Capítulo Dieciocho

No fue hasta la mañana siguiente que Belle se acordó de preguntar a John sobre su conversación con Alex. Él consideró por un breve momento ocultarle la verdad, pero una mirada a sus inquisitivos ojos azules le recordó que la respetaba demasiado como para recurrir a subterfugios.

"Sé quién trata de matarme." dijo finalmente, con voz grave.

Belle se incorporó, sentándose en la cama y tirando de las sabanas para cubrir sus pechos. "¿Quién?”

"George Spencer.” Él se aclaró la garganta. "El individuo del que te hablé."

La sangre abandonó el rostro de Belle. "Pero creía que había abandonado el país."

"Eso creía yo también. Ashbourne lo vio fuera de casa antes de la boda."

"¿Estás seguro de que quiere matarte? "

John cerró los ojos cuando su memoria lo devolvió de nuevo a España. El hedor del sexo y de la sangre. La agonía en los ojos de Ana. La furia en Spencer. "Estoy seguro."

Belle lo rodeó con los brazos y se pegó a su costado. "Al menos ahora sabemos quién es. Así podremos luchar contra él."

Él asintió despacio.

"¿Qué vamos a hacer? "

"No estoy seguro aún, amor. Hay muchas cosas que considerar." Pero él no quería pensar en nada de eso aún, no cuando todavía yacía en la cama con la que era su esposa hacia menos de veinticuatro horas. Repentinamente cambió de tema, la besó y le preguntó, "¿Disfrutaste de la boda? "

"Por supuesto," contestó Belle, lealmente.

"¿Estás segura?" John odiaba pensar que sus prisas hubieran podido estropear uno de los días más especiales de la vida de ella. "Parecías un poco angustiada antes de la ceremonia."

"Oh, eso," dijo Belle, y un ligero rubor cubrió sus mejillas. "Solo estaba un poquito nerviosa."

"No porque tuvieras dudas sobre casarte conmigo, espero." ¿Esperaba? Imploraba, en realidad.

"No, por supuesto que no," dijo Belle, dándole un juguetón golpecito en el hombro. "Nunca, ni una sola vez, pensé que estuviera cometiendo un error al casarme contigo. Sólo fue un pequeño momento de desasosiego interior porque mi boda no iba a ser exactamente como había soñado que sería."

"Lo siento," dijo John suavemente.

"No, no, no lo sientas. Solamente porque no fue como yo había pensado que sería, no significa que no fuera absolutamente perfecta. Oh, querido, lo fue. ¿Tiene algún sentido lo que digo? "

John asintió solemnemente.

"Creí que necesitaba una iglesia y cientos de invitados y música que sonara como verdadera música, pero me equivoqué. Lo que necesitaba era un sacerdote achispado, unos invitados irreverentes, y una pianista que seguramente aprendió a tocar de una cabra."

"Entonces conseguiste exactamente lo que necesitabas."

"Supongo que sí. Pero en realidad, lo único que realmente necesitaba eras tú." John se inclinó para besarla otra vez, y permanecieron ocupados es estos menesteres durante toda la hora siguiente.


* * *

Mientras el día llegaba a su fin, John comprendió que iba a tener que tomar alguna decisión sobre George Spencer. No tenía el menor deseo de quedarse sentado y esperar a que Spencer finalmente le alojara una bala en el pecho. Se volvería loco si tenía que esperar pacientemente a que su enemigo hiciera el primer movimiento. Aunque sólo fuera por no perder la cordura, necesitaba trazar un plan. La idea de permanecer escondido le resultaba desagradable, así que decidió afrontar la situación cara a cara y encontrarse con Spencer en persona.

Evidentemente, eso requería conocer el paradero de Spencer. John dudaba de que tal información fuera difícil de obtener. Las noticias viajaban rápido en Londres, incluso aunque hubiera finalizado la Temporada, y Spencer pertenecía a una familia lo bastante distinguida como para estar seguro que su regreso al país habría sido advertido. Uno simplemente tenía que preguntar a la gente adecuada.

