Capítulo Quince

"¿Y de dónde demonios has sacado una idea tan loca como ésta, de todos modos? "

"Eso no importa." Belle echó un vistazo a su reacio compañero de delito. Dunford no se sentía en absoluto feliz de estar junto a ella frente a la casa del hermano de John a las tres de la madrugada, y obviamente no tenía reparos en mostrar su enfado.

Tenía el ceño fruncido mientras la ayudaba a subir una pierna al árbol. "No pienso marcharme hasta que te vea salir de esta casa. Preferentemente por la puerta de calle."

Belle no lo miró mientras se agarraba a la primera rama. "Prefiero que no lo hagas. No sé cuánto tiempo estaré."

"Eso es lo que me tiene preocupado."

"Dunford, incluso aunque John me detestara, insistiría en verme a salvo en mi casa. El es de esa clase de hombre. No tienes que preocuparte de mi seguridad cuando estoy con él."

"Quizás, ¿pero y tu reputación? "

"Bueno, eso es problema mío, ¿no?” Belle se aupó hasta la siguiente rama. "Esto es mucho más fácil de lo que parece. ¿Has trepado alguna vez a un árbol, Dunford?"

"Por supuesto que sí," contestó, con voz irritada. Ella estaba ya a la altura de las ventanas del segundo piso. No por primera vez, se maldijo a si mismo por haberse dejado enredar en este loco plan. Pero por otro lado, si no la hubiera ayudado, probablemente habría venido sola, lo que era incluso una locura mayor. Nunca había visto a Belle así antes. Por su propio bien, esperó que éste tal Blackwood sintiera lo mismo por ella.

"Ya casi estoy, Dunford," lo llamó ella, suavemente, probando la resistencia de la rama que tendría que aguantar su peso cuando ella se deslizara horizontalmente hacia la ventana. "¿Me prometerás que te marcharás una vez que esté dentro? "

"No prometeré nada por el estilo."

"Por favor," le suplicó ella. "Te congelarás aquí fuera."

"Solamente me marcharé si Blackwood se asoma a la ventana y me da su palabra de caballero de que te devolverá a salvo a tu casa." Dunford suspiró para sus adentros. No iba a ser capaz de proteger la virtud de Belle – si es que quedaba algo que proteger, cosa que sinceramente esperó que hubiera – pero al menos podría asegurarse de que llegara a casa a salvo.

"Bien," accedió ella,, y comenzó a deslizarse poco a poco a lo largo de la gruesa rama, hacia la ventana. Después de aproximadamente tres segundos sobre manos y rodillas, se le ocurrió una idea mejor, y se sentó a horcajadas sobre la rama, dando gracias por habérsele ocurrido tomar prestados un par de pantalones del armario de su hermano. Usando los brazos como apoyo, ella lentamente recorrió la distancia. Cuando alcanzó la ventana, la rama se inclinó peligrosamente, y Belle rápidamente se subió a la amplia repisa. Debajo de ella podía oír los pasos de Dunford apresurándose hacia el edificio, obviamente convencido de que iba a tener que agarrarla cuando cayera al suelo.

"Estoy bien," le grito, en voz queda. Comenzó a subir la hoja de la ventana.


John fue despertado por el chirrido de la hoja de la ventana rozandose contra el marco. Los años de servicio militar lo habían habituado a un sueño muy ligero, y el reciente ataque contra su vida había aguzado aún más sus sentidos. Con un movimiento fluido cogió la pistola de su mesilla de noche, rodó hacia el suelo, y se puso en cuclillas junto la cama, su pierna protestando agudamente por el brusco movimiento. Cuando se percató de que el intruso tenía algunos problemas para conseguir abrir la ventana, aprovechó la demora y agarró su bata. Con la espalda contra la pared, recorrió el perímetro del cuarto hasta que quedó parado de pie, justo al lado de la ventana. Esta vez, no lo pillarían desprevenido

Con considerable esfuerzo, Belle se las arregló para levantar la ventana. Una vez que hubo bastante espacio para poder colarse, agitó la mano en dirección a Dunford y se introdujo por el hueco.

