Elizabeth llegó Danbury House antes que de costumbre a la mañana siguiente, esperando poder colarse en la biblioteca y devolver el libro antes de que Lady Danbury terminara de desayunar. Lo único que quería era alejar el maldito libro de su vista y de sus manos para siempre.
Había visualizado la escena en su mente cien veces. Deslizaría Cómo casarse con un Marqués en su correspondiente estante y cerraría la puerta de la biblioteca firmemente tras ella. Y eso, rezó, sería todo.
"No me has causado más que aflicción," susurró a su cartera.
Santo cielo, se estaba convirtiendo en una verdadera idiota. Le estaba hablando a un libro. ¡Un libro! Eso no tenía ningún poder, no iba a cambiar su vida, y ciertamente no iba a contestarle aún cuando ella fuera lo bastante estúpida para lanzar palabras en su dirección.
Era solamente un libro. Un objeto inanimado. El único poder que poseía era el que ella decidiera concederle. Sólo sería importante en su vida si ella así lo decidía.
Por supuesto, eso no explicaba por qué siempre medio esperaba que brillara en la oscuridad cuando ella miraba detenidamente su cartera. Caminó de puntillas por el pasillo, por primera vez en su vida malditamente agradecida por la firme adhesión de Lady Danbury a la rutina.
La condesa estaría aproximadamente a medio desayuno ahora mismo, lo que significaba que Elizabeth tendría más o menos veinte minutos antes de que su patrona apareciera en la salita.
Dos minutos para deslizar de nuevo el libro en la biblioteca, y dieciocho para calmarse.
Elizabeth tenía la mano dentro de su cartera y comenzó a agarrar el libro mientras giraba la esquina. La puerta de la biblioteca estaba entornada. Perfecto. Menos ruido que hacer, menos probabilidades de que alguien se topara con ella. No es que hubiera mucha actividad en esta parte de la casa antes de que Lady D terminara su desayuno, pero de todos modos, uno nunca era demasiado cuidadoso.
Se deslizó de costado por la abertura de la puerta, la mirada clavada en el anaquel donde ella había encontrado el libro a principio de la semana. Todo lo que tenía que hacer era cruzar el cuarto, poner el libro en su sitio, y salir. Sin desvíos y sin paradas innecesarias.
Sacó el libro, con los ojos enfocados en el anaquel. Dos pasos más, y-
"Buenos días, Elizabeth. "
Gritó.
James retrocedió ligeramente de la sorpresa. "Mis más profundas disculpas por asustarla. "
"¿Qué hace aquí? " exigió ella.
"Está temblando," dijo él con una voz preocupada. "Realmente la asusté, ¿verdad? "
"No," dijo ella, con voz demasiado alta. "Es solamente que no esperaba encontrar a nadie. La biblioteca suele estar por lo general vacía a estas horas de la mañana. "
Él se encogió de hombros. "Me gusta leer. Lady Danbury me dijo que podía hacer uso libremente de su colección. Y, ¿qué lleva en la mano? "
Elizabeth siguió su mirada hasta su mano y jadeó. Dios santo, aún tenía el libro en la mano. "No es nada," soltó, tratando de volver a meterlo en su cartera. "Nada". Pero sus nervios volvieron torpes sus dedos, y el libro cayó al suelo.
"Es el libro que trataba de ocultarme el otro día," dijo él con un destello triunfante en lo ojos.
"¡No lo es! " prácticamente gritó ella, tirándose al suelo para cubrirlo. "Es solamente una novela tonta que tomé prestada, y – "
"¿Es buena? " dijo él arrastrando las palabras. "Me gustaría leerla. "
"La odiaría," dijo ella rápidamente. "Es un romance. "
"Me gusta el romance. "
"Por supuesto, a todo el mundo le gusta el romance," dijo ella, absurdamente "pero, ¿realmente quiere leer sobre ello? Creo que no. Es muy melodramático. Se aburriría enormemente. "
“¿Usted cree? " murmuró él, esbozando una media sonrisa con la comisura de su boca.
Ella asintió frenéticamente. "Como se suele decir, es un libro para mujeres. "
"Eso es bastante discriminatorio, ¿no cree? "
"Trato solamente de ahorrarle tiempo. "
Él se puso en cuclillas. "Eso es muy considerado por su parte. "
Ella cambió de posición de modo que pudiera sentarse directamente sobre el libro. "Está bien ser considerado. "
Él se acercó, sus ojos brillaban. "Esta es una de las cosas que más me gustan de usted, Elizabeth. "
"¿Cuál? " graznó ella.
