Capítulo Veintitrés

"¡Cielo misericordioso!" exclamó una voz horrorizada. "¿Qué les ha pasado? "

Belle se encogió. Había olvidado lo peculiar que era la voz de lady Tumbley, con un arraigado tono de soprano.

"Un accidente con el carruaje," dijo Alex, sin inmutarse. "Pero estábamos tan ansiosos por asistir esta noche, que no quisimos retrasarnos volviendo para cambiarnos. Tan solo estamos un poco desaliñados. Espero que nos disculpe."

En el carruaje se decidió que Alex, como el miembro de más alto rango de su grupo, debería actuar como portavoz. Su discurso, acompañado de su sonrisa más encantadora, dio en el quid, y lady Tumbley se apresuraba a atusarse discretamente.

"Bien, por supuesto que no tiene importancia, su Excelencia," balbució la anfitriona. "Me siento tan honrada de que aceptara mi invitación. Hacía ya muchos años que no lo veíamos por aquí."

Belle notó que la sonrisa de Alex se tensaba. "Un error que debo rectificar," dijo él.

Lady Tumbley comenzó a agitar las pestañas, gesto que no favorecía en absoluto a una dama de su edad y contorno. Cuando finalmente detuvo el revoloteo de sus parpados, miró a John y dijo, "¿Y a quién tenemos aquí?”

Belle se adelantó. "A mi marido, milady."

"¿Su qué? "

Belle retrocedió. El chirrido regresaba.

John tomó la mano de lady Tumbley y besó el dorso. "John Blackwood a su servicio, milady. "

"Pero Lady Arabella, querida, quiero decir, Lady Blackwood, yo, pues… yo no había oído que se hubiera casado. ¿Cuándo ocurrió? ¿Y, er, esto… fue una gran boda? "

En otras palabras – ¿por qué no había sido invitada?

"Fue bastante intima, Lady Tumbley," dijo Belle. "Hace dos semanas."

"¿Hace dos semanas? ¿Una quincena entera? ¿Y no me he enterado? "

"Apareció en el Times," apuntó John.

"Quizás, pero yo… "

"Quizás debería leer el periódico más a menudo," dijo Belle dulcemente.

"Quizás. Si me disculpan." Lady Tumbley sonrió torpemente, ejecutó una reverencia, y se precipitó entre la muchedumbres.

"Nuestro primer objetivo ha sido alcanzado," anunció Belle. "Dentro de cinco minutos todo el mundo sabrá que, uno, nuestro desaliñado aspecto es debido a un percance con el carruaje, y dos, que me he casado con un hombre misterioso sobre quien nadie sabe nada."

"En otras palabras, todo el mundo sabrá que estamos aquí," dijo John. "Spencer incluido."

"Si ha venido," dijo Emma pensativamente. "Dudo que haya sido invitado. "

"Es bastante fácil colarse en una fiesta tan grande." Dijo Dunford. "Yo mismo lo he hecho unas cuantas veces."

Emma lo miró extrañada antes de preguntar, "¿Qué hacemos ahora? "

"Supongo que mezclarnos con la multitud," contestó Belle. "Pero deberíamos tratar de permanecer cerca unos de otros. Quizás alguien tenga necesidad de ayuda."

Belle miró alrededor. Lady Tumbley se había superado a si misma este año, y el baile relucía con las velas, las joyas, y las sonrisas. El salón de baile era uno de los más característicos de Londres, con una galería en el primer piso que lo rodeaba por completo. Belle siempre había pensado que los hijos de los Tumbley debían haber pasado innumerables noches escondidos allá arriba, espiando a las elegantes parejas que danzaban allí abajo. Belle suspiró para sus adentros, rezando para que ella y John pudieran escapar de la velada sin haber sufrido daño, de modo que, algún día, sus hijos pudieran comportarse de un modo similar.


* * *

Durante la siguiente hora y media, el quinteto desempeñó su papel de inocente invitado. Belle y John no sufrieron escasez de compañía, la mayor parte de la cual no se molestó en esconder su insaciable curiosidad sobre John y su precipitado matrimonio. Alex y Emma permanecieron cerca, de pie; su mera presencia dejaba constancia de su aprobación al enlace. Pero lo más importante, vigilaban la aparición de Spencer mientras John y Belle lidiaban con la conversación social. Dunford actuó como espía itinerante, moviéndose alrededor del salón de baile y controlando las entradas y salidas.

Después de casi dos horas, Caroline, Henry y Persephone llegaron finalmente e inmediatamente se dirigieron junto a Belle y John.

"¡No vais a creer lo que nos ha pasado!" exclamó Caroline.