En el mismo instante en que sus pies tocaron el suelo, un brazo acerado la agarró por detrás, y sintió el frío cañón de una pistola presionada contra su cuello. El miedo congeló su cuerpo y su mente, y se quedó tiesa como un palo.

"Bien," oyó decir a una voz furiosa tras ella, en un siseo. "Vamos a hablar. Quiero saber quién es y qué quiere de mi."

"¿John?” graznó Belle.

Al instante, la hizo girar en redondo. "¿Belle? "

Ella asintió.

"¿Qué demonios haces aquí? "

Ella tragó nerviosamente. "¿Podrías bajar el arma? "

John se dio cuenta de que aún sostenía su arma y la dejó caer sobre una mesa cercana. "Por el amor de Dios, Belle, podría haberte matado."

Ella esbozó una sonrisa trémula. "Me alegro de que no lo hicieras."

Él se pasó una mano por su abundante cabello y finalmente le echó un buen vistazo. Vestía de negro de la cabeza a los pies. Su brillante cabello, que indudablemente habría destellado a la luz de la luna, estaba recogido bajo una gorra, y la parte inferior de su cuerpo estaba cubierta por un par de pantalones de hombre. O más bien, un par de pantalones de chiquillo. Sus esculturales curvas quedaban bastante agradablemente resaltadas por su poco convencional atuendo, y él dudó de que existieran unos pantalones de hombre adulto lo bastante pequeños para adaptarse a un trasero tan deliciosamente.

"¿Qué llevas puesto?" Suspiró.

"¿Te gustan?" se burló Belle, determinada a defenderse con descaro. Se quitó la gorra de la cabeza, permitiendo que su cabello se esparciera sobre su espalda. "Conseguí la idea de Emma. De algo que hizo una vez. Ella, humm, se vistió de muchacho, y – "

"Ahórrame la historia. Estoy seguro de que Ashbourne estaba tan furioso como yo ahora mismo."

"Me parece que si. Yo no estaba allí. Pero al día siguiente… "

"¡Suficiente!" Alzó una mano. "¿Cómo infiernos has llegado hasta aquí arriba? "

"Trepé por el árbol."

"¿Y de dónde has sacado una idea tan malditamente tonta como esa?”

"¿Tienes que preguntar?"

John la fulminó con una mirada que le dejó muy claro que no le divertía que le echara en cara su propio comportamiento. "Podrías haberte roto el cuello, mujer."

"No me dejaste muchas más opciones." Se acercó y puso una mano sobre su brazo.

John se apartó bruscamente. "No me toques. No puedo pensar cuando me tocas."

Era alentador, pensó Belle, y se acercó a él de nuevo.

"¡He dicho que pares! ¿No puedes ver que estoy furioso contigo?"

"¿Por qué? ¿Por correr el riesgo de trepar hasta aquí para verte? Esto no habría sido necesario si tú no hubieras comportado como un idiota descerebrado negandote a verme."

"Tenía una muy buena razón para negarme a verte," estalló John.

"Oh, ¿de verdad? ¿Y cuál era? "

"Ninguna de tu maldita incumbencia."

"Ya veo que sigues tan infantil como siempre," se mofó Belle. "¡Ouch!" Brincó hacia atrás cuando una piedra la golpeó en el brazo.

"¿Qué ha sido eso? " siseó John, cogiendo de nuevo su arma y apartándola de la ventana.

"¿Cuándo te has vuelto tan paranoico? Sólo es Dunford, irritado conmigo, sin duda, por tardar tanto en avisarle de que he conseguido entrar y estoy a salvo." Belle se soltó de su agarre y se acercó a la ventana abierta. Dunford tenía la mirada clavada en ella. No podía ver su cara con claridad, pero Belle estaba segura de que lucía una expresión de preocupación.