"Su consideración. "
"Lo dudo," replicó ella, mordiendo prácticamente las palabras. “Solamente ayer pensaba que yo chantajeaba a Lady Danbury. ¿Cómo de considerado es eso? "
"Trata de cambiar de tema," la reprendió él, "pero solamente para que conste, ya había decidido que usted no era el chantajista. Es cierto que era la principal sospechosa, después de todo, tiene bastante libre acceso a las pertenencias de Lady Danbury, pero uno no necesita pasar demasiado tiempo en su compañía para hacer una exacta evaluación de su carácter.”
"Qué considerado por su parte," dijo ella, acerbamente.
"Bájese del libro, Elizabeth," le ordenó él.
"No. "
"Bájese del libro. "
Ella gimió audiblemente. Era imposible que su vida hubiera llegado a este punto. "Mortificación" no comenzaba, ni siquiera, a describir el estado de su mente. Y "remolacha" no podía comenzar a describir el estado de sus mejillas.
"Sólo lo está empeorando. " Estiró una mano, y de alguna manera consiguió agarrar una esquina del libro.
Ella inmediatamente hizo más fuerza hacia abajo. "No voy a moverme. "
Él la miró con lascivia y meneó los dedos. "No voy a quitar la mano. "
"Es usted un libertino," dijo ella, sin aliento. "Acariciando el trasero de una señora. "
Él se inclinó hacia delante. "Si yo estuviera acariciando su trasero, tendría en la cara una expresión decididamente diferente. "
Ella lo golpeó en el hombro. Era probablemente lo mínimo que merecía, pensó James, pero que lo condenaran si abandonara la biblioteca sin conseguir echar un buen vistazo a su pequeño libro rojo.
"Puede insultarme todo lo que quiera," dijo ella, en tono altivo, "pero no surtirá efecto. No me muevo. "
"Elizabeth, comienza a parecer una gallina tratando de incubar un libro. "
“Si fuera un caballero… "
"Oh, pero hay un tiempo y un lugar para la caballerosidad, y este no es uno de ellos. " Empujó los dedos más lejos bajo ella, consiguiendo asir unos centímetros más del libro con la mano. ¡Un empujón más, y él debería ser capaz de enganchar con el pulgar el borde del libro.¡Y entonces sería suyo!
Elizabeth apretó la mandíbula. "Saque su mano de debajo de mí," dijo ella, rechinando los dientes.
Él hizo lo contrario, agitando los dedos hasta conseguir agarrar otro centímetro. "Es una hazaña notable, realmente, que pueda decir eso con los dientes apretados. "
"¡James! "
Él alzó su mano libre. “Sólo un momento, por favor. Me estoy concentrando. "
Mientras ella lo fulminaba con la mirada, él enganchó con el pulgar el borde superior del libro. Sus labios se extendieron en una letal sonrisa. "Está acabada, señorita Hotchkiss. "
"Que está- ¡Aaaaaaaaccccccck! "
Con un gran tirón, él liberó el libro de debajo de ella, tirándola de espaldas.
"¡Nooooooooooo! " gritó ella, sonando como si el mismo destino del mundo dependiera de su capacidad de recuperar su libro.
James corrió a través de la habitación, sosteniendo el libro alto, triunfalmente. Elizabeth era bastante más baja que él; nunca sería capaz de alcanzarlo.
"James, por favor," rogó ella.
Él negó con la cabeza, deseando no sentirse tan canalla; la expresión del rostro de Elizabeth era de las que rompían el corazón. Pero había estado intrigado por el libro durante días, y él había llegado tan lejos, que giró la cabeza, enderezó el libro, y leyó el título.
Cómo casarse con un Marqués.
Parpadeó. Seguramente ella no sabía… no, no podía conocer su verdadera identidad.
"¿Por qué ha tenido que hacer esto? " dijo ella con voz ahogada. "¿Por qué ha tenido que hacerlo? "
Él inclinó la cabeza hacia ella. "¿Qué es esto? "
"¿Qué parece que es? " le espetó ella.
"Yo… ah… No sé. " Sosteniendo aún el libro en alto, él lo abrió y hojeó unas páginas. "Parece más bien una guía, en realidad. "
"Entonces eso es lo que es," replicó. "Ahora por favor, démelo. Tengo que devolvérselo a Lady Danbury. "
"¿Este pertenece a mi – a Lady Danbury? " preguntó él, con incredulidad.
