó ella, finalmente.
"¿Esto"? preguntó él, suavemente, aplastando una de las puntas con la palma de su mano.
Ella no dijo una palabra, solo jadeó en busca de aire.
"¿Esto? " Él movió la mano al otro pecho, y suavemente le pellizcó el pezón entre el pulgar y el índice.
"Por favor,"rogó ella.
"Ah, debes querer decir esto," dijo él ásperamente, y sus palabras se perdieron cuando se inclinó y se introdujo un pezón en la boca.
Elizabeth soltó un pequeño chillido. Una de sus manos se enroscó alrededor de la sábana en un puño apretado mientras la otra se hundía en el grueso pelo de James.
"Oh, ¿no era esto lo que querías? " bromeó él. "Tal vez debo prestar más atención al otro lado. " Y entonces él lo hizo otra vez, y lo único que Elizabeth podía pensar era que moriría si él no hacia algo para liberar la increíble tensión que crecía dentro de ella.
James se apartó de ella apenas el tiempo suficiente para sacarse de un tirón la camisa por la cabeza, y, mientras tironeaba de su cinturón, Elizabeth se tapó con la delgada sábana.
"No podrás esconderte mucho tiempo," dijo él, con voz gruesa por el deseo.
"Lo sé. " Se sonrojó. "Pero es diferente cuando estas a mi lado. "
Él la miró con curiosidad mientras volvía a meterse en la cama. “¿Qué quieres decir? "
"No puedo explicarlo. " Se encogió impotente de hombros. "Es diferente cuando puedes verme entera. "
"Ah," dijo él, despacio, "¿eso significa que puedo mirarte así?" Con una mirada bromista, tiró de la sabana hasta que dejo al descubierto un hombro sedoso, que comenzó a besar tiernamente.
Elizabeth se retorció y se rió tontamente.
"Ya veo," dijo él, adoptando un exagerado acento extranjero solo para divertirla. "¿Y así? " Se estiró y levantó la sábana de su pie, haciéndole cosquillas en los dedos.
"¡Para! " chilló ella.
Él volvió a tumbarse y le dirigió su mirada más diabólica. "No tenía ni idea de que tenías tantas cosquillas. " Le hizo unas cuantas más. "Esto, evidentemente, es un conocimiento muy importante. "
"Oh, para," jadeó ella, "por favor para. No puedo aguantarlo. "
James la contempló con todo el amor de su corazón.
Había sido tan importante para él hacer que esta primera vez fuera perfecta para ella. Había soñando con ello durante semanas, cómo le mostraria lo exquisito que el amor entre un hombre y una mujer podía ser. Y aunque no se había imaginado a si mismo precisamente haciéndole cosquillas en los dedos del pie, si la había imaginado a ella con una sonrisa en la cara.
Exactamente como ahora mismo.
"Oh, Elizabeth," murmuró, inclinándose para presionar su boca con un suave beso suave, "te amo tanto. Debes creerme. "
"Te creo," dijo ella suavemente, "porque veo en tus ojos, lo que siento en mi corazón. "
James sintió que los ojos se le humedecían con lagrimas, y no tenía palabras para expresar el torrente de emoción que su sencilla declaración había desatado en el. La besó de nuevo, esta vez remontando el contorno de sus labios con su lengua mientras deslizaba la mano hacia abajo, por el costado de su cuerpo.
La sintió ponerse rígida de anticipación, sus músculos respingando bajo su roce. Pero cuando alcanzó el corazón de su feminidad, sus piernas se separaron ligeramente para recibirlo. Jugueteó con sus rizos, y luego, cuando él oyó que su respiración se volvía áspera y superficial se adentró aún más. Ya estaba lista para él, gracias a Dios, porque no estaba seguro de poder esperar un segundo más.
