Capítulo Siete

John dejó su taza muy, muy despacio. "Belle", dijo finalmente, "debes saber que no puedo. "

“Tonterías. Todo el mundo puede bailar. Sólo tienes que intentarlo."

"Belle, si esto es una especie de broma… "

"Por supuesto que no es una broma," lo interrumpió ella rápidamente. "Sé que tu pierna está herida, pero no parece que te retrase excesivamente."

"Puede que haya aprendido a moverme con un grado razonable de velocidad, pero carezco de gracia alguna." Su mano se dirigió inconscientemente a su pierna. Horrendas visiones de él mismo cayendo torpemente al suelo pasaron por su mente. "Estoy seguro de que podemos entretenernos sin necesidad de que haga el tonto tratando de bailar. Además, no tenemos música."

"Hmmm, eso es un problema." Belle echó un vistazo por el salón hasta que sus ojos descansaron sobre un piano en una esquina. "Parece que tenemos dos opciones. La primera es que podría pedirle a Emma que viniera y tocara para nosotros, pero me temo que nunca ha sido famosa por su talento musical. No desearía que tocara ni para mi peor enemigo." Sonrió calidamente. "Mucho menos para un amigo."

La intensidad de su sonrisa impactó a John directamente en el corazón. "Belle", dijo suavemente. "No creo que vaya a funcionar."

"No lo sabrás a menos que lo intentes." Se levantó y alisó su vestido. "Creo que la idea de Emma al piano no es una opción, así que supongo que yo tendré que cantar. "

"¿Puedes? "

"¿Cantar? "

John asintió.

"Probablemente tan bien como tu bailar."

"En ese caso, milady, creo que, efectivamente, estamos en un aprieto,. "

"Sólo bromeaba. No soy ninguna diva, pero soy capaz de entonar una melodía."

¿Cuánto dolor podría ocasionar el fingir -aunque sólo fuera por una tarde – que ella podía ser suya, que era suya, que la merecía? Se puso en pie, determinado a saborear, aunque solo fuera durante un breve momento, un pedacito del cielo. "Espero que tengas la amabilidad de no quejarte en voz alta cuando te pise los pies "

"Oh, no se preocupe, milord, me quejare muy bajito." Impulsivamente, se inclinó y rápidamente besó a John en la mejilla, cuchicheándole, "Mis pies son muy resistentes."

"Por tu bien, eso espero. "

"Ahora, ¿qué bailes conoces? "

"Ninguno."

"¿Ninguno? ¿Qué hiciste en Londres? "

"Nunca sentí interés por el torbellino social. "

"Oh." Belle se mordisqueó el labio inferior. "Esto va a suponer un desafío mayor del que esperaba. Pero no temas, estoy segura de que estarás a la altura de la tarea."

"Creo que la pregunta apropiada es si tú estás a la altura de la tarea. "

"Ah, lo estoy." dijo Belle, con una airosa sonrisa. "Creeme, lo estoy. Ahora, me parece que deberíamos comenzar con un vals. Algunos de los otros bailes podrían resultar demasiado para tu pierna. Aunque quizás no. Tu mismo dijiste que eres capaz de moverte con razonable velocidad."

John esbozó una sonrisa torcida. "Un vals sería encantador. Sólo dime que hacer. "

"Pon tu mano aquí así." Belle cogió su mano y la colocó sobre su esbelta cintura. "Y después yo pongo mi mano sobre tu hombro, ¿ves? Hmmm, eres bastante alto."

"¿Es un cumplido? "

"Por supuesto. Aunque no me gustarías menos si fueras más bajo."

"Es gratificante saberlo."

"¿Te estás burlando de mi?"

"Solamente un poco."

Belle le lanzó una mirada divertida. "Bueno, sólo un poco está bien, supongo, pero más no. Soy muy sensible "

"Trataré de refrenarme."

"Gracias."

"Aunque a veces lo hagas muy difícil."

Belle le dio un golpecito en el pecho y reanudó sus lecciones de baile. "Silencio. Ahora, toma mi otra mano así. Maravilloso. Ya estamos listos."

"¿Lo estamos?" John echó un vistazo dudoso a su posición. "Estás bastante lejos."

"Esta es la posición correcta. He hecho esto mil veces."

"Podríamos poner a otra persona entre ambos."

"No se porque íbamos a querer hacerlo."

John despacio incrementó la presión alrededor de la cintura de Belle y la acercó a él hasta que ella pudo sentir el calor de su cuerpo. "¿No es mejor así? " murmuró.