"¡Sí! Ahora devuélvamelo. "
James sacudió la cabeza, girando la cabeza hacia el libro, y luego volviendo su mirada hacia Elizabeth. “¿Pero por qué necesitaría ella un libro como este? "
"No lo sé," dijo ella, casi llorando. "Es viejo. Tal vez lo compró antes de casarse con Lord Danbury. Pero por favor, déjeme simplemente ponerlo sobre su anaquel antes de que ella regrese del desayuno. "
"En un momento. " Él volvió otra página y leyó:
No debe separar nunca los labios cuando sonría. Una sonrisa sin dientes es infinitamente más misteriosa, y su tarea es fascinar a su Marqués.
"¿Es por esto por lo qué ellas siempre hacen eso? " murmuró él. Echó un vistazo a Elizabeth. "El Edicto número doce explica mucho. "
"El libro," gruñó ella, extendiendo la mano.
"Por si acaso está interesada," dijo él con un expresivo gesto de la mano, “prefiero a una mujer que sabe sonreír. Esto" – estiró los labios apretados en una burlona parodia de sonrisa – "apenas puede calificarse como tal. "
"No creo que la señora Seeton quisiera que hiciera esto. " Ella imitó su exagerada expresión. "Creo que más bien se refería a algo así. " Esta vez ella curvó los labios en una delicada medio sonrisa, que envió un escalofrío a lo largo de la espina dorsal de James, directa hacia su-
"Sí," él dijo, con una tos, "eso es bastante más eficaz. "
"No puedo creer que esté hablando de esto con usted," dijo ella, más para si misma que para él. “¿Podemos simplemente, por favor, devolver el libro a su sitio? "
"Tenemos al menos diez minutos antes de que Lady Danbury termine su desayuno. No se preocupe.” devolvió su atención al pequeño libro rojo. "Encuentro esto fascinante. "
"Yo no," gruñó ella.
James volvió su atención hacia Elizabeth. Estaba de pie tan tiesa como un palo de escoba, con las manos apretadas en puños a los lados. Sus mejillas coloreadas con dos rosetones de indignación. "Está enfadada conmigo," dijo él.
"Su poder de observación es asombroso. "
"Pero yo sólo estaba bromeando. Debe saber que nunca fue mi intención ser insultante. "
Su mirada se endureció un poco más. "¿Me ve reírme? "
"Elizabeth," dijo él, aplacadoramente, "era sólo sana diversión. Seguramente no tomará este libro en serio. "
Ella no contestó. El silencio en el cuarto se tornó denso, y James vio un destello de dolor en aquellos ojos de zafiro suyos. Las comisuras de sus labios temblaron, entonces ella los apretó, y ella miró a lo lejos. "Oh, Dios," exhaló él, pequeñas punzadas de culpa abriéndose paso en su pecho. "Lo siento. "
Ella irguió la barbilla, pero él podía ver como se esforzaba por suprimir la emoción de su rostro cuando dijo, "¿Podemos dejarlo ya? "
Silenciosamente, él bajó los brazos y le dio el libro. Ella no se lo agradeció, solamente lo tomó y lo sostuvo cerca de su pecho.
"No sabía que buscaba un marido," dijo él suavemente.
"Usted no sabe nada sobre mí. "
Él gesticuló torpemente hacia el libro. “¿Ha sido de utilidad? "
"No. "
El tono monocorde de su voz fue como un derechazo en su estomago. James de repente se dio cuenta, de que iba a tener que hacerlo mucho mejor. Tenía que borrar la expresión sin vida de sus ojos, devolver la melodía a su voz. Tenía que oír su risa, oírla reír de alguna pequeña broma suya.
No sabía por qué. Solamente sabía que era algo que tenía que hacer.
Se aclaró la garganta y preguntó, "¿Hay alguna forma en la que pudiera auxiliarla? "
"¿Disculpe? "
"¿Puedo ayudarla de algún modo? "
Ella lo miró con recelo. "¿Qué quiere decir? "
Los labios de James se entreabrieron ligeramente mientras trataba de imaginar como diablos contestar. “Solamente que…, bien, resulta que se una o dos cosas sobre encontrar un marido – o más bien, en mi caso, una esposa. "
Los ojos de Elizabeth casi se salieron de sus órbitas. "¡¿Está casado?! "
"¡No! " dijo él, sorprendiendo incluso él mismo por la fuerza de su respuesta.