"¿Un accidente de carruaje? " inquirió John, desapasionadamente.

"¿Cómo lo has sabido? "

"¿Habéis sufrido un accidente?” preguntó Belle, horrorizada.

"Bueno, nada peligroso. La rueda izquierda trasera se salió del eje, y volcamos parcialmente hacia un lado. Un poco incómodo, pero nadie salió herido. Aunque, por supuesto, tuvimos que regresar a casa para cambiarnos, y por lo tanto llegamos sumamente tarde." Caroline parpadeó un par de veces cuando se percató del vestido ligeramente arrugado de su hija. "Humm, ese vestido no significa que esté de moda el terciopelo arrugado, ¿verdad? "

"También hemos sido víctimas de un desafortunado accidente de carruaje," dijo John.

"¡Qué casualidad!" exclamó Persephone, y luego se marchó en dirección a una mesa cargada de refrigerios.

"Eso es raro," manifestó lord Worth. "Muy raro."

"En efecto." El rostro de John se había ensombrecido.

Dunford apareció a su lado. "Buenas noches, lady Worth, lord Worth. Debo decir que esperaba verlos antes. Er, Blackwood, si puedo tener unas palabras a solas contigo."

John se excusó y se reunió con Dunford unos metros más lejos. "¿Qué ha pasado? "

"Está aquí. Y parece furioso. Entró por la puerta lateral hace unos minutos. Mi suposición es que no ha sido invitado. Eso, o que no quiere que el mayordomo lo anuncie con su nombre. Pero viste de etiqueta. Nadie lo mirará dos veces. Se confunde perfectamente con la multitud."

John asintió de modo cortante. "Va a intentar algo."

"Necesitamos un plan."

"No podemos hacer nada hasta que él haga el primer movimiento."

"Estate alerta."

"Lo estaré. Oh, ¿y Dunford? Vigila a Belle, ¿quieres?" John tragó con dificultad y buscó en su mente las palabras correctas. "Me resultaría muy penoso si algo le pasara. "

Los labios de Dunford esbozaron una diminuta sonrisa y asintió. "Te vigilaré a ti, también. Resultaría muy penoso para ella si algo te pasara a ti."

John lo miró fijamente a los ojos. No se conocían el uno al otro demasiado bien aún, pero ambos se sintieron vinculados por sus respectivos sentimientos hacia Belle, Dunford como su amigo de muchos años y John como su apasionadamente devoto marido.

John volvió junto a Belle y sus parientes políticos, quienes estaban ocupados saludando a una corpulenta pareja que se había acercado a ofrecer sus felicitaciones ante la reciente boda, expresando su pesar por no haber podido asistir a la ceremonia. John escuchó el final de la conversación, y tuvo que morderse el labio para evitar reírse cuando vio que Belle apretaba los dientes, obviamente intentando con todas sus fuerzas no señalar que no les habían invitado. Sus ojos se iluminaron cuando lo vio de regreso.

"Nuestro amigo ha llegado," dijo él, en voz baja.

"Oh, ¿quién es? " preguntó Caroline.

"Es solo un conocido de John del ejército," improvisó Belle, consolándose en cierto modo con el hecho de que no mentía exactamente.

"Entonces deberíais ir a buscarlo."

"Oh, creo que él nos encontrará," dijo John maliciosamente.

La atención de Caroline se vio entonces capturada por un amigo a quien no había visto desde que había regresado de Italia, y Belle se giró rápidamente hacia John y le preguntó, "¿Qué vamos a hacer ahora?”

"Nada. Permanecer atentos."

Belle suspiró y apretó los labios. No se sentía especialmente paciente. "¿Se lo has dicho a Alex y Emma? "

"Lo ha hecho Dunford."

"¿Entonces nos vamos a limitar a quedarnos aquí como borregos mientras él traza sus infames planes? "

"Algo así."

Belle hizo una mueca y un extraño sonido surgió de su boca.

John la miró asombrado. "¿Acabas de gruñir? "

"Es posible."

"Santo Dios, debemos librarnos pronto de Spencer, o mi esposa se va a convertir en un animal."

"En uno particularmente feroz, además, si de mi depende." Belle suspiró y miró alrededor del salón de baile. "¡John! ¿No es ése de allí? " Señaló discretamente hacia un hombre rubio que tomaba a sorbos una copa de champán. John siguió su mirada y asintió con sequedad, sin apartar los ojos ni un instante de Spencer. En ese momento, el canalla, alzó la vista de su copa, y sus ojos se encontraron. John sintió que un escalofrío recorría su cuerpo, y de repente estuvo más convencido que nunca de que la salida de aquella noche había sido una mala idea. Tenía que alejar a Belle de allí. Tenía que tratar con Spencer a su manera.