John se retiró a la biblioteca y escribió una nota a Alex en seguida, solicitando su ayuda. La respuesta le llegó veinte minutos más tarde.


Spencer se aloja en unas habitaciones de alquiler en el 14 de Bellamy Lane. Ha regresado a Londres bajo su propio nombre y disfruta una tibia acogida. Por lo visto trató de regresar a Inglaterra inmediatamente después de la guerra y fue despreciado como desertor.

Su situación ha mejorado desde entonces, aunque no mucho.

No recibe demasiadas invitaciones, pero no creo le resulte difícil conseguir ser tolerado en un gran baile o fiesta. Posee el acento correcto y la ropa adecuada. Tú y Belle tendréis que tener cuidado. Por favor mantenme informado de tus planes.


Ashbourne


Alex había estado ocupado desde la noche anterior. John sacudió la cabeza de admiración. Se sentó tomando pluma y papel. Después de varios esbozos, finalmente se decidió por la simplicidad y envió la siguiente nota:


Spencer,

Tengo entendido que está en Londres. Tenemos mucho de lo que hablar. ¿Querría quedar a la hora del té? Me alojo en casa de mis suegros en Grosvenor Square.


Blackwood


John envió la nota con un mensajero y le dio instrucciones de esperar respuesta.


Salió hacia el vestíbulo, buscando a Belle. Todavía no se orientaba bien por la mansión, que era bastante grande para ser una residencia urbana. Se sentía condenadamente raro viviendo en una casa desconocida, sobre todo teniendo en cuenta que los dueños estaban fuera, en Italia y no tenían ni idea de que él acababa de casarse con su única hija. Si los Blydon estuvieran en su residencia, se sentiría mejor, como un correcto invitado, pero tal y como estaban las cosas, tenía la sensación de jugar a ser el dueño en la casa de otro. Su incomoda situación sólo servía para que se sintiera más determinado que nunca a poner fin a sus problemas con Spencer. Se había pasado cinco años haciendo malabarismos con el dinero para poderse comprar una casa propia, y ahora ni siquiera podía usarla.

Si no fuera porque acababa de casarse, habría estado de un humor realmente asqueroso.

Finalmente encontró a Belle dormida sobre un sofá en su salita. Sonrió para sí, pensando que se merecía la siesta. El había hecho todo lo posible para mantenerla despierta la noche anterior. No queriendo molestarla, salió de puntillas del cuarto y se dirigió de nuevo a la biblioteca donde se instaló en un sillón con una copia de El peregrino apasionado. Si Belle había sido capaz de leerlo, se figuró que él también. Lo irritaba tener que holgazanear leyendo mientras alguien conspiraba para eliminarlo, pero dada su actual estrategia, no parecía haber otra cosa que hacer que esperar.

Estaba más o menos a mitad del segundo acto cuando Belle llamó a la puerta.

"¡Adelante! "

Ella asomó la cabeza. "¿Te molesto? "

"¿En mi primer día como hombre casado? Me parece que no. "

Ella entró en la biblioteca, cerrando la puerta tras de si y se dirigió al sillón contiguo al de John.

"Hum-mmm," dijo él, agarrándola de la mano. "Ven aquí." Con un hábil tirón ella cayó en su regazo.

Belle se rió ante su estratagema y le plantó dos besos a lo largo de la mandíbula, maravillándose de sentirse cada vez más cómoda con este hombre. "¿Qué lees?" le preguntó, echando una ojeada al libro. "¿El Peregrino Apasionado? ¿Por qué has elegido esta lectura? "

"Tú lo has leído."

"¿Y? "

Él le pellizcó la nariz. "Y me acordé de lo adorable que estabas cuando hablábamos de él, el día en que te conocí."

La respuesta de Belle fue otro beso.

"Ya he comprendido cuál fue el problema en nuestra boda," reflexionó John.

"¿Oh? "

Él se inclinó y acarició con los labios una de las comisuras de su boca. "La mayor parte de las parejas" murmuró, puntualizando sus palabras con pequeños y rápidos roces de su lengua, "suelen pasarse una semana entera en la cama después de la boda. Nosotros ni siquiera nos hemos levantado tarde."

