Capítulo Diecinueve

John tomó asiento en el Salón de Té Hardiman al día siguiente, de espaldas a la pared mientras buscaba con la mirada al hombre que no había visto en más de cinco años, el hombre que lo quería muerto. Se había asegurado una mesa al fondo, con Alex y Dunford discretamente instalados unas cuatro mesas más allá.

John mantuvo la vista clavada sobre la puerta de entrada, y diez minutos antes de la hora convenida para la reunión, George Spencer entró en el establecimiento. John sintió como si el tiempo retrocediera, y hubiera regresado de nuevo a la taberna española, viendo como su paisano violaba a una inocente muchacha.

Spencer escudriñó el salón con sus fríos ojos azules hasta que su mirada recayó sobre John. Su cabeza dio un respingo, haciendo que su rubio cabello se apartara de sus ojos. Cruzó arrogantemente el local, a grandes zancadas, hasta llegar junto a John.

"Blackwood." Su voz era helada.

"Spencer. Me disculpará si omito la cortesía de incorporarme."

"No importa. He oído que es cojo. No quisiera que tuviera que hacer un esfuerzo excesivo para usted." Apartó una silla y se sentó.

John asintió gentilmente. "Una herida de guerra. Algunos de nosotros permanecimos en el ejército durante toda la campaña. ¿A dónde fue usted, Spencer? ¿Francia? ¿Suiza? "

Las manos de Spencer asieron con fuerza el borde de la mesa, y casi se levantó de su asiento de la rabia. "Condenado sea, Blackwood. Sabe que me obligó a desertar. ¿Sabe lo qué es volver a Inglaterra deshonrado? Mi padre tuvo que sobornar a las autoridades para impedir que me arrestaran."

John luchó para mantener su propia furia bajo control. "¿Y cree que no merece ser detenido después de lo que hizo? " siseó. "Deberían haberlo ahorcado."

"Ahórreme su sensiblería, Blackwood. Esa chica no era nadie. Una estúpida campesina, nada más. Probablemente había compartido sus encantos con una docena de hombres antes de mí."

"Vi la sangre sobre las sabanas, Spencer. Y oí sus gritos."

"Por el amor de Dios, Blackwood, le hice a la muchacha un favor. Iba a tener que seguir ese camino tarde o temprano."

John se agarró a la mesa en un esfuerzo por impedirse estrangularlo. "Se suicidó tres días después, Spencer "

"¿Ah, sí?" Spencer pareció indiferente.

"¿No siente ningún remordimiento? "

"La maldita ciudad estaba superpoblada, de todas formas." Spencer extendió la mano y se examinó ociosamente las uñas. "Esos españoles se reproducían como conejos."

"Era una muchacha inocente," dijo John, por entre los dientes apretados.

"Siempre quedo impresionado por su sentido de la caballerosidad. Claro que, por otra parte, las damas siempre han sido su punto débil. ¿Puedo ofrecerle mi enhorabuena por su ventajoso matrimonio? Es lamentable que vaya a ser una unión tan breve."

"Deje a mi esposa fuera de esto," le ordenó John, tensando la mandíbula. "No es digno ni de mencionar su nombre."

"Oh, vaya, ¿no nos estamos poniendo un poco dramáticos? Espero que el amor no le haya ablandado, Blackwood. O quizás fue su rodilla la que se encargó de ello hace años."

John respiró profundamente y se obligó a contar hasta cinco antes de volver a hablar. "Simplemente, ¿cuál es su plan, Spencer? "

"Pues matarle, evidentemente. Creí que ya había entendido eso."

"¿Puedo preguntar por qué? " pidió John, con helada cortesía.

"Nadie me hace quedar como un tonto, Blackwood, nadie. ¿Me entiende?" Spencer estaba cada vez más agitado, y sus cejas estaban fruncidas y húmedas de transpiración. "Lo que me hizo… "

"Lo que hice fue pegarle un tiro en el culo." John se recostó y se permitió la primera sonrisa del día.

Spencer apuntó con un dedo a John. "Voy a matarle por eso. He soñado con ello durante años."

"¿Qué le ha retrasado tanto tiempo?"

La calmada compostura de John sólo servía para enfurecer aún más a Spencer. "¿Sabe lo qué le ocurre a un hombre cuando deserta? No es precisamente bienvenido de regreso a Inglaterra. Su novia decide que seguramente estará mejor con cualquier otro. Su nombre es eliminado de todas las listas importantes. Usted me hizo eso. Usted."

"¿Y ahora de repente Inglaterra lo recibe con los brazos abiertos? Me han dicho que no era bienvenido en los círculos más selectos."