"¡Se dirige hacia nosotros!" susurró Belle.

Los ojos de John se entrecerraron. Spencer había dejado su copa sobre una mesa cercana y caminaba hacia ellos a través del salón de baile. Se percató de que ya no lo miraba a él; tenía la vista clavada en Belle. La furia y el miedo se rugían a través de su cuerpo, y su mano se cerró convulsivamente alrededor de la de ella.

"Buenas noches, Lord Blackwood, Lady Blackwood," dijo Spencer en tono burlón.

"¿Qué demonios quieres? " estalló John. Necesitó de todo su autodominio para no lanzarse allí mismo sobre Spencer y apretar sus manos alrededor de su garganta.

"Vamos, vamos, Blackwood, ¿a qué viene tanta animosidad? Solo he venido a saludaros a ti y a tu esposa. Es lo que se acostumbra en estos acontecimientos, ¿no? Aunque, por supuesto, mi memoria puede haberme jugado una mala pasada. Ha pasado mucho tiempo desde que asistí a un baile en Londres. He estado fuera del país, como sabes, durante un largo período de tiempo."

"¿Y?"

"Hace ya mucho desde la última vez que bailé. Esperaba que lady Blackwood me hiciera el honor de concederme un baile."

John, de un tirón, acercó a Belle aún más a él. "Ni hablar."

"Eso es algo que debe decidir la dama,¿no crees? "

Belle tragó, tratando de aliviar su garganta, que, repentinamente, se había quedado bastante seca.

"Su invitación es de lo más amable, señor Spencer," logró decir. "Pero me temo que he decidido no bailar esta noche. "

"¿De verdad? Qué raro." Los ojos azules de Spencer brillaban como plata, de pura malicia.

"Por deferencia a mi marido," improvisó Belle. "Él no baila, ya sabe."

"Por supuesto, es un lisiado. A menudo lo olvido. Pero no creo que eso debiera impedirle divertirse a usted misma." Se movió e incrustó un revólver contra el estómago de John, con tal fuerza que lo dejó sin aliento.

Belle miró abajo. Su estómago dio un vuelco de terror, y por un segundo creyó que vomitaría allí mismo. El salón estaba atestado, demasiado. Nadie notaría que uno de los invitados acababa de encañonar con un arma a otro. Si gritaba, Spencer, seguramente dispararía a John antes de que alguien pudiera quitarle el arma. "Me… me encantaría bailar con usted, señor Spencer," susurró.

"No, Belle." dijo John, con voz profunda.

"Mi marido," trató de bromear. "Es muy celoso. No le gusta verme bailar con otros hombres."

"Estoy seguro de que esta vez no le importará." Spencer retiró el arma, tomó la mano de Belle, y la condujo a la pista de baile. John se quedó inmóvil en el sitio, apenas comenzando a recuperar el aliento. Sus manos estaban apretadas en dos puños, pero no sentía como las uñas se le clavaban en las palmas. Toda su atención, toda su energía, su misma alma, estaban enfocadas sobre las dos cabezas rubias que se deslizaban por la pista de baile. Spencer no le haría daño, de eso estaba seguro. Al menos, no en medio de un salón atestado. Si algo le pasara a Belle delante de tantos testigos, Spencer nunca tendría la oportunidad de eliminar a su verdadero objetivo. Y John sabía que Spencer lo quería muerto.

"¿Qué ha pasado? ¿Por qué esta Belle bailando con él? "

John se dio la vuelta y vio a Emma, su rostro estaba contraído por el miedo y la preocupación. "Me apuntó con un arma, y le pidió a Belle un baile."

"¿Lo vio alguien? " preguntó Alex.

John negó con la cabeza.

"Maldición. Sería mejor si tuviéramos a un testigo ajeno a la familia." Alex agarró la mano de Emma. "Vamos, querida, bailemos nosotros también." A gran velocidad y con poca elegancia, el duque y la duquesa de Ashbourne se apresuraron hacia la pista de baile.


* * *

"¿Qué quiere? " susurró Belle, mientras sus pies dibujaban automáticamente los pasos del vals.

Spencer le dirigió una amplia sonrisa. "¿Por qué no tan solo el placer de su compañía, señora?. ¿Le resulta tan increíble de creer? "

"Sí."

"Quizás sólo quería conocerla. Después de todo, nuestras vidas se han, vamos a decir, entrelazado."

Belle sintió como la furia crecía en su interior, desbancando al miedo. "Le estaría muy agradecida si las desentrelazara."