Belle pestañeó exageradamente. "Podríamos volver," sugirió.

La mano de John abandonó el estomago de ella para posarse sobre uno de sus senos. "Una idea interesante."

"¿Eso crees? " le preguntó ella, con la voz entrecortada.

John la estrechó suavemente contra sí, deleitándose con su respuesta. "Mmm-hum". Sonrió perezosamente cuando la vio arquear la espalda.

Podía sentir como se endurecia su pezón, convirtiéndose en un pequeño y rígido botón, y su cuerpo se tensó como respuesta.

"¿Siempre va a ser así entre nosotros? " susurró ella.

"Cristo, eso espero." Se inclinó y capturó su boca en un duro y fiero beso. Sus labios y su lengua eran despiadados, exigiendo todo de ella, implacable en su misión de reclamar hasta su misma alma.

La reacción de Belle lo igualó en velocidad e intensidad. Su beso brutal inflamó su deseo, y ella se lo devolvió con idéntica pasión, clavándole los dedos en la espalda. La ardiente boca de él descendió por su cuello, dejando un rastro de fuego a lo largo de su piel. "¿Has cerrado la puerta?" le preguntó con voz desigual, sin apartar los labios de su garganta.

"¿Qué? " Belle estaba tan sumida en un mar de pasión que apenas podía oír sus palabras.

"¿Has cerrado la puerta? "

Negó con la cabeza.

"Maldición." De mala gana John arrancó su boca de su sensible piel y se deslizó de debajo de ella. Belle aterrizó como un suave bulto sobre el sillón mientras él cruzaba el cuarto hasta la puerta, el aliento convertido en un jadeo desigual.

John giró la llave con decisión y caminó hacia su flamante esposa, con los ojos brillantes de deseo. Lamentablemente, sólo había podido dar dos pasos en su dirección cuando oyó un sonoro golpe sobre la puerta. Maldijo entre dientes y echó un rápido vistazo a Belle para asegurarse de que estaba presentable antes de girarse de nuevo. Descargando su irritación sobre el infeliz pomo, abrió brutalmente la puerta de un tirón.

"¿Qué? " ladró.

"Milord," le contestó la temblorosa voz del lacayo. "Una carta para usted."

John asintió de forma cortante y tomó el papel que descansaba sobre la bandeja de plata que el lacayo portaba.

"Me parece que hay un abrecartas en aquel escritorio de allí," dijo Belle, haciendo un gesto con la cabeza hacia el mueble en cuestión.

John siguió su consejo y rasgó el sello. La carta estaba escrita en un costoso papel blanco.


Querido Lord Blackwood,

¿Piensa que soy estúpido?

Si desea que nos encontremos, estaría encantado de concertar una cita con usted en un lugar más neutral. Me inclino por los muelles.


George Spencer.


"¿Quién la envía? " preguntó Belle.

John arrugó el papel. "George Spencer," contestó distraído.

"¿Qué? " chilló ella. "¿Por qué se pone en contacto contigo? "

"Bien, está tratando de matarme," dijo John tranquilo, su pasión tristemente diluida por la interrupción. "Y también, supongo, porque yo le he enviado una carta esta mañana temprano."

"¿Qué? ¿Por qué? ¿Y por qué no me lo has contado? "

Él suspiró. "Comienzas a sonar como una esposa latosa. "

"Bueno, tú te encargaste de lo de la parte de esposa ayer, y en cuanto a lo de latosa… creo que estoy en mi derecho dada nuestra intolerable situación. Y ahora, ¿ contestarás a mi pregunta? "

"¿A cuál de ellas? "

"A todas, " respondió Belle, apretando los dientes.

"Le escribí porque pensé que tal vez podría protegerme mejor si pudiera encontrarme con él cara a cara y discernir la intensidad y la naturaleza de su odio hacia mí. No te lo conté porque estabas durmiendo. Y luego estabas, esto… ocupada."