"Estoy bien, Dunford," le dijo, en voz alta.

"¿Va él a llevarte a casa? "

"Sí, seguro. No te preocupes."

"Quiero oírlo de él. "

"Hombre obstinado," refunfuñó Belle. "Humm, ¿John? Dunford no se marchará hasta que le des tu palabra de que me llevarás a casa a salvo."

John frunció el ceño y se acercó a la ventana. "¿En qué demonios estabas pensando?"

"Me habría gustado verte a ti intentar detenerla," gruñó Dunford, en respuesta. "¿Vas a escoltarla a su casa o me vas a hacer quedarme aquí y… "

"Sabes condenadamente bien que la llevaré, y nosotros vamos a tener una charla mañana. Debes estar idiota o borracho o ambas cosas para dejarla… "

"¿Dejarla? ¿Dejarla? Ah, Blackwood, ya te enteraras cuando seas su marido. No le dejé hacer nada. Ni el mismo Napoleón podría haberla detenido. Te deseo mucha suerte. Vas a necesitarla." Dunford giró sobre sus talones y regresó al carruaje que había dejado a unos bloques de distancia.

John se volvió hacia Belle. "Será mejor que tengas una muy buena razón para llevar a cabo algo así."

Belle bostezó. "Ya te lo dije, tenía que verte. ¿Qué mejor razón que esa? ¿Y podrías cerrar la ventana? Hace frío aquí."

John gruñó, pero cerró la ventana. "Bien. Empieza desde el principio."

"¿Quieres que yo empiece a hablar? ¿Por qué no comienzas a hablar tú? He estado preguntándome por qué un hombre se arrastraría hasta mi dormitorio un día y me haría el amor y luego se negaría a verme al día siguiente."

"Es por tu propio bien, Belle," dijo él, con los dientes apretados.

"Vaya ¿dónde he oído eso antes? " preguntó ella, destilando sarcasmo.

"No trates de volver las tornas, Belle. Esta es una situación completamente diferente. "

"Entonces podría entenderlo… si me dijeras lo que esta sucediendo. Y mientras tú has estado desconectado y sumergido en tus asuntos, yo he tenido una pequeña aventura. "

"¿Qué demonios significa eso? "

"Significa que alguien trató de secuestrarme hace dos días." Belle le había dado la espalda y se había alejado, así que no vio como toda la sangre de John abandonaba su rostro. Suspirando, lo arriesgó todo y dijo, "y si de verdad sintieras cariño por mí, creo que querrías protegerme. Preferiría no pasar por esto sola, ya sabes."

John la agarró con firmeza por los hombros y la giró. La expresión de su cara le dijo que él todavía sentía algo por ella, y se habría sentido exultante si él no pareciera tan angustiado. "Díme lo que pasó," insistió él, con el rostro contraído de preocupación. "Cuéntamelo todo."

Ella rápidamente le relató el incidente en el callejón.

Maldito! " explotó él, estrellando su puño contra la pared.

Belle jadeó cuando vio una grieta serpentear por el yeso.

"¿Y estás segura de que dijeron que era un caballero quien te quería? ¿A ti en particular?"

Ella asintió y se estremeció cuando él la sacudió. "Y también que llevaba un brazo en cabestrillo."

John soltó una palabrota. Hacía tan solo unas noches que le había pegado un tiro a su atacante en el hombro. Con un suspiro entrecortado, cojeó hasta una mesa cercana en la que había una botella de whisky y un vaso. Los tomó ambos y luego desechó el vaso, tomando un generoso trago del licor directamente de la botella. Juró otra vez y luego tendió la botella hacia Belle. "¿Quieres? "

Ella sacudió la cabeza, acobardada por su dura expresión. "No, gracias.”

"Puede que cambies de opinión," dijo él, riendo ásperamente.

