Capítulo Veintidós

John dio un violento tirón a su pañuelo del cuello. "Esto es estúpido, Belle," siseó. "Estúpido".

Belle rodeó de puntillas al ayuda de cámara de John, quien había emitido un atormentado gemido ante el asesinato de su cuidadosa obra manual. "¿Cuántas veces tendremos que pasar por esto? Ya te he dicho que no hay forma de eludir la asistencia al baile de los Tumbley esta noche. Mamá pedirá mi cabeza si no aparezco como una dama correctamente casada ante toda la sociedad."

John despidió a su criado con un seco movimiento de cabeza, deseando mantener la conversación en privado. "Esa es exactamente la cuestión, Belle. Ahora eres una mujer casada. Ya no tienes que obedecer cada una de las ordenes de tus padres."

"Oh, no, ahora en vez de eso, tengo que obedecer las tuyas. Perdona si no brinco de alegría."

"No seas sarcástica, Belle. No te sienta bien. Lo único que digo es que ya no tienes que hacer lo que tus padres te dicen."

"Trata de decirle eso a mi madre."

"Ya eres mayor." John caminó hacia un espejo y comenzó a anudar de nuevo su corbatín.

"Tengo noticias para ti. Los padres no dejan de ser padres cuando sus hijos se casan. Y especialmente las madres no dejan de ejercer como tales."

John manipuló la tela de forma incorrecta y blasfemó.

"Deberías haberlo dejado como Wheatley lo arregló. Me pareció muy elegante."

John le dijo con una mirada que no tenía el más mínimo interés en conocer su opinión.

"Míralo así," continuó Belle, arreglando su falda de modo que no se arrugara cuando se sentó sobre la cama. "Mis padres todavía te están conociendo. Recelarían si nos negáramos a ser vistos en público juntos. Tú no quieres estar en mala relación con tus parientes políticos para el resto de tu vida, ¿verdad? "

"Tampoco quiero morir… "

"No tiene ni pizca de gracia, John. Desearía que no bromearas sobre ello."

John se desentendió de su corbatín por un momento y se giró de modo que pudiera mirar a su esposa a los ojos. "No bromeo, Belle. Va a ser una noche de locura. No tengo ni idea de como voy a poder mantenernos a ambos a salvo."

Belle se mordió el labio. “Alex y Dunford también estarán allí. Estoy segura de que serán de gran ayuda."

"Yo también estoy seguro de que lo serán. Pero eso no garantiza nuestra seguridad. No entiendo por qué simplemente no les dijiste a tus padres la verdad."

"Oh, eso les causaría una estupenda opinión" dijo Belle sarcásticamente. "Te adoraran en cuanto averigüen que has puesto mi vida en peligro." Ante el ceño de John, agregó, "Sin querer, por supuesto."

John desistió finalmente de tratar de anudarse solo el pañuelo y gritó. “¡Weatley!” Después se giró hacia Belle y dijo velozmente "Valoro nuestras vidas mucho más que la opinión de tus padres, y harías bien en recordar eso."

"John, de verdad que creo que estaremos a salvo mientras nos mantengamos cerca de Alex y Dunford. Tal vez incluso tengamos una oportunidad para atrapar a…¡oh!. Hola Wheatley. Su señoría parece tener algunos problemas con su corbatín. Temo que su mal humor haya anulado la destreza de sus dedos. ¿Cree que podría ayudarlo en este empeño? "

El semblante de John se nubló.

Belle retribuyó su ceño con una brillante sonrisa y se levantó. "Voy a ver si está listo el carruaje."

"Esto es culpa tuya."

Belle se giró hacia la puerta y dio un paso en dirección a ella.

John contuvo la respiración. "¡Dios bendito, mujer!, ¿Qué llevas puesto? ¿O más bien, qué no llevas puesto? "

Belle sonrió. Vestía el traje de noche de terciopelo azul medianoche que había comprado unas semanas antes cuando tramaba seducirlo. "¿Te gusta?" le preguntó, continuando de espaldas a él de modo que no pudiera ver su sonrisa.