Ella se relajó visiblemente. "Oh, gracias a Dios. Porque usted… usted… "
"¿Por que la besé? "
"Sí," refunfuñó ella, con las mejillas ruborizándose sobre el sonrojo anterior.
Él extendió la mano y posó los dedos bajo su barbilla, obligándola a alzar la vista hacia él. "Si yo estuviera casado, Elizabeth, puede estar segura de que no perdería el tiempo con otra mujer. "
"Qué… considerado de su parte. "
"Lo único que quería decir era que si verdaderamente está buscando marido, me sentiría feliz de echarle una mano de cualquier modo posible. "
Elizabeth simplemente lo contempló, incapaz de creer la ironía del momento. Aquí estaba ella, de pie frente al hombre por el que se había pasado toda la noche anterior llorando, ¿y él se ofrecía a ayudarla a encontrar otro hombre con el que casarse? "Esto no puede estar ocurriendo," dijo para si misma. "Simplemente no puede estar ocurriendo. "
"No veo por qué no," dijo él suavemente. "La considero una amiga, y – "
"¿Cómo diablos podría ayudarme? " inquirió ella, preguntándose qué demonios le sucedía para continuar con el tema. "Es nuevo en el distrito. No puede presentarme a ningún candidato conveniente. “Y,” añadió, gesticulando hacia él, "evidentemente no está muy versado en el arte de vestir elegantemente y a la moda. "
Él dio un par de pasos hacia atrás. "¡Perdone! "
"Sus ropas son de calidad, pero evidentemente son de hace varios años. "
"También lo son las suyas," dijo él con una sonrisa satisfecha.
"Lo sé," dijo ella, con irritación. "Por eso necesito la ayuda de alguien que sepa de lo que estamos hablando. "
James ladeó la cabeza tensamente a un lado y luego la enderezó, tratando de suprimir una réplica. La impertinente chiquilla debería ver su armario en Londres. Lleno en abundancia de trajes, todos impecablemente cortados y a la última moda, y nada de esos trajes de ‘petimetre’ llenos de rayas, volantes y ridículos estampados. "¿Por qué tiene tantas ganas de casarse? " le preguntó, decidiendo que era más importante clarificar su situación que defender su atuendo.
"Eso no es de su incumbencia.”
"No estoy de acuerdo. Si voy a ayudarla, ha de ser de mi incumbencia. "
"No he accedido a permitir que me ayudara," replicó ella.
Sus ojos se fijaron en el libro. “¿Tiene que ser un marqués? "
Ella parpadeó, perpleja. "¿Perdón? "
"¿Tiene que ser un marqués? " repitió él. "¿Debe tener un título? ¿Es eso muy importante para usted?"
Ella retrocedió un paso y dijo en tono estridente. "¡No!".
James sintió que sus músculos se relajaban. No se había percatado de lo tenso que estaba, o de lo importante que su respuesta negativa era para él. Durante toda su vida, había sido dolorosamente consciente que era su posición lo que importaba, no su personalidad. Su padre nunca lo había llamado su hijo, sólo su heredero. El anterior marqués no sabía relacionarse con un niño; había tratado a James como un adulto en miniatura. Cualquier trasgresión infantil era vista como un insulto al título, y James había aprendido rápidamente a ocultar su personalidad, normalmente exuberante, encubierta bajo una máscara de sosegada obediencia cuando estaba en compañía de su padre.
En la escuela había sido popular -los chicos con su encanto y su capacidad atlética por lo general lo eran – pero le había llevado algún tiempo distinguir a los verdaderos amigos de aquellos que lo veían como un medio para mejorar de vida y posición social.
Y luego en Londres -¡Dios bendito! Podría haber tenido dos cabezas y joroba por lo que respectaba a todas aquellas señoras. "El marqués, el marqués," había oído que susurraban. "Es un marqués. Tiene una fortuna. Vive en un castillo. " Su aspecto y su juventud habían sido resaltados como una bendición, pero nunca, ni una vez, había oído a alguien hace mención de su ingenio, su sentido del humor, o siquiera a su sonrisa.
Pensándolo bien, Elizabeth Hotchkiss era la primera mujer con la que se había topado en mucho tiempo a quién parecía gustarle por él mismo.