"Lamento haberte gritado," dijo Belle, más apaciguada. "Pero no veo qué esperas conseguir reuniéndote con él. Con eso solamente le bríndas una oportunidad de matarte."

"No tengo la intención de correr riesgos innecesarios, mi amor. Le pedí que nos reuniéramos aquí. Tendría que estar muy desesperado para intentar algo en mi casa, o en tu casa, en este caso."

Tan pronto como las palabras salieron de su boca, John supo que no eran las correctas, ya que Belle lanzó un grito, "¡Pero no sabes lo desesperado que está! Si él realmente, de verdad te odia, entonces puede que no se preocupe por las consecuencias de matarte delante de testigos. Cariño, no puedo permitir que corras ese riesgo. " Su voz se quebró. "No cuando te amo tanto."

"Belle, no digas… "

"¡Diré lo que me dé la maldita gana! Arriesgas tu vida, no me dices que me amas y ni siquiera me dejas decirte que yo te amo." Emitió un sonido inarticulado y se llevó el puño a la boca durante un momento para contener un sollozo."¿Es que no te importo? "

Él la agarró por los brazos con un apretón feroz. "Sí que me importas, Belle," casi gruñó. "No dejes que nadie te diga lo contrario."

"Nadie lo hace. Sólo tú. "

Una profunda y desigual inspiración estremeció todo su cuerpo. "¿No puede bastarte saber que me importas, Belle? ¿Qué has llegado a lugares de mi corazón que no sabia ni que existían? ¿No te bastará por el momento?"

Ella tragó convulsivamente. Dios, lo odiaba cuando no podía entenderlo. Aún así, asintió. "Por el momento," dijo, en voz queda. "No por mucho tiempo. Y te aseguro que no para siempre."

Él tomó su cara en sus manos y se inclinó para besarla, pero ella se apartó de él. "Supongo que primero tendremos que lidiar con este monstruo. Es difícil tratar de construir un matrimonio cuando tengo que estar temiendo por tu vida."

John trató de ignorar el vacío que se había instalado en su corazón cuando ella se alejó de él. "Te prometo, cariño, que optaré por la actuación más segura. No tengo el menor deseo de morir, pero no puedo pasarme el resto de mi vida escondiéndome de Spencer. Antes o después, me encontrará."

"Lo sé. Lo sé. ¿Qué decía la nota? "

John se levantó y cruzó la habitación hasta la ventana. "No quiere que nos encontremos aquí," dijo, mirando hacia la ahora poco transitada calle. "Imagino que cree que esto es alguna clase de trampa."

"¿Lo es? "

"¿Una trampa? No, aunque ahora que lo pienso, la idea tiene su mérito. "

"¿Qué más dice? "

"Quiere que nos encontremos en los muelles."

"Espero que no estés pensando reunirte allí con él." Belle se estremeció. En realidad, ella nunca había ido allí, pero todos los londinenses sabían que era una de las zonas más peligrosas de la ciudad.

"No soy estúpido," contestó John, repitiendo inconscientemente las palabras que le había escrito Spencer. "Veré si quiere que nos reunamos en otro lugar. Algún sitio atestado," añadió, sobre todo para tranquilizarla.

"Mientras no vayas solo. Estoy segura de que Alex y Dunford estarían encantados de acompañarte. Y Ned también, si no ha vuelto para entonces a la universidad."

"Dudo que Spencer quiera decirme lo que tiene en mente delante de otras personas, Belle. Pero no te preocupes, No tengo la intención de encontrarme con él a solas, sin amigos cerca. No tendrá oportunidad de intentar nada."

"¿Pero por qué va a quedar contigo si lo que trata es de matarte? "

John se rascó la cabeza. "No lo sé. Probablemente quiere contarme cómo desea matarme. O cuánto lo desea."

"Eso no es gracioso, John."

"No estaba bromeando."