James introdujo la rodilla entre sus piernas para abrirlas aún más y se colocó entre ellas. "Esto puede que te duela," dijo, notando la pena en su voz. "No hay otra forma, pero luego mejora, te lo prometo. "
Ella asintió, y él notó que su cara se había tensado ligeramente por sus palabras. Maldicion. Tal vez no debería haberla advertido. No tenía ninguna experiencia con vírgenes; no tenía la más mínima idea de qué hacer para disminuir el dolor. Lo único que podía hacer era ser suave y lento -lo cual resultaba difícil cuando estaba poseído por el deseo más salvaje que había sentido nunca- y rezar para que fuera lo mejor.
"Shhhh," susurró en su oído, acariciándole con la mano la frente. Avanzó un centímetro más o menos, hasta que el extremo de su virilidad presionó contra ella. "¿Ves? " susurró. "No soy nada extraordinario. "
"Eres enorme," replicó ella.
Para completa sorpresa de ella, una carcajada se le escapo de los labios. "Oh, mi amor, normalmente tomaría esto como el mayor elogio. "
"Pero ahora… " lo acicateó ella.
Sus dedos se deslizaron tiernamente sobre su sien hasta su mandíbula. "Ahora lo único que deseo es que no te preocupes. "
Ella sacudió ligeramente la cabeza. "No estoy preocupada. Un poco nerviosa, quizás, pero no preocupada. Sé que harás que sea maravilloso. Haces que todo sea maravilloso. "
"Lo haré," dijo él, fervientemente contra sus labios. "Te prometo que lo será. "
Elizabeth jadeó cuando él empujó hacia delante entrando en ella. Todo esto parecía muy extraño, y, a la vez, tan correcto, como si ella hubiera nacido para este momento, creada para recibir en su interior a este hombre enamorado.
Las manos de James rodearon la curva sus nalgas, y la inclinó ligeramente. Elizabeth jadeó ante el cambio de posición que hizo que él se deslizara fácilmente hasta alcanzar la prueba de su inocencia.
"Después de esto," dijo él, con voz cálida contra su oído, "serás mía." Y sin esperar una respuesta, él empujó profundamente, capturando su sorprendido "Oh! " con un profundo beso.
Con sus manos aún rodeando sus nalgas, él comenzó a moverse. Elizabeth jadeó con cada penetración, y luego, inconscientemente, comenzó a moverse también, uniéndosele en un ritmo antiguo.
La tensión que había estado vibrando en su interior se hizo más fuerte, más urgente, y ella sintió como si se tensara contra su propia piel. Y entonces algo cambió, y se sintió como si cayera por un acantilado, y el mundo explotara alrededor de ella. Un segundo más tarde, James dio un ronco grito, y sus manos agarraron sus hombros con increíble fuerza. Durante un instante la miró como si se estuviera muriendo, y luego su rostro adquirió un aspecto de absoluta felicidad, y sufrió un colapso encima de ella.
Pasaron varios minutos, y el único sonido era el de sus respiraciones desbocadas mientras se calmaban hasta volver a la normalidad, y entonces James rodó de encima de ella, quedando de lado, abrazándola contra él y acoplándose contra ella como dos cucharas en un cajón. "Esto es," dijo él con voz soñolienta. "Esto es lo que he estado buscando toda mi vida. "
Elizabeth acurrucó su espalda contra su pecho asintiendo, y se durmieron.
Varias horas más tarde, Elizabeth se despertó por el sonido de los pies de James caminando a través del suelo de madera del pabellón de caza. No lo había sentido dejar la cama, pero allí estaba, cruzando el dormitorio, tan desnudo como el día que nació.
Ella se sintió dividida entre el impulso de apartar la vista y la tentación de mirar fija y desvergonzadamente. Terminó por hacer un poco de ambos.
"Mira lo que olvidamos," dijo James, agitando algo en el aire. "La encontré en el suelo. "
"¡La carta de Lady Danbury! "
Él alzó las cejas y regalándole su sonrisa más libertina. "Debo haberla dejado caer en mi prisa por hacerte el amor. "
Elizabeth pensaba que con todo lo que había pasado, él ya no sería capaz de hacerla ruborizar, pero por lo visto se equivocaba. "Solo ábrela," masculló.
