Capitulo 13

Elizabeth apenas tuvo tiempo de tomar aire antes de que sus brazos se cerraran alrededor de ella. Su boca encontró la suya con una aturdidora mezcla de poder y ternura, y ella se derritió -totalmente- en su abrazo.

De hecho, su último pensamiento coherente fue que la palabra "derretirse" surgía en su mente con bastante frecuencia. Algo en este hombre le provocaba eso. Una de esas intensas miradas suyas- de la clase que insinuaban cosas oscuras y peligrosas, cosas sobre las que ella no sabía nada- y estaba perdida.

Su lengua se introdujo entre sus labios, y sintió su boca abrirse bajo la de él. La exploró completamente, acariciándola profundamente, convirtiendo su aliento en el suyo.

"Elizabeth," dijo con voz áspera. "Dime que lo necesitas. Dímelo. "

Pero ella estaba más allá de las palabras. Su corazón latía desenfrenadamente, sus rodillas temblaban, y una pequeña parte de ella sabía que si decía las palabras, no habría vuelta atrás. Así que tomó la salida cobarde, y arqueó el cuello para otro beso, invitándolo silenciosamente a proseguir con su sensual exploración.

Su boca se deslizó por la línea de su mandíbula, después jugueteó con su oído, y luego se trasladó a la sensible piel de su cuello, y todo el rato sus manos se movían incesantemente. Una se deslizó hacia abajo a la curva de sus nalgas, ahuecándose sobre ellas con exquisita ternura mientras atraía y presionaba suavemente sus caderas contra su excitación. Y la otra se desplazaba hacia arriba, sobre sus costillas, hacia…

Elizabeth dejó de respirar. Cada nervio en su cuerpo se estremecía de anticipación, doliendo con una desgarradora necesidad que nunca había imaginado que existiera.

Cuando su mano envolvió su pecho, no importó que hubiera dos capas de tejido entre su piel y él. Se sintió arder, marcada, y ella supo que pasara lo que pasara, una parte de su alma pertenecería a este hombre para siempre.

James murmuraba algo, palabras de amor y necesidad, pero ella no entendía nada más que el fuerte deseo de su voz. Y entonces sintió que caía lentamente. Su mano en su espalda la sujetaba, pero ella descendía hacia la suave alfombra del suelo de biblioteca.

James gimió algo -algo que sonaba como a su nombre – y era más una plegaria que otra cosa. Y entonces se encontró tumbada sobre su espalda, y a él cubriéndola. Su peso era emocionante y su calor vertiginoso. Pero entonces él arqueó sus caderas hacía delante y notó la verdadera extensión de su deseo por ella, y su trance sensual se rompió.

"James, no," susurró. "No puedo. " Si no paraba esto ahora, no seria capaz de detenerlo después. No sabía cómo tenia ese conocimiento, pero era tan cierto como que se llamaba Elizabeth.

Sus labios se detuvieron, pero su respiración era irregular, y él no se quitó de encima de ella.

"James, no puedo. Desearía…- " Se calló en el último segundo. Dios mío, ¿había estado a punto de decirle que casi lamentaba no poder hacerlo? Elizabeth se ruborizó de vergüenza. ¿Qué clase de mujer era ella? Este hombre no era su marido y nunca lo sería.

"Espera solamente un momento," dijo él, con voz ronca. "Necesito un momento. "

Ambos esperaron mientras su respiración se estabilizaba. Después de unos segundos, él se puso en pie y, siempre como un caballero (aún bajo las circunstancias más adversas), le ofreció la mano.

"Lo siento," dijo ella, permitiendo que la ayudara a levantarse, ", pero si debo casarme… mi marido esperará… "

"No lo digas," gruñó él. "No digas ni una maldita palabra. " Soltó su mano y violentamente se dio la vuelta. Cristo. La había tumbado sobre el suelo. Había estado a punto de hacer el amor con ella, de tomar su inocencia para siempre. Sabía que estaba mal, sabia que estaba más allá del mal, pero no había sido capaz de contenerse. Siempre se había sentido orgulloso de ser capaz de controlar sus pasiones, pero ahora…

Ahora era diferente.

