John no se movió durante un largo rato, viendo a Belle desaparecer entre los árboles. No se movió hasta que hacía mucho tiempo ya que ella había desaparecido, profundamente asqueado consigo mismo y con su comportamiento. Pero, se recordó a si mismo, que sólo había hecho lo que era necesario. Ella estaba furiosa con él ahora, pero al final se lo agradecería. Bueno, tal vez no directamente a él, pero cuando estuviera confortablemente casada con algún marqués, se sentiría agradecida con quién fuera por salvarla de John Blackwood.
Finalmente dio media vuelta para dirigirse a casa cuando se percató de que Belle se había marchado sin su bota. Se agachó y la cogió. Maldición, ahora tendría que devolvérsela, y no tenía ni idea de cómo iba a poder enfrentarse a ella de nuevo.
John suspiró, llevándose el endeble calzado en su mano cuando comenzó su lento y dificultoso regreso a casa. Tendría que pensar en alguna buena excusa para tener su bota, en primer lugar. Alex era un buen amigo, pero querría saber por qué John tenía en su poder un zapato de su prima. Supuso que podría acercarse a Westonbirt esa tarde…
John maldijo entre dientes. Tenía que ir a Westonbirt esa tarde. Había aceptado la invitación de Alex para cenar.
Sus maldiciones se hicieron más fluidas cuando imaginó la agonía que lo esperaba. Tendría que ver a Belle durante toda la noche, y, por supuesto, ella estaría arrebatadora vestida para la cena. Y luego, justo cuando él no fuera capaz de aguantar ni un minuto más, probablemente ella haría algún comentario encantador e inteligente, que lo haría desearla incluso más.
Y era tan, tan peligroso desearla.
El regreso de Belle a casa no fue mucho más veloz que el de John. No estaba acostumbrada a pasear sin zapatos, y tuvo la sensación de que su pie derecho se las arregló para encontrar todos y cada uno de los afilados guijarros y de las raíces de árboles que poblaban el estrecho camino. Y además, estaba el problema de su bota izquierda, que tenía un pequeño tacón, lo que la dejaba ligeramente desequilibrada y la obligaba a cojear.
Y cada tambaleante paso que daba le recordaba a John Blackwood. El horroroso John Blackwood.
Belle comenzó a murmurar cada una de las palabrotas que había oído decir a su hermano, por casualidad, delante de ella. Su diatriba duró tan sólo unos segundos, porque Ned por lo general tenía bastante cuidado con su lengua cerca de su hermana. Habiéndose quedado sin palabrotas, Belle comenzó con los insultos, pero "Desgraciado, desgraciado," simplemente no le pareció lo bastante rotundo.
"¡Maldición!" exclamó, cuando su pie aterrizó sobre un guijarro especialmente agudo. Este contratiempo resultó ser su perdición, y sintió una ardiente lágrima rodar por su rostro cuando cerró los ojos con fuerza para contener el dolor.
"No vas a echarte a llorar por un pequeño guijarro," se reprendió a si misma. "Y por supuesto no vas a echarte a llorar por culpa de ese espantoso hombre."
Pero ya estaba llorando, y no podía detenerse. No podía entender como un hombre podía ser tan encantador durante un minuto y tan insultante al siguiente. Ella le gustaba-sabia que lo hacía. Era evidente, en el modo en que había bromeado con ella y había cuidado de su pie. Y, si bien, no había sido demasiado comunicativo cuando ella le había preguntado sobre la guerra, tampoco la había ignorado por completo. No se habría abierto a ella en absoluto si ella no le gustara aunque sólo fuera un poco.
Belle se inclinó, cogió el ofensivo guijarro, y lo lanzó con fuerza contra los árboles. Ya bastaba de llanto, ahora era el momento de estudiar este problema detenidamente, de forma racional, para entender por qué su personalidad había cambiado tan repentinamente.
No, decidió Belle, por primera vez en su vida no quería ser sensata y racional. No le importaba ser práctica y pragmática. Lo único que quería era estar enfadada.
