Capítulo Nueve

Belle no conservaba ningún recuerdo de su vertiginoso galope de regreso a casa. Cabalgó sin prestar la menor atención a su seguridad; lo único que parecía importar era regresar a Westonbirt y poner tanta distancia entre ella y John Blackwood como fuera posible.

Pero una vez que llegó a su destino y subió las escaleras a toda velocidad comprendió que Westonbirt no estaba lo bastante lejano. ¿Cómo podía permanecer con sus primos cuando el hombre que le había roto el corazón vivía a tan sólo un corto paseo de distancia?

Entró en su habitación como una tromba, quitándose la capa de un tirón, y procedió a sacar tres bolsas de viaje de su vestidor. Furiosamente comenzó a meter vestidos en ellas.

"Milady, milady, ¿qué hace usted? "

Belle alzó la vista. Su doncella estaba de pie en la entrada, con una expresión horrorizada en su cara. "El equipaje," le espetó. "¿Qué es lo que parece que estoy haciendo? "

Mary se precipitó dentro del cuarto y trató de arrebatarle las bolsas de las manos. "Pero milady, usted no sabe hacer el equipaje."

Belle sintió que ardientes lágrimas le escocían los ojos. "¡No puede ser tan difícil!" exclamó.

"Necesita baúles para esos vestidos, milady, o los aplastará."

Belle dejó caer las bolsas, sintiéndose, de repente, desinflada. "Bien. Sí. Por supuesto. Tienes razón."

"¿Milady?"

Belle tragó con dificultad, tratando de mantener sus emociones a buen resguardo, al menos hasta que pudiera marcharse a otra habitación. "Tan solo guárdalo todo tan rápido como puedas. Me marcharé en cuanto el duque y la duquesa regresen." Con esto, salió velozmente de la habitación, corriendo por el vestíbulo hasta que llego al despacho de Emma, donde se encerró, sollozando frenéticamente durante el resto del día.

Emma y Alex no volvieron hasta una semana después. Belle no recordaba lo que hizo durante ese tiempo para mantenerse ocupada. La mayor parte de él se limitó a mirar fijamente hacia fuera a través de la ventana.

Cuando Emma llegó, quedó naturalmente perpleja ante la visión del equipaje de Belle esmeradamente apilado en una pequeña hornacina del vestíbulo principal. Inmediatamente buscó a su prima.

"Belle, ¿qué significa todo esto? ¿Y por qué llevas puesto un vestido mío?"

Belle bajo la mirada al vestido de color violeta que llevaba. "Embalé todos los míos."

"Ya. ¿Por qué? "

"No puedo quedarme aquí."

"Belle, no tengo la menor idea de lo que estás hablando."

"Tengo que marcharme a Londres. Mañana."

"¿Qué? ¿Mañana? ¿Tiene algo que ver esto con Lord Blackwood?"

La inmediata expresión de disgusto en el rostro de Belle fue todo lo que Emma necesitó para saber que su suposición era correcta. "¿Qué ha sucedido?"

Belle tragó en seco. "Me humilló."

"Oh, Señor, Belle. Él no… "

"No. Pero ojalá. Así tendría que casarse conmigo, y yo… " Se interrumpió con un sollozo.

"Belle, no sabes lo que estás diciendo."

"¡Sé exactamente lo que digo! ¿Por qué es que nadie me cree con capacidad para conocer mi propia mente? "

Los ojos de Emma se agrandaron ante el estallido de su prima. "Quizás deberías contarme lo que sucedió durante mi ausencia."

Con voz temblorosa, Belle le contó su historia. Cuando terminó, estaba tan devastada por el dolor que tuvo que sentarse.

Emma también se sentó, junto a Belle y colocó su mano suavemente sobre su brazo. "Nos iremos a Londres inmediatamente," dijo, con voz serena.

Por primera vez en una semana Belle sintió un tenue rayo de vida en su interior. De alguna manera, se creía capaz de curar si solamente pudiera escapar del lugar donde le habían roto el corazón. Miró a Emma. "A Alex no le gustará que te marches."

"No, no le gustará, pero no me has dejado muchas más opciones, ¿verdad? "

"Podría venirse con nosotras. No me importaría."

Emma suspiró. "Me parece que tiene que solucionar un importante asunto sobre las tierras aquí."

Belle sabía lo mucho que su prima lamentaba separarse de su marido, pero a pesar de ello, estaba desesperada por escapar.

"Lo siento," dijo, sin convicción.

"No importa." Emma se puso en pie y enderezó los hombros. "Haremos los preparativos para marcharnos mañana."

