CAPITULO 10

um-laut (sustantivo). 1. Un cambio en el sonido de una vocal, producido por la asimilación parcial a un sonido adyacente (parecido, contiguo). 2. Signo diacrítico (ex. u), colocado sobre una vocal para indicar que el cambio se ha llevado a cabo, especialmente en Alemán.


Sabiendo lo que sé sobre el señor Ravenscroft, francamente debo agradecer a mi padre el no ser alemana, con una diéresis (umlaut) en mi nombre.

Del diccionario personal de Caroline Trent.


A media tarde, Caroline había comprendido dos cosas. Una, James había desaparecido una y otra vez, probablemente yendo a alguna parte para investigar a Oliver y sus actividades traidoras. Y dos, estaba enamorada de Blake Ravenscroft.


Bueno, esto no era totalmente cierto. Para ser más precisos, ella creía que podía estar enamorada de Blake Ravenscroft. Le costaba un poco confiar en sí misma, pero no parecía haber otra explicación para los recientes cambios en su personalidad y comportamiento.


Caroline tenía a menudo el defecto de hablar sin pensar antes lo que iba a decir, pero hoy parecía estar dejando escapar palabras sin ningún sentido. Es más, había perdido completamente su acostumbrado buen apetito. Sin mencionar el hecho de que había estado sonriendo como la mayor de las tontas.

Y por si esto no fuera suficiente, se sorprendía a sí misma susurrando “Caroline Ravenscroft, Caroline Ravenscroft, la madre de Trent Ravenscroft, Caroline Ravenscroft, esposa de…Oh…¡Basta!

Podía perder la paciencia incluso consigo misma.


Pero si Blake le correspondía en alguno de sus sentimientos, no le dio ningún indicio. Lo cierto es que él no estaba brincando por toda la casa como un tonto enfermo de amor, profiriendo a voz en grito odas a su belleza, su encanto y su ingenio. Ella dudaba totalmente que él estuviera sentado detrás del escritorio en su estudio, garabateando distraídamente las palabras “Señor y Señora Blake Ravenscroft”.


Y si lo estuviera haciendo, no había una verdadera razón para pensar que ella podría ser “la Señora Blake Ravenscroft” en cuestión. Solo el cielo sabría cuantas mujeres allá en Londres fantasearían con estar enamoradas de él, ¿y si él fantasease con enamorarse de alguna de ellas? Esa era una reflexión seria.


Por supuesto, no podía en absoluto dejar de lado los besos, él había disfrutado claramente con sus besos, pero los hombres eran diferentes de las mujeres. Caroline se había criado en una relativa inocencia, pero esta oportuna circunstancia, la había hecho madurar antes. A un hombre puede gustarle besar a una mujer aunque no sienta nada por ella.


Por otro lado, una mujer… Bueno, Caroline no presumiría de hablar por todas las mujeres, pero sabía que probablemente ella no podría besar a un hombre de la manera en que había besado a Blake esa tarde, si no le hubiera apetecido un montón. Lo que la volvía a llevar a su principal hipótesis: que estaba enamorada de Blake Ravenscroft.


Mientras Caroline estaba ocupada profundizando en los tortuosos abismos de su corazón, Blake estaba sentado en el borde de su escritorio, lanzando dardos a la diana de su despacho. El esfuerzo le sentaba bien a su estado de ánimo.


– No – fiuuuuuu… – la volveré a besar.

– No – zac… (golpe seco al chocar con la diana) – me gustó.

– Vale, de acuerdo, me gustó, pero solo un poco – fiuuuuuu… – a nivel físico.

Se puso de pie con determinación

– Es una chica estupenda, pero no significa nada para mí -. Apuntó, lanzó, y vio con consternación como el dardo hacía un agujero en su pared, recientemente blanqueada.

– Demonios, demonios, demonios – murmuró, andando a grandes zancadas para observar el dardo que se había quedado un poco suelto. ¿Cómo pudo haber fallado? Nunca fallaba. Lanzaba estos dardos casi todos los días y nunca fallaba

– Mierda.