"Oh, eso planeo, no tema. Esta misma noche, si todo va bien."

Belle le pisó un pie e inmediatamente se disculpó con amabilidad. Vio a Alex y Emma, que bailaban justo detrás de Spencer, y ella exhaló despacio, sintiéndose tranquilizada por su presencia.

"Pero debo confesar," prosiguió Spencer, "que me divierte enormemente la expresión en el rostro de su marido. No creo que disfrute viéndola en mis brazos."

"Supongo que no." Belle volvió a darle un pisotón, esta vez lo bastante fuerte como para que Spencer esbozara una mueca de dolor.

"Parece una muchacha bastante agradable," dijo él, ignorando de nuevo su error en el paso de baile. "Lamento incomodarla matando a su marido, pero no hay nada que pueda hacer al respecto."

Santo Dios, pensó Belle, el hombre estaba completamente loco. No se le ocurría nada que decir, así que volvió a estampar su pie sobre el de él, esta vez con todas sus fuerzas.

"Veo que las historias sobre su finura han sido enormemente exageradas," pudo decir Spencer finalmente como respuesta.

Belle le sonrió dulcemente. "No debería creer todo lo que la alta sociedad le cuente. Oh vaya, ¿ya ha parado la música? Debo marcharme."

"No tan rápida." Le sujetó el brazo. "Me temo que no puedo dejarla ir aún."

"Pero el baile ha acabado, señor. Lo apropiado dictamina que… "

"¡Cállese!" se hartó Spencer. "Voy a usarla para atraer a su marido a una habitación contigua. No me es posible matarlo en un salón de baile lleno de gente. No podría escapar."

"Si lo mata, no conseguirá salir impune," siseó Belle. "Demasiadas personas saben que lo quiere muerto. Lo detendrían en cuestión de segundos. Y si no lo cogen, no podrá volver a poner jamás un pie en Inglaterra otra vez."

"Hembra estúpida. ¿Piensa realmente que creo que puedo pegarle un tiro a un noble y esperar vivir libre y sin complicaciones? He estado en el exilio durante cinco años. Estoy acostumbrado a ello. Retomar mi lugar en la sociedad sería agradable, pero prefiero obtener mi venganza. Ahora venga conmigo." Tiró brutalmente de su brazo, arrastrándola hacia unas puertas dobles que conducían al resto de la mansión.

Belle actuó por instinto. Él no le haría daño ahora. No antes de que consiguiera a John. Se soltó de un tirón de su apretón y volvió corriendo junto a John, que ya avanzaba hacia ella. "Rápido, tenemos que huir de él. ¡Está loco!"

John la tomó de la mano y comenzó a abrirse camino por entre la muchedumbre. Belle miró atrás. Spencer acortaba la distancia entre ellos. Alex y Emma le seguían los pasos, pero como pareja no podían moverse tan rápidos como él solo. "Vamos demasiado lento," dijo Belle, nerviosa. "Nos alcanzará antes de que lleguemos a la puerta."

John no contestó. Apresuró el paso, su pierna herida protestaba por la tortura.

"John, no vamos lo bastante rápidos. Tenemos que llegar allí." Belle señaló las puertas que se entreveían al otro lado del salón de baile. Entre ellos y su posibilidad de escape mediaban cientos de damas y caballeros bailando.

"¿Y cómo propones que lleguemos allí? ¿Bailando? "

Belle parpadeó. "¡Claro, sí!" Con la fuerza nacida de la furia y el terror, logró que John se detuviera, plantó su mano sobre su hombro, y comenzó a bailar el vals.

"¿Estás loca, Belle? "

"Limítate a bailar. Y condúcenos al otro extremo del salón. Estaremos allí en un periquete. Ni siquiera Spencer se atrevería a cruzar por en medio de la pista de baile."

John obligó a su pierna herida en entrar en acción y despacio comenzó a bailar, abriéndose paso a través del salón con cada giro.

En su prisa, Belle le clavó los dedos en el hombro, tratando de impulsarlo hacia delante.

"¿Me dejarás llevarte?" le siseó él, seguido de un, "Lo lamento," cuando chocaron con otra pareja.

Ella estiró el cuello. "¿Puedes verlo? "

"Trata de alcanzarnos rodeando el salón. No lo conseguirá. Un plan magnífico, mi amor, si se me permite decirlo."

"John, no somos lo suficientemente rápidos." Giraron frenéticamente, sus apresurados giros ejecutados de forma poco convencional, pero momentos más tarde, alcanzaron el otro lado del salón de baile. "¿Qué vamos a hacer ahora? " le preguntó Belle.