La respiración de Belle se atascó en su garganta. John estaba a unos centímetros apenas de distancia, y su proximidad hacía que su pulso se desbocara. "Nunca nos lo permitirían en ningún salón de baile respetable," dijo, con voz ronca.

"Prefiero bailar en privado." John se inclinó y rozó suavemente con sus labios los de ella.

Belle tragó nerviosa. Disfrutaba de sus besos, pero no podía desprenderse de la sensación de que se estaba metiendo en una situación que no podría manejar. Así que, bastante a su pesar, retrocedió, aflojando la sujeción de John sobre ella hasta que de nuevo hubo una distancia respetable entre sus cuerpos. "No puedo enseñarte a bailar bien el vals si no estamos en la posición adecuada," le explicó. "Bien, la clave del vals es que es un compás de tres por cuatro. La mayor parte de los otros bailes son de compás común."

"¿compás común? "

"Cuatro por cuatro. Los valses son 'un dos tres, un-dos tres, un dos tres.' El compás común es 'un dos tres cuatro.' "

"Me parece que ya comprendo la diferencia. "

Belle levantó bruscamente la cabeza para mirarlo. Diminutas líneas alrededor de sus ojos delataban su humor. Sus propios labios se curvaron hacia arriba en las comisuras cuando trató de suprimir una sonrisa. "Bueno. Por lo tanto, un vals sonaría así." Comenzó a tararear una melodía que había sido muy popular en Londres durante la última temporada.

"No puedo oírte." Comenzó a acercarla a él.

Belle regresó a su posición original. "Entonces cantaré."

La mano de John se apretó suavemente alrededor de su cintura. "Sigo sin poder oírte. "

"Sí, si puedes. Para tus jueguecitos, o nunca conseguiremos terminar nuestra lección de baile. "

"Prefiero una lección de besos."

Ella se sonrojó profundamente. "Ya hemos tenido una de esas hoy, y de todos modos, Emma o Alex podrían venir en cualquier momento. Deberíamos empezar. Yo guiaré primero, y una vez que cojas el ritmo, puedes hacerlo tú. ¿Estás preparado? "

"He estado preparado toda la tarde."

Belle no creía posible sonrojarse aún más, pero pronto comprendió que estaba equivocada. "Bien entonces, un-dos-tres, un-dos- tres." Aplicó una leve presión al hombro de John y comenzó con los lentos giros del vals. Regularmente tropezaba o le pisaba los pies.

John sonrió como un niño. "Imagina mi placer cuando has sido tú la primera en tropezar."

Ella lo miró a la cara con expresión malhumorada. "No estoy acostumbrada a ser quien guíe. Y no es muy caballeroso por tu parte señalar mis defectos."

"No lo vi como un defecto. De hecho, disfruté sujetándote."

"Apuesto a que lo hiciste," refunfuñó Belle.

"¿Quieres intentarlo otra vez? "

Ella asintió y puso su mano sobre su hombro. "Espera un momento. Creo que debemos cambiar las posiciones." Ella deslizó la mano alrededor de su cintura. "Pon tu mano sobre mi hombro. Así, ahora finge que soy un hombre."

John echó un vistazo a la tentadora turgencia de los pechos de Belle. "Eso", murmuró, "va a ser sumamente difícil."

Belle no noto su mirada de deseo, lo cual fue una suerte, porque sus sentidos ya estaban bastante abrumados. "Muy bien," dijo alegremente, "si yo fuera el hombre y tú la mujer, presionaría un poquito así tu cintura, y luego nos moveríamos así." Cuando suavemente ella comenzó a tararear un vals, ambos comenzaron a girar alrededor del salón, la pierna herida de John moviéndose con una soltura que jamás había soñado poseer. "¡Maravilloso!" exclamó Belle triunfalmente. "Es perfecto."

"Estoy de acuerdo," contestó John, saboreando la sensación de tenerla en sus brazos. "Pero, ¿crees que podría ser yo el hombre un ratito?"

Belle trasladó su mano a su hombro mientras sus ojos atrapaban los suyos en una calida caricia. Entreabrió los labios para hablar, pero se le había secado la garganta. Tragando con nerviosismo, asintió.

"Bien. Me gusta mucho más de esta forma." John la agarró por la cintura y la acercó a él. Esta vez, Belle no protestó, atrapada por la calidez y la excitación de su ardiente cuerpo. "¿Lo hago correctamente? " le preguntó él, suavemente, mientras la guiaba.

"Cre-creo que si."