Él puso una vela sobre la mesita de noche y se introdujo lentamente en la cama a su lado. Cuando no se movió lo bastante rápidamente para abrir el sobre, Elizabeth se lo quitó y lo rasgó apresuradamente ella misma. Dentro, encontró otro sobre, con las siguientes palabras escritas en el frente:
Estáis haciendo trampas, ¿verdad? ¿Realmente queréis abrir este sobre antes de haberos reconciliado?
Elizabeth se llevó una mano a la boca, y James no se molestó en acallar la risa que burbujeaba en su garganta. "Desconfiada, ¿no? " murmuró.
"Probablemente con razón," confesó Elizabeth. "Casi lo abrimos antes de que nosotros…"
"¿Nos reconciliáramos? " sugirió él con una sonrisa diabólica.
"Sí," masculló ella, "exactamente".
Él señaló el sobre en sus manos. “¿Vas a abrirlo? "
"Oh, sí. Por supuesto. " Con un poco más decoro esta vez, Elizabeth levantó la tapa de sobre y sacó una hoja delicadamente perfumada del papel blanco, doblada con esmero por la mitad. Elizabeth lo desplegó, y, acercando juntos la cabeza a la luz de la vela, leyeron:
Mis más queridos niños,
Sí, es cierto. Mis más queridos niños. Así es como pienso en vosotros, después de todo.
James, no olvidaré nunca el día en que te traje a Danbury House por primera vez. Eras tan receloso, tan incapaz de creer que yo podría quererte por ti mismo. Te abracé todos los días, tratando de mostrarte lo que significa ser familia, y luego, un día, me devolviste el abrazo, y me dijiste, "Te quiero, Tía Agatha. " Y a partir de aquel momento, fuiste como un hijo para mí. Daría mi vida por ti, pero sospecho que ya sabes eso.
Elizabeth, tú entraste en mi vida cuando el último de mis hijos se casó y me abandonó. Desde el primer día, me has enseñado lo que significa ser valiente, leal y fiel a las creencias de uno. Durante estos últimos años ha sido un placer para mi verte florecer y crecer. Cuando viniste por primera vez a Danbury House, eras tan joven, e inexperta y fácil de aturdir. Pero en algún momento a lo largo del camino, has desarrollado un equilibrio interior y un ingenio que cualquier joven mujer envidiaría. No me adulas, y nunca permites que te intimide; es probablemente el mayor elogio que la mujer de un hijo mío puede recibir. Daría todo lo que poseo por llamarte hija mía, pero sospecho, que ya lo sabes.
Asi que ¿era tan extraño que soñara con que vosotros- mis dos personas favoritas os conocierais? Sabía que no podía hacerlo de forma convencional. James, con seguridad, se opondría a cualquier tentativa por mi parte de hacer de casamentera. Es un hombre, después de todo, y por lo tanto tontamente orgulloso. Y sabía que jamás convencería a Elizabeth para viajar a Londres y tener una temporada a mis expensas. Ella nunca participaría en nada que la alejara tanto tiempo de su familia.
Y así nació mi pequeño engaño. Comenzó con una nota a James. Tú siempre querías rescatarme tal y como yo te rescaté a ti una vez, mi niño. Fue bastante fácil idear un complot de chantaje. (Debo desviarme un momento para asegurarte que el complot fue una completa mentira, y todos mis hijos son legítimos y fueron, por supuesto, engendrados por el anterior Lord Danbury. No soy la clase de mujer que se desvía de sus votos matrimoniales.)