Belle sintió como las lágrimas llenaban sus ojos. "Gracias."


Belle había tenido razón en una cosa: a Alex no le había hecho ni pizca de gracia que su esposa lo abandonara para ir a Londres. Belle no tenía ni idea de lo que había sucedido entre ellos en la privacidad de su habitación, pero cuando las dos damas descendieron al día siguiente los escalones de la puerta principal, hacia su carruaje, Alex no estaba de buen humor.

"Una semana," le advirtió. "Una semana, y voy a por ti."

Emma colocó una mano sobre su brazo y le hizo un gesto para que callara. "Querido, sabes que mis tios no vuelven hasta dentro de quince días. No puedo volver a casa hasta entonces."

"Una semana."

"Puedes venir a visitarme."

"Una semana." Y entonces la besó con tanta pasión que Belle se sonrojó.


* * *

Poco tiempo después las dos damas estaban cómodamente instaladas en la residencia Blydon en Grosvenor Square. Ahora que se había alejado de John, Belle se sintió físicamente recuperada, pero seguía sin poder deshacerse de la melancolía que se había apoderado de su espíritu.

Emma hacía todo lo posible por comportarse de forma insufriblemente alegre, pero era obvio que echaba de menos a Alex. Él no ayudaba en absoluto, enviándole dos cartas diarias, en las que le repetía lo mucho que la echaba de menos y que por favor volviera a casa, que era a donde pertenecía.

Belle no hizo el menor esfuerzo para hacer saber a nadie que estaba de vuelta en la ciudad, pero al tercer día de su regreso, su mayordomo la informó de que tenía una visita.

"¿De verdad? " preguntó sin mucho interés. "¿Quién? "

"Él caballero preguntó si podía darle una sorpresa, milady."

El corazón se le puso en la garganta. "¿Tiene el pelo castaño y ojos oscuros?" preguntó frenéticamente.

"El caballero desea que sea una sorpresa."

Belle estaba tan nerviosa que agarró al mayordomo y lo sacudió. "¿De verdad? Por favor, dígamelo."

"Sí, milady, eso dijo."

Ella dejó caer sus manos y se hundió en una silla cercana. "Dígale que no deseo verlo."

"Pero creí que el señor Dunford era un buen amigo suyo, milady. No me gustaría despedirlo."

"Oh, es Dunford." Belle suspiró, con alivio y desilusión a partes iguales. "Dígale que me reuniré con él abajo." Tardó un momento en levantarse e ir hasta su espejo para comprobar rápidamente su aspecto. William Dunford había sido un buen e íntimo amigo suyo durante muchos años. La había cortejado brevemente, pero pronto se habían dado cuenta de que no hacían buena pareja y decidieron no arruinar su amistad llevando más lejos el romance. Él era también el mejor amigo de Alex y había desempeñado un papel importante en la no fácil tarea de ayudar a Alex y a Emma a encontrar su camino hasta el altar.

"¡Oh, Dunford, me alegro de verte!" exclamó Belle, cuando entró en el salón donde la esperaba. Cruzó el cuarto para darle un rápido abrazo.

"También es estupendo verte a ti otra vez, Belle. ¿Disfrutaste de tu rústica experiencia en casa de los recién casados?"

"Westonbirt es encantador," contestó Belle automáticamente, sentándose en un sofá. "Aunque tuvimos una enorme cantidad de lluvia."

Dunford se dejó caer perezosamente en una cómoda silla. "Bien, esto es Inglaterra, después de todo."

"Sí," contesto Belle, pero su mente estaba a kilómetros de distancia.

Después de esperar pacientemente durante un minuto completo, Dunford finalmente dijo, "¡Hola! ¿Belle? Yuu-huu."

Belle regresó al presente. "¿Qué? Oh, lo siento, Dunford. Estaba pensando."

"Y obviamente no en mí."

Ella sonrió avergonzada. "Lo siento."

"Belle, ¿qué sucede?"

"Todo está bien."

"No, no lo está, eso es evidente." Hizo una pausa y luego sonrió. "Es un hombre, ¿verdad? "

"¿Qué?"

"¡¡Ahá!! Veo que tengo razón."

Belle sabía que no tenía la más remota posibilidad de engañarlo, sin embargo sintió que al menos debería hacer un mínimo intento. "Tal vez."

"¡Ja!" rió Dunford. "Esto es estupendo. Después de años de hombres cayendo postrados a tus pies rendidos de amor y devoción, la pequeña Arabella ha sucumbido finalmente ella misma. "

"Esto no es gracioso, Dunford."

"Au contraire. Es de lo más divertido."