Fue un error, ya que el vestido no tenía espalda, o al menos muy poca. "Es indecente," determinó John.

"No lo es," dijo Belle, aunque no consiguió un apropiado tono de protesta. "Muchas mujeres llevan puestos vestidos como éste. Algunas hasta llevan telas más ligeras y luego las humedecen para hacerlas transparentes."

"No permitiré que otros hombres disfruten de tu espalda desnuda. ¡Y se acabó! "

Belle decidió que en realidad no le molestaba su posesividad. "Bien, si te pones así… " Salió de la habitación y se dirigió a la suya, donde Mary la esperaba con otro vestido. Belle había tenido el presentimiento de que tal vez acabaría cambiándose de traje. Pero había logrado su objetivo. Había conseguido alejar la mente de John de Spencer durante unos minutos al menos.

Después de cambiarse, bajó, llegando justo cuando la puerta de la calle se abría para dejar entrar a Alex, Emma, Dunford, y Persephone. El cuarteto charlaba en voz alta.

"¿Qué hacéis aquí? " les preguntó Belle.

Emma miró hacia atrás ella para asegurarse de que la puerta de calle estaba todavía abierta y gritó, "¡VENIMOS A LLEVAROS AL BAILE! "

"¿Vosotros? "

"¡POR SUPUESTO! "

"¿Pero por qué? "

Emma vio que el mayordomo estaba a punto de cerrar la puerta. "No cierre aún," siseó, antes de girarse hacia Belle y contestar, "¡PORQUE TU NOS LO PEDISTE! "

"Oh, desde luego. Que tonta."

Lady Worth apareció e el vestíbulo. "¿Qué es todo este escándalo? "

"No tengo la menor idea," refunfuñó Persephone, lanzándole una mirada extrañada a Emma.

"¡LLEVAMOS A BELLE Y A JOHN AL BAILE!" bramó Emma.

"Bien. Me parece acertado, pero deja de gritar sobre ello."

Alex cerró rápidamente la puerta y dijo, "He estado insistiéndole en que se revise la audición. Lleva hablando así tres días."

Emma cogió a Belle para hablar aparte y le susurró, "Solamente quise dejarle saber a nuestro, er, enemigo que viajaras en nuestro carruaje esta noche."

"Eso intuí."

"No intentará nada con todos nosotros en el carruaje."

"Siempre podría talar un árbol o algo así. Entonces todos estaríamos en problemas."

"No creo. Demasiadas posibilidades de que John fuera el único que saliera ileso. Esperará hasta más tarde."

"¿Qué es lo que vosotras dos cuchicheáis?" exigió Caroline. "¿Y qué ha pasado con tu audición, Emma? Creí que sólo podías gritar. Ven aquí a la luz. Quiero examinarte los oídos yo misma. Probablemente lo único que necesitan es una buena limpieza."

Emma hizo una mueca pero permitió ser arrastrada al cuarto contiguo.

"Creo que las acompañaré," dijo Persephone. "Ha estado actuando de forma extraña toda la noche."

"Gracias," dijo Belle, tan pronto como su madre estuvo fuera del alcance del oído.

"No tiene importancia," contestó Alex, con un gesto de la mano. "Aunque ha sido malditamente difícil mantener a Persephone ajena a todo esto."

"Es muy perspicaz."

"Ya me he percatado."

"No te va a permitir enviarla de vuelta a Yorkshire después de haberse divertido tanto en Londres."

Alex se encogió de hombros antes de centrarse en asuntos más apremiantes. "¿Dónde está tu marido? "

"Arriba, frunciendo el ceño."

"¿Problemas en el paraíso? " preguntó Dunford, con una sonrisita peculiar.

"No te atrevas a divertirte con mi desgracia, miserable."

"Deberías considerarlo un elogio. La angustia de nadie más me causa tanta diversión."

"Me emocionas, Dunford." Se volvió hacia Alex. "Está un poco irritado por tener que salir esta noche. No cree que sea seguro."