"¿James? " Su voz sonaba detrás de él, dulce y vacilante.

Él no dijo nada, no se atrevía a hablar. Sintió su indecisión; aunque cuando le estaba dando la espalda, podía sentir como se debatía tratando de decidir si decir o no algo más.

Pero que Dios le ayuda, si ella mencionara la palabra "marido" un vez más…

"Espero que no estés enfadado conmigo," dijo ella, con ligera dignidad. “Pero si tengo que casarme con un hombre por su dinero, lo menos que puedo hacer a cambio es llegar a él inocente. " Una breve risa estalló en su garganta,; era un sonido amargo. "Hace que todo ese asunto sea un poco menos sórdido, ¿no crees? "

Mantuvo su voz tan suave y firme como pudo cuando dijo, "Te encontraré un marido. "

"Puede que no sea buena idea. Tú… "

Él se dio la vuelta y explotó, "¡He dicho que te encontraría un maldito marido! "

Elizabeth retrocedió unos pasos hacia la puerta. Su madre decía siempre que no había manera de razonar con un hombre cuando estaba furioso, y ahora que lo pensaba, la señora Seeton había escrito lo mismo. "Hablare contigo de este tema más tarde," dijo quedamente.

James dejó salir un largo y tembloroso suspiro. "Por favor, acepta mis disculpas. No quería decir… "

"Esta bien," dijo ella rápidamente. "De verdad. Aunque quizás debiéramos dejar las lecciones por hoy, considerando… "

Él le lanzó una mirada cuando sus palabras se fueron apagando. "¿Considerando qué? "

Maldito hombre, iba a obligarla a decirlo. Sus mejillas se sonrojaron cuando contestó, "Considerando que ya he besado todo lo que probablemente podría considerarse apropiado antes del matrimonio. " Cuando él no hizo ningún comentario, ella refunfuñó, "Probablemente mucho más. "

Él asintió bruscamente con la cabeza. "¿Tienes la lista de los invitados que llegan mañana? "

Ella parpadeó, sorprendida por el repentino cambio de tema. “La tiene Lady Danbury. Te la puedo hacer llegar por la tarde. "

"La conseguiré por mi cuenta. "

Su tono no invitaba a más comentarios, así que ella abandonó la habitación.


* * *

James se había pasado toda la mañana frunciendo el ceño. Había fruncido el ceño a los criados, había fruncido el ceño a Malcolm, incluso había fruncido el ceño al maldito periódico.

Su paso normalmente suave se tornó en fuertes zancadas y estampidas, y cuando regresó a Danbury House después de un par de horas en los campos, sus botas hacían ruido suficiente como para despertar a los muertos.

Lo que realmente necesitaba era el maldito bastón de su tía. Era infantil por su parte, lo sabía, pero había algo muy satisfactorio en descargar su frustración sobre el suelo. Pero el simple golpeteo de sus pies no era bastante. Con el bastón, él podría hacer un maldito agujero.

Caminó por el gran vestíbulo, aguzando sus oídos al pasar por la puerta ligeramente abierta del salón. ¿Estaría Elizabeth allí dentro? ¿Y qué pensaba de que andara por allí? Tenia que saber que él estaba allí. Debía de estar sorda como una piedra para no haber oído todo el ruido que él había hecho.

Pero en vez de la melódiosa voz de Elizabeth, escuchó la carrasposa voz de su tía. "¡James!"

James soltó un gemido casi inaudible. Si su tía lo llamaba James, significaba que Elizabeth no estaba con ella. Y si Elizabeth no estaba con ella, significaba que Agatha quería hablar con él Lo que nunca presagiaba nada bueno..

Dio un par de pasos hacia atrás y asomó la cabeza por la puerta. "¿Sí"?