Estaba bastante segura de que si podía conseguir que os conocierais, os enamoraríais (raramente me equivoco en esta clase de cosas), pero solamente para plantar la idea en la cabeza de Elizabeth, localicé mi vieja copia de Como casarse con un Marqués. Un tonto libro que nunca debió ser escrito, pero no sabía de qué otra forma hacerla comenzar a pensar en el matrimonio. (En caso de que te lo estés preguntando, Lizzie, te perdono por robar el libro de mi biblioteca. Estabas destinada a hacerlo, por supuesto, así que puedes guardarlo como un recuerdo de tu noviazgo.) [6]
Esta es mi confesión. No os pido perdón, por supuesto, no tengo nada por lo que pedirlo. Supongo que podríais sentiros ofendidos con mis métodos, y normalmente no soñaría con orquestar una situación tan comprometedora, pero estaba claro que ambos sois demasiado obstinados para reconocer la verdad de otra forma. El amor es un regalo precioso, y haríais bien en no desaprovecharlo por un poco de tonto orgullo.
Espero realmente que disfrutéis del pabellón de caza; veréis que he tenido en cuenta cada una de vuestras necesidades. Por favor sentiros libres de pasar la noche; en contra de la creencia popular, no domino el clima, pero rezo al Señor para que se desate una violente tormenta con lluvia torrencial- de la clase de tormentas a la que nunca os aventuraríais a salir.
Podéis agradecérmelo en vuestra boda. Ya os he conseguido una licencia especial a vuestro nombre.
Afectuosamente,
Agatha, Lady Danbury.
Elizabeth se quedó boquiabierta. "No puedo creerlo," jadeó. "Ella lo tramó todo. " James puso los ojos en blanco. "Yo sí puedo creerlo. "
"No puedo creer que pusiera el maldito libro en la biblioteca sabiendo que yo lo cogería."
James asintió. "También puedo creer eso. "
Elizabeth giró la cabeza hacia él, con labios todavía entreabiertos del asombro. "Y hasta tiene una licencia especial. "
"Eso," confesó él, "si que no puedo creerlo. Pero sólo porque yo también obtuve una, y estoy un poco sorprendido de que el arzobispo hiciera un duplicado. "
La carta de Lady Danbury resbaló de la mano de Elizabeth y revoloteó cayendo sobre las sábanas. "¿Hiciste eso? " susurró.
James tomó una de sus manos y se la llevó a los labios. "Cuando estaba en Londres, buscando al falso chantajista de Agatha. "
"Quieres casarte conmigo," jadeó ella. Sus palabras eran una declaración, no una pregunta, pero sonaron como si no pudiera creerlas realmente.
James le lanzó una sonrisa divertida. "Sólo te lo he pedido una docena de veces en los últimos días. "
Elizabeth sacudió su cabeza, como si despertara de un sueño. "Si me lo pides otra vez," dijo pícaramente, " podría darte una respuesta diferente. "
"¿De verdad? "
Ella asintió. "Definitivamente. "
Él recorrió con un dedo el costado de su cuello, su sangre acelerándose cuando vio el modo que su roce la hizo temblar. "¿Y qué te ha hecho cambiar de opinión? " murmuró.
"Algunos podrían pensar," jadeó ella, cuando su dedo siguió bajando, "que tiene algo que ver con que me hayas comprometido, pero si realmente quieres la verdad… "
Él se inclinó, sonriendo lobunamente. "Oh, definitivamente quiero la verdad. "
Elizabeth permitió que él acortara la distancia entre ellos a un mero centímetro antes de decir, "Ha sido por el libro. "
Él se congeló. "¿El libro? "
" Cómo casarse con un Marqués. " Ella arqueó una de sus cejas. "Pienso escribir una edición corregida. "
Él palideció. "Bromeas. "
Ella sonrió y se onduló bajo él. "¿Lo hago? "
"Por favor dime que estas bromeando. "
Ella se recostó un poco más en la cama.
"Te obligaré a confesar que bromeas," gruñó James.
Elizabeth lo alcanzó y lo rodeó con los brazos, sin notar siquiera el trueno que hizo que las paredes temblaran. "Si hazlo, por favor.”
Y James la obedeció.