"Te llevaré a casa. Y después voy a informar a las autoridades. Debería haberlo hecho hace mucho, pero no creí que pudieran hacer nada ante las amenazas verbales. Pero, clavarme un arma en el estómago… eso debería mantenerlo fuera de circulación durante algún tiempo, al menos."

Ella asintió, siguiéndolo en dirección a la puerta. "Puedo ser tu testigo. Y estoy segura de que Alex, Emma y Dunford también querrán declarar." Exhaló un suspiro de alivio, feliz de que John no planeara tomarse la ley por su propia mano. Si mataba a Spencer, lo ahorcarían.

Acababan de salir al aire frío de la noche cuando Dunford de repente los llamó. "¡Esperad! " gritó, deteniéndose para recuperar el aliento. "Tiene a tu madre, Belle."

"¿Qué? " La sangre abandonó su rostro. "¿Cómo? "

"No tengo ni idea, pero lo vi salir del salón con ella hace unos momentos, y la sujetaba muy cerca de él."

"Oh, John, tenemos que hacer algo. Debe estar tan asustada."

"No creo que exista una persona más capaz que tu madre," dijo John, tratando de calmarla. "Probablemente lo tendrá desarmado, atado y listo para las autoridades en cuestión de minutos."

"John, ¿cómo puedes bromear sobre esto? " clamó Belle. "¡Es mi madre!"

"Lo siento, amor," dijo él, dándole un consolador apretón de manos. "Dunford, ¿a dónde fueron? "

"Seguidme."

Los condujo por el exterior, hacia una puerta lateral y entraron a un vestíbulo oscuro, donde Alex y Emma los esperaban.

"¿Sabes por qué puerta entró?" susurró John.

Alex sacudió la cabeza. "Emma", dijo. "Quiero que tú y Belle regreséis al salón de baile."

"¡Me niego! " fue la acalorada respuesta.

Los tres hombres se giraron al unísono para mirar a Belle.

"¡Mi madre está en peligro!" arguyó con pasión. "Como si fuera a abandonarla ahora."

"Bien," suspiró Alex, comprendiendo que una orden directa era una perdida de tiempo. "¡Pero permaneced atrás! "

Ambas mujeres asintieron, y el quinteto cruzó el vestíbulo, asomándose a todas las habitaciones a su paso y teniendo cuidado al entreabrir las puertas para que chirriaran lo menos posible.

Finalmente llegaron a una cuya puerta estaba parcialmente abierta. John iba a la cabeza del grupo e inmediatamente reconoció la voz de Spencer. Se giró y se llevó el índice a los labios, avisando a todos para que guardaran silencio. Los tres hombres sacaron sus armas sin un ruido.

"Es usted un estúpido," oyeron decir desdeñosamente a Caroline. "¿Qué espera conseguir con esto? "

"Cálmese."

"No me calmaré. " fue la imperiosa respuesta. "Me ha arrastrado desde la fiesta a un cuarto desierto y me ha apuntado con un arma, que solo puedo conjeturar que está cargada, ¿y espera que permanezca calmada? Usted carece del menor atisbo de inteligencia, mi querido señor, y… "

"¡He dicho que se calle! "

"Hmmph."

Belle se mordió el labio. Había oído ese tono antes. Si no se sintiera tan aterrorizada esto podría haber sido divertido.

John, Alex, y Dunford intercambiaron miradas. Si no se movían pronto, alguien resultaría muerto, aunque no estaban completamente seguros de que la víctima fuera a ser Caroline. John alzó la mano y silenciosamente contó con los dedos. Uno. Dos.

¡Tres! Los hombres irrumpieron en la habitación y se desplegaron a lo largo de la pared, sus pistolas apuntando a Spencer.

"Te ha llevado bastante tiempo," se mofó él. Agarraba el brazo de Caroline en un doloroso apretón, y su arma estaba presionada contra su sien.

"Su actitud es de lo más desagradable," se mofó ella. "No le favore…

"Mamá, por favor," suplicó Belle, entrando por la puerta. "No lo provoques."

"Ahhh," dijo Spencer, con aprobación. "Has traído a las señoras. Qué delicia. "

Belle no podía ver la cara de John, pero por el modo en que tensaba sus hombros, adivinó que estaba furioso con ella por no permanecer fuera, en el pasillo. "Suelte a mi madre," le dijo a Spencer. "Ella no le ha hecho nada."

"Lo haría, si usted quisiera intercambiar el sitio con ella. "

Belle dio un paso adelante, pero el brazo de John se extendió frente a ella como una barrera de acero. "No, Belle."

"Belle, no seas tonta," dijo Caroline. "Puedo manejar a nuestro descerebrado amigo aquí presente."