"Tengo que hablar contigo. "

James no supo como consiguió no gruñir. “Sí, eso imaginaba. "

Ella golpeó con su bastón. "No hace falta que suenes como si fueras camino a una ejecución."

"Eso depende de la ejecución de quién hablemos," refunfuñó él.

"¿Eh? ¿Qué has dicho? " Golpe, golpe, golpe.

Entró en el cuarto, sus ojos haciendo una rápida exploración por si estaba Elizabeth. No estaba allí, pero Malcolm si, y rápidamente saltó del alféizar y trotó a su lado.

"Dije," mintió James, "que quiero uno de esos bastones. "

Los ojos de Agatha se entrecerraron. "¿Qué les pasa a tus piernas? "

"Nada. Solo quiero hacer un poco de ruido. "

“¿No podías dar simplemente un portazo? "

"Ya lo he hecho," dijo él, con voz suave.

Ella se rió entre dientes. "De mal humor, ¿eh? "

"El peor. "

"¿Te gustaría hablar de por qué? "

"No, a menos que me apuntes con un arma al corazón. "

Esto hizo que ella alzara las cejas. “No deberías provocar así mi curiosidad, James. "

El le sonrió sin humor y se sentó en una silla frente a ella. Malcolm lo siguió y se sentó a sus pies. "¿Necesitabas algo, Agatha? " preguntó.

"¿El placer de tu compañía no es suficiente? "

Él no estaba de humor para juegos, así que se levantó. "Si eso es todo, entonces me marcho. Mis obligaciones como administrador tuyo me reclaman. "

"Siéntate "

Se sentó. Siempre obedecía su tía cuando usaba aquel tono voz. Algunos hábitos eran muy difíciles de romper.

Agatha se aclaró la garganta, eso nunca era buena señal. James se resignó a escuchar una larga charla.

"Mi acompañante ha estado actuando de una forma muy extraña últimamente," dijo ella.

"Oh? "

Ella tamborileó con las yemas de los dedos. “Sí, no es normal en ella. ¿Lo has notado? "

De ninguna manera iba a explicar a su tía los acontecimientos de los últimos días. Ni por todos los infiernos. "No puedo decir que conozca muy bien a la señorita Hotchkiss," contestó él, "así que no puedo ofrecer una opinión. "

"¿De verdad? " preguntó ella, con tono sospechosamente casual. "Pensaba que vosotros dos, en cierto modo, habíais desarrollado una relación de amistad. "

"Y la tenemos. En cierto modo. Ella es una joven muy amable. " Comenzó a sentir arder las puntas de sus orejas. Si el rubor se extendía a sus mejillas, pensó que tendría que abandonar el país. No se había ruborizado en una década.

Pero por otro lado, tampoco había sido interrogado por su tía en todo ese tiempo.

"Sin embargo,"continuó, sacudiendo ligeramente la cabeza de modo que el pelo le cubriera las orejas, "sólo han sido unos días. Por supuesto, no el tiempo suficiente para emitir un juicio sobre su comportamiento. "

"Hmmph. " Hubo un momento de interminable silencio, y entonces la expresión de Agatha cambió abruptamente y preguntó, "¿Cómo avanza tu investigación? ”

James parpadeó una sola vez. Estaba acostumbrado a los repentinos cambios de tema de su tía. "No avanza," dijo sin rodeos. "Hay poco que pueda hacer hasta que el chantajista no haga otra demanda. Ya te he interrogado sobre los criados, y me has asegurado que todos ellos son o demasiado leales o demasiado analfabetos para haber tramado este plan. "

Sus fríos ojos azules se entrecerraron. "No sigues sospechando de la señorita Hotchkiss, ¿verdad? "

"Te sentirás feliz de oír que la he eliminado como sospechosa. "

"¿Qué más has hecho? "

"Nada," confesó James. "No hay nada más que hacer. Como te he dicho, temo que el siguiente movimiento le corresponde al chantajista. "

Lady Danbury dio unos golpecitos con la punta de sus dedos. "O sea, ¿qué me estas diciendo que te ves obligado a permanecer aquí, en Danbury House, hasta que el chantajista haga otra demanda? "

James asintió.