"¿John, qué pasa?" Belle se precipitó a su lado. "¿Qué sucede? "

Él la miró a los ojos, directamente al centro de aquellos perfectos ojos azules que lo atormentaban cada noche. No había ninguna razón para ocultarle la verdad más tiempo. No después de que su enemigo hubiera decidido que ella era una valiosa mercancía. Ahora iba a tener que mantenerla cerca de él si quería verla a salvo. Muy cerca. Todo el tiempo.

"¿John?” imploró Belle. "Por favor, cuéntamelo."

"Alguien trata de matarme."

Las palabras cayeron sobre ella como un alud. "¿Qué?" jadeó. Se tambaleó y se habría caído al suelo si él no hubiera extendido una mano para agarrarla. "¿Quién? "

"No lo sé. Eso es lo malditamente peor. ¿Como infiernos se supone que debo vigilar mi espalda si no tengo ni idea de qué estoy buscando? "

"¿Pero tienes algún enemigo? "

"Ninguno que yo sepa."

"Cielo misericordioso," dijo Belle, con voz entrecortada y John tuvo que sonreír ante su sumamente elegante tentativa de blasfemar.

"Quienquiera que me quiera muerto ha comprendido que tú eres muy, muy importante para mí y no le importa utilizarte."

"¿Lo soy? " preguntó Belle, suavemente.

"¿Eres qué? "

"¿Muy, muy importante para ti? "

John dejó escapar un áspero suspiro. "Por Dios, Belle. Sabes que lo eres. La única razón por la que no he estado siguiéndote como un perro faldero durante los últimos días es que esperaba que mi atacante no hubiera establecido aún la conexión entre ambos."

En medio de su terror por la seguridad de John, Belle sintió un cálido destello de felicidad por sus palabras. No lo había juzgado mal.

"¿Qué vamos a hacer ahora? "

John suspiró abruptamente. "No lo sé, Belle. Ponerte a ti a salvo es mi prioridad."

"Y a ti también, espero. No podría soportar que te pasara nada."

"No voy a pasarme la vida huyendo, Belle. O más bien, cojeando, en este caso," añadió irónicamente.

"No, ya veo que no es lo que deseas."

"¡Maldita sea!" Sus dedos se cerraron con fuerza alrededor de la botella de whisky, y con toda probabilidad la habría lanzado contra la pared, si Belle no hubiera estado allí para atenuar su furia. "Si tan sólo supiera quién va detrás de mí. Me siento tan malditamente indefenso. E inútil."

Belle se precipitó a consolarlo. "Por favor, querido," imploró. "No seas tan duro contigo mismo. Ningún hombre podría hacer más de lo que tú haces. Pero creo que ha llegado el momento de que busquemos ayuda."

"¿Oh? " dijo él, burlonamente.

Belle ignoró su tono de burla. "Creo que deberíamos ir a ver a Alex. Y, quizás, también a Dunford. Ambos poseen bastante inventiva. Creo que podrían ayudar."

"No voy a implicar a Ashbourne. Ahora tiene una esposa de la que preocuparse y un niño en camino. Y en cuanto a tu amigo Dunford, no me fío precisamente de su buen juicio después esta noche."

"Oh, por favor no culpes a Dunford de esto. No le dejé otra opción. Era acompañarme y cuidarme o saber que vendría yo sola."

"Eres todo un carácter, Belle Blydon. "

Belle sonrió ante lo que decidió interpretar como un elogio. "Y en cuanto a Alex," prosiguió ella, "sé que una vez le salvaste la vida."

John alzó la vista bruscamente.

"El me lo contó todo," dijo Belle, estirando un poquito la verdad. "Así que no creas que puedes negarlo. Y conozco a Alex lo bastante bien como para saber que habrá estado deseando pagarte esa deuda durante mucho tiempo."

"No lo veo como una deuda. Hice lo que cualquier hombre habría hecho."