"¡Ya es suficiente!" exploto Spencer. Y abofeteó a Caroline en ambas mejillas.

Belle soltó un pequeño grito de consternación y, esquivando el brazo de John, se adelantó. "¡Déjela en paz! "

El brazo de Spencer salió disparado y se enroscó alrededor de la cintura de Belle, apretándola contra él. Su estómago dio un vuelco de consternación, pero se tragó su miedo y dijo, "Ahora suelte a mi madre."

Con un salvaje empujón, Spencer apartó a Caroline de él y ella cayó al suelo. Abrió la boca para reprenderlo mordazmente, pero contuvo su lengua, no sintiéndose tan valiente ahora que él tenía a su única hija en su poder.

En ese momento, John perdió la capacidad de respirar. Se sintió como si la mano de Spencer se hubiera colado por su garganta y se cerrara alrededor de su tráquea. Belle estaba de pie al lado de él, tratando de parecer valiente, pero John podía ver el miedo y aborrecimiento en sus ojos. Bajó su arma, alzó las manos, y dio un paso adelante. "Suéltala, Spencer. Es a mi a quién quieres."

Spencer acarició la mejilla de Belle con el dorso de la mano. "Tal vez he cambiado de opinión."

El control de John se quebró, y habría saltado sobre él en ese mismo momento si Alex no hubiera extendido una mano y lo hubiera agarrado de la espalda de su chaqueta. "He dicho que la sueltes," repitió John, mientras todo su cuerpo temblaba de furia.

La mano de Spencer se deslizó sobre el trasero de Belle y le dio un pequeño apretón. "Me lo tengo que pensar."

Belle hizo una mueca, pero aparte de ello se mantuvo lo más silenciosa posible. La vida de John pendía de un hilo, y si estaba en su mano el salvarlo dejando a este hombre tomarse algunas libertades con ella, se juró que podría tomarse todas las que quisiera. Solamente rezó para que no intentara nada más íntimo. La bilis le subía ya por la garganta.

El cuerpo de John estaba tenso de rabia. "Por última vez, Spencer, suéltala o yo… "

"¿Tú, que?" contestó Spencer en tono burlón. "¿Qué puedes hacer? Tengo un arma y tú no. Además, tengo a tu esposa." Soltó una risa macabra. "Y tú no."

"No te olvides de nosotros," intervino Dunford, arrastrando las palabras y señalando con la cabeza hacia Alex. Sus pistolas seguían apuntando al pecho de Spencer.

Spencer pasó la vista entre sus adversarios y se rió. "No puedo creer que ninguno de ustedes hiciera algo tan necio como dispararme mientras estoy apuntando con un arma cargada a la encantadora lady Blackwood. De todos modos, ella no es, después de todo, el objetivo principal de mi llegada aquí, y temo que tendré que canjearla. ¿Blackwood? "

John avanzó otro paso. "Suéltala."

"Aún no." Spencer se arrancó su pañuelo del cuello y se lo dio a Belle. "Atele las manos detrás de la espalda."

"¿Qué? No puede querer decir… "

"¡Hágalo!" Levantó su arma y la apuntó a la frente de John. "Yo no puedo atarlo y apuntarle al mismo tiempo."

"Oh, John," gimió Belle.

"Haz lo que te ha dicho," dijo John. Podía sentir tras de él a Alex y Dunford tensando los músculos, preparándose para saltar a la acción.

"No puedo." Las lágrimas hacían que le escocieran los ojos. "Simplemente no puedo."

"Atele las manos," le advirtió Spencer, "o por Dios que le pegaré un tiro cuando cuente hasta tres."

"¿Puedo atárselas delante? Parece tan bárbaro… "

"Por Dios, átelas como mejor le parezca. Simplemente apriete fuerte y haga un buen nudo."

Con manos temblorosas, Belle puso la corbata alrededor de las muñecas de John, tratando de atarlo tan flojamente como le fue posible sin levantar las sospechas de Spencer.

"Retrocede," le ordenó él.

Belle se alejó un paso de John.

"Más lejos."

"¿Qué va a hacerle? " le exigió.

"¿Es que todavía no ha entendido de qué va esto? "

"Señor Spencer, se lo ruego."

Él la ignoró. "Gírate, Blackwood. Vamos a hacerle un agujero a la parte de atrás de tu cabeza."