– ¿Un poco enojado hoy, verdad?

Blake levantó la vista y vio a James en la puerta

– ¿Donde diablos has estado?

– Completando nuestra investigación de Oliver Prewitt, que es más de lo que puedo decir de ti.

– He estado más que ocupado con su pupila.

– Si, ya me lo figuraba.

Blake tiró con fuerza del dardo medio suelto, dejando caer unos trocitos de yeso al suelo

– Sabes lo que quiero decir.

– Totalmente – dijo James sonriendo lentamente – pero no estoy totalmente seguro de que sepas lo que quieres decir.

– Deja de ser tan endemoniadamente molesto, Riverdale, y dime qué has descubierto.


James se repantigó en una silla de piel y se aflojó la corbata.

– Fui a Prewitt Hall a vigilar un poco más.

– ¿Porqué no me dijiste que ibas a ir?

– Habrías querido venir conmigo.

– Estás totalmente en lo cierto. Yo…

– Alguien – interrumpió James – tiene que permanecer aquí con nuestra invitada.

– Nuestra invitada – respondió Blake con sarcasmo – es una mujer adulta. No va a morir abandonada si nosotros la dejamos hacer lo que le dé la gana durante unas cuantas horas.

– Cierto, pero podrías volver a encontrar cualquiera de tus habitaciones en ruinas.

– No seas imbecil, Riverdale.

James fingió estudiar sus uñas

– Eres afortunado de que no me ofenda con esos comentarios.

– Tú eres afortunado de que no meta tu lengua hasta el fondo de tu garganta.

– Es conmovedor verte tan defensor de una mujer – dijo James con una vaga sonrisa.

– No la defiendo. Y deja de pincharme.


James se encogió de hombros

– De todos modos, uno puede espiar con bastante más sigilo que dos. No quise llamar la atención.

– Riverdale, tú vives para pasar desapercibido.

– Si, ¿es bastante divertido transformarse poco a poco en el mobiliario de vez en cuando, verdad? Es bastante asombroso lo que la gente dirá cuando no saben quién eres, o – añadió con una sonrisa malvada – cuando incluso ni saben que estás ahí.

– ¿Descubriste algo?

– Nada importante. Aunque Prewitt definitivamente está viviendo por encima de sus posibilidades, o al menos, por encima de lo que deberían ser sus posibilidades.

Blake recogió otro dardo del suelo y apuntó

– Aléjate.


James lo hizo, mirando sin demasiado interés como el dardo volaba de la mano de Blake hasta el centro del blanco.

– Eso está mejor – murmuró Blake, se volvió a James y le dijo – el problema, es que nosotros no podemos automáticamente suponer que su dinero proviene de actividades relativas a la traición; si realmente transmitía mensajes para Carlotta De León, estoy seguro de que le han pagado generosamente por ello. De cualquier manera, también sabemos que hace contrabando de brandy y seda, él ha estado viviendo de esta forma durante años, y seguramente pudo estar robando la herencia de Caroline sin que ella lo sepa.

Me sorprendería enormemente que no lo hubiera hecho.

– Pero casualmente – dijo Blake con una sonrisa un tanto presumida – hice algunas investigaciones por mi cuenta.

– ¿Y?

– Resulta que Prewitt tiene un despacho que mantiene cerrado todo el tiempo. A Caroline no le estaba permitida la entrada, y a su hijo tampoco.

En la cara de James se desplegó una enorme sonrisa

– Diana.

– Exactamente – Blake lanzó el dardo pero su puntería se había esfumado

– Bueno, no siempre exactamente.

– Creo que ya es hora de hacer una pequeña visita clandestina a Prewitt Hall – sugirió James.

Blake asintió. Solo quería abreviar este asunto, retirarse del Ministerio de Defensa y emprender su nueva, respetable y aburrida vida

– No podría estar más de acuerdo.


Encontraron a Caroline en la biblioteca, sentada debajo de una mesa.

– ¿Qué demonios estás haciendo ahí debajo? – preguntó Blake.