"¿Solo lo crees?"

Belle se obligó a volver a la realidad. "No, por supuesto que no. Lo sé. Eres un bailarín muy armonioso. ¿Estás seguro de que esta es la primera vez que has bailado el vals? "

"Bueno, mis hermanas solían obligarme a acompañarlas mientras lo aprendían. "

"Yo sabía yo que no eras un principiante."

"Solo tenía nueve años."

Belle frunció los labios pensativa, inconsciente de la tentación que representaban para John. "No creo que el vals se bailara cuando tú tenías nueve años."

Él se encogió de hombros. "Eramos un hogar muy progresista. "

Mientras giraron alrededor del salón, John se preguntó si luchaba por una causa perdida. Seguía diciéndose que tenía que alejarse de Belle, pero su resolución hasta ahora había demostrado resultar inútil frente a su calida y brillante sonrisa. Sabía que no podía casarse con ella; de hacerlo tan solo dañaría a la mujer a la que quería proteger y amar.

Se sentía como un fraude simplemente al estar de pie junto a ella después lo que había hecho en España.

John exhaló despacio, su suspiro fue una mezcla de felicidad y frustración. Se había prometido esa tarde que pasaría solamente unas cuantas horas de felicidad sin ningún recuerdo de Ana.

"Se supone que debemos conversar," dijo Belle de repente.

"¿Debemos?"

"Sí. Si no la gente pensaría que no nos gustamos el uno al otro. "

"No hay nadie aquí para formarse una opinión en uno u otro sentido," indicó John.

"Lo sé, pero te estoy enseñando a bailar el vals, después de todo, y la mayoría de las veces los valses se bailan durante una fiesta, no en un salón privado."

"Qué pena. "

Belle hizo caso omiso de su comentario. "Por eso creo que deberías aprender a hablar mientras bailas."

"¿Es que es tan difícil? "

"Puede ser. Algunos hombres tienen que contar mientras bailan el vals para llevar el ritmo, y es difícil mantener una conversación con alguien cuando todo lo que él dice es 'un-dos-tres '. "

"Bien, entonces, por supuesto, hablaremos."

"Bien." Ella sonrió. "¿Has escrito alguna poesía últimamente?"

"Tú sólo buscabas una excusa para preguntarme esto," la acusó John.

"Tal vez sí, tal vez no."

"Belle, ya te dije que no soy poeta."

"No te creo."

John gimió, y en su frustración erró un paso. "Trataré de escribirte un poema," dijo finalmente.

"¡Espléndido!" exclamó Belle. "No puedo esperar."

"Yo no esperaría demasiado, si fuera tú."

"Tonterías." dijo ella, optimista. "Me siento abrumada de la emoción."

"¿Qué es esto?" los interrumpió de repente una voz. "¿Un baile en mi propia casa y no estoy invitada?"

John y Belle se detuvieron en medio de un giro y volvieron la cabeza para ver a Emma entrar en el salón.

"Enseñaba a John a bailar el vals," explicó Belle.

"¿Sin música?"

"Pensé que era mejor no pedirte ayuda para que tocaras el piano."

Emma hizo una mueca. "Seguramente ha sido una buena idea." Echo un vistazo a John. "Todavía no conozco a nadie cuyas habilidades al piano no excedan a las mías. Incluidos los residentes de nuestros establos."

"Eso me han contado."

Emma ignoró su sonrisa sardónica. "¿Ha disfrutado de su lección, John? "

"Muchísimo. Belle es una magnífica bailarina."

"Siempre he pensado lo mismo. Aunque nunca he bailado con ella." Emma se acercó a una silla y se sentó. "¿Os importa si me uno a vosotros para el té? Me he tomado la libertad de pedirle a Norwood otra tetera. Seguramente este ya estará tibio."

"Por supuesto," dijo John, cortésmente. "Esta es su casa, después de todo."

Emma sonrió avezadamente cuando notó que John y Belle seguían todavía de pie, el uno en brazos del otro.

"No dejéis que mi presencia os haga desistir de vuestro baile," dijo con una sonrisa traviesa.

Inmediatamente la pareja farfullo embarazosas excusas, se separaron, y Belle se sentó en el sofá. John murmuró algo sobre la necesidad de regresar a casa, a lo cual Emma contestó con prontitud, "¡Ah, pero no puede!"

Belle dedico una mirada de sospecha a su prima e inmediatamente comprendió que Emma había decidido que ella y John harían muy buena pareja.

"Está diluviando," explicó Emma, a toda prisa. "Debe quedarse hasta que amaine un poco.