"Ya veo. " Ella se recostó más cómodamente en su sillón. "Entonces parece que lo único puedes hacer es seguir trabajando como mi administrador para que nadie sospeche de tu verdadera identidad. "

"Agatha," dijo él, con voz amenazadora, "¿no me habrás traído aquí solamente para conseguir un administrador gratis? " Ante su mirada ofendida, añadió, "Sé lo tacaña que puedes llegar a ser. "

"No puedo creer que pienses eso de mí," bufó ella.

"Eso y más, querida tía. "

Ella sonrió con demasiada dulzura. "Siempre es agradable que a una la respeten por su inteligencia. "

"Tu astucia es algo que no subestimaría jamás. "

Ella se rió. “Oh, te eduqué bien, James. Realmente te quiero. "

Él suspiró mientras se ponía de pie. Era una vieja astuta, y no sentía remordimiento alguno por entrometerse en su vida y convertirla de vez en cuando en un infierno, pero la quería de verdad. "Entonces regreso a mis obligaciones. No queremos que nadie piense que soy un administrador incompetente. "

Ella lo fulminó con la mirada. Agatha nunca apreciaba el sarcasmo proveniente de cualquiera que no fuera ella.

James le dijo, "Tendrás que avisarme si recibes otra nota del chantajista. "

"En cuanto la reciba," le aseguró ella.

Él hizo una pausa en la puerta. "¿Tengo entendido que tienes planeada una reunión para mañana? "

"Sí, una pequeña recepción al aire libre, ¿por qué? " Pero antes de que él pudiera contestar, ella dijo, "Oh, por supuesto. No quieres ser reconocido. Déjame darte la lista de invitados. " Señaló con la mano al otro lado del salón. "Tráeme esa caja con papeles que está sobre el escritorio. "

James hizo lo que le ordenó.

"Hice bien en cambiarte el nombre, ¿eh? No sería bueno que alguno de los criados mencionara al señor Sidwell. "

James asintió con la cabeza mientras su tía revolvía entre sus papeles. Generalmente era conocido como Riverdale, y había sido así desde que accedió al título a la edad de veinte años, pero su apellido familiar era de conocimiento común.

Agatha soltó un "¡¡Ahá!! " y sacó una hoja del papel de color crema. Antes de entregárselo, lo examinó y murmuró, "Oh querido. Creo que conoces al menos a una de estas personas. "

James leyó rápidamente los nombres, haciendo creer a su tía que su interés en la lista radicaba en su deseo de preservar en secreto su identidad. La verdad, sin embargo, era que quería ver qué hombres figuraban en ella, de entre los cuales se suponía que él iba a elegir un maldito marido para Elizabeth.


Sir Bertram Fellport. Borracho.

Lord Binsby. Jugador empedernido.

Daniel, Lord Harmon. Casado.

Sir Christopher Gatcombe. Casado.

Doctor Robert Gifford. Casado.

Señor William Dunford. Demasiado libertino.

Capitán Cynric Andrien. Muy militar.


"Estos no servirán," gruñó James, resistiendo a duras penas la tentación de arrugar el papel hasta convertirlo en una diminuta e insignificante pelota.

“¿Hay algún problema? " preguntó Agatha.

Alzó la vista sorprendido. Había olvidado completamente que Agatha estaba en la habitación. “¿Te importa si hago una copia? "

"No me explico para que puedes querer una. "

"Solo para mis archivos," improvisó él. "Es muy importante mantener archivos fidedignos. " En realidad, James era de la creencia de que cuanto menos figurara por escrito, mejor. No había nada como un documento escrito para incriminar a una persona.