"No estoy de acuerdo. Conozco a muchos hombres que ni siquiera saldrían bajo la lluvia por miedo a que se les arruinara la corbata, así que mucho menos arriesgarían su vida por otro. Por el amor de Dios, John. No puedes hacer esto solo."

"No hay otro modo de hacerlo."

"Eso no es cierto. Ya no estás solo. Tienes amigos. Y me tienes a mí. ¿No nos dejarás ayudarte?"

John no contestó en seguida, y Belle soltó otra andanada de palabras infundidas por el pánico,. "Es solamente el orgullo lo que te lo impide. Lo sé, y no te lo perdonaré si… si mueres, y sólo porque fuiste demasiado cabezota para pedir ayuda a la gente que se preocupa por ti."

Él se alejó de ella y caminó hasta la ventana, incapaz de apartar sus pensamientos del hombre que lo acechaba.

¿Estaría ahí fuera, justo al otro lado de la delgada cortina? ¿Estaría esperando, aguardando a que llegara su momento? ¿Le haría daño a Belle?

Dios, no le dejes hacerle daño a Belle.

Transcurrió un largo minuto, y finalmente Belle habló, con voz temblorosa. "Yo… Creo que deberías saber que cuento contigo para protegerme. Afrontaré cualquier peligro que se avecine, pero no lo haré sola."

John se dio la vuelta, su rostro completamente rígido por la emoción. Abrió la boca, pero no salió una palabra.

Belle caminó hasta él y rozó su mejilla con su mano. "Y si me dejas," dijo suavemente, "yo también quiero protegerte."

John colocó su mano sobre la suya. "Oh, Belle, ¿qué he hecho para merecerte? "

Ella se permitió, finalmente, una sonrisa. "Nada. No tuviste que hacer nada."

Con un gemido, John la estrechó en sus brazos. "Nunca voy a dejarte marchar otra vez," dijo él ferozmente, sepultando sus manos en su densa cabellera.

"Por favor, díme que esta vez lo dices en serio."

John se separó y tomó su cara en sus manos, sus oscuros ojos firmemente clavados en los azules de ella. "Te lo prometo. Vamos a afrontar esto juntos."

Belle le rodeó la cintura con los brazos y dejó descansar su mejilla contra su firme pecho. "¿Podemos ignorar esto hasta mañana? ¿O al menos durante unas pocas horas? ¿Solamente fingir que todo es perfecto? "

John se inclinó y suavemente rozó con sus labios la comisura de su boca. "Oh, querida, todo es perfecto."

Belle giró su rostro, de modo que pudiera devolverle sus besos con toda su impaciente inexperiencia. Su pasión tan sólo sirvió para inflamar la de él, y antes de que ella se diera cuenta, él la había levantado en brazos y recorrido la corta distancia hasta su cama.

La posó en ella y le aparto el pelo de la cara con tal reverencia que los ojos de Belle se cuajaron de lágrimas. "Voy a hacerte mía esta noche," le dijo él, con voz ferozmente tierna.

Belle sólo pronunció dos palabra. "Por favor".

Sus labios dejaron un rastro de ardientes besos bajando por el costado de su cuello, mientras sus ágiles dedos la desvestían rápidamente. La tocaba como un hombre hambriento, acariciándola, frotándola, estrujándola. "No puedo… ir despacio," dijo él, con voz áspera.

"No me importa," gimió Belle. Sentía de nuevo la familiar oleada de excitación subiendo por sus piernas y bajando por sus brazos, para arremolinarse en el mismo centro de su ser. Deseaba la liberación, rogó por ella, clamó por ella. Jamás había soñado que el deseo pudiera apoderarse de ella tan rápidamente, pero habiéndolo probado ya una vez, no podía luchar contra la urgencia de apagar su ardiente llama. Sus manos tiraron de la bata, gobernada por la necesidad de sentir su piel contra la suya.