"Me haces parecer como una especie de despiadada princesa de hielo."

"No, por supuesto que no, Belle," dijo él, inmediatamente arrepentido. "Debo reconocer, que siempre has sido extraordinariamente agradable con cada uno de los jóvenes plagados de granos que te han solicitado un baile."

"Gracias. Creo."

"Razón por la que probablemente tantos jovencitos llenos de granos te solicitan un baile."

" Dunford," lo advirtió Belle.

"Es solamente que, después de Dios sabe cuantas ofertas de matrimonio, por ninguna de las cuales mostraste jamás el menor interés en aceptar, resulta divertido verte locamente enamorada de un modo similar." Después de su larga explicación, Dunford se recostó. Cuando Belle no hizo ningún comentario, añadió, "Es un hombre, ¿verdad?"

"¿Cómo…lo opuesto a una mujer? " ironizó Belle. " Por supuesto que es un hombre. "

"Bueno, podría no haber interpretado bien los síntomas. Podría ser que hubiera muerto tu perro de aguas favorito."

"No tengo perro de aguas," dijo Belle malhumoradamente. "Es un hombre."

"¿No siente lo mismo por ti?"

"No." Su voz estaba angustiosamente triste.

"¿Estás segura? "

"Tengo razones para creer que él," Belle eligió sus palabras cuidadosamente, "siente algo por mí, pero cree que no debe actuar de acuerdo con sus sentimientos. "

"Suena como algo excesivamente honoroso, para su propio bien. "

"Algo así."

"Solo por curiosidad, Belle, ¿qué tiene este sujeto que te tiene tan enamorada de él? "

Su rostro inmediatamente se dulcificó. "No lo sé, Dunford. Realmente no lo se. Posee un maravilloso sentido del honor. Y del humor, también. Se burla de mi, no de modo malévolo, por supuesto, y me deja devolverle las burlas. Y hay algo tan bueno en él. Él no puede verlo, pero yo sí. Oh, Dunford, él me necesita. "

Dunford permaneció silencioso unos instantes. "Estoy seguro de que no todo está perdido. Podemos hacer que cambie de parecer."

"¿Nosotros? "

El le lanzó una pícara sonrisa. "Parece lo más divertido que me ha sucedido en años. "

"No estoy segura de que merezca la pena el esfuerzo."

"Por supuesto que sí."

"No estoy segura de que lo quiera de vuelta."

"Por supuesto que quieres. ¿No has oído tus propias palabras no hace ni treinta segundos? "

"Ojalá sintiera tanta confianza como tú."

"Mira, Belle, durante los dos últimos años has estado diciéndome que quieres una boda por amor. ¿Realmente estás dispuesta a renunciar a ello sólo por un poco de orgullo?"

"Tal vez encuentre a alguien agradable con quien casarme," dijo Belle, dubitativa. "Estoy segura de que podría. Los hombres me lo piden todo el tiempo. No sería infeliz."

"Tal vez no. Pero tampoco serías feliz. "

Belle se derrumbó. "Lo sé."

"Pondremos mi plan en marcha esta noche."

"¿Exactamente qué implica este plan?"

"De la manera que yo lo veo, si este tipo… ¿por cierto, cómo se llama?"

"John."

Dunford sonrió con afectación. "Vamos, Belle, tu puedes hacerlo mejor."

"No, de verdad," protestó Belle. "Su nombre es John. Puedes preguntárselo a Emma."

"Bien entonces, si este tipo, John, realmente siente algo por ti, se va a sentir cegado por los celos cuando oiga que estás planeando casarte, aunque él tratara de actuar noblemente al dejarte."

"Un plan interesante, ¿pero con quién voy a casarme?"

"Conmigo."

Belle le lanzó una mirada de completa incredulidad. "Oh, por favor."

"No he querido decir que realmente vayamos a casarnos," replicó Dunford. Y después añadió un poco a la defensiva, "y no tienes por que parecer tan asqueada con la idea. Soy considerado un partido razonablemente bueno, ¿sabes?. Simplemente quise decir que podríamos lanzar el rumor de que planeábamos una boda. Si John realmente te quiere, esto debería hacerlo reaccionar."

"No sé," dijo Belle, evasiva. "¿Y si en realidad no me quiere? ¿Entonces que?"

"Entonces, me das calabazas, por supuesto."

"¿No te importaría?"

"Por supuesto que no. Eso obrará maravillas en mi vida social, en realidad. Tendría legiones de pequeñas preciosidades ofrececiendome consuelo."

"Me parece que prefiero mantenerte al márgen de esto. Quizás, simplemente podríamos lanzar el rumor de que planeo casarme y no mencionar a nadie en particular."