Agatha se encogió de hombros y le tendió un trozo de papel. "Encontrarás pluma y tinta en el escritorio junto la ventana. "

Un minuto más tarde, James había copiado con esmero la lista de invitados y esperaba a que la tinta se secara. Regresó junto a su tía, diciendo, "Siempre cabe la posibilidad de que el chantajista esté entre tus invitados. "

"Me resulta bastante difícil de creer, pero tú eres el experto. "

Esto hizo que él alzara las cejas asombrado. "¿Realmente te pliegas a mi criterio en un tema? Los milagros nunca cesan. "

"El sarcasmo no te sienta bien, jovencito. " Agatha estiró el cuello para ver el papel que tenia en sus manos. "¿Por qué has omitido los nombres de las mujeres? "

Más improvisación. "Ellas son menos factibles como sospechosas. "

“Tonterías. Tu mismo te pasaste los primeros días jadeando detrás de la señorita Hotchkiss, creyendo… "

"¡No jadeaba detrás de ella! "

"Hablaba metafóricamente, por supuesto. Simplemente quería indicar que al principio sospechaste de ella, así que no entiendo por qué ahora descartas a todas estas otras mujeres como sospechosas. "

"Me ocuparé de ellas una vez que haya terminado con los hombres," refunfuñó James con irritación. Nadie tenía tanta capacidad para arrinconarlo como su tía. "Realmente debo volver a mi trabajo. "

"Vete, vete. " Agatha agitó la mano en el aire, desdeñosamente. "Aunque es sorprendente ver al Marqués de Riverdale apresurándose a desempeñar un humilde trabajo con tal diligencia. "

James solamente sacudió la cabeza.

"Además, Elizabeth llegará de un momento a otro. Estoy segura de que ella será mejor compañía de lo que tú has sido. "

"Sin duda. "

"Vete. "

Se fue. Para ser sincero, no le apetecía en absoluto encontrarse con Elizabeth en ese momento. Necesitaba tiempo para repasar la lista primero, y preparar sus argumentos acerca de lo inconvenientes que la mayor parte -es decir, todos- los hombres eran.

Y eso le llevaría un poco de trabajo, ya que dos de ellos eran hombres a los que James siempre había llamado amigos.


* * *

Elizabeth iba de regreso a su casa por la tarde cuando se chocó con James, que salía de su pequeña vivienda. Se había sentido tentado de tomar una ruta alternativa al camino principal, pero la había descartado como una cobardía. Siempre pasaba por delante de la vivienda del administrador cuando ella regresaba a casa, y no iba a desviarse de su camino solo por si James pudiera estar en casa en vez de en los campos o visitando a un arrendatario, o cumpliendo con cualquiera de las mil obligaciones para las que había sido contratado.

Y entonces allí estaba él, saliendo por la puerta de su alojamiento, justo cuando ella pasaba por delante.

Elizabeth tomó nota mental de no volver a depender nunca de su suerte.

"Elizabeth," prácticamente ladró él. "He estado buscándote. "

Una mirada a su expresión colérica y decidió que era un momento excelente para inventar una emergencia de ‘vida-o-muerte’ en su casa. "Me gustaría charlar," dijo ella, intentando escabullirse por delante de él, "pero Lucas está enfermo, y Jane…"

"Él no parecía enfermo ayer. "

Ella trató de sonreír dulcemente, pero era difícil hacerlo con los dientes apretados. "Los niños pueden enfermar muy rápidamente. Si me disculpas. "

Él la agarró por el brazo. "Si estuviera realmente enfermo, no habrías venido a trabajar hoy."

Oh, demonios. Ahí la había pillado. "No he dicho que estuviera terriblemente enfermo," masculló, "pero me gustaría atenderle, y…- "

"Si no está demasiado enfermo, entonces seguramente puedes dedicarme un par de minutos. " Y entonces, antes de que ella tuviera oportunidad siquiera de negarlo, la había agarrado por el codo y metido de un tirón en su casa.

"¡Señor Siddons! " chilló ella.