John parecía sentir los mismos impulsos, y casi rasgó su traje en su prisa por sentir sus senos presionando contra su pecho desnudo. "Dios, cómo te deseo," gruñó él, deslizando una mano por su torso hasta acomodarla en el suave nido de vello de su entrepierna. Ella estaba húmeda, y este conocimiento casi lo condujo a la locura.

No sabía cuanto tiempo más podría resistir sin sumergirse en ella, pero quiso estar absolutamente seguro que estuviera lista para él, así que suavemente deslizó un dedo en su interior. Podía sentir sus músculos apretándose alrededor de él, y quedó aturdido por la crudeza de su deseo.

"Por favor," rogó Belle. "Quiero… " Su voz se apagó.

"¿Qué quieres? "

"Te quiero a ti," dijo roncamente. "Ahora".

"Oh, querida, yo también." Con un suave empujón, le separó las piernas y se colocó sobre ella, preparado para entrar, pero sin llegar a tocarla. Su aliento era entrecortado, y necesitó de toda su fuerza de voluntad para decir, “¿Estás segura, amor? Porque una vez que te toque no voy a ser capaz de pararme."

La respuesta de Belle fue colocar firmemente sus manos sobre sus caderas y empujarlo hacia ella. John finalmente se permitió hacer lo que había estado soñando durante semanas y, con cuidado, entró en ella. Era pequeña, sin embargo, y él se sentía aterrorizado por si le hacía daño, así que fue avanzando despacio en su interior y retrocediendo para permitir que su cuerpo se acostumbrara al de él. "¿Te duele? " le susurró.

Belle sintió un poco de incomodidad cuando él empezó a entrar en ella, pero también podía sentir que su cuerpo se relajaba así que negó con la cabeza, no queriendo preocuparlo. Además, sabía a donde conducía todo esto, y deseaba con todas sus fuerzas llegar hasta allí.

John gruñó en su interior cuando alcanzó la delgada barrera de su virginidad. Había necesitado hasta el último gramo de su autocontrol para no sumergirse totalmente en ella de la forma en que su excitado cuerpo exigía. "Esto puede doler un poco, amor," dijo él. "Desearía que no fuera así, poder sufrirlo yo por ti, pero te prometo que sólo será una vez, y… "

"¿John? " lo interrumpió Belle, suavemente.

"¿Qué? "

"Te amo. "

Se sintió como si su garganta estuviera a punto de cerrarse. "No, Belle, no lo haces," jadeó. "No puedes. Tú…"

"Te amo. "

"No, por favor. No lo digas. No digas nada. No… " No podía hablar. No podía respirar. Ella le pertenecía, pero se sentía como si la hubiera robado. Ella era más de lo que merecía, y aunque fuera lo bastante egoísta para quererla en su vida, no era tan bastardo como para pedir su corazón.

Belle vio la expresión torturada en sus ojos. No lo entendió, pero deseó con desesperación hacerla desaparecer. Las palabras no podían curarlo así que le demostró su devoción atrayendo su cabeza hacia la suya.

Se sintió vencido por sus dulces y tiernos movimientos, y lanzo las caderas hacia delante, envainándose completamente en ella. La sentía tan bien, mejor que cualquier otra cosa que hubiese experimentado alguna vez, pero se obligó a permanecer inmóvil un minuto mientras sentía como su estrecho pasaje se estiraba para acomodarlo.

Belle sonrió tímidamente. "Eres tan grande."

"Exactamente igual que cualquier otro hombre. Aunque no quiero decir que debas tener nunca una base para comparar. " Comenzó a moverse dentro de ella, embistiendo suavemente y disfrutando de la dulce fricción entre sus cuerpos.

Belle jadeó cuando lo sintió. "Oh Dios."

"Oh Dios, en efecto."

"Creo que me gusta esto." Inconscientemente, Belle comenzó a mover sus caderas bajo él, elevándose para encontrarlo cuando él se sumergía en su interior.

Sus piernas se enroscaron alrededor de él, y su nueva posición permitió que él se introdujera aún más profundamente dentro de ella, hasta que Belle estuvo segura de que tocaba su corazón.