John no quiso señalar que la lluvia había amainado un poco ya, y que si esperara mucho más, tan sólo empeoraría de nuevo. Ofreció a las dos hermosas mujeres una sonrisa inescrutable y se sentó frente a ellas en una elegante, aunque muy incomoda, silla.

"No debe sentarse ahí," dijo Emma. "Es terriblemente incómoda, y me habría deshecho de ella si la madre de Alex no me hubiera asegurado que posee un valor incalculable. ¿Por qué no se sienta mejor en el sofá, junto a Belle?"

John enarcó una ceja.

"Odio cuando la gente hace eso," refunfuñó Emma, por lo bajo. Sin embargo, continuó alegremente, "Le aseguro que tendrá un horroroso dolor de espalda mañana si permanece en esa silla durante más de cinco minutos."

John se levantó y se acomodó al lado de Belle. "Soy su humilde servidor, su Excelencia," dijo cortésmente.

Emma enrojeció, percatándose del deje de humor y burla en su voz. "¡Vaya!," dijo en voz alta. "Me pregunto porqué tarda tanto el té. Tendré que ir a preguntar." Con notable velocidad, se puso en pie y salió del salón.

John y Belle se giraron el uno hacía el otro, Belle sonrojada hasta la misma raíz de su dorada cabellera.

"Tu prima no domina el arte de la sutileza." indicó John, con sequedad.

"No."

"No estoy exactamente seguro de lo que espera conseguir. Probablemente se tropezará con una criada trayendo el té a dos pasos de este salón. "

Belle carraspeó, recordando avergonzada cuando ella y la hermana de Alex, Sophie, habían logrado dejar a solas a Emma y a su futuro marido juntos durante unos cinco minutos con el pretexto de ir a inspeccionar un clavicordio inexistente. "Supongo que pensará en algo. "

"A pesar de lo mucho que me gustaría tomarte en mis brazos otra vez, no tengo el menor deseo de ser interrumpido por tu prima que regresa con el té. "

"Oh, yo no me preocuparía por eso," masculló Belle. "Encontrará el modo de alertarnos de su inminente presencia. Es muy ingeniosa."

Como si hubiera sido una señal, oyeron la exclamación de Emma al otro lado de la puerta cerrada. "¡Qué sorpresa!"

Belle frunció el ceño. "Juraría que nos habría dado un poquito más de tiempo."

La puerta se abrió. "Mira con quién me he tropezado en el vestíbulo," dijo Emma, cogida de la mano de Alex. "No esperaba que hoy regresara hasta mucho más tarde."

"Sus cuidadosamente trazados proyectos frustrados por un marido atento," murmuró John, mientras se ponía en pie.

Belle sofocó una risita y dijo, "Es estupendo verte, Alex."

"Solo he salido a inspeccionar los campos," contestó él, un ceño de perplejidad adornaba sus facciones.

"Sin embargo, es estupendo tenerte de vuelta," dijo Emma, en tono poco convincente.

"¿Encontró el té? " preguntó John.

"¿El té? Oh, sí, el té. Bien, no, no lo hice, en realidad. "

"¡Ejem!"

Emma se sobresaltó cuando Norwood se aclaró la garganta justo detrás de ella.

"¿El té, su Excelencia? "

"Oh. Gracias, Norwood. Póngalo ahí sobre la mesa."

"Un poco de té suena realmente agradable después de haber estaba cabalgando toda la tarde bajo la lluvia," dijo Alex, con placer. "Aunque parece que va a amainar."

Belle no estaba segura, pero creyó haber oído a Emma emitir un gemido.

Emma sirvió una taza para Alex, y después de que él hubiera tomado un saludable trago, dijo, "Van a celebrar una feria mañana cerca del pueblo. Vi como empezaban a montarla mientras estaba fuera."

"Oh ¿de verdad? " respondió Emma, encantada. "Adoro las ferias. ¿Iremos? "

"No estoy seguro," dijo Alex, frunciendo el ceño. "No me atrae la idea de que seas zarandeada por la muchedumbre."

El comentario fue recibido con una mirada de sublevación por parte de Emma. "Oh, no seas pelmazo," replicó ella. "No puedes mantenerme encerrada para siempre."

"Bien. Pero debes prometerme llevar cuidado." Alex se giró hacia John y Belle, quiénes contemplaban el intercambio desde sofá con expresiones divertidas. "¿Os uniréis a nosotros?”