Por un momento John creyó que Spencer iba a saltar por encima de la mesa y lanzarse a por su garganta. Sin embargo y repentinamente, el hombre se calmó. "Matarlo no solucionará todos mis problemas, es evidente. Pero hará que mi vida sea más feliz."

John suspiró. "Mire", dijo, con tranquilidad, "supongo que no es necesario que diga que preferiría que no me matara."

Spencer se permitió una seca carcajada. "Muy elegantemente expresado, pero tampoco es necesario que yo diga que preferiría que no hubiera arruinado mi vida."

"¿Por qué ha venido hoy? ¿Por qué está aquí sentado perdiendo el tiempo con la conversación?"

"Tal vez sentía curiosidad. ¿Y usted? Uno pensaría que debería temer encontrarse con su asesino." Se recostó en su silla y obsequió a John con una desenfadada sonrisa.

John empezaba a preguntarse si Spencer estaba loco. Obviamente estaba obsesionado, pero al mismo tiempo, parecía mantener sin problemas una apariencia de cordura, allí sentado, charlando con John como si fueran viejos amigos. "Tal vez yo también sentía curiosidad," contestó, devolviéndole sus palabras. "Esta es una situación única. Es un hombre afortunado aquel que tiene la oportunidad de encontrarse con su asesino cara a cara en unas circunstancias tan civilizadas."

Spencer sonrió e hizo una inclinación de cabeza, reconociendo elegantemente lo que consideró como un elogio.

"Supongamos que me cuenta lo que planea. No querrá que esto no le plantee ningún desafío, ¿verdad?"

"No podría importarme menos. Simplemente lo quiero muerto."

John sonrió tenso. Spencer indudablemente no se andaba con sutilezas. "¿Ninguna indicación sobre lo puedo esperar? "

"Algo rápido y sencillo, creo. No hay ninguna necesidad de hacerlo sufrir."

"Muy amable por su parte."

"No soy un monstruo, sólo un hombre de principios."

Mientras John ponderaba aquella increíble declaración, Spencer se concentró en algo por encima de su hombro. "¿Es su encantadora esposa a quien veo, Blackwood? Debo felicitarlo por su éxito matrimonial."

John sintió que se le congelaban las entrañas. Se giró en su asiento, buscando a su alrededor hasta que su mirada recayó sobre Belle, quién acababa de entrar en el salón de té seguida de Emma y Persephone.

John volvió a respirar profundamente, tratando de contenerse. Iba a matarla. Iba a ponerla sobre sus rodillas y hacerle ampollas en el trasero. Iba a encerrarla en su cuarto durante una semana. Iba…

"No parece demasiado contento de verla, creo."

John se giró hacia Spencer y le espetó, "Otra palabra, y tal y como me siento lo estrangulo."

Spencer se dejó caer contra el respaldo y rió entre dientes, enormemente divertido.

"Nuestra conversación ha terminado." John se levantó y caminó a través del salón sin volver la vista atrás. Alex y Dunford se asegurarían de que Spencer no lo atacara. Agarró el brazo de Belle antes de que ella pudiera sentarse, siseándole al oído, "Estás a punto de convertirte en una mujer muy desgraciada."

Belle tuvo la sensatez de mantener la boca cerrada. O puede que sólo fuera porque se moría por echar un buen vistazo a George Spencer, quien se había levantado para marcharse inmediatamente después de John. Pasó justo al lado de ellos al marcharse, saludándola con su sombrero y murmurando, "Milady."

El único atisbo de optimismo en la pesadilla de John fue la expresión de furia en el rostro de Belle. No tenía la menor duda de que ella señalaría la cara de Spencer con sus uñas si no fuera porque él la estaba sujetando firmemente por el brazo.

Una vez que Spencer estuvo definitivamente fuera del establecimiento, John la giró con fuerza para que lo mirara a la cara y le dijo, "¿Qué demonios crees que estás haciendo? "

Antes de que ella tuviera la más mínima posibilidad de contestarle, Alex apareció a su lado, agarró a Emma de modo similar y siseó, "¿Qué demonios crees que estás haciendo? "

Persephone miró a Dunford y sonrió, esperando su turno, pero para su gran desilusión, él se limitó a permanecer allí de pie y fulminar con la mirada a las tres mujeres.

"John," dijo Belle. "No creo que éste sea el momento." Se volvió hacia el resto de los hombres y les dedicó una amplia aunque titubeante sonrisa. "Lo lamento, pero vamos a tener que marcharnos."