Volvió la vista a ella. "¿Nada de marqueses? " murmuró. "¿Por qué, entonces, el libro? "
Sus manos, convertidas en puños, temblaron a sus costados, y lo miró como si fuera a darle una patada al suelo en cualquier momento. “Porque estaba aquí. No tengo ni idea de porque no lo titularon Cómo casarse con un caballero sin título, pero con algo de fortuna y razonablemente buen caracter."
James tuvo que reírse de eso.
"Pero, dudo que yo pudiera atraer a un caballero con título en primer lugar," añadió ella. "No tengo ninguna dote, y ciertamente no soy un diamante de primera agua.”
Discrepaban en eso, pero él sospechó que ella no lo creería aunque se lo dijera. “¿Tiene a algunos candidatos en mente? " preguntó.
Ella hizo una pausa durante un largo y revelador instante antes de contestar, "No".
"Entonces sí tiene a un hombre en mente," dijo él, con una sonrisa.
Otra vez, ella permaneció silenciosa durante varios segundos antes de contestar, en un tono que le dijo que su vida estaría en peligro si insistía en el tema, "No es adecuado. "
"¿Y en qué consiste ser adecuado? "
Ella suspiró cansadamente. "No quiero sufrir maltratos, ni que me abandonen – "
"Vaya, vaya, somos ambiciosos. "
"Olvide que he dicho algo," estalló ella. "No sé por qué estoy hablando de todo esto con usted, de todos modos. Obviamente no tiene ni idea de lo que es sentirse desesperado, carecer de opciones, saber que no importa lo que hagas- "
"Elizabeth," dijo él, suavemente, extendiendo la mano y agarrando sus dedos. "Lo siento. "
"Tiene que tener dinero," dijo ella, apagadamente, bajando la mirada a sus manos cogidas. "Necesito el dinero. "
"Ya veo. "
"Dudo que lo haga, pero probablemente es suficiente para usted saber que soy pobre."
"¿Lady Danbury no le paga lo bastante para mantenerse? " le preguntó, con calma.
"Si lo hace, pero no es bastante para mantener a mis hermanos menores. Y Lucas debe ir a Eton. "
"Sí," dijo él, distraídamente "el muchacho debería ir. Es baronet, ¿no me dijo eso? "
"No, no se lo dije, pero sí, lo es. "
"Debe habérmelo dicho Lady Danbury. "
Ella se encogió de hombros y exhaló un gran suspiro mezclado con una risita burlona. "Eso es de conocimiento general. Somos el ejemplo oficial del distrito de la pequeña nobleza empobrecida. Así que ya ve, no soy precisamente casadera. Todo lo que tengo que ofrecer es el linaje de mi familia. Y ni siquiera este es terriblemente impresionante. No es como si fuera de los más encumbrados de la nobleza. "
"No," reflexionó él, "pero uno pensaría que muchos hombres estarían deseosos de casarse y emparentar con la pequeña nobleza local, sobre todo con una rama titulada. Y tiene la bonificación de ser bastante hermosa. "
Ella alzó la vista bruscamente. "Por favor no sea condescendiente. "
Él sonrió con incredulidad. Evidentemente ella no tenía ni idea de sus encantos.
"Me han dicho que soy razonablemente bonita – " comenzó ella.
Bien, quizás alguna idea sí.
" – pero hermosa es una verdadera exageración. "
Él agitó la mano, desechando su protesta. "Tendrá que confiar en mí en este aspecto. Como decía, estoy seguro de que deben haber varios hombres en el distrito a los que les gustaría casarse con usted. "
"Hay uno," dijo ella, con desagrado. "Un hacendado local. Pero es viejo y gordo, y mezquino. Mi hermana más pequeña ya me ha dicho que se escapará a un orfanato si me caso con él. "
"Ya veo. " James se frotó la barbilla, buscando una solución para su dilema. Era un delito que tuviera que casarse con algún viejo hacendado asqueroso que le triplicara la edad. Quizás había algo que él pudiera hacer. Él tenía bastante dinero como para enviar a su hermano a Eton mil veces.
O más bien, el Marqués de Riverdale lo tenía. James Siddons, un Simple Caballero, se suponía que tenía poco más que la ropa que vestía.
Pero quizás pudiera arreglar algún tipo de donación anónima. Seguramente Elizabeth no sería tan orgullosa como para rechazar un inesperado golpe de suerte. No dudó que rechazaría un regalo por sus principios, pero no cuando el bienestar de su familia estaba en juego.