Belle sepultó la cara entre sus manos. "Oh, John," gimió. "Tengo mucho miedo de perderte. Es gracioso. En parte, la razón por la que me enamoré de…" Alzó la mano. "No, por favor no me interrumpas. En parte, me enamoré de ti porque pensé que me necesitabas. Hay muchísima gente a la que le gusto o que me quiere, pero nunca nadie me ha necesitado como tú. Y ahora me doy cuenta… " Se le quebró la voz, ahogándose con un sollozo.

"¿De qué, cariño?" susurró él. "¿De qué te has dado cuenta?"

"Oh, John, de que yo también te necesito. Si algo te pasara… "

"No me va a pasar nada," dijo él, ferozmente. Por primera vez, en años, tenía algo por lo que vivir. No iba a dejar a ese bastardo violador que se lo arrebatara.

Belle lo miró por entre sus pestañas cuajadas de lágrimas. "¿Qué vamos a hacer? "

"No vamos a hacer nada," contestó él, acercándose y acariciándole el pelo. Entonces, con gentileza, se puso en cuclillas, le apartó las manos de la cara, y la besó suavemente en la ceja. "Sin embargo, yo voy a escribirle una nota a Spencer."

Se acercó a la mesa donde había dejado la pluma y el papel que había usado más temprano. "¿Qué me sugieres que le diga?" le preguntó, en tono tranquilo, tratando de hacerla olvidar su temor y su ansiedad.

"Creo que deberías empezar con “Estúpido hijo de…” "

"No creo que funcione," la interrumpió John, sin alterarse, preguntándose donde demonios había adquirido ella un vocabulario tan colorido. "No queremos insultarlo."

"Puede que nosotros no, pero yo te aseguro que sí. "

"Belle," suspiró él, disimulando su sonrisa. "Eres un tesoro. ¿Qué habré hecho para merecerte?"

"No lo sé," contestó ella, levantándose. "Pero si no quieres perderme, te daré un importante consejo: no te mueras." Y con estas palabras, suspiró y abandonó el cuarto, incapaz de permanecer cerca de un pedazo de papel que tal vez causara la muerte de John.

El sacudió la cabeza cuando la vio marcharse. No se lo estaba tomando demasiado bien. ¿Pero cómo iba a culparla? Si alguien estuviera tratando de matarla, él registraría Londres de punta a punta como un loco, tratando desesperadamente de atraparlo antes.

Expulsando este desagradable pensamiento de su mente, John devolvió su atención a la pluma y el papel que esperaban frente a él. Era extraño eso de mantener correspondencia con el asesino de uno.


Spencer,

¿Cree que yo soy estúpido?

Sugiero que nos encontremos en algún lugar ligeramente más aceptable,

como el Salón de Té de Hardiman.

Elija usted día y hora.


Blackwood


Había llevado a Belle varias veces a Hardiman durante su precipitado noviazgo. Allí podrían conseguir una mesa privada, y lo que era más importante, el establecimiento era frecuentado por la mayoría de las matronas de la aristocracia y las debutantes por lo que Spencer no se atrevería a intentar ninguna tontería. Además, sería fácil para Alex vigilar despreocupadamente desde alguna mesa cercana.

John volvió a enviar al mensajero al alojamiento de Spencer. Confiaba en una pronta respuesta; Spencer seguramente estaría esperando en su casa a que llegara una respuesta a su invitación.

Suspiró y se mesó los cabellos. Debería ir a hablar con Belle. Lo desgarraba verla tan angustiada, pero no sabía qué decirle. No conocía palabras que la hicieran sentir mejor. Llevaba casado con Belle menos de veinticuatro horas y ella ya se sentía desdichada. Le había fallado a su esposa, y se sentía incapaz de aliviar su sufrimiento.

Su esposa.

Los labios de John esbozaron una débil sonrisa. Le gustó cómo sonaba. Se incorporó tan repentinamente, que el sillón chirrió sonoramente al deslizarse por el entarimado.