Las piernas de Belle se debilitaron, y habría caído al suelo si no hubiera chocado contra el extremo de una mesa. Por el rabillo del ojo, vio a Dunford quien, despacio, avanzaba poco a poco, pero ella tenía pocas esperanzas de que fuera capaz de salvarlo. Spencer podría ver cada uno de sus movimientos, y no habría ningún modo de sorprenderlo. Para cuando Dunford lo hubiera derribado, el tiro fatal ya habría sido disparado. Además, el cuarto estaba profusamente amueblado; parecía como si los Tumbleys hubieran embutido todos sus sillones, sofás, y mesas en él. Dunford tendría que saltar por encima de dos sillas y una mesita si quería tomar la ruta más directa.

"¡Usted!" ladró Spencer, con un gesto de la cabeza hacia Belle, sin llegar realmente a mirarla. "Retroceda más. Estoy seguro que se muere de ganas de jugar a ser una heroína, pero no tendré la sangre de una dama sobre mi conciencia."

Belle se movió hacia un lado, ya que la mesita bloqueaba su retroceso. Olisqueó. Olía a violetas. Que raro.

"¡Más lejos! "

Belle retrocedió otro paso y chocó contra algo sólido. Algo sólido y… definitivamente humano. Recorrió con la vista la habitación. Alex, Dunford, Emma, y su madre estaban a la vista.

"¡Coge esto! " le llegó en un susurro.

¡Dios bendito, era Persephone! Y presionaba una pistola contra la palma de la mano de Belle.

Spencer levantó el brazo y apuntó.

Belle se sintió morir. Tendría que disparar a Spencer y rezar por que su tiro diera en el blanco. No había ningún modo de poder pasarle el arma a John. Maldición, ¿por qué no había dejado que Emma le enseñarla a disparar correctamente?

John giró la cabeza tanto como le era posible. "¿podría tener un último deseo?”

"¿Cuál? "

"Me gustaría dar a mi esposa un último beso de despedida. Con su permiso, por supuesto."

Spencer asintió cortante, y Belle se apresuró a acercarse a John, ocultando el arma entre los pliegues de su falda. Levantó su mano libre y acarició la cara de John, asegurándose de que Spencer pudiera ver su movimiento. John echó un vistazo a sus muñecas, y Belle vio que había conseguido casi liberar sus manos del pañuelo flojamente atado.

"Oh, John," susurró en voz alta, "te amo. Lo sabes, ¿verdad? "

Él asintió. Dame el arma, articuló con los labios, sin emitir un sonido.

"¡Oh, John!" se lamentó ella dramáticamente, calculando que cuanto más alargara la escena, más tiempo tendrían para llevar a cabo el plan. Movió su mano libre hacia la nuca de John y tiró de su cabeza para darle un ardiente beso. Se apretó tanto como pudo contra su marido, rezando para que Spencer no fuera capaz de ver lo que sucedía en el ínfimo espacio que quedaba entre sus cuerpos. Colocó el arma en las manos de John y, al mismo tiempo, dio un tirón a la endeble atadura que rodeaba sus muñecas.

"Sigue besándome," susurró él. Sintió el contorno de las manos de él sujetando con firmeza el arma. Su lengua asomó, remontando el contorno de la boca de John, saboreando su gusto ligeramente salado.

"Abre la boca, amor," dijo él suavemente.

Ella lo hizo, y su lengua se introdujo con fuerza para profundizar el beso. Belle le retribuyó su pasión con idéntico ardor, manteniendo todo el rato un ojo abierto clavado sobre Spencer, quien los miraba con expresión fascinada. Su brazo había bajado ligeramente, y Belle sabía que su beso había distraído ligeramente su atención de su obsesión de matar a John. Decidida a desconcentrarlo por completo, gimió audiblemente de placer.

John comenzó a depositar pequeños besos a lo largo de su maxilar, y Belle arqueó el cuello para proporcionarle mejor acceso. Pero podía sentir que su atención estaba concentrada en otra parte. Sintió su asentimiento, y entonces, desde las sombras, brotó un horroroso y casi inhumano chillido.

El sonido era aterrador. Belle sintió que se le encogía el estómago solamente de escucharlo.

"¿Qué demonios?” Spencer despertó de su ensueño de voyeur”, y no pudo evitar que su cabeza girara en dirección al espantoso sonido.

John soltó abruptamente a Belle, y antes de que ella comprendiera que sucedía, se tambaleó hacia delante y cayó al suelo.

John giró sobre si mismo, apuntando y arrebatando limpiamente de un disparo el arma de Spencer de su mano. Alex y Dunford se abalanzaron hacia delante, derribando al atónito Spencer contra el suelo.

Persephone salió de su escondite y cruzó los brazos, con una sonrisa de satisfacción en su cara. "A veces la edad y la sabiduría son algo bueno."

"Persephone, ¿qué hace aquí? " exigió Alex mientras de un tirón sujetaba las muñecas de Spencer detrás de su espalda.