"No lo es. Pero podéis seguir aquí encerrados para siempre. El baile de los Tumbley probablemente sea la salida más segura que podemos hacer. Si Spencer intenta algo tendremos más de cien testigos. Será fácil mantenerlo a distancia."

"Traté de explicárselo, pero no escucha. Creo que está preocupado por mí."

Alex sonrió. "Los maridos siempre se preocupan por sus esposas. Esta es una lección que aprendí rápidamente. No hay nada que puedas hacer al respecto, salvo abstenerte de un comportamiento excesivamente temerario, por supuesto. Y ahora, ¿cuánto crees que tardará en bajar? No deberíamos tardar demasiado en marcharnos."

"De un momento a otro, creo."

Como si hubiera sido una señal, John apareció en lo alto de la escalera.

"Oh, bien, ya estás aquí," exclamó Belle.

"No parezcas tan condenadadamente feliz."

Belle brindó a sus acompañantes una mirada compungida para tratar de compensar la displicencia de su marido. Los dos hombres parecían cordialmente divertidos, así que Belle sacudió la cabeza y esperó a que John se les uniera. Las escaleras siempre lo hacían ir más lento. Una vez que se terminaron los escalones, sin embargo, se movió a través del vestíbulo con sorprendente rapidez.

"Ashbourne, Dunford." saludó a sus invitados con una breve inclinación.

"Pensamos que podría ser más seguro para ambos viajar con nosotros esta noche," dijo Dunford.

"Buena idea. ¿Dónde está Emma? ¿No ha venido? "

"Esta sometiéndose a una revisión de oídos," contestó Belle.

"¿Qué?"

"Es una larga historia."

"Estoy seguro," contestó John, arrastrando las palabras.

Belle le cogió la mano y le dio un firme tirón, acercándolo a ella. "Me estoy cansando de tu actitud, John."

"No esperes que sea agradable durante al menos una semana," le contestó entre dientes. "Sabes cómo me siento respecto a esto."

Belle apretó los labios en un mohín decidido y se volvió hacia Alex y Dunford. Alex contemplaba el techo y silbaba bajito. Dunford sonreía de oreja a oreja.

"Oh, callaros," exclamó finalmente.

"¡Si no he dicho nada!" La respuesta provino tanto de Dunford como de John.

“Hombres. Estoy harta de todos ustedes. ¡Emma! ¡Emma! ¡Te necesito! ¡Ya! "

Emma apareció como un rayo en el vestíbulo a una velocidad asombrosa. "¡Lo siento, tía Caroline!" gritó por encima de su hombro. "Belle me necesita." No se detuvo hasta que prácticamente estuvo encima de Belle. "Doy gracias a Dios y a ti también, Belle. Pensé que iba a matarme."

"¿Podemos irnos?" preguntó Alex, en tono afable. "¿Dónde está Persephone? "

"Decidió viajar con la tía Caroline y el tío Henry," contestó Emma, cogiéndose del brazo de su prima e ignorando por completo a los hombres. "Me vertió algo horrible en los oídos," susurró a Belle. "Me dijo que estaban mugrientos."

Belle sonrió y sacudió la cabeza. "Sólo se estaba divirtiendo a costa tuya. Odia que la gente tenga secretos con ella."

Emma permitió que Alex le ayudara a subir al carruaje. "Lady Worth conseguiría hacer llorar a Napoleón."

El comentario provocó un ruidoso gruñido de corroboración por parte de John.

Belle le lanzó una mirada irritada mientras se sentaba al lado de Emma. John se repantigó en el asiento frente a ellas, pero Belle no se dejó engañar por su indolente postura. Sabía que cada centímetro de su cuerpo estaba en alerta, listo para pasar a la acción de ser necesario. La actitud vigilante de John se transmitió a Alex y Dunford, y ellos, también, mantuvieron un ojo sobre las puertas y otro sobre las damas.