Y lo estaba. Estaba furiosa.
Cuando Belle llegó a Westonbirt, sus lagrimas se habían secado, y se recreaba tramando mentalmente toda clase de planes de venganza contra John. En realidad, no esperaba llevar a la práctica ninguno de ellos, pero el mero acto de planificarlos le levantaba el ánimo.
Recorrió con paso lento el gran vestíbulo y estaba casi junto a la curvada escalera cuando Emma la llamó desde un salón cercano. "¿Eres tú, Belle?"
Belle desanduvo el camino hasta la puerta abierta del salón, asomó la cabeza, y saludó.
Emma estaba sentada sobre un sofá con los libros de contabilidad extendidos encima de una mesa delante de ella. Arqueó las cejas ante el aspecto despeinado de Belle. "¿Dónde has estado?"
"He salido a dar un paseo."
"¿Con un solo zapato? "
"Es la última moda."
"O una historia muy larga."
"No muy larga, pero si muy poco elegante."
"Los pies descalzos por lo general lo son."
Belle puso los ojos en blanco. Emma era conocida por chapotear por el agua, cubierta hasta las rodillas de barro para llegar hasta su lugar de pesca favorito.
"¿Y desde cuándo te has convertido en el paradigma del buen gusto y el decoro?"
"Desde…, oh, no importa, simplemente entra y siéntate conmigo. Estoy a punto de volverme loca."
"¿De verdad? Bueno, eso suena interesante."
Emma suspiró. "No te burles. Alex no me deja salir de este maldito salón por temor a mi delicado estado."
"Podrías mirarlo desde un punto de vista positivo y verlo como un signo de su eterno amor y devoción," sugirió Belle.
"O simplemente podría estrangularlo. Si por él fuera, estaría confinada en mi cama hasta que el bebé llegara. Date cuenta de cómo es que me ha prohibido montar a caballo sola."
"¿Puede hacer eso?"
"¿Qué?"
"Prohibírtelo."
"Bueno, no, él no me da órdenes como la mayor parte de hombres hacen con sus mujeres, pero me dejó bastante claro que se sentiría extremadamente angustiado cada vez que sacara a Boston de paseo, y maldición, lo amo demasiado para preocuparlo así. Algunas veces lo más sencillo es complacerlo."
"Mmm," murmuró Belle. "¿Te apetece un poco de té? Estoy un poco destemplada." Se levantó y llamó para que viniera una criada.
"No, gracias, pero pídelo para ti."
Una criada entró silenciosamente y Emma ordenó que trajera una bandeja de té. "Ah, y ¿puede decirle, por favor, a la señora Goode que me reuniré con ella para hablar del menú de esta noche dentro de una hora? Tendremos un invitado, así que creo que deberíamos preparar algo especial."
La criada asintió y abandonó el salón.
"¿Quién cena con nosotros esta noche?" preguntó Belle.
"John Blackwood, el vecino con quien te tropezaste hace unos días. Alex lo invitó ayer. ¿No lo recuerdas? Me parece que hablamos de ello durante el té. "
Belle sintió que el corazón se le hundía como una piedra en el estomago. Había olvidado por completo los planes para la cena. "Supongo que lo olvidé," dijo, deseando que ya estuviera aquí su té para poderse esconder la cara tras la taza. Notaba un desagradable aumento de temperatura en sus mejillas.
Si Emma notó el rubor de Belle, no hizo comentario alguno al respecto. Belle inmediatamente comenzó a hablar de la última moda de París, y las dos damas continuaron con el tema hasta mucho después de que el té llegara.
Belle se vistió con particular esmero esa noche, sabiendo muy bien que John era la razón de su desvelo. Eligió un sencillo vestido de corte imperio, de seda azul hielo que hacía juego con sus ojos y se peinó el cabello en un flojo recogido en lo alto de la cabeza, dejando unos tenues rizos sueltos para enmarcar su rostro. Un hilo de perlas y un par de pendientes a juego completó el atuendo, y, satisfecha con su aspecto, se dirigió abajo.