John gruñó. Persephone tomó esto como un signo de asentimiento y agitó la mano para despedirse. "Espero verle pronto," dijo alegremente.

John gruñó de nuevo y esta vez Persephone no dijo nada.

Belle alzó la vista hacia su marido. "¿Nos vamos?"

Él se puso en marcha, y dado que su brazo estaba indisolublemente unido a su mano, ella se marchó con él. Cuando salieron a la calle, John se volvió y dijo de manera cortante, "¿Trajiste un carruaje? "

Ella negó con la cabeza. "Alquilamos uno."

Esto no pareció complacer a John, y Belle se abstuvo de decir nada mientras hacía parar a uno. Regresaron a casa en absoluto silencio. Ella miró de reojo un par de veces su perfil y notó que un músculo de su mejilla se contraía espasmódicamente.

Estaba furioso. Le echó otro vistazo. El tic se había acelerado. Mucho más que furioso. Tan solo estaba esperando a que llegaran a casa para no avergonzarla delante del conductor.

Supuso que debería sentirse agradecida por los pequeños favores.

El coche de tiro se detuvo delante de la mansión Blydon, y Belle se apresuró a salir mientras John pagaba al conductor. Subió a la carrera los escalones frontales, cruzó a toda velocidad el vestíbulo, y entró en el saloncito posterior. No trataba de evitar a John; aunque quizás lo habría intentado si creyera que tenía la más mínima posibilidad de escapar. Pero tal y como estaban las cosas, simplemente buscaba encontrar un cuarto que estuviera tan alejado de los criados como fuera posible.

John la seguía pisándole los talones, tan furioso que apenas cojeaba. Cerró de un portazo la puerta tras él. "¿Qué demonios pensabas que estabas haciendo? "

"Estaba preocupada por ti."

"¿Así que me seguiste a mi reunión con Spencer? Disculpa si no te felicito por tu sentido común."

"Pero… "

"¿Entiendes la clase de hombre que es Spencer?" explotó John. "Es un violador.¡Un violador! ¿Entiendes lo que significa el término “violación”? "

Belle se cruzó de brazos. "Te odio cuando te pones sarcástico."

"Peor para ti."

Ella apretó los dientes ante su áspero tono y se giró alejándose.

"¡Maldita sea, mujer! Te has puesto en peligro. Y has arrastrado contigo a Emma y Persephone.¿ En qué estabas pensando?"

"Pensaba que podrías necesitarme," le contestó ella, elevando la voz.

"¿Necesitarte? Por supuesto que te necesito. Sana y salva y en casa. No exhibiéndote delante de asesinos."

Belle se volvió furiosa. "No soy una damita indefensa a quien le guste quedarse sentada en casa mientras tu callejeas por la ciudad. Y si has creído ni por un segundo que no voy a hacer todo lo que este en mis manos por mantenerte a salvo entonces es que no te funciona bien la cabeza."

"Escúchame, Belle," dijo John, casi en un susurro. "No sabemos demasiado sobre Spencer. No tenemos ni idea de lo que se propone hacer. Por lo que sabemos, podría haber decidido que la mejor manera de llegar hasta mi era a través de ti. Podría haberte capturado esta tarde."

"Creí que me habías dicho que estabas seguro de que Spencer no intentaría nada en un sitio atestado. ¿Me mentiste? ¿Lo hiciste? ¿mentiste solamente para que no me preocupara por ti? "

"Infierno y condenación, por supuesto que no te he mentido. No creí que Spencer intentara algo en Hardiman. Pero, no podía estar seguro al cien por cien, y no vi ninguna razón para exponerte a ningún peligro."

"Voy a ayudarte, John, tanto si quieres como si no."

"Maldita sea, mujer, deja de ser tan obstinada. Estas cosas requieren planificación y sutileza. Si insistes en entrometerte en esto sin mirar por donde vas, sólo conseguirás estorbar."

"Oh, por favor, John. No tendría que andar estorbando si me incluyeras en tus planes."

"No quiero involucrarte en una situación de la cual tal vez no puedas escapar."

"Hazme un favor, John. Preocúpate por ti. Puedo correr muy rápida. Más rápida que tú."

John se estremeció como si lo hubieran golpeado. "No tenía ni idea de que mi herida me hacia menos hombre a tus ojos."

"Oh, John, sabes que no era eso lo que quería decir."

Belle lo rodeó con sus brazos y lo apretó contra ella. "Sólo es que estoy tan asustada y tan enojada, sí, enojada con este hombre." Hizo una pausa y contuvo la respiración, sorprendida al darse cuenta de que sentía más furia que miedo. "Estoy enojada, y lo he pagado contigo, y no es justo. Es solamente que te amo tanto, y… "

"Belle, por favor."