Belle evitó mirar a los hombres; la ponían nerviosa, y a pesar de la valiente fachada que había presentado ante John, se sentía un poco aprensiva con respecto a la velada. Por suerte, Emma mantuvo un flujo constante de conversación, y todos charlaban amistosamente cuando salieron hacia su destino.

"Y las náuseas han desaparecido por completo," decía Emma. "Al menos eso espero. No me he sentido enferma en una semana."

"Eso es bueno. ¿Se te nota ya?" Belle mantuvo la voz baja. La conversación no era la más adecuada para una compañía mixta.

"Un poco, pero este estilo lo esconde bastante bien. ¡Y por supuesto uno no puede adivinar nada bajo esta capa, pero…¡Qué demonios!"

El carruaje dio varios bandazos y bamboleos hacia la derecha.

John estuvo encima de Belle en segundos, moviéndose por instinto para protegerla del peligro. "¿Te has hecho daño? " le preguntó con voz urgente.

"Estoy bien. Estoy bien, sólo… ¡oh! "

Se tambalearon un poco más y luego se bambolearon hacia la izquierda.

"¿Qué demonios sucede?" exigió Alex, apartándose de su posición frente de Emma para asomarse a la ventana.

"¡Alex, no!" le gritó Emma. "¡Si volcamos, quedarás aplastado! "

Alex regresó de mala gana al interior. No parecía como si estuvieran en peligro extremo. El carruaje se mecía y se ladeaba, pero de una forma que podría ser casi descrita como suave. Finalmente, como lanzando un gran suspiro del alivio, el carruaje emitió un ruidoso crujido y cayó hacia el lado izquierdo, aposentándose en una inclinación tal que los hizo caer a todos contra el costado contrario.

Cuando finalmente se hizo evidente que ya no se iban a mover más, Belle elevó una silenciosa plegaria de agradecimiento por haber terminado en lo alto del montón y comenzó a sacar su brazo de debajo del cuello de Alex. "Parece," dijo, avanzando lentamente hasta la ventana, "que hemos chocado contra un árbol. Por no hemos volcado por completo."

"¡Ouch!" gimió Emma. "Tienes unas rodillas malditamente puntiagudas, Belle. Mira donde las pones."

"Lo siento. Se está un poco estrecho aquí. ¿Estáis todos bien?" Miró bajo ella. "¿Dónde está Dunford? "

"Mmmph grhrsmp. "

Los ojos de Belle se agrandaron. ¿Debajo de los cuatro? No podía ser demasiado cómodo. "Yo, er, saldré en seguida. Me parece que vamos a tener que salir por la puerta del otro extremo. Si abrimos ésta, caeremos de golpe hacia fuera y nos golpearemos las cabezas." Miró hacia fuera por la ventana. "De todas formas, no creo que pudiéramos abrir esa puerta para salir. El árbol la bloquea."

"Simplemente hazlo, Belle," la apremió Alex apretando los dientes.

"¿John, estás bien? No has dicho nada."

"Estoy bien, Belle, solamente un poco incómodo. Hay tres personas encima de mí."

" Brmmph thmgish “ fue la elegante réplica de Dunford.

Belle echó un nervioso vistazo al enredado montón de cuerpos enojados bajo ella y avanzó lentamente en la otra dirección, ignorando los frecuentes gruñidos de dolor y ultraje de Emma. Sus faldas se le enredaban alrededor, así que finalmente, abandonó toda simulación de modestia y las sujetó por encima de sus rodillas, deslizándose centímetro a centímetro por el inclinado asiento del carruaje hasta que consiguió agarrar el picaporte.

"¡Casi lo he conseguido! Ahora, si pudiera balancear la puerta hacia fuera… “Belle giró la manija y dio un empujón a la puerta. Pero la gravedad operaba en su contra e iba ganando. Una y otra vez la puerta volvía de nuevo a su posición original. "Lo lamento mucho, pero necesito apoyarme mejor para hacer palanca. Voy a tener que ponerme de pie."