Emma y Alex ya estaban en el salón esperando a que John llegara. Belle apenas había tenido tiempo de sentarse cuando el mayordomo entró el cuarto.
"Lord Blackwood."
Belle levantó la mirada cuando Norwood terminó de entonar el nombre de John. Alex se puso en pie y dio un par de zancadas hasta la puerta para saludar a su amigo. "Blackwood, que bueno verte de nuevo. "
John saludó con la cabeza y sonrió. Belle se sintió irritada por el hecho de que él se viera sumamente apuesto en su traje de noche.
"Permite que te presente a mi esposa." Alex condujo a John hasta el sofá donde Emma estaba sentada.
"Cómo está usted, su Excelencia," murmuró John cortésmente, depositando un rápido beso en el dorso de su mano.
"Oh, por favor, no puedo aguantar tanto protocolo en mi propia casa. Por favor llámeme Emma. Alex me ha asegurado que es usted un amigo muy especial para él, así que no creo que necesitemos ser tan formales."
John sonrió a Emma, decidiendo que Alex había disfrutado de su acostumbrada buena suerte cuando se puso a buscar esposa. "Entonces usted debe llamarme John."
"Y, por supuesto, ya conoces a Belle," continuó Alex.
John se giró hacia Belle y tomó su mano. Una feroz oleada de calor viajó por su brazo, pero ella se obligó a no retirar la mano. Él no tenía porqué saber cómo la afectaba. Pero cuando se llevó su mano a los labios y la besó suavemente, no fue capaz de controlar el rubor que se extendió por sus mejillas.
"Es, en efecto, un placer verla de nuevo, lady Arabella," dijo él, sosteniendo todavía su mano en la suya.
"Po-por favor, llámeme Belle," tartamudeó ella, odiándose por perder la calma.
John finalmente liberó su mano y sonrió. "Le traje un regalo." Le tendió una caja atada con una cinta.
"No tenía por qué. Gracias." Curiosa, Belle desató el lazo y levantó la tapa. Dentro encontró su bota ligeramente embarrada. Sofocó la risa cuando la sacó de la caja. "Tenía una ampolla," explicó, girándose hacia Alex y Emma. "Era realmente dolorosa, y me quité la bota… " Su voz se extinguió.
John se volvió hacia Emma. "Habría traído una para usted, también, pero no parece que haya abandonado ningún zapato en mi propiedad recientemente. "
Emma sonrió ampliamente y bajó la vista hacia sus pies. "Rectificaré eso de inmediato. "
John meditó que le gustaba enormemente la duquesa de Alex. Era algo fácil e indoloro, supuso. A diferencia de su prima, ella no hacía que su corazón se desbocara y la respiración se le atascara siempre que la veía.
"Quizás, debería limitarme a darle una de mis zapatillas ahora," añadió Emma, "y así usted podría devolvérmela la próxima vez que cene con nosotros. "
"¿Es una invitación? "
"Por supuesto, Blackwood," intervino Alex. "Siempre serás bienvenido aquí. "
El cuarteto intercambió cortesías durante un cuarto de hora, esperando la llamada que anunciaba la cena. Belle permaneció sentada en silencio, estudiando subrepticiamente a John, meditando sobre por qué habría hecho algo tan dulce como envolver su botín como un regalo después de haber actuado tan groseramente esa tarde. ¿Cómo se suponía que debía reaccionar ella? ¿Quería ser su amigo otra vez? Mantuvo una débil sonrisa pegada sobre la cara, maldiciéndolo silenciosamente por hacerla sentir tan confusa.
Los pensamientos de John estaban ocupados de un modo similar, preguntándose como diablos reaccionaria Belle con él esa noche. Posiblemente no podía entender todas las razones por las que él necesitaba mantener las distancias, y el Señor sabía que él no podía explicárselas. La violación, no era, después de todo, un tema aceptable para una charla superficial.