Salió a grandes zancadas en dirección al vestíbulo, tan rápidamente como su pierna herida le permitía. "¡Belle! " la llamó, dirigiéndose hacia la planta superior. "¡Belle! ¿Dónde estás? "

Ella apareció en lo alto de las escaleras, con una expresión de pánico en el rostro. "¿John? ¿Sucede algo? ¿Qué pasa? "

"Sólo quería verte, eso es todo." Él sonrió ligeramente, tratando de aliviar su tensión. "¿Siempre tienes que hacer tres preguntas cuándo una sola bastaría? "

"Por todos los cielos, John, me has dado un susto de muerte. Por favor no vuelvas a gritar así otra vez. Ya estoy bastante preocupada tal y como están las cosas."

Él cruzó el espacio que los separaba y la rodeó con los brazos. "Por favor, cariño. Vas a ponerte enferma. Regresemos a tu habitación y hablemos."

"Nuestra habitación," lo rectifico Belle, sorbiendo por la nariz.

"¿Qué? "

"Nuestra habitación. Ahora estoy casada. Ya no quiero tener una habitación solo mía."

"Yo tampoco quiero que la tengas. Belle, pronto llevaremos una vida normal. Te lo prometo."

Belle se dejó conducir al dormitorio. Deseaba tanto creerlo "No puedo evitar sentirme asustada, John," dijo suavemente.

El la abrazó y aspiró la ligera fragancia de su pelo. "Lo sé, querida, lo sé. Pero olvida ese miedo por el momento. No hay nada de lo que temer aquí y ahora."

Sus labios se curvaron en una diminuta sonrisa. "¿En este preciso instante…? "

"Solo existo yo." Remontó la línea de su mandíbula con los labios, deslizándose lánguidamente hasta su oído. Y, de repente, no le basto. Sus manos se curvaron sobre su trasero, apretándola aún más íntimamente contra él. Besó cada trocito de piel expuesta, sus manos y muñecas una vez que había finalizado con su cuello. Acababa de regresar al lóbulo de su oreja izquierda cuando oyeron una voz en la puerta.

"¡Ejem!"

John no se molesto en volverse, limitándose a agitar una mano en dirección al ofensivo criado.

"¡¡Ejem!! "

La voz sonó más insistente así que John, de mala gana, se separó de Belle y giró la cabeza hacia la puerta. Una dama elegantemente vestida permanecía allí de pie con una extraña expresión en su rostro. John nunca la había visto antes, aunque tenía realmente unos asombrosos ojos azules que le resultaban conocidos, verdaderamente azules, casi como los de…

Una inminente sensación de fatalidad recorrió su cuerpo cuando, despacio, se volvió hacia Belle, quién todavía estaba estrechamente apretada contra su cuerpo. Parecía angustiada. Muy angustiada. Casi de color verde.

"¿Mamá? "

John brincó lejos de Belle a una velocidad asombrosa.

Caroline, condesa de Worth, se despojó de sus guantes con un vigor lindante con la furia. "Veo que has estado muy ocupada desde que me marché, Arabella."

Belle tragó en seco. El uso por parte de su madre de su nombre completo no la hizo sentir optimista. "Bueno, sí," tartamudeó. "Sí."

Caroline se giró hacia John. "Creo que debería marcharse."

"¡No puede! " dijo Belle, rápidamente. "Vive aquí."

El único signo externo de perturbación de Caroline fue un espasmo en la garganta al tragar en seco. "No estoy segura de haberte oído bien."

John se apresuró a acercarse. "Quizás debería presentarme. Soy Lord Blackwood."

Caroline no le ofreció la mano. "Qué bien para usted," contestó, acerbamente.

"Y esta," prosiguió él, haciendo un gesto hacia Belle, "es mi esposa, Lady Blackwood. "

"¿Disculpe? ". Ni una fisura en su compuesta fachada

"Nos hemos casado, mamá," dijo Belle con una débil sonrisa. "Justo ayer. "

Caroline clavó en su hija una mirada de incredulidad, después en el hombre con el que se había casado, y la tornó de nuevo a su hija. "Belle, ¿podría hablar un momento en privado contigo, por favor?" Agarró el brazo de su hija con una fuerza que desmentía la amabilidad de sus educadas palabras y la arrastró al otro extremo de la habitación. "¿Te has vuelto loca? " le siseó. "¿Te das cuenta de lo que has hecho? ¿Dónde demonios estaba Emma? ¿Y cómo te ha permitido hacer esto? "

Desde el otro extremo del cuarto, John se preguntó si esta propensión a formular una pregunta tras otra sin esperar respuesta sería un rasgo de familia.