"¿Y como de lejos llegaría ese chisme?" respondió Dunford. "Todo el mundo en Londres planea casarse. Al hombre no le llegará ni una palabra al respecto, sobre todo si vive sepultado en el campo."

"No, pero lo más seguro es que no se entere de ningún rumor, sin importar lo jugoso que sea. No se mantiene al corriente de las idas y venidas de la alta sociedad. De la única forma en que él averiguaría que planeábamos casarnos es si pusiéramos un anuncio en el Times."

Dunford palideció ante la mera mención.

"Solamente así," insistió Belle. "De la única manera en que un rumor va a llegarle es si no es realmente un rumor, sino más bien una información deliberadamente interpuesta en su camino." Tragó nerviosa, apenas capaz de creer que estuviera considerando tal plan. "Quizás podríamos incluir a Emma en nuestro plan. Ella podría mencionar por casualidad a John que planeo casarme. No tendré que usar tu nombre. Así, no tendré que mencionar ningún nombre, solamente hacerle llegar la noticia de que estoy a punto de anunciar mi compromiso."

"¿No resultará extraño que ella simplemente se deje caer por su casa?"

"Son vecinos. No hay nada sospechoso en que le haga una visita para saludarlo."

Dunford se recostó y sonrió con regocijo, haciendo destellar su blanca dentadura. "Una estrategia excelente, Arabella. Y esto me salva de tener que fingir que estoy enamorado de ti."

Ella movió la cabeza. "Eres imposible."

"Si tu galán no aparece en escena a lomos de un caballo blanco y con brillante armadura para llevarte a la puesta de sol, bien, entonces tendré que decir que, para empezar, no merece la pena."

Belle no estaba completamente segura de eso, pero aún así asintió.

"Mientras tanto, deberíamos ponerte en circulación. Este tipo, John… ¿ cuál dijiste que era su apellido?"

"No lo hice."

Dunford alzó una ceja, pero no la presionó para que le diera más detalles. "Lo que iba a decir es que tu pequeña mentira no va parecer muy convincente si averigua que te has sepultado en este mausoleo desde que llegaste. "

"No, supongo que no, pero apenas queda nadie en la ciudad ahora. No hay demasiados sitios donde mostrarse."

"Mira por donde me han invitado a lo que estoy seguro que será una velada musical sumamente horrorosa esta noche, y como el anfitrión es un pariente lejano mío, no tengo modo de eludir el compromiso."

Belle entrecerró los ojos. "No será uno de tus primos Smythe-Smith otra vez, ¿verdad? "

"Me temo que si."

"Creo recordar que te dije que nunca asistiría a otro de sus recitales. Después del último, estoy convencida de saber exactamente como sonaría Mozart interpretado por un rebaño de ovejas."

"¿Qué puedes esperar cuándo han sido maldecidos con un nombre como el de Smythe-Smith? De todas formas, no tienes otra opción. Ya hemos decidido que tienes que dejarte ver, y no veo que te desborden las invitaciones."

"Qué amable de tu parte recordármelo."

"Tomaré eso como un sí y pasaré a recogerte esta noche. Y no parezcas tan malhumorada. Sospecho que ese galán suyo arribará a la ciudad en cualquier momento a partir de hoy, y entonces estarás a salvo de todas las futuras masacres musicales."

"No aparecerá al menos hasta dentro de dos semanas, en realidad, porque Emma se ha quedado como mi acompañante hasta el regreso de mis padres de Italia. No puede estar en dos sitios a la vez, y de todas formas, dudo que él creyera que me he enamorado de alguien más tan rápidamente. Me temo que tendrás que aguantar mi compañía durante una quincena. A condición de que, por supuesto, no tenga que asistir a más veladas musicales."

"Nunca sería tan cruel. Hasta esta noche entonces, Belle." Con una sonrisa libertina, Dunford se puso en pie, se inclinó elegantemente, y salió del salón.

Belle permaneció sentada en el sofá varios minutos después de su marcha, preguntándose por qué no podía haberse enamorado de él en vez de de John. Lo simplificaría todo tanto. Bueno, tal vez no sería tan simple, ya que Dunford no sentía amor por ella, al menos no más amor del que un amigo sentía por otro.

Belle se puso en pie y se dirigió hacia arriba, preguntándose si había emprendido un curso de acción correcto. El fracaso sería increíblemente doloroso, pero sabía que sería incapaz de vivir consigo misma, si, al menos, no intentara forjarse una vida en común con John. Solamente tenía que esperar un par de semanas.

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