Cuando la comida estuvo lista, Emma susurró algo en el oído de Alex y entonces él se puso en pie y la tomó del brazo. "Me disculparás si desafío las convenciones y escolto a mi esposa a la mesa," dijo, sonriendo libertinamente. "Belle, estaremos en el comedor de diario. Emma pensó que sería más cómodo."
John se puso en pie y ofreció una mano a Belle mientras la otra pareja desaparecía del cuarto. "Parece que nos han dejado completamente a solas. "
"Supongo que lo han hecho intencionadamente."
"¿Eso cree? "
Belle aceptó la mano de John y se incorporó. "Debería tomarlo como un cumplido. Eso significa que a Emma le gusta."
"¿Y le gusto a usted, Belle? "
Hubo una larga pausa, seguido de un rotundo, "No".
"Supongo que no merezco nada mejor." Dejó que su mano cayera al costado.
Ella se giró. "No, no lo merece. No puedo creer que tuviera el valor de venir a cenar esta noche."
"Me invitaron, si recuerda. "
"Debería haber rehusado. Debería haber enviado una nota diciendo que estaba enfermo, o que su madre estaba enferma, o su perro o su caballo. Cualquier cosa para evitar aceptar la invitación. "
Él no podía decir nada más que, "Por supuesto, tiene razón. "
"Uno simplemente no… Uno no besa a alguien y luego le habla en el modo en que usted me habló. No es cortés. No es amable, y… "
"¿Y usted es siempre amable? "
Su voz no contenía el menor matiz de burla, lo cual la aturdió. "Trato de serlo. El Señor sabe que traté de ser amable con usted."
Él inclinó la cabeza. "Ciertamente lo hizo. "
"Yo…" Ella se interrumpió y levantó la mirada hacia él. "¿Ni siquiera va a discutir conmigo?"
Él se encogió de hombros en un gesto fatigado. "¿Con qué propósito? Usted obviamente tiene razón, y yo, como de costumbre, estoy equivocado."
Belle lo contempló desconcertada, boquiabierta por el asombro. "No le entiendo."
"Probablemente es mejor que ni lo intente. Le pido disculpas, por supuesto, por mi comportamiento de esta mañana. Fue imperdonable."
"¿Por el beso o por sus horribles palabras de después? " La pregunta brotó de su boca antes de que pudiera detenerla.
"Por ambos."
"Acepto su disculpa por sus insultos."
"¿Y por el beso? "
Belle mantuvo los ojos clavados en la luna que brillaba al otro lado de la ventana. "No hay ninguna necesidad de pedir disculpas por el beso. "
A John se le atascó la respiración en el pecho. "No estoy seguro de entender lo que quiere decir, milady," dijo con cautela.
"Sólo tengo una pregunta." Belle arrancó su mirada de la luna y se obligó a mirarlo a él. "¿Hice algo mal? ¿Algo que le ofendiera? "
John soltó una áspera carcajada, incapaz de creer lo que oía. "Oh Dios, Belle, si solo supiera." Se pasó los dedos por el pelo y luego plantó las manos sobre sus caderas. "No podría ofenderme ni aunque lo intentara."
Cientos de emociones encontradas revolotearon en el corazón y la mente de Belle en el espacio de un segundo. En contra de su buen juicio, rozó su brazo. "¿Entonces qué sucedió? Tengo que saberlo."
John inspiró entrecortadamente, antes de girarse para quedar frente a ella. "¿Realmente quiere saber la verdad? "
Ella asintió.