– ¿Qué? Oh, buenos días – salió gateando – ¿tus sirvientes quitan el polvo de aquí abajo? He estado estornudando una barbaridad.

– No contestaste a mi pregunta.

– Sencillamente estoy pasando a través de algunos de estos montones. Estoy intentando reunir todos tus libros de historia.

– Creí que no ibas a continuar con esto hasta que tu tobillo estuviera mejor – dijo Blake con un gran tono de reproche, en opinión de ella.

– No estoy volviendo a colocar los libros en la estantería todavía – replicó ella – solo estoy agrupándolos por materias. No estoy utilizando mi tobillo en absoluto, que, por cierto, está casi curado; no he usado el bastón ni una vez en todo el día y no me ha dolido para nada – se volvió hacia James y exclamó resplandeciente – Oh, y es tan maravilloso verlo de nuevo, señor.

El marqués sonrió he hizo una reverencia en dirección a ella

– Siempre un placer, mi querida Caroline.

Blake frunció el ceño

– Estamos aquí con un objetivo, señorita Trent.

– Nunca se me ocurriría que no fuera así – ella cambió su mirada hacia James – ¿Te has dado cuenta como me llama Señorita Trent cuando está enfadado conmigo?

– Caroline – dijo Blake incluyendo claramente en su voz una advertencia.

– Por supuesto – añadió ella despreocupadamente – cuando está totalmente enfadado cambia a Caroline, lo más probable es que encuentre demasiado difícil expresar con un gruñido mi nombre y apellido.


James tenía su mano sobre la boca, seguramente para contener la risa.

– Caroline – dijo Blake con voz muy fuerte, ignorando con gran esfuerzo las bromas de ella – necesitamos tu ayuda.

– ¿De veras?

– Es hora de que reunamos pruebas contundentes contra Prewitt.

– Bueno – replicó Caroline – me gustaría verlo pagar por sus delitos.

James se rió ahogadamente y dijo

– Chica sedienta de sangre.

Ella se volvió hacia él con una expresión herida

– Es horrible decir esto. No estoy ni un poquito sedienta de sangre, simplemente es que si Oliver ha estado haciendo todas esas terribles cosas que decís que él ha estado haciendo…

– Caroline, solo estaba bromeando – dijo James.

– Oh, vale, entonces siento mi reacción exagerada. Había creído que querías decir…

– Si podéis dejar pasar vuestra mutua admiración – dijo Blake mordazmente – tenemos asuntos importantes que discutir.

Caroline y James se volvieron hacia él con la misma expresión molesta.


– Riverdale y yo vamos a entrar de incógnito en Prewitt Hall – le dijo Blake a ella – necesitaremos que nos des todos los detalles sobre los horarios de la familia y de los sirvientes para evitar ser detectados.

– No necesitareis todos los detalles – dijo ella con un prosaico encogimiento de hombros – sencillamente, deberíais ir esta noche.

Ambos caballeros se inclinaron hacia delante y la miraron intensamente con ojos interrogantes.

– Oliver juega a los naipes todos los miércoles por la noche, él nunca pierde una partida, siempre gana. Yo creo que hace trampas.


James y Blake se miraron el uno al otro, y Caroline prácticamente pudo ver sus cerebros poniéndose en acción, planeando su misión.

– Si recordáis – continuó – fue un miércoles por la noche cuando me escapé, hace exactamente una semana. Evidentemente, Oliver escogió la noche de los naipes para que Percy intentara violarme. Sin duda el no quería que mis gritos le fastidiaran.

– ¿Percy estará en casa? – preguntó James.

Caroline negó con la cabeza

– Casi siempre se va y se emborracha. Oliver no puede soportar que sea tan pobre de espíritu, dice que eso hace a un hombre débil, así que Percy se emborracha los miércoles por la noche, cuando él puede escapar del ojo vigilante de su padre.

– ¿Y los sirvientes?¿Cuántos hay? – está vez fue Blake quien hizo la pregunta.