Él dio una patada a la puerta, cerrándola. "Pensé que ya habíamos superado lo de señor Siddons. "

"Hemos vuelto a retroceder," siseó ella. "Suéltame. "

"Deja de actuar como si estuviera a punto de violarte. "

Ella lo fulminó con la mirada. "No creo que sea tan imposible. "

"Santo Dios," dijo él, pasándose una mano por el pelo. "¿Cuándo has desarrollado esta vena tan melodramática? "

"¡Cuándo me obligaste a entrar en tu casa! "

"No lo habría hecho si tú no hubieras mentido sobre tu hermano. "

Elizabeth se quedó boquiabierta, y se le escapo un quejido ultrajado. "¡Cómo te atreves a acusarme de mentir! "

"¿No has mentido? "

"Bueno, sí," confesó ella, con irritación, "pero sólo porque eres un bárbaro grosero y arrogante que no acepta un no por respuesta. "

"Negarse a aceptar una negativa por lo general garantiza un resultado positivo," contestó él, con voz tan condescendiente que Elizabeth tuvo que agarrarse la falda para no darle un bofetón.

Con la voz y los ojos convertidos en puro hielo, ella dijo, “Parece ser que mi única posibilidad de escapatoria consiste en permitirte hablar. ¿Qué deseabas decirme? "

Él agitó un papel delante de ella. “Obtuve esto de Lady Danbury. "

"Su carta de despido, espero," refunfuñó ella.

Él lo dejó pasar. "Es la lista de invitados de Lady Danbury. Y lamento informarte de que ninguno de estos caballeros es aceptable. "

"Oh, y supongo que los conoces a todos ellos personalmente," se mofó ella.

"De hecho, si. "

Ella le arrancó el papel de la mano, rasgando una esquina en el proceso. "Oh, por favor," dijo burlonamente. "Hay dos Lores y un Sir. ¿Cómo puedes conocerlos? "

"Tu hermano es un Sir," le recordó él.

"Sí, pues tu hermano no," replicó ella.

"Eso tu no lo sabes. "

Elizabeth sacudió la cabeza. "¿Quién eres? "

"Mi hermano no es un Sir," dijo él, con voz enojada. "Ni siquiera tengo un hermano. Simplemente quería resaltar el hecho de que tienes el desafortunado hábito de llegar a conclusiones sin comprobar los hechos. "

"¿Qué," dijo ella, tan despacio que él supo que su genio pendía de un hilo, "tienen de malo estos hombres? "

"Tres de ellos están casados. "

Su mandíbula tembló, probablemente de rechinar los dientes. "¿Qué le pasa a los invitados solteros? "

"Bien, en primer lugar. Este" – señaló a Sir Bertram Fellport-"es un borracho. "

"¿Estás seguro? "

"No puedo permitir, en conciencia, que te cases con un hombre que abusa del alcohol. "

"No has contestado a mi pregunta. "

Maldición, ella era tenaz. "Sí, estoy seguro de que es un borracho. Y además mezquino. "

Ella bajo la vista al papel rasgado que sostenía en su mano. "¿Y Lord Binsby? "

"Es un jugador. "

"¿En exceso? "

James asintió, comenzando a divertirse con esto. "Demasiado. Y es gordo. "

Ella señaló a otro. "Y qué me dices de… "

"Casado, casado, y casado. "

Ella alzó la vista bruscamente. "¿Los tres? "

Él asintió. "Y uno de ellos hasta felizmente. "

"Bien, eso ciertamente contraría la tradición," refunfuñó ella.

James rehusó hacer comentario alguno.

Elizabeth soltó un largo suspiro, y él notó que sus suspiros estaban a medio camino entre el enojo y el cansancio. “Esto todavía nos deja con el señor William Dunford y el Capitán Cynric Andrien. ¿Supongo que uno es deforme y el otro un simplón? "

Se sintió profundamente tentado de estar de acuerdo con ella, pero una mirada a Dunford y al capitán y ella sabría inmediatamente que él la había estado engañando. “Ambos son considerados, por lo que sé, atractivos e inteligentes," admitió él.