Él abrió la boca, pero pasaron varios segundos antes de que sus labios formaran palabras. "No soy el hombre que usted cree que soy. He visto cosas… " Cerró la boca, y un músculo tembló espasmódicamente en su garganta mientras él luchaba para controlar las emociones que pasaban por su rostro. "He hecho cosas. Estas manos… " Bajó la vista a sus manos como si fueran algo ajeno a él. Su voz descendió a un ronco susurro. "Soy un bastardo codicioso, Belle, simplemente por haberla besado esta mañana. No soy digno ni de tocarle. "
Belle lo contempló, horrorizada por el dolor grabado en sus rasgos. ¿Cómo podía él no ver lo qué estaba tan claro para ella? Había algo dentro de él. Algo tan bueno… Parecía brotar y resplandecer desde su misma alma. Y él pensaba que no valía nada. No sabía qué le había sucedido para hacerlo sentir así, pero su dolor la devastó. Dio un paso hacia él. "Se equivoca."
"Belle," susurró él, "es usted una ingenua. "
Silenciosamente, ella negó con la cabeza.
John se perdió en la profundidad de sus ojos, y que el cielo lo ayudara pero no pudo detener el lento descenso de sus labios hacia los de ella.
Por segunda vez en ese día, Belle sintió que la asaltaba la poco familiar sensación de deseo mientras su cuerpo se inclinaba hacia el de él. Su boca rozó suavemente la de ella, y Belle, audazmente, deslizó su lengua a lo largo de la suave piel de su labio inferior, tal y como él había hecho esa mañana. La reacción de John fue explosiva, tirando bruscamente de ella y estrechándola contra él, necesitando sentir el calor de su cuerpo presionado contra suyo.
El íntimo contacto hizo sonar la alarma en la mente de Belle, y suavemente se separó de él. Tenía las mejillas ruborizadas, sus ojos brillaban, y bastantes más rizos enmarcando su rostro que tan solo unos minutos antes. "Alex y Emma nos esperan en el comedor," le recordó, jadeante. "Vamos a llegar bastante tarde. "
John cerró los ojos y exhaló, ordenando mentalmente a su cuerpo que se enfriara. Después de un momento le ofreció el brazo, curvando la boca en una sonrisa torcida que no se reflejó en sus ojos. "Culparemos de nuestra tardanza a mi pierna."
Belle sintió una inmediata oleada de simpatía por él. Era un hombre orgulloso y no le iba a gustar admitir que su herida era la causa del retraso. "Oh, no, no será necesario. Emma siempre se queja de que ando demasiado lenta. Les diré que le estaba mostrando una de las pinturas de la galería. Alex posee un Rembrandt maravilloso."
John colocó su índice contra sus labios. "Shh, le echaremos la culpa a mi pierna. Ya es hora de que esta condenada me reporte alguna ventaja. "
Salieron del salón, y Belle notó que él recorría bastante rápido los largos pasillos que conducían al comedor. "Avíseme cuando estemos llegando," le susurró él al oído.
"Es justo a la vuelta de la esquina. "
John redujo tanto la velocidad que Belle pensó que se habían detenido. Cuando echó un vistazo a sus piernas, notó que él cojeaba mucho más ostensiblemente que de costumbre. "Es usted terrible," lo reprendió. "Sé que puede flexionar mucho más la pierna. "
"Tengo un mal día." Su expresión era angelical.
Alex estaba de pie cuando entraron en el comedor. "Pensamos que os habíais perdido por el camino."
"Me temo que mi pierna me ha estado molestando un poco hoy," contestó John. "Belle ha tenido la amabilidad de acomodarse a mi paso lento."
Belle asintió, preguntándose como diablos estaba siendo capaz de evitar que le temblaran los labios. Ambos se unieron a Emma y Alex, sentándose alrededor de la pequeña mesa del comedor. Les sirvieron espárragos en salsa de mostaza, y Emma, notando que su vecino y su prima parecían estar en mejor relación, inmediatamente comenzó su interrogatorio.
"Estoy tan contenta de que haya podido venir a cenar esta noche, John. Pero debe contarnos más sobre usted. ¿De qué parte de Inglaterra es? "
"Crecí en Shropshire. "
"¿De verdad? No he estado nunca allí, pero he oído decir que es encantador."