James tomó nota mental de ponerse en contacto con su abogado cuanto antes.
"De este modo," dijo ella, con una risa incómoda, "a menos que usted tenga una fortuna escondida, realmente no veo como puede ayudarme. "
"Bien," él dijo, evitando mentir rotundamente, "había pensado en ayudarla de una manera diferente. "
"¿Qué quiere decir? "
Él eligió sus palabras con cuidado. “Conozco un poco el arte del flirteo. Antes de buscar empleo, yo era… bien, no exactamente parte, pero sí intervine en la escena social. "
"¿En Londres? " preguntó ella, con sospechosa. "¿Con la alta sociedad? "
“No entenderé jamás las complejidades de una temporada de Londres," dijo él, enfáticamente.
"Oh. Bueno, eso no importa, supongo, porque carezco de los fondos necesarios para una temporada. " Lo miró y le ofreció una sonrisa pesarosa. "Y aunque los tuviera, de todos modos, serian para la educación de Lucas. "
Él la contempló, demorándose en la visión de aquel delicado rostro ovalado y los grandes ojos azules. Ella tenía que ser la persona menos egoísta que había conocido nunca. "Es una buena hermana, Elizabeth Hotchkiss," dijo él, quedamente.
"En realidad no," dijo ella, con voz triste. “A veces me siento tan resentida. Si fuera mejor persona – "
"Tonterías," la interrumpió él. "No hay nada malo en sentir cólera por la injusticia. "
Ella se rió. "Esto no es injusticia, James, es simple pobreza. Estoy segura de que lo entiende. "
En toda su vida le había faltado el dinero a James. Cuando su padre estaba vivo, le habían concedido una monstruosamente enorme asignación. Y después, cuando heredó el título, este llevaba consigo una aún más monstruosamente enorme fortuna.
Elizabeth inclinó la cabeza y miró fijamente hacia fuera, a través de la ventana, donde una suave brisa agitaba las hojas del olmo favorito de Lady Danbury. "A veces", susurró, "deseo… "
"¿Qué desea? " preguntó James, con interés.
Ella sacudió ligeramente la cabeza. "No importa. Y realmente debo ir a ver a Lady Danbury. Llegará a la salita en cualquier momento y estoy segura de que me necesitará. "
"¡Elizabeth! " se oyó un ruidoso bramido desde más allá del pasillo.
"¿Ve? ¿Ve lo bien que la conozco? "
James inclinó la cabeza respetuosamente y murmuró, "Es de lo más impresionante. "
"¡ELIZABETH! "
"Por el amor del cielo," dijo Elizabeth, "¿qué necesitara? "
"Compañía," contestó James. "Es todo lo que realmente necesita. Compañía. "
"¿Dónde estará ese ridículo gato cuando lo necesito? " Dio vuelta e hizo ademán de marcharse.
"¡Elizabeth! " la llamó James.
Ella se volvió. "¿Sí? "
"El libro. " Le señaló el pequeño volumen rojo, todavía metido bajo su brazo. "No querrá entrar con eso a la salita, ¿verdad? "
"¡Oh! ¡No! " Ella lo empujó a sus manos. "Gracias. Había olvidado completamente que lo sujetaba. "
"Lo colocaré por usted. "
"Va en aquel anaquel de ahí," dijo ella, señalando a través del cuarto. "De costado. Bocabajo. Debe asegurarse de que lo deja exactamente como le digo. "
Él sonrió indulgentemente. "¿Se sentiría mejor si lo pone usted misma? "
Ella hizo una pausa, y luego dijo, "Sí, realmente," y agarró el libro. James la miró mientras se lanzaba a través del cuarto y con cuidado colocaba el libro sobre el anaquel apropiado. Inspeccionó su obra manual durante un momento, luego le dio un toque sobre el lomo, moviéndolo ligeramente a la izquierda. Frunciendo la boca pensativamente, ella lo contemplo otro momento, y entonces le dio un toque hacia atrás a la derecha.
"Estoy seguro de que Lady Danbury no notará si el libro esta un centímetro o dos más allá. "
Pero ella lo ignoró, cruzando el cuarto a la carrera con tan sólo un "hasta luego" en su dirección.
James asomó la cabeza por la puerta, mirando cómo ella desaparecía en la salita de Agatha. Entonces cerró la puerta de biblioteca, cruzó la habitación, cogió el libro, y comenzó a leer.