Se levantó del asiento y poso el pie derecho sobre el objeto más cercano, que resultó ser la cabeza de Alex. Emma soltó una risita, que hizo que Belle se girara. "¿Sucede algo? "

"Nada." La respuesta provino de Alex, en un tono que evidentemente le ordenaba "vuelve al trabajo."

Belle giró otra vez la manija y empujó la puerta con todas su fuerzas. Esta vez, pasó el punto crítico y se abrió de golpe. Soltó una pequeña exclamación y regresó con torpeza al asiento del carruaje para poder sacar la cabeza hacia fuera por la abertura.

"Oh, hola Bottomley," gorgojeó, reconociendo al cochero de Emma y Alex. "¿Qué ha pasado?"

"La rueda se ha desprendido, milady. No tengo ni idea de cómo ha pasado."

"Hmmm, eso es de lo más raro."

"Si no te importa proseguir tu conversación más tarde," dijo John desde el fondo del montón, "nos gustaría salir del carruaje."

"Ooops. Lo siento. Bottomley, ¿podría sujetarme si me deslizo hacia abajo?" Ante su asentimiento, ella se encaramó por la abertura y se deslizó hacia abajo por el lateral del carruaje. "Espere a Emma. Me parece que ella es la siguiente." Belle rodeó el vehículo para inspeccionar los daños. La rueda izquierda se había salido por completo del eje y había rodado calle abajo, donde un grupo de pilluelos la había reclamado ya como botín.

"¿Qué miras? " Emma apareció a su lado.

"Parece como si simplemente alguien la hubiera aflojado. No hay señales de cortes ni de daños permanentes."

"Hmmm." Emma se levantó las faldas y se puso en cuclillas para mirar.

"¿Te vas a apartar?” Alex había sido el siguiente en salir, y también quería examinar el carruaje.

Puso una mano bajo el brazo de su esposa y tiró de ella.

"Al parecer tenemos un atacante bastante gentil," dijo Emma. "O uno que no sabe como usar una sierra."

John apareció por el costado y parecía completamente furioso. "¿Qué ha serrado? "

"Nada," contestó Alex. "Solamente ha aflojado la rueda."

John maldijo por lo bajo. "Te pido disculpas por poneros a ti y a tu esposa en peligro. Belle y yo regresaremos a casa inmediatamente, y pagaré el coste de la reparación."

Antes de que Belle pudiera protestar, Alex levantó la mano y dijo, "Tonterías. El carruaje no ha sufrido ningún daño permanente. Lo único que necesitamos es otra rueda."

"¿Qué es eso de otra rueda?” Dunford finalmente había conseguido salir, aunque un tanto arrugado.

"Esta se ha caído," contestaron los otros cuatro al unísono.

"No necesitan sonar tan irritados. Acabo de llegar."

"Lo lamento," se disculpo Belle. "Me siento como si hubiera estado aquí de pie durante una hora."

"Probablemente lo has estado," le contestó Dunford con sequedad. "Si recuerdas, tuviste la inmensa fortuna de aterrizar en lo alto del montón. A propósito, envié a Bottomley de vuelta a tu casa, Ashbourne, a por ayuda para arreglar esto. No creo que le lleve demasiado tiempo. En realidad, tan sólo estamos a un par de calles de distancia." Caminó hasta donde la rueda izquierda debería haber estado. "Debo decir que Spencer hizo un trabajo bastante pobre. Si lo que quería era estrellar un carruaje, hay modos más inteligentes de conseguirlo. Ni siquiera logró romper un solo hueso a ninguno de los cinco."

Belle puso los ojos en blanco. "Eres tan aficionado a ver el lado positivo."

John frunció el ceño y la estrechó contra su costado. "Me siento agradecido de que nadie haya salido herido, pero disculpadme si no veo un lado positivo. No seré la causa de ninguna de sus muertes. Se acabó, Belle. Nos volvemos a casa."

"¿Para que entonces pueda quitarte de en medio con una bala mientras volvemos a pie? Me parece que no."