Sus movimientos se hicieron más rápidos e impetuosos, y Belle fue arrastrada junto con él mientras ambos navegaban sobre aquel furioso oleaje hacia la liberación. Ella clavó sus dedos en su piel, arañándolo mientras trataba de pegarse aún más a él. "¡Lo quiero ya! " jadeó, sintiendo que su cuerpo comenzaba a retorcerse fuera de control.

"Oh, y lo tendrás, te lo prometo." Su mano resbaló entre sus cuerpos y acarició el núcleo más sensitivo de su sexo. Explotó en el mismo instante en que él la tocó, gritando de pasión mientras cada músculo de su cuerpo se tensaba y luego parecía estallar.

La sensación de ella palpitando alrededor de su rígida verga era más de lo que John podía soportar, y la embistió una última vez, gruñendo guturalmente mientras se vertía en ella. Juntos se derrumbaron en un aturdido y sudoroso enredo de brazos y piernas, sus cuerpos irradiando calor.

Después de que la respiración de John hubiera vuelto a la normalidad, retiró un húmedo mechón de su rostro y le preguntado, "¿Bien? "

Belle le sonrió. "¿Tienes que preguntar? "

Él exhaló un suspiro de alivio. Ella no iba a interrogarle sobre su respuesta negativa a aceptar su declaración de amor. Sintió que su cuerpo se relajaba y hasta se las arregló para esbozar una sonrisa juguetona cuando dijo, "Compláceme."

"Ha sido maravilloso, John. Mejor de lo que nunca hubiera podido soñar. Y tengo que agradecértelo a ti."

Él le dio un pellizquito en la nariz. "Tu has desempeñado un papel fundamental."

"Mmmm," contestó Belle, evasiva. "Pero has sido tú quien se ha contenido, asegurándote de que yo estaba… bien," finalizó ella, incapaz de pensar en un término mejor. Cuando John hizo un amago de protesta, ella le tapo la boca con la mano y dijo, "Shh. Podía verlo en tu cara. Eres un hombre increíblemente amable y cariñoso, pero tratas con todas tus fuerzas de no dejar ver a la gente esa parte de ti. Mira todo lo que has hecho para que esto resultara perfecto para mí. Incluso me proporcionaste placer antes que a ti, para que no me asustara de mis emociones esta noche."

"Es porque yo… porque me preocupo por ti, Belle. Quiero que todo sea perfecto para ti."

"Oh, lo es, John," dijo ella con un suspiro de felicidad. "Lo es."

"Te protegeré," le juró él, ferozmente. "Voy a mantenerte a salvo."

Belle se acurrucó en el hueco de su brazo. "Lo sé, querido. Y yo voy a mantenerte a salvo a ti, también."

John sonrió mientras una imagen de ella blandiendo un sable pasó por su mente.

"No estoy indefensa, ya sabes," dijo Belle.

"Lo sé," dijo él indulgentemente.

Su tono la enojó, y se retorció para enfrentarlo. "No lo estoy," protestó ella. "Y deberías acostumbrarte a ello, porque no voy a dejarte tratar con este monstruo a ti solo."

John bajó la mirada hacia ella y enarcó una ceja. "¿Seguramente no pensaras que voy a dejarte ponerte en peligro? "

"¿Es que no lo ves, John? ¿Qué si te pones en peligro, podrías ponerme en peligro a mi también? Es lo mismo." John no estaba de acuerdo, pero no quiso discutirlo mientras ella yacía toda calidez y suavidad en sus brazos. "¿No habías dicho que querías olvidarte de nuestros problemas durante unas horas? " le recordó suavemente.

"Sí, imagino que lo dije. Pero es difícil, ¿verdad?" La mano de John se dirigió a la herida de su brazo donde una bala lo había rozado hacia menos de una semana.

"Sí," dijo enigmáticamente. "Lo es."

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