Este libro está dedicado con amor
a todos mis lectores, a los muchos que he conocido
y a los muchos más que no conozco pero, especialmente,
a aquellos cuyas fieles cartas siguen llegándome.
Mi sincero agradecimiento a Arvid Gafkjen
y a Meredifh Sogard Gafkjen,
cuyos recuerdos de Álamo, en Dakota del Norte,
inspiraron este libro.