"Belle tiene razón," dijo Alex. "Estás mucho más seguro con nosotros que sin nosotros."

"Sí," John contestó acerbamente. "Pero vosotros estáis más seguros sin nosotros que con nosotros. "

"¿Nos disculpáis durante un momento?" dijo Belle, tirando de su marido hasta alejarse un poco de la pequeña muchedumbre. "Debes escucharme, John," le susurró. "¿No fuiste tú quien me dijo que no podemos pasarnos el resto de nuestras vidas huyendo de ese hombre? Parece lo bastante loco como para intentar algo esta noche en el baile de los Tumbley. Si lo atrapamos, tendremos cientos de testigos. Permanecerá en prisión el resto de su vida."

"Quizás, pero ¿y si tiene éxito? O aún peor, ¿y si no acierta conmigo y te coge a ti? Belle, te prometo que no tendremos huir de este hombre durante toda nuestra vida. Me encargaré de él, pero no lo haré con un plan que te ponga en peligro. Debes confiar en mí… no es la clase de hombre con el que una mujer desearía estar a solas."

John la sujeto con fuerza de los hombros. "Belle, no puedo vivir sin ti. ¿No comprendes que ahora tiene dos objetivos? Si te mata a ti, es como si me matara a mi."

Los ojos de Belle se inundaron de lágrimas ante sus vehementes palabras. "Yo también te amo, John. Y sabes lo nerviosa que estoy por tu seguridad. Pero no puedo vivir toda la vida mirando por encima de mi hombro. Y no vamos a tener una oportunidad mejor para atrapar a Spencer que esta noche."

"Entonces iré." Se puso las manos en las caderas. "Pero tú te vas a casa."

"No voy a esperarte en mi habitación como un ratoncito asustado," dijo Belle, con ojos centelleantes. "Juntos podemos lograr cualquier cosa. Solos, no somos nada. Ten fe en mí, John."

"Parece que debo recordarte tu ruego de que no corriera riesgos innecesarios. Permíteme la misma cortesía. Vete a casa, Belle. Ya tengo bastante de lo que preocuparme sin necesidad de vigilarte."

"John, por última vez, escucha lo que te digo. ¿Me amas? "

"Cristo, Belle," dijo, entrecortado. "Sabes que sí."

"Bien, la mujer de quien te enamoraste no es la clase de mujer que puede permanecer pacientemente sentada en casa cuando el hombre al que ama está en peligro. Opino que podemos atrapar a Spencer si contamos con suficientes aliados. Obviamente no es muy brillante. Ni siquiera ha sido capaz de averiar correctamente un carruaje. Con nosotros cinco trabajando juntos, podemos aniquilarlo. Y esta noche nos brinda la oportunidad perfecta."

"Belle, si algo te sucede… "

"Lo sé, querido. Siento lo mismo respecto a ti. Pero no va a pasar nada. Te amo demasiado para permitirlo."

John se perdió en sus inteligentes ojos azules, que brillaban con amor, esperanza y fe. "Oh cariño," dijo roncamente. "Tu me has curado. Me haces creer que realmente merezco toda esta felicidad."

“La mereces."

John colocó suavemente las manos sobre sus hombros. "Aguarda un momento," le dijo, con ternura. "Solo quiero mirarte. Quiero llevar esta imagen tuya conmigo el resto de mi vida. No creo que hayas estado nunca tan hermosa como en este preciso instante."

Belle enrojeció de placer. "No seas tonto. Tengo el vestido arrugado, y estoy segura de que mi pelo esta hecho un desastre, y…"

"Shhh. No digas nada. Solo mírame. Con esta luz tus ojos parecen casi purpúreos. Como negras frambuesas."

Belle se rió suavemente. "Debes estar en un estado de hambre perpetua. Sigues comparándome con frutas."

"¿Yo?" John no podía apartar sus ojos de sus labios, los cuales, no dejaba de pensar, semejaban a las cerezas maduras.

"Sí, una vez dijiste que mis orejas parecían albaricoques."