Caroline reflexionó sobre esto durante unos minutos

– Cinco en total, es probable que la mayoría estén en la casa; la semana pasada Oliver les dio la noche libre a todos, pero estoy segura que lo hizo solo con el fin de que ninguno se precipitara para ayudarme cuando Percy me atacara. Es terriblemente tacaño cuando se trata de alguien que no sea él mismo, así que dudo que les dé otra vez un tiempo libre sin una buena razón.

– Que agradable saber que tu violación es calificada como una buena razón – murmuró Blake.


Caroline lo miró y se quedó pasmada, y un poco complacida al ver lo enfadado que él parecía por ella

– Pero si sois cuidadosos – añadió – no deberíais inquietaros por evitarlos. Podría ser un tanto desconcertante guiaros por el vestíbulo, pero en cuanto me llevéis con…

– No te llevamos – dijo Blake mordazmente.

– Pero…

– Dije, que no te llevamos.

– Estoy segura de que si lo consid…

NO vendrás – rugió, e incluso James parpadeó con sorpresa por el volumen de su respuesta.

– Muy bien – dijo Caroline con voz irritada. Estaba convencida de que Blake se equivocaba, pero no le pareció prudente ó beneficioso para su salud discutir nada más.

– No olvides que tienes un tobillo lesionado – dijo James suavemente – no te sería posible moverte a tu velocidad habitual.


Caroline tuvo la sensación de que James estaba totalmente de acuerdo con Blake, y solo intentaba hacerla sentir mejor (especialmente teniendo en cuenta que les había dicho que su tobillo estaba bastante curado) pero ella sin embargo, apreció su esfuerzo

– El ama de llaves está totalmente sorda y se retira temprano – les dijo – no tendréis que preocuparos por ella.

– Excelente – dijo Blake – ¿y el resto?

– Hay dos sirvientes, pero viven en el pueblo y van todas las noches a dormir a su casa. Estarán lejos para cuando Oliver se vaya a jugar a las cartas. El mozo de cuadras duerme en los establos, así que probablemente no le molestareis si os acerquéis a la casa por el lado opuesto.

– ¿Y el mayordomo? – la instó Blake.

– Tarnsworth será el más difícil, tiene un oído muy agudo y es terriblemente fiel a Oliver. Su habitación está en el tercer piso.

– Entonces ese no debería ser un problema demasiado grande – declaró James.

– Bueno, no, pero… – las palabras de Caroline se desvanecían poco a poco, y cerró la boca hasta convertirla en una línea severa.

Blake y James hablaban intensamente entre ellos, y ella podría haber sido una pieza del mobiliario por toda la atención que le prestaban.

Y entonces, sin siquiera despedirse, se fueron andando hasta el despacho de Blake, y dejaron a Caroline sentada entre sus libros

– Que groseros.

– Oh, ¿Caroline?

Ella levantó la mirada con optimismo. Blake volvió su cabeza hacia la biblioteca. Es posible que hubiera decidido que ella podría ir con ellos a Prewitt Hall, después de todo.

– ¿Sí?

– ¿Sabes? Olvidé preguntarte sobre el curioso cuadernillo que llevabas.

– ¿Como?

– El de las palabras extrañas. ¿tiene algo que ver con Prewitt?

– Oh, no, en realidad, te dije la verdad cuando me preguntaste sobre él la primera vez; solo es un pequeño diccionario personal, me gusta apuntar palabras nuevas. El único problema es que a menudo olvido lo que significan después de apuntarlas.

– Podrías intentar utilizarlas en el contexto, es la mejor manera de recordar lo que significan – dio media vuelta y desapareció.

Tenía que conceder que la idea era buena, pero todo esto la había dejado con un ferviente deseo de usar insufrible, arrogante e irritante, en una sola frase.


Seis horas más tarde, Caroline estaba extremadamente malhumorada, Blake y James habían permanecido toda la tarde encerrados en el despacho de Blake, planeando el “ataque” sobre Prewitt Hall.

Sin ella.


Y ahora se marchaban, tenían que salir cabalgando al abrigo de la noche sin luna. Incluso las estrellas se habían escondido oportunamente por detrás de las nubes.