Belle abrió la boca para contestar, pero Caroline alzó una mano. "¡No lo hagas!" le advirtió. "No digas ni una palabra."

Con un hábil movimiento, volvió a agarrar el brazo Belle y la devolvió al lado de John.

"Mamá," dijo Belle. "Si solamente… " Sus palabras se estrellaron contra la aplastante mirada de represión de Caroline.

"Si me disculpáis," dijo Caroline, en tono calmado. Se acercó rápidamente a la puerta y gritó, "¡Henry!" Belle y John alcanzaron a escuchar una apagada respuesta, a la cual Caroline contestó, "¡Ahora mismo, Henry! "

"No me gusta que me hagan sentir como un chiquillo desobediente," susurró John al oído de Belle.

"Yo he sido una chiquilla desobediente," le respondió ella, en otro susurro. "Al menos para ellos. Así que, por favor, sé paciente. "

El padre de Belle apareció en la entrada. Henry, Conde de Worth, era un hombre atractivo de cabello entrecano y porte sereno. Sus ojos se encendieron con evidente afecto cuando vio a su única hija. "¡Belle, querida! ¿Qué haces en Londres? "

"Oh, esto y aquello," masculló Belle, evasivamente.

"Se ha casado," soltó Caroline, sin entonación.

Henry no dijo nada.

"¿Me has oído?” exclamó Caroline, cuya compostura comenzaba a derrumbarse. "Se ha casado."

Henry suspiró cansinamente y se mesó el entrecano cabello. "¿Había alguna razón por la que no pudieras esperar, Belle? "

"Tenía un poco de prisa."

Caroline enrojeció, sin querer considerar las implicaciones de semejante declaración.

"Seguramente podrías haber esperado unos pocos días," continuó Henry. "¿Creíste que íbamos a prohibirte tu elección? Nos conoces mejor que eso. Te dejamos rechazar a una docena de pretendientes, incluyendo al joven Acton, cuyo padre resulta ser mi mejor amigo. Este parece un tipo bastante agradable. Probablemente no habríamos tenido ninguna objeción. " Hizo una pausa. "Presumo que éste es el hombre con el que te has casado."

Belle asintió, preguntándose por qué los sermones de su padre siempre lograban hacerla sentir como si tuviera siete años.

"¿Tiene él nombre? "

" Lord Blackwood," dijo Belle, con voz clara.

John tomó la iniciativa y se adelantó extendiendo una mano. "John Blackwood, milord. Encantado de conocerlo."

"Eso espero," contestó Henry con sequedad. "¿Tiene recursos para mantener a mi hija? "

"Acabo de comprar una casa, así que no dispongo de demasiado efectivo," contestó John, con sinceridad. "Pero soy prudente y conservador en mis inversiones. No le faltará de nada."

Henry suspiró. "¿De dónde es usted? "

"Crecí en Shropshire. Mi padre era el Conde de Westborough. Mi hermano heredó el título. "

"¿Y cómo consiguió usted el suyo? "

John le relató brevemente su estancia en el ejército. Henry asintió con aprobación y por último le preguntó, "¿Siente afecto por mi hija? "

"Muchísimo, milord."

Henry contempló al joven caballero, cuya mano estaba ahora firmemente entrelazada con la de Belle. "Bueno, Caroline, me parece que simplemente vamos a tener que confiar en el buen juicio de nuestra hija con respecto a este asunto."

"Poco más podemos hacer," dijo Caroline, ácidamente.

Henry proporcionó un consolador apretón al hombro de su esposa. "Estoy seguro de que tendremos tiempo suficiente para aclarar todos los detalles más adelante. Por el momento, creo que debemos concentrarnos en conocer mejor a nuestro nuevo yerno, ¿no crees, Caroline? "

Ella asintió, quería a Belle demasiado para hacer otra cosa.