"Lo hice. Supongo que tienes razón. He estado hambriento desde que te conocí."

Ella se sonrojó.

"¡Yuuhuu! ¡Tortolitos! "

John y Belle arrancaron sus ojos el uno del otro y, parpadeando, se volvieron hacia Dunford, que venía en su dirección.

"Si pudierais dejar un momento de arrullaros el uno al otro, podríamos ponernos en marcha. Por si no lo habéis notado, el carruaje de repuesto ya está aquí."

John inspiró profunda y entrecortadamente antes de girarse hacia Dunford y decirle, "El tacto, presumo, no fue uno de los puntos fuertes de tu educación."

Dunford sonrió alegremente. "Exacto. ¿Nos vamos? "

John se giró hacia Belle y le ofreció su brazo. "¿Querida? "

Belle aceptó su gesto con una sonrisa, pero cuando pasaron junto a Dunford, se volvió y le siseó, "Voy a matarte por esto."

"Estoy seguro de que lo intentarás."

"Este carruaje no es tan abrigado como el otro," dijo Alex con una sonrisa de disculpa. "Por lo general no lo uso en invierno."

En breve todo el grupo estaba instalado en el carruaje, y de nuevo en camino al baile de invierno de los Tumbley. Belle y John se acomodaron en una esquina, vueltos el uno contra el otro para protegerse del frío. John puso su mano sobre las de ella, dándole suaves palmaditas sobre los nudillos. Ella se sintió reconfortada por su toque y lo miró. Él la estaba mirando, sus ojos castaños repletos de calidez y aterciopelada ternura.

Belle no pudo evitarlo. Se le escapó un pequeño gemido de felicidad.

"¡Por el amor de Dios! " exclamó Dunford, girándose hacia Alex y Emma. "¿Los estáis viendo? Ni siquiera vosotros érais tan nauseabundos."

"Algún día," lo interrumpió Belle en voz baja y apuntándole con un dedo, "encontrarás a la mujer de tus sueños, y entonces convertiré tu vida en un infierno. "

"Me temo que no, mi querida Arabella. La mujer de mis sueños es un parangón tal que es imposible que exista. "

"Oh, por favor," resopló Belle. "Apuesto a que dentro de un año te habrán echado el lazo, amarrado, y estarás encantado con ello." Se recostó con una sonrisa satisfecha. A su lado John se estremecía de risa contenida.

Dunford se inclinó hacia delante, apoyando los codos sobre sus rodillas. "Acepto la apuesta. ¿Cuánto quieres perder? "

"¿Cuánto quieres perder ? "

Emma se volvió a John. "Parece que te has casado con una jugadora."

"De haberlo sabido, puedes estar segura de que habría sopesado mis acciones con más cuidado."

Belle le dio juguetón pinchazo en las costillas mientras dirigía una retadora mirada a Dunford y le preguntaba, "¿Y bien?”

"Mil libras."

"Hecho."

"¿Estás loca?” La mano de John se contrajo con fuerza alrededor de sus dedos.

"¿Es que sólo los hombres pueden apostar? "

"Nadie hace una jugada tan tonta, Belle," dijo John. "Acabas de hacer una apuesta con el hombre que controla el resultado del juego. Sólo puedes perder."

"No subestimes el poder del amor, querido. Aunque en el caso de Dunford, quizás sólo sea necesario el de la lujuria. "

"Me hieres," contestó Dunford, llevándose dramáticamente una mano al corazón para enfatizarlo. "Asumes que soy incapaz los más elevados sentimientos. "

"¿Lo eres? "

John, Alex, y Emma contemplaban el intercambio con considerable interés y diversión. "No tenía ni idea de que fueras un adversario tan formidable, querida," dijo John.

"Hay muchas cosas que no sabes sobre mi," se burló Belle. Se recostó con una sonrisa ufana. "Solo espera hasta que empiece la velada."

Una extraña sensación se instaló el estómago de John. "Me estremezco ante la perspectiva."

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