"Sí, bastante. "
"¿Y vive todavía su familia allí? "
"Creo que lo siguen haciendo. "
"Oh." Emma pareció ligeramente desconcertada por su extraña elección de palabras, pero prosiguió de todas formas.
"¿Y los ve muy a menudo? "
"Rara vez los veo. "
"Emma, querida," dijo Alex suavemente. "Te ruego que le des a nuestro invitado la opción de comer algo entre pregunta y pregunta."
Emma sonrió avergonzada y pinchó un tallo de espárrago con su tenedor. Antes de llevárselo a la boca, sin embargo, soltó, "Belle es maravillosamente erudita, ya lo sabe. "
Belle se atragantó con la comida, sobresaltada de que la conversación tomara ese rumbo.
"Hablando de lectura," intervino John suavemente, "¿Terminó el Cuento de Invierno? Me di cuenta de que casi lo había acabado el otro día. "
Belle tomó un sorbo de vino. "Sí, lo hice. Y eso marcó el final de mi Magna Odisea Shakesperiana. "
"¿De verdad? Casi me da miedo preguntar cual era."
"Las obras completas. "
"Qué impresionante," murmuró John.
"En orden alfabético. "
"Y además organizada. La dama es una maravilla. "
Belle se sonrojó. "No se burle de mi, miserable. "
Los ojos de Alex y Emma se agrandaron al ser testigos de las juguetonas burlas que cruzaban de un lado a otro de la mesa. "Si recuerdo correctamente," intervino Alex, "¿no implicaba también esta odisea la poesía? "
"He prescindido de la poesía por el momento. La poesía es tan, bueno, poética, ¿no cree? Nadie habla de esa forma en realidad "
John enarcó una ceja. "¿Cree que no? " Se giró hacia Belle, y cuando habló de nuevo, había un fuego en su ojos castaños que ella nunca había visto en ellos antes.
"Aunque mis ojos ya no puedan ver
ese puro destello que me deslumbraba.
Aunque nada pueda devolver la hora
del esplendor en la hierba, de la gloria en las flores,
no hay que afligirse, mejor busquemos fuerza
en lo que dejamos detrás." [8]
La mesa permaneció en silencio hasta que John habló de nuevo, sin apartar nunca los ojos de Belle. "Desearía poder hablar siempre con semejante elocuencia."
Belle se sintió extrañamente conmovida por el fragmento de poesía de John y la cálida modulación de su voz. Algo en su declamación la había mantenido hechizada y olvidarse por completo de la presencia de sus primos. "Ha sido encantador," dijo en voz queda.
"Wordsworth. Es uno de mis favoritos. "
"¿Tiene ese poema algún significado especial para usted? ¿Comparte el sentimiento? "
Hubo una pausa muy larga. "No", dijo John, abruptamente. "Lo intento de vez en cuando, pero por lo general, no lo consigo. "
Belle tragó, incomodada por el dolor que vio en sus ojos, y buscó otro tema de conversación. "¿Disfruta también escribiendo poemas? "
John se rió, arrancando finalmente su mirada de Belle y posándola en la mesa. "Podría disfrutar escribiendo poemas si alguna vez hubiera conseguido escribir uno medio decente."
"Pero recitó el de Wordsworth con tanta pasión." protestó Belle. "Obviamente siente un profundo amor por la poesía. "
"Disfrutar de la poesía y ser capaz de escribirla son dos cosas muy diferentes. Imagino que por eso tantos aspirantes a poeta se pasan la mayor parte de su tiempo con una botella de brandy en la mano."
"Estoy segura de que tiene alma de poeta." insistió ella.
John simplemente sonrió. "Me temo que su confianza es inmerecida, pero tomaré eso como un elogio. "
"Debería hacerlo. No quedaré satisfecha hasta que añada un volumen de su poesía a mi biblioteca." dijo Belle maliciosamente.
"Entonces debería ponerme a ello. Ciertamente no desearía decepcionarla. "
"No," murmuró ella, muy bajito. "Estoy segura de que no. "