Belle corrió hacia ella y la abrazó. "Ya veras, mamá," le susurró. "Es perfecto."

Caroline sonrió ante la desmesurada felicidad de su hija, pero le contestó, también susurrando, "Nadie es perfecto, Belle."

"Él es perfecto para mí."

Caroline dio a Belle un último abrazo antes de cogerla de las manos y apartarlaa para poder echarle un buen vistazo. "Espero que tengas razón," le contestó. "Y ahora, por qué no dejamos que tu padre vaya conociendo mejor a tu, er, marido mientras tu me ayudas a reinstalarme. Ha sido un viaje extraordinariamente largo."

Bello pensó que, en general, su madre se había tomado la noticia sorprendentemente bien. Dedicó a John una breve sonrisa y la siguió fuera de la habitación.

"Supongo que todavía no has enviado el anuncio al Times," iba diciendo Caroline mientras caminaba por el pasillo.

"No hubo tiempo."

"Hmmm. Bien, haré que tu padre se ocupe de ello inmediatamente. ¿Y dónde está esa nueva casa que John ha comprado?" Caroline se giró cuando ella estaba a medio pasillo, con una expresión de preocupación en su rostro. "Dijo que su nombre era John, ¿verdad? "

"Sí, mamá. Y está justo al lado de Westonbirt. Lo conocí mientras me alojaba con Emma. "

"Ah" Caroline siguió hacia su dormitorio, donde una criada desempaquetaba sus baúles. "Supongo que organizaré una recepción para vosotros la próxima primavera, cuando todo el mundo esté en la ciudad. Pero creo, que deberíamos hacer algo antes y pronto, aunque sólo sea para hacer saber a todo el mundo que te has casado."

Belle se preguntó para sus adentros por qué era imperativo que "todo el mundo" fuera inmediatamente informado de su cambio de estado civil.

"¿No basta con el anuncio en el Times? "

"En absoluto, cariño. Tenemos que hacer saber a la sociedad que cuentas con nuestra aprobación. No hay ninguna necesidad de que todos sepan que no hemos conocido a John hasta hoy."

"No, supongo que no."

Caroline aplaudió repentinamente, jubilosa. "¡Ya lo sé! ¡El baile de invierno de los Tumbley! Es perfecto. Todo el mundo viene siempre desde el campo para asistir."

Belle inspiró nerviosamente. Cada año el conde y la condesa de Tumbley celebraran una fiesta en Noviembre. Este era uno de los pocos acontecimientos para el cual la aristocracia regresaba a Londres en invierno. Normalmente, le habría encantado asistir, pero en sus actuales circunstancias no creía que fuera seguro para ella y John aventurarse entre grandes multitudes por la noche. "¿Y, er, cuándo es, mamá? "

"Dentro de pocas semanas, supongo. Tendré que revisar mi correspondencia para saber la fecha exacta. Tengo una enorme pila de cartas para repasar."

"No estoy segura de que queramos asistir, mamá. Estamos recién casados, ya sabes, y me gustaría tener un poco de intimidad."

"Si querías intimidad, deberías haberte vuelto a toda velocidad al campo al minuto siguiente de pronunciar el “sí, quiero”. Pero mientras estés aquí, asistirás a ese baile, y lo harás con una sonrisa en la cara. Y después, puedes volver a donde quiera que sea que vayas a vivir ahora y asilvestrarte. Dónde ahora vive…, por cierto, ¿como se llama ese sitio?? "

“Bletchford Mannor."

"¿Qué cosa Mannor? "

" Bletchford Mannor."

"Te oí la primera vez. Es un nombre terrible, Belle. "

"Lo sé."

"No. Quiero decir que es horrible."

"Lo sé. Pensamos cambiarlo. "

"Asegúrate de hacerlo. Después del baile de los Tumbley, es decir porque no vas a poner un pie fuera de Londres hasta entonces. "

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