Una respuesta negativa se elevó automáticamente a los labios de John, pero antes de que pudiera expresarla, una imagen de Belle en sus brazos cruzó por su mente. Estaban bailando el vals… Los ojos de ella brillaban de felicidad. Su corazón se llenó de ternura y su cuerpo de deseo. Tal vez pudiera tener un poco de felicidad en su vida. Tal vez cinco años de infierno eran pago suficiente por sus pecados.

Se giró hacia Belle. Ella ladeó la cabeza y le sonrió, alzando las cejas invitadoramente. "Por supuesto," dijo él, "vendré después del almuerzo, y nos marcharemos juntos desde aquí."

"Espléndido." Alex tomó otro trago de té y echó un vistazo hacia fuera por la ventana donde el cielo se oscurecía siniestramente. "No lo digo para ser grosero, Blackwood, pero yo en tu lugar, me marcharía a casa ahora, mientras la lluvia aún es ligera. Parece que pronto va a diluviar otra vez."

"Estaba pensando exactamente lo mismo." John se puso en pie y se despidió con una inclinación de cabeza de las señoras.

Belle lamentaba verlo marchar, pero la divertida visión de Emma, abatidamente desplomada en su silla después de que su marido inconscientemente arruinara todas sus cuidadosas orquestaciones, compensaba con creces su desilusión.


* * *

Cuando John llegó a casa había otra nota esperándolo.


Estoy en Oxfordshire.


John sacudió la cabeza. Tendría que encontrar un modo de ponerse en contacto con los dueños anteriores de Bletchford Manor. Le habían parecido un poquito alocados, de la clase que gente que tendría amigos que escribirían notas así de raras.

Nunca se le ocurrió que la nota podría estar en cualquier modo relacionada con el disparo en los bosques.


* * *

John se sirvió una copa de brandy antes de subir la escalera hacia su dormitorio esa noche. Comenzó a tomar un sorbo, pero cambió de idea y la depositó sobre la mesilla. Se sentía bastante caldeado ya sin ella.

¿Era esto la felicidad? La sensación había estado ausente de su vida durante tantísimo tiempo que no estaba seguro de poder reconocerla.

Lentamente se dirigió hacia su cama, satisfecho. No esperaba soñar.


Estaba en España. Esto era un día caluroso, pero su compañía estaba de buen humor; no se habían producido enfrentamientos durante la semana pasada.

Estaba sentado en una mesa en la taberna, con un plato vacío de comida frente a él.

¿Qué era aquel extraño sonido que provenía de lo alto de las escaleras?

Se sirvió otra copa.

Golpe.

Este sitio tiene posibilidades, me parece. John se frotó los ojos. ¿Quién había dicho esto?

Otro golpe. Otro grito.

John caminó despacio hacia la escalera. ¿Qué estaba pasando? El golpeteo se hizo más fuerte mientras recorría el pasillo del primer piso.

Y luego lo oyó de nuevo. Esta vez sonaba muy claro."¡Noooooooooo! " La voz de Ana.

Abrió la puerta de una patada. "Oh, Dios, no," gritó. Apenas podía ver a Ana, su pequeño cuerpo completamente oculto bajo Spencer, que penetraba repetida y despiadadamente en ella.

Pero podía oír su llanto. "Noooo, noooo, por favor, noooo. "

John no se tomo un minuto para pensar. Enloquecido, apartó de un tirón a Spencer de la muchacha y lo lanzó contra la pared.

Bajo la mirada hacia Ana. Su pelo -¿ qué había pasado? Se había vuelto rubio.

Era Belle. Su ropa estaba rasgada, y su cuerpo destrozado y magullado.

"¡Ah, Dios, esto no! " El grito brotó desde lo más profundo del alma de John…

Se volvió hacía el hombre caído contra la pared, con la mano alrededor de su arma. "Mírame, Spencer," exigió.

El hombre levantó la cabeza, pero ya no era Spencer. John se encontró examinando su propio rostro.

"Oh, Dios, no," jadeó, retrocediendo y tropezando con la cama. "Yo no. Yo no podría hacer eso. No podría. "

El otro John se rió. Fue un sonido enfermo y enloquecido.

"No, no no. Yo no podría. Oh, Belle. " Bajó la mirada hacia la cama, pero ella ya no estaba.

"¡No! ¡Belle! "


John se despertó por el sonido de sus propios gritos. Jadeando, trataba de llevar oxigeno a sus pulmones, y cruzó los brazos sobre su estomago. Se balanceó atrás y adelante, con el cuerpo atormentado por silenciosos sollozos.

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