"Bonito modo de saludarme después de que haya aparecido y salvado la velada."

"Oh, Persephone," dijo Belle, con gran sentimiento. "¡Gracias!" Se puso en pie y arrojó sus brazos alrededor de la anciana señora. "¿Pero qué fue ese sonido tan espantoso? "

"Yo." Persephone sonrió de oreja a oreja.

Caroline levantó las cejas con incredulidad. "Eso no podía ser humano."

"¡Oh, pero lo era! "

"Pues surtió efecto," dijo John, uniéndose a las mujeres después de asegurarse de que Spencer estuviera correctamente inmovilizado. "Aunque debo confesar que jamás soñé que fuera a emitir semejante sonido cuando le hice señas para que creara una distracción. "

"¿Tú sabías que ella estaba aquí? " le preguntó Belle.

"Sólo cuando vi su mano pasándote el arma. Bien hecho, Persephone." John se apartó el pelo de la frente y notó que le temblaba la mano. Pasaría mucho tiempo antes de que la imagen de Spencer apuntando con un arma a Belle se desvaneciera de su mente.

"¿Cómo diablos entró aquí? " le preguntó Belle.

"Sabía que algo siniestro ocurría. Y nadie vio la necesidad de confiar en mí." Persephone bufó con desdén. "Pero me lo figuré. Y también escuché bastante a escondidas. Y luego me di cuenta… "

"¡Disculpad! " los llamó Dunford.

Seis cabezas se giraron en su dirección.

"Tal vez querríamos informar a las autoridades sobre él." Señaló a Spencer, que yacía sobre el suelo, atado y amordazado.

Belle hizo un gesto con la mano, desechando su sugerencia, demasiado interesada en la historia de Persephone. "De esa manera no se va a ir a ningún sitio."

Dunford alzó las cejas ante su despreocupación, no obstante plantó una bota sobre el trasero de Spencer, principalmente por diversión.

"Si yo pudiera continuar," entonó Persephone, disfrutando enormemente de su papel como heroína del día.

"Por supuesto," contestó Belle.

"Como les decía, oí por casualidad a Alex y Emma hablando del baile de esta noche y comprendí que John y Belle podrían estar en peligro. Por eso insistí en que me llevaran con ellos." Se volvió hacia Belle. "Bien, comprendo que no he sido la más estricta acompañante, pero, realmente, me tomo mi posición muy en serio, y sentí que sería una negligencia en el cumplimiento de mis obligaciones el no acudir en su ayuda."

"Por lo que le estoy sumamente agradecida," se sintió obligada a intercalar Belle.

Persephone sonrió benignamente. "Me dije que tal vez pudieran necesitar un arma secreta esta noche. Secreta incluso para ustedes mismos. Estaban todos tan ocupados con sus intrigas que ni notaron que desaparecí en cuanto llegué al baile. Subí a la galería que rodea el salón de baile y lo vi todo. Vi a este hombre abordar a Belle, y luego obligar a su madre a salir del salón."

"¿Pero cómo entró aquí?" preguntó Belle.

Persephone sonrió astutamente. "Dejaste la puerta entreabierta. Simplemente me colé despacio. Nadie se percató de mi presencia. Y el cuarto está más bien generosamente amueblado. Me deslicé entre sillones y sofás."

"No me puedo creer que no la viéramos," refunfuñó John. "Mis reflejos debían estar fuera de combate."

"Esto no es que esté muy iluminado," contestó Persephone, tratando de tranquilizarlo. "Y su atención estaba centrada en otra cosa. Yo no me preocuparía de ello, milord. Además, usted fue el primero en percatarse de mi presencia. Después de Belle, por supuesto."

John sacudió la cabeza con admiración. "Es usted una maravilla, Persephone. Una verdadera maravilla. No puedo agradecérselo bastante."

"Con tu primogénita, tal vez," sugirió Dunford traviesamente. "Persephone es un bonito nombre."

Belle lo miró ceñuda. Quizás fuera un nombre bonito, pero no para ningún hijo suyo. Y entonces los ojos de Belle se iluminaron cuando una idea germinó en su mente. Una idea tan perfecta, tan oportuna… "Yo también debo ofrecerle mi gratitud," dijo, tomando del brazo a la anciana dama. "Pero no creo que lo de mi primogénita sea el modo adecuado de hacerlo."

"¿Por qué demonios no?" La extensión de la pícara sonrisa de Dunford abarcaba todo su rostro.

Belle sonrió maliciosamente y besó a su antigua acompañante en la mejilla. "Oh, Persephone, tengo grandes planes para usted."

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