"¿Entonces cuál es el problema? "

"Dunford es un libertino. "

"¿Y? "

"Seguro que te será infiel. "

"No soy precisamente un premio, James. No puedo esperar la perfección. "

Sus ojos relampaguearon. “Deberías esperar fidelidad. Deberías exigirla. "

Ella lo miró incrédula. “Sería bonito, estoy segura, pero no parece tan importante como… "

"Tu marido," gruñó él, "te será fiel o responderá ante mi. "

Los ojos de Elizabeth se desorbitaron, se le aflojó la mandíbula, y entonces se colapsó en un ataque de risa.

James se cruzó de brazos y la fulminó con la mirada. No estaba acostumbrado a que se rieran de su caballerosidad.

"Oh, James," jadeó ella, "lo siento mucho, y ha sido encantador por tu parte. Casi," se enjuagó los ojos, " lo suficientemente encantador como para perdonarte el haberme secuestrado. "

"No te he secuestrado," dijo él hoscamente.

Ella agitó la mano. “¿Cómo demonios esperas defender mi honor una vez que esté casada? "

"No te vas a casar con Dunford," refunfuñó él.

"Si tú lo dices," dijo ella, tan seria y tan cuidadosamente que él supo que se moría por reírse otra vez. “Muy bien, ¿ por qué no me dices qué pasa con el Capitán Andrien? "

Hubo una larga pausa. Verdaderamente larga. Finalmente James soltó, "Anda encorvado. "

Otra pausa. "¿Lo dejas fuera solo porque anda encorvado? " preguntó ella incrédulamente.

"Es un signo de debilidad interior. "

"Ya veo. "

James se dio cuenta de que Andrien iba a tener que hacer algo más que andar encorvado. "Por no mencionar," añadió, haciendo una pausa mientras ideaba una mentira conveniente, “que le vi una vez gritar a su madre en público. "

Elizabeth, evidentemente, no pudo dar una respuesta. James no sabía si era debido a sus esfuerzos por contener su risa o a una completa estupefacción.

Y no estaba muy seguro de querer averiguarlo.

"Er, fue de lo más irrespetuoso," añadió.

Sin advertencia previa, ella extendió la mano y le rozó la frente. "¿Tienes fiebre? Me parece que tienes fiebre. "

"No tengo fiebre. "

"Actúas como si tuvieras fiebre. "

"¿Vas a meterme en la cama y a cuidarme bondadosamente si tengo fiebre? "

"No. "

"Entonces no tengo fiebre. "

Ella dio un paso atrás. "En ese caso, debería irme. "

James se recostó contra la pared, completamente agotado. Ella causaba ese efecto en él, comprendió. Cuado no lo tenia sonriendo ampliamente como un idiota, lo ponía furioso. Y cuando no estaba furioso, entonces estaba invadido por la lujuria. Y cuando estaba invadido por la lujuria…

Bien, esa era una cuestión aparte.

La observó mientras abría la puerta, hipnotizado por la delicada curva de su mano enguantada.

"¿James? ¿James? " Sobresaltado, levantó la cabeza.

"¿Estas seguro de que el Capitán Andrien camina encorvado? "

Él asintió, sabiendo que al día siguiente quedaría como un mentiroso, pero con la esperanza de idear para entonces otra mentira más inteligente que remendase esta.

Ella frunció los labios.

Se le encogió el estomago y luego dio un vuelco.

"¿No te parece raro? ¿Qué un militar ande encorvado? "

Él se encogió de hombros. "Ya te he dicho que no te casaras con él. "

Ella emitió un gorjeo divertido. "Puedo mejorar su postura. "

El sólo pudo sacudir la cabeza. "Eres una mujer increíble, Elizabeth Hotchkiss. "

Ella hizo una inclinación con la cabeza como despedida y salió por la puerta. Antes de que se cerrara, sin embargo, volvió a asomar la cabeza. "Oh, ¿ James? "

Él alzó la vista.

"Ponte derecho. "

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