Ella se soltó y, furiosa, lo apartó. "¿Por favor qué? ¿Por favor que no te diga que te amo? ¿Por favor que no te ame? "

"No puedo aceptarlo, Belle."

"¿Qué sucede contigo? " exclamó ella. "Por qué no puedes… "

"Lo que sucede conmigo," dijo él, en tono acerado, sus manos se cerraron sobre la parte superior de sus brazos como tenazas, "es que violé a una muchacha."

"No," exclamó ella, con voz ahogada. "No, tú no. Me dijiste que no lo hiciste."

"Podría haber sido yo," dijo él, repitiendo inconscientemente las palabras de la madre de Ana.

"John, no digas eso. Lo que sucedió no fue culpa tuya."

Él se separó de ella con una aspereza glacial y se acercó a zancadas a la ventana. "Podría haber subido a aquella habitación mil veces antes de lo que finalmente lo hice."

Belle se tapó la boca horrorizada. "Oh, John, ¿qué te ha hecho esto? " susurró.

"¿Me ha hecho menos hombre? Sí. ¿Ha ennegrecido mi alma? Sí. ¿Ha…?"

"¡Basta! " Ella se tapó los oídos, incapaz de soportar sus palabras. "No quiero oírlo."

Él se giró. "Pues lo vas a oír, maldición." Cuando ella no se movió, él se acercó con paso decidido y le apartó las manos de los oídos. "Este es el hombre con el que te has casado, Belle. Para bien o para mal. No digas que no te advertí."

"¿Cuándo entenderás que no me importa lo que pasó en España? Siento lo que eso te hizo, y rezo por el alma de aquella pobre muchacha, ¡pero por lo demás, no me importa! ¡Eso no te ha hecho mala persona, y no me hace amarte menos! "

"Belle," dijo él, categórico. "No quiero tu amor. No puedo aceptarlo."

Antes de poder pensar lo que iba a hacer, la mano de Belle salió disparada, y lo abofeteó. "¿Cómo te atreves?" jadeó, con todo el cuerpo temblando de rabia. "¿Cómo te atreves a menospreciarme así? "

"¿De qué demonios hablas?"

"Nunca, ni una vez en mi vida, he dado mi amor a un hombre. Y tú me lo tiras a la cara como si fuera una baratija."

Su mano se cerró alrededor de su muñeca. "Me has entendido mal. Es porque valoro tanto tu amor por lo que no puedo aceptarlo."

"No lo aceptas porque no quieres hacerlo. Estás demasiado ocupado revolcándote en la culpa y la autocompasión. ¿Cómo se supone que voy a construir una vida con un hombre que no puede dejar el pasado donde pertenece? "

Él dejó caer la mano, sintiéndose como el peor de los bastardos simplemente por tocarla.

"¿Cómo puedo seguir amando a un hombre que puede que nunca me ame? "

Él la miró, todo su cuerpo paralizado por sus palabras. "Pero Belle," le susurró. "Yo te amo."

John no estaba seguro de cómo esperaba que ella reaccionara, pero ciertamente no de la manera en que lo hizo. Belle retrocedió como si la hubiera golpeado, y durante un largo instante fue completamente incapaz de articular palabra. Lo señaló con un dedo, agitándolo en su dirección mientras su garganta se movía espasmódicamente. "No", jadeó por fin. "No. No digas eso. No me digas eso."

Él tan solo pudo quedarse mirándola, con cada uno de los sentimientos que sentía por ella claramente escritos sobre su rostro. Amor, culpa, esperanza, deseo, miedo…

Todos estaban allí.

"No puedes hacer eso," dijo ella, cada ronca palabra era una pequeña puñalada de dolor. "No te lo permitiré. No puedes decir que me amas y no dejarme que yo haga lo mismo. No es justo."

El trato de alcanzarla. "Belle…yo… "

"¡No!" Ella retrocedió de un brinco. "No me toques. Yo… No me toques."

"Belle, no sé que decir." Bajó la mirada.

"No puedo hablar contigo," dijo alterada. "Ahora no. No puedo. Yo… Yo… Yo… " Las palabras se le enredaban en la garganta. Se sentía tan sobrecargada de emociones que no podía seguir hablando. Tragó convulsivamente, abrió la puerta de un tirón, y escapó de la habitación.

"¡Belle!" la llamó John. Ella no le oyó. Se dejó caer en un sillón. "Te amo."

Pero las palabras sonaron patéticas incluso para él.

Загрузка...