Esos condenados hombres. Creían que eran invencibles, pero Caroline sabía más, cualquiera podía resultar herido.


Lo peor de todo era que ellos actuaban como si todo eso fuera endiabladamente divertido. Habían discutido sus planes bastante animadamente, debatiendo sobre el tiempo, el transporte y la mejor aproximación; y para colmo ni se habían molestado en cerrar la puerta del estudio de Blake. Caroline lo había oído todo desde la biblioteca.


En este momento, estarían probablemente acercándose a Prewitt Hall, preparándose para irrumpir por el salón del ala sur…

Sin ella.


– Estúpidos, estúpidos hombres – gruñó. Dobló su rodilla, ni siquiera una mínima molestia – evidentemente, podría haberlos acompañado. No les habría hecho aminorar el paso.

Vestidos totalmente de negro, ellos parecían apuestos rompe corazones; y cuando los vio marchar, Caroline se sintió insoportablemente desaliñada. Vestía uno de los vestidos nuevos que Blake había adquirido para ella, pero todavía se sentía como una vulgar paloma al lado de estos dos elegantes cuervos.

Se sentó en una mesa de la biblioteca sobre la que había apilado todas las biografías. Había planeado pasar la tarde ordenándolas por temas según el orden alfabético; una tarea que iba a realizar ahora con más energía de la que era realmente necesaria.


Platón antes que Sócrates, Cromwell antes que Fawkes… Ravenscroft y Sidwell antes que Trent.

Caroline puso de golpe Milton antes de Machiavelli. Esto no estaba bien. No deberían haberse ido sin ella. Les había dibujado el plano de Prewitt Hall, pero nada podía substituirlo por conocimientos de primera mano. Sin ella, corrían el peligro de adentrarse en la habitación equivocada, de despertar a un sirviente, de (tragó saliva con miedo) conseguir que los mataran.


La idea de perder a sus recién descubiertos amigos fue como hielo alrededor de su corazón. Había pasado toda una vida al margen de una familia, y ahora, que finalmente había encontrado a dos personas que la necesitaban (aunque fuera puramente a nivel de seguridad nacional) no quería quedarse de brazos cruzados y verlos meterse de cabeza al peligro.


El mismo marqués le había dicho que ella era de gran importancia para la investigación. Y en cuanto a Blake, bueno, Blake no quería admitir que de alguna manera, ella estaba implicada en su trabajo para el Ministerio de Defensa, pero le había dicho que ella había hecho un buen trabajo dándoles un breve informe sobre la casa de los Prewitt y sus costumbres.


Sabía que a ellos les iría mucho mejor con su ayuda en persona. Porque, ellos no sabían ni siquiera que…

Caroline se llevó la mano a su boca con horror. ¿Cómo podía haber olvidado hablarles sobre el té de la tarde de Farnsworth? Era un ritual para el mayordomo. Cada noche, como un reloj, tomaba un té a las diez. Era una costumbre excéntrica, pero sobre la que Farnsworth insistía. Té, caliente y humeante, con leche y azúcar torta de mantequilla y mermelada de fresa, él exigía su refrigerio nocturno, y le dolía que alguien le interrumpiera. Caroline le pidió prestada una vez la tetera y se encontró sin mantas durante una semana. En Diciembre.


Los ojos de Caroline se dirigieron velozmente hacia el reloj de pié. Eran las nueve y cuarto, Blake y James se habían ido quince minutos antes, llegarían a Prewitt Hall a las…


Oh, Dios mío, llegarían justo cuando Farnsworth estuviera preparando su refrigerio. El mayordomo podría adelantarles en años, pero ciertamente no era débil, y era bastante hábil con armas de fuego; y él tenía que pasar por el salón del ala sur en el camino de sus habitaciones a la cocina.


Caroline permanecía de pie, con los ojos enormemente abiertos y expresión decidida. La necesitaban. Blake la necesitaba. No podría vivir consigo misma si no iba a avisarlos.


Sin prestar atención a su tobillo, salió violentamente de la habitación, dirigiéndose directamente hacia los establos. Cabalgó como el mismo viento, no era el mejor jinete, en realidad, la mayoría de sus tutores no le habían dado muchas oportunidades de practicar, pero ella era capaz y podía mantenerse en la silla.

Sin duda nunca había tenido una razón tan buena para montar a galope tendido.


Para cuando ella alcanzó los lindes de la propiedad de Oliver, el reloj de bolsillo que había cogido del despacho de Blake daba exactamente las diez en punto. Ató a la yegua (que también había tomado prestada de Blake) a un árbol, y avanzó agachada hacia la casa, escondiéndose por detrás de los altos setos que estaban colocados al lado del camino. Cuando llegó a Prewitt Hall se agachó; dudó que hubiera alguien despierto, salvo Farnsworth en la cocina, pero parecía prudente mantener su silueta lejos de cualquier ventana.


– Blake tendría que tener esto muy en cuenta – se susurró para sí misma. No sólo parecía totalmente estúpida, andando a cuatro patas, se le acababa de ocurrir que estaba de vuelta en Prewitt Hall, ciertamente el único lugar en el que ella no quería estar durante las siguientes cinco semanas. ¡Y había vuelto por su propia voluntad! Qué idiota. Si Oliver ponía sus manos sobre ella…


“Oliver esta jugando a las cartas. Oliver esta haciendo trampas con las cartas. Oliver no estará de vuelta durante algunas horas”. Era fácil murmurar esos pensamientos, pero eso no le hacía más segura, de hecho, sentía su estómago como si hubiera tragado un par de perros de caza.

– Recuérdame que no me moleste si me dejan sola – se dijo a sí misma. Se había irritado mucho cuando Blake y James se habían ido sin ella, pero ahora que estaba aquí, en el fondo de la acción, todo lo que quería era estar de vuelta en Seacrest Manor, quizás con una taza de té caliente, y a ser posible con un gran trozo de pan tostado…


Llegado este punto, Caroline decidió que no estaba hecha para una vida de espionaje. Alcanzó la esquina noroeste de la casa y echó un vistazo alrededor, su mirada recorrió a lo largo del muro de la parte oeste. No vio ni a Blake ni a James, lo que probablemente significaba que estaban accediendo a la habitación por la ventana del lado sur. Si ellos no lo habían conseguido ya.


Caroline se mordió el labio. Si estaban dentro del salón del ala sur, Farnsworth seguramente los oiría, y Oliver guardaba un arma cargada en un armario de la sala. Si Farnsworth sospechaba que había intrusos, seguro que cogería el arma antes de investigar y Caroline dudaba bastante que el mayordomo les hiciera preguntas antes de apretar el gatillo.


Un nuevo pánico nació en su interior, se deslizó al lado de la hierba, moviéndose más rápido de lo que pensó que podía hacerlo a gatas.

Y entonces dobló la esquina.

– ¿Oíste algo?

James bajó la mirada desde su puesto en el picaporte de la ventana y negó con la cabeza. Estaba subido sobre los hombros de Blake para poder llegar hasta la ventana.


Mientras que James continuó con su tarea, Blake miró a derecha e izquierda, y volvió a oírlo otra vez, un ruido como de escabullirse, golpeó ligeramente a James en los pies y puso su dedo índice sobre los labios.

James asintió y paró un momento, causando el ocasional tintineo y choque, cuando le golpeó el picaporte con su lima. Saltó silenciosamente al suelo mientras Blake se agachaba e instantáneamente adoptó una postura de alerta.


Blake sacó su pistola a la vez que avanzaba lentamente hasta la esquina, pegando la espalda contra la pared, se acercaba una pequeña sombra. No habría sido perceptible de no haber dejado alguien una vela encendida en una de las ventanas de la pared de la parte oeste. Y esa sombra crecía al ir acercándose.

El dedo de Blake se cerró sobre el gatillo. Y una mano apareció a la vuelta de la esquina. Blake se abalanzó.

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